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APHRODITE'S CHILD

END OF THE WORLD

Año de publicación: 1968

Puntuación:

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1) End Of The World; 2) Don't Try To Catch A River; 3) Mister Thomas; 4) Rain And Tears;

5) The Grass Is No Green; 6) Valley Of Sadness; 7) You Always Stand In My Way;

8) The Shepherd And The Moon; 9) Day Of The Fool.

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En 1967 tuvo lugar el golpe de estado en Grecia donde los militares, como si fueran alumnos aventajados de Estados Unidos, alegaron el peligro comunista como motivo para instaurar una dictadura que fue incluso apoyada por el rey. Parece que este no había aprendido la lección de Alfonso XIII. En ese clima violento, unos amigos griegos que tocaban música rock salieron del país para acabar instalándose en París, una ciudad donde todavía estaban por suceder los acontecimientos históricos de mayo del 68. Estos amigos eran: Evángelos Papathanassíou (alias Vangelis) como teclista; Demis Roussos como cantante, bajista y ocasional guitarrista; y Loukas Sideras en la percusión. Había un cuarto miembro, el guitarrista Silver Koulouris, que hubo de quedarse en Grecia para cumplir el servicio militar, pues no era cuestión de enfrentarse a una dictadura tan pronto, cuando lo primero que hacen las dictaduras es dedicarse a tareas de “depuración”. Aunque Vangelis ha pasado a la historia por sus elaboradas e inolvidables bandas sonoras de corte electrónico u orquestal, en estos inicios estaba absorbiendo todo tipo de influencias del rock artístico al estilo de lo que estaban haciendo los Moody Blues en el Reino Unido, país que había sido en principio el destino de Aphrodite's Child hasta que las circunstancias les mantuvieron en Francia.

 

El tema que da título al álbum presenta una estructura de balada delicada que transmite una calma sosegada, perfectamente calculada para que el alarido de Roussos rompa de forma brusca ese encanto y nos introduzca en una pesadilla claustrofóbica liderada por el prominente piano de aires tenebrosos. Ese marcado contraste entre belleza y horror, junto al tono gótico de la música, la harían ideal para ambientar por ejemplo los cuentos amoroso-desasosegantes de Edgar Allan Poe tipo Ligeia. La que sí es una ejemplar balada per se es sin duda ‘Rain And Tears’, demostración palpable de que Demis Roussos tenía una capacidad innata para el canto, aunque años después la desaprovechara en su horrible carrera en solitario. Parece inspirada en el estilo barroco de los primeros Procol Harum (a quién no le viene a la mente ‘A Whiter Shade Of Pale’) al emplear como ellos una pieza clásica como recurso estructural, en este caso el archiconocido Canon en Re mayor de Johann Pachelbel, así como el sonido de órgano en primer plano, aquí también junto al clavecín.

 

Lo más particular que posee este álbum quizá sea la psicodelia pasada por un tamiz de épica helénica que nos deja como resultado varios temas. Uno de ellos es la extraña ‘The Grass Is No Green’, la cual transcurre por tres secciones diferentes: la primera, recitada y tétrica; la segunda, solemne e hipnotizadora; y la tercera, una sorprendente y pegadiza sección rápida (“Deep in a clearing / Lovers are sleeping / Under an oak tree”) donde la voz de Demis transmite desesperación ante la catástrofe medioambiental que está denunciando. Los orígenes y folklore de este grupo dejan también su impronta en unas inclasificables piezas como ‘Valley Of Sadness’ y‘The Shepherd And The Moon’, donde la tradición griega y la psicodelia británica se fusionan para obtener un resultado bien original. La estructura de ‘Day Of The Fool’ contrasta los momentos delicados de un lunático que siente cómo es señalado por la sociedad, con los ataques de locura donde la música se vuelve caótica e imprevisible, llegando a la coda de atonalidades que cada un@ puede interpretar como desee, pero siempre desde un plano psicológico.

 

Aunque haya caído en la tentación de poner etiquetas, lo cierto es que la música suena muy diversa y en ella caben aparte otros estilos y cadencias. La mayor fiereza que encontraremos en Aphrodite's Child aflora con desaforada energía en ‘You Always Stand In My Way’, donde Roussos parece que vaya a quedarse sin voz de tanto desgañitarse. Mediante el soul de ‘Don't Try To Catch A River’ ensayan el sonido Motown con una frescura y un gancho sorprendentes para tratarse de unos europeos. La coda donde se coloca el teclado de Vangelis en primer lugar lo aleja definitivamente del soul más convencional. Ahora bien, lo que sobra son puerilidades tan poco imaginativas como ‘Mister Thomas’, la cual parece destinada a un público infantil por mucho que recoja aires folclóricos griegos.

 

Así pues, este colorido debut servía para colocar a Aphrodite's Child como un nombre a tener en cuenta en el mundo del art-rock y el incipiente rock progresivo, ya que poseían una visión artística propia y unos orígenes musicales diferentes al del mundo anglosajón dominante. Eso les llevará a seguir creando una música muy peculiar aunque luego se disolvieran tan pronto. Pero bueno, ahí queda en primer lugar este estupendo debut de unos chicos que venían del lugar más imprevisible para cantar en inglés aquello que en griego probablemente se hubiera topado con una barrera insuperable en el plano comercial. Tal parece la reticencia de las discográficas, aunque la elección del idioma siempre ha sido algo voluntario y, por supuesto, respetable.

IT'S FIVE O'CLOCK

Año de publicación: 1969

Puntuación:

1) It's Five O'Clock; 2) Wake Up; 3) Take Your Time; 4) Annabella;

5) Let Me Love, Let Me Live; 6) Funky Mary; 7) Good Times So Fine;

8) Marie Jolie; 9) Such A Funny Night.

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Con la confianza que les proporcionaba haber tenido un relativo éxito en Europa con su debut, la continuación mantenía unos parámetros similares en cuanto a su estilo de art-rock diversificado con otros cuantos más. Quizá lo único que se le pueda objetar a este disco es la repetición de parámetros (por la pérdida de impacto que conlleva) y el ligero menor acierto con los nuevos estilos incorporados.

 

La canción que da título al álbum mantiene la vertiente clásica empleada en ‘Rain And Tears’, que es lo mismo que decir que vuelve a tomar como modelo ‘A Whiter Shade Of Pale’ de Procol Harum, en esta ocasión con un parecido mucho mayor y por ello no puede situarse entre lo mejor del álbum. Peor todavía es cuando se desvían hacia el terreno de la balada melódica sin más, ya que para quienes no soporten la música edulcorada y empalagosa de Demis Roussos en solitario, deben alejarse inmediatamente de ‘Marie Jolie’, puesto que es el antecedente claro de las lamentables baladas lacrimógenas y de falsa emoción que convirtieron su carrera en algo hoy día desfasado y olvidado.

 

Un estilo que no habían tocado todavía era el country, carencia cubierta aquí mediante ‘Take Your Time’ sin mayores complicaciones para rellenar algo de espacio. Mayores riesgos se toman con la extravagante incursión en el funk mediante una imprevisible percusión y efectos musicales en sentido inverso que caracterizan ‘Funky Mary’. Es un exceso sonoro propio de la época que prueba el carácter experimental que tenían estos griegos, aunque la idea seguro que no partió de Demis Roussos. La parte vocal a dos voces de ‘Wake Up’ acaba sonando demasiado infantil, desaprovechando de esa manera el estupendo armazón instrumental entre psicodélico y clásico donde destaca el teclado de Vangelis y varios detalles instrumentales bastante sutiles. Al menos, la segunda mitad de este tema es instrumental y sirve para deleitarse un poco.

 

La guitarra eléctrica había sido un instrumento secundario o inexistente en la música de Aphrodite's Child, pero en la enérgica ‘Let Me Love, Let Me Live’ se coloca en primer plano (aunque a veces parece que sea el teclado de Vangelis imitando su sonido) para complementar con fiereza su animado ritmo. Esta canción posee dos partes diferenciadas: la primera encandilará a cualquiera que la escuche, mientras que cerca de los dos minutos se transforma en una extensa coda que se vuelve demasiado repetitiva con las voces repitiendo el título de forma continuada y solo se salva por las florituras de guitarra y teclado. ¡Pero menuda primera parte! El potencial melódico que atesoraban aflora igualmente en su mejor acepción en esa estupenda fusión de pop, soul y rock que es ‘Good Times So Fine’.

 

El álbum acaba con un punto de jovialidad mediante ‘Such A Funny Night’, donde colocan en primer plano una melodía de corte tradicional griego, de las que invitan a estar silbando después por su sencillez aunque vale la pena aprender a silbar otras mejores de las que hay en el disco. No puede decirse que en global estemos ante un paso atrás de la banda, sino que en un año no da tiempo a lograr cambios radicales y menos cuando su estilo les había comportado buenos réditos. En cualquier caso, el cambio radical lo lograrían en su tercer proyecto, tan radical que fue rechazado por su discográfica.

666

Año de publicación: 1972

Puntuación:

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CD I: 1) The System; 2) Babylon; 3) Loud, Loud, Loud; 4) The Four Horsemen; 5) The Lamb; 6) The Seventh Seal; 7) Aegian Sea; 8) Seven Bowls; 9) The Wakening Beast; 10) Lament; 11) The Marching Beast; 12) The Battle Of The Locusts; 13) Do It; 14) Tribulation;

15) The Beast; 16) Ofis.

CD II: 1) Seven Trumpets; 2) Altamont; 3) The Wedding Of The Lamb;

4) The Capture Of The Beast; 5) ; 6) Hic And Nunc; 7) All The Seats Were Occupied;

8) Break.

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La obra más ambiciosa y la más incomprendida de Aphrodite's Child había llegado, en teoría, en el mejor momento para la banda. Tenían ya la experiencia de dos notables álbumes y por fin había vuelto el guitarrista Koulouris de cumplir el servicio militar, así que Vangelis quiso crear una obra conceptual que le permitiera elevarse al primer nivel intelectual de la escena musical del rock. Para ello, se juntó con el cineasta Costas Ferris como letrista y realizaron una monumental adaptación del Apocalipsis de San Juan, uno de los últimos capítulos de la Biblia, de tal manera que sirviera también de velada metáfora hacia el ocaso del movimiento hippie. Pero esta ambiciosa idea topó con los criterios comerciales de la discográfica y por ello el álbum estuvo paralizado durante un año hasta que por fin le dieron luz verde a su distribución, cuando Aphrodite's Child ya ni existía como tal porque cada miembro había seguido su camino por libre.

 

Hay tanta literalidad para reflejar lo más fielmente posible el Apocalipsis, que en bastantes ocasiones las voces no cantan sino recitan pasajes bíblicos. Incluso podemos escuchar unas palabras en griego bajo el título de ‘Ofis’. La intención sociológica de la obra aflora en el tema introductorio, ‘The System’, donde se repite como un mantra la frase “We got the system to fuck the system” (inspirada en un manifiesto del activista radical estadounidense Abbie Hoffman) sin que quede claro que aquí sea con propósito reivindicativo o como aviso de que no hay que perturbar el sistema para que no llegue el apocalipsis, o sea, el caos. Aunque en principio debería ser lo primero. Los cuatro jinetes del Apocalipsis aparecen en la magistral ‘The Four Horsemen’, de canto étnico helénico en las estrofas hasta llegar a un soberbio y grandioso estribillo donde se describe el color de cada uno de los caballos tal cual aparece en la Biblia. La segunda mitad de esta canción recoge una extensa coda de unos tres minutos donde el guitarrista Koulouris se reivindica con una impresionante técnica al alcance de lo que había hecho Eric Clapton en los temas más psicodélicos de Cream. Es un verdadero paraíso para los amantes de la guitarra y hace pensar en qué hubieran podido conseguir los Aphrodite's Child en sus álbumes previos de haber contado con tan preciada participación. Y no será el último momento de lucimiento para Koulouris, pues hay más ejemplos como en la pareja instrumental de ‘The Battle Of The Locusts’ y ‘Do It’, toda una descarga de adrenalina gracias a la guitarra. O el efecto de pedal en ‘The Beast’.

 

Pero el guitarrista no es el único que se luce. Con lo emocionante que suena el bajo de Roussos en ‘Babylon’, es una lástima que este aparcara el instrumento y se dedicara después, en su carrera en solitario, a cantar baladas soporíferas e insufribles. El endiablado ritmo que posee este tema, además de guitarra acústica, incluye efectos sonoros varios y un poderío excepcional para relatar la caída de Babilonia, hecho histórico de gran efecto que en manos teológicas era una oportunidad inmejorable para impactar a los devotos. El Vangelis de orientación más clásica aparece en ‘The Marching Beast’, donde aprovecha para mostrar su técnica de piano cual magnificente Wakeman. Por otro lado, la instrumental (o casi instrumental, ya que se escuchan voces) ‘Aegian Sea’ nos muestra a Aphrodite's Child entrando en terreno de Pink Floyd y consiguiendo una gran pieza épica de profunda emoción, si bien la melodía principal que suena es una reescritura de la que emplearon en su single de debut, ‘Plastics Nevermore’. El título de la notable ‘Hic And Nunc’ parece querer liar un poco respecto a los coros que en realidad cantan “Here and now”, pero tiene un esqueleto musical donde destacan sobremanera el bajo y el piano.

 

Leer el nombre de ‘Altamont’ en uno de los títulos empareja el concepto de apocalipsis con el del asesinato durante el concierto de los Rolling Stones en aquel lugar, verdadero epitafio para el ocaso de toda la parafernalia hippie y de los macrofestivales musicales. Es un animoso tema instrumental donde se escucha una voz recitando una letra a la que no se le puede inferir relación directa con el suceso de Altamont, si acaso cuando nombra a “the rolling people”. Pero no lo parece. Elementos de la música tradicional griega aparecen a lo largo de la obra, con los casos más claros en ‘The Lamb’ y ‘The Wedding Of The Lamb’. Tampoco pueden faltar en un álbum basado en una obra literaria varias piezas corales de duración breve (‘Loud, Loud, Loud’, ‘Seven Bowls’) que permiten añadir también textos bíblicos.

 

Como todo grupo de art-rock a principios de los setenta, caen en la tentación de investigar atonalidades varias, con diversos ejemplos como ‘The Wakening Beast’, ‘The Capture Of The Beast’, la étnica ‘Lament’ o el alocado saxofón a lo Soft Machine de ‘Tribulation’. En cualquier caso, lo peor con diferencia de esta obra es ‘∞’ (o ‘Infinity’), pues se trata de la cantante y actriz Irene Papas emulando un orgasmo durante cinco minutos mientras va repitiendo las mismas palabras. Algo controvertida resulta también la extensa suite titulada ‘All The Seats Were Occupied’, que para durar casi veinte minutos no se hace aburrida en ningún momento mientras transitan por diferentes secciones repletas de energía en su mayor parte. También se pueden escuchar fragmentos de algunos de los temas que han aparecido a lo largo de la obra, como si fuera un compendio de lo que nos podemos encontrar en el apartado musical.

 

Para el final, nada podía ser más impactante que colocar un tema (‘Break’) que fuera todo lo contrario de lo que hemos escuchado con anterioridad. Es decir, tranquilo y sosegado, donde solo la guitarra de Koulouris eleva un poco el tono pero sin romper del todo la relajada ambientación. Sirve también de despedida de la banda, ya disuelta cuando todo esto fue publicado tras un año de retrasos. Especular sobre lo que podían haber hecho de haber seguido juntos es innecesario, pero resulta obvio el salto cualitativo que habían adquirido con el retorno de su guitarrista. A partir de ahora, las carreras exitosas en solitario de Demis Roussos y, un poco más tardía, de Vangelis, harán caer en el olvido esta emocionante etapa en la que un grupo griego de art-rock consiguió codearse con lo mejor del panorama musical de su época.

THE SINGLES +

Año de publicación: 2003

Puntuación:

CD I: … 3) Plastics Nevermore; 4) The Other People; … ; 12) Quando L'Amore Diventa Poesia; 13) Lontano Dagli Occhi; 14) I Want To Live; 15) Magic Mirror; ...

CD II: … 6) Spring Summer Winter And Fall; 7) Air; …; [BONUS TRACKS:]

17) End Of The World (live); 18) Lontano Dagli Occhi (live); 19) Pathenon.

 

Para haber sido un grupo de corto recorrido, lo cierto es que Aphrodite's Child publicaron bastantes singles, algunos de muy dudoso gusto y propicios a arruinar cualquier reputación seria. Esta recopilación recoge a lo largo de dos discos y casi cuarenta canciones una amplia panorámica de su exigua carrera. Con poco más, ya tendríamos un cofre con absolutamente todas sus grabaciones. Lo que se comentará aquí son las novedades respecto a sus tres álbumes de estudio, que son las canciones que se han escrito arriba.

 

El primer single que publicaron fue en 1968, antes incluso que el LP It's The End Of The World, y contenía los temas ‘Plastics Nevermore’ y ‘The Other People’. Ambos suenan algo naíf y colocan en primer plano una melodía de aires tradicionales griegos, siendo más discreto ‘Plastics nevermore’, mientras que ‘The Other People’ es una maravilla gracias a la fabulosa y exótica melodía que actúa de estribillo instrumental entre estrofas, de esas que crean adicción cuanto más se escuchan. Hacia la mitad se le va un poco la olla a Roussos con tanta declamación de “I know the truth”, pero son excesos típicos de la época psicodélica que habían de pagar.

 

Encontramos dos canciones de enero de 1969 cuyos títulos en italiano ya nos avisan de que entramos en terreno del Festival de San Remo, por lo que efectivamente se trata de dos baladas amorosas que ni siquiera son composiciones propias, así que poco puede hacer Vangelis con los teclados para salvar semejantes atrocidades. Y es una lástima, porque el sonido de clavicordio de ‘Lontano Dagli Occhi’ podría haber sido aprovechado para mejores menesteres. Pero no parece que escarmentaran mucho con tales errores, ya que en un single de 1970 podemos encontrar otra empalagosa balada titulada ‘Spring Summer Winter And Fall’ (así, sin comas) donde lo único que puede salvarse es una estupenda coda instrumental en los últimos treinta segundos, algo que ciertamente no compensa en modo alguno todo el bochorno previo. No tiene nada que ver con su cara B, ‘Air’, la cual podría haber encajado a la perfección en 666 si no fuera porque tiene unos aires demasiado joviales, ya que posee un marcado carácter rítmico y un acerado solo de guitarra.

 

Igual de descompensado está el single ‘I Want To Live’/‘Magic Mirror’, puesto que la primera de las canciones es otra vomitiva balada para que Demis Roussos destape su faceta de cantante romántico, nuevamente adaptando una composición de música clásica para intentar repetir la hazaña de ‘Rain And Tears’, pero quedando muy lejos. Solo apta para fanátic@s de Demis. Por el contrario, ‘Magic Mirror’ es todo un trallazo de psicodelia que resulta hasta bailable. Por último, ‘Pathenon’ no es más que un olvidable instrumental con el piano de Vangelis en primer plano, pero sin perderse en virtuosismos, motivo por el cual no presenta aliciente alguno. Como si fuera una demo de casi cinco minutos.

 

Y bueno, la interpretación en directo de ‘End Of The World’ era previsible que no pudiera llegar al nivel del equivalente de estudio, ya que se trata de rock psicológico a partir de crear una ambientación concreta (lo cual sale perjudicado por algunos saltos de ritmo del batería) e introducir el áspero grito de Demis en el momento exacto, que aquí contrasta demasiado con los instrumentos de acompañamiento. Pero bueno, era un tema de mucha dificultad para su traslado al directo y como material adicional resulta interesante que lo incluyan. En cualquier caso, esta recopilación no puede suplantar la recomendación de escuchar los tres álbumes del grupo, pero para quien se quede con ganas de  más, encontrará algún pequeño regalo adicional.

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