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NEIL YOUNG

NEIL YOUNG

Año de publicación: 1969

1) The Emperor Of Wyoming; 2) The Loner; 3) If I Could Have Her Tonight;

4) I've Been Waiting For You; 5) The Old Laughing Lady;

6) String Quartet From Whiskey Boot Hill; 7) Here We Are In The Years;

8) What Did You Do To My Life?; 9) I've Loved Her So Long; 10) The Last Trip To Tulsa.

Puntuación:

Puntuación:

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Tras la disolución de Buffalo Springfield, Neil Young fue el primero que debutó en solitario aunque nadie se dio cuenta porque este álbum pasó totalmente desapercibido y ni siquiera entró en las listas estadounidenses, que contabilizan los 200 primeros. Como aliciente, cuenta con la participación del gran Ry Cooder, quien recientemente había abandonado a Captain Beefheart y aquí encontraba un artista en el polo opuesto, más dedicado a continuar por una senda más accesible y devota de la música de raíces. En la batería y el bajo le ayudan, entre otros, los futuros músicos de Poco, quienes todavía no habían debutado bajo la mano de Furay y Messina, excompañeros en Buffalo Springfield.

 

Lo que encontramos es un irregular disco donde se nota cierta falta de confianza que pronto se disiparía, pero que aún le precipita a demostrar una introspección excesiva, así como incluir un par de insulsos instrumentales que nada tienen que ver con su música. El vulgar instrumental country ‘The Emperor Of Wyoming’ parece un último y mal guiño al pasado con Buffalo Springfield, sobre todo cuando el country era más bien cosa de Furay que de Young. Lo que no se entiende bien es la inclusión de otra pieza instrumental más breve compuesta, como su título indica, para cuarteto de cuerda: ‘String Quartet From Whiskey Boot Hill’. Probablemente fuera un detalle personal o para cumplir algún acuerdo económico con el productor y arreglista Jack Nitzsche, su autor.

 

La magnífica ‘The Loner’ establece de alguna manera uno de los estilos característicos de Young que es esa extraña mezcla de ritmos acústicos con guitarras eléctricas y, en este caso también, con algún arreglo orquestal, todo ello finiquitado en un memorable estribillo: “Know when you see him / Nothing can free him / Step aside, open wide, it's the loner”. De tono similar sería ‘I've Been Waiting For You’, con un estribillo todavía más elaborado y además espoleado por una afilada guitarra a mayor gloria de Neil, quien se marca un espectacular solo. La mayoría de temas se decantan por un tono más calmado, pero cuidando las melodías vocales y un ritmo dinámico que no haga decaer en la balada tradicional, como podría ser ‘If I Could Have Her Tonight’. Las cuidadas melodías vocales de ‘Here We Are In The Years’, junto a diversos detalles instrumentales, la convierten en toda una delicatessen que puede pasar inadvertida las primeras veces al tener ese tono más relajado que transmite igualmente relajamiento y por ello se nos pueden pasar de largo sus virtudes.

 

Por otro lado, ‘The Old Laughing Lady’ podría pasar por un tema de Stills al incorporar hacia la mitad de forma destacada los coros femeninos, acercándose por momentos al sonido funky de Sly & The Family Stone pero de una manera sinuosa, si bien la mayor parte del tiempo se desarrolla en el tono introspectivo más característico del Young de la época. En cuanto a ‘What Did You Do To My Life?’ y ‘I've Loved Her So Long’, son ambos temas de relleno, agradables y poco más. Peor resulta ser la final ‘The Last Trip To Tulsa’, ya que es una sencilla canción acústica donde Neil canta acompañado de la guitarra pero explayándose durante nueve innecesarios minutos, repitiendo la misma estructura una y otra vez, de tal manera que se vuelve bastante cansino.

 

Acababa de comenzar y apuntaba muy buenas maneras, algo que iría mejorando en los próximos años de una carrera que se iba a alargar hasta el siglo XXI. Y como va a ser lo habitual en buena parte de sus álbumes, no faltan aquí algunos clásicos imperecederos.

EVERYBODY KNOWS THIS IS NOWHERE

Año de publicación: 1969

Puntuación:

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1) Cinnamon Girl; 2) Everybody Knows This Is Nowhere; 3) Round & Round (It Won't Be Long); 4) Down By The River; 5) The Losing End (When You're On);

6) Running Dry (Requiem For The Rockets); 7) Cowgirl In The Sand.

Aparte de poseer un buen puñado de clásicos, este álbum es importante porque supone la primera colaboración de Neil Young con la banda Crazy Horse como acompañamiento. Esta banda en realidad estaba reducida a un trío formado por el malogrado Danny Whitten en la guitarra, el bajista Billy Talbot y el baterista Ralph Molina, que sirven de complemento ideal para que Neil pueda desarrollar piezas largas con un mayor contenido, nada de volver a repetir el bochorno de ‘The Last Trip To Tulsa’. Por otro lado, aquí ya se confirma cuál será el mayor problema (y no el único) de Neil Young a lo largo de su carrera: la consistencia. Este hombre es capaz de incluir en un mismo disco un puñado de composiciones de primerísimo nivel con otras de absoluta mediocridad.

 

Así pues, comencemos de manera positiva por lo mejor que nos puede ofrecer este álbum. Nada más comenzar, el riff de guitarra de ‘Cinnamon Girl’ es toda una firma de autor para una de las canciones más conocidas de Young. Pero los temas que dominan este álbum son dos extensas piezas que rondan los diez minutos y son verdaderas obras maestras del rock. Una es la épica ‘Down By The River’ y la otra, todavía mejor, la descomunal ‘Cowgirl In The Sand’. Ambas coinciden en que poseen unos espectaculares desarrollos instrumentales donde se emplazan las dos guitarras (la de Young y la de Danny Whitten) para realizar todo un duelo donde se van turnando, acompasando o compitiendo dependiendo de la ocasión. Asimismo, la memorable parte vocal lo único que hace es sumar puntos para conformar otros dos temas inolvidables en la carrera de Neil. En esta ocasión también demuestra que ha entendido mejor el lenguaje country a la hora de adaptarlo con originalidad al lenguaje rock, que es lo que consigue con la fantástica ‘Everybody Knows This Is Nowhere’. No así ocurre en ‘The Losing End (When You're On)’, nueva metida de pata haciendo una vulgaridad de ecos country que desentona con el resto del disco.

 

De manera análoga, no será la única vez en su carrera, pero las baladas a veces se le van de la mano y se vuelven extremadamente soporíferas como ‘Round & Round (It Won't Be Long)’. Cuando le aplica un tono épico como hace en ‘Running Dry (Requiem For The Rockets)’ es cuando consigue un mejor resultado, únicamente arruinado en parte por el experimento de añadir un desquiciado violín que chirría demasiado para resultar agradable. Puede que encaje mejor con el tono de la composición, pero podría haberse ejecutado de otra manera. De hecho, cuando se muestra más comedido el violín deja mejor impresión.

 

Tantos momentos flojos impiden que este álbum pueda considerarse el mejor de Young y mucho menos que se acerque a lo que debería ser una obra maestra, pero en cualquier caso es un disco recomendable con varios temas imprescindibles. Más no se puede pedir.

AFTER THE GOLD RUSH

Año de publicación: 1970

Puntuación:

1) Tell Me Why; 2) After The Gold Rush; 3) Only Love Can Break Your Heart;

4) Southern Man; 5) Till The Morning Comes; 6) Oh, Lonesome Me;

7) Don't Let It Bring You Down; 8) Birds; 9) When You Dance I Can Really Love;

10) I Believe In You; 11) Cripple Creek Ferry.

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Antes de la publicación de este nuevo álbum, Neil Young había participado por primera vez con Crosby, Stills & Nash en el decepcionante Déjà Vu, clarificando por tanto que las mejores composiciones se las había guardado para él. Probablemente vio lo que traían los demás y pensó que no le correspondía a él el rol de salvador. Aquí vuelve a acompañarse de los Crazy Horse, que tenían la novedad de contar con el gran guitarrista Nils Lofgren, aquel que en los ochenta se incorporaría a la E Street Band de Bruce Springsteen. También participa en la grabación Stills en los coros.

 

Las dos primeras canciones son acústicas y dan la impresión de que nos vamos a encontrar un disco más folk que los anteriores, pero luego descubrimos que sigue habiendo un poco de cada cosa, como es lo habitual en este primer Young. En particular, ‘Tell Me Why’ es un ejemplo de cómo puede transmitirse mucha emoción con muy pocos ingredientes. El solo de fiscorno de ‘After The Gold Rush’ transmite una solemnidad como pocas veces ha podido conseguir Neil con su guitarra. Le gustaría tanto el sonido de ese instrumento que en ‘Till The Morning Comes’ lo vuelve a repetir aunque con menor efecto. En el álbum se incluyen dos breves canciones de carácter jovial (‘Till The Morning Comes’ y ‘Cripple Creek Ferry’) que actúan de liberadoras de tensión respecto al vendaval emocional que recorre buena parte del álbum.

 

Como todo disco de Young, no podían faltar temas de relleno, aquí ejemplificados en la versión de ‘Oh, Lonesome Me’ del músico de country Don Gibson y la agradable ‘I Believe In You’. No podía faltar tampoco la típica balada aburrida que parece que escribe casi sin querer (‘Birds’). También podría tildarse de aburrida ‘Only Love Can Break Your Heart’ por su lento ritmo, pero es lo ideal para acompañar su emotiva parte vocal de delicadas melodías. A principios de los noventa, el grupo electrónico inglés Saint Etienne realizaría una pegadiza versión bailable que demostraba el potencial melódico de esta canción.

 

La denuncia del racismo del sur de Estados Unidos, donde se había configurado un sistema socioeconómico poderoso (qué sencillo y miserable es hacerse rico haciendo que tus trabajadores cobren poco y trabajen muchas horas) que utilizaba todos los medios a su alcance para perpetuarlo, se expresa aquí de forma épica en la memorable ‘Southern Man’, donde la guitarra expresa con mayor vehemencia todavía toda la rabia expresada en la letra. A los Lynyrd Skynyrd no les haría mucha gracia (recordemos que actuaban con la bandera confederada de fondo) y realizarían una defensa como respuesta en ‘Sweet Home Alabama’, desviando la atención de lo que es precisamente el punto crucial: el racismo. Está bien claro que Young se fija en lo negativo, pero es que lo negativo es tan execrable que igual da que el cielo allí sea muy azul. Similar a ‘Southern Man’ en el componente épico, pero en esta caso con base acústica, encontramos a ‘Don't Let It Bring You Down’, otro inolvidable tema. Más rockera y movida es ‘When You Dance You I Really Love’, otro clásico más para el saco.

 

En resumen, una mayor consistencia en este álbum (es inevitable no encontrar temas de relleno en cualquier obra de Young) es lo que lo convierte en uno de los mejores de su carrera, también con algunas de sus mejores canciones, que igualmente son muchas a lo largo de su extensa discografía.

HARVEST

Año de publicación: 1972

Puntuación:

1) Out On The Weekend; 2) Harvest; 3) A Man Needs A Maid; 4) Heart Of Gold;

5) Are You Ready For The Country?; 6) Old Man; 7) There's A World; 8) Alabama;

9) The Needle And The Damage Done; 10) Words (Between The Lines Of Age).

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Uno de los discos más famosos y exitosos de Young es quizá también el de más altibajos de su carrera. Aquí podemos encontrar lo mejor, lo peor y lo regular que podía ofrecer en esa particular mezcla de rock y música de raíces. Para los coros de algunas de las canciones le acompañan algunos amigos aparte de los obvios Crosby, Stills y Nash, los cuales ya representaban un notable tirón comercial en esa época. En lo musical, la evolución es escasa y la introducción puntual de arreglos orquestales vuelve a dar resultados vulgares como en el disco de debut. Los Crazy Horse no están aquí y en su lugar Neil ensambló unos nuevos músicos (entre los que se contaba el productor Jack Nitzsche en el piano) que quedarían bautizados como The Stray Gators para acompañarle durante una breve etapa.

 

Comenzar con ‘Out On The Weekend’ aporta unos aires norteamericanos que recuerdan los de John Wesley Harding de Bob Dylan pero en un tono más relajado. Ese estilo logra su culminación un poco más adelante en la famosa ‘Heart Of Gold’, poseedora de un pegadizo y cálido ritmo, más una emotiva parte vocal donde Linda Ronstadt y James Taylor acompañan en los coros. La otra joya que podemos encontrar en este álbum es ‘Old Man’, de elaborada estructura que engaña al comenzar como si fuera un simple tema acústico, pero que luego demuestra el alto nivel compositivo de Neil con geniales detalles como por ejemplo el banjo (tocado por James Taylor) que se escucha antes de cada estribillo. Esa especie de ira contenida que transpira a lo largo de ‘Words (Between The Lines Of Age)’ parece sustentarse también bajo todas las características necesarias para ser uno de los mejores temas de Neil, pero divaga durante tantos momentos sin acabar de ofrecer el primer nivel que esperamos de él, que al final sigue siendo un tema destacado pero no de los mejores.

 

La temática de decadencia sureña la retoma en la fiera ‘Alabama’, estado que representaba el peor racismo existente en Estados Unidos, aunque no fuera precisamente el único. Parece una reescritura de ‘Ohio’, aquella fabulosa composición de Young que grabó junto a Crosby, Stills & Nash el año anterior. De hecho, el estilo vocal coral de ‘Alabama’ podría encajar mejor con el citado trío. En un estilo de balada country se desarrolla la canción que da título al álbum, agradable y relajante si un@ se deja llevar por la cadencia de la voz de Neil. También para relajar la tensión musical de muchos momentos del álbum está la distendida ‘Are You Ready For The Country?’, donde lo más destacado es la afilada guitarra slide que acompaña toda la canción.

 

Grabada en directo, ‘The Needle And The Damage Done’ posee una ingente carga emocional por estar inspirada en la muerte por sobredosis de heroína de Danny Whitten, primer guitarrista de Crazy Horse que fue expulsado por Young debido a su adicción incontrolada y que murió muy poco después. Si le quitamos esa carga emocional o no conocemos la historia, lo que queda es una olvidable balada acústica sin más. No está mal el comienzo intimista de la balada de piano ‘A Man Needs A Maid’, pero el estribillo es un verdadero desastre porque la voz de Young no puede llegar a los registros altos que requeriría una canción así, quedando en ridículo porque suena muy falso al intentar alcanzar lo inalcanzable para él. Se pierde así un potencial que se le presume a este tema y que en la voz de un mejor cantante hubiera conseguido un mejor resultado con seguridad. No acaban ahí las meteduras de pata, ya que la orquestación de ‘There's A World’ es un desastre total, intentando darle una envoltura épica mediante el empleo de timbales a lo que es una penosa composición sin melodías.

 

Después de todo lo que se ha dicho, si un@ se abstrae de toda la publicidad que le han comportado las ventas a este álbum, puede valorar objetivamente que no es precisamente uno de los mejores de Neil Young aunque posea dos de sus más reconocibles éxitos. Él era capaz de conseguir mucho mejor resultado global, como ya había demostrado.

JOURNEY THROUGH THE PAST

Año de publicación: 1972

Puntuación:

1) For What It's Worth/Mr. Soul; 2) Rock & Roll Woman; 3) Find The Cost Of Freedom; 4) Ohio; 5) Southern Man; 6) Are You Ready For The Country?;

7) Let Me Call You Sweetheart; 8) Alabama; 9) Words; 10) Relativity Invitation;

11) Handel's Messiah; 12) King Of Kings; 13) Soldier; 14) Let's Go Away For Awhile.

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Que Neil ha sido siempre un alma solitaria con más ideas de las que podía abarcar con su conocimiento, queda más que ejemplificado en la idea que tuvo de pasarse al lenguaje cinematográfico y realizar una película experimental como director, de la cual se publicó la banda sonora con el mismo título. En ella se recogen, aparte de otros temas de distinta índole, cada una de las etapas relevantes de su carrera: Buffalo Springfield, Crosby, Stills & Nash, así como su carrera en solitario ejemplificada en su más reciente álbum. La excentricidad de esta banda sonora queda patente por la sorpresiva inclusión de uno de los dos instrumentales que había en Pet Sounds de los Beach Boys, ‘Let's Go Away For Awhile’, que además era de lo más discreto de la obra maestra de los californianos. Otro ejemplo clarividente es la inclusión de una pieza que ya pertenecía a una película más antigua. Cosas del hiperactivo Neil Young.

 

La única composición nueva de Young que encontraremos es ‘Soldier’, pero parece una demo de piano con muy poco interés, así que es mejor obviarla. Pero vayamos por partes. Lo primero que nos encontramos son dos temas pertenecientes a su primera etapa, esto es, con Buffalo Springfield. El mix de ‘For What It's Worth’ con ’Mr. Soul’ perteneciente a un programa en televisión puede verse fácilmente por internet (con Furay apartado de la escena mientras hace como que toca la guitarra), pero es en playback, por lo que no tiene mucho sentido incluirlo en un disco. ‘Rock & Roll Woman’ sí que parece ejecutada en directo y, si no fuera por la calidad de sonido algo deficiente, sería todo un tesoro. De ahí se pasa a la exitosa etapa con Crosby, Stills y Nash, de la cual se incluye las caras A y B de un single publicado por el cuarteto de amigos en 1970. La cara B es ‘Find The Cost Of Freedom’, compuesta por Stills e interpretada casi a cappella, no alberga ningún interés. Aquí enlaza rápidamente con ‘Ohio’, la cara A, uno de los temas más poderosos del cuarteto por su carga política relacionada con sangrientos incidentes de abuso de la autoridad, que no se diferencia apenas del equivalente de estudio salvo en alargar quizá excesivamente la coda. En ‘Southern Man’, siempre interesante, se marcan un entusiasta solo de guitarras, probablemente entre Young y Stills, ya que la capacidad del resto no estaba a la altura de intentar algo así.

 

Respecto a las tomas falsas de las grabaciones de Harvest, tampoco es que se aporte nada especial excepto en el caso de ‘Are You Ready For The Country?’, que suena más cercana con la guitarra slide más prominente incluso, por lo que deja aquí mejor sensación. La toma de ‘Alabama’ parece que va a ser la misma que la ya conocida, pero luego se para abruptamente para que escuchemos voces en el estudio hasta que llega un esperanzador retorno donde aflora la afilada guitarra pero que acaba muy pronto. Luego, más extractos de voces, coros, discursos y lo que se le pasó en ese momento por la cabeza a Young (aunque es tal cual aparece en la película), hasta otro breve retorno que hace incluso gracia al final. En el caso de ‘Words’, esta vez sin insertos innecesarios, sí que se nota que es una toma donde todavía faltaba practicar algo más y aparte Neil suena más apagado, como si estuviera más pendiente de escuchar la música que están tocando que en cómo encajar la voz. En esa fase de grabación, es evidente que dieciséis minutos son excesivos se mire por donde se mire, recreándose en una parte instrumental que acaba sonando repetitiva.

 

Lo que no se entiende es la inclusión de algo como ‘Let Me Call You Sweetheart’, donde escuchamos un coro cantando de mala manera una canción popular de principios del siglo XX. Tampoco queda claro el motivo de introducir un fragmento de diálogo de la película (‘Relativity Invitation’). Más entendible es la inclusión de dos piezas corales clásicas interpretadas por coro y orquesta, ya que en toda banda sonora no puede faltar la música orquestal, aunque ‘King Of Kings’ pertenece a la película de mismo título, en España bien traducida como Rey de reyes (1961).

 

Que este álbum no volviera a reeditarse posteriormente indica con claridad lo superfluo de su contenido: un playback, música clásica prestada, tomas falsas… Nunca está de más tener el placer de escuchar ‘Ohio’ o ‘Southern Man’ en directo, pero hay discos más apropiados para ello. El presente es una verdadera inutilidad.

TIME FADES AWAY

Año de publicación: 1973

Puntuación:

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1) Time Fades Away; 2) Journey Through The Past; 3) Yonder Stands The Sinner; 4) L.A.;

5) Love In Mind; 6) Don't Be Denied; 7) The Bridge; 8) Last Dance.

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Acompañado por los Stray Gators, el nombre que había dado al conjunto de músicos que habían grabado Harvest con él, Neil se embarcó en la gira de presentación del álbum, en la cual se grabaron nuevas canciones como las que encontramos aquí, salvo uno que fue grabada dos años antes sin acompañamiento, él a solas. Pero un suceso personal marca este disco. Tal como cuenta en sus memorias, justo antes de salir de gira realizaron unos ensayos donde participó Danny Whitten, guitarrista de Crazy Horse, porque era el elegido para acompañarles, pero Neil hubo de comprarle un billete de avión y enviarlo a casa por su fuerte adicción a las drogas, lo cual le impedía rendir adecuadamente. Esa misma noche, tras la vuelta, Whitten murió de sobredosis y dejó un sentimiento de culpabilidad en su amigo. Es otro ejemplo del problema que ha planteado Ingmar Bergman en algunas de sus películas: si el artista aparca su obra para dedicarse a cuidar a sus familiares y allegados, es algo que ganan estos últimos (y que obviamente es muy importante) pero que pierde el resto de la humanidad y las siguientes generaciones. Respecto a lo musical, la primera sensación que deja este novedoso repertorio no es nada buena, como si Young hubiera improvisado para componer lo primero que le viniera a la cabeza y sonara bien, de tal manera que pudiera aprovechar la citada compañía y comprobar su respuesta. Así pues, lo más socorrido en estos casos es tomar inspiración de lo que se ha hecho anteriormente y así sale todo más rápido.

 

Un ejemplo muy claro es ‘Last Dance’, puesto que no deja de ser una reescritura de ‘Southern Man’ incluso en su extensa duración, aunque al menos sigue siendo un gustazo escuchar la fiera guitarra de Neil. Eso sí, los canturreos que se pega hacia la mitad del tema, como si estuviera haciendo proto-rap, la verdad que no quedan nada bien. Como si hubiera sido un descarte de la banda sonora previa, ‘Journey Through The Past’ parece en realidad un descarte de After The Gold Rush o al menos una reescritura del tema que le daba título, ya que las similitudes se perciben muy pronto. Se trata de Neil acompañado únicamente del piano, tocado por él mismo, tal como vuelve a repetir con un mejor efecto, al sonar más original, en ‘The Bridge’ y también en la breve ‘Love In Mind’, esta última grabada en un concierto de 1971. En ambas demuestra esa sensibilidad especial que sabía plasmar con expresividad en sus momentos más acertados. En su momento, los vecinos de Los Ángeles debieron estremecerse al ver el título de ‘L.A.’ procedente de un artista que ya había descuartizado el estado de Alabama en otra canción. No es precisamente una alabanza de la ciudad californiana, pero tampoco puede tomarse como una mala crítica. Lo que sí trae son reminiscencias de ‘Cinnamon Girl’ en la parte vocal de las estrofas principales.

 

Si en Harvest nos habíamos librado de escuchar temas country convencionales, sin que ello nos librara de errores todavía peores, aquí sí tenemos algo como ‘Time Fades Away’, un tema de los que disfrutan los músicos tocando por su carácter alegre y jovial, pero que musicalmente no es nada del otro mundo. Lo mejor es la sección instrumental central. Menos fortuna tiene ‘Yonder Stands The Sinner’, ya que ni siquiera la breve parte donde habrían de brillar los instrumentos dejan de transmitir una sensación de vulgaridad. Tampoco la inspiración sobrevino en ‘Don't Be Denied’, repitiendo hasta la saciedad su título como único estribillo de una manera que deja indiferente, todo lo contrario de lo que debió pretender su autor. De hecho, muy poco debió gustarle a Neil este álbum en conjunto porque nunca ha sido reeditado en CD. No puede decirse que sea un mal disco porque hay cierto gusto en la ejecución, pero la mediocridad es más que evidente, sobre todo si atendemos a los constantes reciclajes de temas anteriores que posee.

ON THE BEACH

Año de publicación: 1974

Puntuación:

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1) Walk On; 2) See The Sky About To Rain; 3) Revolution Blues; 4) For The Turnstiles;

5) Vampire Blues; 6) On The Beach; 7) Motion Pictures; 8) Ambulance Blues.

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Igual que ocurrió para los dos álbumes anteriores, On The Beach fue también condenado al olvido absoluto al no ser reeditado posteriormente, aunque en este caso el error sería corregido ya en el siglo XXI, ya que en este caso no se cometen los crasos errores que volvían inútiles esos dos álbumes precedentes. Aquí estamos ante un álbum de estudio que se puede denominar como tal con propiedad y además de los mejores que haya publicado Neil en su carrera. Para cualquier artista musical que sea el creador de su propia obra, una de las claves para acertar es conseguir sobrepasar la barrera emocional interior hasta alcanzar una universalidad en aquello que pretende transmitir, de tal manera que ese sentimiento sea entendido, aprehendido y/o absorbido por quien le escuche. Y aquí, Young lo consigue en diferentes momentos.

 

‘Walk On’ es lo que The Band se hubiera conformado con conseguir para 1974, una canción tranquila y pegadiza que transmitiera positivismo, aunque en realidad The Band para ese año estaban ya para transmitir de todo menos vibraciones positivas. Curiosamente, dos miembros de ese grupo participan aquí en la espectacular ‘Revolution Blues’. Se trata de Levon Helm en la batería y Rick Danko tocando el bajo. ‘Revolution Blues’ es una de las canciones más fieras que haya cantado Young, quien en algunos momentos parece que esté cantando como Bob Dylan pero transmite igualmente una rabia contenida que no deja indiferente. El entramado rítmico es todo un portento de energía rockera, donde la guitarra suena amenazante y vibrante como solo Neil sabría conseguir, ayudado en este caso por Crosby, quien ya tenía su bagaje como escudero en la guitarra rítmica de McGuinn y de Stills. Como vemos en los títulos de las canciones, hay hasta tres de ellas con el apelativo de blues, pero solo ‘Vampire Blues’ puede catalogarse como tal y por ello es lo más discreto y olvidable de este álbum. En cambio, ‘Ambulance Blues’ es un largo tema folk de nueve minutos de duración que al menos se hace entretenido. Quizá estaba emulando a Dylan inconscientemente de nuevo.

 

El tema más conocido de este álbum es la preciosa balada ‘See The Sky About To Rain’, cuya belleza recibe en parte por el piano eléctrico, tocado aquí por Neil, y en parte por la esplendorosa steel guitar tocada por Ben Keith, fiel colaborador y amigo suyo. Es igualmente Keith el protagonista y quien da el toque de encanto a ‘For The Turnstiles’, gracias al dobro que le proporciona sus aires rurales. Por otro lado, el tema que da título al disco parece en principio una pieza discreta debido a su construcción y su tono calmado, puesto que se desarrolla en un tono intimista donde gradualmente se va modificando el tono emocional de forma muy sutil, pero en todo momento palpándose un sentimiento especial, tanto en la voz como en los expresivos solos de guitarra. Un gusto adquirido, en definitiva. No obstante, la lentitud en el caso de ‘Motion Pictures’ sí que es un obstáculo que hay que salvar para percibir la sutileza de la parte vocal, si bien con la armónica no se muestra Neil tan acertado.

 

Tras escuchar el álbum completo, resulta difícil comprender el motivo de la negativa de Young a reeditarlo. ¿Será por los ecos evidentes a Bob Dylan en algunas canciones? No parece un motivo claro para tomar esa decisión. En cualquier caso, que nadie se pierda este disco ninguneado por su autor, sobre todo por los tres tesoros musicales que se han destacado.

TONIGHT'S THE NIGHT

Año de publicación: 1975

Puntuación:

1) Tonight's The Night; 2) Speakin' Out; 3) World On A String; 4) Borrowed Tune;

5) Come On Baby Let's Go Downtown; 6) Mellow My Mind;

7) Roll Another Number (For The Road); 8) Albuquerque; 9) New Mama;

10) Lookout Joe; 11) Tired Eyes; 12) Tonight's The Night (Part II).

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Dos sucesos emocionalmente muy fuertes (dos muertes por sobredosis de droga) socavaron la moral de Young en 1973, año en el que se grabaron casi la totalidad de estas canciones pero quedando temporalmente archivadas porque su autor no se sentía con capacidad para publicar un material donde afloraba ese profundo dolor. Uno de los fallecimientos ya ha sido comentado con anterioridad, ya que se trata del guitarrista original de Crazy Horse, Danny Whitten. A lo cual se unió el de un roadie por quien Young tenía gran estima. Pero estas canciones no las grabó solo, sino que volvió a juntar a un surtido de músicos que le habían acompañado en uno u otro momento, incluido algunos de Crazy Horse o Nils Lofgren, y los bautizó como The Santa Monica Flyers.

 

Como homenaje directo a Whitten, se incluye una interpretación en directo de ‘Come On Baby Let's Go Downtown’ perteneciente a un concierto en el Fillmore East de 1970 donde participa el propio Whitten cantando a dúo y tocando la guitarra. Es una canción compuesta por ambos, Young y él, y es bastante adictiva aunque también demasiado repetitiva. La canción que da título al álbum y que se divide en dos partes para abrirlo y cerrarlo, peca de un excesivo intimismo que lleva a Young a abusar del título para expresar ese sentimiento oculto que desea que aflore al máximo. Además, las diferencias entre ambas partes son irrelevantes. En ellas se nombra directamente a Bruce Berry, el roadie al que aludíamos al inicio, por lo que las heridas emocionales eran más que evidentes.

 

En un disco tan intimista y de escaso trabajo de producción, es obvio que no pueden faltar baladas sencillas de piano como reflejo del enfoque directo y sin deshacerse en varias tomas que desvirtúen la emoción primigenia. El título de ‘Borrowed Tune’ podría hacer referencia perfectamente a que Neil ha repetido, con variaciones, alguna de sus piezas de piano anteriores, pero en la letra confiesa sin problemas que lo ha tomado prestado de los Rolling Stones. Y si nos fijamos, descubriremos rápidamente que el préstamo está tomado de ‘Lady Jane’. Mejor sensación deja ‘New Mama’, puesto que a la sencillez minimalista que acompaña al piano y la guitarra acústica, se une una parte vocal de gusto melódico y que, en ese sentido, está entre lo mejor del álbum. Por otro lado, en ‘Tired Eyes’ echa mano descaradamente de la melodía de ‘Till The Morning Comes’ de After The Gold Rush, por lo que no deja de ser una mera excusa para, quizá, dirigirse más directamente a quien había sido su amigo y a quien la droga había echado a perder, dejando caer una frase tan dura como “I mean, was he a heavy doper or was he just a loser?”.

Como estamos viendo, la carga emocional del álbum es ajena a los aspectos cualitativos que deben regir la creación de un álbum. Por ello, podemos encontrarnos un olvidable blues (‘Speakin' Out’) o un vulgar country cantado de forma desafinada, seguramente deliberada, ‘Roll Another Number (For The Road)’, el cual únicamente se salva por la agradable instrumentación y la guitarra slide, que siempre es un plus. Esa desafinación vocal de Neil forma parte del encanto particular de este álbum, por denominarlo de una manera generosa, ya que es el resultado de grabar todo rápido y en un estado anímico bajo mínimos. ‘Mellow My Mind’ es otro ejemplo donde la voz se rompe sin que haya otro motivo que lo justifique. Tampoco se muestra acertado con el alargamiento del nombre ‘Albuquerque’ en el estribillo de dicha canción, desaprovechando el estupendo entramado instrumental donde destacan tanto la pedal steel de Ben Keith como el piano de Young.

 

No es hasta que se lanza a un rock más clarificador y con la guitarra como guía, tal cual ocurre en ‘World On A String’ y ‘Lookout Joe’, que mejor sensación deja, como si la guitarra eléctrica fuera más liberadora para Neil y nos devolviera brevemente al impecable rockero que lleva dentro. En definitiva, para quien se deje llevar por el endiosamiento al que se ha aupado este álbum, puede llevarse una gran decepción al escucharlo, en cuanto a su bajo nivel compositivo en comparación con el resto de su obra. Solo aquell@s que empaticen lo suficiente con el dolor de Neil podrán tener en gran estima Tonight's The Night, pero eso ya entra directamente dentro del apartado personal, más subjetivo. Si nos fijamos en el apartado musical, que es precisamente lo que ha de valorarse para evaluar cada álbum, estamos ante un mero inciso irrelevante dentro de la discografía de Young.

ZUMA

Año de publicación: 1975

Puntuación:

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1) Don't Cry No Tears; 2) Danger Bird; 3) Pardon My Heart; 4) Lookin' For A Love;

5) Barstool Blues; 6) Stupid Girl; 7) Drive Back; 8) Cortez The Killer; 9) Through My Sails.

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Llegamos aquí ante otro de los discos considerados como leyendas dentro de la discografía de Neil Young pero que luego no lo son tanto. Aunque en este caso se acerca mucho a lo que debería ser un gran álbum, si bien adolece de ese sonido demasiado estandarizado en muchos momentos para elevarse por encima de lo convencional. Le acompaña la nueva formación de Crazy Horse, la misma que le acompañará de ahora en adelante, con Frank Sampedro como guitarrista en sustitución del fallecido Whitten. Y, como siempre, la compenetración entre todos ellos es total, como si fueran un cuarteto de verdad y no el trío de apoyo de Young.

 

De alguna manera, ‘Don't Cry No Tears’ ejemplifica la música más habitual de Neil Young: canciones agradables enfundadas en algún género tradicional norteamericano, con algún que otro gancho para evitar el cliché más genérico pero sin llegar a salirse del todo. En ese sentido, ‘Lookin' For A Love’ puede parecer un vulgar tema country, que en parte lo es, pero al menos posee un agradable estribillo que lo salva de la quema. En el caso de ‘Barstool Blues’, hace gracia porque en las estrofas recuerda a ‘It's All Over, Now Baby Blue’ de Bob Dylan, mientras que el entramado instrumental parece rememorar a The Byrds.

 

La épica de ‘Cortez The Killer’, la pieza más importante del álbum y una de las más aclamadas, abruma por la manera en que nos envuelve su sonido denso pero introspectivo, con la espectacular guitarra de Neil Young brillando por todos lados, transmitiendo toda la pesadumbre y amargura de la época de la conquista de América (es decir, respecto a los americanos nativos, que fueron quienes la padecieron). Y es que el Cortez del título no es otro que el conquistador Hernán Cortés, quien como todo gran colonizador de cualquier siglo pasado, no escatimaba en violencia y barbaridades para conseguir su objetivo, aunque la letra de esta canción es bastante desafortunada al tratar el tema de una manera demasiado maniquea cuando invitaba a ser más realista y explícito. También en tono épico y sin escatimar en duración transcurre ‘Danger Bird’, aunque no consigue llegar a la grandeza de ‘Cortez The Killer’. Pero es igual de placentero escuchar el sonido compacto que surge de esa química especial entre Neil y los Crazy Horse.

 

El riff más fiero lo encontramos en ‘Drive Back’, una píldora de energía rockera de las que siempre esperamos en él. No se queda muy lejos ‘Stupid Girl’, la cual posee una introducción más al estilo de ‘Danger Bird’ pero luego se desarrolla como un rock al uso, quizá más cerca de los Rolling Stones (sin que tenga nada que ver el título). Mediante ‘Pardon My Heart’ le demostraba a su amigo Stills que también podía jugar en su misma liga de temas acústico-decadentes e incluso ganarle. En algún momento Neil debió acordarse de su abuelita, de cuánto le gustaban los boleros de Lucho Gatica y de lo fácil que era componer algo así. Así que, para engrandecer su regalo, llamó a sus amigos Crosby, Stills y Nash y los desaprovechó como cantantes en la plomiza ‘Through My Sails’, una lacrimógena balada casi a cappella que abochorna por su vulgaridad.

 

Así pues, los errores señalados son los que penalizan este álbum, que aun así es satisfactorio y nos devuelve al mejor Neil Young, el que sabe tocar la fibra de las emociones aunque le cueste deshacerse de cierto tradicionalismo inherente a su música. Y bueno, los Crazy Horse demuestran ser la mejor compañía posible para el estilo de Young.

1) The Old Country Waltz; 2) Saddle Up The Palomino; 3) Hey Babe;

4) Hold Back The Tears; 5) Bite The Bullet; 6) Star Of Bethlehem; 7) Will To Love;

8) Like A Hurricane; 9) Homegrown.

Puntuación:

Año de publicación: 1977

AMERICAN STARS 'N BARS

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El disco que siguió a Zuma fue una colaboración con Stephen Stills bajo el nombre de Stills-Young Band que dio lugar al penoso Long May You Run, pero manteniendo el criterio original, será comentado en la sección correspondiente a CSNY. Algo cansado debió acabar Young, puesto que la segunda mitad del presente álbum recoge grabaciones rescatadas del período 1974-76 (concretamente los últimos cuatro temas). La primera mitad sí fue grabada para la ocasión y lo más destacable es la participación de Linda Ronstadt en los coros y quizá fue para aprovechar su presencia (o quién sabe si para intentar ligársela) que Neil se desvía la mayor parte del tiempo por terrenos country poco apropiados para su inventiva particular.

 

Lo más característico de este álbum es que contiene uno de los himnos de Young, el portentoso ‘Like A Hurricane’, cuya introducción de guitarra ya prepara el terreno de una nueva composición épica de gran calado emocional. En su discografía encontraremos una buena cantidad de temas de corte épico con sensacionales pasajes de guitarra, siendo ‘Like A Hurricane’ uno de los mejores ejemplos de la emoción que puede transmitir una guitarra eléctrica. Por desgracia, no encontraremos muchos más ejemplos de rock tan incisivo, porque precisamente son lo único que puede destacarse de este álbum. Uno de ellos es ‘Bite The Bullet’, que recoge de nuevo un poco de esa fiereza tan necesaria en las obras de Neil cuando se desvían por estilos más puros de blues y country. No tan buen resultado posee la final ‘Homegrown’, puesto que también denota algo de vitalidad en su entramado de guitarras, pero la parte vocal no es de las más acertadas que haya conseguido en su carrera y ciertamente deja una mala impresión.

 

Como ya se ha dicho, la mayoría del contenido del disco se mueve dentro de los parámetros del country, con resultado más o menos agradable para lo que podría esperarse, pero sin poder alejarse del convencionalismo que rodea este género. El título de ‘The Old Country Waltz’ define a la perfección el estilo de esta canción: un anticuado country con ritmo de vals. Al menos puede escucharse la siempre deliciosa pedal steel guitar de su amigo Ben Keith. Después encontraremos la más rítmica ‘Hey Babe’ o el distendido riff que introduce ‘Saddle Up The Palomino’, donde las guitarras también fluyen de manera interesante aunque la canción no se preste a alcanzar cotas importantes. En el caso de ‘Star Of Bethlehem’, se olvida muy rápidamente, tanto que me tocaría escucharla varias veces para poder decir algo de ella, por mucho que cuente con la participación de otra ilustre cantante country: Emmylou Harris.

 

La lástima de ‘Will To Love’ es que transmite buena impresión en su formato de balada acústica de guitarra para acompañar la voz intimista y cercana de Neil, pero la duración de siete minutos es excesiva y ello provoca que en las consiguientes escuchas se pierda la buena impresión inicial. Lo que es inadmisible es que Young se rebaje a grabar algo tan vulgar y falso como ‘Hold Back The Tears’, otro nuevo devaneo con la música insustancial para gente alejada del rock.

 

Al final, nos queda un irregular disco que reflejaba el retroceso de Young hacia géneros más tradicionales que continuaría en Comes A Time. Pero no hay nada aparte de ‘Like A Hurricane’ que aconseje hacerse con este disco. Eso sí, quien no conozca esta canción no conoce a Neil Young. O quizá debiéramos decir que conocer este álbum significa conocer las dos caras bien opuestas entre las que se ha movido siempre a lo largo de su desigual carrera.

DECADE

Año de publicación: 1977

Puntuación:

CD I: 1) Down To The Wire; … ; 6) Sugar Mountain; ...

CD II: … 13) Winterlong; 14) Deep Forbidden Lake; 15) Like A Hurricane;

16) Love Is A Rose; … ; 18) Campaigner; 19) Long May You Run.

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Decade fue originalmente un triple LP adaptado en la actualidad al formato de doble CD donde se recoge una amplia retrospectiva de Neil Young desde sus inicios en Buffalo Springfield hasta el que era su álbum más reciente. Aquí comentaremos las novedades, es decir, aquellos temas que no estaban incluidos anteriormente en ningún álbum o que aparecen aquí en una toma o versión diferente. En el caso de ‘Like A Hurricane’, se indica que la parte vocal proviene de una mezcla diferente a la de American Stars 'N Bars, pero en la práctica suenan iguales.

 

La mayor sorpresa puede que sea encontrar un descarte de la primera etapa con Buffalo Springfield. Se trata de ‘Down To The Wire’, imbuida por el espíritu de finales de los sesenta y algo tosca, salvada únicamente por una inspirada producción que añade unos originales coros para adornar a la perfección el resultado final. ‘Sugar Mountain’ había sido ya publicada como cara B de ‘The Loner’ pero no había aparecido en ningún álbum, si bien aquí se incluye una versión en directo de 1968, es decir, de los primeros pasos de Young en solitario tras la disolución de Buffalo Springfield. Aquí se muestra como una emotiva balada interpretada por Neil a solas con su guitarra acústica. Su amiga Linda Ronstadt había logrado un éxito en 1975 con la grabación de la canción country ‘Love Is A Rose’ de Young y aquí este incluye su propia versión acústica con guitarra y armónica.

 

De la reciente colaboración con Stephen Stills en la llamada Stills-Young Band se incluye aquí ‘Long May You Run’, pero en una versión primeriza donde sí estaban Nash y Crosby, delatando así su origen como lo que podría haber llegado a ser un hipotético nuevo álbum de CSNY. De todas maneras, no pasa más allá del calificativo de agradable. De la época de Tonight's The Night encontramos el descarte de ‘Winterlong’, una vulgar balada rock con ecos de country que, quién sabe por qué, acabaría cautivando a los Pixies lo suficiente para grabar su propia versión. Más floja todavía resulta la mediocre ‘Deep Forbidden Lake’, de una lentitud tal que deviene en sopor. Por el contrario, aunque parezca casi una demo, la sorprendentemente inspirada en Richard Nixon ‘Campaigner’ contiene unos notables detalles melódicos con la guitarra acústica.

 

Si nos ceñimos únicamente al contenido novedoso, esta recopilación es absolutamente prescindible porque no muestra nada relevante respecto a lo que ya conocíamos. Si lo tomamos todo en conjunto, es obvio que se trata de un gran recopilatorio repleto de grandísimos temas. Así que todo dependerá de la perspectiva desde la que se escuche.

1) Goin' Back; 2) Comes A Time; 3) Look Out For My Love; 4) Lotta Love;

5) Peace Of Mind; 6) Human Highway; 7) Already One; 8) Field Of Opportunity; 9) Motorcycle Mama; 10) Four Strong Winds.

Puntuación:

Año de publicación: 1978

COMES A TIME

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Una nueva muestra del caos organizativo en que se había transformado la producción artística de Young es este álbum de grabaciones entre 1975 y 1977 en diferentes localizaciones, con una infinidad de músicos participantes. Entre ellos encontramos incluso a J.J. Cale, pero en realidad no descubriremos detalles instrumentales relevantes, ni siquiera del propio autor, porque aquí nos encontramos a un Neil Young relajado y sin mordiente rockera. Esto es, estamos ante una continuación de American Stars 'N Bars pero sin nada como ‘Like A Hurricane’ para tratar de compensar.

 

Más o menos la primera mitad del álbum es bastante aceptable, puesto que no se olvida de añadir algunas melodías interesantes y arreglos adecuados. Comenzar mediante ‘Goin' Back’ nos hace retrotraernos a la atmósfera calmada y acústica de Harvest. No hubiera desentonado nada allí gracias a una cuidada estructura y un empleo mesurado de la percusión, además del empleo de arreglos orquestales. En el caso de ‘Lotta Love’, lo tiene todo para ser la sucesora de ‘Heart Of Gold’, ya que posee bellas y emotivas melodías vocales y un acompañamiento acústico y relajado, pero acaba exprimiendo demasiado esa emotividad y pierde por ello autenticidad. Más claros todavía son los casos de las baladas country ‘Already One’ y ‘Four Strong Winds’, puesto que bordean peligrosamente esa delgada línea que separa lo emotivo de lo falso y empalagoso. La segunda es una versión cuyo autor es un cantautor country canadiense desconocido para el gran público pero de una gran influencia en Young.

 

Las ganas de colocar el violín como instrumento protagonista parece ser la única justificación para un tema tan vulgar como ‘Field Of Opportunity’. En cambio, en la canción que da título al álbum el empleo del violín es más acertado para acentuar los aires country de esta balada bien construida y de bonitas melodías, que además es una de las favoritas de Young, según cuenta en su caótico libro de memorias El sueño de un hippie, de 2012.

 

Lo que queda por comentar ya evidencia las debilidades evidentes que posee este álbum. Bueno, no es el caso de ‘Look Out For My Love’, que está entre lo mejor pero no hace más que seguir la estela de temas precedentes de tono decadente como ‘Pardon My Heart’. De hecho es una de las dos canciones donde se acompaña por los Crazy Horse, siendo la otra la ya citada ‘Lotta Love’. El repetitivo ritmo marcial pero pausado de ‘Peace Of Mind’ provoca que se vuelva algo tediosa cuando ya se ha escuchado más de una vez. Y lo peor del álbum es ‘Motorcycle Mama’, un vulgar blues donde se alternan cantando Neil y Nicolette Larson, una de las cantantes que participó en el álbum de estudio previo. A quien no encontraremos de nuevo es a Linda Ronstadt, aunque tampoco hubiera podido mejorar mucho lo presente.

 

En el citado libro de memorias, Neil Young afirma rotundamente que Comes A Time es uno de sus mejores discos. En qué se basa para afirmarlo, es todo un misterio, pero nos cuenta incluso que las primeras doscientas mil copias estaban mal debido a un máster de grabación defectuoso, por lo que las compró todas para remasterizarlas. Quizá sea su álbum favorito porque le permite tocar y cantar relajado, pero resulta obvio que no estamos ante lo mejor de Young, ni de lejos. A lo largo de su carrera se ha comprobado que sus criterios musicales no son precisamente los más certeros.

RUST NEVER SLEEPS

Año de publicación: 1979

Puntuación:

1) My My, Hey Hey (Out Of The Blue); 2) Thrasher; 3) Ride My Llama; 4) Pocahontas;

5) Sail Away; 6) Powderfinger; 7) Welfare Mothers; 8) Sedan Delivery;

9) Hey Hey, My My (Into The Black).

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Como si le hubiera tomado la idea a Frank Zappa, la mayoría del contenido de este álbum de Neil Young está grabado en directo, de nuevo con la compañía de los Crazy Horse, quienes se muestran como el mejor acompañamiento posible para él. Tan solo ‘Pocahontas’ y ‘Sail Away’ son grabaciones de estudio, pero porque habían sido canciones descartadas con anterioridad y recuperadas aquí. La primera mitad del álbum es acústica, casi toda ella con Neil, su guitarra y su armónica como únicos elementos; y la segunda mitad es eléctrica, con los Crazy Horse en plena forma para complementar a Young. La idea de hacer esa separación la toma prestada de Bob Dylan, quien hizo lo mismo pero en orden inverso en Bringing It All Back Home, en una época en que algo así fue considerado un sacrilegio por los más puristas del folk. En la segunda parte de Rust Never Sleeps asistimos igualmente a la consagración de Neil como guitar hero, desplegando una expresividad asombrosa con su guitarra si atendemos al énfasis en el empleo de distorsión.

 

Pero vayamos por partes y comencemos por el lado acústico del disco, una manera relajada de comenzar para que reservemos toda nuestra energía hacia la segunda parte. La memorable melodía de guitarra de ‘My My, Hey Hey (Out Of The Blue)’ y sus no menos memorables melodías vocales sirven de punta de lanza para dejar una insuperable primera impresión. Su letra es algo ambigua y no se sabe si critica al punk o no, pero lo que deja bien claro es su amor por la música y la convicción de que el rock nunca morirá, porque toda la emoción que transmite se mantendrá a lo largo de los años asombrando a las generaciones siguientes, de la misma manera que cien años después nos emocionamos, por ejemplo con la Danza de la molinera de El sombrero de tres picos de Manuel de Falla.

 

Después de este hipnotizador inicio, la mejor composición acústica que encontraremos es ‘Pocahontas’, gracias a una cuidada parte vocal donde asoman emotivas melodías. Después de haber llamado asesino a Hernán Cortés, estaba bien que le echara un vistazo al destino de los indios norteamericanos y por ello la letra de ‘Pocahontas’ recuerda el genocidio en que se sustentó la fundación de Estados Unidos o Canadá, además de hacer referencia a Marlon Brando, quien unos años atrás envió a una india nativa a recoger su Oscar por El Padrino como manera de reivindicar los derechos de los habitantes originales en esos países. En principio ‘Ride My Llama’ es demasiado pausada, pero se redime en la brillante parte central donde las voces corales crean un momento de gran belleza musical. No obstante, lo único discreto de este álbum lo encontraremos en su apartado acústico, pues tanto el cántico ‘Thrasher’ como la balada country ‘Sail Away’ suenan agradables pero no dejan de ser convencionales composiciones que se les podrían haber ocurrido a otros. La segunda es la única canción del lado acústico en la cual puede escucharse acompañamiento instrumental, ya que en realidad proviene de la época de grabación de Comes A Time, de ahí que mantenga el mismo estilo expuesto allí.

 

La segunda parte del disco, la electrificada y potente, comienza no obstante de manera algo tranquila con la delicada ‘Powderfinger’, de la que puede destacarse su exquisito estribillo y un sensacional solo de guitarra. En cambio, el riff de guitarra de ‘Welfare Mothers’ es demoledor, así como resulta muy emocionante escuchar a Neil cantando las estrofas mientras los coros repiten “Welfare mothers make better lovers”. Toda una dosis de adrenalina. Los cambios de ritmo de ‘Sedan Delivery’ son su mejor virtud, puesto que le aportan una vitalidad continua, sobre todo cada vez que se acelera, demostrando al mismo tiempo que un verdadero rockero no tenía nada que temer a la fugaz aparición del punk. En la recta final parece que Neil desafina un poco cantando, que se le va un poco la voz, pero se le puede perdonar por toda la fuerza que despliega con los Crazy Horse.

 

Para el final nos queda la versión electrificada de ‘My My, Hey, Hey’, titulada ‘Hey Hey, My My (Into The Black)’, cuya melodía de guitarra resurge con mayor esplendor gracias a la electrificación, dejando por el camino una serie de solos distorsionados de guitarra que sirven de ejemplo para las generaciones musicales venideras. Una vez acabado el disco, quedan muchas ganas de volverlo a escuchar, sobre todo esas últimas tres canciones de energía a raudales. Para quien no haya escuchado nunca a Neil Young, es la mejor opción para comenzar con él (excepto si contamos las recopilaciones) y seguro que conseguirá engancharles para siempre, no solo por esa segunda parte eléctrica, sino por las grandes melodías que despliega a lo largo del álbum.

2020

LIVE RUST

Año de publicación: 1979

Puntuación:

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1) Sugar Mountain; 2) I Am A Child; 3) Comes A Time; 4) After The Gold Rush;

5) My My, Hey Hey (Out Of The Blue); 6) When You Dance I Can Really Love; 7) The Loner; 8) The Needle And The Damage Done; 9) Lotta Love; 10) Sedan Delivery;

11) Powderfinger; 12) Cortez The Killer; 13) Cinnamon Girl; 14) Like A Hurricane;

15) Hey Hey, My My (Into The Black); 16) Tonight's The Night.

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2020

Si a Rust Never Sleeps, que es en directo o prácticamente en directo, le hemos otorgado la máxima puntuación, la de este nuevo álbum en directo con Crazy Horse que recoge algunas de sus mejores canciones de los últimos años, incluidas las más recientes, resulta más que obvia. Live Rust es un álbum proveniente de los conciertos de la gira de presentación del anterior, una selección que repasa su trayectoria en solitario (con la excepción de ‘I Am A Child’ de su etapa en Buffalo Springfield) dividiéndola más o menos en una primera parte acústica y una segunda eléctrica. Esa era su manera de estructurar los conciertos, tal como queda atestiguado en la película grabada durante la gira bajo el título repetido de Rust Never Sleeps, la cual recoge uno de esos conciertos al completo. Aquí encontraremos alguna alternancia entre canciones acústicas y eléctricas debido a que no es todo un mismo concierto, pero el detalle no tiene mayor importancia.

 

En el apartado acústico, se trata de interpretaciones de Young sin acompañamiento, tan solo él con su guitarra y su armónica. No están mal y además es una bonita sorpresa encontrar ‘I Am A Child’, pero donde realmente brilla en directo es, como cabía esperar, en el apartado eléctrico con Crazy Horse. Canciones como ‘When You Dance I Can Really Love’ o ‘Cinnamon Girl’ se muestran incluso mejor en su interpretación en directo, ya que suenan más humanas y, por tanto, más convincentes, porque en el estudio tanta pulcritud les hacía sonar más mecánicos. Podemos disfrutar también de los épicos solos de guitarra de Young en sus dos vertientes, la evocadora de ‘Cortez The Killer’ y la desenfrenada de ‘Like A Hurricane’, confirmándose como todo un guitar hero de la música rock. Sin embargo, encontrar canciones de Rust Never Sleeps se puede tomar como un solapamiento, incluso como un innecesario solapamiento. Pero ya puestos, ya podían haberse ahorrado ‘Sedan Delivery’ o haber incluido ‘Welfare Mothers’.

 

Más que seguir hablando de las diferentes canciones, vale la pena buscar rápidamente este disco y escucharlo para sumergirse en la experiencia musical de un artista en la cúspide de su carrera. Tras haber escuchado este álbum al completo, incluso me asalta la inquietud por la posibilidad de que hubiera podido servir de pasaporte para incluir a Neil Young en la web principal. La única deficiencia que se le puede objetar es que repita algunas canciones del álbum anterior, el cual era también en directo, que es en realidad una deficiencia estructural que no musical, pero en cualquier caso igualmente a tener en cuenta para no poder ensalzar todavía más este impresionante disco en directo, imprescindible para cualquier seguidor/a de este músico canadiense.

HAWKS & DOVES

Año de publicación: 1980

Puntuación:

1) Little Wing; 2) The Old Homestead; 3) Lost In Space; 4) Captain Kennedy;

5) Stayin' Power; 6) Coastline; 7) Union Man; 8) Comin' Apart At Every Nail;

9) Hawks & Doves.

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Como ya había ocurrido en anteriores ocasiones, Neil Young volvió a echar mano de los archivos musicales y rescató un par de composiciones descartadas unos años antes, para completarlo con nuevo material compuesto. Tras la explosión enérgica (aunque fuera en la mitad de su contenido) de Rust Never Sleeps, lo más desconcertante e incluso decepcionante que podría hacer Young era grabar un álbum acústico, relajado y extremadamente discreto como este. De todas maneras, en buena parte de la década de los ochenta su propósito será desafiar a todo el mundo con sonrojantes decisiones estilísticas que socavarán su crédito artístico, por lo que puede tomarse Hawks & Doves como un adelanto de todo ello.

 

Lo que esperamos encontrarnos en ‘Little Wing’ es una versión de la inmortal composición de Jimi Hendrix, pero en realidad no es ninguna versión, sino una composición original de Neil en clave intimista, tan solo él con su guitarra y su armónica. No se aprecia mucho entusiasmo ni ganas de impactar como había hecho en sus álbumes previos, como si él mismo necesitara relajarse y para ello hubiera desconectado el cerebro, de tal manera que le sale algo como ‘Coastline’, un vulgar country que podría haber grabado cualquier grupúsculo de Tennessee. Otros temas como ‘Lost In Space’ o ‘Comin' Apart At Every Nail’ suenan agradables pero se atisba rápidamente su futilidad.

 

Que a veces Young pierde la mesura de las cosas se evidencia aquí en los casi ocho minutos de ‘The Old Homestead’, una pieza al estilo de Harvest que engarza un ágil y atractivo ritmo con una parte vocal cálida e íntima. No se entiende para nada la necesidad de extenderla tanto, pues ni siquiera la letra tiene sentido narrativo ni necesita todo ese tiempo. En cualquier caso, es el único tema que puede escucharse con interés aparte del que le da título al álbum. Precisamente en ‘Hawks & Doves’ es el único momento en el cual encontraremos pegadizas melodías vocales junto a alguna que otra interesante melodía de guitarra. Está ubicada justo al final, quizá para intentar dejar una última buena sensación, pero será difícil quedarse con ella si recordamos toda la mediocridad que ha de escucharse con anterioridad.

 

Del resto de canciones podemos prever que se alinearán con el recurso fácil de reciclar ideas anteriores, que es como se consigue rápidamente grabar un disco. Así, ‘Captain Kennedy’ sigue la estela de temas acústicos decadentes tipo ‘Pardon My Heart’, de Zuma, mientras que ‘Union Man’ no es más que una reescritura de ‘Come On Baby Let's Go Downtown’ con una vistosa guitarra como gancho para dar gato por liebre. El country cantable de ‘Stayin' Power’ también de la sensación de que lo hemos escuchado en más ocasiones.

 

Así pues, la sensación que deja este álbum es la de ser el hermano menor de Comes A Time, lo cual significa que es lo mismo pero con menos inspiración, menos entusiasmo y menos frescura. Lo único positivo de Neil Young a partir de ahora y hasta final de la década va a ser lo imprevisible de sus propuestas, porque cualitativamente comenzaba una cuesta abajo duradera, si bien en Re·ac·tor todavía tendremos un pequeño respiro para coger fuerzas.

RE·AC·TOR

Año de publicación: 1981

Puntuación:

1) Opera Star; 2) Surfer Joe And Moe The Sleaze; 3) T-Bone; 4) Get Back On It;

5) Southern Pacific; 6) Motor City; 7) Rapid Transit; 8) Shots.

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Si Hawks & Doves no hubiera existido, la continuación lógica (aunque menor) del gran Rust Never Sleeps hubiera sido el presente álbum, no solo porque se acompaña nuevamente de los Crazy Horse, sino porque vuelve a colocar la guitarra eléctrica en primer plano, otorgándole un protagonismo deseable pero al mismo tiempo descuidando un poco la parte vocal, incluso en algún caso las ganas de escribir letras.

 

Como si hubiera tomado nota tardía del movimiento punk que tanto denostó, ‘Opera Star’ nos muestra de entrada a un Neil enfadado que no sabe atinar con un estribillo decente, pues las estrofas suenan a variación de lo de siempre. Mucho más acertada suena ‘Surfer Joe And Moe The Sleaze’ al poseer un riff de guitarra más variado y certero, aunque el estribillo tampoco es ninguna maravilla pero al menos es pasable. Y el solo de guitarra que se marca Young en el intermedio instrumental es toda una maravilla, nos devuelve al guitar hero que siempre estamos esperando en él. Llegamos a la indigestión eléctrica en ‘T-Bone’, pues son nueve minutos de show de guitarra de Neil que en principio no están nada mal, pero resulta excesivo tanto minutaje. Eso sí, la letra no puede ser más sonrojante, todo el tiempo Neil repitiendo los versos “Got mashed potatoes” y “Ain't got no T-Bone”. Así que podrían y deberían haber recortado este tema a la mitad o incluso algo menos, porque al final se deja de prestar atención incluso a la guitarra al volverse todo demasiado monótono.

 

Para rellenar un poco de espacio se incluye el agradable pero olvidable honky-tonk de ‘Get Back On It’. La segunda mitad del disco mejora con creces lo escuchado hasta ese momento (con la excepción de ‘Surfer Joe And Moe The Sleaze’) y encadena varios temas relacionados con el motor o la velocidad. En primer lugar, ‘Motor City’ es un entretenido country-rock que, para salirse de los cánones del género, contiene una guitarra distorsionada. La vertiente más épica de Neil reaparece en ‘Southern Pacific’ y, aunque trate sobre un tren, transmite gran emoción cada vez que en el estribillo canta “Roll on, Southern Pacific”. De hecho, Young es un fanático de los trenes de juguete y en sus memorias tituladas El sueño de un hippie cuenta que tiene un establo repleto de montajes de trenes, algo tan exagerado que cuando se lo enseñó una vez a Crosby y Nash, el primero hizo un gesto al segundo del tipo “Este tío está como una cabra”. Es decir, que alguien como Crosby piense que estás mal de la cabeza es para preocuparse.

 

El afilado riff cíclico de ‘Rapid Transit’ es de los que cautivan desde el inicio; tan solo le faltaría haber conseguido una mejor parte vocal, pues escuchar a Neil haciendo onomatopeyas con la primera sílaba de cada verso puede hacer cierta gracia la primera vez, pero luego parece un poco ridículo. Pero el verdadero Young de los mejores momentos de la década de los setenta reaparece por fin en el tema final: ‘Shots’. A pesar de los efectos sonoros demasiado exagerados, se palpa la emoción desde el principio y tanto los instrumentos como la excelente melodía vocal de Neil transmiten toda la emoción posible de este tema que sigue la estela de épicas piezas de rock como ‘Hey Hey, My My (Into The Black)’. Es un gran final para un disco cualitativamente aceptable pero muy irregular en su primera mitad.

 

Este álbum ha sido masacrado siempre por la crítica y tampoco se entiende bien el porqué. Si ‘T-Bone’ se toma como una ofensa (que bien podría ocurrir), entonces puede entenderse que los críticos musicales de la época no hicieran el menor caso a la vibrante segunda mitad del álbum, sepultando cualquier perspectiva de recuperación en las generaciones posteriores, ¿porque quién va a querer echar la vista atrás a la discografía de los ochenta de Neil Young con la mala reputación (justificada) que tiene? Siempre es más fácil repetir comentarios lógicos si eso nos evita la incomodidad de pensar por nosotros mismos. Pero ‘Shots’ debería ser considerado todo un clásico de Young y buena parte del álbum está muy por encima de lo que creará en esta década hasta la llegada del emocionante Freedom, ya en 1989.

TRANS

Año de publicación: 1982

Puntuación:

1) Little Thing Called Love; 2) Computer Age; 3) We R In Control; 4) Transformer Man;

5) Computer Cowboy (AKA Syscrusher); 6) Hold On To Your Love; 7) Sample And Hold;

8) Mr. Soul; 9) Like An Inca.

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Llegamos aquí a uno de los discos más conflictivos que haya grabado nunca Neil Young. David Geffen se frotaba las manos al conseguir ficharle para su discográfica y le dio libertad para que pudiera desarrollar todo su potencial, así que Young se metió de nuevo en el estudio de grabación con los Crazy Horse, Nils Lofgren, el apreciado guitarrista de slide Ben Keith y con el percusionista Lala. Hasta aquí todo bien, no había ninguna señal que predijera la catástrofe sino todo lo contrario. Pero llegó un momento en que descubrió los sintetizadores, en especial el atrayente Synclavier, y pensó que esos sonidos nuevos que se escuchaban podían servir como medio de comunicación con uno de sus hijos afectados por parálisis cerebral, de tal manera que esa preocupación le hizo abandonar el proyecto original y centrarse en las posibilidades que le ofrecían las nuevas tecnologías.

 

Nada hace presagiar ningún desastre cuando comenzamos a escuchar el country-rock de ‘Little Thing Called Love’, aunque no pasa de ser una canción de lo más convencional por mucho que la guitarra destaque más de lo que acostumbraría en este estilo. Sin embargo, serán las canciones “normales” las únicas que podrán escucharse con cierto agrado sin que sean nada especial dentro de la discografía de Young: ‘Hold On To Your Love’ e ‘Like An Inca’, esta última poseedora de un ritmo que recuerda al estilo de Stephen Stills, pero cuya duración de casi diez minutos es totalmente desproporcionada para lo que nos ofrece.

 

El título de ‘Computer Age’ ya nos avisa de que entramos de lleno en las tecnologías y en él podemos escuchar por primera vez la voz procesada de Neil. Aun así, se aprecia el intento por hacer una canción pegadiza y de corte techno-pop aunque con el empleo visible de instrumentos de rock. Definitivamente, la producción lo arruina todo, sobre todo cuando la voz se distorsiona tanto has que suena muy aguda y bastante molesta, un truco que desgraciadamente repetirán en ‘Transformer Man’ (título gracioso porque la serie animada de Transformers todavía no existía). Así pues, ‘Computer Age’ podría haber sido una canción destacada pero se queda en experimento fallido. A continuación llega ‘We R In Control’, que en este caso es como si nos hubieran cambiado el robot anterior por uno de los de Kraftwerk y lo hubieran desaprovechado en un tema sin melodías que se limita a repetir acordes básicos de rock junto a los omnipresentes sintetizadores.

 

Ocho robóticos minutos dura ‘Sample And Hold’ y se vuelve a repetir el mismo patrón, pues se aprecian algunas melodías con gancho (la del estribillo suena muy bien) pero la producción arruina cualquier posibilidad de conseguir un resultado aceptable, tanto por las voces como por los tintineos sintéticos. Como si Young intuyera lo que podrían pensar los oyentes al escuchar estas atrocidades tecnológicas, incluye una versión en plan robótico para que podamos comparar y valorar la transformación realizada en este álbum. La elegida es ‘Mr. Soul’ de su etapa en Buffalo Springfield y sobran los comentarios, tanto en la comparación con la original como en el resultado obtenido.

 

Tampoco es necesario ensañarse más con un álbum producto de una mezcla de necesidad, experimentación y quizá también arrogancia, que es la que pareció tener Neil al cambiar de discográfica y entregar algo tan alejado de su imagen y de lo que estarían esperando de él. A la discográfica Geffen le sentaría como una patada en la entrepierna, pero todavía tuvieron un poco de paciencia, pensando que esta desviación de respecto a la trayectoria de Young era algo pasajero. Desafortunadamente, Trans representa tan solo el principio de un largo descanso creativo de Neil en el cual se dedicará a músicas más ligeras y fáciles de producir.

EVERYBODY'S ROCKIN'

Año de publicación: 1983

Puntuación:

1) Betty Lou's Got A New Pair Of Shoes; 2) Rainin' In My Heart; 3) Payola Blues;

4) Wonderin'; 5) Kinda Fonda Wanda; 6) Jellyroll Man; 7) Bright Lights, Big City;

8) Cry, Cry, Cry; 9) Mystery Train; 10) Everybody's Rockin'.

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Continuamos con las calamidades de Neil Young en los ochenta y le toca el turno a su ilusión de grabar un álbum íntegro de música rockabilly (la portada no engaña). Para ello reclutó a un nuevo elenco de músicos, donde repetía Ben Keith, y los bautizó como The Shocking Pinks. Casi la mitad de este álbum (cuatro temas) son versiones y las composiciones originales no hacen sino emular el mismo estilo de la segunda mitad de los años cincuenta que tanto parecía añorar Neil. Al menos se olvida del vocoder para cantar y de los sintetizadores, aunque al menos le hubieran servido para sonar más original, ya que el desastre era previsible e insalvable.

 

Así pues, todo lo que encontraremos en este álbum es rockabilly, incluso uno de los temas versionados que pertenece a otro género, pero resulta muy cutre querer tocar en clave de rockabilly un tema de blues tan versionado anteriormente como ‘Bright Lights, Big City’ de Jimmy Reed. Por consiguiente, sea en plan rápido (‘Betty Lou's Got A New Pair Of Shoes’) o en forma de balada (‘Rainin' In My Heart’), no nos moveremos del sonido de los años cincuenta. Es por ello que lo único que suena decente al alejarse mínimamente de los estándares más canónicos del género es ‘Wonderin'’.

 

De poco sirve que ‘Payola Blues’ sea una sátira sobre el llamado escándalo Payola, en el cual se descubrió por primera vez que las casas discográficas sobornaban a las radios para que sonaran y se promocionaran determinadas canciones. ‘Kinda Fonda Wanda’ pretende ser también una sátira, pero de la canción ‘Barbara Ann’ y su elenco de nombres femeninos. El problema grave que presenta es que la música no suena paródica, sino que pretende ser seria y por ello su vulgaridad se exacerba. Por si fuera poco, parece que la canción nos la vuelvan a repetir a continuación en ‘Jellyroll Man’.

 

No merece la pena seguir hablando de un disco perfectamente encasillado y sumergido en la vulgaridad más absoluta de un género. Aquí ya se acabó la paciencia de David Geffen y su discográfica obligó a finalizar las sesiones de grabación de manera súbita, de ahí la justificación para que el álbum no llegue ni a la media hora de duración (y menos mal), quedando dos canciones fuera que serán recuperadas una década después en el recopilatorio Lucky Thirteen. Geffen acabó demandando a Young por hacer música deliberadamente anticomercial, aunque no llegó a celebrarse juicio por llegar a un acuerdo previo. ¿Significaba esto una próxima vuelta a la esencia de lo que había hecho grande a Neil Young? Pues no, el acuerdo fue para que Neil rebajara sus emolumentos y dejarle así seguir con sus ínfulas maniáticas. En el próximo disco le tocaba el turno al country.

OLD WAYS

Año de publicación: 1985

Puntuación:

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1) The Wayward Wind; 2) Get Back To The Country; 3) Are There Any More Real Cowboys?; 4) Once An Angel; 5) Misfits; 6) California Sunset; 7) Old Ways; 8) My Boy;

9) Bound For Glory; 10) Where Is The Highway Tonight?.

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Siguiendo con los bandazos estilísticos que caracterizan la producción de Neil Young en los ochenta, le llegaba el turno a una obra integral de country, un género al que había recurrido varias veces con anterioridad, pero nunca con la intención de completar de esa manera un álbum íntegro. No escatima en músicos para la grabación, incluyendo un extenso número de músicos clásicos de cuerda. Todo sea para intentar conseguir un disco puro de country, aunque sea a base de sustentarse en todos los clichés existentes en el género. De nada sirve que prácticamente todo sean composiciones originales de Young.

 

Quizá la idea de Neil era que este álbum le sirviera para que le invitaran a participar en el Grand Ole Opry, lo cual justificaría que como inicio se coloque una canción clásica del country de los años cincuenta. En cualquier caso, esta versión no supone ninguna revelación, como tampoco nada de lo que encontraremos en el disco, tan convencional como cabría esperar de cualquier otro músico de country. Si acaso, tildar como revelación la humilde y expresiva voz de Willie Nelson que escuchamos en la primera mitad de ‘Are There Any More Real Cowboys?’, acompañado por la armónica de Neil Young, para luego cantar los dos a dúo e inmortalizar el momento. Por otro lado, para darle el necesario toque diferencial a la relajada ‘My Boy’ añade algo de guitarra transcurridos dos minutos y luego la reconocible armónica en la recta final.

 

Canciones como ‘California Sunset’ o ‘Bound For Glory’, que suenan tan típicas, parecen una pérdida de tiempo para quien no sea expresamente seguidor/a del country. Al menos en ‘Get Back To The Country’ puede escucharse una parte vocal con algo de melodía y un estribillo que recuerda a ‘It's All Over Now’, esa canción popularizada en la versión de los primeros Rolling Stones, como también se agradece el perceptible juego de guitarras de ‘Old Ways’. Es inevitable encontrarse con la típica balada aburrida (‘Once An Angel’), pero lo que resulta inaguantable es la balada orquestal de falsa emoción ‘Misfits’, que es lo que emocionaría a un sureño de los años treinta pero produce el efecto contrario a un aficionado del rock a mitad de los ochenta y en adelante. Son cinco minutos que se vuelven diez.

 

Para el final deja un modesto tema titulado ‘Where Is The Highway Tonight?’, que suena amistoso en tanto podemos imaginarnos a Young tocando relajadamente y sin aspiraciones, algo que sería aceptable en otro tipo de obras más comprometidas con el arte, pero no en esta innecesaria aportación a la música tradicional estadounidense. Es un mediocre álbum de country donde solo las personas aficionadas podrán discernir qué tiene de especial, si es que tiene algo. Para el resto, no le queda sino maldecir (de nuevo) al canadiense por haberle robado algo más de media hora de tiempo de su vida.

LANDING ON WATER

Año de publicación: 1986

Puntuación:

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1) Weight Of The World; 2) Violent Side; 3) Hippie Dream; 4) Bad News Beat;

5) Touch The Night; 6) People On The Street; 7) Hard Luck Stories; 8) I Got A Problem;

9) Pressure; 10) Drifter.

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Llegamos aquí a una cierta normalización de Neil Young en el sentido de que suena tal como cabría esperar de cualquier rockero que en los ochenta se hubiera dejado llevar por la producción típica de esa década. Para ello se juntó con un productor diferente que le podía llevar por ese camino, que obviamente era un error típico de la época porque la facilidad que suponía el empleo de sintetizadores era muy tentadora. Aparte, las guitarras suenan falsas y en la mayoría de temas la batería suena como si hubieran comprado un par de tambores de saldo y los hubieran llevado al estudio de grabación, es decir, que en algunos casos hubiera sido incluso mejor sustituirlos por una percusión programada.

 

La primera impresión que dejan los sintetizadores que se escuchan al inicio de ‘Weight Of The World’ es que Neil vuelve a sus andanzas de Trans. Su voz queda un tanto apartada en la mezcla, pero las melodías vocales no están mal y salvan esta canción. Tres cuartos de lo mismo podría decirse de ‘Violent Side’, pero el artificial solo de guitarra de su segundo mitad, así como la caótica coda donde la parte vocal no es muy inspirada, lo convierten en una canción floja. Con una producción tan postiza, una pieza pretendidamente épica como ‘Hippie Dream’, de la cual podría haberse logrado un gran resultado, queda como un falso experimento sin justificación. Por tanto, visto el estilo monocorde de producción utilizado, tan solo en el componente melódico del apartado vocal podremos encontrar algo mínimamente inspirado. ‘People On The Street’ suena a vulgar canción comercial de los ochenta, si es que realizar esta afirmación para este álbum supone algo distintivo respecto al resto del contenido, porque lo mismo cabría decir de otros temas como ‘Hard Luck Stories’ o ‘Pressure’.

 

Colocar un riff de guitarra de entrada en ‘Touch The Night’ permite que le prestemos algo más de atención y luego los coros también sirven para recrear una ambientación diferente a lo que abunda en este álbum, quedando así como la mejor canción del álbum porque la parte vocal también tiene su gancho. Otro visible riff puede escucharse en ‘I Got A Problem’, pero en este caso es tan simplón y repetido que pronto se cansa uno de escucharlo. Al menos puede escucharse un poco de guitarra desquiciada al estilo del Neil de finales de la década pasada. Precisamente la final ‘Drifter’ deja una mejor sensación al sonar como un descarte de Rust Never Sleeps, algo que en este álbum suena a gloria. Y es que este disco supone otra pérdida de tiempo absoluta, dirigido a completistas de la obra de Young y sin interés alguno para el resto. Otro horror a sumar al año 1986.

LIFE

Año de publicación: 1987

Puntuación:

1) Mideast Vacation; 2) Long Walk Home; 3) Around The World; 4) Inca Queen;

5) Too Lonely; 6) Prisoners Of Rock 'N' Roll; 7) Cryin' Eyes;

8) When Your Lonely Heart Breaks; 9) We Never Danced.

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Volvía a juntarse Neil Young con los Crazy Horse y eso siempre es una buena noticia a priori, más si cabe cuando en la portada del disco vemos una foto de Neil en plan guitar hero y cuando leemos que buena parte de las grabaciones han sido en directo. Pero no, esto no es un retorno a la vertiente más rockera de Young, salvo en momentos muy puntuales. Aquí los sintetizadores vuelven a tener un papel destacado, aunque cada vez menos y eso salva este álbum de caer en la atrocidad, si bien sigue sonando vulgar en la mayoría de su contenido y es otro álbum flojo (otro más) de los nefastos ochenta.

 

No obstante, el tema principal de este álbum es ‘Inca Queen’, de ocho minutos de duración, y afortunadamente es lo mejor que contiene. Presenta una convincente carga épica nuevamente inspirada en la cultura precolombina, con unos sintetizadores que por momentos parece que van a excederse, pero que finalmente no toman un protagonismo que hubiera devenido innecesario y por ellos sus ocho minutos se escuchan con agrado de principio a fin. También deja buena sensación el comienzo del disco con el consistente rock de medio tempo cantado al estilo de Dylan de ‘Mideast Vacation’, cuyo solo de guitarra del final es horroroso, por cierto. Queda como una casualidad macabra que en la letra se nombre a Gadafi y una explosión (“There was an explosion to the right”), un año antes del atentado terrorista que hizo explotar un avión en pleno vuelo a la altura de Escocia.

‘Long Walk Home’ es una discreta balada de piano con algo de armónica que queda lejos de ser un tema destacado aunque sea antibelicista y se añadan efectos de sonidos. La típica balada de los ochenta, estilo ‘Take My Breath Away’ es lo que parece buscar Neil en ‘When Your Lonely Heart Breaks’, igual de lenta y convencional, siendo más de lo mismo pero de manera menos pausada la balada final ‘We Never Danced’. Encontramos todavía restos de Trans en los fragmentos de voz distorsionada y en los sintetizadores cutres de ‘Around The World’, pero donde más se nota que Young todavía estaba en un mal momento creativo es en las canciones rockeras. Ya es bastante vulgar que copie el riff de ‘Satisfaction’ de los Rolling Stones en uno de sus fragmentos, pero en todo lo demás ‘Too Lonely’ es un pésimo tema de rock que podría componer cualquier grupo en sus inicios. Ya nos podríamos contentar con que hiciera algo aceptable aunque convencional como ‘Prisoners Of Rock 'N' Roll’ o ‘Cryin' Eyes’. Así pues, seguía Neil Young lejos de su mejor estado de forma, pero comenzando aquí una evolución ascendente que seguirá en los próximos años, lo único positivo que puede extraerse de Life.

THIS NOTE'S FOR YOU

Año de publicación: 1988

Puntuación:

1) Ten Men Workin'; 2) This Note's For You; 3) Coupe De Ville; 4) Life In The City; 5) Twilight; 6) Married Man; 7) Sunny Inside; 8) Can't Believe Your Lyin'; 9) Hey Hey;

10) One Thing.

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Otro nuevo giro estilístico en los ochenta, esta vez el último en un buen tiempo, llevó a Neil Young a adoptar aquí el estilo de las big-band, añadiendo para ello una prominente sección de vientos. Lo más sorprendente sin duda es encontrar a Ben Keith, habitual guitarrista de sesión con la guitarra slide, como otro saxofonista más. Así pues, diez nuevas composiciones sirven para que Young desarrolle su nuevo capricho estilístico en el que, una vez más, se queda en un nivel medio/mediocre que demuestra la necesidad de cada artista de encontrar su verdadero camino. Esto solo puede contarse como un entretenimiento.

 

Como empieza por su estribillo, ‘This Note's For You’ parece que esté ya comenzada cuando empieza a sonar. Es de lo más rockero que encontraremos aquí gracias a los potentes acordes de guitarra y diversos solos que aparecen en su breve duración, lo cual no es un impedimento para que sea la mejor canción del álbum. Es destacable también el vídeo musical que se publicó en su momento, una sátira de la mercantilización de la música y, en particular, una parodia de Michael Jackson y Whitney Houston, dos artistas que explotaban comercialmente su imagen. También potente es ‘Life In The City’, aunque la guitarra queda más diluida respecto a los ostentosos vientos que contiene.

 

El Neil más introspectivo y cercano aparece en ‘Coupe De Ville’, bien complementado con una suave instrumentación cuyos vientos acentúan la ambientación íntima de la canción. El intermedio instrumental de ‘Ten Men Workin'’ se vuelve demasiado repetitivo y ciertamente podrían haber recortado este tema a la mitad de sus más de seis minutos de duración. Es lo que ocurre también con la otra pieza larga de este álbum, ‘Twilight’, que en su primera mitad lo ha dicho todo y además de manera suficiente, por lo que el cronómetro corre luego en contra suya.

 

Otros temas como ‘Married Man’ o ‘Sunny Inside’ son ya de lo más convencional que podemos encontrar en este estilo, sobre todo ‘Married Man’, que no presenta atractivo alguno. En la recta final del álbum encontramos algo de jazz relajado (‘Can't Believe Your Lyin'’) y también de tipo bar nocturno al estilo del primer Tom Waits: ‘One Thing’. En cuanto a ‘Hey Hey’, es un blues con sonidos de los años treinta (solo hay que fijarse en las estruendosas trompetas que se alternan con el genuino sonido de cuello de botella). En este álbum está todo ejecutado de manera intachable pero sin conseguir tampoco elevarse por encima de los tópicos de los estilos señalados, todo enfundado en un sonido de big-band que ya habían quedado desfasados y superados al acabar la década de los setenta. La buena noticia es que aquí se acaban, de momento, los divertimentos de Young respecto a lo que le había aportado su merecida reputación.

2021

FREEDOM

Año de publicación: 1989

Puntuación:

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1) Rockin' In The Free World; 2) Crime In The City (Sixty To Zero Part I); 3) Don't Cry;

4) Hangin' On A Limb; 5) Eldorado; 6) The Ways Of Love; 7) Someday; 8) On Broadway; 9) Wrecking Ball; 10) No More; 11) Too Far Gone; 12) Rockin' In The Free World.

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2021

Acababa por fin el camino errante de Neil Young a través de los ochenta con un giro hacia su sonido más comercial de siempre. El siguiente paso fue grabar un álbum de retorno junto a Crosby, Stills & Nash (el penoso American Dream), lo cual indicaba también su intención de volver a hacer caja, que nunca viene mal ir holgado de dinero. Y medio año antes de proseguir con un nuevo LP en solitario, había sido publicado en Japón y Australia un EP titulado Eldorado y que contenía tres canciones que formarían parte de este Freedom, así como otras dos (‘Cocaine Eyes’ y ‘Heavy Love’) que no eran más que las típicas canciones de rock distorsionado para rellenar que Neil ejecutaba con facilidad. Ha de señalarse también que llegó otro cambio de discográfica y que Young se olvidó de experimentos. Nada mejor cuando se firma con una nueva empresa que entregarle un álbum comercial que consiga unas buenas ventas. Es decir, lo contrario que hizo en Geffen cuando se estrenó con el penoso Trans.

 

Así pues, alejado de experimentaciones y pruebas no testadas, retoma la idea ya implementada en Rust Never Sleeps de incluir una versión acústica y otra eléctrica de la canción estrella del álbum, en este caso la célebre ‘Rockin' In The Free World’. La versión acústica la escuchamos además en directo, con Young extrayendo el máximo poderío posible de su guitarra mientras canta o toca la armónica. Pero lo que un@ no puede perderse es la abrumadora versión eléctrica, pues los instrumentos de rock extraen toda la fortaleza de la composición y remachan así toda su carga épica. En la letra apreciamos también al Neil más combativo ante las injusticias sociales, lo cual siempre se agradece en cualquier músico. De ‘Rockin' In The Free World’ podemos decir que hay una tercera versión, puesto que sus reconocibles acordes más o menos reaparecen en ‘Crime In The City (Sixty To Zero Part I)’, cuya extensa duración de casi nueve minutos no se ve acompañada de suficientes detalles de interés que la justifiquen.

 

Como suele ocurrir con los álbumes de Neil Young, este también es irregular en algunos momentos, lo cual nos lleva a padecer la fácil balada lacrimógena ‘Wrecking Ball’, que se hace interminable. Si al menos se quedara al nivel de ‘Hangin' On A Limb’, que es simplemente una agradable balada acústica sin mayor repercusión, ya podríamos darnos por satisfechos. ‘Someday’ tan solo llama la atención por los peculiares coros y el empleo de vientos que le hace parecerse a un Bruce Springsteen apocado, mientras que la versión electrificada de ‘On Broadway’ no pasa de mera curiosidad, pues no la aprovecha para ir más allá de la introducción de distorsión. El problema de la distorsión en este álbum es que a veces parece tomada como un recurso añadido que no era necesario. Así, ‘Don't Cry’ no va más allá de su ritmo nada trivial, pues el estruendoso estribillo instrumental no es más que distorsión gratuita. Ni siquiera le importa a Neil quedarse sin voz en algunos momentos.

 

Las castañuelas que suenan en ‘Eldorado’ pueden parecer un truco barato para que la música tenga algún componente latino que la asocie al título, pero es un rock adulto bien consistente con unos cuidados punteos de guitarra. El Young campestre reaparece en la semiacústica ‘Too Far Gone’, con ese sonido suyo tan característico donde la slide deja su impronta. En ‘The Ways Of Love’ se acerca al country pero con suficientes cambios de ritmo para alejarse de convencionalismos. El estribillo con percusión marcial no parece la mejor elección, pero en general presenta una cuidada estructura instrumental. Por otro lado, la pegadiza melodía de guitarra que introduce ‘No More’ nos vuelve a recordar al mejor Young, aunque parece una variación más pausada de ‘Shots’, el tema que cerraba Reactor, mientras que el estribillo recuerda al de ‘I've Been Waiting For You’, de su álbum de debut.

 

Como ya se ha dicho, nos queda aquí un disco irregular pero de evidente gancho comercial que supuso para Neil Young una inyección de confianza por parte de la industria musical. Como le pasó a Bruce Springsteen con ‘Born In The USA’, el Partido Republicano de Estados Unidos se apropiará de ‘Rockin' In The Free World’ como himno patriótico y neoliberal, aunque esto viene a demostrar que las mentalidades cerradas se quedan solamente con las frases efectistas y no con el mensaje que las envuelve. Pero en lo concerniente a la carrera musical de Young, comenzaba la era de su retorno rockero y el abandono momentáneo de desviaciones estilísticas tan marcadas como las experimentadas durante los ochenta.

RAGGED GLORY

Año de publicación: 1990

Puntuación:

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1) Country Home; 2) White Line; 3) Fuckin' Up; 4) Over And Over; 5) Love To Burn;

6) Farmer John; 7) Mansion On The Hill; 8) Days That Used To Be; 9) Love And Only Love; 10) Mother Earth (Natural Anthem).

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La escena grunge comenzaba a lograr algo de notoriedad en Estados Unidos y la situación quizá llevó a Neil Young a pensar que eso lo había estado haciendo él ya en los años setenta, así que volvió a juntarse con los Crazy Horse para demostrar quién era el padrino del sonido tosco y estruendoso. Esto también indicaba que Neil estaba atento al entorno musical y su evolución. La idea para la grabación fue juntarse todos en el estudio y tocar en vivo las canciones, de tal manera que se aprecie ese sonido directo en las grabaciones y podamos así escuchar al artista improvisador y espontáneo que ha tenido siempre Young dentro. Si echamos un vistazo al contenido, observamos que dos temas llegan a los diez minutos de duración y otros dos superan los siete, un aviso de que las improvisaciones instrumentales conforman una parte importante de la duración total.

 

Así pues, está todo preparado para que Young sea el héroe electrificado de sus mejores logros, pero desafortunadamente el nivel de las composiciones no le permite ir más allá del apartado técnico de su instrumento. La gran guitarra de Neil es lo único que permite elevar ‘White Line’ por encima de la media del álbum, pues el apartado vocal es agradable pero más convencional. Para demostrar que todavía estaba joven en mentalidad, se permite emplear un título ofensivo como ‘Fuckin' Up’, que es como una reescritura menor de ‘Welfare Mothers’ que aquí le venía ideal para rellenar contenido. En cambio, ‘Country Home’ es el tema country de siempre pero con la guitarra distorsionada precursora del grunge como novedad, un estilo que pronto iba a ponerse de moda total con la explosión de Nirvana. Ese mismo country-grunge lo podemos disfrutar de nuevo en ‘Over And Over’, una canción que va dejando mejor sensación conforme avanza pero que tampoco se convertirá en un clásico de Young. Hace gracia que el último medio minuto esté dedicado a un sonido extendido del feedback de la guitarra.

 

Debería haberse centrado en componer y ejecutar más piezas de potencia concentrada, estribillo pegadizo y épica guitarra como en ‘Mansion On The Hill’, que tampoco pasará a la historia pero es toda una descarga bien entendida de adrenalina, aparte de que sus casi cinco electrizantes minutos fluyen con naturalidad. Su estribillo lo recicla para ‘Love And Only Love’ (o quizá fue a la inversa), otro mamotreto de diez minutos donde vuelve a fallar esa espontaneidad de la toma única, es decir, que por ejemplo a Neil se le va la voz en algunos momentos. Pero en cuanto a la parte instrumental, podemos decir que es impecable porque a los solos de guitarra se les aprecia un sentido, no solo se trata de un cuarentón haciendo lo primero que le viene a la mente. Los diez minutos de ‘Love To Burn’ esconden demasiadas repeticiones y algunos solos de guitarra autocomplacientes que solo provocarán adicción en los más forofos hacia este músico.

 

Cuando se pone deliberadamente desagradable en la manera de cantar, como en ‘Farmer John’, resulta insufrible y las estridencias disonantes no ayudan nada a mejorar tal engendro. Por otra parte, el medio tempo de ‘Days That Used To Be’ deja una buena sensación hasta que nos damos cuenta de que la parte vocal es una copia de ‘My Back Pages’ de Bob Dylan. Quizá esto fuera una especie de broma por parte de Young, porque luego encontramos un solo de guitarra casi calcado al que hizo McGuinn para la versión de The Byrds del mismo tema de Dylan. De manera análoga, es inevitable no acordarse de la mítica interpretación de Jimi Hendrix del himno estadounidense (‘Star Spangled Banner’) cuando escuchamos el final hippie de ‘Mother Earth (Natural Anthem)’, tan solo la guitarra distorsionada y las voces corales como únicos ingredientes.

 

Este álbum posee una gran fama como el gran retorno que es de Neil Young a ese sonido electrificado y electrizante donde tenía pocos rivales en ese momento, aunque los discípulos ya le pisaban los pies. Sin embargo, es visible que el tiempo dedicado a componer no fue el necesario y eso lastra el resultado final. O quizá sí dedicó el mismo tiempo de siempre, pues la hiperactividad de Young le lleva (casi) siempre a crear y crear sin mesura ni perfeccionismos, dependiendo todo al final de que la inspiración se haya cruzado por su mente en ese momento. Y aquí la inspiración tan solo hizo aparición en algunos momentos en el estudio de grabación, cuando ya estaba todo escrito.

ARC-WELD

Año de publicación: 1991

Puntuación:

CD I: 1) Hey Hey, My My (Into The Black); 2) Crime In The City;

3) Blowin' In The Wind; 4) Welfare Mothers; 5) Love To Burn; 6) Cinnamon Girl;

7) Mansion On The Hill; 8) Fuckin' Up.

CD II: 1) Cortez The Killer; 2) Powderfinger; 3) Love And Only Love;

4) Rockin' In The Free World; 5) Like A Hurricane; 6) Farmer John;

7) Tonight's The Night; 8) Roll Another Number.

CD III: 1) Arc.

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De la gira que siguió a la publicación de Ragged Glory fue una buena idea publicar un álbum en directo que mostrara la adaptación de Neil Young al nuevo entorno musical. De esta manera, Neil decide tocar sus canciones en un tono más cercano al grunge que comenzaba a triunfar en todo el mundo y que en realidad no era más que el mismo rock distorsionado de siempre pero interpretado con visible dejadez. Es decir, una dejadez deliberada y auténtica, no una dejadez por incapacidad real de hacer algo original, que es lo que hicieron casi todos los grupos aupados por la inercia de Nirvana y que arruinaron en breve tiempo el aura mágica que tuvo una vez el grunge. El título del álbum hace referencia a que se han unido dos álbumes en directo que se publicaron originalmente de manera independiente. Weld era un doble álbum que contenía una mezcla de éxitos y canciones del álbum previo, mientras que Arc era otro experimento artístico sin propósito comercial (o sin propósito, así sin más). La decisión en su momento de publicar Arc por separado fue un suicidio comercial, otro más para Neil Young, pues se trata de un único collage musical en el que ensamblan los inicios y finales de temas interpretados en directo, esto es, cuando son improvisaciones de distorsión y caos. Así que un@ se puede hacer a la idea de la catarata de ruido que supone durante más de media hora. A Neil se le escucha la voz musitando algo en algún momento, con el mismo sinsentido que el resto de elementos. Alguna idea le daría a Robert Fripp para que King Crimson publicara unos años después el igualmente insufrible THRaKaTTaK.

 

Así que dejémonos de rayadas mentales y fijémonos en las actuaciones propiamente dichas, que es lo interesante. Si Young se ha caracterizado en general por buscar un sonido tosco, nada pulcro, es cuando escuchamos ‘Hey Hey, My My (Into The Black)’ que nos damos cuenta de que se le ha dado una vuelta de tuerca más a esa tosquedad, lo cual que no afecta para nada sino que incluso juega a favor de las composiciones propias de Neil. El maestro ha sabido modernizar su sonido y demostrarle a los jóvenes que no hizo todo eso él mismo con antelación simplemente porque hubiera sido demasiado fácil para él y las modas del momento tampoco le obligaban. Pero no todos los temas rompedores aseguran un resultado excelso en el escenario. Por ejemplo, en ‘Rockin' In The Free World’ se acaba desfasando demasiado y la distorsión divaga y divaga sin que sirva más que para autosatisfacción del propio Neil, algo que también ocurre en ‘Welfare Mothers’, alargada innecesariamente.

 

Cinco temas pertenecen a Ragged Glory y en el escenario parece que incluso suenan más potentes, en general. Hasta ‘Farmer John’ no resulta tan repulsiva. Pero ya hay que ser muy fan de Neil Young para tener interés en buscar las diferencias entre estas interpretaciones y las del álbum previo, si es que las hubiere. Personalmente, antes dedicaría tiempo a buscar diferencias entre obras de Vivaldi, lo cual ya supondría una pérdida de tiempo desmesuradamente insustancial. ¿Tiene algún interés comprobar que en directo ‘Love To Burn’ recuerda a ‘This Note's For You’? pues probablemente solo a los fans. Como única novedad del repertorio encontramos una versión de ‘Blowin' In The Wind’ de Bob Dylan en la cual cambia la guitarra acústica por una tormenta eléctrica distorsionada y se queda como un engendro que no encaja con el espíritu de la letra.

 

Pero este álbum también contiene grandes momentos de los que encumbran a Young como músico legendario del rock. Cómo no emocionarse con los brillantes solos de guitarra de ‘Cinnamon Girl’ o ‘Cortez The Killer’, cada uno de ellos en su diferente vertiente emocional. Y bueno, la interpretación de ‘Like A Hurricane’ aquí incluida es una de las mejores que haya grabado, con una guitarra que nos hace sentir cada nota como si fuera un ser vivo que está extrayendo toda la rabia interior de dentro. Se le perdona por ello que los últimos tres minutos sean de atonalidades, que en la vida se ha de ser comprensivo. También cabe destacar de manera análoga la interpretación de ‘Tonight's The Night’ por su transformación en un ominoso y brutal blues-rock de espeluznante carga eléctrica. Del mismo álbum se añade ‘Roll Another Number’, pero queda como un final decepcionante para lo que se ha escuchado con anterioridad.

 

Si quitáramos el apartado de Arc, nos quedaría un concierto muy notable en la discografía de Neil Young, que no lo es más por contener demasiados temas del álbum previo. El canadiense se colocaba definitivamente como mentor de los nuevos grupos de rock que también iban a reivindicarle como referencia indiscutible y el álbum sirve también para comprobar que el Young de Live Rust ni se había quemado ni se había oxidado y seguía formando un equipo envidiable con los Crazy Horse.

HARVEST MOON

Año de publicación: 1992

Puntuación:

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1) Unknown Legend; 2) From Hank To Hendrix; 3) You And Me; 4) Harvest Moon;

5) War Of Man; 6) One Of These Days; 7) Such A Woman; 8) Old King; 9) Dreamin' Man;

10) Natural Beauty.

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Como ya había ocurrido a lo largo de la cambiante carrera de Neil Young, se alternan épocas de energía con otras de calma. Vemos en la portada la silueta de Young paseando por el campo y eso nos sirve para hacernos una idea de que se ha alejado también de la electrificación y distorsión que le había acompañado en los últimos años. Para ello, se aleja también de sus compañeros equinos y se vuelve a juntar con aquellos más apropiados para el enfoque más tradicionalista y sosegado en el que se desarrolla este disco, dirigido al country y al folk. Entre ellos, el incombustible Ben Keith para conseguir un sonido de slide genuino.

 

‘Unknown Legend’ es la mejor introducción para este álbum, pues de alguna manera marca el tono general, calmado y relajado, enfundándose en un sonido country bien entendido donde no falta una cálida parte vocal de Neil, bien acompañado por unos mesurados coros femeninos en el estribillo. A quien le agrade este tipo de country placentero, disfrutará con seguridad de otras canciones como ‘Harvest Moon’ o ‘One Of These Days’. También es del mismo estilo ‘Dreamin' Man’, puede que incluso mejor por la sencilla pero apacible melodía de guitarra acústica y los acertados arreglos que le aportan un toque diferente. La excelencia melódica a la que llega Young algunas veces la alcanza aquí en ‘From Hank To Hendrix’, cuyo título parece indicar que se trata de un homenaje pero en realidad se trata de una canción de amor, de la nostalgia por el amor perdido.

 

Lo más aguerrido que encontraremos en este álbum es ‘War Of Man’, donde Neil demuestra su capacidad para sonar potente con una base acústica. También se muestra más jovial de lo establecido aquí en la entretenida ‘Old King’, donde copia el riff de guitarra de ‘Drive Back’ (perteneciente a Zuma) para ejecutarlo con el banjo. Pero lo que se busca en este disco es sobre todo la tranquilidad y transmitirla al oyente, aunque sea mediante baladas acústicas agradables pero poco originales como ‘Such A Woman’, liderada por el piano, o ‘You And Me’, liderada por la guitarra y con unos aires a ‘Old Man’ de Harvest.

 

Los diez minutos de ‘Natural Beauty’ son la clave para apreciar o no este álbum en su completitud como algo destacado en la carrera de Young, pues su duración la convierte en una pieza central. En esencia es como si hubiera hecho una reescritura acústica de ‘Cortez The Killer’, también de Zuma, con la guitarra y la armónica como únicos ingredientes que acompañan a un Neil Young solitario y valiente. Pero hay que estar muy enamorado de la música del canadiense para no perder la atención en algún momento, pues se basa en repetir una misma estructura que tampoco resulta suficientemente original en primera instancia. Así pues, este final agridulce arruina en parte la buena sensación que deja este álbum, iniciando un breve período de relajación que nos ofrecía al Neil más calmado y algo inspirado.

UNPLUGGED

Año de publicación: 1993

Puntuación:

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1) The Old Laughing Lady; 2) Mr. Soul; 3) World On A String; 4) Pocahontas; 5) Stringman; 6) Like A Hurricane; 7) The Needle And The Damage Done; 8) Helpless; 9) Harvest Moon; 10) Transformer Man; 11) Unknown Legend; 12) Look Out For My Love;

13) Long May You Run; 14) From Hank To Hendrix.

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Dentro de la serie de conciertos en formato acústico que comenzó a publicar la MTV y que se vio espoleado por el éxito absoluto conseguido por Eric Clapton, le llegó el turno a Neil Young. ¿Pero qué puede ofrecer el canadiense en un Unplugged que no hayamos descubierto con anterioridad? Porque un artista cuya mitad del repertorio es acústico y que así lo muestra en directo, muchas veces tocando piezas originalmente eléctricas en este formato, poca cosa adicional puede ofrecernos. Porque, en cualquier caso, la opción de tocar en acústico las canciones originalmente eléctricas es un recurso muy manido y nada original. Si nos fijamos en el repertorio seleccionado, observamos que hace un repaso general a su carrera, pues encontramos un tema de la etapa con Buffalo Springfield (‘Mr. Soul’), otro de su álbum de debut (‘The Old Laughing Lady’), de su etapa con CSNY (la lacrimógena ‘Helpless’) e incluso de ese breve proyecto llamado The Stills-Young Band (‘Long May You Run’). Pero no pierde tampoco la oportunidad de tocar hasta tres canciones del que era su álbum de estudio más reciente, que toda publicidad es buena.

 

Más o menos la mitad del concierto se trata de Neil con su guitarra y su armónica, en algún caso sustituidas por el piano, mientras que el resto de temas cuentan con una banda de acompañamiento donde se incluyen el guitarrista Nils Lofgren (quien quizá se estaba vengando de Bruce Springsteen por no llamarlo para su Plugged de unos meses antes) o el habitual Ben Keith con el dobro. Dentro de un repertorio ya conocido, aunque en algún caso no sean precisamente las piezas típicas que esperaríamos de él, la única canción inédita es ‘Stringman’, cuya composición data de 1977. No deja de ser una agradable pieza tranquila donde Neil toca el piano para variar, pero se olvida rápidamente porque no posee nada relevante que destacar. No encontraremos apenas novedades en las interpretaciones, tan solo algunos detalles diferenciadores que a veces no resultan muy acertados. Por ejemplo, sorprende la introducción de ‘Like A Hurricane’ con un solemne órgano estilo iglesia anglicana desgranando la memorable melodía principal, pero pronto sentimos con nostalgia la ausencia de la guitarra eléctrica, aquí sustituida por un solo de armónica que no puede llegar ni de lejos a lo conseguido con el instrumento original.

 

Observamos que una canción de ritmo dinámico tan marcado como el de ‘Mr. Soul’ pierde mucho en este formato, con una simple guitarra acústica, dejando la sensación de demo sin elaborar. En cambio, da la sensación de que la parte de guitarra de ‘The Needle And The Damage Done’ está más trabajada que en anteriores ocasiones, o quizá sea que uno ya se va haciendo mayor y percibe mayor convicción en la emoción que transmite Young tanto con la voz como con la guitarra. Cualquier canción de Trans es susceptible de sonar mejor si se la despoja de la tecnología artificial que se aplicó en ese álbum, siendo ‘Transformer Man’ un ejemplo que podemos verificar aquí. Por otra parte, la percusión empleada en ‘Harvest Moon’ la dota aquí de unos aires más jazzísticos que no le quedan mal, aunque no supone una modificación sustancial respecto al equivalente del estudio.

 

En general, este álbum nos ofrece una actuación sosegada y profesional al mismo tiempo que una panorámica de la carrera de Neil. Una panorámica sesgada, obviamente, porque la electrificación posee un papel esencial en su carrera, pero puede escucharse todo con agrado. En definitiva, nos sirve para poder disfrutar nuevamente de canciones como ‘From Hank To Hendrix’, aunque esta sea bastante reciente, pero no es precisamente una entrada imprescindible dentro de la discografía de Neil Young.

SLEEPS WITH ANGELS

Año de publicación: 1994

Puntuación:

1) My Heart; 2) Prime Of Life; 3) Driveby; 4) Sleeps With Angels; 5) Western Hero;

6) Change Your Mind; 7) Blue Eden; 8) Safeway Cart; 9) Train Of Love; 10) Trans Am;

11) Piece Of Crap; 12) A Dream That Can Last.

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Cuando se publicó este álbum, el mundo de la música estaba conmocionado por el suicidio de Kurt Cobain, la por entonces figura musical emergente de la década de los noventa. Cobain dejó escrito en su nota de despedida un verso de ‘Hey Hey, My My (Into The Black)’ de Neil Young, un hecho que le afectó mucho y que parece que tuvo en mente cuando compuso algunos de los temas de Sleeps With Angels, un título probablemente referido a la muerte de Cobain con un tono religioso. Para esta ocasión volvió a juntarse con los Crazy Horse y obtener así el sonido denso y potente que requería lo que pudiera haber sido un homenaje al músico abanderado del grunge, aunque en realidad buena parte del disco transcurre en un registro calmado.

 

En cualquier caso, no está nada claro que Young estuviera en un buen estado de creatividad. De otra manera, ¿cómo se debe tomar el hecho de que ‘Western Hero’ y ‘Train Of Love’ sean la misma canción con diferente letra? ¿Una broma? ¿Un timo? El caso es que se trata de una balada irrelevante que se olvida rápidamente, aunque no tan rápido como para no detectar que está duplicada. Y cuando parece que acierta, observamos que algo falla. Por ejemplo, algunos efectos de sonido y la decisión de permitir que un teclado con sonido de silbido tome un rol principal evitan que ‘Prime Of Life’ pueda ser uno de los grandes temas de Neil Young, pues las melodías vocales tienen gancho y tanto el ritmo como el trabajo de guitarra es de categoría. La que engancha desde su emocionante introducción de guitarra es ‘Trans Am’, donde la cálida voz de Neil y algunos efectos de guitarra hacen el resto.

 

La pieza central del álbum, tanto por su ubicación como por su duración de casi quince minutos es ‘Change Your Mind’, una vibrante pieza de electricidad contenida donde se aprecia nuevamente quién es uno de los músicos que venía de hacer grunge antes de que el grunge existiera, esto es, que alguien se inventara un nombre para algo que ya existía. Neil mete la pata por completo al incluir un estribillo simplón y pueril que destroza la estupenda ambientación creada, pues en las estrofas transmite emoción y su guitarra nos regala también varios pasajes emocionantes, aparte de ese acertado último verso donde cambia la entonación (“Don't let another day go by without the magic touch”) antes del chabacano estribillo. Eso sí, a partir de los diez minutos se rebaja el tono y suena todo demasiado apagado y difuso. Donde no se sabe bien si está haciendo una parodia del grunge, tanto en el título como en la música, es en ‘Piece Of Crap’, pues suenan deliberadamente molestos.

 

En la canción que da título al álbum saben jugar bien con la tensión musical a partir de un extenso riff que acaba en una improvisación de distorsión, así como también experimenta Neil con las voces. Esto es lo que debería haber hecho en Trans para conseguir algo de verdad artístico. También se busca recrear una atmósfera determinada en ‘Safeway Cart’, aunque en este caso no está muy claro si es suficiente para sobrepasar los seis minutos de duración. Por el contrario, ‘My Heart’ es una sencilla canción acústica donde Neil se acompaña únicamente de un teclado que suena casi como un clavecín, aparte de añadir alguna voz de acompañamiento. Pero a veces, menos es más. En su inicio, ‘Driveby’ parece una reescritura de ‘See The Sky About To Rain’ donde cambian el estribillo por la repetición poco inspirada del título. Pero donde se pasa de verdad de autocomplaciente es en la balada para abuelitas ‘A Dream That Can Last’.

 

Uno de los temas está compuesto por Neil Young junto a los Crazy Horse. Se trata de ‘Blue Eden’ y deja la sensación de ser una improvisación en clave de blues-rock distorsionado que acaba resultando aburrida. Tampoco afecta mucho al resultado final de un álbum que nos ofrece algunos aspectos interesantes que quedan difuminados entre un contenido general poco inspirado que bebe de glorias pasadas y convencionalismos nada arriesgados. Young necesitaba aires nuevos y gente nueva para renovarse y eso es lo que hará en su siguiente paso.

MIRROR BALL

Año de publicación: 1995

Puntuación:

1) Song X; 2) Act Of Love; 3) I'm The Ocean; 4) Big Green Country; 5) Truth Be Known;

6) Downtown; 7) What Happened Yesterday; 8) Peace And Love; 9) Throw Your Hatred Down; 10) Scenery; 11) Fallen Angel.

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En una unión artística que tiene pocos precedentes, se juntó una leyenda del rock como Neil Young con uno de los grupos más exitosos del grunge que había en ese momento, Pearl Jam. El álbum resultante, Mirror Ball, viene acreditado a Neil Young porque es el compositor exclusivo de todo el contenido (salvo una coautoría) y los Pearl Jam actúan como músicos acompañantes al estilo de lo que habían sido los Crazy Horse. De hecho, Eddie Vedder casi que se limita a hacer coros y probablemente le darían alguna pandereta para que no sufriera ningún trastorno depresivo durante la grabación. La diferencia principal que aparece con la participación de los de Seattle es la existencia de dos guitarristas, lo cual hace un total de tres contando la del propio Neil Young. Así pues, no es ninguna sorpresa encontrar un sonido bien denso como exigían también los nuevos tiempos, aunque en muchos momentos ni siquiera notaremos que acompañando a Young hay un grupo de grunge, pues el canadiense prosigue por caminos ya conocidos por él y sus nuevos acompañantes le ayudan a rejuvenecer un poco el sonido implementado.

 

Que se presentara el álbum eligiendo como single algo tan distendido y ligero como ‘Downtown’ seguro que echó atrás a mucha gente que esperaba algo más potente de la conjunción de estos músicos. De nada sirve que se nombre a Led Zeppelin y Jimi Hendrix en la letra. En cualquier caso, cuando uno empieza a escuchar este álbum y aparece la introducción majestuosa de guitarra de ‘Song X’, ya nos damos cuenta de que estos chicos se han juntado para hacer algo serio. La parte vocal es incluso épica, como si nos estuviera cantando una leyenda, y los solos de guitarra de los más memorables que se recuerden en una nueva composición de Young. Otro inicio memorable de guitarra nos llega mediante ‘I'm The Ocean’, una descomunal pieza de emocionante épica que se potencia con unos templados arreglos de cuerda y que seduce a lo largo de sus siete minutos de duración. Al final del disco la retoma en forma de versión acústica con un órgano como único acompañamiento en la breve ‘Fallen Angel’.

 

En modo de pop-rock de ágil ritmo se desenvuelve ‘Big Green Country’, de la que más adelante escucharemos también una brevísima versión con órgano como único instrumento bajo el título de ‘What Happened Yesterday’. En cambio, muy potente en su entramado grunge, quizá la canción más grunge de todas, resulta ‘Act Of Love’, algo más repetitiva de lo deseable y con un estribillo muy sencillo, pero la energía que transmite es suficiente para sustentar su impacto. La que hubiera sido otro himno de rock de haber contado con un estribillo más elaborado es ‘Throw Your Hatred Down’ (muy fácil eso de repetir un título una y otra vez), pues retoma la grandeza de composiciones como ‘Like A Hurricane’ y añade unos vibrantes solos de guitarra. Aunque el toque de genialidad llega en los versos finales de cada estrofa, donde de momento cambia a un tono menor. Y es que a veces detalles mínimos consiguen un efecto enorme.

 

Con tanta potencia rockera y ritmos dinámicos, choca un poco la llegada de la relajada ‘Truth Be Known’, aunque mantiene una elevada densidad eléctrica a pesar de ser más calmada. Es lo que podríamos decir también de ‘Scenery’, aunque aquí puede hacerse más eterna por sus casi nueve minutos de duración, algo excesivo para lo que nos ofrecen. La única canción cuya autoría no es exclusiva de Neil Young es ‘Peace And Love’, coescrita con Eddie Vedder, de tal manera que será la única ocasión en que podremos escuchar a este último tomando la voz solista en algún momento. Esta canción suena agradable aunque inofensiva, en el tono más amistoso de Neil, quien empieza a cantar siguiendo la misma melodía trazada por los instrumentos. Pero luego llega de repente, tras el pertinente solo de guitarra, un nuevo e inesperado fragmento cantado por Vedder que es de una gloria absoluta, una catarsis emocional que eleva esta canción a la de momentos insignes del rock. Eso sí, se podrían haber ahorrado el último minuto de efectos de feedback.

 

A pesar de que este álbum fue en general bastante criticado, lo cierto es que se trata de uno de los mejores de Neil Young en muchísimo tiempo, entre los que contienen nuevo material. Se le puede objetar la repetición de algunas ideas, pues aun siendo esto algo habitual en sus álbumes, no hay en realidad tantas ideas originales como para aprovecharlas dos veces. Quizá muchos críticos en su momento se quedaron con la inutilidad de ‘Downtown’ y la extendieron al conjunto del disco, pero en cualquier caso queda como una estupenda colaboración entre un legendario músico como Neil Young y una envidiable banda de acompañamiento como Pearl Jam, de tal manera que el primero consiguió sonar más vigoroso que nunca, que ya es decir.

DEAD MAN

Año de publicación: 1996

Puntuación:

1) Guitar Solo 1; 2) The round stones beneath the Earth...; 3) Guitar Solo 2;

4) Why are thou silent and invisible...; 5) Organ Solo; 6) Do you know how to use this weapon?; 7) Guitar Solo 3; 8) Nobody's story; 9) Guitar Solo 4; 10) Stupid white men;

11) Guitar Solo 5; 12) Time for you to leave, William Blake...; 13) Guitar Solo 6.

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Antes de realizar un documental sobre una gira de Neil Young (Year of the horse, de 1997), el reputado director independiente Jim Jarmusch contó con los servicios del canadiense para crear la banda sonora de ese peculiar western de bajo presupuesto titulado Dead Man. La libertad fue total, de tal manera que la idea de Neil fue improvisar mientras veía imágenes de la película. Así pues, lo que escucharemos es básicamente unos solos de guitarra con algo de órgano por ahí suelto, aparte de una gran cantidad de sonido y diálogos procedentes de la película. También leemos en el disco que la poesía que se puede escuchar es del poeta inglés William Blake y está leída por Johnny Depp, protagonista del film cuyo personaje tiene ese mismo nombre.

 

Curiosamente, en el disco no aparecen títulos para los temas y es en la web donde se pueden encontrar, sin conocer cuál es la fuente original. Cuando hay un título con nombre propio (es decir, que no es ‘Guitar Solo’) es porque se trata de las primeras palabras de algún extracto de película, donde incluso podemos estar un buen rato sin escuchar ningún instrumento, solo los diálogos. Cuando son cortes de larga duración, como ‘Nobody's story’ o ‘Stupid white men’, esta mayoría de diálogos se convierte en una auténtica tortura, porque ¿quién quiere ver una película sin imágenes, solo el audio? Lo único de este álbum que está interpretado en modo canónico y accesible, igual que miles de piezas similares en ese estilo, es ‘Organ Solo’.

 

En ‘Guitar Solo 3’ intenta imitar los ritmos indios pero sin sustentarlo en nada que sea más reconocible, algo que al menos sí consigue en el número 4. Los casi quince minutos de ‘Guitar Solo 5’ pueden atemorizar de entrada por la música de la que se trata, pero luego comprobamos que al menos puede escucharse sin hacer demasiado esfuerzo. Hay momentos en que parece que vayamos a escuchar alguna melodía conocida porque incluso podríamos percibir trazas de canciones de Young, pero todo queda en meros indicios. En cualquier caso, acaba resultando aburrida, como cabía esperar. En resumen, podemos decir de esta música que, si se escucha mientras se ve la película, se trata de una notable banda sonora, pero aislada de las imágenes se convierte en un padecimiento continuado. Solo para fans acérrimos/as de Neil Young o de la experimentación llevada al límite.

BROKEN ARROW

Año de publicación: 1996

Puntuación:

1) Big Time; 2) Loose Change; 3) Slip Away; 4) Changing Highways;

5) Scattered (Let's Think About Livin'); 6) This Town; 7) Music Arcade;

8) Baby What You Want Me To Do.

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Volvía a juntarse Neil Young con sus eternos acompañantes de Crazy Horse, que ahora sabía a menos tras la venturosa experiencia con Pearl Jam. Pero son sus acompañantes naturales y con quienes Young se nos muestra más confiado y seguro en su vertiente electrificada. Broken Arrow era el título de un tema que compuso para el segundo álbum con Buffalo Springfield, pero el contenido no refleja ninguna relación aparente con la música de los sesenta. Más bien este álbum puede entenderse como una mezcla de los dos previos, como si hubiera pretendido experimentar con la improvisación sonora sin salirse de los parámetros establecidos por el grunge, un género que ya había comenzado su declive al haber perdido a su adalid, Kurt Cobain.

El inicio del álbum es muy bueno por esa grata introducción de guitarra y las pegadizas estrofas de ‘Big Time’. Le falla el estribillo poco inspirado, pero al menos no pierde fuelle a lo largo de sus siete minutos y medio gracias a los solos de guitarra que va insertando Neil. Por el contrario, ‘Loose Change’ viene bien para rellenar diez minutos sin mucho apuro, echando mano de un sonido denso y añadiendo armónica para que no parezca lo mismo de siempre. El problema gordo es que aproximadamente a partir de los tres minutos se embarca en un extenso instrumental que no ofrece una sola melodía y acaba siendo un ruido continuado que solo podrá agradar a los adoradores de la monotonía característica del grunge. Si a eso le añadimos que las melodías son casi inexistentes en el apartado vocal del principio, pues nos encontramos ante una tortura musical de las que ha recaído alguna que otra vez el señor Young.

El mejor riff de guitarra lo encontraremos en ‘Scattered (Let's Think About Livin')’, una canción que recuerda vagamente a ‘Hold On’ de John Lennon pero que mantiene el tipo en un buen nivel. En modo épico pero relajado se desarrolla ‘Slip Away’, cuya parte vocal es casi inaudible si no prestamos atención pero que vale la pena hacerlo porque nos muestra una delicadeza e intimidad en la que Neil sale ganando. Los últimos tres minutos están dedicados a un solo de guitarra que no es precisamente de los más inspirados que le hayan salido, centrándose más en la distorsión que otra cosa. En cambio, parece una broma encontrar una pieza acústica tan tosca como ‘Music Arcade’, que es una misma estructura repetida hasta la saciedad. Y lo que se repite es tan simplón que acaba cansando muy pronto.

Si alguien tiene curiosidad de saber cómo puede sonar un country-grunge, aquí tiene ‘Changing Highways’ para satisfacerla, pero es un tema olvidable. No se entiende que al final se incluya una olvidable interpretación en directo con poca calidad de sonido de ‘Baby What You Want Me to Do’, un tema del bluesman Jimmy Reed, que aquí no aporta nada y desentona con el resto del álbum, un álbum con algunas buenas ideas (pocas) pero totalmente superfluo e innecesario. Muy inspirado ha de estar Neil Young para que una improvisación le salga interesante. Esa inspiración la ha tenido muchas veces (por algo es un grande de la música), pero aquí aburre en un porcentaje muy alto y en comparación con lo poco que fascina.

YEAR OF THE HORSE

Año de publicación: 1997

Puntuación:

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CD I: 1) When You Dance I Can Really Love; 2) Barstool Blues; 3) When Your Lonely Heart Breaks; 4) Mr. Soul; 5) Big Time; 6) Pocahontas; 7) Human Highway.

CD II: 1) Slip Away; 2) Scattered (Let's Think About Livin'); 3) Danger Bird;

4) Prisoners Of Rock 'n' Roll; 5) Sedan Delivery.

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El nuevo álbum en directo de Neil Young con Crazy Horse respondía a la idea de filmar la gira correspondiente, acompañando a los músicos dentro y fuera del escenario. El director fue el gran Jim Jarmusch, por entonces ya poseedor de mucho prestigio gracias al atípico western Dead Man, cuya banda sonora corrió a cargo del propio Young. La anterior publicación en directo, Arc-Weld, no quedaba muy lejos y por ello procuran que el repertorio incluido no se solape en ningún momento. Eso quiere decir que tampoco escucharemos algunas de las grandes composiciones eléctricas del canadiense.

 

De su álbum más reciente ejecutan tres temas: Scattered (Let's Think About Livin'), ‘Slip Away’ y ‘Big Time’. Esta última podría haber sido lo mejor del álbum, pero el final instrumental no suena especialmente inspirado. En el repertorio puede considerarse como sorpresa escuchar ‘Barstool Blues’, una olvidable pieza de Zuma que imitaba a Bob Dylan. Del citado álbum realizan una extensa ejecución de ‘Danger Bird’, la más extensa que encontraremos aquí, llegando casi a los quince minutos con el mismo sonido distorsionado y tosco que sazona las actuaciones. La única sorpresa de verdad en este doble disco es poder escuchar ‘Mr. Soul’ de sus comienzos en Buffalo Springfield, pero está ejecutada en modo acústico cuando eso ya lo había hecho en el Unplugged, así que queda algo redundante. Porque claro, lo suyo sería en todo caso escuchar piezas originalmente acústicas como eléctricas, que es el caso de ‘Pocahontas’ o ‘Human Highway’ (de Comes A Time), pero tampoco suponen nada reseñable.

 

Podríamos seguir hablando de sorpresas en realidad, porque no era previsible que echara mano de un álbum tan flojo como Life. Pero claro, fue grabado con los Crazy Horse y para ellos quizá suponía algo especial. Así, ‘When Your Lonely Heart Breaks’ suena demasiado edulcorada y con la guitarra desafinada. Todo lo contrario es ‘Prisoners Of Rock 'n' Roll’, que deja una excelente impresión en directo y tan solo chirrían los solos de guitarra, demasiado agudos y cacofónicos, como si Neil no supiera qué hacer con el instrumento y se dedicara a tocar todas las teclas de procesado del sonido, a ver lo que sale. En cualquier caso, este doble disco es más de lo mismo. No se trata ni del mejor repertorio de Neil, ni son las mejores interpretaciones, ni tampoco es la mejor calidad de sonido. Así que claramente va destinado a las/los fans de este músico.

2022

SILVER & GOLD

Año de publicación: 2000

Puntuación:

1) Good To See You; 2) Silver & Gold; 3) Daddy Went Walking;

4) Buffalo Springfield Again; 5) The Great Divide; 6) Horseshoe Man; 7) Red Sun;

8) Distant Camera; 9) Razor Love; 10) Without Rings.

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2022

Llevaba demasiados años Neil Young sin necesitar un respiro musical en forma de álbum de música de raíces norteamericanas, así que ya le tocaba despegarse nuevamente de Crazy Horse y rodearse de músicos más tradicionales, así como volver a contar con la participación de Linda Ronstadt y Emmylou Harris, quien no tardaría mucho en juntarse con Mark Knopfler para grabar un álbum colaborativo. Así pues, no hay nada que no conozcamos ya de esta vertiente de Neil Young ni tampoco nos ofrecerá ninguna composición para la eternidad como ‘Heart Of Gold’. Esto es música sin pretensiones para escuchar de manera relajada, con guitarras acústicas y sin estridencias.

 

Las ganas que tenía de agradar de forma sosegada a sus seguidores son evidentes cuando comenzamos a escuchar las gratas melodías de ‘Good To See You’ o cuando encontramos canciones tan placenteras como ‘Distant Camera’, que son todo lo contrario de lo que había estado haciendo en los últimos años. Pero no se olvida en ‘Distant Camera’ de introducir llamativos acordes de guitarra y algún pequeño cambio de ritmo, dentro de lo que se puede prever en un formato acústico. En cambio, ‘Buffalo Springfield Again’ es una declaración de nostalgia donde les está diciendo directamente a sus excompañeros de Buffalo Springfield que estaría dispuesto a volver a juntarse, todo envuelto en ese sabor de country acústico que era también del agrado de los otros miembros. Por el contrario, ‘Red Sun’ la podríamos haber asociado sin problema con el sonido más folk, con toques célticos, del Mark Knopfler tardío en su carrera en solitario.

 

En un disco de estas características abundan las canciones tranquilas y olvidables como ‘Silver & Gold’ o ‘Horseshoe Man’, como también discretas baladas country (‘Daddy Went Walking’, ‘Without Rings’), aunque hay momentos donde no necesita destacar mucho para que la humildad y las delicadas melodías afloren con gusto, tal cual ocurre en ‘The Great Divide’. También es interesante el comienzo sinuoso de ‘Razor Love’, pero resulta claramente excesiva su duración que sobrepasa los seis minutos, pues el ritmo de percusión se acaba volviendo cansino a pesar de que la batería sí ofrece variaciones. Tampoco vale la pena detenerse demasiado en un álbum que se olvida rápidamente y que supone una entrada superflua en la discografía de Neil Young. Se agradece el tono tranquilo y el acabado profesional, pero obras similares se pueden encontrar por centenares.

ROAD ROCK VOL. 1

Año de publicación: 2000

Puntuación:

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1) Cowgirl In The Sand; 2) Walk On; 3) Fool For Your Love; 4) Peace Of Mind; 5) Words;

6) Motorcycle Mama; 7) Tonight's The Night; 8) All Along The Watchtower.

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Prosigue la afición que tomó a grabar álbumes en directo, en este caso recopilando temas de diferentes conciertos entre agosto y octubre del año 2000. Podemos leer en la portada que debajo del nombre de Neil Young dice “Friends & Relatives”, lo segundo debido a que las voces femeninas pertenecen verdaderamente a familiares. Los amigos son en buena parte nombres habituales en el circuito musical donde se mueve Young, aunque encontraremos una pequeña sorpresa al final. Viendo el repertorio seleccionado y la duración de algunas interpretaciones, ya podemos prever que nos encontramos ante la vertiente eléctrica y proclive a la improvisación del canadiense.

 

Así pues, dieciocho minutos de ‘Cowgirl In The Sand’ ya sabemos que nos llevarán inevitablemente a una extensísima improvisación instrumental donde Neil deja que fluya libremente su guitarra, si bien con resultados mejores de lo que cabría esperar porque al bueno de Young se le suele ir mucho la olla en estos casos. ‘Words’, el tema que cerraba Harvest, se convertirá también en otro de los vehículos preferidos para el show de guitarra de Neil en estos años, en esta ocasión para demostrar su predilección por la distorsión. Los primeros cuatro minutos de ‘Tonight's The Night’ pueden resultar repetitivos, que es precisamente de lo que ha pecado esta canción en su formato habitual. Los diez minutos y medio que dura aquí su ejecución completa dan para varias improvisaciones y muchas repeticiones del título, así que solo se recomienda a las personas devotas de esta composición.

 

Nadie podría haber esperado que recuperara de On The Beach la amena ‘Walk On’, donde otorga protagonismo a los coros femeninos. Eso sí, los dos temas que encontramos pertenecientes a Comes A Time no podían haber sido peor escogidos, pues vuelve a aburrirnos con ‘Piece Of Mind’ mientras que ‘Motorcycle Mama’ parece que era la concesión para que una de las mujeres cantantes (quizá su mujer) tomara el liderazgo vocal en algunos momentos. Para los completistas, aparece una floja canción inédita titulada ‘Fool For Your Love’, que bien podría haber salido de la época complaciente de This Note's For You.

 

Se despide el álbum con una fiera interpretación del clásico de Bob Dylan ‘All Along The Watchtower’ pero con la visión de Jimi Hendrix y la participación de Chrissie Hynde de los Pretenders, que es la manera de dejar una buena sensación tras el irregular recorrido por el que nos lleva a lo largo del álbum. Curiosamente, son las ejecuciones más extensas las que mejor sensación dejan, en oposición a los temas de menos de cinco minutos, en general bastante flojos. Aunque veamos en el título que se trata del primer volumen, lo cierto es que nunca aparecerá un segundo volumen, por lo que probablemente se trató de una de las tantísimas ideas que sobrevuelan la mente del hiperactivo Neil Young y que quedó finalmente desechada tras el primer intento.

ARE YOU PASSIONATE?

Año de publicación: 2002

Puntuación:

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1) You're My Girl; 2) Mr. Disappointment; 3) Differently; 4) Quit (Don't Say You Love Me);

5) Let's Roll; 6) Are You Passionate?; 7) Goin' Home; 8) When I Hold You In My Arms;

9) Be With You; 10) Two Old Friends; 11) She's A Healer.

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Neil Young tenía ya un recorrido muy largo y suficiente caché como para hacer lo que más le apeteciera en cada momento. Para esta ocasión se juntó con Booker T. & The M.G.'s (los que grabaron el mítico instrumental ‘Green Onions’ en 1962), aunque sin el guitarrista Steve Cropper, y de esta manera atemperó el sonido rockero para introducir elementos de la música llamada negra. Otro pequeño experimento más para Young, aunque poniendo mayor determinación que en la década de los ochenta. Eso sí, los nuevos tiempos demandaban temas largos para completar unos sesenta minutos de duración en el CD, lo cual no significa necesariamente añadir nuevas composiciones sino alargar sistemáticamente lo que ya se tiene, de tal manera que queda fácil aseverar la necesidad de haber recortado la duración de todos los temas de este álbum. Es un lastre muy grande reescuchar temas donde en los dos primeros minutos ya está todo dicho (a veces incluso ya repetido) y nos toca aguantar básicamente lo mismo una y otra vez durante varios minutos más.

 

Se nota muy pronto el nuevo acompañamiento que tiene el canadiense en el estudio de grabación y por ello se muestra intimista y emotivo nada más empezar el álbum mediante ‘You're My Girl’, poseedora de una cálida parte vocal acompañada por algunos coros humildes (más propios del soul) y unos sentidos solos de guitarra. El título de ‘Mr. Disappointment’ es apropiado cuando hemos escuchado previamente algo tan emotivo como ‘You're My Girl’ y a continuación escuchamos la voz inexpresiva de Neil en este tema, una sensación rara que intenta remediar en el estribillo agudizando la voz, pero no sirve de mucho y la canción acaba resultando aburrida hasta en el solo de guitarra que suena desganado. Y eso sí que resulta extraño, puesto que desentona bastante escuchar algo tan desprovisto de alma en este disco, aunque para compensar nos encontramos en el polo opuesto que llega a una apacible intimidad en ‘Are You Passionate?’, donde la guitarra transmite tanta emoción como la voz humilde y honesta de Neil, siendo quizá la mejor composición del álbum.

 

Encontraremos en una de las canciones a los Crazy Horse, pues son quienes acompañan a Young en ‘Goin' Home’, que no es más que la típica canción rockera suya, ya que incluso la guitarra acaba recordando a ‘Like A Hurricane’. En total son casi nueve minutos que se hacen largos por la repetición de ideas, como si no fuera con él lo de acabar repitiendo el estribillo una decena de veces. Se ve que pensó que, para una vez que se juntaba con su grupo más fiel, debía hacerles el favor de darles suficiente espacio en el disco. Esto no quiere decir que sea la única demostración de energía a pesar del tono más reposado del álbum. Por ejemplo, ‘Be With You’ es un rock más cercano al soul, mientras que en ‘Let's Roll’ emplea de base el mismo ritmo funk de ‘Always On The Run’ de Lenny Kravitz, o incluso podríamos decir el de ‘Fame’ de David Bowie, aunque de manera más rápida en este último caso. Lo mejor de este tema es el épico puente que escuchamos hacia la mitad, donde se alcanza el clímax emocional.

 

El Neil épico reaparece de manera gloriosa en ‘Differently’, donde lo único que falla es el poco inspirado estribillo, aunque la coda acaba sonando repetitiva también. Canciones como ‘Quit (Don't Say You Love Me)’ parece que la salgan a Neil con facilidad, pues el apartado instrumental es sencillo, pero sabe aprovecharlo para añadir un gancho directo nada más comenzar a cantar con una entonación particular ese “Don't say you love me”. ‘Two Old Friends’ es la típica canción sosegada y agradable que debería haberse dejado en menos de la mitad, mientras que la tranquila ‘When I Hold You In My Arms’ pasa sin pena ni gloria, aunque el estribillo tiene cierto gancho. Como estos amigos también querían pasarlo bien en el estudio de grabación, para el final se dejan una pieza desenfadada titulada ‘She's A Healer’ en la cual acaban improvisando un rato bajo un ritmo sencillo pero dinámico. No está mal para ser el tema más largo del álbum, pero se pierde el interés muy pronto. Muy irregular queda en conjunto esta colaboración musical sepultada en el olvido porque no representa más que una curiosidad con resultado decente pero insuficiente para que se eleve por encima de la mediocridad.

GREENDALE

Año de publicación: 2003

Puntuación:

1) Falling From Above; 2) Double E; 3) Devil's Sidewalk; 4) Leave The Driving;

5) Carmichael; 6) Bandit; 7) Grandpa's Interview; 8) Bringin' Down Dinner;

9) Sun Green; 10) Be The Rain.

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La nueva idea de Neil Young para autorefrescarse en el siglo XXI fue crear una obra narrativo-conceptual. De esta manera, Greendale contiene una historia sobre un pueblo ficticio de Estados Unidos ubicado en la costa californiana, donde aparece la temática del paso del tiempo, la modernización, el medio ambiente o la corrupción. La historia solo podrá interesar a quienes profesen mucha devoción por el canadiense. Para el resto, poco interés existe en seguir a los personajes de Jed, la chica llamada Sun Green o el abuelo (“grandpa”) que aparecen en diferentes canciones. Y si en el apartado literario no vemos mucho provecho, cuando en teoría es a lo que ha dedicado más tiempo, en el apartado musical ya no podemos esperar nada relevante. Que le acompañen los Crazy Horse no es garantía de nada salvo de profesionalidad, así que nos podemos hacer una idea de lo que escucharemos. Por si fuera poco, las duraciones de los temas vuelven a ser escandalosas, alargando las ejecuciones con la única excusa de encajar la letra.

 

La indiferencia que transmite un tema de más de siete minutos como ‘Falling From Above’ es ciertamente desasosegante. Esto no es lo que queremos de Neil Young, como tampoco algo tan vulgar como ‘Bandit’, que es idear una música fácil para que la historia pueda seguir fluyendo. Tanto tedio y pesadez transmite ‘Bringin' Down Dinner’ que uno no sabe si esto es deliberado para ambientar la letra, pero eso ya sería como intentar endiosar a un artista cuya hiperactividad no le permite llegar a tanto. En todo caso, resulta ciertamente aburrido escuchar en el siglo XXI a Neil tocando un blues tan vulgar como ‘Double E’. En cambio, ‘Devil's Sidewalk’ se sostiene por el entretenido y consistente ritmo rockero en que se soporta. Cabe destacar la mención a John Lennon y a sus composiciones ‘Come Together’ (con los Beatles) y ‘God’, aunque curiosamente en ‘Carmichael’ aparece un riff de guitarra que recuerda también de forma muy clara el de ‘Day Tripper’ de The Beatles. Por otra parte, más pegadizo no puede ser el ritmo liderado en primer término por la armónica en ‘Leave The Driving’, que al menos sirve para que el disco suene más diverso.

 

Lo único que se le puede agradecer en ‘Grandpa's Interview’ es que sus trece minutos no sean un bodrio sino que simplemente se hagan aburridísimos, tanto que hasta el canto recitado/arrastrado de Neil parece denotar su propio cansancio. Menos mal que los solos de guitarra son aceptables. En cambio, ‘Sun Green’ podría haber sido la gran composición de este álbum, pero el apartado vocal deja mucho que desear, tanto por las melodías convencionales a través de las que fluye como por esa idea de añadir fragmentos de su voz a través de un megáfono. La idea de reivindicación es respetable, pero dentro de una canción se ha de hilar muy fino para que no suponga una interrupción molesta a la cadencia que se sigue. Vuelve a emplear el mismo truco del megáfono en la final ‘Be The Rain’, pero el potente y envolvente ritmo rockero que desarrolla es más que suficiente para mantener el interés.

 

En resumen, este álbum conceptual queda como una obra mediocre que quizá en su momento pudiera servir como denuncia social, pero en lo musical no presenta utilidad alguna. Quedaba claro que lo de contar historias largas no era lo suyo, solo cabía recordar aquella penosa película escrita y dirigida por él con el título de Journey through the past. Pero bueno, Neil siempre había hecho lo que le había dado la real gana y en esta ocasión no fue diferente. No hay que darle más vueltas, es lo que quería hacer el bueno de Neil en esos momentos pero no es lo que uno desea escuchar cuando le apetece algo de este músico.

PRAIRIE WIND

Año de publicación: 2005

Puntuación:

1) The Painter; 2) No Wonder; 3) Falling Off The Face Of The Earth;

4) Far From Home; 5) It's A Dream; 6) Prairie Wind; 7) Here For You;

8) This Old Guitar; 9) He Was The King; 10) When God Made Me.

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Aunque la portada parezca un boceto de Hipgnosis para Pink Floyd, lo cierto es que la música de Prairie Wind nos devuelve al Neil Young reposado sobre el terreno seguro de la llamada música de raíces norteamericanas. La génesis del álbum, según cuenta el propio Neil en sus memorias, es de una época muy complicada en su vida. Al fallecimiento de su padre se había de añadir la detección de un aneurisma cerebral. La espera hasta el día de la operación quirúrgica le decidió a irse a Nashville a grabar este nuevo álbum, por lo que la mentalidad de Neil en ese momento no sería precisamente de euforia y eso, como es evidente, se nota. Tampoco es que esto sea un problema porque ya sabemos que este músico se desenvuelve bien en diferentes estados de ánimo. El problema es el de siempre: la inspiración.

 

El tono general del álbum lo observamos desde el principio cuando el consabido Young apacible y agradable aparece en ‘The Painter’ con la ayuda de la guitarra pedal steel de Ben Keith. Pero para conseguir llamar la atención lo anterior no es suficiente y requiere añadir ganchos melódicos más originales, como por ejemplo en ‘Here For You’ o en la también relajada ‘Falling Off The Face Of The Earth’. Las duraciones tan largas de las canciones son un problema gordo para este canadiense, quien no parece tener ningún problema en sobrepasarse y conseguir que canciones agradables como ‘It's A Dream’ acaben resultando reiterativas. Este problema es bien recurrente y por ello, aunque no esté mal el tono introspectivo de la canción más country ‘This Old Guitar’, acaba de todas maneras resultando repetitiva. Muy religioso se nos muestra en el góspel de ‘When God Made Me’, donde tan solo se acompaña del piano y nos muestra una espiritualidad quizá reforzada por esa experiencia en que puede que se viera pensando en la muerte, con la operación ahí pendiente.

 

Para un Young que nos había deleitado a lo largo de su carrera con grandes temas en este estilo más enfocado a la música de raíces, lo deseable era que acertara en alguna ocasión más y nos regalara alguna otra gloriosa composición. Es el caso de ‘No Wonder’ que, de haber nacido Neil en el Reino Unido, podría haberse equiparado a aquel deslumbrante folk-rock de los Fairport Convention de finales de los sesenta y principios de los setenta, pues incluso la voz podría equipararse a la de Swarbrick. Pero aquí podemos disfrutar de irresistibles melodías vocales, una consistente guitarra acústica (aunque no faltan algunos guitarrazos eléctricos), la siempre eficiente slide y, como novedad, un violín que suena tan amenazante como una guitarra eléctrica. Por el contrario, ‘Far From Home’ es una imitación sin gracia de ‘No Expectations’ de The Rolling Stones, pero añadiendo trompetas para que no se note mucho.

 

Al principio de ‘He Was The King’, un homenaje poco original a Elvis Presley, podemos escuchar un breve diálogo entre Neil y Ben. La canción resulta algo decepcionante en sus primeros minutos, pero conforme avanza va ganando fuerza y acaba convenciendo por los inspirados pasajes instrumentales. El ritmo más interesante por lo nada trivial que resulta es el de la canción que da título al álbum, donde Neil se nos muestra más enojado de lo habitual. Es una lástima que debió quedarse sin ideas para el estribillo y nos coloca el poco inspirado verso “Prairie wind blowing through my head” cantado por coros femeninos, lo cual rompe la buena impresión que transmitía este tema. El álbum en conjunto vuelve a ser otra obra irrelevante de su autor, quien se había acomodado en un término medio de música sin complicaciones creativas pero alejada de lo que realmente le había convertido en un nombre importante dentro del rock. Ideas siempre ha tenido muchas, pero nunca las ha reposado lo suficiente para conseguir desarrollarlas de una manera original. Hay que resignarse a la realidad de Neil Young.

LIVING WITH WAR

Año de publicación: 2006

Puntuación:

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1) After The Garden; 2) Living With War; 3) The Restless Consumer; 4) Shock And Awe;

5) Families; 6) Flags Of Freedom; 7) Let's Impeach The President; 8) Lookin' For A Leader; 9) Roger And Out; 10) America The Beautiful.

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Tras haber estado influenciado más bien por John Steinbeck en Greendale para crear un álbum más narrativo y atemporal en su denuncia social, aquí observamos que vuelve el Neil Young más explícito de los últimos años, el que está más influenciado por la valiente prensa de guerra que por la también valiente novela social. De esta manera, Living With War queda para la historia como su mensaje personal hacia la administración del presidente George W. Bush, de un Partido Republicano siempre nefasto hacia el respeto a las libertades y la igualdad social, algo que en este caso exportó hacia Irak, inventando una guerra que venía bien a sus intereses. Y bueno, siempre cabrá recordar el escándalo de la anulación de recuento de votos que le permitió ganar sus primeras elecciones a Al Gore. Pero no nos desviemos de lo musical (lo cual resulta difícil en este álbum) y señalemos que Neil Young creó una escueta formación de cuatro músicos, contándole a él, para ejecutar el apartado instrumental, el cual resulta demasiado vulgar y por ello el mensaje transmitido pierde mucha fuerza.

 

Todavía busca captar la atención de la juventud con un sonido consistente y con la guitarra en primer plano. En ‘The Restless Consumer’ conjuga la densidad sonora del grunge (o sea, de lo que él había hecho siempre, mucho antes del grunge) con unas épicas estrofas de voces dobladas que, por desgracia, acaban finiquitadas en un estribillo donde parece que Neil se quiere parecer a Roger Waters, declamando de manera antimelódica en plan reivindicativo. En plena resaca de la vergonzosa Guerra de Irak, iniciada por una información manipulada que Estados Unidos se encargó de divulgar a base de comprar voluntades, tanto de la prensa como de gobiernos de los cuales necesitaba apoyo en la ONU por estar en ese momento en el Consejo de Seguridad (nuestro Presidente del Gobierno de entonces acabará trabajando y viviendo de lujo en Estados Unidos), Neil se desahoga contra su presidente George W. Bush de una manera muy directa en ‘Let's Impeach The President’, aunque no se apoya en melodías atrayentes ni nada más que la carga sonora habitual.

 

La falta de inspiración le lleva de nuevo a echar la mirada atrás, sea consciente o inconscientemente. Así, cuando comienza a sonar ‘After The Garden’ es inevitable no pensar en ‘Come On Baby Let's Go Downtown’ (de Tonight's The Night), aunque aquí el apartado vocal se muestra más comedido y acogedor, sobre todo en el sencillo pero atrayente estribillo que al final viene precedido por una deleitosa guitarra. Es de lo mejor del álbum junto a la emocionante ‘Lookin' For A Leader’, de preciso y dinámico ritmo, donde se nombra a Barack Obama cuando este todavía no sabía que acabaría siendo presidente de Estados Unidos. Pero siguiendo con la falta de originalidad, ‘Shock And Awe’ ya es la enésima canción de Young que busca replicar la épica de grandes canciones como ‘Like A Hurricane’, pero al menos el resultado es decente y no resulta tan previsible y aburrido como ‘Families’. Lo que resulta intragable es el pastiche de ‘Flags Of Freedom’, que copia sin pudor a ‘Chimes Of Freedom’ de Bob Dylan.

 

‘Roger And Out’ es la típica balada electrificada más tranquila de Young, mientras que el atascado riff de guitarra que se escucha como presentación de ‘Living With War’ suena a unos Byrds apocados, pero por lo demás es una canción tan agradable como olvidable. Está bien que Neil elija acabar de manera nacionalista su disco (aunque cabe recordar que él es canadiense), pero añadir la canción patriótica ‘America The Beautiful’ tal cual, ciertamente queda fuera de lugar en una obra de rock, por muy conceptual que esta pretenda ser. Muy flojo queda en conjunto este álbum, un vehículo para el desahogo de su autor pero una pérdida de tiempo para el oyente, sobre todo cuando sus connotaciones políticas han quedado demodé.

LIVE AT THE FILLMORE EAST

Año de publicación: 2006

Puntuación:

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1) Everybody Knows This Is Nowhere; 2) Winterlong; 3) Down By The River; 4) Wonderin';

5) Come On Baby Let's Go Downtown; 6) Cowgirl In The Sand.

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Comienza aquí la colección de viejos conciertos de Neil Young y no puede ser de mejor manera porque Live At The Fillmore East nos lo muestra junto a Crazy Horse en 1970, durante la gira de promoción de Everybody Knows This Is Nowhere. Esto quiere decir que en la formación de Crazy Horse estaba todavía el malogrado guitarrista Danny Whitten, aparte de que salen complementados con la participación del productor Jack Nitzsche en el piano eléctrico. Si nos fijamos en la portada, observamos el panel de entrada del Fillmore East con los nombres de los artistas y grupos que iba a actuar, entre ellos los Moody Blues y Joe Cocker. El mismo día que Young actuó Miles Davis, cuya presencia seguramente espoleó la creatividad de Neil y le inspiró para realizar multitud de soberbios solos de guitarra con una variedad y una frescura que se echan de menos en el Neil otoñal del siglo XXI, más proclive este a mirarse el ombligo cuando se marca sus estirados solos.

 

Los documentos de la época (de 1970 queremos decir) ya nos indican que el repertorio constaba de una mitad acústica y otra eléctrica, tal como era habitual en sus conciertos de los setenta. Aquí se incluye la parte eléctrica con toda la banda al completo, aunque inexplicablemente se dejan fuera ‘Cinnamon Girl’, la cual se puede encontrar en otras fuentes. Que Young está muy inspirado y entusiasmado lo notamos ya en la primera canción, ‘Everybody Knows This Is Nowhere’, donde su guitarra resulta clave aun estando en un segundo plano la mayor parte del tiempo. Sorprende encontrarnos en una fecha tan temprana la composición ‘Winterlong’, que no aparecería publicada hasta unos años después en el recopilatorio Decade y que aquí suena igual de insustancial, como también la que podemos catalogar como mejor interpretación de ‘Come On Baby Let's Go Downtown’, que no podría escucharse hasta su aparición en Tonight's The Night. No menos sorpresa resulta descubrir el country-rock de ‘Wonderin'’ porque es una canción que grabaría en un tempo ligeramente más rápido y en un tono más retro en 1983 para Everybody's Rockin', pero aquí suena realmente bien.

 

Pero el concierto viene marcado por las dos extensas interpretaciones de ‘Down By The River’ y ‘Cowgirl In The Sand’, ambas superando los diez minutos de ejecución porque contienen excitantes solos de guitarra que demuestran el gran nivel y el entusiasmo que tenía Neil Young, antes de que la hiperactividad le llevara a una producción irregular y sin mesura. El resto de músicos también está excepcional, creando la sensación de banda perfectamente conjuntada porque Crazy Horse siempre fue el acompañamiento ideal para el Young eléctrico, si bien en los noventa los Pearl Jam demostraron en Mirror Ball que un sonido más denso y rejuvenecido actuaba a favor de las composiciones del canadiense si este estaba inspirado. En cualquier caso, este álbum en directo es todo un acierto y una excelente adquisición para cualquier amante del rock.

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