CLÁSICOS DEL ROCK 2
TOM WAITS
2021
CLOSING TIME
Año de publicación: 1973
Puntuación:
Puntuación:
1) Ol' '55; 2) I Hope That I Don't Fall In Love With You; 3) Virginia Avenue;
4) Old Shoes (& Picture Postcards); 5) Midnight Lullaby; 6) Martha; 7) Rosie;
8) Lonely; 9) Ice Cream Man; 10) Little Trip To Heaven (On The Wings Of Your Love);
11) Grapefruit Moon; 12) Closing Time.
2021
Los difíciles y humildes comienzos de un artista tan versátil e impredecible como Tom Waits no pueden ser más lineales y previsibles. Como por aquel entonces estaban de moda los cantautores, Waits se sube a ese carro y se dedica a ejecutar composiciones mayormente acústicas y lideradas por el piano, aunque se escucha una cierta diversidad de arreglos para ser un disco tan modesto. El jazz, sobre todo en estilo cabaretero, que impregna sus primeros años de carrera, aquí tan solo hace acto de presencia puntual, predominando más un estilo de folk-rock estadounidense que sería lo que le exigió en mayor grado la discográfica, pues nada menos que una firma joven pero consagrada en Estados Unidos como Asylum fue quien apostó por él.
La portada del disco no tiene nada que ver con el folk y es más acorde a temas como ‘Virginia Avenue’, que es lo más parecido a lo que Tom desarrollará en sus primeros años, es decir, una canción cabaretera liderada por el piano, con arreglos instrumentales que permiten la entrada de vientos, guitarras, etc. Pero con ese toque intimista particular que la eleva por encima de cualquier típica tonada de bar nocturno. Eso no ocurre todo el tiempo, pues canciones como ‘Midnight Lullaby’ es lo que esperamos escuchar como música de fondo en cualquier película de intriga donde el protagonista se toma una copa frente a una femme fatale en un local íntimo y sombrío. Igualmente, queda bastante discreta ‘Little Trip To Heaven (On The Wings Of Your Love)’. Lo mejor que encontraremos aquí con influencia del jazz es ‘Ice Cream Man’, cuya introducción de irresistible piano deja luego paso a una divertidísima pieza que se acerca a un estilo Broadway y que engancha sin remedio gracias a su dinámico ritmo.
Conforme comenzamos a escuchar ‘Ol' '55’ es inevitable no pensar en Bob Dylan, aunque luego el desarrollo posterior y el ostentoso y emotivo estribillo se engarza más con las mejores baladas de los Eagles. De hecho, tardarían solo un año los Eagles en grabar una versión porque estaban en la misma discográfica que Waits y no tendrían ninguna oposición para apropiarse de la composición de un artista novel. A continuación se muestra como un aguerrido cantautor con la guitarra acústica (si es que la toca él) en ‘I Hope That I Don't Fall In Love With You’, en cuya letra aparece el título de este álbum. Aunque es el piano el instrumento al que recurre en más ocasiones, de ahí que el álbum se cierre con dos piezas tranquilas que tienen al piano como instrumento principal, la última (‘Closing Time’) siendo además instrumental.
La sensibilidad especial que subyace en ‘Martha’, una canción de nostalgia por un antiguo amor ya imposible, fue perfectamente captada por Tim Buckley, quien corrió rápido a grabarla para su álbum Sefronia de ese mismo año de 1973, engrandeciéndola con unos arreglos más elaborados, que es lo que le hubiera faltado a este humilde Waits para extraer todo el potencial de la canción. Una sensación similar es la que deja otro tema con nombre femenino, ‘Rosie’, que suena un poco más a balada country. Donde sí asoman aires de amigable country es en ‘Old Shoes (& Picture Postcards)’, mientras que ‘Lonely’ deja la sensación de no estar acabada, de ser un bosquejo sin desarrollar adecuadamente.
Nos encontramos por tanto ante un loable debut que nos mostraba a un músico todavía por demostrar muchas cosas, quizá todavía muy tímido para pretender hacer algo más vistoso. Pero comenzaba con buen pie, en cuanto al nivel compositivo, la carrera de Tom Waits, quien se dirigirá ahora cómodamente hacia un jazz de salón (o más bien de night-club) como base para convertirse en un narrador de historias mundanas durante unos cuantos años.
THE HEART OF SATURDAY NIGHT
Año de publicación: 1974
Puntuación:
1) New Coat Of Paint; 2) San Diego Serenade; 3) Semi Suite; 4) Shiver Me Timbers;
5) Diamonds On My Windshield; 6) (Looking For) The Heart Of Saturday Night;
7) Fumblin' With The Blues; 8) Please Call Me, Baby; 9) Depot, Depot;
10) Drunk On The Moon;
11) The Ghosts Of Saturday Night (After Hours At Napoleon's Pizza House).
En este segundo álbum de Tom Waits se establece lo que será su estilo característico de su primera época y que ya había aparecido en el debut. Si en Closing Time podíamos hablar del término cantautor con todo lo que eso conlleva estilísticamente hablando, aquí directamente nos encontramos con una música de jazz nocturno, es decir, lo que asociamos directamente con el típico club de jazz de medianoche, incluyendo unas letras sobre historias mundanas de personajes solitarios que buscan forjar su propia vida, que es también el tipo de personaje que uno imagina de forma idealizada en un local de este tipo. Podría decirse que Tom Waits es, en estos inicios, la versión jazzística y nocturna de Bruce Springsteen.
La elegancia con la que transita ‘New Coat Of Paint’ nos muestra a un artista que muy pronto ha conseguido dominar los tempos y la tensión musical, pues este tema engancha con fuerza y llega a un apogeo instrumental en el tramo final de los que marcan ejemplo para quien se adentre en este estilo. En modo más arrogante, al estilo de ‘Ballad Of A Thin Man’ de Bob Dylan pero con mayor ritmo y un entorno jazzístico, se desarrolla ‘Fumblin' With The Blues’. Los músicos que le acompañan debieron estar bien contentos, pues todos tienen sus momentos de gloria, sea con algún solo o hilvanando alguna melodía interesante. Por ejemplo, el contrabajo es el instrumento que destaca y caracteriza ‘The Heart Of Saturday Night’, donde la voz suena más que nunca a Bruce Springsteen. En todo caso, Waits suena como un artista íntegro y su voz también está sujeta a matices. ‘San Diego Serenade’ es una serenata donde Tom transmite mucha emotividad, mientras que ‘Shiver Me Timbers’ se desarrolla en un estilo similar, pero en este caso son los arreglos de vientos los que le dan el toque especial.
Que nadie espere sorpresas porque el Waits imprevisible todavía tardará años en llegar. Aquí encontraremos lo típico que esperamos escuchar de una música de bar nocturno, como ‘Semi Suite’, como también piezas narradas: ‘Diamonds On My Windshield (Looking For)’ y la más aburrida ‘The Ghosts Of Saturday Night (After Hours At Napoleon's Pizza House)’, que anteceden lo que será el siguiente álbum de Waits. Igualmente puede calificarse ‘Drunk On The Moon’ como la típica canción de jazz de medianoche, pero el pasaje instrumental en el que se complementan el piano y el saxofón para que luego entre el contrabajo, es de una gran exquisitez. En cambio, canciones como ‘Depot, Depot’ o ‘Please Call Me, Baby’ quedan más bien como relleno, pues tan solo las majestuosas notas finales de aires clásicos de esta última presentan algo de interés.
Para apreciar con mayor intensidad este álbum hay que estar interesado o incluso metido en el imaginario estadounidense donde caben los personajes caracterizados en estas canciones. Instrumentalmente no es ninguna novedad pero está todo ejecutado con gusto y con suficientes detalles para elevar la música por encima de lo convencional. A diferencia de lo que llegaría después, aquí no es estrictamente necesario ser un/a fan de Tom Waits para poder apreciar este disco, aunque no sea tampoco de los mejores.
NIGHTHAWKS AT THE DINER
Año de publicación: 1975
Puntuación:
1) Opening Intro; 2) Emotional Weather Report; 3) Intro; 4) On A Foggy Night; 5) Intro;
6) Eggs And Sausage (In A Cadillac With Susan Michelson); 7) Intro;
8) Better Off Without A Wife; 9) Nighthawk Postcards (From Easy Street); 10) Intro;
11) Warm Beer And Cold Women; 12) Intro; 13) Putnam County;
14) Spare Parts I (A Nocturnal Emission); 15) Nobody; 16) Intro;
17) Big Joe And Phantom 309; 18) Spare Parts II And Closing.
Es habitual encontrar artistas o grupos que buscan reflejar en un disco exactamente lo que hacen cuando tocan en directo. En su tercer álbum, Tom Waits decide que quiere transmitir la experiencia completa respecto a lo que había mostrado en The Heart Of Saturday Night. Es decir, ya no se trata solamente de tocar música jazz de bar nocturno, sino de adentrar al oyente en el ambiente del bar, como si fuera uno más de los asistentes al evento. En realidad no deja de ser otro truco de estudio porque no se trata de la grabación de ningún concierto. El álbum fue grabado en el estudio con público invitado durante cuatro sesiones diferentes, aunque todo lo que escuchamos sí fue interpretado en directo. Pero el resultado es una grabación en la que escuchamos sonido ambiente, al público, los músicos tocando, a Tom Waits cantando, recitando o simplemente presentando las canciones a la par que cuenta alguna historieta con su humor particular.
Musicalmente este álbum es una mediocridad absoluta. No desde un punto de vista técnico, pues los músicos de jazz tocan de manera intachable y dejan alguna que otra floritura. Pero al fin y al cabo no deja de ser el tipo de jazz que puede encontrarse en cientos de álbumes similares, esto es, que tan solo puede interesar a quienes profesen un interés especial por este tipo de música. Punto aparte merece Tom Waits. Probablemente los estadounidenses de su generación (y las almas gemelas de cualquier lugar) se identifiquen con el imaginario y el humor de Waits, pero ese personalismo no sirve de nada para quien simplemente vea aquí a un señor ronco con ganas de entretener con las historietas más que con la música. En ‘Better Off Without A Wife’ parece que vuelve por un momento al estilo de balada de ‘Martha’ de su debut, pero es tan solo un pequeño espejismo. Ante un álbum de este tipo, cuando siquiera se atisba una mínima melodía vocal como en ‘Warm Beer And Cold Women’, hasta parece una bendición en comparación con el sonido monocorde que acompaña toda la grabación.
Ahora bien, ‘Nighthawk Postcards (From Easy Street)’ es un infierno de más de diez minutos con un Waits declamando como un borracho y unos músicos que se dedican a tocar jazz a su aire. Un tema así es la prueba de fuego para saber si eres de las personas que se identifican con este artista o simplemente se asoman a su mundo interior sin entender lo que puede llamar la atención de una música nada original para acompañar unas historias de perdedores norteamericanos. No obstante, cabe reconocer la calidad lírica de las letras, con curiosas construcciones semánticas (“A leviticously deteronomous sort of catastrophic lunch box stetson”, “No tell tail light clue spun like the spell you spin”) y varias bromas (“Well I've never been no Valentino / But I had a girl who lived in Reno / Left me for a trumpet player who didn't get me down”).
Personalmente nunca podré entender lo que lleva a denominar este álbum como obra maestra. Es decir, puede que sea una obra maestra entre todas las obras conformadas a partir de música jazz como acompañamiento de un monologuista nocturno. Pero de ninguna manera puede equipararse este álbum a cualquier obra maestra del rock (aunque eso ya lo sabíamos de antemano), ni siquiera a nivel cualitativo. Podemos imaginarnos un monólogo de Joaquín Reyes con música flamenca de acompañamiento para hacernos a la idea del equivalente español de este disco de Tom Waits. Sería todo un acontecimiento y lo disfrutaría mucha gente, pero no se podría valorar con criterios musicales. En definitiva, únicamente para fans acérrimos y solo para ellos.
SMALL CHANGE
Año de publicación: 1976
Puntuación:
1) Tom Traubert's Blues (Four Sheets To The Wind In Copenhagen); 2) Step Right Up;
3) Jitterbug Boy (Sharing A Curbstone With Chuck E. Weiss, Robert Marchese, Paul Body And The Mug And Artie); 4) I Wish I Was In New Orleans (In The Ninth Ward); 5) The Piano Has Been Drinking (Not Me) (An Evening With Pete King); 6) Invitation To The Blues;
7) Pasties And A G-String (At The Two O'Clock Club); 8) Bad Liver And A Broken Heart (In Lowell); 9) The One That Got Away; 10) Small Change (Got Rained On With His Own .38); 11) I Can't Wait To Get Off Work (And See My Baby On Montgomery Avenue).
Small Change está considerada como la cúspide de la primera etapa de Tom Waits, pero no deja de ser otra nueva entrega de jazz nocturno para quienes gusten de este estilo tan particular y difícil de digerir por un público diferente. Se acerca más a Nighthawks At The Diner que a sus primeros álbumes, de ahí que en conjunto vuelva a ser insignificante en el apartado musical. Es otra nueva demostración de jazz del que pueden escucharse cientos de ejemplos similares. La particularidad, obviamente, reside en las interpretaciones vocales e historietas mundanas de Waits, cuyo poder de atracción parece que es mayor del que cabría suponer.
Al comenzar a escuchar ‘Tom Traubert's Blues (Four Sheets To The Wind In Copenhagen)’ nos damos cuenta de que Tom, por unos momentos, ha vuelto al lirismo de su álbum de debut. Es nuevamente una de esas canciones que los estadounidenses de su generación podían entender, pues nos adentramos en la soledad durante el tiempo libre de una persona que vive en un país extranjero donde nadie habla inglés excepto los soldados allí destinados (de los cuales quizá forma parte). Esa típica visión del perdedor sin ilusiones, pegado a la botella de whisky sin otra expectativa en la mente, es lo que encontramos en ‘Bad Liver And A Broken Heart (In Lowell)’. Eso sí, con Tom Waits parece que estemos escuchando en realidad al protagonista, reconociendo la veracidad de lo que canta en su voz cascada pero absolutamente certera para cualquiera de las notas a las que se dirige.
Sin embargo, tan solo quien disfrute escuchando a Tom declamando con su humor peculiar puede disfrutar de algo como ‘The Piano Has Been Drinking’ o ‘The One That Got Away’. Eso sí, la canción que da título al disco sobrepasa ya todos los niveles de la paciencia salvo que se sea un fan devoto de este músico, pues el ritmo es inexistente y tan solo escuchamos la misma voz de (casi) siempre y un saxofonista de fondo tocando lo primero que le viene a la mente y tomándose sus pausas. Tanto ‘Step Right Up’ como ‘Pasties And A G-String (At The Two O'Clock Club)’ quedan como loables incursiones en el scat. Bueno, la segunda en realidad podríamos denominarla como proto-rap, apoyada además en una marcada percusión como único acompañamiento. Por otra parte, las referencias musicales en la letra de ‘I Wish I Was In New Orleans (In The Ninth Ward)’ o las cinematográficas en ‘Invitation To The Blues’ son lo único que puede destacarse de estas convencionales baladas.
Para cuando llega la final ‘I Can't Wait To Get Off Work (And See My Baby On Montgomery Avenue)’ ya sabemos lo que nos vamos a encontrar de nuevo y transmite una sensación de monotonía difícil de evitar. Como ya se ha dicho con anterioridad y repetidamente, este álbum está indicado únicamente para aficionados/as a este tipo de música. Pueden salvarse para la posteridad las peculiaridades comentadas que se salen del jazz nocturno clásico, así como ‘Tom Traubert's Blues’ porque es una canción de la cual otros artistas han hecho versiones y eso demuestra su calidad melódica.
FOREIGN AFFAIRS
Año de publicación: 1977
Puntuación:
1) Cinny's Waltz; 2) Muriel; 3) I Never Talk To Strangers;
4) Jack & Neal/California Here I Come; 5) A Sight For Sore Eyes; 6) Potter's Field;
7) Burma Shave; 8) Barber Shop; 9) Foreign Affair.
A pesar de no sonar revolucionario todavía, Tom Waits siempre había buscado que cada álbum no fuera una mera imitación del anterior, sino que alguna idea novedosa atravesara transversalmente cada una de sus obras, caracterizándolas así de una manera bien determinada dentro de las obvias similitudes que tenía su música. Pues bien, en Foreign Affairs Waits se limita a echar mano de recursos empleados con anterioridad, sin aportar ninguna perspectiva ni visión nueva salvo sonar más convencional, de tal manera que ya no podemos visualizar a ese perdedor borracho y desilusionado de otros álbumes, como tampoco a otros personajes. Aquí en todo momento sabemos que hay un cantante que no tiene nada que ver con lo que narra, es un mero espectador ajeno como podría serlo cualquier cantante del mismo estilo que no supiera hacerse pasar por sus personajes en primera persona.
Sorprende encontrar como inicio de álbum una pieza instrumental de piano con acompañamiento orquestal, ‘Cinny's Waltz’, que en cualquier de los mejores álbumes de Waits pasaría completamente desapercibida pero aquí hasta destaca en comparación con el grueso del contenido. A continuación llega ‘Muriel’, una canción que suena como el canto de una mañana de resaca por otro amor perdido, esto es, lo que debería ser un lamento resignado se transmite como una pequeña decepción sin importancia. Ni siquiera la ayuda de otra actriz-cantante le sirve para dotar de convicción a uno de los temas, pues ‘I Never Talk To Strangers’ es un dueto con Bette Midler que suena a dos amigos teniendo una conversación pero haciéndola cantando por el gusto de cantar y sin importarles lo insulso de su interpretación. Para un disco tan decepcionante como este, escuchar algo como ‘Barber Shop’ es todo un alivio. El pegadizo bajo que comenzamos a escuchar ya nos retiene la atención y cuando entra la original percusión que acompaña la canción ya intuimos que las inquietudes artísticas no se habían muerto, sino que aquí apenas se manifiestan.
Lo interesante de ‘Jack & Neal/California Here I Come’ es su letra sobre esos dos aventureros beatnicks, Jack Kerouac y Neal Cassady, que al menos viene envuelta por un ritmo de jazz ligero pero continuo, junto a un juguetón saxofón. Peor resulta escuchar a Waits narrando una larga historia sin melodías y con una orquesta tocando al estilo de las bandas sonoras antiguas en ‘Potter's Field’. Es otro de esos temas que ponen a prueba a los devotos de este artista, porque de otra manera resulta difícil soportar casi nueve minutos de esa manera. ‘Burma-Shave’ sobrepasa los seis minutos y al menos puede escucharse con cierto agrado aunque no se tenga devoción por las piezas casi recitadas. Por otra parte, ‘Foreign Affair’ es una bonita balada a la que cuesta cogerle el punto por la manera de cantar de Tom, pero sus bellas melodías acaban surgiendo y queda idónea para finalizar el álbum con una buena sensación.
Este álbum suele venir definido como una decepción para los verdaderos seguidores de Tom Waits. Probablemente esto sea debido a la falta de veracidad de las canciones, alejado el artista espiritualmente de lo que está cantando y creando una barrera respecto a la implicación emocional del oyente. Para quienes no somos seguidores de Waits no representa una decepción porque ya podíamos intuir que un álbum de este tipo podía llegar. Y bueno, lo mejor de él todavía estaba por llegar.
BLUE VALENTINE
Año de publicación: 1978
Puntuación:
1) Somewhere; 2) Red Shoes By The Drugstore;
3) Christmas Card From A Hooker In Minneapolis; 4) Romeo Is Bleeding; 5) $29.00;
6) Wrong Side Of The Road; 7) Whistlin' Past The Graveyard; 8) Kentucky Avenue;
9) Little Bullet From A Pretty Blue Gun; 10) Blue Valentines.
Después del tremendo traspiés de Foreign Affairs, volvía Tom Waits a retomar sus inquietudes artísticas y a llevar un poco más allá ese sonido de jazz nocturno que había abrazado casi desde sus inicios. Nuevamente no podemos hablar de ninguna transformación ostensible, sino de seguir dando un paso más adelante respecto a lo que había hecho con anterioridad, sin perder nunca la continuidad de la visión artística que parecía tener establecida.
En cualquier caso, como adelanto de lo que será su futura transformación en músico imprevisible e inclasificable, una extraña percusión de corte étnico acompaña el canto violento de Tom en ‘Red Shoes By The Drugstore’. El comienzo del álbum es también muy sorprendente, pero por motivos diametralmente opuestos. La versión de ‘Somewhere’ de West Side Story suena tan ridícula y fuera de lugar en un disco de Tom Waits como cabría esperar. Su voz troglodita (deliberadamente más troglodita que nunca) es la antítesis de una pieza orquestal tan solemne. Casi el mismo error comete en ‘Kentucky Avenue’ cuando escuchamos entrar los arreglos orquestales, que edulcoran innecesariamente una canción que, en realidad, tampoco llama la atención por ser un tanto vulgar. Para encontrar un tema lento pasable nos debemos dirigir justamente al final, a ‘Blue Valentines’, donde al menos entran las guitarras eléctricas para aportar algo de interés a las diatribas de Tom.
Hay que seguir la letra para poder disfrutar de temas como ‘Christmas Card From A Hooker In Minneapolis’, pues la crudeza de la voz encaja a la perfección con la también natural crudeza de la letra en primera persona de una perdedora de la vida. Todo un golpe bajo a la empatía. Pero hay que ser muy fan de Tom Waits para no perder el interés durante los ocho minutos de ‘$29.00’ bajo su lento ritmo, por mucho que nos interese conocer el destino de la pobre chica ajena a los peligros de la noche. Por otra parte, en ‘Romeo Is Bleeding’ canta como si fuera un Louis Armstrong macarra nacido en un barrio marginal, encabronado con la vida que le rodea.
El ritmo más pegadizo lo encontraremos en ‘Wrong Side Of The Road’, aunque donde realmente se desata Waits es en la siguiente canción, ‘Whistlin' Past The Graveyard’, en este caso para poder representar en primera persona a ese vividor desenfadado de la letra. Pero donde sale realmente ganador es en la deslumbrante ‘Little Bullet From A Pretty Blue Gun’, todo un ejemplo de cómo crear una pieza de amenazante jazz de cabaret en la cual asistimos a la mutación paulatina de la voz de Tom desde el resquebrajadizo voceo del inicio hasta la fortaleza que va tomando hacia la mitad del recorrido, mientras el exquisito acompañamiento instrumental nos deja varias perlas, sobre todo gracias al fabuloso trabajo de guitarra.
En resumen, era una buena noticia la recuperación artística de Tom Waits porque suponía un nuevo soplo de optimismo hacia las posibilidades que ofrecía su continua evolución, pero Blue Valentine tampoco tiene una mayor importancia más allá de las novedades indicadas. Por supuesto, agradará a los amantes de la primera etapa de este artista porque cronológicamente todavía estamos en los setenta.
2022
HEARTATTACK AND VINE
Año de publicación: 1980
Puntuación:
1) Heartattack And Vine; 2) In Shades; 3) Saving All My Love For You; 4) Downtown;
5) Jersey Girl; 6) 'Til The Money Runs Out; 7) On The Nickel; 8) Mr. Siegal; 9) Ruby's Arms.
2022
La evolución constante de Tom Waits le lleva aquí a olvidarse un poco más de ese jazz nocturno que impregnaba casi toda su música y a dirigirse más hacia el blues, aparte de relajarse en algún momento que otro mediante la canción melódica de tradición estadounidense. Para poder seguir esa nueva dirección era condición indispensable rodearse de nuevos músicos y eso es lo que ocurre en este álbum, pues por ejemplo la guitarra nunca había ocupado un lugar tan destacado como ocurre aquí. El productor sí que sigue siendo el mismo que había desde el segundo álbum y que continuará durante unos cuantos más, justo hasta que Waits decida ocuparse de la producción por su cuenta.
Todavía no habíamos llegado a escuchar un blues-rock tan potente y poderoso como ‘Heartattack And Vine’, que dura casi cinco minutos y podría haber durado otro tanto más, a pesar de que se acaba en un fade-out que nos deja como a medias, pues Tom sigue cantando como si nada fuera con él mientras escuchamos su voz desvaneciéndose junto a la música. Pero no será el único momento de fortaleza, pues en ‘Downtown’ le escuchamos llevando la voz a mayores extremos mientras la potente sección rítmica y el prominente órgano apoyan adecuadamente esa dirección de blues-rock tan bien implementada. ¿Representa esta canción lo máximo a lo que podía llegar Tom Waits? Para nada, como nos demuestra aquí ‘'Til The Money Runs Out’, donde la percusión sobria y penetrante, los intimidantes punteos de guitarra y el escalofriante canto de Tom nos dejan sobrecogidos. Como siempre le gusta darnos alguna sorpresa, en este álbum encontramos un blues instrumental, ‘In Shades’, ejecutado con exquisitez pero sin que sea tampoco un logro a enmarcar, que además esté grabado en directo salvo que el sonido ambiente y los aplausos estén añadidos de manera postiza.
Esa predilección de Tom por cantar canciones de crooner con voz de monstruo cavernícola la reencontramos en ‘Saving All My Love For You’, pero esto no es tampoco la predilección precisamente del oyente casual de Waits, quien seguro que preferirá opciones más digeribles como ‘On The Nickel’, aunque en esta también se le acaba yendo la voz por momentos a esos registros ultrarroncos. Estos dos temas pasan sin mayor pena ni gloria y acaban eclipsados por el verdadero momento de honesta introspección del disco, que es ‘Ruby's Arms’. En ella, el piano y la voz de Tom, junto a unos precisos arreglos orquestales, transmiten una emoción profunda que confirma el legítimo artista que lleva dentro. Y la única canción que se aproxima al estilo cabaretero que venía siendo tradicional en Tom es ‘Mr. Siegal’, que sigue siendo entretenida pero también irrelevante.
‘Jersey Girl’ se recuerda más por ser una favorita de Bruce Springsteen en sus conciertos y la manera de cantar de Waits curiosamente se amolda muy bien a lo que sería el estilo del de Jersey. Que también es casualidad que ambos músicos nacieran el mismo año. Pero no nos desviemos de esta canción, que no pasa de ser una serenata similar melódicamente a las que en España tocan las empalagosas tunas. Como parece ser que esta canción es también una predilecta de los fans de Waits y Springsteen, quien tenga aprecio por ella quizá posea una mejor impresión de este álbum, cuya parte positiva es que sigue siendo un avance en su carrera y su evolución. La parte negativa es que existen demasiados temas de relleno que solo satisfacen a los verdaderos fans de este artista.
ONE FROM THE HEART
Año de publicación: 1982
Puntuación:
1) Opening Montage (Tom's Piano Intro/Once Upon A Town/The Wages Of Love);
2) Is There Any Way Out Of This Dream?; 3) Picking Up After You; 4) Old Boyfriends;
5) Broken Bicycles; 6) I Beg Your Pardon; 7) Little Boy Blue;
8) Instrumental Montage (The Tango/Circus Girl); 9) You Can't Unring A Bell;
10) This One's From The Heart; 11) Take Me Home; 12) Presents.
Tom Waits ya había empezado tímidamente su carrera cinematográfica con una aparición en una película dirigida por Stallone, aunque su arranque como actor protagonista no llegará hasta esa peculiar road movie de bajo presupuesto de Jim Jarmusch titulada Down by law, de 1986. Aquí todavía se contenta con grabar la banda sonora para una película de Francis Ford Coppola titulada en España como Corazonada, una fallida mezcla de comedia, musical e historia romántica, que no acaba de convencer en ninguna de esas vertientes. El estilo empleado en este álbum es íntegramente de ese jazz nocturno que ya conocemos, pero en este caso de forma seria, sin un humor abierto como ocurría en álbumes previos de Tom. Para ayudar en la conformación de esa imagen más seria, para la mitad del contenido se apoya en la cantante Crystal Gayle, quien posee una voz más tradicional y adecuada a este estilo, esto es, si se busca adecuarse a las formas canónicas del género.
En este álbum puede decirse sin dudar que, escuchada la primera canción, está ya prácticamente todo dicho porque eso es lo que vamos a encontrar en toda la banda sonora. Hay que estar muy enamorado de esta música para no caer en el aburrimiento en temas como ‘Old Boyfriends’ o ‘I Beg Your Pardon’. Y cuando busca algo más animado como en ‘Little Boy Blue’, tampoco se sale de los convencionalismos del jazz cantado. Lo único interesante es cuando se lanzan a tocar una especie de tango (‘Instrumental Montage (The Tango/Circus Girl)’) dentro del lenguaje jazz, pues suena original y tiene un cierto toque extravagante que en este álbum viene como agua de mayo. Precisamente es en esos escasos momentos, cuando busca la diferencia, que podemos escuchar algo interesante, como ocurre también con esa pieza de prominente percusión titulada ‘You Can't Unring A Bell’, aunque no deja de estar destinada a l@s fans incondicionales de este cantante.
Podemos encontrar alguna pieza más orquestal (‘This One's From The Heart’), pero tampoco aporta nada importante. Esta banda sonora está dirigida a quienes aprecien este tipo de música, porque para el resto no aporta nada. A Waits le sirvió para introducirse más en el mundo del cine y conseguir papeles secundarios en las siguientes películas de Coppola, una relación que seguirá en algunas películas más de este director en los años futuros. Así pues, hay que tomarlo como un trabajo fruto de la necesidad de encontrar padrinos para la ilusión de Tom Waits de ser actor.
SWORDFISHTROMBONES
Año de publicación: 1983
Puntuación:
1) Underground; 2) Shore Leave; 3) Dave The Butcher; 4) Johnsburg, Illinois;
5) 16 Shells From A Thirty-Ought-Six; 6) Town With No Cheer; 7) In The Neighborhood;
8) Just Another Sucker On The Vine; 9) Frank's Wild Years; 10) Swordfishtrombone;
11) Down, Down, Down; 12) Soldier's Things; 13) Gin Soaked Boy; 14) Trouble's Braids;
15) Rainbirds.
Llegamos aquí a la verdadera explosión artística de Tom Waits, decidido a traspasar fronteras musicales para dejar su huella en la historia de la música. Por lo que él mismo ha comentado, fue su boda con Kathleen Brennan lo que le proporcionó una estabilidad y una seguridad necesarias para lanzarse hacia esa arriesgada aventura musical. La bandas sonora de One From The Heart había sido únicamente un encargo donde no podía dedicarse a experimentar. Así que en Swordfishtrombones asistimos al verdadero nacimiento de un artista con una propuesta musical imprevisible y totalmente abierta, sin necesidad de hacer nada comercial y sin ningún tipo de complejo. Las ideas abundan, aunque algunas sean retomadas de álbumes previos, y por ello hasta quince temas se incluyen aquí.
Muy pronto nos podemos hacer una idea de la transformación que estamos comentando, pues ‘Underground’ nos adentra de lleno en el Tom Waits más inclasificable al ser una difusa mezcla de cabaret alemán y rock donde la voz suena más hosca que nunca. Esta canción es fundamental porque caracteriza una de las vertientes más interesantes de su música. La ambientación entre onírica e intimista de ‘Shore Leave’ es todo un prodigio, pero la voz susurrante de Tom puede acabar cansando. Algo similar pretende conseguir mediante el mismo tipo de voz pero bajo una marcada percusión tribal en ‘Trouble's Braids’. La experimentación es abierta para comprobar cómo funcionan unas ideas u otras. De esta manera, la combinación de la marimba y la percusión en ‘Swordfishtrombone’ le proporciona un aire peculiar y único que anima a Waits para entonar con gracejo y atractivo una intrigante historia.
Cuando escuchamos un blues, es algo a la vez tan alejado como basado en él como ‘16 Shells From A Thirty-Ought-Six’, pues la percusión es casi tribal y lo que más destaca en la canción, mientras que la guitarra se mantiene en un segundo plano pero no por ello su importancia es menor, pues se suma al entramado rítmico de una manera fascinante. Más discernible en su estilo de blues-rock es ‘Gin Soaked Boy’, de destacado trabajo de guitarra, donde Tom parece cantar como algún antiguo bluesman. Por el contrario, ‘In The Neighborhood’ es la típica canción en modo de himno y con letra nostálgica, aunque una nostalgia bien agridulce, que le hace saltar la lagrimita al estadounidense medio. El breve instrumental que llega a continuación, ‘Just Another Sucker On The Vine’, parece una continuación de la canción anterior en cuanto a que echa mano nuevamente de los instrumentos de viento, aunque consigue introducir una bonita melodía por medio cuando no podíamos esperar algo así.
Vuelve a su peor vertiente de antaño mediante los gruñidos de ‘Town With No Cheer’, realizados bajo una instrumentación anodina y fuera de onda, como si le hubiera añadido cualquier cosa grabada en otro momento que no tiene nada que ver. El instrumental ‘Dave The Butcher’ es una olvidable pieza de órgano que parece ir sin dirección pero al menos no pierde el aura de inquietud que recorre buena parte del álbum. El órgano lo aprovecha también en otro tema que podría haber quedado como un instrumental, ‘Frank's Wild Years’, pero Tom empieza a narrarnos una truculenta historia de forma recitada y se agradece que al menos sea un cuento breve, porque musicalmente no presenta ningún atractivo. En cambio, ‘Rainbirds’ es una olvidable pieza de piano solo.
Al estilo del primer rock desarrollado por Dylan en su conversión musical de mitad de los sesenta se desarrolla la dinámica ‘Down, Down, Down’, mientras que el Waits más romántico aparece en la breve balada de piano ‘Johnsburg, Illinois’, que dura muy poco para que no se nos vuelva empalagosa. Resulta curioso que con los mismos ingredientes obtengamos una canción que es lo contrario, pues ‘Soldier's Things’ emociona con una bella parte de piano mientras Tom canta una emotiva letra sobre la venta de objetos pertenecientes a un soldado que ha fallecido, una manera sutil de describir el desgarro emocional que supone desprenderse de los objetos que comportan un recuerdo doloroso.
Como vemos, en este álbum se aúnan diversas facetas de Tom Waits, tanto lo convencional como lo vanguardista, lo vulgar y lo experimental. Pero supone la piedra angular de su carrera musical, un primer paso hacia el concepto de arte que le aleja de la imagen de cronista suburbano que se había creado en la primera parte de su carrera.
2023
RAIN DOGS
Año de publicación: 1985
Puntuación:
1) Singapore; 2) Clap Hands; 3) Cemetery Polka; 4) Jockey Full Of Bourbon;
5) Tango Till They're Sore; 6) Big Black Mariah; 7) Diamonds & Gold;
8) Hang Down Your Head; 9) Time; 10) Rain Dogs; 11) Midtown; 12) 9th & Hennepin;
13) Gun Street Girl; 14) Union Square; 15) Blind Love; 16) Walking Spanish;
17) Downtown Train; 18) Bride Of Rain Dog; 19) Anywhere I Lay My Head.
2023
Llegamos a la obra capital de Tom Waits, donde su continua evolución alcanza cotas máximas de eclecticismo, estilización y originalidad. Eso sí, no se trata de un álbum fácil de digerir. En él nos adentraremos en un desconcierto absoluto donde todo empieza a cobrar sentido cuando ya se ha escuchado varias veces. La instrumentación, la estructura, las letras, la voz… todo es susceptible de ser retorcido y llevado al extremo, pero con una naturalidad que asusta. Respecto a la voz, hasta quienes sientan aversión por Bob Dylan les parecerá la gloria en comparación, pues aquí la voz suena como si estuviéramos escuchando a un perro de verdad, como sugiere el título. La cantidad de músicos que desfila por el álbum es también bien grande, todavía mayor que en el álbum previo y con nombres competentes, lo cual denota el interés que muchos tendrían por poder participar en una obra de Tom Waits.
Nada más comenzar nos envuelve el jazz particular de este artista, pero en ‘Singapore’ ese estilo de jazz nos hace situarnos en el Berlín de los años treinta del siglo pasado, con sensacionales detalles instrumentales como la trompeta que aparece hacia la mitad. Incluso mejor todavía parece la canción que da título al álbum, pues en ‘Rain Dogs’ observamos que los músicos se muestran audaces y en primer plano, aportando cada uno con su instrumento detalles de interés. Hay que caer enamorado de ese estilo para disfrutar de Tom Waits más allá de sus letras, pero no es plato para todos los gustos, como es obvio. En cualquier caso, en el mismo estilo se desarrolla ‘Gun Street Girl’ y resulta más accesible, mientras que ‘Walking Spanish’ ya parece más de lo mismo. Una de las pocas canciones conocidas de Tom Waits es ‘Downtown Train’, la cual posee una estructura reconocible de estrofa-puente-estribillo y deslumbra tanto por las emocionantes melodías que canta Tom como por la brillante guitarra que ilumina la canción por todos lados. El bajo lo toca el gran Tony Levin, un habitual en los álbumes de grandes artistas.
El eclecticismo de Rain Dogs es asombroso, sin que olvide su predilección por estilos concretos. Pero ese estilo jazzístico tan peculiar de Tom y sus músicos también les deja lugar para canciones más enérgicas (dentro de lo enérgico que se puede ser en estos casos) como ‘Big Black Mariah’, donde toca la guitarra nada más y nada menos que Keith Richards, quien vuelve a repetir cuando se acercan al rock'n'roll clásico (‘Union Square’) o al country con las guitarras adecuadas (‘Blind Love’). Encontraremos hasta una polca (‘Cemetery Polka’) y un tango (‘Tango Till They're Sore’), que le salen interesantes más allá de su verborrea habitual. Eso sí, ‘9th & Hennepin’ es sólo para quienes disfruten de las historietas del tío Tom. Por otra parte, se acercan a los ritmos latinos en ‘Jockey Full Of Bourbon’, añadiendo sensacionales solos de guitarra en una mezcla estilística que seguro que agradó mucho en España a los Radio Futura.
Hay un par de breves instrumentales que ahondan en la variedad de la obra. Por un lado, ‘Midtown’ podría servir para la banda sonora de alguna película de espías, mientras que ‘Bride Of Rain Dog’ retoma por unos instantes más la vertiente cabaretera de ‘Rain Dogs’. Los ritmos pausados y atascados como el de ‘Diamonds & Gold’ a priori dejan una sensación mejorable, pero luego uno le pilla el punto y se da cuenta de que Tom canta en un estilo baladístico tradicional que suena muy bien. Consigue una asombrosa ambientación en ‘Clap Hands’ mediante una peculiar percusión que marca un ritmo inquietante. A ello se le irán sumando el teclado, la guitarra y la voz de Waits que va conformando una línea melódica conforme avanza. A criterio del oyente se deja la valoración de ‘Anywhere I Lay My Head’ como himno de madrugada o como ejemplo de cómo suena un borracho desencantado en un karaoke.
Se olvida de los gruñidos y ronqueras en ‘Hang Down Your Head’, con una voz tan suave a veces que parece una canción de Bruce Springsteen, o sea, tomando esto como un cumplido que sirva para resaltar el gancho y emotividad de su apartado vocal. Encontramos otro hermoso ejemplo justo a continuación en la balada de guitarra acústica ‘Time’, una de esas canciones que si te llegan, llegan muy adentro. Eso es precisamente el secreto de artistas tan peculiares y genuinos como Tom Waits, que uno sólo puede disfrutarlos si se adentra en ese submundo imprevisible y en primer término intimidantes. Pero sólo es intimidante en apariencia, puesto que Waits al final resulta acogedor y lo único que busca es enseñarnos su abanico de recursos como vehículo de expresión de sus letras de particular imaginería, donde abundan las referencias geográficas de un hombre de mundo.