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MOUNTAIN

2021

MOUNTAIN

Año de publicación: 1969

Puntuación:

Puntuación:

Puntuación:

1) Blood Of The Sun; 2) Long Red; 3) Better Watch Out; 4) Blind Man; 5) Baby, I'm Down; 6) Dreams Of Milk & Honey; 7) Storyteller Man; 8) This Wheel's On Fire;

9) Look To The Wind; 10) Southbound Train; 11) Because You Are My Friend.

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2021

Tal como puede verse en la portada, este álbum no es del grupo Mountain, sino que Mountain es su título y el artista es el guitarrista y compositor Leslie West. ¿Y por qué suele tomarse como el primer álbum del grupo? Pues porque aquí ya aparece como productor y bajista Felix Pappalardi. En su trabajo de productor contribuyó a que Disraeli Gears de Cream haya quedado como una obra única e irrepetible de blues-rock psicodélico. Esa experiencia la trasladará a la carrera de Mountain, consiguiendo que quede como un interesante sucedáneo de los míticos Cream. Pappalardi aparece también como coautor de casi todo el contenido de este debut de West en solitario, como también en algunas su mujer (la de Pappalardi), Gail Collins. Las credenciales de lo que será la futura banda ya las vemos aquí establecidas: la base primaria es el blues, pero se traspasan todas las fronteras que llevan al rock o incluso al pop, consiguiendo así en algunos casos un particular sonido difícil de lograr por lo que supone fusionar mundos musicales diferentes.

 

Las cartas se colocan pronto sobre la mesa conforme comenzamos a escuchar el poderoso blues-rock de ‘Blood Of The Sun’, que en principio no hace presagiar ninguna aproximación especial a Cream, es decir, respecto a lo que había hecho de Cream un grupo imprescindible. Es en el segundo corte, ‘Long Red’, que gracias a su pegadiza melodía llevada por el teclado consiguen aportar un colorido especial que sí podría tomarse como una humilde primera semblanza hacia ese sonido especial de Disraeli Gears. En un estilo similar, esto es, más enfilado hacia el pop, encontramos otro pegadizo tema titulado ‘Look To The Wind’, donde observamos que West consigue un mejor resultado cuando canta con mayor moderación. El órgano de ‘Storyteller Man’ ya nos avisa de que el futuro de estos músicos era abrirse a la introducción de sonidos ajenos al blues.

 

La compenetración de los músicos se aprecia de forma palpable en la potente ‘Dreams Of Milk & Honey’, la mejor canción de todas las englobadas dentro de la vertiente más fiera de ese blues-rock llevado al extremo de decibelios que Cream había ayudado a consolidar. La guitarra de distorsión psicodélica de ‘Baby, I'm Down’ es lo que consigue ensalzarla aunque la parte vocal no es muy inspirada. Es inevitable encontrar algo de blues más típico (‘Blind Man’) u otros temas de relleno como ‘Better Watch Out’ o ‘Southbound Train’, este último a pesar de su entretenido riff, porque acaba repitiéndose en demasía. Por otra parte, Leslie pretende personalizar tanto (“customizar”, que diríamos en los tiempos de hoy) ‘This Wheel's On Fire’ de The Band, que acaba descuartizando las melodías vocales y sus punteos de guitarra no consiguen arreglar el desaguisado.

 

Para un disco de tanta energía rockera, es una buena decisión acabar con una relajada balada de guitarra acústica, ‘Because You Are My Friend’, mostrando así West su introspección más cercana porque es la única composición que él aparece como único autor. Así también puede justificarse un poco que el álbum esté acreditado a su nombre, aunque sea lo de menos porque esta colaboración puntual entre West y Pappalardi se transformará inmediatamente en algo estable durante los siguientes años. Comenzaba la leyenda de Mountain.

CLIMBING!

Año de publicación: 1970

Puntuación:

1) Mississippi Queen; 2) Theme For An Imaginary Western; 3) Never In My Life;

4) Silver Paper; 5) For Yasgur's Farm; 6) To My Friend; 7) The Laird;

8) Sittin' On A Rainbow; 9) Boys In The Band.

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Este álbum significa el debut propiamente dicho de Mountain como banda, la cual se conformó a partir del dúo West/Pappalardi que provenía del álbum previo y al que se unieron el baterista Corky Laing y el teclista Steve Knight. Aquí ya se despliegan lo que serán las dos vertientes del grupo en su primera etapa: por un lado, el blues-rock bien afilado o incluso directamente rock duro de West; por el otro lado, los restos de psicodelia y el colorido musical que aportaba Pappalardi.

 

Pronto enseñan las cartas mediante el brutal riff de ‘Mississippi Queen’ y todo el poderío que demuestran en su desarrollo, postulándose como dignos herederos (que no sucesores) de un trío tan bestial como Cream. En realidad se nota el truco de estudio porque sería imposible tocar simultáneamente la parte rítmica y los solos con la guitarra. No muy detrás se quedan en ‘Never In My Life’, que suena como si hubieran realizado una versión más armonizada y accesible de ‘Politician’ de Cream, aunque perdiendo complejidad en su ritmo más directo. Eso sí, los solos de guitarra son todo lo afilados que pueden ser cuando West quiere sobresalir. Por el contrario, cuando comenzamos a escuchar ‘Silver Paper’ parece que estemos escuchando a Free, diferenciándose en los sutiles incisos instrumentales.

 

De la carrera de Jack Bruce en solitario interpretan el emotivo ‘Theme For An Imaginary Western’, donde Felix canta con una voz que bien podría parecer que es la del propio Bruce. Lo que aportan los Mountain en su versión, aparte de un ritmo algo más potente, es el fabuloso solo de guitarra de West en la recta final. Toman buena nota de esta composición ajena para ofrecernos aquí la similar ‘For Yasgur's Farm’, bien llevada en su parte vocal y con un acompañamiento instrumental quizá demasiado canónico para que pueda destacarse. Entre la psicodelia y la música oriental se sitúa la sosegada ‘The Laird’, aunque el resultado queda bastante discreto. Por otra parte, la técnica de West con la guitarra acústica (y mucha reverberación) la observamos en el instrumental ‘To My Friend’, que comienza con unas expectativas que luego se van diluyendo, por mucho que intente remontar el vuelo hacia la mitad cuando se pone en modo Richie Havens.

 

El riff juguetón de ‘Sittin' On A Rainbow’ podrían haberlo dejado como final de álbum para acabar de una manera distendida pero emocionante y bien potente al estilo de Led Zeppelin (salvando las distancias) con su ‘How Many More Times’. En cambio, deciden finalizar en modo épico mediante ‘Boys In The Band’, cuyo estribillo poco inspirado arruina la atmósfera bien conseguida al inicio. Pero el impecable retorno instrumental hacia la mitad del tema bien vale la pena escucharlo. Es el final de un álbum que no es perfecto pero que nos mostraba a una banda sólida, con imaginación en la composición y con un poderío sónico que llegaba al máximo nivel de los mejores grupos de la época. Cuando acertaban, claro.

NANTUCKET SLEIGHRIDE

Año de publicación: 1971

Puntuación:

1) Don't Look Around; 2) Taunta (Sammy's Tune); 3) Nantucket Sleighride (to Owen Coffin); 4) You Can't Get Away!; 5) Tired Angels (to J.M.H.); 6) The Animal Trainer And The Toad;

7) My Lady; 8) Travellin' In The Dark (To E.M.P.); 9) The Great Train Robbery;

[BONUS TRACK:] 10) Travellin' In The Dark (To E.M.P.) (live).

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La experiencia y la profunda compenetración de los cuatro miembros de Mountain les llevó muy pronto a alcanzar la plenitud de su propuesta musical. No tenían que rendir cuentas ante nadie porque Felix Pappalardi era el productor y todo el contenido son composiciones originales. En ellas se aprecia claramente la visión opuesta pero complementaria de Pappalardi y West, pues ambos mundos se fusionan de una manera singular y nos legan algunos temas inolvidables. No siempre es así, claro, puesto que el instinto de blues-rock y rock duro de West abarca una cuota importante, como tampoco Pappalardi podía ser tan prolífico a pesar de que dos terceras partes del contenido llevan también su firma por algún lado. En los títulos podemos leer varias dedicatorias, lo que demuestra que eran unos músicos agradecidos. O al menos lo aparentan, que tampoco sería mucho consuelo.

 

El ataque sónico de ‘Don't Look Around’ avasalla desde el principio con una dureza máxima. Los músicos lo dan todo, en especial Laing con un golpeo agresivo y directo, sin apenas descanso, pero sin desmerecer al resto. Sobra decir que West abruma con sus punteos y solos de guitarra, aparte de que su voz chillona queda ideal para esta descarga de adrenalina. A continuación, el breve instrumental titulado ‘Taunta’ nos ofrece una emotiva melodía que sirve de introducción para la extraordinaria composición que da título al álbum. Iniciada como un reposado rock de delicioso sonido de guitarra y omnipresente teclado, donde la voz de Felix se nos presenta cercana y cálida, se llega a un emotivo estribillo que luego dará paso a un bestial desarrollo instrumental donde llegamos al nirvana del rock en unos instantes, tal es la arrolladora carga enérgica que transmite la memorable melodía elevada al máximo de decibelios posible que nos regalan. Y por si fuera poco, hacia la mitad aparece una nueva sección instrumental donde mantienen la misma grandeza hasta el retorno de la sección inicial. En unos parámetros y estructura similar se desarrolla ‘Tired Angels (to J.M.H.)’, que a pesar de su vulgar introducción nos ofrece otra conjunción de la delicadeza y colorido de Pappalardi (cuya interpretación vocal en la última estrofa transmite una gran emoción) junto a la fiereza de la guitarra de West, consiguiendo así un contraste muy interesante y, por ende, una música muy original. Y por si alguien se queda con ganas de más, una especie de reescritura de ‘Nantucket Sleighride’ la encontramos en ‘My Lady’, pero manteniendo las mejores virtudes de ese estilo alcanzado por el grupo.

 

Uno de los riffs de guitarra más épicos de la historia del rock lo encontramos nada más comenzar ‘Travellin' In The Dark (To E.M.P.)’, acompañado además por una espectacular batería que consagraba a Corky Laing como un alumno aventajado de Ginger Baker. Es otro nuevo ataque sónico que produce un efecto más catártico por el tempo más suavizado que se sigue, pero de gran impacto. Luego entran las estrofas cantadas en un tono épico de gran emoción, de donde se llega a un estribillo donde se vuelven más rockeros y quizá algo convencionales, pero cada vez que llega ese insuperable riff, así como el descomunal solo de guitarra que se marca West, todo vuelve a cobrar una grandeza máxima. Como bonus track se incluye una versión en directo donde observamos que a Pappalardi se le va la voz un par de veces al intentar llegar a registros que no le salen, así como observamos también que West tarda mucho en llegar a interpretar el brutal riff (cuya responsabilidad recae en el teclista). Pero cuando West se decide a ello, aparte de en los espectaculares solos de guitarra, la magia de la canción vuelve a renacer.

 

Otros temas basados en un reconocible riff son ‘You Can't Get Away!’ y ‘The Animal Trainer And The Toad’, aunque en este caso el efecto no es tan poderoso. De hecho, en el boogie-rock de ‘The Animal Trainer And The Toad’ parece que estemos escuchando a la versión menos inspirada de la Creedence Clearwater Revival, siendo así lo más flojo del disco. En cuanto al final del álbum, la extensa ‘The Great Train Robbery’ parece un final desenfadado y algo forzado, donde todos suenan más reposados (en comparación con el avasallamiento de temas anteriores) y con un sonido más amistoso. Pero bueno, para durar casi seis minutos se puede escuchar con agrado. Para toda la emoción que transmite buena parte del álbum, una emoción de gran intensidad por tantas memorables melodías que nos van apareciendo, es una manera de volver a la normalidad antes de que finalice. Aunque Mountain estén hoy día bastante olvidados, algunas de estas canciones son de imprescindible escucha para cualquier amante del rock. En 2002, los Mountain sin Pappalardi harán una regrabación de ‘Nantucket Sleighride’ donde potenciarán sus virtudes con mejor tecnología de estudio.

FLOWERS OF EVIL

Año de publicación: 1971

Puntuación:

1) Flowers Of Evil; 2) King's Chorale; 3) One Last Cold Kiss; 4) Crossroader;

5) Pride And Passion; 6) Dream Sequence; 7) Mississippi Queen.

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En la plenitud de fuerzas en que se encontraban, este álbum nos muestra las dos vertientes del grupo, es decir, en el estudio y en directo, lo cual tampoco suponía ninguna revelación particular debido al sonido potente y algo tosco que conseguían en el estudio y que transmite la impresión muchas veces de estar interpretado allí mismo en directo. El caso es que la primera mitad del álbum (en duración) recoge las nuevas composiciones de estudio, mientras que los dos últimos temas nos ofrece la experiencia de escuchar a Mountain en directo, aunque en el disco no se indica ninguna información de la fecha ni el lugar de donde está extraído.

 

A pesar de tener una original introducción que crea grandes expectativas, el boogie-rock de ‘Flowers Of Evil’ les hace sonar al estilo de la Creedence Clearwater Revival, aunque en el estribillo mejora porque le dan su toque psicodélico particular. Desafortunadamente, la letra no tiene nada que ver con la legendaria obra poética de mismo título de Baudelaire, Las flores del mal, donde algunos de los poemas más sobrecogedores son los que originalmente se habían quedado sin publicar. De esta primera mitad de estudio, ‘Flowers Of Evil’ es el único tema donde encontramos a West como coautor, pues luego nos adentramos en el mundo de Pappalardi y su mujer y futura homicida, Gail Collins, quien es también la responsable del diseño de la portada. Emulando lo que habían hecho en el álbum previo, el breve pero elaborado instrumental ‘King's Chorale’ de aires medievales sirve de introducción para el mejor tema del álbum: ‘One Last Cold Kiss’. Se trata de un épico rock con cambios de ritmo, riffs asesinos y una parte vocal cantada con pasión. ¿Qué más podemos pedir de este grupo?

 

El título de ‘Crossroader’ no va desencaminado si entendemos que la canción está inspirada en la mítica ‘Crossroads’ que tantos grupos han tocado, incluido Cream. Aparte de todo el poderío que transmite, lo más destacado que contiene son los solos de West. Los siete minutos de ‘Pride And Passion’ incluyen una introducción demasiado extensa de guitarra con efectos para que suene igual que un instrumento oriental. Pasado el primer minuto y medio es cuando entra la parte vocal algo atascada que mejora con la entrada del acompañamiento rítmico, aunque la mejor sección es la siguiente, en ese estilo de balada psicodélica que ya caracterizaba Mountain y donde la voz de Felix suena cálida y acogedora.

 

La parte del disco en directo se inicia con una pieza titulada ‘Dream Sequence’ y que dura veinticinco minutos porque está secuenciada en cinco partes diferentes y con un parón por medio. De una improvisación de West como introducción de esta larga pieza pasamos a una versión de ‘Roll Over Beethoven’ que es iniciada también por West y su guitarra para que se sume luego el resto del grupo. De ahí se vuelve a pasar a una nueva improvisación de guitarra de unos tres minutos y se llega a un primer final, porque no hay continuidad en la música durante todo el tiempo. A partir de ahí comienza lo más interesante con una potente interpretación de ‘Dreams Of Milk & Honey’, tema perteneciente al debut de Leslie West que acaba desembocando en una nueva improvisación del grupo al completo (lo subtitulado aquí como ‘Variations’) que luego cambia, sin tener bien claro donde empieza uno y acaba lo otro, a unas melodías bien definidas bajo el subtítulo de ‘Swan Theme’.

 

Como en el estudio ‘Mississippi Queen’ ya poseía el sabor inconfundible de la interpretación en directo, aquí no nos sorprenden pero nos vuelven a ofrecer una brutal descarga de adrenalina. Es el final perfecto para un álbum que no acaba de convencer tanto como Nantucket Sleighride aunque empeño le ponen, pero les falta esa chispa de originalidad e inspiración que convertía algunos temas del disco anterior en inolvidables. Aun así, se trata de Mountain en todo su esplendor y como ya no vamos a volver a escucharlos más, esto es, con ese nivel de grandeza que conseguían en algunas composiciones. Lo próximo serán unos álbumes en directo que evidenciarán el cansancio que había cundido en el seno de la banda y que llevará a una primera y breve disolución a principios de 1972.

THE ROAD GOES EVER ON

Año de publicación: 1972

Puntuación:

1) Long Red; 2) Waiting To Take You Away; 3) Crossroader; 4) Nantucket Sleighride.

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Este raro álbum en directo contiene tan solo cuatro temas que pertenecen a tres conciertos diferentes, completando en total poco más de media hora. Es decir, que no se sabe quién fue el “xxxxxx” (se deja al lector/a que complete el hueco) de la casa discográfica que decidió que no era necesario completar el álbum con más contenido. Al menos puede tomarse como un complemento del apartado en directo de Flowers Of Evil, aunque ya no podamos decir lo mismo respecto al que será el siguiente disco del grupo, también en directo, Twin Peaks, pues algunos temas se repetirán.

 

Las primeras dos interpretaciones pertenecen nada menos que al mítico festival de Woodstock, en agosto de 1969, cuando ni siquiera existía el grupo como tal aunque los músicos eran ya los mismos salvo el baterista Corky Laing, quien todavía tardaría un año más en entrar. El riff de entrada de ‘Long Red’, perteneciente al debut en solitario de Leslie West (el titulado como Moutain) sienta las bases para futuros temas como ‘The Great Train Robbery’. La interpretación en directo queda algo tosca, sobre todo en la parte vocal, y es el extenso solo de West en plan guitar hero que salva la papeleta y le hace merecedor con seguridad de la ovación final. En cambio, demasiado convencional suena ‘Waiting To Take You Away’ como para convencernos, por mucho que Leslie se acabe desgañitando cantando, aparte de que la calidad sonora no es tan bueno como cabría esperar. En cualquier caso, ni siquiera acabaría formando parte de ningún álbum de estudio.

 

Los otros dos temas rescatados son más recientes, pues ‘Nantucket Sleighride’ es de un concierto de diciembre de 1971 y ‘Crossroader’ de junio de 1972. La virtud principal de esta última sigue siendo la guitarra espectacular de West, mientras que ‘Nantucket Sleighride’ aparece extendida hasta superar los quince minutos, algo que en principio crea una expectación importante dado el carácter grandilocuente de esta composición. Todo transcurre con normalidad hasta que sobre los cinco minutos se lanzan a por una extensa improvisación vibrante pero sin que podamos decir que presente momentos memorables. Pero los músicos despliegan toda su energía y eso se palpa en el sonido, sobre todo West y el siempre secundario Steve Knight en los teclados, quien sabe complementar a la perfección el acompañamiento instrumental e incluso añade alguna que otra melodía. En cambio, a Laing no se le aprecia demasiada inspiración.

 

Como vemos, se trata de un álbum en directo que se salva por la energía del grupo en el escenario, que no por la inspiración ni por un tema inédito que no aporta nada. Quizá era la moda de los temas largos y por eso se publicó este álbum, para aupar a Mountain en el carro del rock progresivo que triunfaba por entonces. Sea lo que sea, no descubrimos nada nuevo en este disco, tan solo que esta banda podía liarse con extensas improvisaciones donde ya no podían ni compararse con sus idolatrados Cream.

TWIN PEAKS

Año de publicación: 1974

Puntuación:

1) Never In My Life; 2) Theme For An Imaginary Western; 3) Blood Of The Sun;

4) Guitar Solo; 5) Nantucket Sleighride; 6) Crossroader; 7) Mississippi Queen;

8) Silver Paper; 9) Roll Over Beethoven.

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Las cosas no pueden ir nada bien en un grupo que publica dos álbumes en directo de forma consecutiva. En esta ocasión todo el material proviene de un mismo concierto que tuvo lugar en agosto de 1973 en Osaka. ¿Significaba que la banda se había vuelto a juntar tras su disolución? Pues no exactamente, porque solo dos miembros permanecen, pero son los dos más importantes e imprescindibles (Pappalardi y West), así que la incorporación de un nuevo teclista y un nuevo baterista no supone ningún drama en el seno de Mountain. En cualquier caso, Corky Laing volverá para el siguiente álbum de estudio, el último antes de una nueva y casi definitiva disolución del grupo. En cuanto al presente álbum, lo que más canta es que nos repiten dos temas respecto a The Road Goes Ever On: ‘Nantucket Sleighride’ y ‘Crossroader’, aunque del primero todavía se extiende mucho más su duración y eso, desafortunadamente, significa que en la práctica introducen más pasajes autoindulgentes que la convierten en una interpretación totalmente superflua donde tan solo vale la pena salvar el principio y el final, que son los fragmentos fieles a la pieza original.

 

West dispone de momentos de propio lucimiento, no solo por la inclusión del tema de su debut ‘Blood Of The Sun’, sino porque se incluye una improvisación titulada ‘Guitar Solo’ donde da rienda suelta a su instinto. Esto quiere decir que comienza con buenas perspectivas, incluso parece que llega a calcar el riff que inicia ‘Can't You Hear Me Knocking’ de los Rolling Stones, pero luego acaba mirándose el ombligo demasiado y escuchamos mucho ruido y poca sustancia. Eso sí, por momentos la velocidad es deslumbrante, pero esto es un concierto de música, no una atracción de feria. Una situación análoga es lo que ocurre para que ‘Nantucket Sleighride’ pueda extenderse hasta una desproporcionada duración de media hora, pues los pasajes instrumentales añadidos para alcanzar tal extensión devienen poco fructíferos y absolutamente prescindibles, aunque al menos el solo de batería dura muy poco. Pocas ganas quedan de escuchar dos veces esta mastodóntica/faraónica interpretación, pero por supuesto que tanto el principio como el final, las partes fieles a la composición original, son pura gloria musical.

 

La voz de Pappalardi solía resentirse en directo, pero aquí comprobamos en ‘Theme For An Imaginary Western’ que suena tan emocionante como en el estudio, aparte de un inspirado West que se marca un excepcional solo, quedando así como lo mejor del álbum y como la mejor interpretación que puede encontrarse en directo de este tema de Jack Bruce. Por el contrario, ‘Roll Over Beethoven’ no es más que una manera ligera de finalizar, quien sabe si también el concierto acababa ahí también, aunque West sí que lo da todo con su guitarra para que no quede como lo más flojo de un álbum bastante decepcionante que nos deja con la sensación de que no hemos escuchado a la mejor versión de esta banda. Tampoco es que le quedara mucho futuro por delante.

AVALANCHE

Año de publicación: 1974

Puntuación:

1) Whole Lotta Shakin' Goin' On; 2) Sister Justice; 3) Alisan; 4) Swamp Boy;

5) Satisfaction; 6) Thumbsucker; 7) You Better Believe It; 8) I Love To See You Fly;

9) Back Where I Belong; 10) Last Of The Sunshine Days.

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No estaba claro si habría algún retorno de la dupla West/Pappalardi, pero al final hubo una última vez que además volvió a contar con Corky Laing en la batería, de tal manera que volvía la formación original. A ellos se sumó un segundo guitarrista que servía para descargar a West de trabajo, pues dentro del estudio de grabación tampoco suponía mucho problema que él mismo tocara tanto la guitarra rítmica como la solista. En cualquier caso, esta adición no supone ningún cambio destacable en el sonido de la banda y el mayor problema es que este retorno no se vio acompañado por una mejora en el apartado de la composición. Así que el final del grupo estaba cerca, sin capacidad para regenerarse artísticamente.

 

La versión del rock'n'roll clásico de ‘Whole Lotta Shakin' Goin' On’ no se parece nada a la versión que popularizó Jerry Lee Lewis, pues aquí se ejecuta en el estilo más duro de la banda. No llama mucho la atención porque el apartado vocal es muy típico, pero tanto el primer pasaje instrumental que encontramos (transcurrido el primer minuto) como la recta final nos muestran la cara más potente de esta banda. La manera arrastrada de cantar de Pappalardi no ayuda a que el poco inspirado riff que caracteriza ‘Sister Justice’ se pase por alto. En el estribillo sí que encontramos ese talento especial para conseguir emocionar sin necesidad de ser un destacado vocalista. A partir de ahí el tema va subiendo puntos porque todo va cogiendo su armonía conjunta. Por otro lado, la deconstrucción de ‘Satisfaction’ de los Rolling Stones no acaba de funcionar y tan solo los devaneos de West con la guitarra consiguen que el resultado no sea una pérdida de tiempo total.

 

En ‘Thumbsucker’ se asemejan mucho a los Black Sabbath de In Rock, como si hubieran querido hacer algo como ‘Into The Fire’ pero más ligero. Nuevamente la guitarra es el elemento diferenciador y cabe destacar los solos que nos lanza West. El espíritu rockero de Mountain en estado puro se nos muestra de manera más original en ‘You Better Believe It’. De entrada nos encontramos una ágil percusión como soporte a la entrada de la guitarra, la cual acaba conformando poco a poco lo que será el poderoso riff que define la canción. Leslie no se queda atrás con la fiera parte vocal y un apabullante solo de guitarra que va creciendo en intensidad conforme avanza. Otro reconocible riff nos colocan de entrada en ‘Swamp Boy’, pero acaba resultando algo repetitivo y es de agradecer que nuevamente el apartado vocal se finiquite en un emocionante estribillo. Por el contrario, el aplastante comienzo heavy de ‘Back Where I Belong’ es engañoso porque luego da paso a un boogie-rock más convencional, aunque el poderío desplegado por este grupo no es tan convencional.

 

West nos muestra su técnica con la guitarra acústica en el instrumental ‘Alisan’, quizá pensando en lo que hizo Jimmy Page en Led Zeppelin III. Pero aquí no consigue entusiasmar a pesar de echarle ganas, pues por momentos parece que esté tocando la guitarra como si fuera un banjo, si es que no es realmente un banjo. Algo más interesante resulta escuchar una guitarra acústica con algo de distorsión en ‘I Love To See You Fly’, aparte de que el apartado vocal resulta convincente. Por otra parte, sorprende encontrar algo tan ligero como ‘Last Of The Sunshine Days’ para finalizar el álbum. Recuerda inmediatamente a ligerezas similares de Cream tipo ‘Wrapping Paper’, por lo que podría entenderse esta elección. Al final tampoco duraron mucho más que Cream y se disolverán tras este álbum. Volverán en los años ochenta pero sin Pappalardi, quien acabará asesinado en 1983 por su mujer, Gail Collins, la misma que compartió coautoría en sus composiciones.

GO FOR YOUR LIFE

Año de publicación: 1985

Puntuación:

1) Hard Times; 2) Spark; 3) She Loves Her Rock (And She Loves It Hard);

4) Bardot Damage; 5) Shimmy On The Footlights; 6) I Love Young Girls;

7) Makin' It In Your Car; 8) Babe In The Woods; 9) Little Bit Of Insanity.

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Cuando falleció Felix Pappalardi en 1983 parecía que ya no volveríamos a saber más del nombre de Mountain. Pero no, tanto Leslie West como el baterista Corky Laing se juntaron y pergeñaron este retorno descafeinado del trío, con un nuevo bajista para completar la formación de trío. No podían haber elegido una peor época para su retorno, pues la producción comercial y sintética amenazaba a todo el mundo de la música rock. Aparte, al no estar Pappalardi, el factor sorpresa y el colorido musical que distinguía los mejores logros del grupo han desaparecido por completo. La autoría de las composiciones es de West y Laing de manera conjunta, algo que ya había sucedido en los setenta pero no para llenar un álbum al completo. De esta manera, el resultado global es muy flojo aunque mejora un poco en la segunda mitad, pero esto ya no tiene apenas nada que ver con aquello que relacionamos con Mountain.

 

El hair-metal cutre de los ochenta, que es el camino facilón a seguir en estos años, asoma nada más comenzar el álbum mediante ‘Hard Times’. Al menos el estribillo tiene algo de gracia, pero resulta muy descorazonador escuchar una guitarra tan sintética en la otrora expresiva manera de tocar de West. Peor todavía resulta cuando a continuación colocan los sintetizadores en primer término en ‘Spark’, confirmando que Mountain ya no era ni la sombra de lo que fue originalmente. Por suerte, los sintetizadores no serán una elección preferente a lo largo del álbum. En otros tiempos, un riff simplón y repetitivo como el del blues-rock ‘Makin' It In Your Car’ podía servir para que disfrutáramos después de potentes acordes o interesantes solos de West, pero eso ya ha quedado en el pasado. ‘She Loves Her Rock (And She Loves It Hard)’ es simplemente metal comercial sin melodías, mientras que en ‘Bardot Damage’ buscan una solemnidad que ya no les sale.

 

En el apartado vocal, entre lo mejor encontraremos ‘Shimmy On The Footlights’ porque West se permite modular su voz alargando las vocales en el estribillo, pero el envoltorio musical sigue siendo tan vulgar que queda como una oportunidad desaprovechada. Así, la única pieza consistente que evoca el saber hacer del pasado es ‘Babe In The Woods’, pues consiguen por una vez aunar una notable parte vocal con un potente e interesante entramado instrumental. También suena consistente ‘I Love Young Girls’, pero es mucho más convencional. Lo mejor del álbum quizá sea cuando West se despoja de todo artificio de producción y se queda a solas con su guitarra para desgranar el homenaje a su excompañero fallecido, que es en la final ‘Little Bit Of Insanity’, un oasis de sinceridad emocional aunque la letra sea demasiado genérica y no ofrezca referencias directas a Pappalardi. Si este no se retorció desde su tumba al escuchar este retorno, seguro que le faltó muy poco. Y quizá su espectro se les apareció a West y Laing y por ello, del susto que llevaron, tardarán una década más en volver a juntarse para seguir sepultando la reputación de la banda.

MAN'S WORLD

Año de publicación: 1996

Puntuación:

1) In Your Face; 2) Thunder; 3) Man's World; 4) So Fine; 5) Hotel Happiness; 6) I'm Sorry;

7) I Look (power mix); 8) Is That Okay?; 9) Crest Of A Slump; 10) You'll Never Be Alone; [BONUS TRACK:] 11) I Look (hit mix).

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Una década entera volvió a transcurrir hasta que West y Laing decidieron (o quizá fuera de algún ejecutivo discográfico la idea) que bajo el nombre de Mountain podían aumentar un poco más su cuenta corriente, sobre todo si realizaban una gira. Y ya sabemos que muchos grupos y artistas extienden su carrera innecesariamente con álbumes de estudio inútiles como excusa para salir de gira y volver a tocar los temas de siempre. En la imagen de la portada vemos que siguen manteniendo el formato de trío, si bien en el estudio hubo un cuarto músico de apoyo, aunque el número de miembros no afecta al resultado obtenido, bastante mejorable.

 

El comienzo del álbum es muy descorazonador porque ‘In Your Face’ suena a imitación barata de AC/DC, como si intentaran sonar como ellos pero no pudieran llegar de ninguna manera. En el solo de guitarra del final sí que asoman trazas de talento, pero es demasiado tarde cuando nos hemos tenido que tragar semejante bodrio. El sonido más genuino de guitarras de lo que se puede denominar como Americana lo encontramos en ‘So Fine’, una demostración de que el grupo seguía manteniendo un cierto pedigrí, pero lo único que encontraremos que vale la pena de verdad es una de las dos versiones contenidas en el álbum. Encontramos, pues, una apabullante versión de ‘It's A Man's Man's Man's World’, el aclamado tema de James Brown cuyo título aquí se ha acortado a ‘Man's World’. La voz de West suena más apasionada y vibrante que nunca, lo cual sumado a una despampanante guitarra nos deja una soberbia versión que nos devuelve la mejor versión de este guitarrista/vocalista. La otra versión es un vulgar blues titulado ‘Hotel Happiness’.

 

En un disco de retorno con tan poco entusiasmo no puede faltar contenido de relleno al estilo de ‘Thunder’, alguna balada insulsa (‘I'm Sorry’), como tampoco una irrelevante pieza acústica como es el caso de ‘You'll Never Be Alone’. Es muy interesante la introducción de guitarra de ‘I Look’, si bien luego defrauda un poco en su desarrollo y se acaba basando en un riff que parece una copia recortada del que distinguía a ‘You Can't Get Away!’ de Nantucket Sleighride. Lo que falla estrepitosamente en ‘Is That Okay?’ es el vocalista principal, que no se sabe si se traba del bajista o del baterista, pero resulta un lastre muy pesado y podría haber sido uno de los grandes temas del álbum, aunque de todas maneras queda entre lo más destacado. Afortunadamente consiguen recrear la fiereza de antaño en ‘Crest Of A Slump’, como si no hubieran transcurrido más de veinte años y la guitarra de West sonara con el mismo entusiasmo de entonces. En cualquier caso, los buenos momentos (que afortunadamente los tiene) son escasos en comparación con la mediocridad que asola buena parte del álbum. Seguía sin tener mucho sentido el mantenimiento del nombre de Mountain, pues lo único que podían conseguir (y seguirán consiguiendo) es arruinar la reputación de la banda.

2022

MYSTIC FIRE

Año de publicación: 2002

Puntuación:

1) Immortal; 2) Mystic Fire; 3) Fever; 4) The Sea; 5) Mutant X; 6) Better Off With The Blues; 7) Mountain Express (Oh Boy); 8) Marble Peach; 9) Rotten Peach, Part II;

10) When Johnny Comes Marching Home Again; 11) Nantucket Sleighride (Redux).

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2022

Como si fuera una tradición, la nueva década nos traía una nueva entrega de esta banda que podía catalogarse ya como apócrifa si nos atenemos a lo que desarrollaron en los años setenta. Pero estaba claro que sin Felix Pappalardi nada podría ser ya igual y Mountain no podía ser otra cosa que el grupo de Leslie West y Corky Laing, es decir, que le podrían haber cambiado el nombre sin ningún problema.

 

El comienzo del disco no puede ser más desolador porque ‘Immortal’ es una de las candidatas serias a canción más horrorosa de la carrera de Mountain. Nada lejos se queda ‘Mutant X’, que en su primer minuto ya agota a base de vulgares guitarras metaleras, falsa voz de ultratumba y una repetitiva percusión en segundo plano. Lo más sorprendente es que llegando a los dos minutos aparece un reposado inciso instrumental donde la guitarra busca una ambientación particular, pero el resto del tema es una bazofia. El riff de ‘Mystic Fire’ no está nada mal pero el resto del tema es muy vulgar, si bien hasta podría salvarse el solo de guitarra, mientras que en ‘Mountain Express (Oh Boy)’ parece que estén imitando a los Alice Cooper de los primeros setenta, pero con poco brillo. Simplemente con que se limiten a desplegar un blues-rock correcto y enérgico como el de ‘Fever’, ya nos podemos quedar satisfechos, a pesar de que luego encontramos otro bastante aburrido bajo el título de ‘Better Off With The Blues’.

 

La prominente percusión que introduce ‘The Sea’ deja una buena impresión, como si estuviera volviendo el Laing de antaño. Luego se desarrolla en modo acústico en las estrofas hasta llegar a un puente más potente, pero no acaban de materializarse las expectativas formadas a pesar de que en el estribillo Laing vuelve a mostrarse tan activo como al inicio. Era una solución fácil tocar en clave de rock una tonada tradicional como ‘When Johnny Comes Marching Home Again’, pero este formato no le pega nada bien. En cuanto a ‘Marble Peach’, es un flojo tema de relleno cuya coda instrumental, titulada ‘Rotten Peach’, deja mejor sensación aunque acaba olvidándose rápidamente.

 

Tras dedicarse a manchar el nombre de Mountain mediante estos innecesarios álbumes de retorno, el mejor homenaje que podían hacerle al excompañero Pappalardi es la excitante nueva versión de ‘Nantucket Sleighride’, subtitulada como Redux. Consiguen el loable logro de engrandecer el sonido de la original, potenciando sus grandiosas melodías y demoledor ritmo. Tienen también la delicadeza de añadir una introducción ambiental de guitarra y varios solos adicionales con el mismo instrumento. Vale la pena escuchar esta regrabación porque no es la típica repetición de glorias pasadas, sino que muestra un interés y un conocimiento de la composición original para conseguir que de verdad suene más moderna pero igual de espléndida. Todo el contenido anterior se puede desechar sin problemas.

MASTERS OF WAR

Año de publicación: 2007

Puntuación:

1) Masters Of War; 2) Serve Somebody; 3) Blowin' In The Wind; 4) Everything Is Broken;

5) Highway 61 Revisited; 6) Heart Of Mine; 7) Subterranean Homesick Blues;

8) The Times They Are A-Changin'; 9) Seven Days; 10) Mr. Tambourine Man;

11) Like A Rolling Stone; 12) Blowin' In The Wind.

Mountain masters of war.jpg

La carrera de Mountain acabó con una idea sorprendente aunque nada original: grabar versiones de Bob Dylan. El problema obvio es que esta versión de la banda no era precisamente la ideal para hacer algo de este tipo, de tal manera que la mayor parte del tiempo se dedican a descuartizar el cancionero del de Duluth. Al menos no se centran exclusivamente en sus grandes clásicos y encontramos algún que otro tema inesperado, aunque es todo tan malo o, a lo sumo, pasable, que ni siquiera los más fanáticos de Dylan podrán soportar unas versiones así. Así pues, queda como una curiosa despedida para la banda.

 

De lo poco que suena original en este álbum es ‘Subterranean Homesick Blues’, pues la transforman en un potente rock donde la guitarra no suena a vulgar metal y la parte vocal presenta una entonación diferente. Pero no nos engañemos, que suene original no significa que valga la pena escucharla o descubrirla. La mayor sorpresa en el repertorio seleccionado es encontrar una canción oscura de Shot Of Love titulada ‘Heart Of Mine’, donde lo único que logran es empeorar el original, que ya de por sí era un tema flojo. Lo peor es cuando pretenden sonar modernos, que tratándose del cancionero de Dylan debería estar considerado como un delito. Parece que hayan hecho una versión trip-hop de ‘Highway 61 Revisited’, aunque la palma se la lleva la versión cutre-dance de ‘Like A Rolling Stone’, con la voz distorsionada para que suene como si fuera de megafonía y un canto casi de rap, que es ya el súmmum de la tortura musical.

 

Esto puede tomarse como un ejercicio de destrucción cultural, como si hubiera de sentirse placer por descuartizar grandes clásicos como ‘Mr. Tambourine Man’ o ‘Blowin' In The Wind’, de la cual encontraremos dos innecesarias versiones. Ambas poseen un comienzo acústico, solo que la primera de ellas se acaba transformando en un lamentable empacho metalero. No es que la versión completamente acústica valga la pena, que es un bodrio también, pero al menos no resulta ofensiva. Cuando se ha escuchado la versión de Ronnie Wood (en su carrera en solitario) de ‘Seven Days’, sobre todo la que interpretó en el concierto por el treinta aniversario de la carrera musical de Dylan, cualquier otra versión parecerá floja en comparación. Aquí no suena mal porque se adapta bien a un grupo del estilo de los Mountain viejales, pero queda irrelevante de todas maneras. Por otra parte, ‘Serve Somebody’ es la originalmente titulada ‘Gotta Serve Somebody’, cuya alta valía era debida a una lograda ambientación sobria e intimista que aquí es eliminada por completo al trasvasarla al lenguaje del metal más vulgar.

 

Se intenta enmendar el desaguisado con la participación de un par de invitados con cierto nombre, pero eso aquí no soluciona nada. Ozzy Osbourne aparece como vocalista invitado para turnarse cantando con West en ‘Masters Of War’, que es de lo más decente que encontraremos en el disco porque West sabe transmitir algo de emoción con la guitarra. Este se toma luego un descanso con su instrumento en ‘The Times They Are A-Changin'’, pues se acompaña únicamente de un piano y de la guitarra de otro invitado especial, Warren Haynes, quien había sido guitarrista en los últimos álbumes de estudio de The Allman Brothers Band y quien aporta aquí lo único interesante de esta versión. No hay nada que salvar para la posteridad de este insignificante e injustificado álbum, toda una masacre de unas composiciones gloriosas, desaprovechando la ocasión para haber realizado algo con verdadero valor artístico. En cualquier caso, aquí se acababa la historia de este grupo que nunca debió reunirse sin Pappalardi.

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