CLÁSICOS DEL ROCK 2
AL STEWART
2020
BED-SITTER IMAGES
Año de publicación: 1967
Puntuación:
1) Bedsitter Images; 2) Swiss Cottage Manoeuvres; 3) The Carmichaels;
4) Scandinavian Girl; 5) Pretty Gold Hair; 6) Denise At 16;
7) Samuel, Oh How You've Changed!; 8) Cleave To Me;
9) A Long Way Down From Stephanie; 10) Ivich; 11) Beleeka Doodle Day;
[BONUS TRACKS:] 12) Lover Man; 13) Clifton In The Rain.
2020
Los inicios de Al Stewart no se diferencian de los de cualquier cantante (ni siquiera cantautor) que fuera apoyado por una casa discográfica fuerte. En esa época, los años sesenta, lo habitual era darle un micrófono al artista y acompañarle de suntuosos arreglos orquestales. Si ya de paso sabía tocar la guitarra y componer, pues más leña para echar a la promoción. Otro ejemplo similar lo encontramos en los inicios de Cat Stevens.
Como cabe esperar de un álbum de estas características, la primera canción es la que le da título y quizá la más vistosa, ya que posee unos arreglos orquestales muy prominentes, además de un estribillo elaborado y cantable. En cuanto a los arreglos de ‘Swiss Cottage Manoeuvres’, parece que han tomado a Händel como modelo y así intentar ocultar lo convencional de la propuesta folk de Al con su guitarra acústica. En cambio, el clavicordio en ‘A Long Way Down From Stephanie’ le da un punto de exquisitez que concuerda muy bien con las agradables melodías vocales de Stewart. Por otro lado, aunque nada tenga que ver con Hoagy Carmichael, cuando en ‘The Carmichaels’ se escuchan unos acordes parecidos a los de la popular canción ‘On Broadway’, la curiosa e intelectual asociación con el entorno del mundo de Broadway puede venir a la mente. En cualquier caso, la letra habla de la infidelidad matrimonial dentro de una pareja ejemplar inglesa, denunciando de alguna manera la hipocresía británica al estilo de lo que hacía ya por entonces Ray Davies.
Que Al tenía alma de poeta es más que evidente en el tema de corte narrativo que cerraba lo que era el LP original, ‘Beleeka Doodle Day’. Durante siete minutos nos ofrece diferentes viñetas de, en teoría, su propia vida, donde no faltan referencias musicales a Paul McCartney o a la pareja de Mike y Robin, sería demasiada casualidad que los nombres se correspondan con los fundadores de la Incredible String Band. A quien debería haber nombrado también, en este caso por afinidad, es a Bob Dylan, ya que consigue un efecto relajador a base de la repetición de una misma estructura con sutiles detalles instrumentales que contienen más novedades de las que aparenta a primera vista. A eso se le llama haber aprendido bien la lección, si bien todavía no puede llegar al nivel de excelencia que era capaz.
‘Cleave To Me’ es más animada y por ello destaca entre el resto, donde no faltan olvidables piezas folk sencillas como ‘Samuel, Oh How You've Changed!’ o ‘Scandinavian Girl’, que no se diferencian a lo que pudieran hacer cualesquiera otros artistas de similar índole. Tampoco es buena idea grabar un instrumental con la guitarra folk como ‘Denise At 16’ cuando tu técnica es de un nivel competente y poco más, aunque en el caso de ‘Ivich’ por lo menos se aprecia algo de originalidad en su estructura. Por último, en los bonus tracks nos quedan la distendida ‘Lover Man’ y otro sencillo tema de folk, ‘Clifton In The Rain’. La idea final que nos deja este álbum es que Al Stewart tuvo que dejarse manipular un poco por la industria musical en cuanto a su sonido primerizo, si bien su nivel compositivo todavía estaba algo lejos de superar la barrera de lo agradable y/o convencional. Así que no deja de ser todo esto un producto de su momento.
LOVE CHRONICLES
Año de publicación: 1969
Puntuación:
1) In Brooklyn; 2) Old Compton Street Blues; 3) The Ballad Of Mary Foster;
4) Life And Life Only; 5) You Should Have Listened To Al; 6) Love Chronicles.
Llega aquí el verdadero inicio de Al Stewart como cantautor independiente que no necesita de una orquesta para comercializar su sonido. Se muestra aquí como un consumado narrador que controla el soporte rítmico para ir desglosando sus historias. Lo más llamativo a primera vista de este álbum es la sorprendente participación de Jimmy Page, así como la de varios miembros de Fairport Convention entre los que se encuentran otro descomunal guitarrista como Richard Thompson y el batería Lamble, aquel que moriría poco después en el fatídico accidente de tráfico que marcaría el devenir de la banda. Con tan buenos músicos a su alrededor, Stewart se deja llevar confiado para que su verborrea lírica tenga un acompañamiento instrumental de buen nivel.
Muy pronto demostraba que sabía crear piezas consistentes y solemnes como ‘Life And Life Only’, aderezada por la brillante guitarra eléctrica que además se marca un notable solo al final. La guitarra eléctrica es también lo que aporta algo de interés a la narrativa ‘Old Compton Street Blues’, bien conducida por la sección rítmica pero con pocas variaciones salvo el órgano que se escucha de fondo y la citada guitarra que va dejando varias afiladas líneas por el camino. Justo a continuación encontramos la solución para una canción de ese tipo, puesto que ‘The Ballad Of Mary Foster’ dura casi el doble pero su sección rítmica repleta de cambios y paradas la hace muy entretenida mientras Stewart nos cuenta las andanzas de los varones de la familia Foster. Aunque el verdadero tour de force llega al final con el tema que da título al álbum, dieciocho minutos de narrativa sin apenas descanso. Transita por diferentes secciones acústicas con retazos varios de guitarra eléctrica, donde lo mejor son sus primeros cinco minutos, justo antes de relatar su encuentro con la primera chica de las que se cuenta la breve historia amorosa. Es curioso cómo la sección primera vuelve a repetirse más adelante cuando el protagonista (¿el propio Al?) vuelve a estar solo y desilusionado con el sexo femenino. El resto de secciones son mucho menos atractivas, por lo que solamente el interés que se tenga en la narración puede decantar la balanza a favor o en contra de dedicar tanto tiempo a escucharlo.
No faltan temas más dinámicos como ‘You Should Have Listened To Al’, cuyo giro melódico en el tercer verso es sensacional aunque luego no se vea acompañado por un estribillo al mismo nivel. Por otro lado, el tono costumbrista que adopta en ‘In Brooklyn’, muy devoto de Ray Davies, tiene la curiosidad de que se trata de un británico hablando sobre Nueva York, con algunos momentos de fuerza (“While outside in the black lands / The violent day runs wild”) que la convierten en una perfecta carta de presentación para el álbum. Se le presumía potencial a Stewart, a quien, basándonos en este disco, podrían haber colocado el apelativo de “Dylan británico” con mayor propiedad que a Donovan. Es complicado encajar unas letras narrativas y extensas con música sin que llegue a provocar cansancio, pero Al sale airoso en el intento aunque las piezas tan largas no parezcan la mejor opción para él.
ZERO SHE FLIES
Año de publicación: 1970
Puntuación:
1) My Enemies Have Sweet Voices; 2) A Small Fruit Song; 3) Gethsemane, Again;
4) Burbling; 5) Electric Los Angeles Sunset; 6) Manuscript; 7) Black Hill; 8) Anna;
9) Room Of Roots; 10) Zero She Flies.
Alejándose por fin de la tentación de crear piezas de veinte minutos que solo le podían comportar quebraderos de cabeza, Al Stewart se centró en la composición de piezas más cortas pero sin alejarse de ese estilo entre el folk, el blues y el rock que estaba desarrollando. Algunos de los músicos que participan en las grabaciones pertenecían al circuito del folk-rock británico, por lo que la mayor revolución viene en el apartado lírico, ya que Al comienza a dejar un poco de lado tanta temática amorosa y a introducir la historia como tema de interés, una característica que será ya recurrente a lo largo de su carrera.
Pero Stewart no se limita a emular la música que le envuelve, sino que hace pruebas interesantes como ‘My Enemies Have Sweet Voices’, una curiosa mezcla de ritmo de jazz, guitarra acústica de folk y armónica y canto dylanianos. Igual como hiciera en el álbum anterior, vuelve a describir la situación de una ciudad estadounidense desde su perspectiva de británico, en este caso Los Ángeles con la dinámica ‘Electric Los Angeles Sunset’, donde la guitarra eléctrica brilla con luz propia y las melodías vocales de Al están al mejor nivel. En un estilo similar se desenvuelve ‘Zero She Flies’, donde la poesía de Stewart alcanza cotas realmente dylanianas aunque luego se vaya normalizando en demasía. La temática histórica aparece en ‘Manuscript’ para reflejar varias viñetas de la situación previa al estallido de la Primera Guerra Mundial (acorazados británicos, la vida lujosa del zar en Rusia, etc.), nombrando incluso el suceso que sirvió de detonante del conflicto, tal cual fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo. La lástima es que en el apartado melódico la canción no está al mismo nivel.
La decadente y expresiva guitarra de ‘Small Fruit Song’ trae recuerdos al mismo tiempo de ‘Babe, I'm Gonna Leave You’ de Led Zeppelin y de las versiones demo acústicas de ‘While My Guitar Gently Weeps’ de los Beatles. Podía haberse quedado como instrumental, ya que la entrada en la recta final de la voz llega muy tarde, una decisión que vuelve incluso a repetir en ‘Black Hill’. El tono decadente tan atrayente de ‘Small Fruit Song’ vuelve a repetirse en ‘Anna’, la cual también resulta demasiado breve y deja con la duda de si podría haberse conseguido todavía más. Los recuerdos a otros temas curiosamente no acaban aquí, ya que el comienzo de ‘Gethsemane, Again’ parece rememorar en formato acústico el riff de ‘Wild Thing’ de los Troggs. Es casi lo único reseñable de este tema, puesto que su estribillo tiene cierto gancho pero, una vez se ha escuchado varias veces, pierde su efecto con rapidez. Encontramos por último un par de temas acústicos instrumentales de resultado dispar puesto que, si bien ‘Burbling’ no presenta demasiado interés, el aguerrido ritmo de ‘Room Of Roots’ sí que mantiene en vilo durante su desarrollo en el que pueden apreciarse diferentes pasajes que beben de la guitarra clásica.
Al final, este álbum no deja de ser un paso atrás porque las novedades son muy escasas y la inspiración de Stewart para componer tampoco está en su mejor momento. No obstante, se apreciaban sin duda aspectos interesantes y se dejaba traslucir suficiente talento para tener confianza en su progreso. Y no defraudaría en los siguientes años.
ORANGE
Año de publicación: 1972
Puntuación:
1) You Don't Even Know Me; 2) Amsterdam; 3) Songs Out Of Clay;
4) The News From Spain; 5) I Don't Believe You;
6) Once An Orange, Always An Orange; 7) I'm Falling; 8) Night Of The 4th Of May.
La experiencia acumulada por Al Stewart comenzaba a dar sus frutos. Mejorando las composiciones y con la participación como músico de estudio del gran teclista Rick Wakeman, entre otros músicos también competentes, los mimbres estaban establecidos para poder dar el salto cualitativo necesario. Cabe resaltar también que aquí debuta con Stewart el guitarrista Tim Renwick, comenzando así una extensa carrera profesional conjunta. Renwick ha tocado a lo largo de su carrera en infinidad de discos y actuaciones de grandes nombres de la música rock, destacando su trabajo con Pink Floyd, que incluye también las carreras en solitario de Waters y Gilmour. No es que la música de Al Stewart tenga la guitarra como instrumento principal, pero las estructuras instrumentales que emplea salen obviamente ganando con la participación de buenos músicos.
Encontramos una versión en un álbum de Stewart y no podía ser de otro más que de Bob Dylan (tal ha sido siempre su gran influencia sobre los demás), pero quien no conociere con anterioridad ‘I Don't Believe You’ ni se daría cuenta, puesto que encaja tan bien en el estilo de Stewart que parecería haber sido compuesta por este último. Lo cual por otra parte denota la influencia de Dylan en su obra, como ya se ha comprobado en los análisis de los álbumes anteriores. En el inicio de ‘You Don't Even Know Me’ asoma también la influencia del David Bowie de Hunky Dory, aunque la parte vocal en las estrofas vuelve a beber de Dylan. Pero esta canción tiene un gancho especial, sobre todo en su pegadizo estribillo.
Si nos fijamos en los títulos de las canciones, lo primero que un@ pensará es que encontrará en las letras temática histórica, ya que es una de las características por las que se recuerda a Al Stewart. Sin embargo, resulta todo lo contrario. Aunque pueda parecer que ‘Night Of The 4th Of May’ trata sobre algún evento histórico, en realidad Al nos narra otra de sus aventuras amorosas, siempre desde un punto de vista intelectual. La música de acompañamiento es bastante inquietante y ciertamente se compenetra muy bien con el canto de Stewart. Por su título, ‘Once An Orange, Always An Orange’ puede parecer una canción relacionada con ese linaje real que gobernó brevemente Inglaterra, pues aunque sea instrumental tiene un sonido muy devoto del último Barroco y primer Clasicismo. En cualquier caso, sus melodías son toda una delicia y no es nada habitual en Stewart rememorar un estilo de música clásica tan antiguo. Y leyendo un título como ‘Amsterdam’, el nombre de este álbum se relaciona rápidamente con Holanda, donde el color naranja es un símbolo nacional. La canción parece inofensiva, pero su animado ritmo acústico acaba tornándose pegadizo. Lo que no se entiende bien es la letra de ‘The News From Spain’ porque, por el tono de la canción, parece que Al nos esté transportando a épocas pasadas, pero luego habla de ir a un aeropuerto en taxi y ya se queda uno desconcertado. Musicalmente tiene cierto tono épico de elaborado acompañamiento instrumental donde participa Wakeman, que es lo que permite que se escuche con agrado durante los más de seis minutos que dura, aunque lo más curioso que tiene es la manera melódica de cantar el nombre “Carvajal”, pues pronunciado con nuestro acento castellano sería un seguro desastre.
Es grandiosa la sutileza melódica de ‘Songs Out Of Clay’, de tal manera que va ganando puntos y acaba enganchando más conforme más veces se escucha. Los finales de estrofa, esos tres últimos versos cambiantes que actúan de estribillo (por ejemplo: “And the silver, rays of the moon / Divide in the slanting mists of the rain / And Maggie is on the prowl again”), son de los que emocionan cada vez que se escuchan. En ‘I'm Falling’, también de absorbente fluidez, no se queda muy lejos de un resultado tan bueno, pero no puede llegar a tanta brillantez.
Así pues, no se puede pedir mucho más de un artista que enfilaba el buen camino hacia una música de inteligentes melodías y gusto por una instrumentación que no se limite a acompañar, sino también a expresar emociones. Todavía no ha llegado a su tope artístico, pero ciertamente ya vale la pena conocer sus discos.
1) Old Admirals; 2) Warren Harding; 3) Soho (Needless To Say);
4) The Last Day Of June 1934; 5) Post World War Two Blues; 6) Roads To Moscow;
7) Terminal Eyes; 8) Nostradamus.
Puntuación:
Año de publicación: 1973
PAST, PRESENT & FUTURE
Llegamos a un álbum crucial en la carrera de Stewart, pero no porque suponga una diferencia estilística respecto a lo que estaba haciendo, sino porque la Historia será la inspiración para buena parte de sus letras. Anteriormente ya había coqueteado con eventos y personajes históricos en su escritura, pero aquí se sumerge por completo como inmejorable fuente de inspiración. Ciertamente, resulta más interesante escuchar algo sobre Churchill (siempre que sea algo verídico) que de las historias amorosas de Al. La música es de base acústica, como cabe esperar de un cantautor, pero los arreglos son variados y por eso la música no peca de monótona en ningún momento. Y aquí vuelve a participar un amplio elenco de músicos que incluye algún nombre curioso como el teclista de Curved Air, Monkman, quien aparece acreditado tocando el sintetizador Moog.
Precisamente unos memorables pasajes que incluyen el Moog y unos nostálgicos arreglos orquestales engrandecen el acabado de ‘Old Admirals’, dotándola de un sabor añejo especial adecuado a su letra sobre un personaje histórico. En la web oficial de Al Stewart podemos ver que está referido a un almirante británico del siglo XIX y principios del XX, desconocido para los españoles. Por la fecha del título, ‘The Last Day Of June 1934’, podemos hacernos una idea del tema que trata. Empleando alguna de las mejores melodías vocales de todo el álbum y un pegadizo ritmo donde no faltan algunos destellos de guitarra, nos habla de un oficial alemán asesinado por intentar conspirar contra Hitler. Joviales ritmos acústicos adornan a ‘Warren Harding’ y ‘Post World War Two Blues’, dotándolas de una vitalidad que quizá no se espera de antemano en una lección de historia como son estas canciones. Por cierto, que Warren Gameliel Harding fue un presidente de Estados Unidos que estuvo envuelto en escándalos políticos, demostrando que lo del Partido Republicano es simplemente una tradición. En ‘Post World War Two Blues’ hay muchas más referencias a personajes históricos, incluso entonces recientes como Kennedy. Queda como un bonito detalle las menciones de Allen Ginsberg y Jimi Hendrix, así como las referencias a los Beatles y Bob Dylan. No todo iba a ser historia y en la eléctrica ‘Soho (Needless To Say)’ nos habla sobre este barrio londinense, acompañándose de un pegadizo y animado ritmo con algunos detalles instrumentales muy interesantes. No obstante, el tema más atípico es el surrealista rock de ‘Terminal Eyes’, que suena muy Beatle al seguir la estela de canciones como ‘I Am The Walrus’.
Encontramos en este álbum dos piezas bastante extensas, una de ocho minutos y otra de casi diez, pero que nadie se haga ilusiones porque no tienen nada que ver con el rock progresivo. Sorpresivamente, ambas están basadas en acordes folk de la guitarra acústica, acercándose más al Dylan de la canción protesta pero sin protestar. Eso sí, que esta definición no haga pensar a nadie en música convencional. Las partes de guitarra acústica de ‘Nostradamus’ son enérgicas, sobre todo en la sección instrumental intermedia, donde incluso se aplica phasing para destacar su singularidad. Pero lo mejor es su estribillo, sobre todo lo bien que encaja como perfecta culminación de la tensión musical que se va creando previamente en las estrofas. Eso sí, la letra sobre hipotéticas predicciones de Nostradamus es un tanto ingenua, salvo que la intención hubiera sido humorística. En forma de épica balada acústica, ‘Roads To Moscow’ narra la incursión de la Alemania nazi en Rusia durante la Segunda Guerra Mundial pero desde el punto de vista de un soldado ruso, llegando a un clímax en la recta final donde se añaden coros que potencian la carga histórica de la letra. De mayor carga trágica hubiera sido narrar los meses de invierno que supusieron la derrota de los alemanes, como un siglo antes les había ocurrido a los franceses con Napoleón. Debemos estar eternamente agradecidos a la torpeza extrema del arrogante Mussolini, quien se lanzó a invadir Grecia sin tener capacidad para ello, de tal manera que Hitler hubo de enviar tropas destinadas a Rusia en su ayuda, provocando un retraso providencial en la invasión de Rusia que les hizo tragarse luego el inhumano invierno de esas tierras, con el resultado que todos conocemos.
En resumen, estamos ante un disco muy bueno y equilibrado, que en cierta manera es el resultado de la evolución de esta primera etapa, una experiencia aprovechada para tareas productivas. A quien le agraden mucho las dos extensas composiciones citadas, tendrá en gran estima este álbum y puede que se convierta en su favorito de Al Stewart, pero no deja de ser simplemente el resultado de establecer un estilo ya consolidado durante los años previos, añadiendo las letras de temática histórica como característica definitoria y personal. Hasta le puede salvar la papeleta a un profesor/a de historia en alguna unidad didáctica como actividad en clase. Lástima que en España no tengamos un equivalente a Stewart.
1) Carol; 2) Sirens Of Titan; 3) What's Going On?; 4) Not The One; 5) Next Time;
6) Apple Cider Re-Constitution; 7) The Dark And The Rolling Sea; 8) Modern Times; [BONUS TRACKS:] 9) News From Spain; 10) Elvaston Place; 11) Swallow Wind.
Puntuación:
Año de publicación: 1975
MODERN TIMES
En principio nada que ver con Chaplin, Modern Times es la vuelta de Stewart a unas letras más mundanas, quitándose momentáneamente la etiqueta de profesor de historia encubierto bajo la figura de un músico. A cambio de eso, las referencias cinéfilas aparecen en algunas ocasiones, ya que hay al menos un par de canciones donde se nombra a Greta Garbo o a Bette Davis. Lo más determinante para la consistencia del sonido de este álbum, en comparación con los anteriores, es la presencia de Alan Parsons en las tareas de producción. Él consigue extraer un sonido como si fuera el de una banda cohesionada, cuando la realidad es que una gran cantidad de músicos desfilan por el estudio de grabación, el mítico Abbey Road de Londres. Por supuesto, la producción no podría hacer mucho si Al Stewart no estuviera en su apogeo compositivo, creando fabulosas y sutiles melodías junto a elaboradas letras que se alejan de cualquier simplicidad pop.
Si nos fijamos en las sutilezas melódicas de la parte vocal de ‘Sirens Of Titan’, son puro Al Stewart y además demuestra su gusto por la música flamenca al incluir las castañuelas como percusión. Es un precedente de la guitarra española de aires flamencos que adornará algunas de sus canciones. Neil Sedaka y el Dúo Dinámico en España ya parecían haber exprimido el nombre de Carol más que suficiente, pero aquí Al Stewart se saca de la chistera otra pieza de pegadizo ritmo y fenomenales melodías vocales para comenzar el álbum con una inmejorable impresión. Aunque lo veamos como un buen tipo, Al saca a veces su lado más recriminador y en ‘What's Going On?’ le está, nunca mejor dicho, cantando las cuarenta a una mujer ingenua de la que otros se han aprovechado por ello, todo bajo un ágil y pegadizo ritmo de base acústica. El riff inicial de ‘Not The One’ nos hace pensar que Al está copiando de forma velada a ‘Queen Bitch’ de David Bowie, pero luego se trata de una tranquila y discreta composición donde lo único destacable es la parte de teclado que aporta algunos detalles a lo largo del tema. A continuación llega la canción más sencilla de todas, ‘Next Time’, un folk acústico que recordaría bastante a Nick Drake si lo dejáramos solo con la guitarra y la voz.
En la recta final de lo que era el LP original es donde aflora el gran Al Stewart que siempre esperamos. Esa capacidad innata de los grandes cantautores para realizar una narración sin repetir la letra, es decir, sin variar por ello las melodías de los estribillos y que estos no se resientan, lo consigue aquí en repetidas ocasiones como en la memorable ‘Apple Cider Re-Constitution’, mucho más grande de lo que parece indicar en principio. Todavía mejor es ‘The Dark And The Rolling Sea’, en la cual quien brilla de verdad es el guitarrista. La guitarra nos hace pensar en un pre-Mark Knopfler por esa forma tan melódica y particular de puntear, aunque para 1975 Knopfler todavía era un simple músico aficionado y con ilusiones como el protagonista de su futuro ‘Sultans Of Swing’. La guinda a este gran álbum la pone precisamente al final el tema que le da nombre, toda una reafirmación de su valía como cantautor. Detalles como ese segundo verso de algunas estrofas, que luego irá cambiando, para crear musicalidad con las palabras “Lowly, lowly, low”, “Slowly, slowly, slow” o “Holy, holy, ho”, demuestran su valía artística. Como también lo demuestra la irresistible melodía vocal del pre-estribillo (“So we pulled our scarves around our faces in the night / Huddled on the doorsteps where the fairylights shone bright / Singing Christmas carols while our breath hung in the light”) que se finiquita de manera sencilla pero como una especie de resignación ante lo que es ley de vida con los dos últimos versos: “It all comes back like yesterday / It almost seems like yesterday”. Esa maravillosa composición es toda una oda a la amistad y la nostalgia de recordar los viejos tiempos en compañía.
Los bonus tracks añadidos a la reedición en CD son muy interesantes. El tono trágico de ‘News From Spain’ nos hace pensar en si el lugar llamado Carvajal a que se refiere Stewart está relacionado con algún hecho histórico, pero la ambientación está perfectamente conseguida gracias a la parte de teclado y no decae en los seis minutos que dura este tema. El costumbrismo de ‘Elvaston Place’ le entronca como el primo lejano de Ray Davies, aunque suena algo convencional. Más raro resulta el tercer tema adicional, pues pocas veces en la carrera de Al, si es que hay alguna ocasión más, escucharemos una guitarra como la de ‘Swallow Wind’, que casi roza el rock duro en algunos momentos.
Que a un artista como Al Stewart se le tilde todavía de one-hit wonder con tantas memorables composiciones y algunas de la grandeza de ‘Modern Times’, no hace sino obligarnos a reflexionar sobre los prejuicios y clichés que se eternizan en el tiempo, realimentados por generaciones posteriores que recogen ese testigo y menosprecian toda una obra artística basándose en esas apreciaciones sesgadas que nadie ha rebatido porque siempre es más rápido repetir que analizar y matizar. Desde esta humilde web ponemos nuestro granito de arena para reivindicar la figura de este gran artista, que será al mismo tiempo un gran descubrimiento para toda persona que algún día decida interesarse por su música.
2021
YEAR OF THE CAT
Año de publicación: 1976
Puntuación:
1) Lord Grenville; 2) On The Border; 3) Midas Shadow; 4) Sand In Your Shoes;
5) If It Doesn't Come Naturally, Leave It; 6) Flying Sorcery; 7) Broadway Hotel;
8) One Stage Before; 9) Year Of The Cat.
2021
Llegamos al álbum que contiene la única canción de Al Stewart que se recuerda y que todavía puede escucharse en las ondas de radio, es decir, el motivo por el que ha quedado injustamente catalogado como un one-hit wonder. Prosigue la colaboración con Alan Parsons como productor y este vuelve a demostrar su experiencia y su valía. Precisamente unos meses antes había debutado The Alan Parsons Project con su espectacular adaptación de relatos de Poe al lenguaje musical, el celebrado Tales Of Mystery And Imagination, pero Al Stewart estaba bastante alejado del rock progresivo y aquí se respeta su propia visión artística, siendo la producción un elemento más a su favor al enriquecer y diversificar los arreglos instrumentales y otros efectos. Aparte, Al siempre se ha sabido rodear de músicos competentes y esto no es una excepción.
La canción que da título al álbum es el paradigma de una excelente producción, llevándose por tanto una parte del mérito Alan Parsons. Desde la cuidada introducción hasta la adición de instrumentos en su elaborado armazón musical, más la fluidez de la delicada parte vocal, conforman una exquisita pieza que el tiempo no ha querido olvidar. Y con justicia en este caso, pero esa justicia debería extenderse también a la carrera musical de Al. Porque aquí no se acaba la exquisitez de este álbum, ni mucho menos. Si nos fijamos en ‘Broadway Hotel’, que comienza de manera súbita, es pura gloria musical. Todas las melodías vocales empleadas son de una emoción sin igual y los arreglos instrumentales (con un descomunal clavicordio y un mesurado violín) completan una composición totalmente redonda. La manera de jugar con las consonancias vocales en lo que parece a priori el estribillo (“Love was a smile away / Just a defile away / I sought it every way / No one came near”) es toda una delicatessen lingüística, pero luego llega el verdadero estribillo (“Alone in your room you hide / As the night rolls by / In the street outside / And you feel over the words he said / Till they turn to rain all around your head”) y uno cae rendido ante semejante catarsis emocional. No es una canción conocida suya y ni siquiera suele estar en sus recopilatorios, pero es de las que sirven para entender la pasión que se puede tener por este infravalorado músico.
Poseedora de una cuidada introducción donde aparece un pegadizo ritmo, ‘On The Border’ brilla no solo por sus imbatibles melodías vocales y su memorable estribillo, sino también por tener ese aura especial que permite visualizar esa emoción especial por las aventuras marineras de hace unos siglos. De ‘Midas Shadow’ (donde vuelve a aparecer algo español en la letra) también cabe señalar su fabulosa introducción, aunque luego no resulta tan vistosa y solo destaca el sensacional cambio de ritmo de algunos versos (como, por ejemplo, cuando canta “Conquistador in search of gold”). En ‘One Stage Before’ recrea una atmósfera opresiva con su ritmo ágil y penetrante mientras el florido teclado ahonda en pinceladas de nocturnidad. La parte vocal vuelve a transmitirnos esa emoción especial de quien está convencido de lo que expresa, a lo que se ha de sumar el mejor solo de guitarra de todo el álbum. Lo más flojo del disco es ‘Flying Sorcery’, principalmente por su indolente y repetitivo estribillo que acaba cansando muy pronto.
El estilo e incluso el sonido de guitarra de ‘Lord Grenville’ traen ecos de ‘Something’ de The Beatles. Sabiendo que Alan Parsons estuvo de ingeniero de sonido en la grabación de Abbey Road, esos indicios parecen una realidad. Pero el toque de calidad de Stewart está en el tercer verso de cada estrofa, donde nos cuela de forma sutil una grandiosa melodía vocal. Ya que hemos nombrado a los Beatles, en Rubber Soul no estuvo Parsons pero el sonido de guitarra de ‘Sand In Your Shoes’ bien podría haber tomado como modelo el de ‘Nowhere Man’. Nuevamente debemos nombrar a Bob Dylan en un disco de Al Stewart, en esta ocasión debido a la citada ‘Sand In Your Shoes’. En primer lugar, por su introducción al estilo de ‘Like A Rolling Stone’, y luego por su parte vocal reminiscente de ‘Chimes Of Freedom’. También podría comentarse una afinidad entre ‘If It Doesn't Come Naturally, Leave It’ y ‘Stuck Inside Of Mobile With The Memphis Blues Again’, pero luego llega su estupendo estribillo de elaborada factura y eso se olvida rápidamente.
En conjunto, nos vuelve a quedar otra impecable y redonda obra de Al Stewart que, además, le proporcionó un notable éxito mundial, aunque fuera efímero. Esta conjunción entre artista en su apogeo y productor de renombre estaba dando unos resultados excepcionales, aunque esto tampoco podía repetirse hasta la eternidad. Pero disfrutemos de álbumes así, tan grandiosos como modestos, donde se respira el espíritu y la honestidad de un músico íntegro y con una visión artística.
TIME PASSAGES
Año de publicación: 1978
Puntuación:
1) Time Passages; 2) Valentina Way; 3) Life In Dark Water; 4) A Man For All Seasons;
5) Almost Lucy; 6) The Palace Of Versailles; 7) Timeless Skies; 8) Song On The Radio;
9) End Of The Day.
Dos años habían transcurrido desde Year Of The Cat, pero escuchando este álbum nos deja la sensación de que solo hubieran transcurrido dos meses por la suerte de continuación que supone respecto a la que ha quedado como la obra más aclamada de Al Stewart. Y es que los ingredientes vuelven a ser los mismos y también continúa como productor Alan Parsons, de quien podemos decir que ya había patentado su estilo y lo imprimía a toda música que caía en sus manos. En cualquier caso, la buena noticia es que Stewart seguía en forma aunque ya comenzara a perder frescura, algo normal cuando se había alcanzado el apogeo creativo en los años previos.
Quizá no sea la mejor idea comenzar este álbum con lo que inmediatamente se percibe como una reescritura de ‘Year Of The Cat’, pues se mantiene la misma cadencia y calidez dentro de un entramado de base acústica. En este caso, las diferencias están en algún punteo suelto de guitarra y, sobre todo, con la entrada del saxofón, porque este instrumento nos deja el toque de genialidad melódica con un sensacional riff, sobrepasados los tres minutos y medio, algo que no se repetirá hasta tres minutos más tarde (bendita paciencia nos toca tener). Y es que varias canciones nos podrían sonar a ‘Year Of The Cat’ en este autor y con el mismo productor, como ocurre cada vez que escuchamos una sección rítmica impecable como la de ‘A Man For All Seasons’, la cual pierde puntos porque ya no nos ofrece nada nuevo a pesar de intentarlo con un estribillo algo vistoso. Incluso si nos fijamos en ‘Song On The Radio’, parece de nuevo lo mismo pero con un tempo más rápido, si bien la parte vocal y algunos punteos de guitarra vuelven a elevar la composición muy por encima de lo que sería una secuela o una mera repetición de ideas.
El rock progresivo de corte comercial que Alan Parsons estaba desarrollando en su proyecto personal aquí lo vemos desplegado en ‘Valentina Way’, aunque la parte vocal suena demasiado inocente para un acompañamiento instrumental de esta índole. Por el contrario, en ‘The Palace Of Versailles’ se mete en terreno de Procol Harum con la solemne melodía de teclado que bien podrían haber interpretado directamente con un clavicordio para proporcionarle una mayor seriedad. Así también hubiera encajado mejor con la letra sobre la Revolución Francesa, una época en la que se entendía que reclamar la libertad y cortar cabezas eran aspectos compatibles. A destacar la exquisita coda instrumental, cortesía del buen hacer de Alan Parsons, que a cambio permite a Stewart actuar como cantautor folk en el inicio de ‘Timeless Skies’, aunque luego va añadiendo instrumentos con maestría y sin perder la calidez acústica que acompaña a un apartado vocal con sutilezas melódicas. Por otra parte, el ritmo animado de ‘Almost Lucy’ capta la atención desde el principio y tan solo falla un poco el estribillo, que es poco inspirado.
El tono trágico de ‘Life In Dark Water’ ya nos adelanta que nos adentraremos en una letra sombría y en cierta manera introspectiva, aunque por medio veremos cómo cambia por momentos hacia un estilo más cercano al music-hall. Y también podremos disfrutar del espectacular solo de guitarra que nos deja esta canción que queda como una joya oscura del disco. Exactamente lo opuesto representa la extensa introducción instrumental de ‘End Of The Day’, que nos puede espantar porque parece que se trate de una pieza instrumental de relleno con una guitarra española bien vulgar, ideal para una serie de sobremesa. Luego entra la parte vocal y ya respiramos un poco, pero no deja de ser lo más flojo de un álbum algo irregular, que pierde puntos rápidamente en comparación con la obra que le precede, pero que todavía contiene suficientes momentos de brillantez que aconsejan conocerlo. Eso sí, esta será la última colaboración entre Al Stewart y Alan Parsons, para bien o para mal.
24 CARROTS
Año de publicación: 1980
Puntuación:
1) Running Man; 2) Midnight Rocks; 3) Constantinople; 4) Merlin's Time; 5) Mondo Sinistro; 6) Murmansk Run/Ellis Island; 7) Rocks In The Ocean; 8) Paint By Numbers;
9) Optical Illusion;
[BONUS TRACKS:] 10) Here In Angola; 11) Indian Summer; 12) Pandora; 13) Delia's Gone; 14) Princess Olivia; 15) Candy Came Back; 16) The Ringing Of Bells; 17) Tonton Macoute.
Se acabó la colaboración con Alan Parsons porque este ya tenía suficiente con dedicarse a sus propios proyectos, pero su sustitución por otro productor no afectó de entrada al tipo de sonido que Al Stewart venía desarrollando en los últimos años. De esta manera, Stewart se nos mostraba un poco ajeno a la escena musical de ese momento, sin muchas trazas de New Wave asomando en una música que se quedaba principalmente instalada en ese sonido de mitad de los setenta, salvo en algunos momentos puntuales, más modernizados, que probablemente serían una exigencia de la discográfica para seguir sonando atractivo para las nuevas generaciones. Aunque la etiqueta de one-hit wonder ya no se la iba a quitar jamás. La vida está repleta de injusticias. Cabe señalar también otra baja no tan sensible pero sí destacable, que fue la del guitarrista Tim Renwick, pero al menos continuaba al incombustible Peter White, quien además participaba en la composición pero no en este álbum.
La elaborada introducción de ‘Running Man’, casi como si fuera de una obra de rock progresivo, nos anuncia que Al se mantiene en los parámetros del art-rock suavizado que había imprimido Alan Parsons en su música y que de momento deseaba mantener. Cuando entra la pegadiza y ágil melodía de guitarra, bajo un ritmo rayano al disco, ya sabemos que nos encontramos ante una composición relevante. El apartado vocal no se queda atrás y nos regala algunos detalles melódicos de interés en ese estilo característico y, en cierta manera, imprevisible porque se saca algún giro melódico cuando esperamos que los versos sigan un determinado orden. ‘Optical Illusion’ es otra canción bien construida y de perfecta ejecución que cobra brío en el estribillo y contiene un solo de flauta como novedad. Por el contrario, ‘Midnight Rocks’ está ejecutada con exquisitez, pero acaba sonando como unos Steely Dan lineales y mundanos, con poca originalidad.
Un frenético ritmo nos asalta en ‘Constantinople’ para luego respirar un poco más en las estrofas y tomar aire para continuar de una manera mucho más enérgica de lo que estábamos acostumbrados con Stewart, quizá para enfatizar el contenido de tono histórico de la letra, aunque no hayan referencias explícitas. Si nos ciñéramos al componente instrumental, podría pasar perfectamente por una composición de Camel. Pero estos tempos rápidos y los acordes rockeros no es lo más natural para Al, de tal manera que cuando llega ‘Mondo Sinistro’ nos deja una sensación de que se está inmiscuyendo en el rock duro para hacer el ridículo, sobre todo en los lamentables solos de teclado. Que lo eligiera como single es toda una aberración del buen gusto y el sentido común. De ‘Paint By Numbers’ podríamos aseverar temerariamente que es el sonido que buscará Extremoduro en los noventa, con algo más de mordiente. Este comentario de relacionar a Extremoduro con Al Stewart queda como mi aportación cómico-surrealista a un hecho imposible pero con visos de verdad. Tiene mucha fuerza esta canción, con potentes riffs de guitarra, pero donde flojea en exceso es en el penoso solo de sintetizador que nos cuelan (esto ya sin nada que ver con Extremoduro).
El Stewart más evocador reaparece en ‘Merlin's Time’ con una bella melodía interpretada al principio con la guitarra acústica. Podremos seguir disfrutando de la citada melodía en forma coral (toda una delicia) y de unos arreglos que refuerzan el carácter épico de la canción, aparte de la emotiva parte vocal de Al, marca de la casa. Nos deja la sensación de que se acaba muy pronto. En cambio, los algo más de siete minutos de duración de ‘Murmansk Run/Ellis Island’ es porque se trata en realidad de dos canciones diferentes, tal como advierte el título, aunque similares porque ambas inciden en las mejores virtudes de este artista y lo único que se le puede objetar es que este sonido ya nos lo conocemos bien, aunque sigue siendo de una gran exquisitez. Hacia los tres minutos cambia a un ritmo más movido pero en los mismos parámetros conocidos y de calidad. Por otro lado, ‘Rocks In The Ocean’ comienza como otra pieza acústica más, pero los intermedios instrumentales son de una gran belleza y demuestran el cuidado de Al con sus composiciones.
La cantidad de bonus tracks incluidos en la reedición en CD es abrumadora, pero obviamente este artista no era tampoco un artista de singles ni de crear obras de arte de forma continua, de tal manera que encontramos un poco de todo, si bien se ha de avisar previamente de que cinco de estos temas formarán parte del siguiente álbum, Indian Summer. Al quedar este en principio descatalogado hasta su reedición en 2007, las canciones ‘Here In Angola’, ‘Indian Summer’, ‘Pandora’, ‘Delia's Gone’ y ‘Princess Olivia’ se incluyeron aquí, pero las dejaremos momentáneamente de lado para comentarlas en su contexto adecuado. Respecto al resto de temas, por un lado podemos encontrar así como el rock'n'roll clásico que aparece en ‘Tonton Macoute’, si bien su inciso instrumental se introduce luego en un campo pop más típico de Al.
Un saxofón en primer plano tampoco augura buenos presagios, aunque ‘The Ringing Of Bells’ se desarrolla luego como una floja balada que al menos no ofende el buen gusto. Pero siempre será preferible eso a la penosa canción bailable repleta de sintetizadores que lleva el título de ‘Candy Came Back’. Si tomamos todo este CD en conjunto, vemos que nos queda un álbum muy completo en el sentido que encontramos de lo mejor que podía ofrecernos este artista, de lo peor, de lo insignificante, de lo interesante… pero todavía equilibrándose más hacia la parte positiva, que es en realidad donde se sitúa la mayor parte de su carrera. Aunque contenga algunos momentos penosos, este disco no puede decepcionar a nadie.
INDIAN SUMMER
Año de publicación: 1981
Puntuación:
1) Here In Angola; 2) Indian Summer; 3) Pandora; 4) Delia's Gone; 5) Princess Olivia;
6) Running Man; 7) Time Passages; 8) Merlin's Time;
9) If It Doesn't Come Naturally, Leave It; 10) Roads To Moscow;
11) Nostradamus/World Goes To Riyadh; 12) Soho (Needless To Say); 13) On The Border; 14) Valentina Way; 15) Clarence Frogman Henry; 16) Year Of The Cat.
Originalmente un doble LP con una cara dedicada a composiciones nuevas grabadas en el estudio y el resto a un concierto, Indian Summer acabó descatalogado durante mucho tiempo y por ello los temas de estudio (los cinco primeros) forman parte de los bonus tracks de la reedición en CD de 24 Carrots. La nueva edición en CD, de 2007, permite recuperar este álbum de irregular recorrido que anticipaba el descanso de unos pocos años en que incurrirá Al Stewart para retomar fuerzas. Del contenido en directo no hay nada que objetar, pero en el estudio se acusaba ya cierto desgaste.
Encontrar de entrada música de relleno agradable pero olvidable como ‘Pandora’ o ‘Here In Angola’, que es la típica canción más animada de Al, nos previene de que la inspiración no estaba en su mejor momento. Pero siempre será preferible eso a comenzar ‘Princess Olivia’ con una interpretación mediante sintetizador vulgar de la novena sinfonía de Beethoven, lo cual ya nos avisa de la metedura de pata en la que nos adentramos. Es un empacho de sintetizadores impropio de Stewart que además nos lo presenta casi como estrella de baile. Afortunadamente, no toda la parte de estudio es para olvidar y la reconocible melodía de entrada de ‘Indian Summer’ y las florituras barrocas del teclado en segundo plano ya le confieren suficiente interés, aunque el primer solo de guitarra queda algo genérico. Por otra parte, la jovial melodía que introduce ‘Delia's Gone’ nos devuelve al mejor Al Stewart, el que consigue melodías memorables y originales con ese toque personal, quedando así como una pequeña joya perdida entre todo este contenido de estudio.
El concierto recoge una actuación en directo de 1981 en Los Ángeles, así que nos muestra a este Al Stewart que ya tendría en su mente un pequeño retiro temporal. Es por ello que en el concierto no encontraremos nada novedoso ni nada revelador, sino en general una traslación de lo que conocemos del estudio. Eso sí, en la interpretación de ‘Merlin's Time’ sí que se aprecia la grandeza de la composición, de los arreglos y de una bella ejecución que incluye todo tipo de detalles y el estribillo coral. Otra sorpresa pequeña, pero bien pequeñita, es el comienzo de relajada guitarra acústica, casi en un tono de guitarra clásica, que no hace pensar en ningún momento que lo que viene a continuación es la trepidante ‘On The Border’.
Leemos en el repertorio dos títulos inéditos, aunque tan solo ‘World Goes To Riyadh’ es una composición, pues ‘Clarence Frogman Henry’ no es ninguna canción, sino una historia que nos cuenta Al antes de lanzarse con ‘Year Of The Cat’. En el inciso instrumental acústico que nos lleva de ‘Nostradamus’ a ‘World Goes To Riyadh’, casi que parece que estemos escuchando a Pete Townshend en alguno de los pasajes similares de Tommy. Respecto a ‘World Goes To Riyadh’, no tiene mayor interés que observar los motivos orientales mediante los que adorna la canción, aportados principalmente por un violín. En general, no está mal poder escuchar el cancionero de Al Stewart en directo, pero no aporta nada relevante a lo ya conocido. Tampoco era ese su juego.
RUSSIANS & AMERICANS
Año de publicación: 1984
Puntuación:
1) The One That Got Away; 2) Rumours Of War; 3) Night Meeting; 4) Accident On 3rd Street; 5) Strange Girl; 6) Russians & Americans; 7) Cafe Society; 8) One, Two, Three (1-2-3); 9) The Candidate; 10) The Gypsy & The Rose; 11) Lori, Don't Go Right Now;
[BONUS TRACKS:] 12) In Red Square; 13) How Does It Happen;
14) The World According To Garp.
Avanzada la década de los ochenta, el momento de éxito de Al Stewart ya hacía años que había pasado, se había quedado estancado para siempre en Year Of The Cat como si hubiera quedado encasillado en 1976 para siempre. Era una época difícil para los músicos de las décadas anteriores porque las discográficas apostaban ya por la imagen antes que por la música. Afortunadamente, Al pudo continuar aunque creativamente ya hubiera alcanzado su cénit, pero todavía conservaba talento suficiente para poder hacer algo medianamente interesante.
En cualquier caso, también debía satisfacer las hipotéticas exigencias de la casa discográfica y quizá por ello canciones como ‘The One That Got Away’ o ‘Accident On 3rd Street’ suenan actualizadas a los nuevos tiempos pero no presentan nada especial que las distinga de cualquier música pop agradable. ‘Night Meeting’ presenta un ritmo interesante pero poco más, pues hasta los insertos de guitarra eléctrica suenan sintéticos cuando quizá querían conseguir algo al estilo de King Crimson. Otra que pasa sin mayor interés es ‘The Gypsy & The Rose’, que es la típica canción jovial de Stewart a la cual le falta una chispa más de originalidad, que es lo que sí consigue en ‘Lori, Don't Go Right Now’, una canción que tampoco pasará a la historia pero nos deja algunas hermosas melodías para disfrutar.
No obstante, Stewart demuestra haber entendido la nueva década con los sintetizadores prominentes de ‘Rumours Of War’ que dejan una ostentosa y solemne melodía devota de la música barroca, que es justo lo que hicieron Alphaville en el mismo año con la coda de ‘Forever Young’, es decir, añadir una memorable melodía barroca que, para estos últimos, encumbraba la canción a la categoría de himno musical a pesar de tener una letra bastante mejorable. En lo que respecta a Al, la melodía es más simplona y al repetirla varias veces pierde una parte de su impacto inicial. Sorprende la percusión que se escucha por medio y en la recta final, pues casi podría decirse que pudo haberla escuchado Kate Bush y tomarla como idea para su gloriosa ‘Running Up That Hill (A Deal With God)’ de un año después. En la letra de ‘Rumours Of War’ ya se advierte el miedo que existía en esa época de un recrudecimiento de la llamada Guerra Fría que llevara al empleo de armas nucleares en una hipotética guerra entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Recordemos otros ejemplos de entonces como The Final Cut de Pink Floyd, donde Roger Waters se despachaba a gusto aunque se centrara más en el área británica. Explícito se muestra Al en la letra de ‘Russians & Americans’, un canto emotivo para que el sentido común rija las relaciones internacionales entre las potencias.
‘1-2-3’ es una vieja canción de los sesenta a la que Al cambia la letra para politizarla y darle algún sentido. También con sentido político pero en modo de cantautor protesta se desenvuelve en ‘The Candidate’, donde solo escucharemos una guitarra acústica bajo unos capas suaves de teclado, aparte del canto de Al. Por el contrario, se acerca mucho a los primeros Tom Petty & The Heartbreakers (los de aquellos años) en ‘Strange Girl’, como si fuera el ‘American Girl’ de aquellos por su ritmo rápido y su estribillo pegadizo y emotivo. Y ya que hemos nombrado anteriormente a Pink Floyd, es a ellos y a su disco más reciente de entonces a quienes recordamos cuando entra el maníaco saxofón en ‘Cafe Society’ y en la guitarra genérica metalera del final, aunque previamente el florido piano nos podría haber hecho pensar en Renaissance o a un Rick Wakeman tocando para David Bowie. En conjunto es un tema con mucha fuerza, más de lo que podríamos esperar de Stewart.
De los bonus tracks solo puede salvarse ‘In Red Square’, que ya es decir, pues se trata en realidad de ‘The One That Got Away’ pero con diferente letra. Las otras canciones adicionales son la del exceso de sintetizadores de ‘How Does It Happen’ y el típico tema jovial de ‘The World According To Garp’. No aportan nada a un álbum ya de por sí bastante irregular que nos muestra a un músico que quiere actualizarse a los nuevos tiempos pero que no quiere perder su esencia. Esto último es lo que probablemente salva este álbum de ser un tropiezo como sí lo será su próxima entrega.
LAST DAYS OF THE CENTURY
Año de publicación: 1988
Puntuación:
1) Last Days Of The Century; 2) Real And Unreal; 3) King Of Portugal; 4) Red Toupée;
5) Where Are They Now; 6) Bad Reputation; 7) Josephine Baker; 8) License To Steal;
9) Fields Of France; 10) Antarctica; 11) Ghostly Horses Of The Plain;
[BONUS TRACK:] 12) Helen And Cassandra.
Era difícil no sucumbir a los cantos de sirena de la producción ochentera cuando en esta década la música definitivamente se había convertido en un producto más, susceptible de entrar en la cadena mercadotécnica que vendía de todo a base de publicidad. Lo de menos es el producto, lo necesario es saber venderlo. Al Stewart llegaba a una nueva discográfica y probablemente le impusieron modernizar su sonido, pues Stewart no estaría en una buena posición para poder negociar algo. Las trazas de su estilo están ahí, pero en su mayor parte está todo envuelto en un acompañamiento instrumental que suena sintético y vulgar. Justamente en los momentos en que el sonido aparece menos modernizado (y, por ende, vulgarizado) es cuando reencontramos de verdad al artista que estamos buscando.
Un minuto de insulsa guitarra acústica es lo que nos encontramos como introducción del álbum y del tema que le da título, para luego transformarse en un tema ochentero casi bailable, como si Al hubiera tomado como referencia a Bonnie Tyler y se hubiera olvidado de su trayectoria. Pero transcurre sin mayor pena ni gloria a lo largo de seis minutos. Donde comienza a despersonalizarse del todo y a parecerse a Spandau Ballet es en ‘King Of Portugal’ pues, a pesar del título, su letra no contiene referencias históricas y es todo el tiempo un sonido liderado por el teclado pero muy convencional. Igualmente suena a la música comercial del momento en ‘Red Toupée’, empleando coros femeninos para acentuar la vulgaridad de los arreglos, aunque al menos el solo de guitarra tiene cierta gracia. Como curiosidad, en esos coros femeninos aparece acreditada Tori Amos, por entonces sin comenzar su carrera en solitario aunque ya tenía su grupo, Y Kant Tori Read, cuyo productor fue precisamente el mismo de este álbum y seguro que por ello pudo participar esta artista.
El homenaje a Josephine Baker tan solo nos ofrece un estribillo vistoso pero sin suficiente gancho, mientras que ‘Ghostly Horses Of The Plain’ no es más que un insulso instrumental. Se dirige a un sinuoso jazz muy bien llevado en ‘Real And Unreal’, pero luego llega el feo estribillo que le hace perder todos los puntos ganados. En cambio, la parte vocal de ‘Where Are They Now’ tiene cierto gancho, pero por medio introducen un inciso instrumental que no puede ser más vulgar e insultante con la guitarra española perdiendo todo su prestigio como instrumento. Se pone en modo más rockero en ‘Bad Reputation’ al sonar más prominente la guitarra eléctrica, pero no deja de sonar artificial y comercial por ello. Muy sintética suena la guitarra en ‘License To Steal’, una canción de propósito humorístico donde parece que esté imitando a Bob Dylan (quien pocos años antes había grabado un tema titulado ‘License To Kill’), pero no acaba de hacer mucha gracia y la canción tampoco posee nada atrayente en sí.
Hemos de esperar hasta llegar a algunas de las últimas canciones del álbum para encontrar algo realmente de interés. ¿Es que era mucho pedir que se puedan encontrar melodías discernibles y emotivas como las de ‘Fields Of France’? en ella podemos deleitarnos también con la flauta. El Stewart más pegadizo y dinámico lo volvemos a encontrar por una vez más en ‘Antarctica’, donde, esta vez sí, el entramado instrumental suena real y la guitarra rítmica brilla por sí misma. También vale la pena escuchar el bonus track ‘Helen And Cassandra’ al contener interesantes melodías dentro de un tono más solemne acorde con su letra sobre mitología griega, pues se trata de los hermanos gemelos Héleno y Casandra, príncipes de Troya. Que al menos estos últimos temas nos dejen con una mejor sensación final hacia un álbum muy flojo que parecía un suicidio artístico para un músico que se basaba en su personalidad propia y una exquisitez de arreglos que aquí están ausentes la mayor parte del tiempo.
RHYMES IN ROOMS
Año de publicación: 1992
Puntuación:
1) Flying Sorcery; 2) Soho (Needless To Say); 3) Time Passages; 4) Josephine Baker;
5) On The Border; 6) Nostradamus; 7) Fields Of France; 8) Clifton In The Rain / Small Fruit Song; 9) Broadway Hotel; 10) Leave It; 11) Year Of The Cat.
Antes de su retorno al estudio de grabación, Al Stewart publicó este álbum en directo para mostrarnos que tampoco había parado aunque llevara un perfil más discreto y humilde. Para un artista cuya gloria fue alcanzada con una producción rica en instrumentos, queda algo pobre un concierto acústico como el que nos presentan, tan solo Al con su compañero guitarrista Peter White, quien en algún momento se puede pasar al acordeón o al piano pero no puede conseguir milagros. Tampoco es que pretendan conseguir nada especial en este formato, pero se aprecia las ganas que le echan para completar el sonido ausente (demostrando White una notable técnica) y para añadir pasajes instrumentales que desgraciadamente quedan fútiles. No hay ninguna canción nueva en el repertorio, pues ‘Leave It’ es en realidad ‘If It Doesn't Come Naturally, Leave It’, de Year Of The Cat.
La única sorpresa es encontrar ‘Clifton In The Rain’, la cual puede ser que no se conociera todavía por esa época al aparecer en las reediciones en CD del álbum de debut de Stewart. De todas maneras es una canción discreta que acaban enlazando con la más interesante ‘Small Fruit Song’. Cuando intentan añadir algo nuevo, como la extensa introducción de ‘On The Border’, deja indiferente y también se echa en falta más apoyo instrumental en una canción tan épica y memorable. Un piano escuchamos como introducción de ‘Fields Of France’, pero tampoco llama la atención y vuelven a ser las melodías vocales lo que consiguen que no sea un rollazo de escuchar, a pesar de que White sí consigue reproducir aquí alguna de las interesantes melodías instrumentales que posee esta canción.
Lo que ya resulta difícil de soportar son los diez minutos de ‘Nostradamus’, pues tan solo siguiendo la letra con atención puede resultar algo interesante, pero hay cosas mejores que hacer en la vida. Puede resaltarse que no queda mal ‘Flying Sorcery’ en este formato, cuando en la versión de estudio quedaba bastante flojo. En cualquier caso, un concierto acústico de Al Stewart siempre queda soso porque se echa en falta ese sonido variado y consistente que había conseguido en sus álbumes gracias a la participación de diversos músicos. Solo hay que echarle un vistazo al colofón del álbum, que es obviamente ‘Year Of The Cat’. El problema es que seguirá publicando discos similares en el futuro, cuando no parece algo necesario.
FAMOUS LAST WORDS
Año de publicación: 1993
Puntuación:
1) Feel Like; 2) Angel Of Mercy; 3) Don't Forget Me; 4) Peter On The White Sea;
5) Genie On A Table Top; 6) Trespasser; 7) Trains; 8) Necromancer;
9) Charlotte Corday; 10) Hipposong; 11) Night Rolls In.
Viendo la imagen de la portada y de la foto interior, con Al Stewart rodeado de libros, podría parecer que ha vuelto a echar mano de enciclopedias y libros de historia para contextualizar los textos de algunas canciones en personajes o sucesos históricos, lo cual sería una manera de dotar de utilidad didáctica a una mayor parte de su obra. Pero no, en esta ocasión las letras parecen más descontextualizadas que nunca y únicamente nos muestran a un artista que sabe emplear las palabras con lirismo como todo buen poeta. Tras el concierto en formato de dúo que nos había ofrecido en Rhymes In Rooms, volvió a rodearse de músicos variados para proseguir en la misma senda de folk-pop de siempre.
Empezar el álbum con una canción de relleno como ‘Feel Like’ no es precisamente la mejor manera de transmitir una buena impresión inicial. Porque desaciertos hay y muchos en este disco. Por ejemplo, el estilo de balada adulta en ‘Don't Forget Me’ resulta descorazonador a pesar de que no se olvida de las melodías. Pero podría haber sido peor, eso está claro, aunque acaba abusando del saxofón típico de este tipo de canción. Aunque el mayor error de todos es querer sonar moderno en ‘Necromancer’ y por ello le sale un verdadero pastiche de música dance, canción ligera y flamenco. Pero él ya no era un artista con imagen vendible para obligarse a hacer esas cosas. Tampoco mejora mucho cuando se lanza al polo opuesto y le da por grabar canciones para toda la familia y agradar al mismo tiempo a la abuelita y al nietecito, aparte de que ocho minutos de ‘Trains’ es una barbaridad por muy agradable que pretenda sonar. Esa duración se puede esperar en una pieza épica, pero no en una canción acústica ligera.
Afortunadamente hay también bastantes aciertos a lo largo del álbum y eso sirve para compensar un poco las metidas de pata. El gran Al Stewart reaparece en ‘Angel Of Mercy’ aunando memorables melodías vocales con un tono épico y evocador, aparte de añadir unos originales arreglos que incluyen violines empleados con inteligencia. El piano de aires medievales que introduce ‘Peter On The White Sea’ deja muy buena impresión. Luego, la canción se desarrolla de manera discreta en las estrofas hasta llegar a un gran estribillo (“Peter on the White Sea / Green mountains of waves blew all around”) donde se palpa toda la emoción que sabe transmitir Al de manera sencilla. Retoma la grandeza épica al estilo del George Harrison de All Things Must Pass en la final ‘Night Rolls In’. No es nada original, pero en este disco es toda una bendición poder escuchar un notable solo de guitarra y a Al emocionando con su voz, como si fueran los viejos y buenos tiempos.
Peor resulta cuando la mirada atrás es para autoplagiarse, pues ‘Trespasser’ parece una reescritura sin gracia y en modo acústico de ‘On The Border’, demostrando al mismo tiempo que los préstamos flamencos que solía tomar podrían sonar exóticos en Inglaterra pero no en el mundo hispano. Mejor sensación deja cuando coloca el piano y el acordeón en primer plano para la tranquila ‘Charlotte Corday’, mientras que ‘Genie On A Table Top’ es la típica canción animada de Stewart, dinámica y agradable que, según lo indicado en su web oficial, está inspirada en el conocido músico de jazz Louis Armstrong. Pero con canciones como ‘Hipposong’, buscando un sonido animalesco con los trombones al estilo de Saint-Saëns, era para plantearse si estaba buscando otro tipo de oyente, si bien contiene algunas de las melodías vocales más interesantes del álbum, sobre todo si nos fijamos en el genial giro melódico de los finales de estrofa. Así que es una canción desenfadada pero no infantil en su composición.
Nos queda en conjunto un álbum irregular, repleto de aciertos y desaciertos a partes iguales, pero que todavía nos deja trazas del gran músico que fue Al Stewart. Es un disco prescindible, pero que nadie se pierda ‘Angels Of Mercy’, aparte de que los seguidores de este artista quedarán satisfechos con algunos temas más.
2022
BETWEEN THE WARS
Año de publicación: 1995
Puntuación:
1) Night Train To Munich; 2) The Age Of Rhythm; 3) Sampan; 4) Lindy Comes To Town;
5) Three Mules; 6) A League Of Notions; 7) Life Between The Wars;
8) Betty Boop's Birthday; 9) Marion The Chatelaine; 10) Joe The Georgian;
11) Always The Cause; 12) Laughing Into 1939; 13) The Black Danube.
2022
Volvió el Al Stewart devoto de la historia para grabar un álbum de letras (e incluso música) ambientadas en la década de los veinte y treinta del siglo XX, es decir, entre las dos guerras mundiales, que es a lo que se refiere el título. La música se dirige en general a un sonido más jazzístico, para lo cual dejó de trabajar con su guitarrista de siempre, Peter White, para juntarse con Laurence Juber, otro guitarrista que había llegado a tocar con los Wings de McCartney a finales de los setenta. Aunque las composiciones son casi en exclusiva de Al, pues tan solo en dos de ellas aparece Juber como coautor, observamos en la portada que se destaca el nombre de este último, por lo que probablemente tuviera un papel muy importante a la hora de ejecutar estas canciones. Por lo demás, se emplea una buena cantidad de músicos como en los buenos tiempos de Stewart, por lo que se creaban buenas expectativas ante este álbum.
Desde el principio ya observamos que adopta un sonido más tradicional bajo un ritmo de swing para la resplandeciente ‘Night Train To Munich’. Pero este nuevo sonido no puede encubrir las carencias de Al y en ‘The Age Of Rhythm’ parece reciclar ideas del pasado porque bajo el manto del swing se nota menos. En cualquier caso, su letra es un homenaje a ese jazz que surgió en los años veinte/treinta del siglo XX, un estilo del cual se nutre bastante el presente álbum. Hasta se incluye el instrumental ‘Betty Boop's Birthday’ para que los músicos se diviertan sin compromiso, si bien queda mejor el segundo instrumental que además cierra el álbum, ‘The Black Danube’, pues está interpretado con mayor seriedad y por tanto los músicos buscan con mayor determinación la excelencia. Entre el folk y el jazz se ubican canciones como ‘Lindy Comes To Town’, amena pero olvidable.
Después de casi treinta años de carrera es inevitable sonar a veces de manera similar a algún momento pasado. Los versos finales de estrofa de ‘Sampan’ recuerdan inmediatamente a ‘On The Border’, una impresión que no se desvanece cuando llega el estribillo, así que queda como un ejemplo de reciclaje para intentar sonar tan fresco en las melodías como antaño. Se parece al Paul Simon de los sesenta en ‘Marion The Chatelaine’ por ser una tranquila pieza con guitarras acústicas como único acompañamiento. La Marion de la letra es la querida que tuvo William Randolph Hearst, aquel magnate de la prensa sensacionalista que inmortalizó Orson Welles en el personaje protagonista de Ciudadano Kane. En cambio, la canción que da título al álbum es lo que esperamos escuchar de cualquier cantautor mayor y sin pretensiones, pero con ganas de agradar. Incluso nos podríamos imaginar una canción así en el disco póstumo de George Harrison, Brainwashed.
Donde sí podemos disfrutar de la magia particular de este artista para desplegar emotivas melodías vocales con exquisitos arreglos que hacen mucho más que acompañar es en ‘Three Mules’, de soberbio estribillo. Hasta podemos escuchar un estupendo solo de guitarra acústica, que también se echaba de menos. La letra no puede ser más mordaz, pues las tres mulas son los tres políticos británicos más importantes que decidieron la política de apaciguamiento frente a Hitler, que en realidad fue una mezcla de desidia e ignorancia frente a la realidad. De esta manera, realiza un símil con la indiferencia que siente un animal tranquilo ante la brutalidad del ser humano en tragedias militares como la de Dunquerque en la Primera Guerra Mundial o Gettysburg en la Guerra de Secesión de Estados Unidos. También encontraremos atrayentes melodías vocales en ‘Joe The Georgian’, cuyo jovial estribillo instrumental parece inspirado en la música popular griega, algo que hubiéramos esperado más bien de Cat Stevens, aunque este lo hacía de manera más discreta. O bueno, dado el título del tema (referido obviamente a Stalin, otro asesino masivo del siglo XX), bien podría estar inspirado en la música georgiana. Si nos ponemos en plan étnico, pues podríamos decir de manera análoga que la alegre ‘Always The Cause’ bebe de la música tradicional napolitana, aunque es una conjetura muy subjetiva porque la letra habla de nuestra guerra civil, citando incluso a la Pasionaria y aquel lema de “No pasarán”. Detalles como esos probablemente hicieron un daño tremendo en la publicidad de la guerra civil porque servían para promover la idea falsa de que en España había un gobierno comunista, la excusa ideal para evitar que los países democráticos ayudaran a la República.
Es cuando ya casi se acaba el disco que descubrimos una pequeña joya a añadir al cancionero de Al. Se trata de ‘Laughing Into 1939’, una emotiva composición sobre la Nochevieja de 1938, un año ya bastante pesimista en expectativas porque se estaba gestando la catástrofe venidera y no solamente por la guerra civil española, verdadero campo de pruebas del fascismo/nazismo en todos los aspectos para su misión conjunta. Con la entrada paulatina de la instrumentación y los arreglos orquestales Stewart alcanza una gran solemnidad y emotividad en esta canción. También nos habla de los años previos en la entretenida ‘A League Of Notions’, una burla sobre la Sociedad de Naciones (League of Nations, en inglés) y el Tratado de Versalles, aquellas negociaciones que solo sirvieron para crear miseria y rencor hasta la siguiente guerra.
Así pues, ¿qué más se le puede pedir a este artista? Nos ofrece buena música y lo hace de manera educativa, ambientando su obra en un contexto histórico. Es un álbum convencional en muchos momentos pero brillante en otros, así que vale la pena echar un vistazo a este Between The Wars, cuya utilidad va mucho más allá del mero entretenimiento y nos muestra de nuevo la grandeza de Al Stewart, aunque sea en contadas dosis.
SEEMED LIKE A GOOD IDEA AT THE TIME...
Año de publicación: 1996
Puntuación:
1) Where Are They Now?; 2) Fields Of France; 3) Soho (Needless To Say); 4) In Red Square; 5) A Sense Of Déjà Vu; 6) How Does It Happen; 7) The Coldest Winter In Memory;
8) Candy Came Back; 9) Jackdaw; 10) The Bear Farmers Of Birnam; 11) In The Dark;
12) Blow Your Mansion Down; 13) Willie The King; 14) Merry Monks;
15) Ghostly Horses Of The Plain; 16) Mixed Blessing.
Para un músico tan interesante y con una carrera que ya abarcaba cuatro décadas diferentes, parecía una buena idea (nunca mejor dicho, aprovechando el título) publicar un álbum de caras B y rarezas acumuladas a lo largo de tanto tiempo. Algunos títulos son conocidos y se nos muestran en tomas alternativas y otros son nuevos, así que encontraremos un poco de todo en esta recopilación. En las reediciones en CD pueden encontrarse algunos de estos temas, de tal manera que arriba se han resaltado en gris aquellos que ya han aparecido en anteriores discos aquí comentados.
No parece que Al Stewart sea el candidato ideal para hurgar en su archivo musical, pero la importante cantidad de grandes composiciones que nos ha regalado a lo largo de su carrera siempre nos puede hacer pensar en alguna pequeña joya oculta. Pero claro, el talento de Al tiene sus limitaciones y eso nos hace esperar bastante contenido de relleno, como por ejemplo ‘Blow Your Mansion Down’ o ‘Mixed Blessing’, aunque en esta última en realidad parece que le ponen interés. Demasiado convencional se muestra en la dinámica ‘Candy Came Back’, mientras que ‘In The Dark’ es la típica balada placentera del Al de los ochenta, sin pretensiones y sonando a lo de siempre, aunque en el buen sentido. Cuando parece que ‘Ghostly Horses Of The Plain’ se va a quedar en olvidable tema instrumental, se transforma en olvidable tema cantado, mientras que ni los coros ni la dulce flauta de ‘Jackdaw’ evitan que se olvide rápidamente.
Casi como una canción de Pink Floyd (por ejemplo, ‘Embryo’) parece ‘A Sense Of Déjà Vu’ debido a su sombrío comienzo, aunque luego se desarrolla más bien como un George Harrison de principios de los setenta, pero sin melodías atractivas que al menos se compensan un poco mediante la profesional y consistente instrumentación. En cambio, nada de especial tiene ‘The Coldest Winter In Memory’, pero si Al nos dice que 1709 fue el invierno más frío de la historia, seguro que tiene razón. Probablemente el título esté referido a que se centra en el rey Carlos de Suecia y sus devaneos por Europa, en un año en el que, por cierto, nuestro país se desangraba por la Guerra de Sucesión. En directo suena la distendida ‘The Bear Farmers Of Birnam’, con un piano en modo boogie como característica principal.
Sale triunfador cuando se enfunda en el sonido épico y las memorables melodías de ‘Willie The King’, donde la melodía que entra tras cada estribillo nos puede hacer recordar a la coda de ‘I Want You (She's So Heavy)’ de los Beatles, como tampoco puede fallar cuando retoma el sonido del Renacimiento en la sencilla pero grandiosa ‘Merry Monks’, donde el sonido de guitarra nos transporta a épocas remotas. Pero los momentos buenos son pocos en comparación con los convencionales, que dominan el disco. Vale la pena escucharlos, como también disfrutar de una interpretación de ‘Soho (Needless To Say)’, pero tampoco justifican la necesidad de conocer esta recopilación.
DOWN IN THE CELLAR
Año de publicación: 2000
Puntuación:
1) Waiting For Margaux; 2) Tasting History; 3) Down In The Cellars; 4) Turning It Into Water; 5) Soho; 6) The Night That The Band Got The Wine; 7) Millie Brown;
8) Under A Wine-Stained Moon; 9) Franklin's Table; 10) House Of Clocks; 11) Sergio;
12) Toutes Les Etoiles; 13) The Shiraz Shuffle.
Tan relacionado con la influencia de sucesos y personajes históricos para la creación de sus letras, no tuvo otra idea Al Stewart que idear un álbum casi conceptual sobre el vino. Solo tenemos que echar un vistazo al listado de canciones para comprobar que el vocabulario sobre vino está bien presente (wine, cellars), así como variedades de vino como el Margaux y el Shiraz. Pero bueno, que nadie se piense que este álbum ha sido también grabado bajo los efectos de esa bebida, porque aquí escuchamos a un músico serio y experimentado que todavía sabe mostrar sus cartas aunque estas ya sean conocidas de sobra. Y bueno, para algo tan exquisito tampoco pone reparos en embellecer el sonido adecuadamente con los músicos de estudio que sean necesarios.
Comienza el álbum con un Al en buena forma mediante la pegadiza ‘Waiting For Margaux’, de animado ritmo liderado por un agradable piano y un estribillo que muestra el talento del británico. Sin embargo, el Stewart tardío es susceptible de completar sus álbumes con bastante relleno, aunque ese relleno sea tan como ‘Tasting History’ o ‘The Night That The Band Got The Wine’. Tampoco tiene mucho interés saber quiénes son ‘Millie Brown’ o ‘Sergio’, mucho menos cuando sabemos de antemano que, por estar en este disco, les va a gustar el vino. Al menos que pudiera hablar de alguien conocido o de algún personaje histórico como Benjamin Franklin (‘Franklin's Table’). Pero a ‘Sergio’ vale la pena echarle un vistazo porque posee esa calidez especial que sabe imprimir Stewart, aparte de un lindo estribillo y un acertado intermedio instrumental donde brilla el acordeón.
Un ritmo casi épico aplica a las estrofas de ‘Turning It Into Water’ porque no hay mayor drama que descubrir que el vino se ha aguado, como también se agradece escuchar un solo de guitarra hacia el final. De guitarra eléctrica, por supuesto, porque no es un instrumento habitual en el Stewart tardío y aquí podemos disfrutarla también bajo un entramado de guitarra acústica en ‘Under A Wine-Stained Moon’. Por otra parte, cuando parece que ‘Down In The Cellars’ va a ser un bello instrumental de guitarra acústica, entra la parte vocal donde ya no tenemos tan claro si se trata de una canción o de un single publicitario sobre una determinada marca francesa de vino. Algo similar ocurre con la jazzística ‘The Shiraz Shuffle’, donde llevamos más de la mitad del tema hasta que aparece algo de letra. Que tampoco hacía falta, pero se ve que no quería acabar Al sin añadir alguna referencia vinícola más.
Si recordamos, Al ya tenía una canción con el título de ‘Soho’ y aquí echa mano de una composición de Bert Jansch donde podemos disfrutar de su característico sonido de guitarra acústica, en este caso emulado por Juber. Llama también la atención la melodía de guitarra acústica que inicia ‘House Of Clocks’, pero en consiguientes escuchas pierde su impacto rápidamente. Y como la música de ‘Toutes Les Etoiles’ le salió francesa con tanto acordeón, pues qué mejor que cantarla también en francés, conformando la canción más floja del disco a pesar de su jovialidad. Todo lo descrito nos deja un álbum correcto, pero poco más puede decirse a su favor. No es un mal disco pero tampoco nos llamará escucharlo en repetidas ocasiones (salvo que uno/a se dedique a escribir sobre él).
2023
JUST YESTERDAY
Año de publicación: 2005
Puntuación:
CD I: 1) The Elf; …
CD III: … 4) Optical Illusion; …
CD IV: … 13) Soho (Needless To Say); …
CD V: 1) On The Border; 2) Sirens Of Titan; 3) Time Passages; 4) Roads To Moscow;
5) Life In Dark Water; 6) Valentina Way; 7) Year Of The Cat; 8) Pink Panther Theme;
9) Song On The Radio.
2023
Con el transcurso de los años esta caja recopilatoria de Al Stewart ha quedado casi totalmente superflua, pues las reediciones en CD de sus álbumes empezaron a incluir las rarezas que en su momento aparecían aquí por primera vez. En cualquier caso, la mayoría del material incluido aquí es una selección de su discografía (como cualquier recopilación) y como álbum de rarezas ya existía Seemed Like A Good Idea At The Time…, así que el único interés de Just Yesterday es su quinto disco porque contiene un concierto de 1978. Eso sí, en Indian Summer ya se incluía un concierto y buena parte del repertorio se repite nuevamente aquí, así que el interés de este box set acaba decayendo. De hecho, los trece minutos en directo de ‘Nostradamus/World Goes To Riyadh’ son exactamente los mismos que ya habíamos escuchado en Indian Summer.
Respecto al ya escasísimo contenido novedoso, pues no hay nada que valga realmente la pena. Todo lo contrario. La discreta ‘The Elf’, una de las primeras composiciones de Al, suena como producto de su época desde que comienza. Como si hubieran tomado una canción de folk sencilla y la hubieran recargado de arreglos instrumentales para que sonara llamativa al oído. Después encontraremos una interpretación en directo de ‘Optical Illusion’ que no aporta nada respecto al equivalente de estudio, pero no podía existir una peor idea que regrabar ‘Soho (Needless To Say)’ con una horrenda percusión programada y arreglos más propios de música rápida de consumo. Esto ya era inaceptable.
En cuanto al concierto de 1978, acompañan a Stewart los músicos necesarios para desplegar el sonido influenciado por el rock progresivo que desarrollaba en esos años, que es lo mismo que ya conocimos en Indian Summer. Por supuesto, que ya sean previsibles el contenido y la implementación no significa que el concierto no valga la pena, pues el sonido de Al Stewart en esa época era el mismo que el de cualquier grupo de rock consistente e incluso tienen tiempo para hacer alguna broma como la de incluir la música de La pantera rosa, de Henry Mancini. Así pues, se puede obviar por completo el box set de Just Yesterday, pero toda persona que aprecie la carrera de Al Stewart tendrá su gratificación con el concierto incluido, de un músico todavía entonces en su plenitud.
A BEACH FULL OF SHELLS
Año de publicación: 2005
Puntuación:
1) The Immelman Turn; 2) Mr. Lear; 3) Royal Courtship; 4) Rain Barrel;
5) Somewhere In England, 1915; 6) Katherine Of Oregon; 7) Mona Lisa Talking;
8) Class Of '58; 9) Out In The Snow; 10) My Egyptian Couch;
11) Gina In The Kings Road; 12) Beacon Street; 13) Anniversary.
Si descontamos las dos recopilaciones de los últimos años, podemos darnos cuenta de que la periodicidad de los últimos álbumes de estudio de Al Stewart era quinquenal, una distancia bastante considerable. Para un artista de larga trayectoria eso puede tomarse como un factor a favor, pues podría significar que se toma el tiempo suficiente para ofrecer una nueva obra meditada y con unos estándares mínimos de calidad. Aquí podemos decir que se trata de esto último, pero el precio que ha pagado Al con la edad es transformarse en un cantautor del montón, si bien al menos puede ofrecer alguna que otra letra interesante o melodía inesperada dentro de los convencionalismos en los que se desarrollan buena parte de sus nuevas composiciones.
Unos atrayentes acordes al estilo de lo que uno puede encontrar en Tommy de The Who es lo que nos coloca Al en primer lugar para que el álbum cause una buena primera impresión. Así, el violín folklórico que añade luego en ‘The Immelman Turn’ y el apartado vocal con el carisma propio de este cantautor son elementos suficientes para que volvamos a disfrutar de una canción que nos devuelve la mejor versión de este músico. Más gracioso resulta recordar ‘I Am The Walrus’ de los Beatles nada más comenzar ‘Out In The Snow’, si bien la canción se desarrolla después con más pena que gloria. Pero el artista sigue en pie a pesar de la edad y el declive, de tal manera que su carisma salva una canción como ‘Anniversary’ de caer en el olvido inmediatamente. Aparte, solamente a alguien como Al Stewart se le podría ocurrir un verso como “I sent my majordomo to your amanuensis” para empezar un tema, que es lo que encontramos en ‘Royal Courtship’,
En algún momento busca cierta diversidad en el sonido y por ello nos encontramos sonidos de Medio Oriente en ‘Rain Barrel’, cuya letra no está inspirada precisamente en esa zona del mundo y cuya música tampoco presenta demasiada inspiración a pesar de su exotismo. Divagar sobre la figura de la Gioconda al menos le lleva en ‘Mona Lisa Talking’ a ofrecernos un sugerente estribillo, mientras que lo único interesante de ‘Katherine Of Oregon’ es que se trata de un juego de palabras sobre Catalina de Aragón (la primera mujer del lamentable Enrique VIII de Inglaterra) y que la parte de guitarra no está mal, porque por lo demás no pasa de ser otro agradable e inofensivo tema. No puede faltar algo de costumbrismo, placentero pero olvidable, en ‘Beacon Street’, ‘Mr. Lear’ (título referido al poeta Edward Lear) o ‘Somewhere In England, 1915’, destinada esta última a viñetas variadas sobre aquello por lo que siente predilección Stewart, lo cual no tiene por qué coincidir con las predilecciones del oyente, por supuesto.
El gusto de Al por la guitarra española no podía faltar en este álbum y aquí tenemos otra demostración de influencia flamenca en ‘My Egyptian Couch’. Eso en realidad no presenta originalidad alguna para una persona española, pero al menos el apartado vocal rememora la épica de Stewart de los setenta. Lo que sí le parecerá a un español es que ‘Gina In The Kings Road’ podría pasar por ser la hermana menor de ‘El límite’ de La Frontera, puesto que parecen temas similares pero a Al le falta gancho. En cualquier caso, lo más flojo del álbum es el boogie de ‘Class Of '58’ porque nos muestra a un Stewart convencional y en un estilo que no encaja con su voz poco enérgica. Pero podemos quedarnos medianamente satisfechos con un álbum que no contiene nada ofensivo y que tan solo sirve para rellenar un hueco más en la discografía de este músico inglés.
SPARKS OF ANCIENT LIGHT
Año de publicación: 2008
Puntuación:
1) Lord Salisbury; 2) (A Child's View Of) The Eisenhower Years; 3) The Ear Of The Night;
4) Hanno The Navigator; 5) Shah Of Shahs; 6) Angry Bird;
7) The Loneliest Place On The Map; 8) Sleepwalking; 9) Football Hero;
10) Elvis At The Wheel; 11) Silver Kettle; 12) Like William McKinley.
Ya no cabía esperar sorpresas ni novedades en la producción de Al Stewart, así que vuelve aquí a ofrecernos otra remesa de canciones ubicadas entre el pop y el folk, esta vez con algo más de diversidad en los arreglos al incluir algunas cuerdas y trompetas. La temática vuelve a ser una mezcla de canciones mundanas y otras inspiradas en personajes o sucesos históricos, aunque tampoco se trata de lecciones de Historia que puedan emplearse a nivel educativo ni eso es tampoco el objetivo de Al.
En el caso de ‘(A Child's View Of) The Eisenhower Years’, a pesar de tratarse de un presiente estadounidense, debe ser autobiográfica porque en esos años Al era un chavalín, si bien la canción no va más allá de su ritmo animado. Resulta curiosa esa asociación con el país norteamericano, pero en cualquier caso no se sabe qué se le pasó por la cabeza para dedicar una música folk con ritmo de vals a un desconocido presidente de Estados Unidos en ‘Like William McKinley’. En cambio, vuelve a sus raíces inglesas mediante la acogedora ‘Lord Salisbury’, la cual contiene una trompeta al estilo de ‘Penny Lane’ de los Beatles y con eso ya está asegurado el sabor inglés de la composición.
Lo que esperamos de un cantautor de larga carrera como Stewart son canciones tipo ‘Hanno The Navigator’, de dinámicas estrofas, agradable estribillo e intermedio instrumental con cierta gracia; u otras animadas como ‘Angry Bird’, donde su corta duración juega a su favor. Pero los años se notan a la hora de componer y eso no lo puede mantener a lo largo de todo el álbum, por lo que no pueden faltar temas de relleno como ‘Sleepwalking’ o que recuerdan a canciones anteriores, como es el caso de ‘Elvis At The Wheel’. Sabe mantener una cierta intriga en ‘Silver Kettle’ y ‘Shah Of Shahs’, pero la solemnidad de todo gran músico le aflora en ‘The Loneliest Place On The Map’ (probablemente lo mejor de este álbum), aunque no llegamos a saber a qué lugar se refiere Al como el más solitario, como tampoco nos revela el nombre del futbolista de la olvidable ‘Football Hero’.
Lo curioso de ‘The Ear Of The Night’ es que parece que va a ser un instrumental liderado por una guitarra acústica inspirada en ‘Mood For A Day’ de Yes, pero hacia la mitad entra la voz de Al y así ya la reconocemos como una canción suya. Es otro tema interesante que queda encajado en un álbum estabilizado entre detalles de interés y canciones convencionales. No es ni lo mejor ni lo peor de este artista, pero sí un álbum que acaba transmitiendo indiferencia conforme se escucha varias veces.
UNCORKED
Año de publicación: 2009
Puntuación:
1) Last Days Of The Century / Constantinople / Last Days; 2) Coldest Winter;
3) Warren Harding; 4) News From Spain; 5) Bedsitter Images; 6) Midas Shadow;
7) Running Man; 8) Palace Of Versailles; 9) Auctioning Dave (Story); 10) Princess Olivia;
11) Life In Dark Water; 12) Carol; 13) Old Admirals.
El último álbum publicado por Al Stewart es este sencillo concierto acústico donde está acompañado únicamente por Dave Nachmanoff, nacido casi en el año en que Al debutó con su primer LP. Esto quiere decir que los ingredientes de la música interpretada son dos guitarras acústicas y la voz de Stewart, acompañada en algunos momentos por la de Nachmanoff, aunque en ‘Carol’ también les acompaña un bajista que debe ser el hijo o sobrino del Nachmanoff guitarrista. Stewart realiza un repaso de su obra, algo que en un cantautor y en formato acústico no es ninguna sorpresa ni tampoco esperamos nada revelador. Recordemos que ya había publicado previamente un álbum similar y decepcionante, pero las carencias de Rhymes In Rooms quedan aquí solventadas por la impecable técnica de Nachmanoff, cuya guitarra reproduce a la perfección todas las emociones, ritmos y solos contenidos en las composiciones de Stewart.
El repertorio seleccionado recoge temas de toda su carrera, pero curiosamente no encontraremos casi nada de Year Of The Cat, tan solo ‘Midas Shadow’, algo también lógico porque las composiciones de su época más progresiva (por denominarlo de alguna manera) con Alan Parsons presentan mayor dificultad en su traslación a un formato de dos guitarras acústicas. Hay muy buen ambiente entre el dúo y se permiten algunas bromas durante el concierto, como cuando Al cuenta antes de empezar ‘News From Spain’ que Dave tuvo la ardua tarea de tocar el solo de piano de Rick Wakeman con la guitarra. El dúo de músicos se muestra valiente en el concierto y salen vencedores en canciones que superan ampliamente los cinco minutos de duración, como es el caso del medley que abre el álbum y de la final ‘Old Admirals’. Esto en otras manos podría ser un suplicio. Aparte, Al sabe cómo equilibrar bien el concierto y por ello mete canciones con gancho como ‘Carol’ o ‘Bedsitter Images’, esta última toda una sorpresa porque se trata de su primera canción, la que dio nombre a su LP de debut más de cuarenta años antes de este concierto.
Es emocionante comprobar la fuerza que saben imprimir a ‘Running Man’ con las dos guitarras y la conmovedora voz de Stewart. Lo único que queda discreto de verdad son ‘Coldest Winter’ y el swing-pop de ‘Princess Olivia’, pero lo demás posee el sabor especial de un autor experimentado y con ganas de demostrar su categoría. Es por ello que lo único que juega en contra en este álbum es que el sonido puede resultar algo monótono, algo inevitable debido al formato musical empleado, pero la técnica de guitarra es tan buena que vale la pena escucharlo. Por lo demás, queda como una digna despedida en la discografía de Al Stewart, un artista que seguirá realizando conciertos porque el verdadero artista (bueno o malo) nunca muere aunque se retire del mercado musical.