CLÁSICOS DEL ROCK 2
STING
THE DREAM OF THE BLUE TURTLES
Año de publicación: 1985
Puntuación:
Puntuación:
1) If You Love Somebody Set Them Free; 2) Love Is The Seventh Wave; 3) Russians;
4) Children's Crusade; 5) Shadows In The Rain; 6) We Work The Black Seam;
7) Consider Me Gone; 8) The Dream Of The Blue Turtles; 9) Moon Over Bourbon Street; 10) Fortress Around Your Heart.
Tras la disolución de The Police, estaba bien claro que quien podía comenzar su carrera en solitario tan pronto quisiera era Sting, ya que su potencial compositivo era muy superior al de sus compañeros. Para intentar no echar en falta a Summers y Copeland, fue inteligente para rodearse de músicos curtidos en el jazz aunque no necesariamente adscritos a ese género con exclusividad. En cualquier caso, se mantienen más o menos los parámetros de Synchronicity, de tal manera que este debut podría considerarse la continuación lógica en el camino de Sting hacia una comercialidad que todavía no está reñida con el espíritu artístico.
Echando un vistazo a los títulos de las canciones, podemos incluso ver a una vieja conocida. La versión alternativa de ‘Shadows In The Rain’ muy poco tiene que ver con la grabada con The Police, puesto que aquí se transforma en una pieza jazzística de ritmo endiablado que al menos no pierde fuelle como ocurría en la original, manteniendo el interés gracias a las diversas florituras instrumentales que contiene. Resulta gracioso que ‘Consider Me Gone’ parezca, en cierta manera, una reescritura de la ‘Shadows In The Rain’ original, quedando así entre lo más discreto de este álbum. Pero el jazz sobrevuela una parte importante de los primeros años de Sting en solitario y aquí encontramos más ejemplos como el tema instrumental que da título al álbum, una nueva muestra de pericia técnica. También podría aplicarse la denominación de balada jazz a la apacible ‘Moon Over Bourbon Street’, de lograda ambientación instrumental que transmite esa sensación de estar dando un paseo nocturno.
No se acaban aquí las referencias a la anterior etapa de Sting, ya que ‘Fortress Around Your Heart’ parece extraída directamente de Synchronicity por su carácter de himno gracias a un memorable estribillo que la coloca a la altura de joyas de aquel como ‘King Of Pain’ o ‘Wrapped Around Your Finger’. Cada vez que llega ese “And if I've built this fortress around your heart” podemos sentir que algo grandioso está ocurriendo. Un resultado similar, aunque sin pretender que suene como un himno, consigue en ‘We Work The Black Seam’ gracias a otro glorioso estribillo, marca de la casa de este artista cuando todavía seguía en su cúspide creativa. Respecto a la música étnica, tan relevante en la carrera de Sting en solitario, encontramos un primer ejemplo en la jovial ‘Love Is The Seventh Wave’, que queda como un primer intento bastante discreto. Vemos también a Sting transformado en estrella de baile en la pegadiza ‘If You Love Somebody Set Them Free’, que contiene suficientes detalles instrumentales y melódicos para elevarla muy por encima de lo que podríamos entender por música de baile de los ochenta.
El mensaje político de ‘Russians’ queda algo simplón visto a posteriori, pero en una época donde todavía existían fuertes tensiones entre los dos bloques mundiales representados por Estados Unidos y la antigua URSS, representaba un acto de valentía citar directamente a los mandatarios de ambos países (aunque Kruschev llevaba muerto casi dos décadas). Pero musicalmente es toda una delicia, puesto que Sting toma prestada la melodía de la suite orquestal El Teniente Kijé de Prokoviev (concretamente de su segundo movimiento, Romance) para añadir una espléndida parte vocal que no desmerece las melodías del compositor ruso. Aún retrocede más en el tiempo en ‘Children's Crusade’, concretamente a la Primera Guerra Mundial, para ofrecer una potente balada bien estructurada donde el saxofón suena emocionante y lidera la sección instrumental central.
Un sensacional debut, pues, de un artista que comenzaba creando unas expectativas muy altas por haber conseguido superar con éxito la adaptación a una nueva etapa artística. Lo que seguirá a partir de ahora es una caída hacia una mediocridad insultante para lo que debería esperarse de Sting, decayendo su capacidad melódica de forma exponencial, siendo precisamente el potencial de sus melodías lo que había cimentado su prestigio, aparte de sus dotes como músico e incluso como productor. Pero de momento podemos disfrutar de uno de los mejores álbumes de 1985, fruto de un artista todavía más implicado en la música que en otros menesteres.
BRING ON THE NIGHT
Año de publicación: 1986
Puntuación:
CD I: 1) Bring On The Night/When The World Is Running Down, You Make The Best Of What's Still Around; 2) Consider Me Gone; 3) Low Life; 4) We Work The Black Seam;
5) Driven To Tears; 6) Dream Of The Blue Turtles/Demolition Man.
CD II: 1) One World (Not Three)/Love Is The Seventh Wave;
2) Moon Over Bourbon Street; 3) I Burn For You; 4) Another Day;
5) Children's Crusade; 6) Down So Long; 7) Tea In The Sahara.
Tras haber tocado durante varios años en The Police, resultaba muy complicado poder encontrar unos músicos sustitutos con el nivel de Copeland y Summers en el mundo del rock. Así pues, para su primera gira de conciertos en solitario, Sting decidió rodearse de músicos que se habían forjado en el jazz, garantía de que el nivel cualitativo no había de resentirse al menos en el apartado técnico. Este doble álbum recoge una selección de diferentes conciertos que se realizaron durante el año 1985, muy representativo del tipo de show que Sting ofrecía en sus comienzos. Es curioso el título, porque la canción ‘Bring On The Night’, perteneciente a The Police, no aparece en el repertorio incluido aquí.
Queda perfectamente claro que Sting quiere alejarse por completo de su imagen de estrella del pop. Por ello, las interpretaciones se basan en amplios desarrollos instrumentales que no se corresponden con la escritura de nuevas partes en las composiciones, sino en improvisaciones más inclinadas al jazz que al rock. Las piezas que abren cada uno de los dos discos son las más extensas con diferencia, sobrepasando los once minutos de duración. Una vez escuchado, queda muy claro que no había ninguna necesidad de extenderse tanto, pero parece que la prioridad de estos conciertos era permitir que los músicos tocaran de forma relajada unas piezas no muy complejas y con suficiente variedad para no aburrirse ellos mismos. En el público está claro que no estaban pensando.
El repertorio seleccionado reúne en buena parte, como es lógico, el contenido de The Dream Of The Blue Turtles. Lo irónico es que la mayoría de sus mejores temas no aparecen. Por consiguiente, lo mejor que encontraremos aquí es ‘We Work The Black Seam’, pero, al sonar exactamente igual que el equivalente de estudio, no resulta ser una escucha esencial. Como si este álbum tuviera matices de reafirmación personal, de Police no tocan ninguno de los considerados éxitos y Sting se decide por temas que puedan dar pie a desarrollos instrumentales como los que saturan estas actuaciones. Como pequeña sorpresa de su etapa previa con The Police, interpretan la rareza ‘I Burn For You’, tema que se grabó para la banda sonora de una película olvidada. Aquí no produce ni la mitad del efecto positivo del equivalente de estudio, se nota la ausencia de Copeland y Summers, así que se olvida igual de rápido que la película a la cual pertenece.
Encontraremos en el repertorio unas pocas novedades, pero son totalmente irrelevantes. La versión de ‘Down So Long’ es una mera improvisación que da pie a presentar a los músicos, mientras que ‘Another Day’ no es más que un discreto tema bailable y ‘Low Life’ es otra pieza de jazz-pop ligero, que al menos suena agradable.
La verdad es que ‘Tea In The Sahara’ no parece el final de fiesta ideal para un concierto, los espectadores debieron salir con modorra y ganas de irse a dormir. Aquí solo sirve para dejar una impresión final de indiferencia, acorde a lo que hemos podido escuchar. Siendo un doble álbum, más de ochenta minutos en total, se vuelve muy aburrido escuchar tanto tiempo de música bien ejecutada pero carente de vitalidad. Soberbias melodías habían distinguido la carrera de Sting hasta ese momento, pero aquí no resulta ser lo más importante.
...NOTHING LIKE THE SUN
Año de publicación: 1987
Puntuación:
1) The Lazarus Heart; 2) Be Still My Beating Heart; 3) Englishman In New York;
4) History Will Teach Us Nothing; 5) They Dance Alone; 6) Fragile; 7) We'll Be Together;
8) Straight To My Heart; 9) Rock Steady; 10) Sister Moon; 11) Little Wing;
12) The Secret Marriage.
Llegamos al disco más icónico y recordado de Sting, es decir, de su carrera en solitario. Vuelve a rodearse de músicos muy competentes, entre los que cabe destacar al percusionista Manu Katché o al saxofonista de jazz Branford Marsalis, hermano del trompetista Wynton que grabó un disco en directo junto a Eric Clapton. Así mismo, aparece una buena cantidad de músicos invitados, incluido Clapton, si bien la contribución de cada uno de ellos es bien desigual. En el libreto puede leerse las notas escritas por el propio Sting para cada una de las canciones, pero la explicación del título del álbum que nos da es un poco grotesca, mezclando Shakespeare con un encuentro poco afortunado con un borracho.
La canción estandarte de la carrera de Sting en solitario probablemente sea ‘Englishman In New York’, todo un prodigio porque poquísimas veces puede encontrarse un tema de corte jazz que trascienda los límites que lo separan del éxito del pop. Su ritmo y melodías vocales son ultrapegadizas, además de presentar ese factor sorpresa en forma de retumbante batería que aparece al final del intermedio instrumental. Pero no sería el single de presentación del álbum, ya que por entonces Michael Jackson y Madonna marcaban un tipo de música en la que Sting había demostrado un conocimiento apropiado. Así pues, como parece que hacía falta entregar algún tema de baile para promocionar adecuadamente el álbum, la secuela de ‘If You Love Somebody Set Them Free’ la tenemos aquí en ‘We'll Be Together’, la cual suena mucho más forzada y pierde por ello bastantes puntos en comparación con la frescura de la primera, pero aun así fue elegida como single de presentación. De toda maneras, el inicio del álbum también deja buenas sensaciones. Tras una intrigante introducción, aparece en ‘The Lazarus Heart’ una juguetona melodía que, visto el carácter del disco, podría haberse ejecutado con flautas andinas y así adoptar un sonido más orgánico. En cualquier caso, se trata de un agradable tema pop muy dinámico, con un breve cambio de ritmo sobre los tres minutos, un recurso que será empleado en otros momentos del álbum. Cabe destacar también que en él toca la guitarra como invitado Andy Summers, quien repite luego en ‘Be Still My Beating Heart’.
Precisamente la lentitud extrema de ‘Be Still My Beating Heart’ es una pesada losa que provoca que los buenos momentos pasen casi desapercibidos, ya que son breves. Por ejemplo, el giro melódico antes del estribillo, cuando canta: “I've been to every single book I know / To soothe the thoughts that plague me so”; o también el inesperado puente: “Never to be wrong / Never to make promises that break / It's like singing in the wind / Or writing on the surface of a lake”. Algo lenta también, pero sin transmitir la misma sensación de tedio, es el recuerdo de la gente desaparecida en Chile por la dictadura de Pinochet, representada en ‘They Dance Alone’, donde sí echa mano de una melodía de aires araucanos. El mejor momento es cuando Sting se dirige directamente a Pinochet en la última estrofa, un gesto de enorme valentía y dignidad que sirve para encumbrarle como un gran artista preocupado por la gente oprimida, nada que ver con aquell@s que se limitan a ganar todo el dinero que pueden y lanzar consignas bienintencionadas pero genéricas para no llegar nunca al origen del problema. De hecho, Sting venía entonces de haber actuado en la gira de Amnistía Internacional junto a otros artistas como Peter Gabriel o U2. Parece una broma que en ‘They Dance Alone’ aparezcan acreditados Eric Clapton y Mark Knopfler como guitarristas, ya que no hay ninguna parte de guitarra que pueda destacarse como correspondería a unos maestros como ellos.
El Sting reivindicativo prosigue en la emocionante ‘Straight To My Heart’, de exótico ritmo, donde nos previene sobre los imparables avances tecnológicos que hemos de evitar que se contrapongan a los sentimientos humanos, ya que estos últimos son insustituibles. Los ritmos étnicos reaparecen en ‘History Will Teach Us Nothing’, entretenida canción en la cual se exceden con tanto “Sooner or later”. El momento de humor llega mediante ‘Rock Steady’, una especie de broma sobre Noé y el diluvio que en principio debía ser también una crítica a los telepredicadores, pero no queda eso muy claro. La música es entretenida y poco más. El gran músico de jazz Gil Evans (en el libreto podemos ver una foto suya, algo demacrado por la edad, junto Sting) participa junto a su orquesta en una versión de la sensacional ‘Little Wing’ de Jimi Hendrix. La versión se acerca bastante a la original y eso ya es garantía de éxito, aparte de que a Sting se le escucha con ganas y en la repetición de la letra demuestra suficiente emoción para sonar convincente con su voz. Lástima que no vuelvan a dejar un poco más del solo de guitarra en el final en fade-out.
La balada acústica ‘Fragile’ podría haber tenido un resultado aceptable, pero a Sting le dio por tocar la guitarra española e imitar el sonido flamenco, con lo cual estandariza la canción hasta caer en la mayor vulgaridad posible. Tampoco es la primera ni última vez en que un artista extranjero quiere introducir sonido flamenco en su música y lo único que consigue es una burda imitación que en España queda ridícula. ¿Pero podría haber algo peor? Pues sí, y es el dueto que hizo de esta canción con Julio Iglesias en el disco de este último (Crazy, 1994), donde a la empachosa guitarra hay que añadirle la empachosa voz de Julio, insoportable para un cantante de su talla. La decisión de introducir un vulgar saxofón en ‘Sister Moon’ es igualmente muy desafortunada, ya que le hace sonar a música destinada a algún programa erótico de medianoche. Aparte de ello, su parte vocal se vuelve muy tediosa y solo en los últimos versos (“To howl at the moon the whole night through / And they really don't care if I do / I'd go out of my mind for you”) aparece una melodía original y reconocible. Lástima que sea ya muy tarde. En ‘The Secret Marriage’ toma prestada una melodía del compositor austriaco Hanns Eisler (muy asociado con el gran Bertolt Brecht) y le añade una letra, pero la idea no acaba de convencer. Si originalmente era una pieza de piano, parece más bien destinada a alguna lied, por lo que añadir una parte vocal que siga la misma melodía queda redundante, seguro que nada que ver con lo que hubiera deseado Eisler.
Así pues, estamos ante una de esas obras donde divergen el nivel cualitativo y el elemento cuantitativo de las ventas. Por supuesto, no es un mal disco de Sting, pero para nada puede competir con ninguno de los álbumes de Police, aunque en 1987 podía tomarse como un aceptable ejemplo de que había artistas que no se vendían descaradamente a las modas. Una pena que años después ya no se pueda decir lo mismo de él. En su momento se publicó un EP titulado …Nada como el sol de propósito exclusivamente comercial, ya que se trata de cuatro de las canciones cantadas en castellano y una de ellas (‘Fragile’) cantada también en portugués. Lo que sorprende es que una de las elecciones sea ‘Little Wing’, de Hendrix, traducida además como ‘Mariposa libre’. ¡Qué bueno es saber idiomas! En cualquier caso, …Nothing Like The Sun llegó en España al número dos de ventas, demostración de que Sting seguía siendo un artista de éxito en solitario.
1) Island Of Souls; 2) All This Time; 3) Mad About You; 4) Jeremiah Blues (Part 1);
5) Why Should I Cry For You; 6) Saint Agnes And The Burning Train;
7) The Wild Wild Sea; 8) The Soul Cages; 9) When The Angels Fall.
Puntuación:
Año de publicación: 1991
THE SOUL CAGES
Tomando la costumbre que había instaurado Michael Jackson, cuatro años tardó Sting en grabar la continuación de su exitoso Nothing like the sun, aunque en realidad fue la muerte de su padre en 1987 lo que le afectó tan profundamente, de tal manera que este nuevo álbum le fue dedicado. Ese hecho también afecta al contenido del álbum, con unas letras bastante extensas donde la imaginería marítima y cristiana sobrevuelan todo. Sting se sigue rodeando de músicos técnicos y competentes, pero la música comienza a volverse demasiado vulgar para aprovecharlos de verdad, aunque aquí de momento se mantiene todo en unos límites de originalidad que, lamentablemente, muy pronto dejará atrás.
Así pues, el tono en general es de pesadumbre, salvo una excepción que además se tomó como single de presentación: ‘All This Time’. Es lo más jovial que encontraremos en este disco y por tanto es poco representativa de su contenido, pero al menos tiene cierto gancho gracias a la animada guitarra rítmica y a la manera de entonar “All this time the river flowed”. Pero la mejor canción del álbum es sin duda ‘Mad About You’. En ella se conjuga una inquietante ambientación de aires orientales (del Medio Oriente, ya que se nombra Jerusalén en la letra) con una estructura cambiante y unos elaborados arreglos donde los violines rompen y rasgan, se pueden palpar. La parte vocal no se queda atrás y Sting transmite con su voz toda la angustia del personaje que interpreta. En la orquestal ‘Island Of Souls’ coquetea un poco con las disonancias, aunque la falta de melodías claras exige alguna novedad a cambio. Cerca de los tres minutos entra por primera vez la percusión y cambia la perspectiva, aunque se mantenga el acompañamiento orquestal, dejando así un interesante contraste con la primera parte. Lo que sí parece un poco forzado es meter una parte de gaita al final, quizá para acentuar el tradicionalismo de la letra. En cualquier caso, la gaita será un instrumento recurrente en los álbumes de Sting a partir de ahora, aunque raramente será protagonista.
Lo más sorprendente hasta la fecha quizá sea encontrar una pieza instrumental de guitarra española como ‘Saint Agnes And The Burning Train’, sobre todo porque podría pasar por un pasodoble español. También puede destacarse, al estar estructurada en forma de crescendo, la canción ‘The Wild Wild Sea’, que alcanza el clímax justo cuando llega al verso “I saw my father's face” para luego retornar momentáneamente a la calma inicial, antes de finalizar en el punto más alto de lo que había sido el crescendo.
Sin embargo, comenzamos a ver piezas de una especie de pop-jazz que en apariencia parecen interesantes pero que adolecen de verdadero gancho en forma de melodías. Sería el caso de ‘Jeremiah Blues (Part 1)’, de la cual solo pueden destacarse algunos alardes instrumentales de los músicos de Sting. Análogamente, ‘Why Should I Cry For You’ preludia lo que será la típica canción adulta y aburrida que llenará todos los álbumes de Sting, llegando aquí al extremo de los interminables ocho minutos del plúmbeo ‘When The Angels Fall’, la verdadera prueba de fuego para saber si se es fanátic@ de Sting o no. Si eres capaz de escucharla al completo y además –¡ay!– disfrutarla, es mejor que no sigas leyendo más porque tu nivel de fanatismo excede la pretendida objetividad de esta web. Por otro lado, la canción que le da el título al álbum es más rockera pero suena bastante convencional y por momentos parece una reescritura bastante decelerada de ‘Rock Steady’.
A la hora de valorar este disco tan personal, debemos por un lado respetar toda la carga emocional que supuso para Sting. Pero la parte musical en muchos casos no está a la altura y precisamente son las piezas lentas más intimistas las que hacen decaer notablemente el nivel general. Pero esto no es nada todavía, ya que muy pronto comenzaremos a adentrarnos de lleno en el tenebroso mundo de la música fútil y comercial, enterrando casi por completo toda la creatividad melódica de Sting. Todo un shock.
ACOUSTIC LIVE IN NEWCASTLE
Año de publicación: 1991
Puntuación:
1) Mad About You; 2) Ain't No Sunshine; 3) Island Of Souls; 4) The Wild Wild Sea;
5) The Soul Cages.
Volvía el hijo pródigo a Newcastle para realizar un concierto en un ambiente casi íntimo, frente a familiares y amistades sobre todo. La actuación es en formato acústico pero sin privarse de la compañía de cuatro músicos más, entre ellos el batería Vinnie Colaiuta, quien había tocado con Frank Zappa entre otros. Los otros músicos son algunos de los que habían participado en la grabación de The Soul Cages. Precisamente es este último álbum el que nutre el repertorio al completo, con la excepción de una versión.
Visto el tono de The Soul Cages, no resulta un aliciente pensar en unas interpretaciones en acústico, si acaso en cómo los músicos pueden solventar los arreglos de estudio, pero para eso Sting está rodeado de buenos músicos. La única canción que puede tener su justificación en cuanto al interés de la interpretación en acústico es ‘The Soul Cages’, pero solamente porque es la única que era rockera en origen. El resto de temas incluidos se sobreentiende que no van a variar mucho en su implementación acústica. No obstante, sin la producción del estudio, ‘Island Of Souls’ se convierte en todo un aburrimiento porque no logra conformar una atmósfera intimista atractiva. Y el crescendo de ‘The Wild Wild Sea’ se lo reservan para el tramo final, por lo que se hace demasiado larga hasta que llega ese momento.
La citada versión que se incluye en este disco es el clásico de Bill Withers ‘Ain't No Sunshine’, que es igualmente olvidable, ya que la única novedad que añaden es un pasaje instrumental de corte jazzístico que suena a música intrascendente de acompañamiento. Es lo que pondrían en una clínica privada de cuota mensual elevada. Bueno, en realidad podrían colocar todo el disco completo como sintonía de acompañamiento. Es un insustancial y aburrido concierto que solo podrá agradar a los verdaderos fanáticos de Sting, que parece que los hay y bastantes. Qué lejos iba quedando la vitalidad y frescura desplegadas en la etapa con The Police…
TEN SUMMONER'S TALES
Año de publicación: 1993
Puntuación:
1) Prologue (If I Ever Lose My Faith In You); 2) Love Is Stronger Than Justice (The Munificent Seven); 3) Fields Of Gold; 4) Heavy Cloud No Rain; 5) She's Too Good For Me; 6) Seven Days; 7) Saint Augustine In Hell; 8) It's Probably Me;
9) Everybody Laughed But You; 10) Shape Of My Heart; 11) Something The Boy Said;
12) Epilogue (Nothing 'Bout Me).
Estamos ya inmersos en la carrera en solitario de Sting, lo cual significa que descubriremos que la cantidad en las ventas no va en proporción con la calidad en la música. Como si fuera una especie de disonancia cognitiva aplicada a la música. Más flagrante resulta este hecho cuando vemos que los músicos de sesión que le acompañan, de un gran nivel sobradamente demostrado, no están aquí aprovechados. Y cuando encontramos algo de complejidad, la composición pertinente suele adolecer de falta de melodías, encontrándonos pues en un callejón sin salida donde la única solución honrosa sería quizá dedicarse a tocar jazz y dejar que cada músico improvise lo que le apetezca. Pero claro, ya no estaríamos hablando de un disco de Sting. La mediocridad general de The Soul Cages era perdonable porque su gestación era la respuesta personal al fallecimiento de su padre, pero aquí, en teoría, estamos ante un artista con libertad para grabar lo que le apetezca. No hay excusas.
El ritmo de ‘Prologue (If I Ever Lose My Faith In You)’, el single de presentación del disco, está claramente inspirado en el de ‘Jeremiah Blues (Part 1)’ pero abusando demasiado de él. Después se apoya en un vistoso estribillo, que es lo único que la redime. Y es que lo primero que denota este álbum es que la creatividad de Sting se está desvaneciendo a un ritmo acelerado. Ejemplos hay muchos, algunos tan claros como ‘Heavy Cloud No Rain’, donde realiza una variación del citado ritmo y emplea la entonación de ‘Rock Steady’ para cantar, añadiendo una vulgar instrumentación con un solo de guitarra que más artificial no puede sonar. Tampoco podía faltar la guitarra española de ‘Fragile’, aquí para vulgarizar más el tema ‘Everybody Laughed But You’. Y ‘Shape Of My Heart’ nos trae ecos de ‘Mad About You’, aunque la atmósfera intimista está bien conseguida y se le puede perdonar. Está compuesta por Sting junto al que se había convertido en su guitarrista de confianza desde The Soul Cages y que seguirá a lo largo de su carrera, Dominic Miller.
Un año antes de la publicación de este álbum, salió como single ‘It's Probably Me’, pero porque se había escrito expresamente para la banda sonora de la película Arma Letal 3. Fue compuesta junto a Eric Clapton y Michael Kamen, quienes originalmente también participaron tocando la guitarra y el teclado, respectivamente. Aquí encontramos una regrabación sin estos músicos y que no llama mucho la atención. Agradable y olvidable a partes iguales, como casi todo lo de este álbum, aunque lo único flojo de verdad es ‘Something The Boy Said’, que sin una sola melodía en más de cinco minutos, se vuelve muy pesada. ‘She's Too Good For Me’ no es que sea para tirar cohetes, es un simple rock de baile al estilo de finales de los cincuenta, pasable al menos.
Una de las canciones conocidas de Sting en solitario, y además de lo poco que vale la pena recordar de este disco, es la balada ‘Fields Of Gold’, de relajado desarrollo donde se mezclan con gusto instrumentos acústicos y los orquestales. En cuanto a ‘Seven Days’ no es la canción de Bob Dylan que tan espectacularmente interpretaba Ronnie Wood (ojalá), pero está entre lo mejor del álbum gracias a que aúna un ritmo nada trivial con un elaborado estribillo de cierto gancho. Esto último, por ejemplo, es lo que le faltaría a la siguiente canción, ‘Saint Augustine In Hell’, para que no se olvidara rápidamente conforme se acaba. Por otro lado, el complejo ritmo de ‘Love Is Stronger Than Justice (The Munificent Seven)’ capta el interés desde el inicio, aunque después la forma de cantar como recitando ya suena a recurso demasiado manido en Sting, además de añadir un estribillo country que queda un tanto ridículo, destrozando la buena impresión inicial.
El vulgar ritmo de ‘Epilogue (Nothing 'Bout Me)’ parece que nos anuncie la conversión casi definitiva de Sting en una estrella de la música comercial, sin pretensiones y buscando el camino fácil para seguir vendiendo discos como churros. Lo que queda claro es que desde el principio se ganó justamente una gran cantidad de seguidores y la mayoría no le abandonarán durante su carrera, sin importar la gran diferencia cualitativa de The Dream Of The Blue Turtles respecto a todo lo que ha hecho después. Y ya ni citamos la producción con The Police, que eso ya le quedaba muy grande en los noventa.
DEMOLITION MAN
Año de publicación: 1993
Puntuación:
1) Demolition Man; 2) King Of Pain; 3) Shape Of My Heart; 4) Love Is Stronger Than Justice (The Munificent Seven); 5) It's Probably Me; 6) A Day In The Life.
Una vulgar película de acción con el título de Demolition Man, igual que la canción de The Police, le proporcionó a Sting una descarada excusa barata a partir de la cual publicar un nuevo disco y sacar más dinero al personal. La manera fácil de completar este EP fue regrabar ‘Demolition Man’ con sus músicos habituales y completar el resto con canciones provenientes de un concierto en Italia en el mes de julio. Ahí le vemos en la portada, poniéndose a la altura de Stallone y Snipes como otra estrella mediática, en este caso desde el mundo de la música. Solo le faltaría el signo del dólar sobreimpreso en los ojos.
De las seis canciones seleccionadas para el EP, tan solo la mitad de ellas pertenecen a la carrera en solitario de Sting, siendo la única interpretación pasable la de ‘Shape Of My Heart’, ya que las otras dos están indicadas únicamente para l@s fans de este artista. En el caso de ‘Love Is Stronger Than Justice (The Munificent Seven)’, se hace bastante aburrida por la improvisación que añaden para alargar su duración hasta los siete minutos.
Del resto de canciones, dos de ellas son de The Police, donde se incluye una estupenda interpretación de ‘King Of Pain’. Pero estupenda en su primera mitad, ya que luego le sobra la segunda parte del solo de guitarra, puesto que se vuelve muy metalero y eso no casa nada bien con la emotividad que transmite este tema, muy bien cantado por Sting salvo en el retorno de la parte vocal, donde parece que esté cantando por obligación. Mi opinión sobre ‘Demolition Man’ no era nada buena en la versión original de The Police, así que esta regrabación puede enviarse al Purgatorio de Dante, o directamente al Infierno sin miramientos.
La sorpresa llega con la interpretación de ‘A Day In The Life’ de los Beatles, en una buena versión muy fiel a la original (incluida la nota de piano final). Lo más notable es lo acertados que suenan los músicos para suplir con sus instrumentos a la orquesta original en los crescendos atonales. Esta pequeña alegría final resulta ser escaso botín para tan innecesario EP.
MERCURY FALLING
Año de publicación: 1996
Puntuación:
1) The Hounds Of Winter; 2) I Hung My Head; 3) Let Your Soul Be Your Pilot;
4) I Was Brought To My Senses; 5) You Still Touch Me; 6) I'm So Happy I Can't Stop Crying; 7) All Four Seasons; 8) Twenty Five To Midnight; 9) La Belle Dame Sans Regrets;
10) Valparaiso; 11) Lithium Sunset.
Este álbum de Sting sirve de confirmación de la mediocridad comercial a la que se había apuntado con poco esfuerzo. El gesto de Sting en la portada podría transmitir la desesperación y resignación por su incapacidad de componer algo a la altura de su leyenda. El título bien podría haber servido para una obra conceptual sobre los últimos años del cantante de Queen. Como no es el caso, siguiendo con la broma se podría haber titulado este disco directamente como Sting Falling, ya que nuestro artista (cada vez más invisible como bajista) sigue en caída libre y sin visos de posible mejora.
Casi lo único destacable del álbum lo encontraremos justo al principio, pues en ‘The Hounds Of Winter’ al menos trata de expresar emociones de forma convincente y está muy bien estructurada, que es básicamente lo contrario de lo que encontraremos aquí. Aparte, la letra comienza citando el título del álbum, así que tampoco hace falta continuar escuchando más, pues luego llega la inevitable nada creativa que lastra siempre la producción de Sting. Canciones como ‘You Still Touch Me’ dejan claro que quizá el único atractivo que puede encontrarse en los discos de Sting a partir de ahora es escuchar su particular voz entonando de esa manera que ya había mostrado con originalidad en The Police. Un caso parecido a Phil Collins, siendo este caso que, para cualquier canción vulgar que contuviera su voz, ya parecía que era el toque suficiente para que vendiera. Ya que citamos a Collins, vemos que Sting también echa mano de los ritmos tipo Motown de los sesenta para ‘Twenty Five To Midnight’, cuya letra está cantada a destiempo para volver a jugar con el contraste como ya hiciera anteriormente con suficientes y mucho mejores ejemplos como ‘All This Time’. Esto ya es copiarse a sí mismo, más si cabe cuando ‘Lithium Sunset’ es una reescritura precisamente de ‘All This Time’.
En las radios comerciales del momento sonaba como single algo tan descaradamente comercial y vulgar como ‘Let Your Soul Be Your Pilot’, todo un ejemplo de cómo una canción tan lineal y sin nada original (salvo algún pequeño detalle de producción como en el puente que precede al estribillo) puede emplearse como elemento de atracción hacia el público. Tanto que incluso fue nominada para recibir un par de premios Grammy, lo cual evidencia lo incongruentes y absurdos que pueden llegar a ser los Grammy. Y bueno, son casi siete minutos de canción, que se dice pronto. Sting y su entorno pensaron que era tan excelsa composición que ‘All Four Seasons’ parece una reescritura con algo más de ritmo pero igualmente aburrida. Cuando se olvida de las ondas comerciales, hasta le sale alguna cosa decente como ‘I Was Brought To My Senses’, cuya introducción a cappella demuestra que todavía quedaba algo del Sting artista, entendiendo la palabra ‘artista’ desde su propia definición relacionada con el arte. El estribillo suena a repetición de glorias pasadas, por lo que este tema podría haber quedado mucho mejor. Un interesante ritmo country le sale en ‘I'm So Happy I Can't Stop Crying’, que posee algo de gancho y aquí suena a gloria en comparación con el resto del repertorio.
Luego llega el momento de mirar hacia el mercado internacional y para ello se añade una lamentable balada adulta cantada en francés (‘La Belle Dame Sans Regrets’) y un pequeño homenaje a la ciudad chilena de Valparaíso en forma de delicada balada que probablemente esté inspirada en melodías tradicionales de esas tierras araucanas. Al final añade por sorpresa una coda instrumental que al menos le da un toque diferenciador. Pero qué tiempos aquellos, cuando Sting aprovechaba sus canciones para denunciar injusticias a lo largo del mundo. Ahora su visión de Chile es la misma que la de cualquier turista interesado únicamente en la foto imperecedera y publicada en redes sociales, es decir, Sting crea su propia estampa postal pero en forma lírica. Nada más. De esa manera podríamos definir aquello en que se ha convertido su música como equivalente de la pintura: en vez de centrarse en grandes lienzos musicales donde dar rienda suelta a su creatividad, se limita a crear pequeñas postales de consumo masivo sin apenas interés artístico.
BRAND NEW DAY
Año de publicación: 1999
Puntuación:
1) A Thousand Years; 2) Desert Rose; 3) Big Lie, Small World; 4) After The Rain Has Fallen; 5) Perfect Love... Gone Wrong; 6) Tomorrow We'll See; 7) Prelude To The End Of The Game; 8) Fill Her Up; 9) Ghost Story; 10) Brand New Day.
Los premios Grammy le llovían como churros a Sting y este nuevo álbum no iba a ser una excepción, aunque sigamos sin encontrar justificación alguna a tanta alabanza. Para un músico cuya evolución artística se había tornado en alarmante involución acelerada, la publicación de una nueva obra solo podía provocar pesadumbre a quien todavía recordara lo que habían sido sus gloriosos años con The Police. Esperanzas había pocas, pero de un artista consagrado siempre se espera aunque sea un pequeño momento de lucidez que recuerde el talento demostrado en su mejor etapa. Sin embargo, la música para Sting parecía haberse convertido en un mero trabajo con el que mantener su nivel de vida.
En las dos primeras canciones ya se aprecia cuál iba a ser la táctica promocional de este álbum. En primer lugar, para ‘A Thousand Years’ se fija en una melodía de aires étnicos orientales y abusa de ella hasta la extenuación, pues hasta la parte vocal se desenvuelve con la misma melodía. Así que seis minutos resulta una barbaridad por mucho que a los cuatro minutos se cambie la entonación vocal para intentar captar de nuevo el interés. Parece pop pseudoantropológico para snobs. La idea cutre de tomar un canto étnico y engarzarlo con un tema pop que en su momento empleó como fórmula de éxito en los noventa ese proyecto musical llamado Enigma, la exprime Sting aquí en ‘Desert Rose’, creando un batiburrillo exótico que suena muy falso por el intento de Sting de emular el mismo canto cuando no da la impresión de que su preparación musical sea la idónea. En realidad, todo este rollo étnico ya lo había desarrollado anteriormente con mucha mayor frescura y originalidad. Y es normal que un artista cuya creatividad se había evaporado recicle viejas ideas que le permitan componer con mayor facilidad. Quizá sea por ello que ‘Big Lie, Small World’ suene a reescritura de ‘Be Still My Beating Heart’.
Más cutre y tristemente extendida es la idea de querer sonar joven y moderno a base de aplicar un ritmo de trip-hop y meter algo de rap, tal como hace en ‘Perfect Love… Gone Wrong’. Eso sí, con un rapero invitado para la ocasión porque Sting haciendo rap podría ser un desastre peor que Antonio Resines cuando hizo lo mismo en los premios Goya. De todas maneras, el vídeo musical de la mediocre ‘After The Rain Has Fallen’ ya dejaba meridianamente claro que su idea era mantenerse atractivo para la juventud, pero en realidad transmite una imagen patética acompañado de tantos púberes. La guitarra acústica que escuchamos nada más comenzar ‘Ghost Story’ nos hace albergar esperanzas de encontrar una canción con sentimiento, pero desgraciadamente se desarrolla sin melodías y ni siquiera el cambio estilístico que llega a partir de los dos minutos la salva del tedio total.
Los veinte segundos de ‘Prelude To The End Of The Game’ se pasan tan rápido que ni se nota, por lo que tampoco queda bien presentarlo como preludio de nada, sobre todo porque lo que llega a continuación es un pastiche titulado ‘Fill Her Up’ que cuenta con la participación de James Taylor, quien por entonces disfrutaba también de la bendición de los premios Grammy, los mismos que encumbraban inmerecidamente la mediocridad en la cual se había instalado Sting. Se desenvuelve en primer lugar como un vulgar country al estilo del estribillo de ‘Love Is Stronger Than Justice (The Munificent Seven)’, para luego pasarse sin complejos al góspel. Aunque posea una introducción orquestal, ‘Tomorrow We'll See’ se desarrolla luego en base a un inquietante ritmo que acaba desembocando en un trabajado estribillo, que ya es decir algo bueno a estas alturas. Los instrumentos orquestales van después apareciendo de manera un tanto extraña, como si no se acabara de encajar en el conjunto de la composición, pero es un efecto buscado y, dentro de lo que cabe, bien conseguido.
En ‘Brand New Day’ toca la armónica Stevie Wonder y se nota mucho su aportación, convirtiéndose en el instrumento estrella, pero en cualquier caso es el mejor tema de este álbum y el único que puede escucharse con cierto agrado, debido a que posee pegadizas melodías y Sting canta con convicción. Aparte, la canción está muy bien construida y se va elevando el tono paulatinamente de forma inteligente, cuando hemos visto que aquello que brillaba por su ausencia en este disco era precisamente eso, la inteligencia. Muy poca recompensa supone para tanta vulgaridad y recursos fáciles a los que se recurre con asiduidad.
SACRED LOVE
Año de publicación: 2003
Puntuación:
1) Inside; 2) Send Your Love; 3) Whenever I Say Your Name; 4) Dead Man's Rope;
5) Never Coming Home; 6) Stolen Car (Take Me Dancing); 7) Forget About The Future;
8) This War; 9) The Book Of My Life; 10) sacred love;
[BONUS TRACKS:] 11) Send Your Love (Dave Audé remix); 12) Shape Of My Heart (live).
Sin interés en renovar su música o en enfocarla desde un punto de vista artístico, la idea de Sting para parecer novedoso no fue cambiar de productor, sino mantener al mismo y reclutar algunos nombres en el mundo de la música con el que incrementar de forma artificiosa el prestigio del nuevo álbum. Los tres nombres elegidos no pueden ser más planificados para su propósito: una cantante de R&B de grandísimo éxito entonces (Mary J. Blige) y dos músicos de prestigio en lo que los anglosajones denominan world music: el guitarrista flamenco Vicente Amigo y Anoushka Shankar con su sitar.
Lo único interesante que encontraremos en este álbum es el primero de los temas, ‘Inside’. En realidad no llama especialmente la atención cuando comenzamos a escucharlo, pero se aprecia sentimiento en su elaborado estribillo y aparte consigue llegar a un clímax final en la recta final con una emoción (reforzada por el intimidante acompañamiento orquestal) como no recordábamos en Sting. Después de esto, todo lo demás nos sabrá a (muy) poco y, a lo sumo, tan solo conseguirán entretener un poco. Gracias a su rápido ritmo ‘Never Coming Home’ suena amena, pero la pregunta es: ¿qué tiene de diferente respecto a otros artistas similares, incluso los que son meros productos de consumo? Nos podríamos imaginar a Enrique Iglesias en esa época añadiendo ‘Stolen Car (Take Me Dancing)’ a su repertorio como balada ambiental adulta.
La hija de Ravi Shankar, Anoushka, se había dado a conocer un año antes en el concierto de homenaje a George Harrison tras su fallecimiento. Aquí es invitada para tocar nuevamente el sitar en ‘The Book Of My Life’ y ciertamente es lo mejor de esta canción que suena al menos agradable pero pie-rde de forma clara en comparación con la grandeza de ‘The Inner Light’ de los Beatles, la pieza que sirvió a Anoushka Shankar para brillar en el citado concierto. Las otras colaboraciones en este álbum no llegan ni a un nivel de decencia aceptable. No puede ser más cutre mezclar una producción moderna electrónica con música étnica y la guitarra flamenca de Vicente Amigo, pero al menos consigue que ‘Send Your Love’ no suene horrorosa, aunque se acerque peligrosamente.
El resto no son más que vulgares canciones de pop de consumo como ‘Dead Man's Rope’ o ‘Whenever I Say Your Name’, en la cual desperdicia la participación de Mary J. Blige. En ‘This War’ al menos podemos escuchar una batería de verdad, que se agradece mucho en este disco, pero resulta poca consolación. Lo que resulta inaceptable es una pieza sin melodías y sin otro propósito aparente que rellenar espacio en plan “rollo moderno” como es ‘Forget About The Future’, la cual además contiene el patético truco de insertar hacia la mitad un fragmento estilo crooner imitando la calidad de los vinilos antiguos. Para el final nos deja la canción que da título al álbum, que no es más que seis minutos de Sting mirándose al ombligo mientras canta, emocionado de escucharse a sí mismo sonando tan moderno y vendiendo millones de copias de su disco. En definitiva, esta obra se trata de otra nueva pérdida de tiempo que desmerece completamente su desproporcionado éxito.
SONGS FROM THE LABYRINTH
Año de publicación: 2006
Puntuación:
1) Walsingham; 2) Can She Excuse My Wrongs; 3) “Ryght Honorable...”; 4) Flow My Tears (Lachrimae); 5) Have You Seen The Bright Lily Grow; 6) “...Then In Time Passing On...”;
7) The Battle Galliard; 8) The Lowest Trees Have Tops; 9) “... And Accordinge As I Desired Ther Cam A Letter...”; 10) Fine Knacks For Ladies; 11) “...From Thence I Went To Landgrave Of Hessen...”; 12) Fantasy; 13) Come, Heavy Sleep; 14) Forlorn Hope Fancy; 15) “...And From Thence I Had Great Desire To See Italy...”; 16) Come Again; 17) Wilt Thou Unkind Thus Reave Me; 18) “...After My Departures I Caled To Mynde...”; 19) Weep You No More, Sad Fountains; 20) My Lord Willoughby's Welcome Home; 21) Clear Or Cloudy;
22) “...Men Say That The Kinge Of Spain...”; 23) In Darkness Let Me Dwell.
Algo debió recorrer la mente de Sting para que decidiera mejorar su prestigio recurriendo a la obra del compositor británico del Renacimiento John Dowland (excepto una pieza perteneciente a otro músico de la misma época llamado Robert Johnson), concretamente de un buen puñado de piezas de laúd. El prestigio no podía ser mayor cuando la ilustre discográfica Deutsche Grammophon, una garantía en música clásica, se hacía cargo del proyecto. Puedo recordar en la época de grabación de este álbum que se podían escuchar noticias de que Sting estaba preparando un disco de música clásica en el que tocaría composiciones de laúd, lo cual acrecentaba el interés por un lado y promovía el escepticismo por otro. Pero aquí el mérito no lo tiene Sting precisamente, pues el trabajo sucio lo hace un laudista de verdad y además con un apellido bien literario: el bosnio Edin Karamazov, quien toca todas las partes que requieren una técnica depurada. Obviamente tiene su mérito que Sting aprendiera a tocar el instrumento, pero hubiera necesitado muchos años y mucho esfuerzo para tocar composiciones clásicas, todo un mundo aparte respecto a lo que había hecho durante toda su vida.
La primera pieza es muy breve e instrumental, pero cuando llega ‘Can She Excuse My Wrongs’ ya nos podemos hacer una idea de la dimensión del problema que nos vamos a encontrar. Cuando Sting canta, intenta personalizar tanto las composiciones que las acaba desvirtuando porque el laúd pasa a un segundo plano y pasamos de asistir a “una composición de John Dowland” a “escuchar cantar a Sting algo antiguo”, si se entiende la idea. Fuerza demasiado la voz al intentar vocalizar bien cada palabra mientras atina con la nota correspondiente, quedándose a años luz de lo que puede hacer cualquier cantante lírico con un repertorio de este cariz. Y bueno, cuando nos toca escuchar su voz susurrante recitando textos antiguos de forma intercalada a lo largo del álbum, queda claro que se ha excedido por completo en sus atributos. Todo esto hubiera correspondido a otro tipo de artista.
Por tanto, las mejores piezas son las instrumentales, donde seguramente será Karamazov (o un Sting practicando durante meses la misma pieza) quien nos deleita con el brillante laúd guiado por las ideas de Dowland: ‘The Battle Galliard’, ‘Fantasy’, ‘Forlorn Hope Fancy’ y ‘My Lord Willoughby's Welcome Home’. Tan solo los fanáticos de Sting podrán escuchar esta obra con cierto agrado, porque para el resto supone una profanación de la obra de John Dowland (si se conoce) y cualquier otra grabación de este compositor estará siempre por encima del descarado intrusismo artístico de Sting. Desafortunadamente, las ínfulas grandilocuentes respecto a la música clásica no se le iban a acabar aquí y en el siguiente álbum volvería a incidir en los mismos errores aquí mostrados. Por cierto, que no se nos olvide un aplauso a Edin Karamazov, que él sí lo merece.
IF ON A WINTER'S NIGHT...
Año de publicación: 2009
Puntuación:
1) Gabriel's Message; 2) Soul Cake; 3) There Is No Rose Of Such Virtue;
4) The Snow It Melts The Soonest; 5) Christmas At Sea; 6) Lo, How A Rose E'er Blooming; 7) Cold Song; 8) The Burning Babe; 9) Now Winter Comes Slowly; 10) The Hounds Of Winter; 11) Balulalow; 12) The Cherry-Tree Carol; 13) Lullaby For An Anxious Child;
14) The Hurdy-Gurdy Man; 15) You Only Cross My Mind In Winter;
[BONUS TRACKS:] 16) Bethlehem Down; 17) Blake's Cradle Song; 18) The Coventry Carol.
Las ventas de Songs From The Labyrinth serían tan buenas respecto a lo que solían vender de un disco en Deutsche Grammophon que volvieron a confiar en Sting para otro nuevo álbum de piezas clásicas. En esta ocasión ya no se centra en ningún autor concreto, sino en la temática del invierno y la Navidad. Por tanto, se puede tomar como el disco navideño de Sting, un tipo de producto comercial típico para hacer caja que no suele fallar. Al menos no se va por el camino fácil de los villancicos conocidos, sino que husmea un poco más para encontrar piezas menos previsibles y eso ya deja una mejor impresión de entrada. En esta ocasión ya no se limita al laudista Karamazov (quien también participa), sino que se rodea de una buena cantidad de músicos, sean de la música clásica, del jazz o algunos de los habituales en su discografía como el guitarrista Dominic Miller.
La primera mitad del álbum más o menos es aceptable y deja la impresión de que por fin Sting ha entendido el enfoque que debe darle a una música de este tipo. Una lástima que la segunda mitad sea tan apagada y aburrida, incluidos los innecesarios temas adicionales. La tradicional ‘Soul Cake’ ya había sido popularizada en el mundo folk de los sesenta por el trío Peter, Paul & Mary bajo el título de ‘A Soalin'’ y aquí Sting mantiene la parte vocal coral para añadir luego algunos arreglos y darle su toque más personal. La música del Medio Oriente de la que tanto había echado mano en sus discos más pretendidamente modernos es aquí retomada de forma más seria en ‘There Is No Rose of Such Virtue’, una pieza anónima. Hay lugar para alguna sorpresa como escuchar la entrada de una batería y luego de un destacado saxofón en ‘The Burning Babe’, cuya música está compuesta para la ocasión por un violinista del mundo del folk llamado Chris Wood.
Encontraremos algunos temas originales (en algunos casos en parte) de Sting, lo cual en él parecía una vanidosa manera de equiparar sus ideas a la de los grandes músicos y poetas de los que se nutre el álbum. Consigue un buen resultado al ponerle música a un poema de Robert Louis Stevenson, con ayuda de la arpista Mary Macmaster (quien también canta en modo céltico), bajo el título de ‘Christmas At The Sea’. La que se olvida rápidamente es ‘Lullaby For An Anxious Child’, que no llama la atención ni para emplearla como canción de cuna. En cambio, ‘The Hounds Of Winter’ es una regrabación del tema que encontrábamos al comienzo de Mercury Falling, que era de lo poco salvable de aquel álbum y aquí no consiguen hacer nada destacado salvo añadir violines, aunque se ha de reconocer que el clímax está bien logrado.
En ‘Lo, How A Rose E'er Blooming’ parece demostrar que había aprendido la lección del álbum anterior y se muestra mucho más comedido en su interpretación vocal, haciendo que salga ganando este villancico de origen germánico. Pero esto es solo un espejismo, pues a continuación llega una pieza de Henry Purcell titulada ‘Cold Song’ que acaba descuartizada por la irritante voz grave que pretende alcanzar Sting cuando está claro que no le sale con naturalidad, error que vuelve a repetir luego en la plomiza ‘Now Winter Comes Slowly’. En cualquier caso, cuando este álbum se vuelve aburrido del todo es a partir de ‘Balulalow’. Lo que de verdad queda absurdo es hurgar en el imperecedero ciclo de lieder Die Winterreise de Franz Schubert para destrozar con su voz la pieza ‘Der Leiermann’, aquí traducida al inglés como ‘The Hurdy-Gurdy Man’. Respecto a Schubert, las grabaciones de sus lieder con Dietrich Fischer-Dieskau como barítono ya han quedado para la eternidad como las definitivas, o cuando menos entre las más auténticas porque consigue que visualicemos al propio Schubert cantándolas con todo su tormento interior.
Si recordamos la extensa lista de discos de música navideña que se han publicado desde que se inventó la música grabada, lo único positivo que puede decirse del presente álbum es que no estaría entre los peores. Aun así, lo que nos propone Sting es un aburridísimo viaje a través de la estación invernal y esa compañía solo puede interesar a sus seguidores incondicionales. Aquí se acabaría, al menos de momento, la mirada al cancionero clásico de Sting, pero no su incesante mirada al pasado. Para seguir aprovechando el apadrinamiento de Deutsche Grammophon, ¿qué mejor idea que grabar versiones orquestales de sus propias canciones? Quedaba claro que la musa de la composición se había evaporado.
2021
SYMPHONICITIES
Año de publicación: 2010
Puntuación:
1) Next To You; 2) Englishman In New York; 3) Every Little Thing She Does Is Magic;
4) I Hung My Head; 5) You Will Be My Ain True Love; 6) Roxanne; 7) When We Dance;
8) The End Of The Game; 9) I Burn For You; 10) We Work The Black Seam;
11) She's Too Good For Me; 12) The Pirate's Bride.
2021
Podemos imaginarnos a un Sting nervioso acudiendo a una hipotética reunión con los directivos de Deutsche Grammophon para ver de qué manera podía conseguir que le continuaran apadrinando sus proyectos musicales: ¿Grabar La Creación de Joseph Haydn con Sting haciendo de tenor y barítono simultáneamente? ¿Escribir una letra para cantar la Música para los reales fuegos artificiales de Händel? La respuesta fue mucho más fácil y menos disparatada, pues no hay nada más obvio (ni nada que demuestre mejor el decaimiento creativo) que volver a grabar las canciones de siempre pero con una orquesta. La apuesta fue fuerte, pues le llevó a realizar una gira de más de un año para presentar este álbum predestinado a ser un capítulo innecesario e inútil en la carrera de Sting. Pero cuando sobra el dinero y falta la creatividad, la respuesta está clara.
Lo que probablemente no podríamos imaginarnos nunca es un disco de versiones orquestales de los Sex Pistols. Así que, ¿cómo tragar una versión orquestal de un tema de aires punk de The Police como ‘Next To You’? Dada la mediocridad en que llevaba instalada veinte años la discografía de Sting, esta nueva implementación tampoco podía extraer nada novedoso ni sorprendente de unas canciones que no daban para más, pero al menos es de agradecer que se deje de tecnologías y podamos escuchar instrumentos reales. De todas maneras, el repertorio recorre toda su carrera desde sus comienzos en The Police, como no podía ser de otra manera. De esos primeros años no podía faltar ‘Roxanne’, pero seguro que nadie esperaba encontrar un tema tan oscuro como ‘I Burn For You’, elevado originalmente al cielo musical por el trío mientras que aquí queda sumergido en la mediocridad general que le confieren unos arreglos poco inspirados y un Sting pretendiendo sonar novedoso cuando lo ideal sería haber dejado las cosas como estaban.
Canciones como ‘Englishman In New York’ ya presentaban instrumentos de orquesta y no existe apenas diferencia respecto a la versión original. Incluso añaden la estruendosa percusión que rompe el intermedio instrumental y una parte novedosa de coros al final que tampoco es gran cosa. Pretende suavizar tanto algunos temas que acaba que, por ejemplo, en ‘When We Dance’ le quita todo el énfasis al estribillo, quizá lo único que tenía para destacar. De esta manera, ‘Roxanne’ pasa a convertirse en un aburrido lamento que ya no casa con la letra, desvirtuando la canción. Cuando aquí escuchamos a Sting cantar “You don't have to put on the red light” nos estamos imaginando al protagonista dando a entender lo contrario, es decir, algo así como: “Roxanne, te digo que no te pongas en la luz roja por quedar bien, pero por mí puedes hacer lo que quieras que yo estoy aquí ocupado con cosas más interesantes”. Por otro lado, en ‘She's Too Good For Me’ parece que esté imitando a John Lee Hooker, algo totalmente fuera de onda en este álbum pero al mismo tiempo de lo poco pasable que encontraremos.
Para proporcionar algo de gancho comercial al disco, se incluyen algunas novedades que en realidad no lo son tanto. La discreta ‘You Will Be My Ain True Love’ fue un dueto junto a Alison Krauss para la banda sonora de una película, pero aquí la voz femenina no es la de Krauss. ‘The End Of The Game’ había sido la cara B del single de ‘Brand New Day’ y ese desterramiento se entiende cuando hemos de aguantar aquí seis minutos sin melodías (aparte de un clímax vocal al final que queda bastante penoso) y unos arreglos orquestales bien vulgares. Otra cara B que debería haber quedado proscrita es ‘The Pirate's Bride’, esta de la época de Mercury Falling, quedando aquí como el preludio del futuro disco de inspiración marinera que llegaría en tres años, pero en la peor acepción posible. Se acaba aquí la trilogía clásica de Sting, un inciso bien curioso en su discografía pero igualmente irrelevante.
THE LAST SHIP
Año de publicación: 2013
Puntuación:
CD I: 1) The Last Ship; 2) Dead Man's Boots; 3) And Yet; 4) August Winds;
5) Language Of Birds; 6) Practical Arrangement; 7) The Night The Pugilist Learned How To Dance; 8) Ballad Of The Great Eastern; 9) What Have We Got?; 10) I Love Her But She Loves Someone Else; 11) So To Speak; 12) The Last Ship (Reprise).
CD II: 1) Shipyard; 2) It's Not The Same Moon; 3) Hadaway; 4) Sky Hooks And Tartan Paint; 5) Show Some Respect.
Durante su carrera artística, Sting ha participado como actor en obras teatrales y películas. Llegó el momento en que decidió también crear su propia obra musical y la idea a desarrollar le llevó en primer lugar a crear un álbum conceptual, incluso con reminiscencias autobiográficas, sobre la vida en una población dependiente de una industria naviera abocada a la crisis. Ese es el microcosmos en el que se crió Sting y lo único que puede dotar de interés a un álbum repleto de música de aires tradicionales donde la voz de Sting vuelve a colocarse en primer lugar y relega el resto de elementos a un segundo plano. También aparecen algunos artistas invitados, pero no son relevantes respecto al resultado final, otro producto destinado a fans u oyentes casuales.
Lo que escucharemos aquí son sobre todo guitarras acústicas, armónicas, violines, instrumentos tradicionales y, por supuesto, sobre todo ello superpuesta la voz de Sting. Encontraremos, sobre todo al principio, canciones marineras para quien esté interesad@ en este tipo de música (‘The Last Ship’, ‘Dead Man's Boots’), que al menos están bien ejecutadas y ambientadas, como tampoco faltan canciones minimalistas del estilo de ‘August Winds’ o ‘I Love Her But She Loves Someone Else’ (esta reminiscente de ‘Mad About You’), las cuales recuerdan lo que había hecho en sus anteriores discos “clásicos”. En cualquier caso, cualquiera que haya escuchado música tradicional británica habrá encontrado multitud de piezas similares a ‘Ballad Of The Great Eastern’, que es lo más típico que puede escucharse.
La única canción con suficientes melodías originales para considerarla como destacada es ‘Language Of Birds’, pero queda como un pequeño oasis dentro de este desierto envuelto de convencionalismo. Sin embargo, cuando Sting se coloca como protagonista absoluto es cuando se ha de estar preparado para soportar su cargante voz, sobre todo cuando canta sin apenas melodías como en ‘The Night The Pugilist Learned How To Dance’. Lo que ya resulta difícil de tragar es escucharle cantando como si fuera un verdadero marinero cantando en la taberna con sus colegas (‘What Have We Got?’), cuando se pone en plan crooner (‘So To Speak’) o como un marinero borracho y avasallador (‘Show Some Respect’).
En algunas ediciones del álbum aparece un segundo disco con canciones adicionales que pueden obviarse porque no añaden nada, más bien restan. Puede destacarse que en una de ellas, ‘Shipyard’, participa el cantante de AC/DC, Brian Johnson, aunque cuesta reconocerlo porque no emplea su tono de voz habitual y tan solo en algunos momentos se aprecian trazas de su (antiguo) poderío vocal. De todas maneras, este tema es un batiburrillo de música marinera, tradicional y algo de boogie, sin sonar original en ninguna de ellas. Como ya viene siendo lo habitual en Sting, no debemos crearnos expectativas sobre su producción musical y este álbum tan solo refleja una vez más que un aspecto son las ideas y otro bien diferente la implementación de ellas.
57th & 9th
Año de publicación: 2016
Puntuación:
1) I Can't Stop Thinking About You; 2) 50,000; 3) Down, Down, Down; 4) One Fine Day;
5) Pretty Young Soldier; 6) Petrol Head; 7) Heading South On The Great North Road;
8) If You Can't Love Me; 9) Inshallah; 10) The Empty Chair;
[BONUS TRACKS:] 11) I Can't Stop Thinking About You; 12) Inshallah; 13) Next To You.
El último álbum de estudio de Sting con composiciones nuevas a fecha de enero de 2021 (si no contamos esa colaboración bochornosa de 2018 con un músico jamaicano) es al mismo tiempo un último retorno al pop comercial que había caracterizado su producción previa a los devaneos artístico-conceptuales de los álbumes de los últimos años. Así que, más o menos, puede decirse que Sting vuelve a lo que había estado haciendo hasta Sacred Love. Más de lo mismo, con su inconfundible voz como único elemento diferencial, que es lo mismo que subrayar la mediocridad de la música. Ni siquiera las giras de retorno con The Police habían despertado en él ninguna ambición artística, ya apagada muchos años atrás.
El comienzo deja buena impresión porque ‘I Can't Stop Thinking About You’ posee una parte vocal con cierto gancho, que incluye un puente donde transmite una convicción casi perdida en todos estos años. Sin embargo, pronto llega el mismo aburrimiento de siempre mediante ‘50,000’ y, ciertamente, con canciones como ‘Down, Down, Down’ Sting se ha modernizado por completo dentro del pop-rock, pues suena tan insulso, falto de originalidad y sobrado de falsedad como quienes copan las listas de ventas en pleno siglo XXI. Esa forma de cantar como arrastrada que ya hiciera casi treinta años antes en ‘Rock Steady’ la vuelve a utilizar aquí con menos gracia en ‘Petrol Head’, incluso se vuelve molesta. Después parece incluso que emula a ‘Demolition Man’, pero en global es un batiburrillo insufrible, sobre todo en la recta final. Lo más parecido a un riff de guitarra original que podemos encontrar en casi toda la discografía de Sting en solitario la encontramos nada menos que aquí, en ‘Pretty Young Soldier’, aunque luego la canción se desarrolla de manera mucho más convencional y menos vistosa.
La segunda mitad del disco parece destinada al lado más reservado de Sting, ese lado ya más que sobreexplotado. Paradójicamente, cuando se pone introspectivo en ‘Heading South On The Great North Road’ con su guitarra acústica como único acompañamiento, es cuando consigue un resultado más agradable. ‘Inshallah’ también deja buena sensación, pero no deja de ser una de esas canciones que se basa en el préstamo de las músicas orientales sin mucha originalidad, mientras que en ‘The Empty Chair’ sale airoso por esa sensación de tener a Sting confesándose al lado nuestro. En los bonus tracks, cabe destacar que vuelva a tocar aquella composición que sirvió de estreno a The Police, aquí tocada con instrumentos de rock (nada de versión acústica, ¡menos mal!) aunque rebajada ligeramente en su componente punk para no asustar a la audiencia, quizá acostumbrada ya a la relajada mediocridad donde se había ubicado desde hacía años el otrora gran renovador de la música rock.