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THE ADVERTS

CROSSING THE RED SEA WITH THE ADVERTS

Año de publicación: 1978

Puntuación:

1) One Chord Wonders; 2) Bored Teenagers; 3) New Church; 4) On The Roof; 5) Newboys; 6) Gary Gilmore's Eyes; 7) Bombsite Boy; 8) No Time To Be 21; 9) Safety In Numbers;

10) New Day Dawns; 11) Drowning Men; 12) On Wheels; 13) Great British Mistake; [SINGLES:] 14) One Chord Wonders; 15) Quickstep; 16) Gary Gilmore's Eyes;

17) Bored Teenagers; 18) Safety In Numbers; 19) We Who Wait; [LIVE:] 20) On Wheels;

21) Newboys; 22) New Church; 23) Gary Gilmore's Eyes; 24) Drowning Men;

25) No Time To Be 21.

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Aunque puede decirse que el punk nació en Estados Unidos a partir de la irrupción de los Ramones, quienes llevaron el espíritu de este género a su apogeo fueron las bandas británicas, ya que en el Reino Unido estaban inmersos en una aguda crisis socioeconómica, lo cual sirvió de acicate para una explosión de rabia general que en la juventud se catalizó, en cuanto a la música, a través del punk. Y por ello lo hizo de forma más convincente y con un mayor público potencial, puesto que los jóvenes veían reflejado su inconformismo y reivindicación en forma de letras directas y contundentes, así como de un sonido estruendoso que le aportaba una carga emocional poderosa. Con estos mimbres, uno de los mejores grupos que luego peor suerte padeció fueron The Adverts, un cuarteto londinense liderado por su cantante T.V. Smith y con la singularidad de poseer una bajista femenina, Gaye Advert, algo poco habitual en esa época.

 

La propuesta de los Adverts no es novedosa respecto a lo que se pueda conocer sobre el punk, ciñéndose bien a las consideraciones más características del género. En lo que sobresalen es en la calidad melódica inaudita de las composiciones, la mayoría repleta de ganchos diversos más propios de un grupo de pop, aunque solo encontraremos aires de pop asomando de manera clara en ‘New Church’, si bien solo llegan hasta el estribillo, donde demuestran que la fuerza del punk no es necesario sustituirla. Pero en general puede decirse que le toman el testigo a la sencillez de los Ramones, por lo cual parece como una autoparodia presentar una canción bajo el título de ‘One Chord Wonders’, que por otro lado es una buena carta de presentación para el disco. Energía pura aflora desde el inicio de ‘Bored Teenagers’, uno de los mejores temas en cuanto al vendaval sonoro que propone gracias a ese trepidante comienzo que desemboca en un glorioso estribillo. Otra canción que también sorprende de entrada es ‘Safety In Numbers’, pero luego se desarrolla de manera más sutil por poseer un buen puñado de detalles instrumentales que la convierten, desde un punto de vista técnico, en la mejor composición del álbum. En el caso de ‘No Time To Be 21’, no llama mucho la atención en un principio, pero esos sencillos acordes de guitarra que acompañan a la voz en el estribillo la dotan de una cualidad especial. Y aunque el segmento instrumental que anuncia y acompaña ‘Newboys’ puede parecer un poco tosco en primera instancia, luego crea un contraste de efecto catártico muy interesante.

 

Mención aparte merece ‘Gary Gilmore's Eyes’, cuya letra está referida a un caso real que conmocionó a la opinión pública estadounidense, cuando un asesino condenado a muerte (Gary Gilmore) no recurrió su condena y simplemente pidió que se cumpliera la ejecución, descolocando de esa manera al burocrático sistema penal que sorprendentemente no contemplaba esa opción y solo estaba preparada para los trámites de oposición. La historia fue recogida por Norman Mailer en su novela ganadora del premio Pulitzer La canción del verdugo y en ella se hacía referencia en muchas ocasiones a esa penetrante mirada de Gilmore a la cual también hace mención la canción de los Adverts. El título de ‘Great British Mistake’ también hace prever algún tema similar de actualidad, pero no deja de ser una mera queja poco constructiva donde al menos se hace referencia a la famosa obra Farenheit 451 de Ray Bradbury. Y bueno, musicalmente presenta una parte interesante de guitarra, así como una sorprendente sección que suena casi psicodélica (aquella en la cual TV Smith canta “I swoop over your city like a bird / I climb the high branches and observe”).

 

En ‘On The Roof’ crean una tensión creciente gracias al bajo pulsante, que luego se rompe para pasar al potente puente que antecede a un trepidante estribillo. La grandeza de este tema puede valorarse mejor en comparación con ‘Bombsite Boy’, que más o menos pretende recrear la misma estructura de tensión-explosión pero el resultado es mucho más convencional. En cualquier caso, la única pega que se le puede poner a este álbum es el sonido casi monocorde que lo ilustra, que no obstante cuando hay grandes melodías por medio no representa ningún problema. Pero en la recta final no hay tanto gancho y por ello ‘Drowning Men’ y ‘On Wheels’ (esta última de lo más lento que encontraremos aquí) ya suenan a más de lo mismo y no ofrecen apenas interés.

 

En la reedición encontramos una buena cantidad de material adicional entre singles y grabaciones en directo. En primer lugar, la colección de singles, donde curiosamente las canciones repetidas son tomas alternativas y pueden observarse algunas pequeñas diferencias, como el ritmo ligeramente más rápido en ‘Gary Gilmore's Eyes’, mientras que en ‘Bored Teenagers’ es al contrario, el ritmo se decelera y se pierde algo de mordiente. Suena todo más amateur, como si fuera el primer acercamiento al estudio de grabación y no supieran sacarle el suficiente partido a las composiciones. Entre los singles encontramos dos temas inéditos que son flojos en comparación con el resto. Tanto ‘We Who Wait’ como ‘Quickstep’ son muestras de vulgar punk sin nada que les diferencie de lo que pudieran estar haciendo otras bandas similares en esa época, aunque la segunda es bastante más floja, lo peor que encontraremos aquí si descontamos las actuaciones en directo. Porque ese apéndice de grabaciones en directo podrían habérselo ahorrado sin contemplaciones, ya que muestra a The Adverts como un grupo bastante deficiente en el escenario, cuando no era siempre así. Quedan como una curiosidad pero rompen el encanto que producen las mismas canciones en su equivalente de estudio, así que es mejor obviarlas.

 

Después del debut de los Ramones, este es quizá el mejor disco punk de la historia, pensando en el concepto más puro de este estilo. Supera con creces a los debuts de The Clash y de los Sex Pistols, e incluso mejor que el debut de The Damned, que es otro recomendable álbum del movimiento punk. No en vano, en la película contemporánea Punk in London, de 1977, The Adverts fueron uno de los poquísimos grupos que aparecen dos veces en ella, aunque no sean sus mejores actuaciones. Que este debut tuviera poco éxito y luego cayera en el olvido es una verdadera injusticia, ya que The Adverts demuestran una creatividad melódica sin igual entre tanto grupo irrelevante que les acompañaban dentro del mismo movimiento musical. Y además, ¿en qué reseña de un álbum de punk pueden encontrarse hasta dos referencias literarias?

CAST OF THOUSANDS

Año de publicación: 1979

Puntuación:

1) Cast Of Thousands; 2) The Adverts; 3) My Place; 4) Male Assault; 5) Television's Over;

6) Fate Of Criminals; 7) Love Songs; 8) I Surrender; 9) I Looked At The Sun;

10) I Will Walk You Home;

[BONUS TRACKS:] 11) Television's Over (single ver­sion); 12) Back From The Dead.

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Una de las características principales del movimiento punk fue su fugacidad y la desaparición de las bandas que no supieron evolucionar (por ejemplo, los Sex Pistols) frente a aquellas que sí evolucionaron e incluso lograron así sus mejores obras (como The Clash). Pues bien, a The Adverts les sucedió de todo un poco: evolucionaron, no lograron su mejor obra (quizá hubieran necesitado seguir para ello) y desaparecieron después. Esa evolución se aprecia rápidamente con solo mirar la portada, puesto que ahora son un quinteto debido a la incorporación del teclista Tim Cross. Cross es un músico en principio ajeno al punk y más conocido por haber acompañado a Mike Oldfield a principios de los ochenta, participando en la grabación de QE2 y Five Miles Out, y quedando inmortalizado en el vídeo del espectacular concierto de Oldfield en el Festival de Jazz de Montreux. La conexión con este músico no acaba aquí, ya que Cast Of Thousands fue grabado en el mítico estudio de grabación The Manor (en el interior de una casa de estilo victoriano), donde se grabó el legendario Tubular Bells en 1973 y por ello ambos álbumes comparten también a Tom Newman como productor. Todo ello no podía sino redundar en un álbum más artístico y menos directo que su predecesor.

 

Comenzar escuchando la canción que da título al álbum ciertamente debió ser un shock para los seguidores de la banda. ¡The Adverts se han transformado en un grupo de la New Wave! Pero la mutación ha sido satisfactoria, porque el piano de Cross embellece una estructura musical más acogedora de lo habitual, donde no faltan unas armonías corales insólitas para lo que había sido el combativo disco de debut. Tan solo la voz de Smith nos recuerda en esta primera canción que estamos escuchando a una banda de punk, pero tampoco importa demasiado porque les sale una buena canción con naturalidad. Colocar a continuación una canción cuyo título es el nombre del grupo podría dar a entender que nos están tratando de anunciar un cambio estilístico en forma de manifiesto musical, ya que mantiene los mismos parámetros que la anterior. En ‘My Place’ corroboramos que en los estribillos es el único momento donde algo de energía aflora, si bien darle preferencia al componente melódico de la música no resulta nada problemático porque The Adverts estaban en un buen momento creativo.

 

Hemos de esperar hasta ‘Male Assault’ para encontrar por fin un tema que rezume potencia desde el inicio hasta el final, demostrando que el rock más incisivo había quedado como un recurso más dentro de la apertura estilística que estaban experimentando. Los acordes que acompañan el estribillo de ‘Television's Over’ son pura gloria rock que en este caso les acerca definitivamente al art-punk de Wire. En los bonus tracks se encuentra la versión publicada en single, que curiosamente suena más punk y con una producción menos pulida y con más efectos sonoros, por lo que aporta una perspectiva nueva e interesante. Aunque la otra canción adicional, ‘Back From The Dead’, también es de punk, como si hubieran desechado para este álbum todo lo que les enlazara con lo que había caracterizado a su debut.

 

Por el tono teatralizado y la estructura multiparte de ‘Fate Of Criminals’, casi podrían pasar por Alice Cooper pero de una manera que les haría verdadero honor. Y el solo de guitarra tipo Shadows es otro detalle imprevisto pero bien elegido. También podría pasar ‘I Looked At The Sun’ por una emulación de Alice Cooper debido a ese embellecimiento del sonido en contraste con la voz como a contracorriente y en apariencia sin mucho cuidado del vocalista, pero en este caso el resultado es más convencional, con una segunda parte que deviene en caos hasta que se acaba con unas notas sueltas de piano que tampoco vienen a cuento. Consiguen hasta cotas épicas en ‘I Surrender’, la lástima es la voz algo pobre de TV Smith a la hora de repetir el título alargando la segunda vocal, ya que podría haberse convertido en todo un himno sobre la resignación que reinaba en el ambiente del Reino Unido por esa época, que es cuando llegó Margaret Thatcher al poder (muy sintomático de la falta de ideas y alternativas de la socialdemocracia es la llegada al poder de partidos conservadores en tiempos de crisis económica). Solo un pequeño traspié se les escurre dentro del álbum y es la vulgar ‘Love Songs’, que parece un intento de cruzar el punk con el boogie (denotado por el piano, obviamente) en un extravagante pero insustancial cóctel.

 

Las ventas fueron un desastre, lo que unido a problemas judiciales entre miembros y exmiembros llevaron a la disolución de The Adverts. Así pues, aquí acababa la exigua carrera de una de las bandas más interesantes que surgieron en el movimiento punk británico de finales de los setenta. Una lástima que todo acabara de manera tan repentina y no hubieran proseguido por esta senda de progresión que tan buenas sensaciones dejaba por el camino.

 

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