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THE ALAN PARSONS PROJECT

TALES OF MYSTERY AND IMAGINATION

Año de publicación: 1976

Puntuación:

Puntuación:

Puntuación:

1) A Dream Within A Dream; 2) The Raven; 3) The Tell-Tale Heart;

4) The Cask Of Amontillado; 5) (The System Of) Doctor Tarr And Professor Fether;

[THE FALL OF THE HOUSE OF USHER: 6) I. Prelude; 7) II. Arrival; 8) III. Intermezzo;

9) IV. Pavane; 10) V. Fall;] 11) To One In Paradise.

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Llegó un día en el que Alan Parsons se cansó de sus tareas como prestigioso ingeniero de sonido en discos de Pink Floyd (incluido The Dark Side Of The Moon), The Hollies o Paul McCartney (quien lo conocía porque también trabajó en Abbey Road y Let It Be), entre muchos otros nombres conocidos, y decidió que él era capaz también de crear su propia música. Su sonido se dirigió hacia un pop-rock ostentoso y devoto del rock progresivo, en un estilo similar a la Electric Light Orchestra de la época pero en general de menor inspiración clásica y mayor empuje rockero, con excepciones varias. También podría decirse que aúna las tendencias progresivas y atmosféricas de Pink Floyd con el gusto por la melodía de los Beatles, una manera de encajar las influencias más importantes que había adquirido Parsons como ingeniero de sonido. Para tal fin se asoció con el músico escocés Eric Woolfson (compositor, teclista y vocalista ocasional), con el que formó una pareja artística duradera que quedaría bautizada como The Alan Parsons Project. Este dúo no estaría nunca a solas en el estudio de grabación, ya que Parsons demostró desde el principio que tenía buen ojo para buscar los colaboradores más adecuados: ¿Que hace falta una voz seria y solemne como introducción a la obra? Pues nadie mejor que Orson Welles, que siempre engrandece todo con su sola presencia (aunque no se llegó a incluir en la mezcla original del álbum); ¿Que se necesitan armonías celestiales? Pues nada mejor que alguien de los Hollies. Y así…

 

Para debutar en el mundo de la música, no pudieron haber elegido una opción más estimulante que crear un disco conceptual a partir de obras de Edgar Allan Poe. Antes de continuar, debo avisar que se comentarán detalles de los cuentos que podrían considerarse como spoiler, así que avisad@s quedáis. Excepto el tema que abre el álbum y el que lo cierra, todo lo demás está referido a algunos de los relatos más conocidos de Poe. Bueno, El método del doctor Alquitrán y del profesor Trapaza no es tan conocida y puede tomarse como una pieza entre intrigante y humorística, aparte de que la letra de la canción correspondiente (‘(The System Of) Doctor Tarr And Professor Fether’) poco o nada tiene que ver con el relato. Pero el resto son obras maestras de Poe sobre la desesperación embocada a la locura (el poema El cuervo), el remordimiento exacerbado (El corazón delator), la venganza cruel y desproporcionada (El tonel de Amontillado) y el terror psicológico de connotaciones fantásticas (La caída de la Casa de Usher).

 

En la versión original de este álbum no se incluyó la voz de Orson Welles como introducción en ‘A Dream Within A Dream’, lo cual tampoco es ninguna pérdida excepcional. Aquí podemos escuchar su solemne voz, que ciertamente queda mejor que las recitaciones de Edge en los discos de los Moody Blues, para luego dar paso a una pieza instrumental de carácter envolvente que nos permite adentrarnos en esa atmósfera especial necesaria para la imaginería de Poe. De esa manera, llegamos al intermitente bajo que introduce ‘The Raven’, donde en primer lugar escuchamos una voz robótica para interpretar al protagonista, decisión algo desafortunada. Por suerte, tras unos formidables pasajes instrumentales, la voz se torna melódica y en la recta final no puede sonar más emocionante mientras canta esos frenéticos versos: “Thus quoth the raven: Nevermore”. Este tema está estructurado más o menos en forma de crescendo, de tal manera que la apoteosis final posee un gran efecto catártico. Pero en general las composiciones transitan entre momentos lentos y otros más rápidos. Una de las excepciones es ‘(The System Of) Doctor Tarr And Professor Fether’, desarrollada a base de pegadizos ritmos de corte funky que se desenvuelven con soltura, mostrando así una cierta versatilidad en el sonido.

 

Arthur Brown deja su clara impronta mediante alaridos delirantes en ‘The Tell-Tale Heart’, siendo el mejor protagonista posible para reflejar la locura que impregna al personaje. Quizá lo conocieran de antes, pero su aparición maníaca en la película de Tommy en 1975 seguro que no les pasó desapercibida a Parsons y Woolfson. En el apartado musical, los estruendosos acordes que afloran en los finales de verso no hacen sino enfatizar la locura del protagonista, decidido a cometer un vil crimen. Llegamos también a un breve momento de relajación donde una voz angelical hace de narrador para explicar el éxito del crimen: “And he won't be found at all / Not a trace to mark his fall / Nor a stain upon the wall”. Luego se retoma la historia nuevamente en primera persona con el vendaval sonoro que le acompaña, hasta que asistimos al hundimiento psicológico del personaje. La propuesta musical para ‘The Cask Of Amontillado’ no podía ser más cruel, ya que celestiales armonías vocales (con la participación de Terry Sylvester de los Hollies) engrandecen su estribillo donde los dos personajes del cuento interactúan para reflejar ese momento de lucidez de la víctima, que se da cuenta de lo que está sucediendo, antes de pasar a una potente sección instrumental de tono trágico. Sylvester vuelve a participar, pero como cantante principal, en el cierre final mediante la balada pop ‘To One In Paradise’, una manera un tanto convencional de acabar un álbum tan excepcional. No es que sea tampoco la típica balada, como tampoco puede negarse que está ejecutada con gusto, así que deja una buena sensación final.

 

La caída de la casa de Usher está estructurada como una suite en parte orquestal y dividida en cinco movimientos. Aquellos de corte orquestal no se diferencian del estilo musical de, por ejemplo, los ballets del primer cuarto del siglo XX que hicieran Stravinski o Manuel de Falla, es decir, con diferentes secciones que buscan una faceta descriptiva de la música, aunque en el caso presente se echan en falta melodías donde sustentar el interés. Más interesantes resultan los dos movimientos donde tocan los músicos de rock. Las exiguas notas de órgano que introducen ‘Arrival’ hacen pensar inmediatamente en la sección final de ‘A Saucerful Of Secrets’ de Pink Floyd, aunque en su desarrollo no deja de ser una mera variación de ‘A Dream Within A Dream’. Mejor y más emocionante resulta ‘Pavane’ gracias a unas melodías más originales y atrayentes.

 

La verdad es que da mucho juego la conjugación de una obra literaria con una obra musical, sobre todo cuando la música está a la altura de la obra que pretende evocar. No es que sea un álbum perfecto, pero es quizá el más equilibrado de Alan Parsons Project y además sirve para revisar los cuentos de Poe desde una perspectiva diferente. Mucho mejor que las adaptaciones cinematográficas de Roger Corman, muy dignas, voluntariosas y originales para tener un bajo presupuesto, pero con un resultado alejado de la grandeza del escritor de Baltimore (aunque nacido en Boston).

I ROBOT

Año de publicación: 1977

Puntuación:

1) I Robot; 2) I Wouldn't Want To Be Like You; 3) Some Other Time; 4) Breakdown;

5) Don't Let It Show; 6) The Voice; 7) Nucleus; 8) Day After Day (The Show Must Go On);

9) Total Eclipse; 10) Genesis Ch. 1 v. 32.

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Parece que al principio de su carrera The Alan Parsons Project le había cogido el gusto a las obras literarias, ya que esta continuación se basa en la novela de ciencia ficción I, Robot de Isaac Asimov. Es decir, no es una adaptación musical como en buena parte había sido el álbum anterior, sino que se toma la idea de los avances tecnológicos como un peligro cuando no se controlan sus consecuencias, temática muy en boga en esa época algo tensa todavía respecto a la Guerra Fría. Nuevamente, la lista de cantantes invitados es amplia y sobresalen los nombres de Allan Clarke (otra vez un miembro de los Hollies tras Sylvester) y Steve Harley. De la producción, no hace falta decir quién realiza esas labores.

 

La pieza de mismo título que el álbum y que sirve como introducción, vuelve a ser un instrumental de corte progresivo, en este caso con un ritmo más o menos dinámico de aires funk al que se van añadiendo florituras con los teclados, aunque su mayor acierto quizá sea la adición de unos coros etéreos al estilo de ‘Atom Heart Mother’ de Pink Floyd. Por algo su productor en 1970 había sido Alan Parsons. En cambio, ‘Total Eclipse’ podría haberse inspirado también en Pink Floyd pero no es más que un clímax orquestal que repite la misma idea del final de La caída de la Casa de Usher. De manera similar, en ‘Nucleus’ y ‘Total Eclipse’ no hacen sino emular la música ambiental ya en boga por esa época y con un resultado discreto, aunque al menos no se hacen muy largas.

 

Es inevitable encontrar similitudes con el disco de debut, pero son muchas menos de las que cabría esperar. El ejemplo más claro es la típica y tópica balada pop ‘Day After Day (The Show Must Go On)’ podría ser el final agradable y olvidable del álbum, al estilo de ‘To One In Paradise’. El gusto por el funk que ya habían sugerido en su debut, aquí tiene otro ejemplo menos original en ‘I Wouldn't Want To Be Like You’, de ritmo más apropiado para la música disco. De haber sido ligeramente más rápido, estaríamos hablando de ¡un tema de baile de Alan Parsons Project!

 

La pomposidad, todavía bien entendida, llega de la mano de ‘Breakdown’, donde memorables melodías vocales (cortesía de un irreconocible Allan Clarke) vienen acompañadas de un poderoso ritmo que se acaba ensalzando mediante la adición de instrumentos orquestales y unos apocalípticos coros a lo Carmina Burana. El gran Steve Harley aparece como cantante solista invitado en ‘The Voice’ y realiza una estupenda interpretación, transmitiendo esa dosis de intriga con su peculiar voz. El intermedio instrumental es algo tosco y no acaban de encajar del todo el solo de bajo con los arreglos de violines, único problema que se le puede objetar a esta canción. Por otro lado, las baladas ostentosas y comerciales tan asociadas al nombre de Alan Parsons tienen aquí un precedente claro con ‘Don't Let It Show’, de elaborada parte vocal y bastante sencillez en comparación a lo habitual, si exceptuamos la coda.

 

La pieza más emocionante de todo el álbum es sin duda ‘Some Other Time’. Comienza como una delicada pieza acústica donde una suave voz casi nos mece al mismo tiempo que nos canta, algo que se interrumpe con la entrada de una memorable y épica melodía que será recurrente. La segunda estrofa cantada tendrá como cambio de ritmo una especie de puente (“Could it be that somebody else is looking into my mind”) que llega a un pletórico estribillo, antes de lanzarse a un sensacional intermedio instrumental a partir del cual se retomará la estructura inicial. Nos quedaría citar el último tema del disco, en el cual cabe señalar que no existe un versículo nº 32 en el Génesis, sino que se queda en el 31; por eso ‘Genesis Ch. 1 v. 32’ queda como el final abierto de esta obra literario-musical, ya que además se trata de un instrumental de corte épico donde se fusionan a la perfección los instrumentos de rock con los orquestales.

 

En resumen, tenemos un álbum algo descompensado por el exceso de piezas ambientales que probablemente solo tengan sentido en el contexto de la novela, pero no para quienes se acerquen a esta música con intención de encontrar algo original como así era en el anterior álbum. Sigue habiendo un buen puñado de melodías memorables y eso lo convierte en un disco aceptable que puede escucharse con interés, pero se hubiera agradecido alguna canción más que llegara al excelso nivel que han demostrado en otros momentos.

PYRAMID

Año de publicación: 1978

Puntuación:

1) Voyager; 2) What Goes Up; 3) The Eagle Will Rise Again; 4) One More River;

5) Can't Take It With You; 6) In The Lap Of The Gods; 7) Pyramania;

8) Hyper-Gamma-Spaces; 9) Shadow Of A Lonely Man;

[BONUS TRACKS:] 10) Voyager/What Goes Up/The Eagle Will Rise Again;

11) What Goes Up/Little Voice; 12) Can't Take It With You; 13) Hyper-Gamma-Spaces;

14) The Eagle Will Rise Again; 15) In The Lap Of The Gods; 16) In The Lap Of The Gods.

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En vez de continuar con una tercera obra literaria, el conceptualismo se mantiene con la temática de las pirámides, decisión un tanto arriesgada cuando podían dar pie a similitudes con The Dark Side Of The Moon de Pink Floyd, cuyo productor había sido Alan Parsons. En esta ocasión, entre los músicos invitados no encontramos nombres tan ilustres como en los álbumes previos, tan solo Colin Blunstone es conocido, aunque solamente para quienes conozcan la existencia de ese maravilloso grupo de culto de los sesenta llamado The Zombies. Que hubieran participado otros músicos carismáticos tampoco hubiera servido para mejorar mucho más este disco tan discreto, ya que las composiciones buscan demasiado la atmósfera y se olvidan de las melodías. Al menos de las melodías originales.

 

‘Voyager’ es el típico inicio instrumental de Parsons que trata de intrigar al oyente, enlazándolo luego con ‘What Goes Up’, un tema entre decadente y sombrío que solo cobra interés en su efusivo intermedio instrumental donde aparece la orquesta. Curiosamente, está cantada por el bajista que tenían en ese momento, en vez de emplear un vocalista aparte, tal como era lo habitual. Por ejemplo, la voz de Colin Blunstone nos llega en ‘The Eagle Will Rise Again’, una balada acústica que se beneficia mucho de contar con un experimentado cantante, ya que de otra manera caería con seguridad en la vulgaridad. Lo que no es nada habitual en The Alan Parsons Project es encontrar una canción como ‘Pyramania’, totalmente atípica para ellos. El pop y la voz en falsete hacen que parezca una canción de Supertramp, pero tiene su gracia y queda aquí como un soplo de aire fresco entre tanta pretendida solemnidad recurrente.

 

En principio, ‘One More River’ no es más que una reescritura de ‘The Tell-Tale Heart’ pero ya sin la voz desquiciada de Arthur Brown, aunque parece que el cantante actual pretende añadir variedad y mordiente a su interpretación. La parte instrumental sigue siendo entretenida y añaden un incisivo solo de saxofón que queda muy original. El inicio de ‘Can't Take It With You’ y su dinámico ritmo hacen albergar esperanzas de encontrarnos con un gran tema, pero se desarrolla de manera demasiado convencional y bien se le podría recortar el último minuto que repite lo ya escuchado. Si nos fijamos en el instrumental ‘Hyper-Gamma-Spaces’, es una mezcla entre la música disco y las veleidades electrónicas que tampoco era una novedad para 1978, pero denota la visión comercial de Parsons. Por otro lado, el título de ‘In The Lap Of The Gods’ hace pensar en Queen, pero no es más que un instrumental de relleno que añade coros a una parte instrumental que suena a lo mismo que hemos asistido durante todo el álbum. De hecho, si escuchamos la demo acústica en los bonus tracks, deja mejor impresión al no buscar tanta ostentación.

 

Para el final nos dejan una balada orquestal (‘Shadow Of A Lonely Man’) bastante corriente pero agradable de escuchar, aunque se olvida rápidamente conforma acaba. En la reedición en CD encontramos diversos bonus tracks que contienen tomas alternativas (alguna de ellas en forma de instrumentales) de los temas ya vistos, así que el interés que pueden suscitar es más bien escaso, por no decir nulo. La única excepción es la supuesta toma alternativa de ‘The Eagle Will Rise Again’, puesto que parece otro tema diferente al ser un instrumental en forma de pop-rock con ritmo de guitarras acústicas. Puede decirse que esto último junto a ‘Pyramania’ son lo más refrescante de un álbum poco vistoso y menos emocionante, que aparte ponía en evidencia las limitaciones que presentaba el dúo de Parsons y Woolfson cuando la inspiración no les llegaba a la hora de componer.

2020

EVE

Año de publicación: 1979

Puntuación:

1) Lucifer; 2) You Lie Down With Dogs; 3) I'd Rather Be A Man; 4) You Won't Be There;

5) Winding Me Up; 6) Damned If I Do; 7) Don't Hold Back; 8) Secret Garden;

9) If I Could Change Your Mind; [BONUS TRACKS:] 10) Elsie's Theme From 'The Sicilian Defence' (The Project That Never Was); 11) Lucifer; 12) Secret Garden; 13) Damned If I Do; 14) Don't Hold Back; 15) Lucifer; 16) If I Could Change Your Mind.

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2020

Llegamos al cuarto disco en cuatro años de este grupo, una prolífica producción que comenzaba ya a dar signos de cansancio por la repetición de ideas. Volvemos a encontrarnos una obra conceptual pero al estilo de Pyramid, es decir, sin sustentarla en ninguna obra literaria. El título, un nombre femenino, anuncia la temática de este álbum: la mujer. Por tanto, el nombre no es casual, sino que les permite proyectar esa referencia femenina hasta la Eva bíblica culpable/culpabilizada de la expulsión del paraíso, suceso bíblico que consolidó durante siglos una misoginia primitiva que aquí aflora en algunos momentos. En cualquier caso, la portada pretende dar a entender lo contrario, de ahí que se puedan discernir algunas heridas tras los velos de esas mujeres. También puede dividirse el conceptualismo en dos partes, pues más o menos una mitad del disco trataría sobre el punto de vista masculino y machista (los títulos son reveladores), mientras la segunda parte sería más femenina, incluida la voz principal.

 

Una pieza muy conocida de Alan Parsons Project es la que abre el álbum, el instrumental ‘Lucifer’, el cual podría pasar perfectamente por una composición de Vangelis al conjugar capas de sintetizadores con poderosas melodías solemnes, una síntesis entre lo antiguo y lo moderno. La diferencia con respecto al otro instrumental de este álbum, ‘Secret Garden’ (título que nos lleva a Adán y Eva), es más que evidente, ya que ‘Secret Garden’ parece una jam comercial sin ninguna melodía que pueda destacarse, retocado luego con arreglos varios para maquillarlo. Por otro lado, igual que nos acordamos de Vangelis durante ‘Lucifer’, también nos acordaremos de otros artistas y grupos en otros temas, denotando la pérdida de originalidad que estaba sufriendo el dúo Parsons/Woolfson. En ‘Winding Me Up’ parece que estemos escuchando a la Electric Light Orchestra, tanto por el momento en el que entran los instrumentos de viento como por ese segundo breve estribillo (“But you caught me by surprise / Burned me with your eyes / Cut me down to size”) que suena a Jeff Lynne total. A los Bee Gees (sin los falsetes) nos recuerda ‘You Won't Be There’, que es la típica balada de sobremesa, sin alicientes, aunque al menos está implementada con profesionalidad y gusto.

 

Mediante ‘You Lie Down With Dogs’ establecen las bases de lo que serán sus temas más dinámicos de los ochenta, aquí con un gancho especial que permite obviar su letra algo misógina. Aunque para misoginia clara y directa tenemos ‘I'd Rather Be A Man’, en un tono similar a la canción previa y con alusiones a las manzanas del Génesis. Eso sí, cabe entender esta misoginia como intencionada, es decir, con el propósito de visibilizar una situación tristemente habitual. Estas dos canciones fluyen con naturalidad aunque la frescura que poseía The Alan Parsons Project en sus inicios se estuviera consumiendo rápidamente. De ahí que cuando el sinfonismo lo fuerzan porque no aflora con naturalidad, les sale algo bastante vulgar como ‘Damned If I Do’, pero al menos esta canción se mantiene en unos parámetros cualitativos suficientes y eso sirve para poder escucharla con cierto agrado.

 

En ‘Don't Hold Back’ tenemos la sorpresa de escuchar una voz femenina, algo novedoso hasta este momento en la carrera de The Alan Parsons Project pero que parecía una necesidad para este álbum supuestamente sobre la mujer. En cualquier caso, es un vulgar pop del que solo puede destacarse que la cantante es nada menos que Clare Torry, aquella que ayudó a engrandecer ‘The Great Gig In The Sky’ de Pink Floyd con su improvisada parte vocal. Por tanto, Parsons la conocía bien, ya que fue el ingeniero de sonido en The Dark Side Of The Moon, como ya se ha recordado en anteriores ocasiones, y quien la presentó a Waters y compañía. Precisamente para cerrar el presente álbum aparece como cantante otra de las coristas de la citada obra de Pink Floyd, Lesley Duncan. En cualquier caso, ‘If I Could Change Your Mind’, es una convencional balada con arreglos orquestales que pretende ser un final de obra grandioso pero no consigue entusiasmar.

 

En los bonus tracks encontraremos irrelevantes tomas alternativas de grabación de varios temas del álbum (‘Lucifer’ hasta dos veces) y una interesante demo de piano solo que en principio iba a formar parte de The Sicilian Defence, un álbum también de 1979 que sería rechazado por la discográfica y archivado hasta su resurrección en 2014. Fuera de este instrumental entonces inédito, el resto de material adicional solamente satisfará a quienes sean fans acérrim@s de la banda. Para el resto de mortales, este álbum supone identificar a The Alan Parsons Project con música aburrida y pasada de moda, algo no del todo injusto. Eso sí, vale la pena descubrir ‘Lucifer’ y dejarse llevar por su fortaleza musical.

THE TURN OF A FRIENDLY CARD

Año de publicación: 1980

Puntuación:

1) May Be A Price To Pay; 2) Games People Play; 3) Time; 4) I Don't Wanna Go Home;

5) The Gold Bug;

[THE TURN OF A FRIENDLY CARD:] 6) i. The Turn Of A Friendly Card, Part I;

7) ii. Snake Eyes; 8) iii. The Ace Of Swords; 9) iv. Nothing Left To Lose;

10) v. The Turn Of A Friendly Card, Part II; [BONUS TRACKS:] 11) May Be A Price To Pay; 12-14) Nothing Left To Lose; 15) Time; 16) Games People Play; 17) The Gold Bug.

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Queda ya claro que The Alan Parsons Project crean sus obras a partir de una idea o concepto donde hilvanar las composiciones, más que nada para poder escribir unas letras que den una sensación de continuidad a una música que, en realidad, no deja de ser más de lo mismo que habían estado realizando desde sus comienzos. Afortunadamente, la deriva comercial que estaba tomando su música se endereza un poco al recoger ese espíritu melódico y sinfónico que había caracterizado sus mejores logros. En el libreto se nos cuenta de dónde vino la idea de basar este álbum en el concepto del juego. Tantísimo dinero habían ganado Parsons y Woolfson que se trasladaron a vivir por un tiempo a Montecarlo, uno de esos lugares cuyo paradigma es la conjunción de derroche y egoísmo, lo cual incluía para estos británicos las consabidas visitas a los casinos para probar fortuna en ellos.

 

Más o menos la primera mitad del álbum se mantiene en el estilo más comercial que habíamos observado en Pyramid y Eve, quizá con algo más de inspiración en los arreglos aunque las referencias a temas anteriores son bastante evidentes. El comienzo mediante ‘May Be A Price To Pay’ es una manera de tratar de capitalizar el éxito que había tenido ‘Lucifer’ pero añadiéndole parte vocal. El resultado no tiene tanta gracia y no deja de ser un agradable ejemplo de pop-rock de corte progresivo que tampoco se diferencia mucho del estilo comercial de grupos similares que pululaban en las radiofórmulas por entonces. Los prominentes sintetizadores que introducen ‘Games People Play’ parecen sacados de un disco de Jean Michel Jarre, pero muy pronto se transforma en un pop comercial de lo más vulgar que puede encontrarse. Respecto a esa búsqueda de lo comercial, probablemente Woolfson y Parsons se fijaron en el éxito que había conseguido Christopher Cross con la soberbia ‘Ride Like The Wind’ y quisieron hacer algo similar, pero no aciertan de ninguna manera.

 

Curiosamente, aunque por su título ‘Time’ hace recordar la canción de Pink Floyd, en la práctica se trata de una balada al estilo de ‘Us And Them’ de los de Cambridge. De hecho, si escuchamos la demo instrumental incluida en los bonus tracks, parece una reescritura de este último tema. Este tipo de balada melódica de ínfulas sinfónicas se convertirá en una opción recurrente a lo largo de los ochenta, lo cual incluye algunas de sus canciones más famosas. Por medio del álbum, una ubicación estratégica, nos meten una especie de techno-funk titulado ‘I Don't Wanna Go Home’ que resulta muy entretenido de escuchar y rememora grandes momentos de sus inicios. Y hablando de los inicios, volvemos a encontrar referencias al gran Edgar Allan Poe, en este caso con el instrumental a base principalmente de sintetizadores ‘The Gold Bug’, que es el título en inglés del cuento de intriga El escarabajo de oro. No obstante, tampoco se consigue entender la relación entre la música y la historia, siendo este cuento además de los que emplean las matemáticas (concretamente la estadística) para establecer su desarrollo y casi desenlace. Pero bueno, al menos la música es entretenida.

 

El título del álbum se corresponde con una extensa suite dividida en cinco temas independientes, donde el primero y el último son dos versiones distintas de, precisamente, el tema ‘The Turn Of A Lonely Card’. Esta suite es de lo mejor que habían realizado en los últimos años y no hay que perdérselo. Para empezar, la delicada y deliciosa melodía vocal de la primera parte de la canción que le da título, es una pequeña delicatessen para degustar con calma. El comienzo de ‘Snake Eyes’ es muy típico de The Alan Parsons Project y a estas alturas ya no sorprende, como tampoco su ritmo funk al estilo de lo que ya hicieran en ‘(The System Of) Doctor Tarr And Professor Fether’, aunque al menos está todo implementado con gusto y no falta un destacado solo de guitarra. Un clavecín entre barroco y medieval crea una sensacional introducción para ‘The Ace Of Swords’ en la mejor tradición de la música clásica, para luego dar paso a unas épicas melodías llevadas por la orquesta. Uno de los mejores instrumentales que han ideado estos chicos. Todavía estamos saboreándolo cuando llega otra joya titulada ‘Nothing Left To Lose’, en su primera parte totalmente alejada de la pomposidad que asociamos con Alan Parsons Project (se puede escuchar hasta un emotivo acordeón), para luego entrar en una deslumbrante coda instrumental con diversos cambios de ritmo y un apasionante solo de guitarra. La segunda parte de ‘The Turn Of A Lonely Card’ retoma lo que se ha hecho en la primera para añadirle luego una espectacular coda sinfónica donde vuelve a haber otro destacado solo de guitarra (y ya van tres en la misma suite, todo un logro).

 

Como es la costumbre, los bonus tracks son demos o mezclas diferentes de algunos de los temas, aquí con especial énfasis en destripar las partes básicas de ‘Nothing Left To Lose’, pero solo resultarán interesantes para los verdaderos fanáticos de este conjunto musical. Para el resto, tenemos más que suficiente con disfrutar de la evidente mejora que suponía The Turn Of A Friendly Card, que además fue un merecido éxito de ventas y toda una sorpresa porque en 1980 el rock sinfónico había quedado totalmente proscrito por las nuevas y revitalizadoras modas musicales.

EYE IN THE SKY

Año de publicación: 1982

Puntuación:

1) Sirius; 2) Eye In The Sky; 3) Children Of The Moon; 4) Gemini; 5) Silence And I;

6) You're Gonna Get Your Fingers Burned; 7) Psychobabble; 8) Mammagamma;

9) Step By Step; 10) Old And Wise;

[BONUS TRACKS:] 11) Sirius (demo); 12) Old And Wise (Eric Woolfson vocal);

13) Any Other Day (studio demo); 14) Silence And I (Eric Woolfson vocal);

15) The Naked Eye; 16) Eye Pieces (classical Naked Eye).

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Si los álbumes de The Alan Parsons Project se vendían moderadamente bien, llegamos aquí al primer gran éxito mundial propiamente dicho de esta pareja de músicos. Esto fue debido al también exitoso tema que da título al álbum, que en España llegó al número uno de ventas en singles y catapultó el álbum a la misma posición. En esta ocasión el conceptualismo no está tan claro y se mezcla un poco de simbología egipcia (de vuelta a las pirámides) con el zodiaco, pero no hay una temática que recorra la obra como ocurría con anterioridad. Tampoco es que eso suponga un problema, pues la mayor dificultad es la falta de inspiración a la hora de completar un álbum con un nivel alto y que se mantenga constante. Precisamente el problema recurrente a partir de ahora será que Parsons y Woolfson basarán sus álbumes en algún que otro tema inspirado y el resto de temas beberán de sus glorias anteriores.

 

De hecho, el instrumental ‘Sirius’ se emplea como introducción ambiental a esta obra, al estilo de lo que hicieron en su álbum de debut mediante ‘A Dream Within A Dream’, igualmente para dar paso a una de las canciones estrella del dúo. ‘Eye In The Sky’ es una de las canciones más radiadas de The Alan Parsons Project y lo merece por conjugar una emotiva parte instrumental de relajada ambientación junto a un elaborado estribillo de poderío vocal. La sombra de Tales Of Mystery And Imagination sigue siendo bien alargada y por ello el estilo de funk-pop de ‘(The System Of) Doctor Tarr And Professor Fether’ es aquí retomado una vez más en ‘Children Of The Moon’, la cual también incluye en su parte final unos instrumentos de viento que rememoran los de ‘The Raven’. Más originales en ese estilo suenan en ‘Psychobabble’, aunque esta canción suena amena y poco más. Eso sí, el cantante parece que esté imitando a Elton John. Precisamente cuando comenzamos a escuchar ‘You're Gonna Get Your Fingers Burned’, aunque se trata de otro vocalista, necesitamos comprobar si se nos ha cruzado este disco con uno de Elton John, aunque por desgracia debamos decir que con un Elton bien vulgar. Por otro lado, canciones como ‘Step By Step’ son de las que suenan amenas la primera vez pero se vuelven muy pronto monótonas y sin gracia, pues simplemente reproducen melodías sencillas y fácilmente radiables, lo cual en realidad remarca su carácter comercial y vulgar.

 

El intermedio orquestal y el solo de guitarra en la coda al estilo Gilmour (Pink Floyd) de ‘Silence And I’ son detalles que embellecen lo que es una agradable balada de comienzo más contemplativo, en la cual se van añadiendo curiosos arreglos conforme avanza. En el fondo tampoco están haciendo nada novedoso o que llame poderosamente la atención, pero al menos consiguen realizarlo con gusto. Le falta el salto cualitativo que sí consiguen en la final ‘Old And Wise’, pues tanto la parte vocal como la instrumental contienen memorables melodías que encajan a la perfección con su mensaje mezcla de resignación y de lucidez ante la inminente muerte que acecha al narrador. La elección de Colin Blunstone, el vocalista de los míticos The Zombies, es perfecta porque su voz transmite con delicadeza unos sentimientos tan trascendentales para quien los posee en ese momento final. En los bonus tracks podemos encontrar una versión previa con Woolfson como cantante y se nota la diferencia, sin que ello sea menospreciarla porque Woolfson también sabe transmitir emociones con su voz. Pero no llega al nivel de alguien tan agraciado en ese sentido como Blunstone.

 

‘Gemini’ es una pieza principalmente coral donde solo han de seguir demostrando su maestría en la producción para conseguir unas voces perfectamente ensambladas. En cambio, ‘Mammagamma’ es un olvidable relleno instrumental que denota la incapacidad para completar un álbum de manera más o menos original. Podemos darnos por satisfech@s de que no llegarán a incluir la pieza ‘Any Other Day’ que encontramos como demo en los bonus tracks. En ellos encontramos algunas cosas interesantes como la demo de ‘Sirius’, la cual suena muy animada en comparación con la versión final. Lo más entretenido es el medley titulado ‘The Naked Eye’, en el cual engarzan grabaciones variadas para conformar una panorámica de todo el álbum en forma de versiones alternativas, hasta sobrepasar los diez minutos. La misma idea pero con las grabaciones de partes orquestales sirve para crear, a base de enlazar diferentes secciones editadas, el tema titulado ‘Eye Pieces’, en el cual reaparecen los elaborados arreglos orquestales que dan caché al álbum.

 

En resumen, este álbum peca de una gran irregularidad donde se entremezclan algunas brillantes composiciones con otras flojísimas más propias de un grupo que pretenda hacer pop sinfónico sin tener la capacidad para hacerlo. No es un mal disco, pero en conjunto tampoco sobrepasa un nivel de mediocridad que podrían mejorar con un mayor tiempo dedicado a la composición. De todas maneras, con el éxito de ventas conseguido, quedaba claro que no iban a cambiar este modelo de negocio. Estamos ya en los locos años ochenta en el que el vídeo musical catapultaba las ventas de un disco a niveles inesperados.

AMMONIA AVENUE

Año de publicación: 1983

Puntuación:

1) Prime Time; 2) Let Me Go Home; 3) One Good Reason; 4) Since The Last Goodbye;

5) Don't Answer Me; 6) Dancing On A Highwire; 7) You Don't Believe; 8) Pipeline;

9) Ammonia Avenue;

[BONUS TRACKS:] 10) Don't Answer Me (early rough mix); 11) You Don't Believe (demo); 12) Since The Last Goodbye (Chris Rainbow vocal overdubs); 13) Since The Last Goodbye (Eric guide vocal); 14) You Don't Believe; 15) Dancing On A Highwire/Spotlight;

16) Ammonia Avenue Part 1 (Eric demo vocal); 17) Ammonia Avenue (orchestral overdub).

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Todavía se empeñaban Alan Parsons y Eric Woolfson en hacer álbumes conceptuales, pero cada vez más como una intención inicial que como un compromiso para componer siguiendo una línea temática. Ya habían comprobado que era más efectivo tener algún tema con gancho comercial cuando las ideas musicales se iban agotando para poder sonar originales, así que aquí nada cambia (siguen los músicos habituales también) y simplemente se mejora un poco el nivel general que había hecho decaer Eye In The Sky más de lo deseable.

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Riesgos ya no se toman ni tampoco se antojan necesarios. ‘Prime Time’ puede tomarse como el prototipo de pop-rock comercial de los ochenta, instrumentalmente sintético y con su estribillo vistoso, aunque al menos se agradece que en este caso esté hecho con buen gusto y con suficiente gancho. Es lo mismo que podría decirse de ‘One Good Reason’, pues sin poder situarse entre lo más original o lo mejor que hayan hecho Woolfson y Parsons, ambas se escuchan con agrado y mantienen el interés. Desafortunadamente, no todo sigue en esa onda y es inevitable encontrarnos con contenido de relleno como ‘Dancing On A Highwire’ (cantada por Colin Blunstone) o ‘You Don't Believe’, como también era de esperar la típica balada comercial: ‘Since The Last Goodbye’. En ‘You Don't Believe’ resulta curioso escuchar las demos instrumentales ubicadas en los bonus tracks, pues predomina la guitarra en ellas, sobre todo en la segunda con la guitarra al estilo ‘Apache’ de The Shadows, tal como se encargan de indicarnos en la explicación que acompaña al título. Lo único flojo que encontraremos en este disco es el vulgar funk comercial de ‘Let Me Go Home’.

 

En el polo opuesto, dos canciones son las que sobresalen por encima del resto. Una es la que da título al álbum y la otra es la todavía radiada ‘Don't Answer Me’, de relativo éxito en España. Lo que más gracia hace de ‘Don't Answer Me’ es ese sonido omnipresente como de castañuelas que acompaña a su ritmo. Cuando se nos va la gracia, podemos disfrutar de esta balada spectoriana de pegadiza melodía vocal. La parte vocal es lo único verdaderamente bueno que tiene en realidad, pero más no se le podía pedir a The Alan Parsons Project a estas alturas. Por eso mismo sorprende la convicción que transmite emocionalmente ‘Ammonia Avenue’, una preciosa balada sin pomposidad ni densidad de sonido donde Woolfson vuelve a demostrar su valía como vocalista. Es el tema más acertado en su composición y ejecución, pues en primer lugar encontramos un emotivo piano al que luego sucede una mesurada orquestación guiada por una perfectamente estructurada y graduada percusión. A los dos minutos y medio cambia por completo el registro para introducirnos en una sección instrumental imprevisible pero repleta de melodías. Aparte, posee el final apoteósico necesario que bien podría haber servido para engrandecer este álbum de haber sido mejor en conjunto.

 

El dinámico ‘Pipeline’ es un instrumental que parece provenir del reciclaje de alguno de los pasajes de ‘The Fall Of The House Of Usher’, con algunas variaciones o cambios (como añadir un saxofón) para que se note menos. Como ya nos tienen acostumbrados en las reediciones en CD, los bonus tracks no incluyen ningún tema inédito, sino demos o tomas alternativas de la mayoría de temas conocidos. De ‘Ammonia Avenue’ encontramos la parte orquestal aislada, lo cual nos sirve para subrayar su grandeza si no nos habíamos percatado antes. Por consiguiente, una sensación agridulce deja esta obra, pues contiene grandes momentos pero parece ideada para satisfacer a quienes ya conocen la música de este dúo. Pero bueno, para ser los años ochenta, puede decirse que estaban capeando bien la tentación de basarse más en sintetizadores y tecnologías del momento.

VULTURE CULTURE

Año de publicación: 1984

Puntuación:

1) Let's Talk About Me; 2) Separate Lives; 3) Days Are Numbers; 4) Sooner Or Later;

5) Vulture Culture; 6) Hawk­eye; 7) Somebody Out There; 8) The Same Old Sun;

[BONUS TRACKS:] 9) No Answers Only Questions (final version);

10) Separate Lives (alternative mix); 11) Hawk­eye (demo); 12) The Naked Vulture;

13) No Answers Only Questions (the first attempt).

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La excusa conceptual de Woolfson y Parsons para seguir publicando nuevas obras viene en este caso de una crítica a la mentalidad materialista-depredadora que busca obtener el beneficio en base a buscar las fisuras jurídicas que permiten preparar la trampa precisa para beneficiarse del sistema. Cuántos ejecutivos han conseguido medrar en las grandes empresas con estas estrategias o simplemente con saber jugar con las cuentas contables y asignar costes donde van a pasar desapercibidos. The Alan Parsons Project tampoco puede decirse que hagan música por amor al arte (eso quizá en los primeros años), sino por amor al dinero, de tal manera que este nuevo álbum prosigue con el estilo comercial que ya se había vuelto la norma. No era necesario dejar de hacer lo mismo cuando las ventas de discos eran satisfactorias (que es precisamente lo que decidiría un buen ejecutivo de hoy en día: no importa que el producto o servicio sea malo si se sabe vender).

 

Cuando comenzamos a escuchar ‘Let's Talk About Me’ lo primero que hacemos es asegurarnos de que no hemos puesto un disco de Supertramp por error, pues suena a composición de Roger Hodgson por los cuatro costados, incluso por la voz del bajista David Paton. Eso sí, suena a unos Supertramp comerciales pero con encanto. No obstante, como cabe esperar del disco promedio de los Alan Parsons Project ochenteros, no falta aburrida música de relleno como ‘Sooner Or Later’ o ‘Days Are Numbers’, donde en esta última no falta el consabido solo de saxofón tan extendido en los ochenta para las canciones pretendidamente “con gusto”. Lo que no es tolerable de ningún modo es el lamentable pop comercial de sintetizadores impropio de un grupo de cierto prestigio como The Alan Parsons Project, tal cual encontramos en ‘Separate Lives’.

 

La canción que da título al álbum prosigue el estilo de funk comercial y casi trivial que gustaban de incluir, pero no deja de ser un simple relleno, aunque al menos suena agradable, que es lo que puede decirse en positivo también del fútil instrumental que llega a continuación, ‘Hawkeye’, bien ejecutado y con un saxofón que al menos encaja bien en la propuesta que ofrece de dinámico pop dirigido por el teclado. Colin Blunstone vuelve a aparecer como vocalista, esta vez en una destacada balada titulada ‘Somebody Out There’ que luego cambia de ritmo, donde por fin podemos escuchar un solo de guitarra que suena emotivo, toda una excepcionalidad para un conjunto que cada vez sonaba más sintético. Para acabar de manera amistosa este mal álbum nos colocan la convencional balada ‘The Same Old Sun’, que se olvida inmediatamente.

 

En los bonus tracks de la reedición en CD nos encontramos un descarte titulado ‘No Answers Only Questions’, el cual se nos presenta en dos versiones, el primer intento y la versión final. Tanto en una versión como en la otra, se trata de una sencilla pieza acústica que deja más bien indiferente, aunque se atisban unas melodías vocales que podrían haber significado conseguir una composición interesante, de haberla trabajado más o, cuando menos, de haber añadido más instrumentación. Como ya viene siendo tradición en las reediciones, se incluye una unión de varios extractos de las grabaciones bajo el título de ‘The Naked Vulture’ que no tiene mayor interés. Lo único positivo que tienes este álbum es pensar que podría haber sido mucho peor, pero apenas tiene nada que ofrecer salvo la misma profesionalidad que siempre. El aspecto creativo ya “si eso” lo dejamos para otro día.

STEREOTOMY

Año de publicación: 1985

Puntuación:

1) Stereotomy; 2) Beaujolais; 3) Urbania; 4) Limelight; 5) In The Real World;

6) Where's The Walrus?; 7) Light Of The World; 8) Chinese Whispers; 9) Stereotomy Two; [BONUS TRACKS:] 10) Light Of The World (backing track); 11) Rumour Goin' Round (demo); 12) Stereotomy (Eric Woolfson guide vocal); 13) Stereotomy (backing rough mix).

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Si antes de escuchar este álbum leemos en el libreto que su título es una palabra extraída por Woolfson de Los crímenes de la Rue Morgue de Edgar Allan Poe, podemos pensar con satisfacción que The Alan Parsons Project se ha vuelto a inspirar en el maestro del Romanticismo gótico y que eso les llevaría a mejorar su producción. Obviamente, nadie podía esperar un nuevo Tales Of Mystery And Imagination, pero de todas maneras las referencias a Poe o al nivel de aquel debut se quedan en el título. Lo que encontraremos aquí es a un dúo de compositores en plena decadencia, cada vez yendo a peor y sumiéndose en la vulgaridad como norma.

 

Es apreciable la pasión que pone el vocalista John Miles en ‘Stereotomy’, pero es una canción basada en sintetizadores que suena a producto de los ochenta pasado de moda, por mucho que se incluya un delicado puente cantado por Woolfson pasados los cinco minutos, que es la única parte notable de la composición. En los bonus tracks encontramos un rough mix más interesante porque colocan la guitarra en primer plano, pero no es tampoco nada del otro mundo. La sensación que deja ‘Beaujolais’ es que el dúo vio el éxito que había tenido Phil Collins con ‘Sussudio’ y pensó que podía hacer una basura sintetizada similar. Si a Phil le aplaudían por ello, es que era el camino correcto. No menos lamentable resulta ‘In The Real World’, la típica canción de los ochenta con guitarras sintéticas y horribles sintetizadores aportando una falsa sensación de jovialidad.

 

‘Urbania’ es el típico instrumental de los ochenta, artificial y sin melodías originales. Tan solo la manera de finalizarlo parece creativa, o quizá es la alegría de que se acabe lo que deja buena sensación. El título de ‘Where's The Walrus?’ es una broma relacionada con los Beatles y lo único interesante de esta larga pieza instrumental que al menos hace un uso mínimamente inteligente de los sintetizadores, aunque en la práctica no consiguen nada más que siete minutos y medio de relleno. Parece que es uno de los escasos momentos en el que Parsons se sentó entre las máquinas y se esforzó en conseguir algo decente. Como le sobraría un poco de tiempo, le salió luego el contemplativo minuto de ‘Chinese Whispers’, cuyos motivos orientales representan el único momento de aparente creatividad de todo el álbum.

 

No pueden faltar monótonas baladas pomposas, como por ejemplo ‘Light Of The World’. El gran Gary Brooker (Procol Harum) aparece desaprovechado como vocalista en ‘Limelight’, una empalagosa balada de canción ligera que aquí en España, en esos años, podría haber incluido el cantante Francisco en uno de sus discos y ni se hubiera notado el cambio. Encontrar un tema inédito en los bonus tracks no puede resultar en nada peor a lo que se ha escuchado previamente, pero es una lástima comprobar que en la demo de ‘Rumour Goin' Round’ hay trazas de poder haber sido lo mejor de este disco por algunos interesantes cambios de ritmo y detalles instrumentales, aparte de lo que podría haber conformado la parte vocal, pues tan solo escuchamos el tarareo de Woolfson para dejar plasmada la melodía donde haber colocado una hipotética letra. Se aprecia el potencial de la canción y queda de manera humillante como lo mejor de este disco, que es una verdadera calamidad que arruinaba la reputación de The Alan Parsons Project.

GAUDI

Año de publicación: 1987

Puntuación:

1) La Sagrada Familia; 2) Too Late; 3) Closer To Heaven; 4) Standing On Higher Ground;

5) Money Talks; 6) Inside Looking Out; 7) Paseo de Gracia; [BONUS TRACKS:] 8) Too Late; 9) Standing On Higher Ground/Losing Proposition; 10) Money Talks; 11) Money Talks;

12) Closer To Heaven; 13) Paseo de Gracia; 14) La Sagrada Familia.

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Resulta paradójico que cuando The Alan Parsons Project estaban cayendo en picado en originalidad y creatividad se fijaran en la figura de un arquitecto tan célebre y peculiar como Antoni Gaudí como inspiración de su nuevo álbum. Es decir, uno espera que una música que acompañe la imagen de Gaudí sea tan grandiosa, impactante y vanguardista como la obra del catalán. Pero Woolfson y Parsons no eran ya precisamente aquellos sesudos músicos que asombraron poniendo música a la obra de Poe. El único esfuerzo loable lo realizan en el primero de los temas, dedicado al Temple Expiatori de la Sagrada Família, pero luego vuelven a sumergirse en la misma mediocridad que les acompañaba desde hacía años. No obstante, en España el álbum llegó al número uno de ventas (aunque tan solo estuvo una semana en esa posición) por motivos bien obvios.

 

Así pues, la duración de casi nueve minutos de ‘La Sagrada Familia’ está justificada porque presenta una cierta diversidad melódica y recupera la pomposidad bien entendida, sobre todo porque se trata de hacer algo ostentoso a la altura del monumento arquitectónico que le da título. Lo que sí es vulgar relleno ochentero es ‘Too Late’, por mucho que en el tramo final incluyan un interesante solo de guitarra. También bordea el aburrimiento la extensa ‘Inside Looking Out’, pero está bien construida y eso va a su favor. Mejor sensación transmite ‘Closer To Heaven’, si bien tampoco puede considerarse como algo destacado en este flojísimo álbum. Pero se nota que haber elegido el nombre de Gaudí les obliga a esforzarse por sonar mínimamente agradables, aunque sea mediante el pop que se olvida rápidamente de ‘Standing On Higher Ground’ o el de ‘Money Talks’.

 

La vulgar guitarra española y las cutres maracas que se añaden en el instrumental ‘Paseo de Gracia’ para intentar darle un toque español es un recurso que queda tan chabacano como si para una composición ambientada en la ciudad de Milán se inspiraran en la música napolitana. Repite además una de las melodías de ‘La Sagrada Familia’, como muestra de que la creatividad no daba para hacer mucho más de lo que ya habían mostrado a lo largo del disco. Sobre los bonus tracks con tomas alternativas no vale la pena perder ni un segundo. Como no podía ser de otra manera, la colaboración entre Parsons y Woolfson llegó aquí a un punto casi muerto porque el proyecto estaba más que exprimido. Ni siquiera podían conseguir ya éxitos comerciales puntuales como ‘Eye In The Sky’ o ‘Don't Answer Me’, y sin aliciente artístico ni económico se veía difícil la continuación, quebradas también las relaciones personales entre ambos compañeros.

2021

FREUDIANA

Año de publicación: 1990

Puntuación:

1) The Nirvana Principle; 2) Freudiana; 3) I Am A Mirror; 4) Little Hans; 5) Dora;

6) Funny You Should Say That; 7) You're On Your Own; 8) Far Away From Home;

9) Let Yourself Go; 10) Beyond The Pleasure Principle; 11) The Ring; 12) Sects Therapy;

13) No One Can Love You Better Than Me; 14) Don't Let The Moment Pass;

15) Upper Me; 16) Freudiana; 17) Destiny; 18) There But For The Grace Of God.

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2021

Llegados a un punto muerto como dúo, la idea de Eric Woolfson fue crear un musical, algo que no pareció agradar a Parsons y por ello el peso de la creación recayó en su compañero. De hecho, el disco ha tenido varias ediciones y en algunas ni siquiera aparece el nombre de The Alan Parsons Project en la portada, aunque en la práctica Parsons seguía a las riendas de la producción. Esta vez se volvieron a fijar en una personalidad emblemática del siglo XX: Sigmund Freud, figura clave del psicoanálisis y todo un revolucionario para que la humanidad comenzara a cuestionarse muchos aspectos relacionados con la personalidad y que se explicaban simplistamente a partir de conceptos englobados en la superstición y la religión (el alma, el Diablo, la futurología, etc.). Para dar mayor empaque al musical cuentan con la colaboración de un número mayor de lo habitual de artistas con cierta fama, como por ejemplo Eric Stewart (10cc) o Kiki Dee (la que cantó a dúo ‘Don't Go Breaking My Heart’ con Elton John). Ha de existir algún gancho comercial para los musicales.

 

Así pues, todo el álbum está compuesto por Woolfson excepto el instrumental ‘Beyond The Pleasure Principle’, escrito por Parsons con una introducción pomposa de banda sonora que tampoco sirve de mucho, pues se olvida todo rápidamente conforme acaba. Para cumplir con la tradición en la discografía de The Alan Parsons Project, el primer tema del disco (‘The Nirvana Principle’) es instrumental e incluso hacia la mitad recuerda un poco el estilo épico de ‘Lucifer’. De manera análoga, para que no se nos olvide de dónde vienen los creadores de esta obra, encontraremos aburridas baladas en el estilo comercial típico que habían adoptado en los ochenta (‘Dora’, ‘Far Away From Home’, ‘There But For The Grace Of God’), como también las típicas piezas de pop comercial más dinámico (‘The Ring’, ‘Upper Me’). Quizá el único tema que recuerda el estilo de The Alan Parsons Project, pero en su acepción buena y sin que suene falsamente emotivo, es ‘Let Yourself Go’.

 

Pero esta obra no es la típica de The Alan Parsons Project y en buena parte del álbum encontramos una cierta variedad de estilos que no parecerían del mismo compositor si no lo supiéramos a priori. Es obvio encontrar algunas piezas teatralizadas con pluralidad vocal que nos recuerdan que estamos ante un musical (‘Funny You Should Say That’, ‘Sects Therapy’, ‘No One Can Love You Better Than Me’), siendo también las que denotan una mayor elaboración porque no es fácil conjuntar diferentes voces y entonaciones dentro de una estructura musical. El pop británico más inocente de los sesenta aparece aquí mediante ‘Little Hans’, mientras que ‘I Am A Mirror’ parece una penosa reescritura de ‘Holding Out For A Hero’, ese éxito ochentero popularizado por Bonnie Tyler. Kiki Dee es la invitada para cantar ‘You're On Your Own’, que suena demasiado comercial y Dee tampoco puede arreglar mucho.

 

Paradójicamente, o no tanto, lo mejor de la obra es el brevísimo canto a cappella de ‘Destiny’, una bella pieza coral que parece extraída del cancionero del Renacimiento. Sorprende leer que el excelso canto es del vocalista habitual del proyecto, Chris Rainbow, a quien le debieron doblar la voz varias veces para conseguir ese majestuoso efecto coral. En cualquier caso, no sirve para salvar la obra de la mediocridad en lo que respecta al apartado musical. Sería necesario ver la obra en escena para poder extraer las conclusiones más apropiadas, pero la música sigue la estela de lo que habían hecho los años anteriores y por ello es otra entrada innecesaria dentro de la discografía de un proyecto que en realidad ya estaba disuelto.

THE SICILIAN DEFENSE

Año de publicación: 2014

Puntuación:

1) P-K4; 2) P-Qb4; 3) Kt-KB3; 4) ...Kt-QB3; 5) P-Q4; 6) PxP; 7) KtxP; 8) Kt-B3; 9) Kt-QB3;

10) P-Q3.

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Este álbum no significó un retorno de The Alan Parsons Project (algo ya imposible por el fallecimiento de Woolfson en 2009), sino que fue la recuperación de un proyecto perdido que tuvo una génesis de índole económica. En 1979 necesitaban grabar un nuevo álbum para cumplir el contrato firmado con la discográfica y así poder negociar unas nuevas condiciones más acordes al éxito que estaban disfrutando. De esta manera, se metieron tres días en el estudio de grabación y, bajo la idea conceptual de los movimientos de una partida de ajedrez, crearon una obra completamente instrumental y sin artificios de producción que les permitió consumar sus obligaciones legales. Por supuesto, los ejecutivos de la discográfica se sentirían horrorizados al pensar en la posibilidad de distribuir una música tan alejada de la imagen comercial que habían creado con el nombre de The Alan Parsons Project que The Sicilian Defence quedó archivada para siempre, también con el beneplácito de sus autores.

 

Los únicos componentes musicales que encontraremos en el contenido del álbum son el piano y los sintetizadores, nada más, si bien tampoco deja la sensación de que estemos escuchando unas demos, salvo casos bien concretos. El flojo comienzo de ‘P-K4’ y sus horrendos sintetizadores ya nos confirma que este proyecto fue concebido como una obra menor destinada a cumplir un acuerdo contractual. La rapidez con la que grabaron les lleva inevitablemente a sonar a cualquier cosa menos a ellos mismos. Aunque deja buena sensación el ritmo rápido aplicado en ‘PxP’, en ‘Kt-KB3’ parecen una imitación barata de Jean-Michel Jarre. ‘Kt-B3’ es un breve crescendo orquestal caótico en la vena de ‘A Day In The Life’ de The Beatles que sirve de transición entre temas, mientras que el tétrico final mediante ‘P-Q3’ lo podrían haber destinado a la banda sonora de alguna película de terror de serie B.

 

Encontramos excelentes piezas de piano solo que son lo mejor del álbum, pues de esa manera se alejan de artificiosidades de producción como las que pueblan el resto del contenido. En cualquier caso, la bella pieza de piano solo ‘P-Qb4’ podría haber sido aprovechada para elaborarla algo más, esto es, añadiéndole letra y otros arreglos. A la que no haría falta añadirle nada es a ‘P-Q4’, pues posee la solemnidad propia (salvando las distancias) de esos grandes compositores pianistas de finales del siglo XVIII y principios del XIX como Isaac Albéniz o Gabriel Fauré. En cambio, para ‘KtxP’ añaden una suave percusión programada que probablemente no haría ninguna falta porque quedaría mejor con el piano a solas, aunque aun así no está mal la pieza por su variedad melódica. La breve ‘...Kt-QB3’ es una extraña pieza coral, mientras que la casi igualmente titulada ‘Kt-QB3’, con el piano como único instrumento, dura más de ocho minutos y está dedicada a desarrollar una interesante melodía entre el boogie, el rock y el jazz, aunque podrían haberla recortado a la mitad.

 

Quienes busquen a los Alan Parsons Project pomposos y recargados (es decir, los acostumbrados), deben alejarse de este humilde álbum que, aun así, es mejor de lo que cabría esperar. Cuando la necesidad obliga a forzar la inspiración, hay veces que se consiguen resultados sorprendentes, aunque no suele ser lo habitual. Queda así como una curiosidad que más o menos dejará satisfechas a las personas que aprecian el instinto melódico de los primeros años del grupo.

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