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MECANO

2021

MECANO

Año de publicación: 1982

Puntuación:

Puntuación:

Puntuación:

1) Hoy no me puedo levantar; 2) No me enseñen la lección; 3) Perdido en mi habitación;

4) Cenando en París; 5) Maquillaje; 6) Boda en Londres; 7) Me colé en una fiesta;

8) La máquina de vapor; 9) Me voy de casa; 10) 254.13.26; 11) El fin del mundo;

12) Solo soy una persona.

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2021

Antes de publicar este LP de debut, el trío Mecano hubo de luchar arduamente para conseguir publicar ‘Hoy no me puedo levantar’ como single y luego que sonara lo suficiente para convencer a la discográfica y que les permitieran grabar un álbum completo. El trío estaba conformado por dos chicos y una chica. Cuando veíamos las primeras y antiguas imágenes del trío, muchos pensábamos, sin fijarnos demasiado, que la chica era Nacho Cano. Dicha esta broma de mal gusto, la cantante de voz frágil pero repleta de registros era Ana Torroja, mientras que los hermanos Nacho y José María eran los compositores y quienes tocaban algunos de los instrumentos, en especial el teclado, pues en sus inicios se basan sobre todo en el sonido techno más puro, aunque aquí ya podemos comprobar que la visión artística de los hermanos trasciende este género en algún momento. Detrás de la aparente frivolidad que transmite la imagen del trío en sus comienzos, hay todo un muestrario de la mentalidad y la psicología de la juventud del momento, en una época en que España entraba en una modernidad retrasada durante cuarenta años y en una socialización del hedonismo que reflejaba la ruptura total con la mentalidad timorata de las décadas previas. Una curiosidad de las letras de Mecano será que, en infinidad de ocasiones, el protagonista será masculino (es decir, ni habrá posibilidad de ambigüedad) y serán cantadas en primera persona por Ana, lo cual que sirve también para ampliar la variedad de género de manera, probablemente, inconsciente.

 

Con algunas de las canciones más famosas de este álbum se podría conformar un tríptico sobre la fiesta juvenil, cubriendo el antes, el durante y el después de una de ellas. Podrían haberlas ubicado de manera consecutiva en el álbum y hubiera quedado hasta conceptual. Como no es así, el disco comienza con lo que sería la peor parte del proceso festivo. Toda una oda a las secuelas de las fiestas nocturnas, ‘Hoy no me puedo levantar’ cautiva desde el tono sombrío de su introducción y el tono quejumbroso de su parte vocal, que transmiten ambas ese desasosiego que se siente cuando se vuelve a la realidad cotidiana después de un período de fiesta, de esa irrealidad pasajera que nos evade de todo problema. A destacar la coda donde se van alternando las voces femenina y masculina para elevar la emoción de la queja universal del título. Pero para el momento previo a esas fiestas tenemos otra canción que retrata la emoción y los nervios del momento: ‘Maquillaje’. Tanto mirarse y mirarse, tanta importancia del espejo, como si fuera el (presunto) protagonista anónimo de San Camilo 1936, la segunda novela en la cual Camilo José Cela pretendía replicar la forma de estructurar de John Dos Passos (la primera había sido La Colmena), en este caso empleando una prosa frenética como la de la generación beatnik. Pero sigamos con la canción de Mecano, estructurada en unas estrofas y estribillo bien diferentes, puesto que en las estrofas aparece un ritmo frenético que invita al baile cuando ni siquiera ha comenzado la fiesta, mientras que el estribillo se muestra más reposado. En la recta final consiguen un emocionante juego de voces mientras suena el estribillo y unas armonías vocales cantan “Sombra aquí… y sombra allá”. Y para el momento preciso de la fiesta, contando que no está asegurada la entrada, tenemos ‘Me colé en una fiesta’, donde lo mejor son sus pegadizas estrofas en las que se palpa la angustia de ese joven que no sabe si la noche irá bien. El estribillo queda algo infantil, pero lo arreglan mediante ese puente para la reflexión del protagonista: “Yo me preguntaba…”.

La rebeldía juvenil se nos muestra en un par de temas, uno de ellos el breve pero vibrante ‘Me voy de casa’, cuyo frenesí acaba finiquitado en su emocionante coda. Por el contrario, la horrorosa percusión de ‘No me enseñen la lección’ junto a su pueril estribillo la convierten en la peor canción de todo el álbum. No puede faltar la temática amorosa y así se nos aparece mezclada con las matemáticas en la más convencional ‘254.13.26’, de cuya parte vocal quizá se podría haber sacado mayor provecho. También se contextualiza de otra manera en ‘Cenando en París’, lastrada por unos arreglos bastante penosos que provocan que en su segunda mitad añadan una percusión pregrabada horrorosa, cuando al mismo tiempo nos han regalado algunas melodías entre barrocas y francesas que acaban así desaprovechadas.

 

Otro aspecto que surge en la pubertad es el intento de autodefinición en el mundo, de autodefinir la personalidad propia aunque la mayoría de veces sea mimetizando la imagen o personalidad de otras personas que se toman como referencia. Demasiado ingenua y simplona suena ‘La máquina de vapor’, aparte de que su estribillo con tanto “No, no” suena redundante si recordamos el de ‘No me enseñen la lección’. No se mejora mucho en ‘Solo soy una persona’, pues podría pasar por una parodia de Martes y Trece sobre la música juvenil (no cuesta mucho imaginarse a Millán Salcedo cantando esta letra y haciéndola suya), aunque el entramado instrumental denota originalidad y la sección de cuerda deja buena sensación. Nos queda como verso suelto ‘El fin del mundo’, una demostración de que el grupo iba en serio y tenía inquietudes artísticas, pues el grado de épica que consiguen es asombroso para tratarse de unos chavales enfundados en el techno-pop. Esos incisos instrumentales que aparecen tras cada parte vocal, iniciados por un irresistible teclado, son de una emoción absoluta, pues incluso palpamos la fiereza de la guitarra que enfatiza toda esa épica que alcanzan. El último minuto casi que podrían habérselo ahorrado porque suena ya redundante.

 

La introducción de la célebre ‘Perdido en mi habitación’ hace pensar en la música oriental, pero pronto se olvida cuando entra la inolvidable parte vocal que transmite con convicción todo ese desasosiego provocado por el tedio de una sociedad consumista que sigue sin encontrar la felicidad, más bien por desorientación que por incapacidad. Otro aspecto a destacar es la necesidad, normalmente forzada, del ser humano de aprender y comprender la soledad que le puede envolver en cualquier momento de su vida. Cuántas decepciones y disgustos no le habrá provocado a una persona la desesperación por encontrar compañía. Sin embargo, en la letra no se ofrece ninguna respuesta, sino más bien lo contrario, pues el/la protagonista llega incluso a recurrir a unas sospechosas pastillas. Por otra parte, en el instrumental ‘Boda en Londres’ Nacho demuestra que había aprendido la lección de Jean-Michel Jarre para ofrecer una pieza basada en sintetizadores, dinámica y con varias melodías apreciables.

 

En definitiva, se trata de un gran debut de unos chicos todavía jóvenes (Nacho no tenía todavía ni veinte años), que únicamente adolece de quedar demasiado superficial en la temática (aunque habría que tomarlo como una fotografía de la juventud y no como un análisis) y de algunas composiciones demasiado flojas. Pero bueno, el camino estaba comenzado y ahora todavía necesitarán unos años de maduración antes de poder demostrar que podían sobreponerse a tanto éxito inicial que les secará la inspiración a la hora de componer. Las inquietudes artísticas siempre estarán ahí, pero les quedaba mucho por aprender y experimentar en unos años donde Madrid era la capital de la modernidad y el hedonismo en España, con el profesor Tierno Galván como perfecto alcalde y anfitrión, lo cual sería algo así como tener al mando a un Azaña contemporáneo y enrollado.

¿DÓNDE ESTÁ EL PAÍS DE LAS HADAS?

Año de publicación: 1983

Puntuación:

1) ¿Dónde está el país de las hadas?; 2) Este chico es una joya; 3) La bola de cristal;

4) El amante de fuego; 5) Madrid; 6) Barco a Venus; 7) La fiesta nacional; 8) Un poco loco; 9) No aguanto más; 10) Focas; 11) El balón; 12) El ladrón de discos.

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Muy pronto llegó la continuación del aclamado debut de Mecano. Y decimos muy pronto porque este álbum, en su mayor parte, parece el sobrante del disco anterior, siendo generosos con los calificativos que le podríamos aplicar. En un año no han tenido tiempo de componer con calma y mesura, pues probablemente la discográfica les instaría a lanzar algo rápido para aprovechar el tirón comercial que tenía el grupo. Recordemos que la música techno no era proclive a crear bandas duraderas, sino más bien a que unos amigos con un teclado programable dieran algún pelotazo y luego se esfumaran en el olvido más absoluto. Así podría entenderse que en sus próximos álbumes se junten composiciones de calidad artística con otras que dan vergüenza ajena. La publicación de este disco vino precedida por el éxito del single de ‘Barco a Venus’, que seguramente sirvió de reclamo para el comprador incauto que buscaría otros temas igual de deslumbrantes pero se llevaría un gran disgusto.

 

Aquí parece que, como recurso fácil para componer, buscan un casticismo que queda demasiado anticuado, aunque en 1983 quizá no se percibiera así. Así, ‘Este chico es una joya’ es como si hubieran compuesto un pasodoble y le hubieran doblado o triplicado la velocidad, pero al menos es aceptable en comparación con el pasodoble rancio e ingenuo de ‘La fiesta nacional’. Como no se tome a broma, es insultante escuchar algo así, como también lo es el penoso ‘El ladrón de discos’, donde parece que buscan una canción infantil para Halloween con efectos baratos de sonido incluidos. Respecto a ‘La bola de cristal’, nada tiene que ver con el mítico programa infantil (pero nada infantiloide) que comenzaría a emitirse muy pronto, sino que es un burdo relleno techno que ofrece velocidad y poco más. Y es que este álbum está plagado de temas de relleno, como si hubieran tenido que ponerse manos a la obra a toda pastilla para grabar una continuación de su debut, que es probablemente lo que ocurrió. Así que canciones como ‘El amante de fuego’, ‘Madrid’ o ‘Focas’ (¿focas? Ay, señor…) se nos muestran vistosas de entrada pero quedan como producto de consumo de esa época y en ellas Mecano no se diferencia de otros grupos vulgares de estilo similar. Aparte, las baladas les salen todavía sin el carisma suficiente y se quedan en aburridas piezas como ‘Un poco loco’.

 

El único momento de verdadera gloria musical lo encontraremos en la fascinante ‘Barco a Venus’, cuyo comienzo solemne deja paso a un vibrante e incisivo ritmo bien ornamentado por los teclados. Su parte vocal es también irresistible, con una letra que trata de manera cruda la adicción a las drogas y le toma el relevo como gran composición sobre esta temática a ‘Golden Brown’ de The Stranglers, de 1981. Donde esta última mostraba la resignación de quien no puede salir de su adicción por representar la evasión necesaria de la insoportable realidad, Mecano (o más apropiadamente, su compositor Nacho Cano) se centra en señalar la ineludible perdición a la que lleva la adicción en esa realidad que precisamente se quiere evadir. También puede salvarse y se ha de salvar a la pieza instrumental que da título al álbum, que podría parecer obra de José María Cano por su carácter sinfónico, pero no, es de Nacho. Tiene un cierto aire épico y algo pomposo, pero tiene una construcción perfecta y sus melodías son atractivas, llegando a ese apogeo orquestal que denotaba el talento para la composición que atesoraba la pareja de hermanos, un talento que desgraciadamente apenas asoma en este álbum. De lo único que se les puede dar gracias es que, a pesar de todo, siempre tuvieron la melodía como finalidad y no se olvidarían de seguir buscando la originalidad.

YA VIENE EL SOL

Año de publicación: 1984

Puntuación:

1) No pintamos nada; 2) Ya viene el sol; 3) La estación; 4) Hawaii-Bombay; 5) Mosquito;

6) Busco algo barato; 7) Aire; 8) Me río de Janeiro; 9) Japón; 10) El mapa de tu corazón.

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Con el éxito logrado hasta ese momento, Mecano dispuso de más medios y recursos que nunca para lo que sería su tercer LP, donde aparte iban a tomar las riendas de la producción, con libertad para crear y desarrollar sus ideas a su antojo. No obstante, cuando tenían todo a su favor es cuando parece que se han quedado sin temas de los que hablar. Tras el fresco sobre la juventud del primer álbum y el comprensible bajón del segundo, aquí deberían demostrar que podían proseguir en el mismo nivel demostrado en sus comienzos. Pero hablar de viajes soñados, la búsqueda de gangas o la molestia de tener un mosquito por la noche les salen con una falta de frescura y de gracia sorprendentes para un trío que había maravillado por su mezcla de naturalidad e instinto melódico. Y una mejor producción no garantiza un mejor resultado si las composiciones nuevas no son lo suficientemente buenas.

 

Aparte de todo lo anterior, en muchos momentos se muestran como meros seguidores de otros grupos o artistas, sin aportar la originalidad que se espera de ellos. Así, la influencia de Depeche Mode parece evidente en el impacto rítmico y el tono sombrío de ‘No pintamos nada’, pero la canción pasa casi desapercibida una vez desaparecido el factor sorpresa a pesar de alguna floritura de teclado que meten y el estribillo algo inspirado. De manera análoga, lo más novedoso que presenta ‘Hawaii-Bombay’ es ese sonido de sintetizador como si fuera un instrumento hawaiano, pero es que eso ya lo había conseguido Jean-Michel Jarre. Así que emplear un sonido que no es original y añadirle una letra ingenua no tiene nada de especial, por lo que únicamente es una canción de relleno de sonido agradable que emplea un ritmo de bolero para mezclarlo con el techno-pop. El canto susurrante de ‘Ya viene el sol’ provoca que este tema no llame la atención, pero su elaborado estribillo contiene suficiente emoción para que sea de lo poco salvable de este disco, mientras que sus emotivas melodías van ganando terreno sin que nos demos cuenta.

 

Muy floja suena ‘La estación’, como un reciclaje de ideas previas, aunque en el estribillo retoman algo de brío y consiguen salvar mínimamente el desaguisado con el juego de voces. En ‘Japón’ dejan la sensación de que podía haberse conseguido algo mejor, pero lo acaban lastrando todo con pasajes instrumentales vacuos, efectos sonoros vergonzosos y ese intento de sonar pomposos sin tener una justificación para ello. Uno de los candidatos a “estribillo más soso y aburrido” de lo discografía de Mecano es el de ‘Busco algo barato’, repetitivo hasta la saciedad y carente de toda gracia, mientras que el estribillo de ‘Me río de Janeiro’ es una puerilidad sin más. Y en el apartado de música insultante debe colocarse con honores ‘Mosquito’, que es como un tema de techno-punk dirigido a menores de siete años. Sorprende encontrar un último tercio totalmente diferente y que debería haber conformado la composición por completo, pues hasta nos ofrece melodías de interés.

 

Es José María Cano quien vuelve a demostrar que a veces tenía ideas tan buenas como su hermano, pero que debía dirigirse a la orquestación para dar empaque a sus composiciones más emotivas. De esta manera, ‘Aire’ es un ejemplo de canción orquestal donde los instrumentos no se limitan a crear una base estándar para dotar un tema de falsa seriedad, sino que son tan partícipes de la evolución y clímax como lo es la sensacional interpretación vocal de Ana Torroja, quien muestra en el estribillo su gran capacidad para los registros altos a pesar de que su voz frágil hace pensar en lo contrario. Cabe destacar la lograda sensación etérea que consiguen con la multiplicación de voces, ideal para este tema. Como ocurría en el álbum previo, una canción excelente junto a unas pocas ideas buenas más no sirve para salvar lo que es un disco bastante deficiente, lo cual provocó unas ventas menores que nunca porque el factor sorpresa ya se iba desvaneciendo. Debían replantearse cuáles eran sus fortalezas y cuáles sus debilidades para saber qué camino tomar. Y afortunadamente sabrán dirigirse en la buena dirección.

EN CONCIERTO

Año de publicación: 1985

Puntuación:

1) Japón; 2) Hoy no me puedo levantar; 3) Quiero vivir en la ciudad; 4) Aire;

5) Me colé en una fiesta; 6) Hawaii-Bombay; 7) Ya viene el sol; 8) La estación;

9) El amante de fuego; 10) Barco a Venus; 11) Maquillaje; 12) Me voy de casa.

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La confección de este álbum en directo es bastante curiosa porque se nutre de dos conciertos diferentes que distan más de medio año entre sí. Uno de noviembre de 1984 y el otro de junio de 1985. Como hemos visto, la trayectoria de Mecano iba evolucionando de manera descendente pero con algunos momentos de lucidez artística. Este disco venía a mostrar lo que era la experiencia de escuchar los éxitos del grupo en directo, una música proclive a la fiesta y la interacción con el público, que es lo que percibimos también aquí. Afortunadamente la música no suena robótica ni sintética, pues el trío se rodea de músicos adicionales que consiguen que suene todo más cercano y directo, aunque es evidente que el instrumento principal es el teclado.

 

Como introducción al álbum emplean una interpretación instrumental de ‘Japón’ que se centra en la última parte del equivalente de estudio, pero aquí sin efectos sonoros baratos. Es por ello que deja una mejor sensación y podría haberse aprovechado mejor el empuje que tiene. También queda mejor ‘El amante de fuego’, de endeble producción en el estudio y por ello en directo suena revitalizada, aunque no está claro si hay una segunda vocalista de apoyo o está trucado el efecto vocal, aunque en ‘Aire’ también encontramos el mismo efecto. Se ha de destacar que en ‘Aire’ encontramos algunos alardes de sintetizador que recuerdan directamente a la música barroca. Y es que el Barroco, igual que en los años sesenta, será fuente de inspiración directa para algunas de las mejores canciones de la música techno de los ochenta. Por ejemplo, podemos recordar la archiconocida ‘Forever Young’ de Alphaville, de 1984, cuya memorable coda remitía indefectiblemente a la grandeza de Händel o Bach, cuando no fuera el caso que se tratara directamente de un préstamo de algún compositor clásico.

 

Si nos fijamos en los éxitos interpretados, vemos que apenan aportan nada porque se limitan a replicar, o intentar replicar, lo que ya conocemos del estudio. Sin embargo, no está mal que añadan algo más de parte instrumental en ‘Me colé en una fiesta’, aunque es inevitable que nos toque escuchar un momento de interacción con el público, de esos que están muy bien si se está físicamente en el concierto (o si se recuerda el momento), pero cuyo interés es nulo cuando no se ha vivido y se está sentado en un sofá. Unas pocas variaciones introducen en la melodía rítmica de ‘Barco a Venus’, pero solo sirven para que pierda el poderío que tenían esas notas originales que se detenían abruptamente, como también se pierde parte de la fortaleza del estudio en la parte vocal. La que pierde puntos de verdad en directo es ‘Me voy de casa’, pues la manera vertiginosa de cantar en las estrofas es muy complicada de reproducir en directo. En cualquier caso, escuchar una batería de verdad en ‘Hoy no me puedo levantar’ deja una buena sensación aunque la canción sea una ejecución calcada al equivalente de estudio.

 

Precisamente ‘Quiero vivir en la ciudad’ había sido editada como cara B del single de ‘Hoy no me puedo levantar’, publicado en 1981. En ella se nos muestra la endeblez que tenía José María para cantar y la canción se salva por el entusiasmo que muestran y por la guitarra eléctrica que suena en algunos momentos (salvo que sea un teclado sonando como una guitarra). Y es que en general se trata de un disco superfluo como cabe esperar de cualquier grupo de techno sin capacidad para improvisar o añadir novedades en la ejecución de los temas, aparte de que Mecano todavía estaban en camino de alcanzar la experiencia y consistencia que demostrarán en el final de década, una música que sí supondrá un reto mayor en su traslación al escenario. De momento, este álbum interesará únicamente a l@s fans.

ENTRE EL CIELO Y EL SUELO

Año de publicación: 1986

Puntuación:

1) Ay, qué pesado; 2) Ángel; 3) Hijo de la Luna; 4) 50 palabras, 60 palabras o 100;

5) Te busqué; 6) Me cuesta tanto olvidarte; 7) No tienes nada que perder;

8) Las curvas de esa chica; 9) No es serio este cementerio; 10) Cruz de navajas;

11) Las cosas pares; 12) Esta es la historia de un amor.

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Todo lo que no había funcionado en los álbumes previos comienza ahora a ir mejor porque Mecano habían iniciado una etapa de evolución ascendente, aunando inspiración con creatividad para comenzar a absorber con inteligencia la influencia de otras músicas. El término de grupo techno ya se les queda definitivamente corto y aquí asistimos a una colección bastante heterogénea de canciones donde la música y la letra han ido mejorando  con el transcurso de los años. Aparte, José María Cano se destapa como notable compositor más allá de aciertos puntuales, incluso por encima de su hermano Nacho, pues sus cuatro canciones son lo mejor de este álbum y demuestran que él había alcanzado antes la madurez artística, algo también lógico por motivos cronológicos.

 

Así pues, de obra de arte podría calificarse la exquisitez estructural y de arreglos de ‘Hijo de la Luna’, donde lo único que chirría son algunos versos de la letra, pues esa frivolidad y coloquialismo que en otro tipo de canciones quedaría bien, aquí desentona (por ejemplo, “Tonto el que no entienda” o “Me has ‘engañao’ fijo”). Pero las melodías vocales son arrebatadoras, incluida la emocionante repetición del título como final de estribillo, y las melodías instrumentales que aparecen mediante una riqueza de arreglos orquestales que nos muestran a un grupo mucho más serio de lo que aparentaba, aparte de su magistral desarrollo donde se va elevando el tono conforme avanza la canción. Así, a ‘Hijo de la Luna’ podríamos entroncarla con otras eternas tonadas clásicas de la música española como esa ‘Canción del fuego fatuo’ que Manuel de Falla incluyera en una de sus varias inolvidables obras, El amor brujo, más si cabe cuando Falla también empleó un lenguaje popular para la letra. No en vano la comparación, su autor José María Cano retomará ‘Hijo de la Luna’ como pieza central de su futura ópera Luna, que se llevará por delante buena parte de su vida profesional y su dinero ahorrado, quedando como un proyecto fracasado porque, en parte, probablemente no le tomaron en serio como músico ajeno al mundo clásico.

 

José María nos deleita también con dos bellas baladas suyas. Una es la balada de piano ‘Me cuesta tanto olvidarte’, de letra que contiene algunos puntazos kitsch (“Es un cuadro de bifrontismo”, “La cara vista es un anuncio de Signal”), pero gloriosas melodías vocales. Pero es que la otra es ‘Cruz de navajas’, un bolero contemporizado para acomodarse a los nuevos tiempos y con una delicada parte vocal de espléndidas melodías donde se desarrolla una letra de desengaño amoroso acabado en tragedia en la cual le sobraría ese apellido Postigo metido con calzador para hacer una rima. Ya nos había quedado claro con anterioridad que el apartado vocal debía ser asunto de Ana Torroja, pero en ‘Ángel’ vuelven a caer en el error de permitir que Nacho cante el estribillo, que ya de por sí es de melodía inexistente y eso solo podría haberlo salvado Ana. Lo único que salva este tema de ser un desastre es que la ambientación está bien lograda y en los últimos instantes parece que nos estén diciendo que se habían inspirado todo el tiempo en The Police sin que nos diéramos cuenta. Que de todas maneras, la floja voz de Nacho vuelve a ser la principal en ‘50 palabras, 60 palabras o 100’, otro tema de relleno de escasa valía.

 

Se echaba en falta un tema animado y con un pegadizo estribillo como el de ‘No tienes nada que perder’ o el juguetón órgano que distingue ‘Las cosas pares’, también de estimable estribillo. Tiene su gracia también la letra del estribillo de ‘Ay, qué pesado’ y por ello nos lo colocan en primer lugar, pero melódicamente resulta muy flojo y simplón, por lo que acaba resultando repetitivo y el resto de la canción tampoco sirve para arreglar nada. Para encontrar una canción donde suena una guitarra, como es ‘Las curvas de esa chica’, resulta que las melodías no existen o, cuando sí existen, son tan pueriles que mejor que se las hubieran ahorrado. Le cuesta arrancar a ‘Esta es la historia de un amor’, pero luego llega ese poderoso inciso al minuto y medio (que volverá a repetirse) donde vemos que el trío sabe jugar con la tensión musical. En cambio, ‘Te busqué’ no va más allá de su melodía inicial de teclado que luego se replica con la parte vocal.

 

Como ya habíamos visto con anterioridad, Mecano ya habían intentado incluir el pasodoble en su repertorio pero con poca fortuna. Aquí por fin lo emplean con gusto en ‘No es serio este cementerio’ y marcar así un inquietante ritmo en las estrofas, para luego llegar a un jovial estribillo que en principio suena demasiado sencillo pero luego tiene un desarrollo bien elaborado. Y no hay que perderse el sensacional juego de voces de la coda, verso en latín incluido. Son detalles como esto último los que demostraban nuevamente el talento de los hermanos Cano como compositores, quienes todavía deberían evolucionar más hasta alcanzar su cúspide como Mecano en el siguiente álbum, una de las más grandes obras que haya dado el pop en España.

DESCANSO DOMINICAL

Año de publicación: 1988

Puntuación:

1) El cine; 2) No hay marcha en Nueva York; 3) Mujer contra mujer; 4) Los amantes;

5) La fuerza del destino; 6) Quédate en Madrid; 7) Laika; 8) El blues del esclavo;

9) "Eungenio" Salvador Dalí; 10) Por la cara; 11) Un año más;

12) Héroes de la Antártida; 13) Hermano Sol, hermana Luna; 14) Fábula.

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La progresión de Mecano llegó por fin a su cota máxima en Descanso Dominical, a su vez una de las cumbres del pop de nuestro país. Enlaza perfectamente con lo que habían estado haciendo con anterioridad, pues esa apertura estilística que les lleva a sobrepasar los límites de lo que podemos entender como techno, aquí es llevada a la excelencia con una gran diversidad de estilos y de temática lírica. Nada de esto serviría de mucho si al mismo tiempo no lo sostuvieran en melodías inspiradas y arreglos precisos, empleando aquí una producción rica en instrumentación variada que echa mano de instrumentos clásicos cuando es necesario. Estaba claro que el apoyo de la casa discográfica era absoluto y estos chicos no defraudaron.

 

Pocas veces habremos escuchado una canción con una ambientación tan intimista y una narración tan precisa sobre el amor por el cine como la primera canción de este álbum. La cercanía que consigue la tímida interpretación vocal de Ana nos hace identificarnos a los cinéfilos con esa sensación especial que supone la entrada a un cine y la emoción que nos suscita la historia filmada cuando nos llega adentro y nos adentramos mentalmente en ella. Como si hubieran buscado temáticas en las que pudieran sentirse identificados amplios espectros de población, no se olvidan de crear una canción apropiada para el final de año, el agradable pop de ‘Un año más’. También se lanzan hacia un jazz nocturno en ‘No hay marcha en Nueva York’, una agradable canción que acaba perjudicada por el hiriente verso que dice “No hay marcha en Nueva York y los jamones son de York”.

 

No se olvidan del techno que siempre les había acompañado y aparte lo hacen de forma épica en ‘Los amantes’, donde conjuntan unas pegadizas estrofas y un diverso y elaborado estribillo. El lesbianismo de una pareja que la sociedad timorata les obliga a ocultar se denuncia en la letra de la poderosa balada ‘Mujer contra mujer’, la cual comienza con un piano solo y unos embellecedores arreglos de viento, hasta que la canción por sí sola va elevando paulatinamente el tono, tomando mucha fuerza con la entrada de la percusión. Otra balada que se volvió muy popular fue ‘La fuerza del destino’, gracias en este caso a su adictivo ritmo y la pegadiza parte vocal que narra una historia de flirteo con un lenguaje muy cercano para la adolescencia. La coda queda algo floja y tan solo podrá convencer a quienes profesen devoción por Ana Torroja, pues queda bastante empalagosa.

 

Encontramos una buena cantidad de homenajes de diferente índole. Para los animalistas, pueden disfrutar del homenaje a la perra Laika mediante una pieza bien ambientada con sonidos futuristas y melodías épicas de sintetizador. Para los amantes de la pintura, ‘"Eungenio" Salvador Dalí’ contiene una letra plena de referencias a la figura del pintor y certeros versos como “De dónde acaba el genio a dónde empieza el loco”. En 1988 Dalí todavía estaba vivo aunque ya le quedaba poco de existencia. Su obra siempre nos acompañará, pero de su vida quizá sea mejor olvidarse, o quizá sería también digna de estudio por su vergonzoso comportamiento a nivel social en muchas ocasiones. El tercer homenaje del álbum es para los ‘Héroes de la Antártida’, unos exploradores ingleses que murieron a principios del siglo XX cuando ese tipo de viajes suponían un riesgo para la vida que algunos no dudaban en asumir con tal de descubrir lo que nadie había logrado hasta ese momento. Musicalmente es otra pieza de épica abrumadora donde Torroja logra un gran efecto en el estribillo de notas alargadas.

 

‘El blues del esclavo’ no tiene nada de blues, sino que enlaza unas estrofas techno con un estribillo adornado por un bandoneón que toca un tango, mientras que Ana nos canta unas letras reivindicativas en clave de humor. Quien desee escuchar algo más castizo, los aires flamencos asoman en el animado instrumental ‘Por la cara’. Dentro de un álbum tan impactante en su producción, temas como ‘Hermano Sol, hermana Luna’ y ‘Quédate en Madrid’, de relajado canto acompañado de suave instrumentación acústica, quedan como un oasis de calma que no vienen mal. La ‘Fábula’ final bien podrían haberla dejado como un instrumental por su exquisitez de arreglos, iniciados por un primoroso clavicordio. Hubiera sido así un último toque de calidad para una obra que sigue deslumbrando a pesar de los años transcurridos, pues el techno pasó de moda pero este álbum trasciende ese género por completo, como trasciendo cualquier tipo de moda del momento. Y, como siempre, lo que eterniza una canción (o un disco) son sus memorables melodías, y aquí tenemos un buen puñado de ellas.

2022

AIDALAI

Año de publicación: 1991

Puntuación:

1) El fallo positivo; 2) El uno, el dos, el tres; 3) Bailando salsa; 4) El 7 de septiembre;

5) Naturaleza muerta; 6) 1917; 7) Una rosa es una rosa; 8) El lago artificial; 9) Tú;

10) Dalai Lama; 11) El peón del rey de negras; 12) J. C.; 13) Sentía.

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2022

Consolidados como el mejor grupo español de pop del momento, incluso realizando adaptaciones de algunas de sus canciones al francés o al italiano (un país, Italia, donde hay más tradición de traducir del castellano), había expectación por cuál sería la continuación de una obra tan perfecta como Descanso dominical. El single de presentación del disco fue ‘El 7 de septiembre’ y en principio no mostraba decaimiento en la propuesta de los hermanos Cano. Pero en el seno del trío algo había muerto ya porque, acabada la gira correspondiente, se separarían para seguir cada uno por su cuenta. El mayor problema radicaba en la mala relación entre los hermanos Cano y eso de alguna manera se refleja en el álbum, pues es probable que ni se hablaran entre ellos para proponer ideas o mejorar las del otro, lastrando así la calidad final de esta nueva obra, la última de estudio que publicarán si no contamos ese breve y falso retorno de 1998.

 

En lo musical, el problema más grande de este álbum es que se inmiscuyen en estilos que les son completamente ajenos y donde no consiguen más que imitar los clichés correspondientes, ya sea en la rumba flamenca de ‘Una rosa es una rosa’, la canción ligera de ‘Sentía’ o en la salsa (valga la redundancia) de ‘Bailando salsa’. Son ideas de José María, quien parece que no estaba muy motivado en esta continuación del grupo. Incluso vuelve a repetir la misma balada de siempre en ‘El uno, el dos, el tres’, o esa es la sensación que nos deja. En este caso, la letra es bastante explícita en el desencanto y cansancio que suponía el proyecto Mecano para su autor, José María. Pero no todo son contrariedades, puesto que el relevo de baladas poderosas y emotivas como ‘Mujer contra mujer’ llega aquí mediante ‘Naturaleza muerta’, de deslumbrante estribillo aunque algo melosa en sus arreglos orquestales. En ese sentido, ‘Tú’ queda más monótona y discreta. Y peor resulta cuando echan tanto la mirada atrás que se inspiran por error en sus peores canciones de antaño para dejarnos aquí el penoso ‘El lago artificial’.

 

Para estar basada en sintetizadores, en ‘El 7 de septiembre’ consiguen una solemnidad tan solo al alcance de músicos experimentados y potenciada por los arreglos orquestales que entran en el clímax de la canción. En el lenguaje del techno todavía nos pueden regalar una gran canción como ‘Dalai Lama’, un homenaje a este líder religioso perseguido por sus creencias. Por su instrumentación podría pasar por un tema de Michael Jackson, pero el apartado vocal es genuino y la construcción del estribillo tiene sus toques sencillos de genialidad. Las siglas de ‘J. C.’ hacen pensar directamente en Mr. Superstar, aunque la letra no lo deja nada claro. En cualquier caso, es una agradable canción sin mayores pretensiones. Mecano no solo se fijan en los líderes (suponiendo que ‘J. C.’ significara algo divino), sino que también reivindican el papel de la gente normal de manera metafórica y con humor en ‘El peón del rey de negras’, una entretenida pieza de pop liderada por un jovial teclado y finiquitada en un pegadizo estribillo.

 

Podemos disfrutar también del vigoroso estribillo de ‘El fallo positivo’, una canción sobre el SIDA, donde cabe destacar la construcción instrumental previa a la repetición final del estribillo. Pero encontrar un instrumental tan insulso como ‘1917’ es bastante descorazonador, pues por momentos parece más un instrumental de Luis Cobos al mezclar melodías demasiado sencillas en modo orquestal con un acompañamiento de percusión programada (o al menos lo parece). Como podemos comprobar, se trata de un álbum muy irregular y decepcionante para un grupo que había alcanzado su cúspide (y una de las cúspides del pop español) pocos años antes. Por entonces supuso una parada temporal para que cada miembro del trío siguiera su propia carrera en solitario, pero la necesidad de hacer caja volverá a unir a los Cano por penúltima vez (la última será para el negocio de los musicales).

ANA JOSÉ NACHO

Año de publicación: 1998

Puntuación:

CD I: 1) Cuerpo y corazón; 2) Otro muerto; 3) El club de los humildes; 4) Aire; ...

CD II: 1) Stereosexual; 2) El mundo futuro; 3) Esto no es una canción; 4) Los piratas del amor; … ; 6) Barco a Venus; ...

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La portada de este inesperado reencuentro de Mecano es una imagen perfecta de lo que debía ser el trío en ese momento. Tres personas del mundo de la música que no encajan entre ellas y que parecen tres extremos antitéticos de un triángulo artístico, sin posibilidad de acuerdo. Ana acababa de iniciar, justo un año antes, su carrera en solitario con una buena acogida, mientras que Nacho ya llevaba dos álbumes publicados y tampoco le iba mal. Quien de verdad estaba necesitado de dinero era José María, pues sus ínfulas operísticas le habían llevado a gastarse buena parte de su patrimonio en la gestación y producción de Luna, una ópera seria inspirada en su composición ‘Hijo de la Luna’. El motivo económico es el único que subyace en este innecesario retorno que arruina la reputación conseguida anteriormente con justicia. Deberían haberlo dejado como una recopilación sin más, pero se empeñaron en incluir nuevos temas que en realidad lo único que hacen es ahondar profundamente en la brecha insalvable que apareció en Aidalai.

 

Es como si hubieran retomado la carrera justo en los peores elementos que lastraron lo que había sido su último álbum de estudio. No se sabe en qué lugar se olvidaron las melodías después de tanto tiempo (‘Cuerpo y corazón’) o si, habiendo melodías por medio, son estas tan triviales que abochornan (‘Los piratas del amor’). Por su introducción, ‘El mundo futuro’ parece que va a ser la única canción instrumentalmente interesante, pero acaba engullida por la vulgaridad más desesperante y acaba sumándose a la lista de desastres de este álbum, donde se podría añadir una balada trágica de piano que suena demasiado vulgar como ‘Otro muerto’. Si nos fijamos en la falsa emoción que se palpa en la voz de Ana durante ‘Esto no es una canción’ es un indicativo del escaso interés que tuvieron todos más allá del componente económico.

 

Como single de presentación del álbum se escogió ‘El club de los humildes’, quizá porque es la más llamativa de entrada por la melodía vocal de las estrofas, pero el estribillo es flojo y la instrumentación absolutamente insulsa. Más o menos como lo que había estado haciendo su autor, Nacho Cano, en su carrera en solitario. En ‘Stereosexual’ buscan la broma fácil con la temática de la homosexualidad, pero las melodías son triviales y tan solo podría destacarse el piano de honky-tonk y el inesperado inciso de góspel. De ‘Aire’ y ‘Barco a Venus’ encontramos sendas interpretaciones en directo. La de ‘Aire’ suena ligeramente más lenta de lo habitual, siendo mejor la interpretación que encontrábamos en En concierto, mientras que ‘Barco a Venus’ es de un concierto de 1984 y, como cabía esperar, pierde fuelle en directo y no pueden mantener el ritmo frenético del equivalente de estudio, aunque a cambio añaden alguna nota adicional en los sintetizadores y la percusión está más elaborada.

 

No hay que perder más tiempo con un álbum que por un lado destroza el prestigio conseguido por el trío, lo cual era muy difícil de conseguir en el llamado techno-pop (aunque ya se encargaron ellos de superar con creces esa etiqueta restrictiva), y por otro lado reventaba cualquier posibilidad de reunión para proseguir su carrera conjunta. A partir de ahora cada uno seguirá su camino de verdad porque era lo mejor. Y ya no volverán a juntarse para ninguna gira nostálgica, aunque esto quizá sea debido a los vastos emolumentos que les reportará a los hermanos Cano el musical Hoy no me puedo levantar, basado en las canciones de Mecano. En cualquier caso, Mecano quedan como una de las referencias de la música de los ochenta, una década maldita pero que ellos consiguieron engrandecer.

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