CLÁSICOS DEL ROCK 2
INTRODUCCIÓN ARTISTAS/GRUPOS
Como introducción a los artistas/grupos aquí comentados, se ofrece un pequeño resumen de sus características y obras principales, para quien busque una orientación rápida...
THE 13th FLOOR ELEVATORS
El mundo de la psicodelia estadounidense está asociado a la Costa Oeste, pero uno de los grupos pioneros surgió de Austin (Texas), encabezados por el trío del lunático Roky Erickson (guitarra rítmica), Stacy Sutherland (guitarra solista) y la extravagante marca de la casa: el botijo eléctrico de Tommy Hall. A pesar de las limitaciones técnicas que habría en Texas a la hora de grabar música de este tipo, consiguieron un gran éxito con el himno protopsicodélico ‘You're Gonna Miss Me’, para luego crear uno de los mejores álbumes psicodélicos, el Easter Everywhere de 1967. Luego llegó lo inevitable: problemas mentales, arrestos policiales y el rápido declive de la psicodelia, que hundió a la banda casi en el olvido.
Con un currículum impoluto a sus espaldas, Adrian Belew es uno de los guitarristas más importantes y menos reconocidos por el gran público de la historia del rock. Aparte de sus estelares colaboraciones con algunos de los grandes nombres, en solitario ha hecho un poco de todo, desde álbumes accesibles repletos de ganchos pop hasta otros más experimentales y difíciles de digerir. De entre los primeros, podemos decir que casi alcanzó la perfección con Young Lions (1990), pero siguió y siempre seguirá en la sombra. El mundo es así de injusto.
Olvidado grupo de breve recorrido que grabó uno de los mejores discos de punk de la época (Crossing The Red Sea With The Adverts, 1978), un debut tan fenomenal que ni ellos mismos pudieron superar. De manera similar a The Clash, quisieron enriquecer su sonido pero por desgracia acabaron disolviéndose por la falta de éxito, nada acorde con su notable nivel cualitativo.
AIR
Este dúo francés creó un sonido propio muy peculiar a partir de amalgamar la electrónica con el pop francés y el sonido retro devoto de la segunda mitad de los setenta. Mediante su álbum de debut (Moon Safari, de 1998) entusiasmaron a la crítica y el público, pero luego su carrera fluctuaría de manera irregular no sin alcanzar por medio su mayor logro, el inspirado Talkie Walkie de 2004.
Uno de tantos artistas etiquetados erróneamente como one-hit wonder, en este caso por la estupenda canción ‘Year Of The Cat’, la carrera del cantautor Al Stewart es muy interesante al estar dotado de habilidad melódica y saber combinar las melodías con elaboradas letras que, a veces, incluso tratan sobre referencias históricas. Hasta mediados de los ochenta no sufriría ningún bajón creativo, todo un mérito para un músico surgido a finales de los sesenta del mundo del folk.
Se les suele tomar como ejemplo para señalar la mutación del rock progresivo en AOR. El núcleo de este proyecto lo conformaron el previamente ingeniero de sonido Alan Parsons y el músico Eric Woolfson, quienes aplicaron en su música todo lo que habían aprendido previamente, aprovechando las posibilidades que ofrecía un estudio de grabación. Su mayor atracción quizá sea la temática de índole intelectual a través de la que basan buena parte de su música, si bien esta tiene mucho de comercial y poco de vanguardista. El sensacional debut en el que convirtieron en música los relatos de Edgar Allan Poe es quizá lo menos recordado de ellos pero es también lo más emocionante que hicieron.
Esta banda británica, de las primeras en triunfar al otro lado del Atlántico, tuvo una etapa inicial en la que renovaron y revitalizaron el R&B, logrando grandes éxitos imperecederos como sus versiones de ‘The House Of The Rising Sun’ o ‘Don't Let Me Be Misunderstood’, donde brillaban tanto el teclado de Alan Price como la voz de Eric Burdon. Price dejaría la banda, igual que haría el resto de miembros originales, lo que acabó convirtiendo a The Animals en meros músicos contratados, acompañantes y ejecutores de las ideas cada vez más delirantes de un Burdon que como experimentador musical resultó ser un desastre.
Quien conozca el dato de que Demis Roussos comenzó su carrera musical en esta banda puede cometer el error de alejarse de ella para siempre. Pero hay que indagar más y conocer que Roussos fue simplemente el cantante principal y bajista de este grupo griego que en realidad estaba liderado por Vangelis, teclista y compositor principal. Poc@s podrán imaginarse a un Vangelis creando música devota de los Moody Blues, con eventuales toques griegos y mediterráneos, pero lo cierto es que solo grabaron tres álbumes que son de obligada escucha para todo amante del art-rock.
Uno de los grandes grupos del rock del siglo XXI, sus primeros álbumes parecían reflejar a una banda que lo había dicho todo en su debut, pero afortunadamente Alex Turner maduró como compositor mientras todos en conjunto mejoraban como músicos, abriendo su abanico de sonidos. De esta manera, asombraron al mundo con su excelente AM de 2013, donde por fin demostraron que podían mantener la suficiente consistencia creativa dentro de un mismo álbum.
No puede decirse que sean un grupo, sino simplemente una etapa de la carrera musical de Luke Haines, pues es él quien realiza casi todo, incluida la composición. En esta etapa bajo el título de The Auteurs grabó cuatro álbumes de nivel cualitativo decreciente que confirmaron la necesidad de dedicarse a otro proyecto musical que le renovara la inspiración demostrada en New Wave (1993).
Si hubiera que hacer una lista de grupos con la mayor desdicha de la historia de la música, Badfinger ocuparía con seguridad uno de los primeros puestos. Apadrinados por Apple, la discográfica de los Beatles, parecía que tenían el camino allanado hacia el éxito con su atrayente estilo de power-pop, pero todo se torció por un éxito que no llegaba y unas ganancias que se fueron quedando en bolsillos ajenos. Todo ello llevó a la depresión y suicidio de los dos líderes naturales desde la formación del grupo, Pete Ham y Tom Evans; el peor final posible.
Cuando se piensa en grupos femeninos de los ochenta, suelen venir a la mente, metiéndolos en la misma bolsa, nombres como Bananarama, Wilson Phillips o las Bangles. Pero estas últimas estaban claramente en otra liga, siendo un grupo devoto de los instrumentos y con capacidad compositiva. ¿Por qué se las menosprecia de esa manera? Probablemente porque sus mayores éxitos fueron muchas veces composiciones ajenas y también porque se extendió mucho su imagen cantando en playback y haciendo tonterías en ‘Walk Like An Egyptian’. Afortunadamente, las Bangles fueron mucho más que esos divertimentos y no hay que perderse su álbum de debut, toda una joya del power-pop de los ochenta. A partir de ahí, comenzaron a caer en las redes de la música comercial y de la imagen, acabando muy pronto su primera etapa. Su retorno en el siglo XXI será un mero ejercicio de nostalgia sin importancia.
Aparte de unos espectaculares festivales musicales, la Isla de Wight nos ha dado una pareja de músicos muy creativos que supieron recrear una gran diversidad de estilos y absorber influencias varias. Su carrera fue relativamente breve (ocho años) y dejaron cuatro álbumes por el camino, siendo el mejor de ellos el que una mayor inspiración melódica recoge: Octopus (2007).
En la escena musical se agradece que, entre tanta sobreproducción y artificiosidad que se acaba aplicando en la música para que suene más moderna, aparezcan bandas que apuesten por un sonido más suave y exquisito, apoyado en instrumentos que suenan reales y cercanos. Si a eso le añadimos el talento de Stuart Murdoch para la creación de emotivas melodías y las apacibles voces de los diferentes vocalistas, se nos queda una música ideal para momentos de tranquilidad o aislamiento. Su álbum más aclamado es If You're Feeling Sinister, de 1996, pero su mejor obra llegó cuando maduraron un poco más su sonido y la creación de melodías, que fue en 2003 mediante Dear Catastrophe Waitress. Después de esta descripción, ¿alguien podría haber pensado que proceden de Escocia?
El equivalente estadounidense de la mala fortuna de los británicos Badfinger lo tenemos en Big Star, grupo de muy corto recorrido que grabó tres álbumes en tres años de vida mientras la formación inicial iba menguando por la falta de éxito que acentuó las tensiones personales y la desmotivación, aunque Alex Chilton resistió hasta el final. Como suele ocurrir muchas veces, con el transcurso de los años se acrecentó la leyenda del grupo y su influencia en los grupos de pop-rock estadounidenses de los ochenta fue justamente reivindicada.
El gran Nick Cave comenzó su andadura musical en esta banda junto a algunos de los músicos que le acompañarían después como The Bad Seeds más el original guitarrista Rowland S. Howard. Estos inicios son bastante diferentes a lo que vendría después, puesto que se trata de rock vanguardista (demasiado vanguardista) y psicológico (muy psicológico), nada apto para quienes busquen música melódica. Tampoco se encuentra todos los días a un cantante que recuerda a la niña de El exorcista en muchos momentos. En definitiva, una propuesta transgresora y singular que duró unos pocos años.
Cuando vio que el proyecto de The Auteurs se acercaba al final, antes de esperar a su disolución Luke Haines se juntó con otro músico proveniente de The Jesus and Mary Chain (John Moore) y con la cantante Sarah Nixey, conformando un trío llamado Black Box Recorder enfilado al pop alternativo suave. El problema es que la fórmula se acabará agotando muy pronto y Haines tampoco recobrará el nivel demostrado en sus mejores obras. Aun así, vale la pena conocer England Made Me (1998), uno de esos discos que encantan por su exquisitez.
Podrían haberse quedado como un notable dúo de blues-rock poseedor de cierta diversidad, pero el guitarrista y cantante Dan Auerbach y el batería Patrick Carney supieron abrirse a todo tipo de influencias e ir enriqueciendo el sonido conforme iban madurando. El apogeo llegaría con El Camino (2011), pero todavía supieron darle una vuelta de tuerca más a la diversificación del sonido en Turn Blue (2014). Cuando parecía que ya no volverían a grabar juntos nunca más, ha llegado un nuevo álbum en 2019.
Junto a Led Zeppelin y Deep Purple forman la trinidad del rock duro. Si bien no llegan a tener un armazón instrumental tan compacto y abrumador como estos, en lo que sí puede competir (o incluso superar) Black Sabbath con garantías es en la cantidad de riffs melódicos, precisos y memorables que desgranaba Tony Iommi con su guitarra. En sus mejores años, que son los de la década de los setenta, sorprenden las composiciones sencillas pero muy elaboradas donde el cantante Ozzy Osbourne derrocha carisma con su voz penetrante. La mediocridad en la que cayeron a partir de los años ochenta no debe empañar su emocionante trayectoria previa.
Al Kooper es una de las figuras más infravaloradas de la escena musical de los años sesenta, pero el caso es que llegó a tocar con algunos de los nombres más grandes del pop-rock de esa época. Su primer proyecto relevante fue The Blues Project, que una vez disuelto sirvió para que, junto al guitarrista Steve Katz y otros músicos nuevos, continuara con la fundación de Blood, Sweat & Tears y un inolvidable álbum de debut que fusiona diversos géneros en una mezcla singular. Kooper se marcharía después y el grupo transitaría hacia un sonido de big-band dirigido a un jazz-rock generalmente accesible, pero ya perdiendo todas aquellas virtudes que mostraron en su debut.
El hermano mayor de los Wilson y alma de la genialidad de los Beach Boys solo pudo comenzar su carrera en solitario a finales de los ochenta, pero no pudo reanudarla con regularidad hasta que no se zafó de las garras del perverso doctor Landy. Los problemas mentales que truncaron su progresión musical son los mismos que eliminan cualquier posibilidad de que pudiera lograr alguna obra maestra al estilo de Pet Sounds, pero al menos nos queda por el camino un puñado de grandes canciones a sumar al maravilloso cancionero compuesto para los Beach Boys. Solo es un vestigio de lo que fue (o de lo que pudo ser) y por tanto el mayor logro de su carrera en solitario reside en su propia recreación del proyecto abortado en los sesenta bajo el título de Smile (2004).
El fallecimiento prematuro de la vocalista Trish Keenan truncó la estupenda trayectoria de esta banda cuyo otro componente principal fue el bajista James Cargill. Crearon una música enfilada hacia la electrónica pero sin eludir los instrumentos tradicionales, con una influencia clara de Stereolab, aunque muy poca guitarra escucharemos. Para el recuerdo nos dejaron un buen puñado de canciones de atrayentes ganchos pop y ritmos seductores.
Gran expectación provocó la llegada de esta banda que iba a suceder a The Byrds como líderes del rock estadounidense y a rivalizar definitivamente con los Beatles como los mejores. Aunque consiguieron grabar el sensacional Again (1967), pronto aparecieron las fricciones entre sus miembros y no acabaron de despegar. Una lástima, porque una banda que tenía entre sus filas a Stephen Stills y Neil Young podría haber conseguido más trabajando en equipo.
Una vez el rock progresivo se puso de moda a principios de los setenta (qué tiempos aquellos), surgieron una serie de grupos que bebían directamente de esas influencias aunque no llegaran a aportar novedades destacables al panorama musical. De entre ellos, uno de los mejores fue Camel, de característico sonido marcado por el teclado de Peter Bardens y, sobre todo, de su diestro guitarrista Andrew Latimer, líder y miembro inamovible de la banda. Con una carrera sin apenas altibajos a sus espaldas (a diferencia de la amplia mayoría de bandas de rock progresivo), han dejado para el recuerdo grandes obras, como la majestuosa The Snow Goose (1975) o la joya progresiva de los ochenta Nude (1981).
Aunque suene grotesco y de mal gusto, fue providencial la enfermedad que alejó a Cat Stevens del mundo de la música durante dos años en la segunda mitad de los sesenta, pues le sirvió para distanciarse de su imagen pulcra de cantante melódico de los primeros años. Así, volvió con una brillante fusión de folk y rock que en sus primeras entregas nos dejó grandes álbumes como Tea For The Tillerman (1970) y Teaser And The Firecat (1971), aparte de un buen puñado de canciones inolvidables. Luego su inspiración se irá apagando rápidamente y una crisis personal le llevará a hacerse musulmán a finales de los setenta de una manera tan radical que se cambió el nombre y abandonó su carrera musical. No será hasta el siglo XXI que retomará su carrera, pero sin nada que aportar ya.
Tras unos inicios en los que fascinaron al movimiento del indie-rock como una promesa de futuro y con el magnífico álbum Everybody Else Is Doing It, So Why Can't We? (1993) bajo el brazo, posteriormente se dirigieron hacia un sonido más comercial pero siempre incluyendo algunos temas pegadizos que les mantuvieron en una posición privilegiada. La voz particular y expresiva de Dolores O'Riordan, tristemente fallecida con 46 años, es la seña de identidad más clara de esta banda irlandesa.
Este grupo de rock progresivo y trayectoria convulsa tuvo como figura central y permanente a la vocalista Sonja Kristina. Las tensiones internas hicieron que el resto de miembros fuera cambiando, pero por medio nos dejaron una interesante colección de grandes temas del rock progresivo con el carisma especial de Kristina como elemento diferenciador respecto al resto de nombres del género. También dieron un protagonismo especial al violín que otros grupos no llegaron a alcanzar.
El mediano de los hermanos Wilson de los Beach Boys no se quedó lejos de Brian en cuanto a tormento y demonios internos. En los Beach Boys supo mostrarse como un notable compositor, aunque comedido en la cantidad de composiciones aportadas. A lo largo de los años fue juntando diferentes composiciones que le permitieron debutar en solitario con su único álbum (Pacific Ocean Blue, de 1977), un acercamiento a la sensibilidad especial de Dennis que no tendría continuación debido a una trágica muerte, producto de una errática vida y carácter.
Sobreponiéndose a la salida de uno de los referentes del techno-pop de los ochenta como Vince Clarke tras el álbum de debut, cuya composición casi íntegra había recaído en él, al resto de miembros de Depeche Mode le vino bien tal eventualidad para desarrollar en los ochenta un estilo más oscuro y personal, casi podría llamarse techno-goth, que desembocó en un álbum clásico del género y culminación de una década como es Violator (1990).
La trayectoria de este cantautor escocés que llegó a conseguir fama mundial es muy interesante, pues igual que Bob Dylan emergió del movimiento folk de su país para luego expandir su música sin limitaciones, impregnado de la psicodelia que él mismo contribuyó a desarrollar. A partir de Sunshine Superman, una de las primeras muestras de psicodelia todavía en 1966, grabó una serie de destacados álbumes hasta que su carrera comenzó a declinar en la siguiente década.
Nacido como Declan Patrick McManus (nombre con el que también firmaba como compositor), hubo de ser tenaz hasta conseguir un contrato discográfico y para ello adoptó un nombre artístico que combinaba el apellido artístico de su padre con el nombre de Elvis Presley, quien moriría poco después de la publicación del sensacional LP de debut My Aim Is True, en 1977. Los primeros años de Elvis Costello son de una gran creatividad, pues amalgamó las influencias de los primeros sesenta con la incipiente New Wave de finales de los setenta, logrando así su mejor obra: This Year's Model, de 1978. Esa originalidad se irá perdiendo con los años, pero su capacidad como compositor siempre será respetada, añadiendo a su carrera algunas colaboraciones con otros músicos ilustres, como por ejemplo esa breve época en la segunda mitad de los ochenta en la que se juntó con Paul McCartney y ambos compusieron muchas canciones que irían apareciendo en álbumes individuales de cada uno de ellos.
Si bien este grupo de pop-rock de los ochenta giró en torno a su cantante Lawrence, su mejor etapa se concentra en sus primeros años, en los cuales contaron con la impagable presencia del guitarrista Maurice Deebank, todo un virtuoso al servicio de una música de estilo indie seminal de guitarras. Es precisamente su trabajo a la guitarra, junto a un buen puñado de composiciones memorables, lo que ha de despertar el interés por este olvidado grupo que mereció mejor suerte.
Abanderados del sonido psicodélico de San Francisco (con extensísimas improvisaciones más indicadas para viajes lisérgico-mentales), así como del estilo de vida hippie, lo cierto es que esa psicodelia solo significó una de sus diferentes vertientes pero coincidió con su etapa de mayor notoriedad, la de finales de los sesenta. Posteriormente, tras la aparición de The Band y el giro musical de Dylan, los Grateful Dead se lanzaron a la música de raíces norteamericanas hasta conseguir su mejor disco: American Beauty (1970). Más adelante probarían nuevos estilos sin acabar de decidirse, siempre con la guitarra de Jerry Garcia como elemento principal y diferenciador. La cantidad de álbumes en directo que han publicado excede todos los límites imaginables.
¿Qué ocurre cuando unos músicos de formación clásica forman un grupo de rock? Pues que su técnica es intachable pero deben superar la barrera del formalismo clásico para entusiasmar al público del rock. En sus inicios, Gryphon simplemente interpretaban música medieval o se inspiraban en ella para componer, pero en su tercer álbum, el gran Red Queen To Gryphon Three (1974), se lanzaron decididamente al rock progresivo a partir de una singular amalgama con su bagaje medieval. Inmediatamente decidirán diversificar su sonido y acabarán disolviéndose en 1977, para volver cuarenta años después cuando nadie les esperaba.
A finales de los ochenta la aparición de Guns N' Roses supuso un soplo de aire fresco para la música heavy, cada vez más explotada en su vertiente más comercial. Tenían lo necesario: poderosas composiciones, una potente sección rítmica, a Slash como guitarra solista y un vocalista de gran carisma como Axl Rose. Por desgracia, su época de mayor creatividad fue muy breve aunque intensa, grabando dos impresionantes álbumes simultáneos de larga duración bajo el título de Use Your Illusion (1991), lo cual les desgastó por completo tras una interminable y tumultuosa gira mundial de dos años. Nunca se recuperaron, se acabaron disolviendo y el retorno en el siglo XXI fue un auténtico fiasco que solo agradó a sus fieles seguidores.
Desafortunadamente, cuando hoy en día le aparece a alguien el nombre de Heart en su aplicación musical, lo más fácil es que sea una canción de los ochenta, cuando eran un grupo comercial sin interés. Pero en sus inicios, Heart fue un emocionante grupo de rock liderado por las hermanas Wilson (sin conexiones californianas), que acabó derivando de mala manera en sonidos más sintéticos y comerciales. No hay que perderse su sensacional debut mediante Dreamboat Annie (1975) y la igualmente sensacional continuación Little Queen (1977), dos ejemplos de rock de los setenta bien entendido.
La formación original de Renaissance (pero sin Keith Relf, fallecido) volvió a reunirse para más o menos retomar la música desde el punto donde se quedaron en 1971, lo cual lograron mediante el fabuloso Out Of The Mist (1977) pero bajo el nuevo nombre de Illusion. Desafortunadamente, ese entusiasmo inicial pronto desapareció y tras un segundo disco grabado el año siguiente se disolvieron, sin capacidad para progresar ni mejorar lo ya conseguido.
Hijo del gran compositor de bandas sonoras Maurice Jarre, creó música tan evocadora como la de su padre pero empleando sintetizadores en vez de orquestas. La música electrónica en sus inicios se asocia inevitablemente con Alemania, pero este francés cobró una gran popularidad porque su instinto melódico fue desde un principio superior al de los músicos alemanes, más técnicos en ese sentido y más enfocados a la seducción de las estructuras cíclicas, mientras que Jarre no se olvidará de las melodías y desarrollará una visión más empresarial de su obra.
Una de las bandas por antonomasia del sonido psicodélico de San Francisco, los Jefferson Airplane crearon algunos de los himnos más imperecederos del género como ‘White Rabbit’, ‘Crown Of Creation’ o ‘Somebody To Love’, además de uno de los álbumes más recordados de la época psicodélica: Surrealistic Pillow (1967). Finalizado el sueño hippie y psicodélico, su estrella también decayó proporcionalmente y no supieron reinventarse, cayendo en el olvido y perdiendo toda su relevancia.
Sus comienzos como arpista y también pianista de formación clásica le limitaron bastante su recorrido a la hora de desarrollar su carrera dentro de la música popular. Afortunadamente, ha demostrado suficiente inteligencia para ir mejorando en la composición y en la producción, enriqueciendo su sonido paulatinamente hasta la consecución de su obra más perfecta en todos los niveles: Divers (2015).
Este poeta canadiense decidió un día, ya con treinta y tres años, colgarse una guitarra y grabar un disco (Songs Of Leonard Cohen, 1967) que dejó asombrada a la intelectualidad del momento con joyas como ‘Suzanne’, aunque el reconocimiento tardará un poco en llegar. En la década siguiente su carrera fue decayendo lentamente por lo previsible de su propuesta, sin que inesperadas colaboraciones (como una con Phil Spector) supusieran ninguna mejora destacable aparte de la novedad. Tras un parón al finalizar la década de los setenta, volvió con un sonido renovado y más comercial, pero muy efectivo donde podía apreciarse la voz de la experiencia y de quien ha vivido con lucidez el mundo que le rodea. Graves problemas económicos motivados por una estafa de su agente, que se apropió de todo su dinero, le obligaron a volver a grabar en el siglo XXI nuevos álbumes cuya calidad vino a demostrar que había un verdadero artista dentro de él.
La Nova Cançó catalana se asoció principalmente con la música tradicional y la canción protesta, pero hubo algunos nombres que trascendieron esas etiquetas y emplearon el lenguaje del rock. De entre ellos probablemente el mejor ejemplo sea el de Lluís Llach, quien de cantautor folk con influencia de la canción francesa, luego transitó en los setenta hacia un sonido más progresivo del que surgió su mejor obra, Viatge a Ítaca (1975). A partir de los ochenta su producción se volverá muy irregular, pero seguirá estando en la primera línea musical del rock en catalán hasta su retirada de la música ya en el siglo XXI.
Este cuarteto vocal de Los Ángeles (California) proveniente del folk es uno de los nombres que se asocia directamente con el movimiento hippie de los años sesenta, aunque en realidad las consignas de paz y amor duraron muy poco entre sus miembros (en todos los sentidos) y su carrera acabó muy pronto. De entre ellos ha de destacarse los nombres de John Phillips, por ser el compositor principal y casi único, y el de la inconfundible Mama Cass, cuyo temprano fallecimiento a principios de los setenta nos privó de una formidable vocalista. Sus dos primeros álbumes, ambos de 1966, son todo un prodigio en el apartado vocal.
A finales de los ochenta surgió en Francia un grupo que llevó el término de “músicas del mundo” a sobrepasar barreras preestablecidas bajo el liderazgo de Manu Chao, definiendo también otro término que se vino a llamar rock mestizo. Todos los géneros contemporáneos, sin olvidar la música popular o tradicional, y sin límites geográficos, eran susceptibles de ser fusionados entre sí con el descaro propio de unos jóvenes que se veían sin barreras. Su carrera duró pocos años, pero para ser considerados un grupo de culto dejaron un puñado de canciones para el recuerdo y un álbum donde llegaron a su nivel más alto, Puta's Fever (1989).
Su carrera en solitario suscita interés a toda persona enamorada de los Dire Straits, pero apenas pueden encontrarse paralelismos entre ambas carreras. Comenzó haciendo bandas sonoras muy diferenciadas entre ellas y luego básicamente se dedicó a seguir la senda de la música norteamericana de raíces, siendo su mejor álbum el que casualmente (o no tanto) más se acerca al sonido de Dire Straits: Sailing To Philadelphia, del año 2000.
La gran aportación musical española a la música techno de los años ochenta fue el trío Mecano, aunque con el tiempo acabarían expandiendo su sonido con la absorción de cualquier tipo de género que sirviera de soporte para el talento compositivo de los hermanos Cano y la versatilidad vocal de Ana Torroja. Se puede trazar una clara evolución ascendente en el plano artístico que llegará a su cénit en el sensacional Descanso dominical de 1989, todo un ejemplo de que la música hecha en España puede superar la barrera idiomática cuando ofrece melodías originales.
Lo que parecía la carrera prometedora de un chico humilde con talento e ideas, que tuvo la fortuna de juntarse con un productor (Quincy Jones) de visión similar, acabó en unos graves problemas psicológicos que llevaron a Michael Jackson a una vida de opulencia, egocentrismo y trastornos diversos. Se le recuerda tanto por ser suyo el álbum más vendido de la historia (Thriller, 1982), como por las extravagancias y escándalos que rodearon su vida adulta tras convertirse en millonario.
La escena musical estadounidense en el área de San Francisco durante los sesenta fue un granero de notables grupos que exploraban nuevas fórmulas musicales y reinventaban las antiguas. Entre ellos, uno de los más importantes fueron Moby Grape, quienes no parecían tener rivales pero su estrella acabó muy pronto debido a problemas internos y enfermedades mentales. Para la historia queda su álbum homónimo de debut, todo un muestrario de los estilos populares y emergentes en 1967. La gloria y el recuerdo para la posteridad se la quedaron los Jefferson Airplane, seguramente porque estos últimos tenían a una cantante con mucho carisma (Grace Slick) y una canción que sirve hasta para los niños (‘White Rabbit’). ¿Pero por qué estamos hablando de Jefferson Airplane?
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En su momento, en la miope prensa musical británica que denostaba el punk les bautizaron como la peor banda del mundo por ser igual de ruidosos. Pero Motörhead poco tenían que ver con el punk salvo en su perfil hedonista y en tocar a una velocidad vertiginosa, la cual imprimieron a su verdadera herencia como actualizadores del heavy metal. Aunque su estilo monolítico acabó resultando limitado, dejaron por el camino dos hitos en la evolución del heavy como son Overkill (1979) y, sobre todo, Ace Of Spades (1980).
Fueron sucesores del legado de Cream, no solo porque el bajista Felix Pappalardi fuera productor de aquellos, sino porque desarrollaron un blues-rock potente y emocionante, incluso con restos de psicodelia en las composiciones de Pappalardi que aportan un sonido genuino y evocador del legendario Disraeli Gears de aquellos, dejándonos para la posteridad varias composiciones excepcionales y el gran álbum Nantucket Sleighride (1971). El prematuro fallecimiento de este repercutió directamente en el sonido de la banda, que nunca más volvería a destacar, quedando desaprovechada la habilidad de Leslie West con la guitarra.
Su exótica amalgama de rock, psicodelia y música popular brasileña, así como su imagen colorida y estrambótica, les otorgaron rápidamente una gran popularidad dentro y fuera de Brasil, en una época de finales de los años sesenta en la que ya se había impuesto una dictadura militar. Os Mutantes fueron uno de los nombres destacados dentro del movimiento cultural de Tropicália y sus cuatro primeros álbumes son toda una sensación de creatividad, melodías, efectos y eclecticismo.
Formados en Dublín, este grupo liderado por el guitarrista y vocalista Kevin Shields, de carácter algo errático, fue uno de los abanderados del rock de los ochenta que tomaba la distorsión y el feedback como elementos característicos de su música, pero sin olvidarse del apartado melódico. Su producción fue bastante escasa (básicamente porque grabaron más singles que LP) y se disolvieron una primera vez tras haber alcanzado una gran reputación entre la crítica, gracias al excelente Loveless de 1991 que les ha hecho pasar a la historia como una referencia del rock independiente.
Tras la disolución de Buffalo Springfield, Neil fue el que desarrolló una carrera más interesante y prolífica de sus miembros, además de conseguir un merecido estatus propio como el rockero por antonomasia, a diferencia de sus compañeros eventuales Crosby, Stills y Nash. Sus devaneos estilísticos a partir de los ochenta no han sido nada afortunados, pero en global ha dejado una amplia cantidad de temas inolvidables que demuestran su gran talento y conocimiento del lenguaje del rock, sea en álbumes más intimistas como After The Gold Rush (1970) o en otros de mayor densidad eléctrica como Rust Never Sleeps (1979).
La depresión, las drogas y otros problemas mentales truncaron muy pronto la carrera de uno de los cantautores más prometedores y singulares (no percibido entonces) surgidos en el Reino Unido en los albores de la década de los setenta. Creador de una música intimista de gran sensibilidad, fue un incomprendido en su momento y sus ventas no traspasaron unos pocos miles de unidades por álbum. Ahí queda la escasa pero interesante obra de un artista auténtico y honesto, una maravilla para todas aquellas personas de espíritu sensible.
Fallecida antes de los cincuenta años cuando llevaba una vida tranquila en Ibiza, la carrera de la alemana Nico merece una atención especial. En sus inicios hubo de echar mano de su exótica apariencia física para hacerse un hueco en el mundo del show-business. El apadrinamiento de Andy Warhol le permitió entrar como cantante en el debut The Velvet Underground porque estos todavía no podían decirle que no a su mentor neoyorquino y esta primera experiencia musical guió su camino profesional. Precisamente John Cale, el galés de la banda citada, será un apoyo muy importante para que Nico encuentre su propia voz y estilo. Ella descubrió el armonio y la poesía críptica, y Cale añadió sus conocimientos orquestales y su gusto por la vanguardia musical, llegando a su momento álgido en el álbum más equilibrado de Nico, The End… (1974). No será muy pródiga en álbumes, pero sí puede decir que hizo lo que le apeteció (salvo en su LP de debut).
La prematura muerte de Kurt Cobain truncó la posibilidad de saber si Nirvana hubieran conseguido superar el listón tan alto que pusieron en una época en la que las guitarras no estaban de moda. Herederos del espíritu punk dentro de la apatía sociológica de su propia generación, si aunamos el sentido melódico de los Beatles con el grito primario de los Pixies (siendo estos a su vez admiradores de los Beatles) podemos intuir de dónde vienen las influencias principales de la música de Nirvana. Fueron los adalides del llamado movimiento grunge, una etiqueta tan limitada como la variedad de música que podía abarcar, y de alguna manera la desaparición del grupo (o sea, de Cobain) puede tomarse como fecha de la defunción de ese subgénero. Para el recuerdo quedarán siempre el fenomenal Nevermind (1991) y el directo Unplugged In New York (1994) grabado medio año antes de la muerte de Cobain.
Un reconocimiento mucho mayor es lo que merece este grupo español de la segunda mitad de los noventa, quienes primero lograron hacerse un nombre como una especie de Stone Roses españoles y luego se disolvieron justo cuando empezaban a desarrollar un estilo más propio en el excepcional Stand By For A Disaster del año 2000, gracias al singular talento de Ainara LeGardon tanto en la composición como en la guitarra y, cómo no, su expresivo y cuidado registro vocal.
Formaron la triada de abanderados del folk-rock británico junto a Fairport Convention y Steeleye Span. Si los Fairport Convention aportaron las estructuras rock y Steeleye Span demostraron que con instrumentos eléctricos se podía mantener el espíritu de siglos pasados, Pentangle aportaron el swing al mundo a priori restrictivo del folk. Fueron instrumentalmente impecables, con el guitarrista Bert Jansch y el bajista Danny Thompson como ejemplo de grandes músicos, aparte de contar con otra de las grandes voces del circuito del folk: Jacqui McShee.
Llegó un momento el que el bueno de Pete quiso aparcar a The Who y cantar él mismo todas sus canciones. Su carrera en solitario ni se puede comparar a la de su banda porque obviamente Entwistle y Moon son irreemplazables (con Daltrey no habría mayor problema), pero sigue siendo interesante por el genio compositivo de Townshend, aunque algunos de sus experimentos resultaran fallidos. En cualquier caso, sus mejores obras en solitario son mucho más interesantes que las grabadas con The Who tras el fallecimiento de Moon, con All The Best Cowboys Have Chinese Eyes (1982) como su mayor momento de inspiración.
Para ser Italia uno de los países con larga tradición de notables músicos clásicos en siglos anteriores, era esperable que surgiera también a principios de los setenta una hornada de músicos de rock progresivo. Premiata Forneria Marconi fueron de los mejores, aunque su inspiración y frescura no fue más allá de sus dos primeros álbumes. Luego serían fichados por la discográfica creada por ELP y perderían demasiado tiempo en regrabar sus composiciones para cantarlas en inglés, de tal manera que nunca recuperarán esa inspiración y encanto especial que transmitieron en sus inicios.
El tiempo ha hecho un poco de justicia a los Pretty Things porque se ha reconocido que fueron los primeros que grabaron una ópera-rock (un año antes que The Who con Tommy), desprendiéndose así de una imagen de segundones que se les aplicó en los sesenta. Esto último fue debido a que al principio sonaban como una versión tosca (pero también atrayente) de los Rolling Stones y luego evolucionaron hacia el art-rock y la psicodelia como la mayoría de grupos británicos. Tampoco cabe olvidar que evolucionaron rápidamente hasta grabar material propio, de tal manera que S. F. Sorrow (la citada primera ópera rock, de 1968) queda como una obra vigorosa, vibrante y repleta de sensacionales melodías que obligan a echar un vistazo a la discografía de esta banda para no perdernos algunas joyas musicales.
Comenzó principalmente como renovador del funk y el R&B, aunque pronto mostró que sus influencias abarcaban muchos géneros, lo cual unido a su hiperactividad como músico le llevó a ser extremadamente prolífico. Esto será un problema en el tramo final de su carrera, pues acabará publicando una gran cantidad de material sin aplicar aparentemente ningún filtro de calidad. A lo largo de su carrera tendrá tantos aciertos como crasos errores, así que se ha de proceder con cuidado a la hora de elegir según qué álbumes cuando se entra por primera vez en su particular mundo de provocación.
Entre los primeros grupos de pop indie basados en la guitarra que surgieron a principios de los ochenta, The Smiths fueron los principales en el Reino Unido mientras que en Estados Unidos sobresalió este cuarteto de Athens (Georgia). Las magníficas sensaciones que transmitieron en su LP de debut (Murmur, 1983) no comportaron una necesaria progresión. No es hasta el éxito masivo que supuso Out Of Time (1991) que supieron reinventarse como experimentales músicos que no tenían miedo a probar sonidos nuevos sin perder su esencia melódica. Desgraciadamente, tras la salida del batería Bill Berry (aunque no daba la impresión de ser imprescindible en el apartado compositivo), su música fue decayendo al vulgarizarse o caer en formulismos demasiado repetidos.
Tras su salida de Deep Purple, el guitarrista Ritchie Blackmore fundó Rainbow como su primer proyecto personal, que desde el sensacional LP de debut consiguió un merecido éxito, apoyado en los primeros años en el cantante Ronnie James Dio. Los cambios en la formación se irían sucediendo y el retorno de Deep Purple supondrá un paréntesis en un grupo que no podrá igualar su glorioso comienzo.
Desilusionado con el camino que estaban tomando los Soft Machine, su baterista y vocalista Robert Wyatt comenzó su propia carrera en solitario dedicándose a tocar música tan compleja como el que sería su exgrupo, pero particularizándola paulatinamente con su personal visión. Un grave accidente en 1973 le dejaría parapléjico de por vida, pero afortunadamente eso no será un obstáculo para desarrollar una interesante carrera que ha ido mejorando con los años, arrogándole una merecida reputación como artista singular y experimental que sabe encontrar una accesibilidad suficiente para sus propuestas.
El éxito que consiguieron el diestro guitarrista Carlos Santana y su banda en el Festival de Woodstock permitió que su original sonido de fusión de música rock y latina llegara a mucha más gente. Estos primeros años fueron los mejores, en los cuales el nombre Santana hacía referencia a un grupo democrático y Carlos era un miembro más, si bien su guitarra fue el elemento verdaderamente diferenciador desde el principio. En paralelo, como Carlos Santana, desplegó su espiritualidad en álbumes más instrumentales y menos interesantes, donde el concepto de melodía parecía no importar demasiado. A partir de los ochenta su estrella decayó, pero con la jugada comercial de Supernatural (1999) tuvo un imprevisible éxito de ventas mundial que relanzó su carrera, aunque no fuera por el camino deseable.
La mítica figura de Siouxsie fue todo un terremoto en la escena musical, no solo por su deslumbrante personalidad (que cautivó a Robert Smith de The Cure, quien no dudó en ser su guitarrista durante un tiempo) sino también por crear junto a su grupo The Banshees una buena cantidad de himnos del punk y el post-punk. Nunca volvería a conseguir un álbum tan consistente como The Scream, su debut en 1978, pero de todas maneras su estrella decayó conforme avanzaban los ochenta al adoptar un sonido comercial muy alejado de sus raíces y de lo que había representado su música.
Abanderaron junto a The Who el movimiento mod de los sesenta, aunque igualmente su evolución los acabó desmarcando de esa imagen. Los carismáticos líderes de esta banda fueron el cantante y guitarrista Steve Marriott y el bajista y también cantante ocasional Ronnie Lane, ambos con diferente pero trágico destino. Siguieron el mismo camino que muchas bandas inglesas de la época: de las versiones de R&B o blues hasta la apertura psicodélica y el conceptualismo, en una evolución rápida para los pocos años que duraron. Las tensiones internas de sus miembros provocarían la escisión en dos bandas diferentes (aunque en esencia muy parecidas) durante los setenta: The Faces y Humble Pie.
Otro de los nombres que forman la triada imprescindible del folk-rock británico junto a Fairport Convention y Pentangle, en el caso de Steeleye Span fueron los que menos se despegaron de esas raíces folk, aunque no fuera tanto así en su magnífico disco de debut de 1970. La voz de Maddy Prior y sus exquisitas interpretaciones son el mayor activo y aliciente para interesarse por ellos, aunque solo son sus primeros años los realmente recomendables, con Below The Salt (1972) como otra de sus cumbres.
La gran cantidad de dúos/grupos ubicados entre la electrónica y el indie pop que han surgido desde principios del siglo XXI le deben mucho a Stereolab. El amor unió a la francesa Lætitia Sadier (voz y teclado) con el inglés Tim Gane (guitarra y teclado) y a partir de ahí fusionaron la tradición musical francesa de la primera con el bagaje de pop-rock británico de Gane, empleando la electrónica como recurso esencial para modernizar su sonido. Su discografía es muy extensa e irregular, pero consiguieron llegar a su madurez artística con el espléndido Dots And Loops de 1997.
Tras la disolución de The Police y la publicación del fantástico The Dream Of The Blue Turtles (1985), parecía que la carrera en solitario de Sting seguiría siendo igual de exitosa tanto artística como comercialmente. Por desgracia, con el transcurso de los años primaría lo segundo sobre lo primero, cada vez con mayor diferencia. Pronto se convertiría en una sombra de sí mismo, con algún destello de lucidez artística como el disco de música de John Dowland. Las cifras de ventas de sus álbumes serán siempre elevadas, pero su relevancia en el panorama musical desapareció muy pronto.
De la noche a la mañana pasaron de ser la mayor gloria del Reino Unido a la mayor decepción. Si su álbum homónimo de debut de 1989 les comportó un éxito abrumador como adalides del rock británico más en boga, los cinco años que transcurrieron hasta la publicación de su segundo álbum crearon un ansia y unas expectativas muy altas que no se vieron correspondidas, por lo que cayeron rápidamente en desgracia y se disolvieron para continuar sus caminos por separado.
Caracterizados por el catastrófico carisma de Iggy Pop, la carrera de un grupo de vida tan extremadamente hedonista estaba condenada a ser muy exigua, tanto que tras dos álbumes consecutivos desaparecieron del mapa, justo tras su obra más equilibrada y contundente, Fun House (1970). La iniciativa y apoyo de David Bowie permitieron a Iggy volar al Reino Unido y reunir su banda para grabar el notable canto de cisne de Raw Power (1973), a partir del cual Iggy Pop iniciaría su carrera en solitario. La innecesaria reunión del grupo en el siglo XXI servirá tan solo para recordar al mundo quiénes fueron los verdaderos proto-punks en la historia del rock.
Son uno de esos grupos que ha seguido manteniendo cierto nombre porque las reediciones de sus recopilatorios se siguen vendiendo bien debido al puñado de canciones exitosas que lograron en una carrera mucho más corta de lo que parece. Conformados a partir de una lucha de poder entre sus líderes y compositores Roger Hodgson (guitarra y teclados) y Rick Davies (teclados), la salida del primero en 1982 abocó a la banda a una muerte artística prematura, pues su instinto melódico era insustituible. Para el recuerdo quedarán su álbum Crime Of The Century (1974) y la icónica portada de Breakfast In America (1979), ambas obras jalonadas de inolvidables temas.
Entre los nombres ilustres que se asocian con el CBGB de Nueva York, Television fue el de vida más fugaz. Debutaron con un álbum icónico de los setenta, el Marquee Moon, pero pronto se vio que su interesante propuesta de rock con dos guitarras de buen nivel (Tom Verlaine y Lloyd) no podía exprimirse más por falta de originalidad en las composiciones. Su retorno en los noventa fue para olvidar, pero han tenido la suerte de que Marquee Moon haya quedado como un disco de culto, en este caso bien merecido.
Proyecto musical surgido en los ochenta por el emprendimiento del fundador del sello discográfico 4AD, Ivo Watts-Russell. Este supo conseguir la implicación de los músicos que grababan en su sello (Cocteau Twins y Dead Can Dance entre ellos) para grabar tres álbumes donde se aúnan versiones y composiciones originales con una creatividad que desborda toda idea previa sobre lo que supone un disco colaborativo sin pretensiones comerciales. Toda persona interesada en la vertiente artística de la música de los ochenta no debería perderse ninguna de esas tres obras genuinas, producto de un lugar y un momento bien concretos.
Este malogrado cantautor de Los Ángeles que murió demasiado pronto, con solo 28 años (así se ha librado de esa tontería de “la maldición de los 27 años”), tuvo una carrera muy interesante para lo poco que duró. Evolucionó desde el folk-rock hasta el vanguardismo para poder experimentar con las formas musicales y con su propia voz, pero su punto más alto lo consiguió con su apuesta por la melodía y la emoción, con algún toque experimental, en Goodbye And Hello (1967).
Este inclasificable artista comenzó como cantautor estándar para continuar como cabaretero nocturno y luego transformarse en un ecléctico supremo donde toda influencia sirve de base para sus letras imprevisibles que transitan entre la narración mundana y el surrealismo humorístico. Un cóctel explosivo que con la voz complicada de Waits se transforma en una barrera a veces infranqueable, pero que entusiasmará a quienes busquen a un artista singular e inimitable. La culminación de su mundo musical particular lo encontraremos en Rain Dogs, de 1985, pero desde los años ochenta (salvo contados tropiezos) vale la pena descubrir su obra.
El mundo del rock progresivo tuvo su propuesta más original en España de la mano de Triana, un trío (ampliado con más músicos en el estudio) que fusionó este estilo con el flamenco, conformando un sonido patrio y reconocible en una carrera desgraciadamente truncada por la muerte en accidente de tráfico de su teclista y compositor principal: Jesús de la Rosa. Los álbumes que grabaron a partir de entonces no se deberían haber etiquetado con el nombre de Triana.
Este grupo irlandés acabó ligado a la imagen y predicaciones de su vocalista Bono. Sin embargo, en sus primeros quince años quien verdaderamente definió el sonido fue el guitarrista The Edge, empleando texturas rítmicas distinguibles. En sus primeros años desarrollaron un pop-rock dinámico y en ocasiones incisivo, lo cual fue animando a Bono para incluir una temática socio-política que se le acabó yendo de las manos, sobre todo fuera del escenario. A partir de los noventa se lanzarían a diversos palos musicales que definitivamente no eran lo suyo y que les acabó llevando a un rock comercial sin interés. Lo mejor lo hicieron durante su primera década y sobre todo en los primeros álbumes más inspirados, destacando entre ellos War, de 1983. Luego llegaría el éxito comercial y otra vida diferente.
Tan solo grabaron un álbum en 1968 sin ninguna repercusión en su momento, pero posteriormente se les ha hecho justicia por ser una propuesta muy original al crear una amalgama de vanguardismo y psicodelia en la que no cabía la guitarra eléctrica. La inventiva del líder, Joseph Byrd, es abrumadora, pero lamentablemente la banda no tendría continuidad más allá de su debut.
Si pretendiéramos hacer una equivalencia con King Crimson, podríamos decir que Van der Graaf Generator es el hermano menor (muy menor) de aquellos, siendo Peter Hammill el equivalente de Robert Fripp como único miembro fijo, líder y compositor de la mayoría de temas de su dilatada carrera. Ahí se acaban las analogías porque la música de Van der Graaf Generator representa una amalgama del estilo de cantautor folk (debido al liderazgo absoluto de Hammill) con la complejidad del rock progresivo, donde no faltan las disonancias, o quizá es que la disonancia sea por defecto, es decir, simplemente el resultado de no poder obtener ninguna melodía. Lo importante es que, cuando Hammill acierta, este grupo ha conseguido grandes composiciones del rock progresivo que tod@ amante del género no puede perderse, aunque después de los setenta ya se volvieron complejos sin más alicientes.
Tremendamente influyentes e increíblemente olvidados, a finales de los setenta Wire representaron la vertiente más experimental de un sonido a mitad de camino entre el punk y la New Wave. O dicho de otra manera, ellos mismos evolucionaron durante sus tres primeros e imprescindibles discos desde un punto más cercano al punk hacia un punto más cercano a la New Wave, dentro de un estilo difícilmente clasificable. Luego se disolvieron y en ninguna de sus futuras reuniones alcanzarán la originalidad, frescura y diversidad de esos tres primeros álbumes.
