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CAT STEVENS

2022

MATTHEW & SON

Año de publicación: 1967

Puntuación:

1) Matthew & Son; 2) I Love My Dog; 3) Here Comes My Baby;

4) Bring Another Bottle Baby; 5) Portobello Road; 6) I've Found A Love; 7) I See A Road;

8) Baby Get Your Head Screwed On; 9) Granny; 10) When I Speak To The Flowers;

11) The Tramp; 12) Come On And Dance; 13) Hummingbird; 14) Lady;

[BONUS TRACKS:] 15) School Is Out; 16) I'm Gonna Get Me A Gun.

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2022

Como ocurre con muchos otros artistas musicales, los inicios de Cat Stevens poco tienen que ver con la música que le hizo alcanzar la fama. Tampoco su imagen, pues del Cat melenudo y barbudo de los setenta al chico afeitado e impoluto que aparece en la portada también hay un trecho. El caso es que el músico nacido como Steven Demetre Georgiou, denominado después como Cat Stevens y transformado finalmente en Yusuf Islam (casi tantos nombres diferentes como en el caso de Prince), empezó como cantante melódico con música básica de pop y arreglos orquestales, una combinación muy típica para la época. Lo que no era nada habitual es que esos cantantes supieran componer, pero Cat Stevens escribió todas las composiciones de su debut. Pero bueno, la discográfica vería en él a un nuevo Tom Jones pero con la ventaja de que se compusiera sus propias canciones. Si funcionaba, pues todos contentos. Y tuvo un relativo éxito de ventas en singles y también en este debut que simplemente abraza los clichés de la época, si bien aparecen ya algunas trazas del talento de este músico.

 

La pegadiza ‘Matthew & Son’ nos entra en primer lugar para dejarnos una buena impresión al poseer cuidadas melodías y cambios de ritmo que captan la atención inmediatamente, siendo algunos de sus ilustres ejecutores el bajista John Paul Jones (cerca de formar Led Zeppelin) y el ubicuo teclista Nicky Hopkins. Aparte, posee una letra costumbrista y algo crítica, lo cual era poco habitual en los cantantes melódicos. Cuando canta el puente “He's got people who've been working for fifty years”, descubrimos que la melodía vocal les sirvió a los Tear For Fears para su ‘Mad World’ de 1982. Esta última canción quedará todavía mejor veinte años después en la versión minimalista de Michael Andrews y Gary Jules que grabaron para la banda sonora de la perturbadora película Donnie Darko. La misma fórmula la volverá a repetir una y otra vez con menor gracia y ya sin la ventaja de la sorpresa, por ejemplo en otro de sus éxitos, ‘Here Comes My Baby’, la cual curiosamente había sido publicada como single unas semanas antes por The Tremeloes, logrando un relativo éxito. Todo suena muy similar en este álbum, no importa que añada aires brasileños a ‘Bring Another Bottle Baby’ para evitar esa sensación. Y es que en esos años pueden encontrarse cientos de canciones como ‘Lady’, de una vulgaridad absoluta.

 

Nos lo encontraremos también como un cantautor folk, esto es, con la guitarra acústica como única acompañante (o casi, porque en cualquier momento asoma algún arreglo adicional) en unas pocas ocasiones. ‘Portobello Road’ suena muy tosca y desaprovechada, pero entre tanta vulgaridad nos encontramos una joya como ‘The Tramp’, de humildes y emotivas melodías que salen ganando con los minimalistas pero excelentemente escogidos arreglos, enganchando desde el inicio. Por el contrario, no se ve dónde está la originalidad de ‘I Love My Dog’ (nos dejamos cualquier chiste malo relacionado con el nombre de este músico) más allá de lo poco habitual que resulta expresar abiertamente el amor por un perro en una canción. Paul McCartney nos la colará con ‘Martha’ porque en ningún momento decía la letra que se trataba de una perra, evidentemente. También se acuerda de su abuelita en ‘Granny’, que el chico era agradecido por lo que vemos. Demasiado distendido se muestra en ‘I See A Road’, como si fuera una broma que solo le puede hacer gracia a él.

 

Los arreglos orquestales se antojan totalmente inadecuados en canciones como ‘When I Speak To The Flowers’ que podrían haberse desarrollado mejor con unos arreglos de rock. ‘School Is Out’ tampoco es ningún preludio de Alice Cooper, aunque posee un brío que engaña porque luego se desarrolla por caminos orquestales triviales y trillados. Hoy en día, con las matanzas que se suceden periódicamente en Estados Unidos, sería impensable que alguien cantara algo como ‘I'm Gonna Get Me A Gun’ sin que pareciera una provocación gratuita. En cualquier caso, es otra canción que musicalmente se puede olvidar sin mayores complicaciones y muestra la diferencia con el Stevens famoso y más concienciado con los problemas que asolan el planeta y las relaciones humanas. Este debut no tiene mayor interés que la curiosidad de descubrir los comienzos comerciales de Cat Stevens, quien necesitará una larga enfermedad para descubrir al mundo su verdadera valía. Aquí se limita a cumplir el guion.

NEW MASTERS

Año de publicación: 1967

Puntuación:

1) Kitty; 2) I'm So Sleepy; 3) Northern Wind; 4) The Laughing Apple; 5) Smash Your Heart;

6) Moonstone; 7) The First Cut Is The Deepest; 8) I'm Gonna Be King; 9) Ceylon City;

10) Blackness Of The Night; 11) Come On Baby (Shift That Log); 12) I Love Them All; [BONUS TRACKS:] 13) Image Of Hell; 14) Lovely City (When Do You Laugh?);

15) The View From The Top; 16) Here Comes My Wife; 17) It's A Super (Dupa) Life;

18) Where Are You?; 19) A Bad Night.

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En la discográfica no tardaron en aprovechar el tirón comercial que obtuvo Cat Stevens en sus inicios para publicar un segundo LP antes de finalizar el año de su debut. Como cabe esperar, New Masters es una mera continuación del pop ligero y orquestal que había ofrecido en su debut, con algún pequeño avance que acaba resultando insignificante dentro del conjunto del álbum. Era evidente que la casa discográfica (Deram, la misma que por esas fechas apoyó el Days Of Future Passed de los Moody Blues) apostaba por la continuidad y por ello echaron mano de arreglistas orquestales experimentados, lo cual suponía una garantía de calidad pero al mismo tiempo coartaba la libertad artística de Stevens, quien se veía forzado a seguir haciendo más de lo mismo.

 

Aun así, los aires folk que envolverán pronto su música aquí aparecen en ‘Northern Wind’ para asimilarlos a una estructura de pop orquestal, si bien está conformada en forma de crescendo donde la influencia del Bolero de Ravel es evidente. El éxito lo alcanzará cuando se mantenga en el folk o lo asimile al pop-rock, que es hacia donde tímidamente se dirige en la más vistosa y costumbrista ‘The Laughing Apple’, donde los arreglos orquestales rompen la atmósfera adquirida con los potentes acordes de rock empleados. Pero todo eso son en realidad excepciones para una música muy similar a lo largo del álbum. Tan solo pequeños detalles pueden hacernos distinguir una canción de otra: podría destacarse el clavecín de ‘I'm Gonna Be King’; el trepidante pero desaprovechado comienzo de la épica ‘Lovely City (When Do You Laugh?)’; el final tipo marcha mora de ‘It's A Super (Dupa) Life’… Pero esos detalles no consiguen que las canciones se eleven por encima de la mediocridad.

 

Tiene su encanto la agradable apacibilidad de canciones como ‘Smash Your Heart’ o ‘The First Cut Is The Deepest’, siendo muy versionada esta última, incluso antes de ser publicada aquí por Cat Stevens, quien es su autor. Y bueno, esta canción marca un límite en el contenido de este disco, incluyendo los bonus tracks, porque a partir de ella entramos en una vulgaridad a veces exasperante. Pero eso tampoco significa que lo escuchado hasta ese momento sea para felicitarle, porque el hecho de que una idea fuera hacerle una canción a un gatito (‘Kitty’) después de haberle hecho otra a un perro, es para quedarse desconsolado. Al menos esta canción posee un estribillo con fuerza para compensar su irrelevancia y su letra infantil, algo de lo que no se salva una nana para dormir como ‘I'm So Sleepy’.

 

Cuando suena igual que cualquier cantante vulgar del momento de canción ligera o pop orquestal, de los de micrófono en la mano y sonrisa fácil ante la cámara, es donde peor imagen transmite, algo que por desgracia ocurre repetidamente, sea en ‘Moonstone’ o en ‘Come On Baby (Shift That Log)’. Tampoco convence para nada la falsa épica devota de los grandes cantantes folk que encontramos en ‘Blackness Of The Night’, la cual denota algo de inspiración en ‘When The Ship Comes In’ de Bob Dylan. O peor aún, la emoción postiza de ‘Where Are You?’, que es lo más bajo que puede caer un artista, esto es, que se note la falsedad de lo que pretende transmitir. No resulta nada alentador este álbum y simplemente es una extensión del anterior. Afortunadamente, Cat Stevens demostrará que estaba muy por encima de la música como simple producto de consumo o de entretenimiento, si bien para ello deberá sufrir primero una grave enfermedad que le apartará de los focos por unos años.

MONA BONE JAKON

Año de publicación: 1970

Puntuación:

1) Lady D'Arbanville; 2) Maybe You're Right; 3) Pop Star; 4) I Think I See The Light;

5) Trouble; 6) Mona Bone Jakon; 7) I Wish, I Wish; 8) Katmandu; 9) Time;

10) Fill My Eyes; 11) Lilywhite.

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En la década de los sesenta, estar tres años sin grabar un álbum significaba una eternidad, pero Cat Stevens contrajo tuberculosis en 1969 y eso le mantuvo muchos meses hospitalizado y alejado del mundo de la música, aunque no de la composición a nivel personal. Sin presiones por parte de nadie, la reclusión le permitió encontrarse a sí mismo como músico y comenzar verdaderamente una carrera artística que había quedado coartada por el ansia comercial de su discográfica. En sus nuevas composiciones explora temáticas más amplias y de manera más reflexiva, aparte de alejarse de trivialidades a la hora de crear melodías o estructurar una composición, pavimentando así su incipiente despegue hacia el éxito artístico y comercial. Como productor se hizo con los servicios de Paul Samwell-Smith, exbajista de los Yardbirds, un grupo que al final sirvió de cantera para una gran diversidad de propuestas posteriores. Si no se conocen previamente los álbumes posteriores de Cat Stevens, lo cual es complicado si uno se adentra por primera vez en su discografía, se puede disfrutar más el presente álbum, puesto que en caso contrario deja una sensación inmediata de obra menor en comparación con las que le suceden.

 

La idiosincrasia de Cat Stevens, es decir, lo que le diferencia de otros artistas similares, aparece en la primera canción, la sensacional ‘Lady D'Arbanville’. El sonido folk de aires griegos (o de cualquier latitud fuera de las islas británicas) de la música se une a un apartado vocal cautivador. El acompañamiento instrumental es a la vez cálido e intrigante, tan intrigante como la letra, que nos transporta hacia una narración muy al estilo de Edgar Allan Poe (podríamos pensar perfectamente en el relato de Ligeia), de tal manera que aquello que parecía una gentil canción folk se acaba convirtiendo en un paisaje onírico donde Lady D'Arbanville es más bien el recuerdo fantasmal de esa mujer, a lo cual ayuda los inquietantes gritos que aparecen en la segunda mitad de la canción. También se monta un intrigante ritmo en ‘Mona Bone Jakon’, aunque la voz impersonal que emplea no parece jugar a favor y acaba quedando como un tema discreto. Un marcado ritmo de batería y un gran trabajo de guitarra acústica configuran también ‘I Wish, I Wish’, una canción animada con una letra todavía demasiado simplona en comparación con lo que llegará muy pronto, pues aquí se limita a confrontar sencillos conceptos opuestos.

 

A pesar de ser una crítica al mundo de la fama, algo siempre bienvenido, ‘Pop Star’ no deja de ser una sencilla canción acústica de base blues que acaba siendo la más larga de todo el disco sin motivo para ello. La delicadeza de ‘Trouble’, que en cierta manera recuerda a la de Paul Simon, no está reñida con una original estructura donde cada giro melódico es imprevisible y el emocionante estribillo va ganando en intensidad con cada parada rítmica (y más adelante con el inesperado piano) y la excelente interpretación de Stevens, quien transmite toda la emoción posible con su voz. También es un ejemplo de lo que será el nuevo Cat Stevens la sutil ‘Katmandu’, repleta de giros melódicos y con esa aura especial que imprime la ingeniosa y bien aprovechada instrumentación, donde cabe señalar como curiosidad que el flautista que se escucha es nada menos que un jovencito Peter Gabriel. Las canciones que le suceden (‘Time’ y ‘Fill My Eyes’) también inciden en ese gusto por la variedad melódica bajo un manto acústico que nos muestra a un artista honesto y sin artificios de producción.

 

Canciones como ‘Maybe You're Right’ denotan que de haber tenido una producción más elaborada como la que llegarán en Teaser And The Firecat, podríamos estar hablando de más temas clásicos de Cat Stevens. Porque una sección rítmica más consistente en ‘I Think I See The Light’ seguramente hubiera obrado milagros, aunque no sin nos fijamos en ese insistente martilleo de batería que inserta más de lo deseable, porque por lo demás sigue un ritmo animado y atrayente, donde el apartado vocal es más emocionante y convincente de lo que había hecho en sus primeros años, despejando el camino de su futuro éxito, ya muy cercano. A destacar también el sencillo pero fabuloso solo de teclado que se escucha llegando al final. Lo peor de este álbum es cuando ha transcurrido la primera mitad de ‘Lilywhite’, con buenas sensaciones por cierto, y nos dejan una segunda mitad de vulgar música orquestal que quizá servía para verificar el cambio experimentado en la música de Cat Stevens, pues otra utilidad no se le ve más allá de rellenar espacio. En definitiva, asistimos aquí al nacimiento de su leyenda como músico y a sus mejores años.

2023

TEA FOR THE TILLERMAN

Año de publicación: 1970

Puntuación:

CD I: 1) Where Do The Children Play?; 2) Hard Headed Woman; 3) Wild World; 4) Sad Lisa; 5) Miles From Nowhere; 6) But I Might Die Tonight; 7) Longer Boats; 8) Into White;

9) On The Road To Find Out; 10) Father And Son; 11) Tea For The Tillerman.

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CD II: 1) Wild World (demo version); 2) Longer Boats (live at the Troubadour); 3) Into White (live at the Troubadour); 4) Miles From Nowhere (demo version); 5) Hard Headed Woman (live in Japan); 6) Where Do The Children Play? (from the Majikat Earth Tour); 7) Sad Lisa (from the Majikat Earth Tour); 8) On The Road To Find Out (live at KCET-TV);

9) Father And Son (from Yusuf's Café); 10) Wild World (from Yusuf's Café);

11) Tea For The Tillerman (live at the BBC).

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2023

La prodigiosa evolución de Cat Stevens llega aquí a su cénit en el que ha quedado para la posteridad como su mejor álbum. Aquí comentaremos la edición Deluxe, aunque pueden encontrarse ediciones que incluyen más discos y contenido adicional. Tampoco es que Cat Stevens sea un músico del cual resulte interesante descubrir su progreso en el estudio porque, como suele ocurrir con los cantautores, el contenido adicional suele ser la interpretación o versión en acústico de lo que escuchamos enriquecido en el estudio. Así pues, cabe destacar nuevamente el trabajo de Samwell-Smith en la producción, enriqueciendo el sonido y añadiendo arreglos orquestales con un propósito muy diferente a lo que Cat Stevens padeció en sus primeros discos.

 

Volvemos a encontrarnos a un músico honesto en expresar lo que siente por diversos asuntos, que es lo ideal cuando se está inspirado en lo musical. Así, encontraremos la conciencia por el avance inhumano y desenfrenado de la tecnología en la inicialmente dulce pero finalmente rabiosa (no podía ser de otra manera) ‘Where Do The Children Play?’. También explora la relación paterno-filial en ‘Father And Son’, donde podemos escuchar tanto al padre como al hijo expresar sus respectivos puntos de vista. La calma y la experiencia frente al ímpetu y la ilusión, que no es precisamente una confrontación entre el conservadurismo y el progresismo. En cambio, ‘Wild World’ es una de las canciones populares de Cat Stevens por sus pegadizas melodías, tanto en las estrofas como en el estribillo, pero a pesar de lo que sugiere su título, no trata ningún tema medioambiental, sino que habla de una relación sentimental rota. La grandeza de este cantautor la denota la breve canción que da título al álbum. Acaba tan pronto que casi pasa desapercibida, pero en tan poco tiempo concentra exquisitas melodías y una sutil progresión que finaliza en un glorioso coro final de estilo góspel y una placentera melodía de piano.

 

La trágica guitarra de inicio de ‘Hard Headed Woman’ ya nos avisa de que algo emocionante va a ocurrir, aunque en principio se desarrolle de forma acústica. Pero la voz de Stevens empieza a elevar el tono por su desengaño con la falsedad imperante en las relaciones humanas, hasta que llega la potente segunda mitad de la canción y llegamos a lo más rockero que podemos imaginar a Cat Stevens, pero siempre convincente porque cree en lo que canta. El dramático piano de ‘Sad Lisa’, junto a la delicada voz de Stevens y los acertados arreglos orquestales, confieren una atmósfera especial y muy cercana a la canción, de tal manera que uno se ve circundado por la emoción del narrador. Con tanta carga afectiva, ‘Longer Boats’ sirve de descanso emocional porque solo debemos dejarnos llevar por los agradables coros que cantan el estribillo, sin olvidar que las estrofas contienen unos deliciosos giros melódicos (“I don't want no God on my lawn / Just a flower I can help along / 'Cause the soul of nobody knows / How a flower grows, oh / How a flower grows”) que deleitan el oído y la mente. La delicadeza no se pierde cuando llega a continuación ‘Into White’, más enfocada a transmitir serenidad con los arreglos orquestales.

 

Canciones como ‘Miles From Nowhere’ o ‘On The Road To Find Out’ (quizá demasiado larga) ya no ofrecen nada que no hayamos visto con incluso mejor implementación en el álbum, pero la poderosa entrada en ‘Miles From Nowhere’ del piano tras el primer estribillo y la adición de percusión aportan una fuerza inesperada que vale la pena destacar. La tétrica ‘But I Might Die Tonight’ cobró cierta fama, aunque en una versión distinta a esta, por ser el tema principal de la comedia dramática (o quizá drama cómico) Deep End, una de esas películas que quedan anticuadas porque es la versión británica de lo que en España se llamaría “cine del destape”, un sinsentido que tiene como protagonista a la que fue la novia de Paul McCartney durante buena parte de los sesenta. Curiosamente la película también contiene ‘Mother Sky’ de Can (llamados en los créditos como The Can), lo cual es un regalo para los oídos. ‘But I Might Die Tonight’ es algo parecida a ‘Miles From Nowhere’, pero los coros estremecedores de Cat le dan su toque especial.

 

El segundo disco de la edición Deluxe contiene mucho material en directo y dos demos (de ‘Wild World’ y ‘Miles From Nowhere’), aunque curiosamente una buena parte acaba sonando como si fueran demos porque son actuaciones con guitarra acústica como único acompañamiento. Otras pocas están tomadas de conciertos con banda de acompañamiento (ya por mediados de los setenta por cierto), pero por ejemplo en ‘Sad Lisa’ es la voz demasiado ansiosa de Stevens lo que rompe el encanto original, aunque cabe señalar que el solo instrumental del intermedio lo realiza una guitarra acústica. Curiosamente, las actuaciones de las llamadas Yusuf's Café Sessions son de 2007, que es como decir que rellenaron el segundo disco con lo primero que encontraron a mano. Pero bueno, que nada de esto nos haga olvidar que estamos ante el mejor álbum de Cat Stevens y todo un acierto para quien busque a un músico honesto, convincente y tocado por la musa de las melodías. El propio autor incluso volvió a regrabarla al completo en 2020, es decir, cincuenta años después.

TEASER AND THE FIRECAT

Año de publicación: 1971

Puntuación:

CD I: 1) The Wind; 2) Rubylove; 3) If I Laugh; 4) Changes IV; 5) How Can I Tell You;

6) Tuesday's Dead; 7) Morning Has Broken; 8) Bitterblue; 9) Moonshadow; 10) Peace Train.

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CD II: 1) Moonshadow (live at the Troubadour); 2) Rubylove (demo); 3) If I Laugh (demo);

4) Changes IV (demo); 5) How Can I Tell You (demo); 6) Morning Has Broken (demo);

7) Bitterblue (live at Royal Albert Hall); 8) Tuesday's Dead (live at Virginia);

9) Peace Train (live at Royal Albert Hall); 10) The Wind (from Yusuf's Café).

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Después de la emocionante Tea For The Tillerman, la continuación mediante Teaser And The Firecat puede resultar algo decepcionante en comparación. La instrumentación es ahora muy básica en general, algo sorprendente cuando el productor seguía siendo Paul Samwell-Smith, a lo cual se ha de sumar que las letras se han vuelto en general muy sencillas y sin apenas profundidad. O sea, en el álbum previo también se exponían a veces ideas sencillas, pero lo hacía con una emoción que convencía al oyente. Aquí falta a veces esa convicción, así como simbolismos y algunas reflexiones interesantes que podían encontrarse en su anterior entrega. Era evidente que Cat Stevens se había relajado, pero estar en su mejor momento artístico le ayuda a salir airoso y a entregarnos todavía algunas canciones clásicas de su repertorio.

 

En general el tono del álbum es sosegado, a lo cual ayudan varias preciosas baladas acústicas de inspiradas y emotivas melodías: ‘The Wind’, ‘Moonshadow’ y la tradicional ‘Morning Has Broken’, esta última engrandecida con una memorable introducción de piano que fue cortesía de nada menos que Rick Wakeman, aunque nunca apareció acreditado por ello. Eso sí, si uno se fija en ‘Catherine Howard’ del álbum de Wakeman The Six Wives Of Henry VIII, podrá encontrar la conexión con su aportación a la interpretación de Cat Stevens. De repente pretende subrayar su ascendencia griega y lo hace mediante el pastiche folklórico ‘Rubylove’, donde canta algunos versos en griego para una canción movidita que parece más destinada a un público infantil. Si pretendía hacer algo con un ritmo más dinámico y que no fuera el álbum tan monolítico en su propuesta, pues al menos que le salgo algo como ‘Tuesday's Dead’, discreta pero inofensiva. Porque el espíritu rockero de Stevens apenas aparece, pero sí lo hace con brío y convicción en ‘Bitterblue’, de deslumbrante estribillo que se alarga y se alarga sin perder su grandeza, pues se basa en inesperados giros melódicos que se acaban también cuando menos se espera que lo hagan.

 

Como a los grandes melodistas, a veces le resulta suficiente con tararear la melodía del estribillo y por ello sale airoso en ‘If I Laugh’. En cambio, canciones como ‘How Can I Tell You’ son agradables pero más discretas. En este álbum parece tomarle gusto a los ritmos atascados y eso lo prueba dos veces con suerte dispar. Por un lado le sale mal en ‘Changes IV’ porque su apartado vocal queda también muy forzado y no parece muy inspirado, mientras que en ‘Peace Train’, si conseguimos hacernos con su ritmo de continuas paradas podremos disfrutar de sus bellas melodías y de las memorables armonías vocales del estribillo. Es una canción que podría durar el doble y no aburrir, pues siguiendo el símil del tren sólo es necesario ubicarse bien entre los raíles de la composición y dejarse llevar por su cadencia.

 

En los bonus tracks encontraremos una versión en directo o en forma de maqueta de cada una de las canciones del álbum, pero por sus características la mayoría obviamente no aporta nada en especial y nuevamente se incluyen algunas actuaciones de Yusuf Islam que no tienen sentido aquí. Eso sí, resulta imperdonable la transformación de ‘Peace Train’ en un góspel espiritual, que es como haberla descuartizado y luego cosido con hilos de esparto. Pertenece a un concierto de 2004, que es cuando fue noticia que a Cat Stevens le denegaron la entrada a Estados Unidos por aparecer en una lista de presuntos terroristas, todavía en plena fobia por los atentados de 2001. Ciertamente, por lo que había hecho con ‘Peace Train’ lo podrían haber metido en una lista de terroristas musicales (junto a algunos dj de discoteca), pero no el castigo de denegarle la entrada al país. El propio Yusuf podría argüir ahora que este bonus track era la idea original para ‘Peace Train’, pero no es excusa porque precisamente lo que ha quedado como versión final para la historia es la estimulante canción de 1971. En definitiva, tenemos aquí el último disco recomendable de verdad de Cat Stevens. A partir de ahora irá perdiendo el norte paulatinamente, pero con algunos momentos de lucidez.

2024

CATCH BULL AT FOUR

Año de publicación: 1972

Puntuación:

1) Sitting; 2) Boy With A Moon & Star On His Head; 3) Angelsea; 4) Silent Sunlight;

5) Can't Keep It In; 6) 18th Avenue (Kansas City Nightmare); 7) Freezing Steel;

8) O Caritas; 9) Sweet Scarlet; 10) Ruins.

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2024

A cualquier persona que quedara deleitada con la escucha tanto de Tea For The Tillerman como de Teaser And The Firecat, se le ha de prevenir de que ya no volverá a encontrar nada igual en lo que queda de carrera de Cat Stevens (lo de Yusuf Islam ni cuenta). Repito, ya no habrá nada nuevo que no hayamos escuchado de alguna manera en sus tres álbumes previos. Esto es importante decirlo porque el oyente desprevenido comprueba que todos los temas son composiciones originales, el productor sigue siendo el mismo y participan músicos competentes junto a arreglos orquestales, lo cual parece una mejora respecto al álbum previo. No está por ahí Rick Wakeman, pero, ¿qué puede fallar? Pues no hay respuesta para eso, porque aquí comprobamos que la creatividad de Cat Stevens se ha difuminado y ya no se volverá a recuperar salvo en momentos muy puntuales. Era ya una estrella de la música y estaba claro que esa vida la estaba disfrutando en detrimento de la dedicación necesaria para mantener el nivel demostrado desde 1970.

 

Existen caminos fáciles como grabar versiones o copiarse a uno mismo. Stevens elige la segunda opción y así pretende repetir la gloria de ‘Morning Has Broken’ mediante ‘Sitting’, pero el piano es la mitad de inspirado (aparte de ser una imitación de lo que tocó Wakeman) y de poco sirve que cambie la entonación del canto para mostrar su lado más rabioso. Otro ejemplo es la reescritura de ‘Bitterblue’ es ‘Angelsea’, mientras que ‘Ruins’ es la reescritura, todavía más descarada, de ‘Where Do The Children Play?’, donde acaba irritando cuando pretende sonar más vigoroso. Esto de tener algo de rock a mano y sin esforzarse mucho parece gustarle y aquí incluye también ‘Can't Keep It In’, centrándola sin embargo en una potente guitarra acústica y sus gruñidos cada vez menos convincentes. Peor todavía son los acordes de guitarra acústica que suenan cada vez que canta un verso en ‘Boy With A Moon & Star On His Head’, pues acaban resultando cansinos a partir del primer minuto. Así que estar seis minutos con lo mismo es una verdadera tortura musical que aniquila cualquier opción de quedar como una canción pasable, que es lo que hubiera sido de haber optado por otra opción que evitara esa repetición continuada.

 

Buena impresión es lo que transmite ‘Freezing Steel’ hasta que llega ese desconcertante estribillo donde parece que estén cantando unos patos, algo que le podría servir para participar en programas infantiles pero no para agradar al aficionado al rock. Echa mano del folklore griego, incluido músicos de ese país, en la serenata ‘O Caritas’, que uno puede imaginarse interpretada por el equivalente a una tuna griega. O sea, que Cat Stevens no pierde la oportunidad de lanzar una segunda patada al estómago del aficionado al rock. Como vemos, es difícil encontrar canciones con personalidad propia y que posean suficiente originalidad. Al menos mediante ‘Silent Sunlight’ y ‘Sweet Scarlet’ prosigue su buena mano para las baladas de piano. Cuando está inspirado, claro, porque la grandeza de Cat Stevens reaparece de forma tímida y solamente para ‘18th Avenue (Kansas City Nightmare)’, en la cual progresa gradualmente desde una balada introspectiva a una declamación emotiva antes de que entre un inciso instrumental enérgico donde acaba tomando excesivo protagonismo la orquesta. Pero bueno, la perfección estaba ahora mismo a años luz de este artista que había puesto el piloto automático y no necesitaba esforzarse para vender miles de discos. De hecho, Catch Bull At Four fue sorprendentemente número uno en ventas en Estados Unidos.

FOREIGNER

Año de publicación: 1973

Puntuación:

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1) Foreigner Suite; 2) The Hurt; 3) How Many Times; 4) Later; 5) 100 I Dream.

Estancado creativamente y sin un horizonte definido, exiliado también en Brasil para pagar menos impuestos en su país de origen, Cat Stevens decidió que su siguiente paso sería embarcarse hacia los terrenos pantanosos (para él) del rock progresivo. Tan seguro de sí mismo debió estar que, por primera vez, tomó las riendas de la producción. Una decisión arriesgada cuando uno se adentra por primera vez y, aparte, en un terreno musical desconocido. Volvió a rodearse de músicos competentes, pero una vez más debemos recalcar que el problema de Cat Stevens era ya la composición, la musa de la inspiración le había abandonado. Como podemos observar en el listado de canciones, tan sólo cinco conforman el disco y eso es debido a la suite que completa toda una cara del LP original.

 

Así, casi veinte minutos abarca ‘Foreigner Suite’, la composición más pretenciosa de su carrera. Desafortunadamente, en los primeros minutos nos toca soportar al Stevens chillón, o sea, el que se vuelve insoportable porque no transmite nada de esa manera. A los cinco minutos llega la sección más interesante porque empieza con un estribillo épico y poderoso, bien secundado por unos coros emocionantes al estilo de ‘Peace Train’. O quizá es que directamente ha tomado prestada esa canción para rehacerla de alguna manera. Más original queda la sencilla pero efectiva sección que llega justo a continuación, donde el teclista Jean Roussel toma el liderazgo con un solo de inspiración barroca y una juguetona melodía. De ahí al final, pues quizá sea mejor olvidarlo porque deja completamente indiferente al oyente, como si pensara que en una suite se trata de hilvanar canciones sin más, cuando lo que se debe cuidar es de no hacer perder el interés durante demasiado tiempo. Cierto es que cerca de los quince minutos llegamos a una última sección cantada con algo de gancho melódico, pero todo alejado de los mejores momentos con los que nos había obsequiado en sus mejores años.

 

El estilo progresivo no desaparece en las canciones de menor duración, lo cual denota cuál era la visión artística de Cat Stevens en estos momentos. Sin embargo, ‘The Hurt’ deja una buena sensación inicial, pero luego las pocas ideas interesantes se repiten de manera incesante y los cambios de ritmo, aun siendo variados, no dejan de ser reminiscencias del pasado que ya son bien conocidas. Esa sensación no desaparece en ningún momento y cuando escuchamos algo como ‘100 I Dream’ únicamente pensamos que es lo mismo que ya hemos estado escuchando a lo largo del álbum, una vez más. También parece ‘How Many Times’ un reflejo pálido de lo que había sido Cat Stevens, llegando a aburrir por momentos. Por otra parte, ‘Later’ es como si hubiera querido hacer algo al estilo de Steely Dan (o sea, los primeros Steely Dan), algo que precisamente salva la canción porque siempre es buena elección intentar parecerse a quienes son mejores que uno.

 

Como curiosidad final, recordaremos cómo el rebautizado como Yusuf Islam acusó a Coldplay de plagio en ‘Viva la vida’, asegurando que habían copiado los últimos minutos de ‘Foreigner Suite’. Nunca llegó a demandarlos judicialmente y eso se puede entender bien si se presta atención a la canción de Cat Stevens, pues lo único que podría entenderse como plagio es la melodía de piano que se escucha a partir de los quince minutos, pero quedaría un tanto ridículo acusar a alguien de que te ha plagiado una melodía secundaria cuando ni siquiera se trata de una copia tal cual. Joe Satriani tenía razón y motivos para demandar a Coldplay; Cat Stevens, no.

BUDDHA AND THE CHOCOLATE BOX

Año de publicación: 1974

Puntuación:

1) Music; 2) Oh Very Young; 3) Sun/C79; 4) Ghost Town; 5) Jesus; 6) Ready;

7) King Of Trees; 8) A Bad Penny; 9) Home In The Sky.

Menos mal que se le pasó muy pronto la fiebre progresiva a Cat Stevens porque ese no era su terreno ni nunca lo había sido. Parece que todo volvía a su cauce cuando recuperaba en la producción a Samwell-Smith, uno de los artífices de su éxito artístico y comercial de principios de la década, pero el mayor problema de Cat era el bajón en la inspiración a la hora de componer. Sí puede decirse que algo ha mejorado respecto a la decepción de Catch Bull At Four, pero ya iban quedando lejos, cada vez más, los tiempos de la excelencia compositiva. De esta manera, no podemos esperar nada más que algo de música agradable, con algún que otro momento de inspiración que acaba diluido entre el conjunto de canciones.

 

Nos coloca de entrada en ‘Music’ un ritmo animado y marcado, con algunos cambios diversos al estilo de ‘Peace Train’, lo cual es una buena idea porque no hay nada mejor que retomar con gusto lo que uno ya ha demostrado que sabía hacer bien. Vuelve a repetir la fórmula con acierto en ‘A Bad Penny’, en este caso añadiendo un clavicordio por medio (y hasta alguna trompeta) para darle una mayor exquisitez al sonido, pero ojalá hubiera repetido más veces la fórmula a lo largo del álbum. Por desgracia nos sumergiremos más veces en la mediocridad que en la exquisitez, sin bien esto es lo habitual en artistas que han dejado atrás su mejor época. El tema donde parece que vuelve el gran Cat Stevens que entusiasmó al mundo es en ‘King Of Trees’. La estructura es perfecta, con sus brillantes transiciones entre estrofa y estribillo, pero carece de un estribillo cantado y la melodía instrumental es demasiado breve para considerar este tema entre los mejores de la carrera de Cat.

 

Las partes del piano en ‘Oh Very Young’ o ‘Jesus’ son interesantes, pero por lo demás son unas canciones tranquilas y olvidables que sirven para completar espacio, como lo es también la canción más sencilla que cierra el álbum, ‘Home In The Sky’. A pesar de tener un título doble, ‘Sun/C79’ es una única composición que presenta cierto sabor progresivo y va creciendo gradualmente en intensidad gracias a la adición de instrumentos, aunque el mérito principal se le ha de adjudicar a la batería. Por otra parte, muy pocas veces en su carrera le ha salido bien una canción pretendidamente furiosa y ‘Ghost Town’ no está entre las excepciones. Lo más flojo del álbum es lo cansino que resulta ‘Ready’ y tanta repetición de su pomposo e irritante estribillo. Se malogra así el breve inciso instrumental que aparece sobre los dos minutos, donde sí muestran algo de valía. En conjunto, la sensación que transmite este artista es la de querer y no poder. Sumergido en la mediocridad sin posibilidad de salir de ahí.

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