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THE STONE ROSES

THE STONE ROSES

Año de publicación: 1989

Puntuación:

Puntuación:

1) I Wanna Be Adored; 2) She Bangs The Drums; 3) Waterfall; 4) Don't Stop;

5) Bye Bye Badman; 6) Elizabeth My Dear; 7) (Song For My) Sugar Spun Sister;

8) Made Of Stone; 9) Shoot You Down; 10) This Is The One; 11) I Am The Resurrection.

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La aparición de los Stone Roses fue la gran sensación musical del momento en el Reino Unido. Para las nuevas generaciones de finales de los ochenta, que estaban ya acostumbradas a los sintetizadores que rezumaban las radios comerciales, encontrar un grupo que mantuviera el mismo espíritu y el mismo gancho de las estrellas musicales mediáticas pero empleando instrumentos palpables, era algo novedoso y excitante. Aunque para entonces The Byrds eran todo un anacronismo, los Stone Roses enlazaban la pureza cristalina de guitarras de esa banda (gracias a la técnica de John Squire) con el sonido discotequero de Manchester (inmenso el batería Reni) que estaba representado por gente como los Happy Mondays, así como la manera peculiar de cantar de Ian Brown, quien pasaba de la delicadeza a la catarsis de forma veraz. El resultado fue este novedoso álbum que, sin ser en realidad tan original como lo suelen presentar debido a sus obvios precedentes, sigue siendo uno de los más destacados de los ochenta. Lo que es indudable es el acertado orden de su repertorio, donde los temas que inician y finalizan el disco están en el lugar preciso para provocar un efecto conmovedor e incluso perturbador, siendo además bien complementarios, pues en el primero se busca la adoración y en el último se declama a los cuatro vientos la indiferencia respecto a otras personas.

 

Solo escuchar ‘I Wanna Be Adored’ como inicio ya es un motivo más que justificado para descubrir este álbum. La magistral producción permite percibir este tema como si surgiera de la nada, del génesis musical. En la interpretación de Brown se palpa la introspección y necesidad de ser adorado del protagonista, como un grito en primer lugar silencioso y que luego va mutando hacia el delirio y la desesperación final (“I wanna... I wanna... I gotta be adored!”) en la coda. No menos impactante resulta ‘I Am The Resurrection’, dividida en dos secciones bien diferenciadas, donde la segunda es una extensa jam donde desarrollan ese estilo de dance psicodélico que aportaron a la escena musical. Pero lo mejor es su primera parte, introducida por el marcial golpeo de batería que pronto se ve acompañado por una sencilla y dinámica línea de bajo, antes de que entre la gloriosa parte vocal que va creciendo en intensidad cada vez que se retoma la estrofa principal, rematada también en un emotivo estribillo (“Don't waste your words I don't need anything from you / I don't care where you've been or what you plan to do”) y, sobre todo, en la catarsis final: “I am the resurrection and I am the light / I couldn't ever bring myself to hate you as I'd like”.

 

La herencia directa de The Byrds aflora de manera muy clara en temas como ‘Waterfall’ o ‘Shoot You Down’, las cuales habrían encajado a la perfección en Younger Than Yesterday. La amigable melodía de guitarra en ‘Waterfall’ quizá se repita en exceso, pero se compensa con creces con ese final de estrofa/estribillo donde cantan “She'll carry on through it all / She's a waterfall”, que es pura magia Stone Roses. Pero donde de verdad aflora el potencial melódico de la banda es en la fantástica ‘Animal Stone’, en el que quizá sea el más glorioso estribillo que hayan compuesto en su carrera.

El propósito de la breve ‘Elizabeth My Dear’ es simplemente echarle una pulla a la reina de Inglaterra de una manera suave, ya que se trata de la vampirización de la melodía de la canción tradicional ‘Scarborough Fair’, popularizada por Simon & Garfunkel. La extravagante ‘Don't Stop’ es una curiosa grabación con los instrumentos (y quizá la voz) reproducidos en sentido inverso. No es un tema para disfrutarlo pero han conseguido algo que se puede escuchar, que ya es bastante para las atrocidades que se han podido grabar empleando el mismo truco. En cuanto a ‘Bye Bye Badman’, consta de dos partes, la primera un agradable pero olvidable pop y la segunda llega a partir de los 2:40 (“I've got bad intention / I intend to knock you down”), mucho mejor por su pegadiza parte vocal y una gran parte de guitarra de Squire. Otros temas como ‘She Bangs The Drums’ o ‘(Song For My) Sugar Spun Sister’ suenan a relleno en comparación con el resto de temas, puesto que recogen los mismos ingredientes ya observados a lo largo del álbum pero con resultado mucho más discreto. En el caso de ‘This Is The One’, se vuelve realmente aburrida por la falta de frescura y los parones que sufre.

 

En definitiva, este álbum no es la obra maestra en la que los medios británicos han pretendido convertirla, pero es una impresionante obra que es obligatorio conocer como fusión entre el mundo del baile y el rock, con suficientes momentos inolvidables como para llegar al corazón de mucha gente, motivo por el que ha conseguido el status que actualmente posee. Los tres temas que se han destacado son suficiente motivo para caer rendido ante el poderío de los Stone Roses.

SECOND COMING

Año de publicación: 1994

Puntuación:

1) Breaking Into Heaven; 2) Driving South; 3) Ten Storey Love Song; 4) Daybreak;

5) Your Star Will Shine; 6) Straight To The Man; 7) Begging You; 8) Tightrope;

9) Good Times; 10) Tears; 11) How Do You Sleep; 12) Love Spreads; 90) Untitled.

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La larguísima espera de cinco años hasta la publicación del deseado segundo álbum de los Stone Roses fue todo un suicidio comercial. En ese tiempo, el panorama musical había cambiado por completo y aquí debían demostrar si se adaptarían para mantenerse en la primera línea o si se aferrarían a su pasado para seguir proporcionando algo similar a lo que les había llevado al éxito. Al final no fue ni una cosa ni la otra. Pocos discos ha habido tan esperados y con tanta expectación que luego hayan sido una decepción tan enorme como este.

 

El single de presentación fue ‘Love Spreads’, casi lo único salvable de todo el álbum. Su espectacular inicio al estilo de Led Zeppelin con un espectacular riff, relevado por otro todavía más mastodóntico que se irá repitiendo tras las estrofas, deja paso a una aguerrida parte vocal finiquitada en un pegadizo estribillo (que en la coda deviene hipnótico) de los que seguían convirtiendo a los Stone Roses en verdaderos astros musicales del momento. Pero aquí se acaba casi todo lo bueno que se puede decir del disco porque el resto decae casi por completo en la vulgaridad más absoluta. Led Zeppelin es la influencia evidente en muchos momentos, como demuestran con bastante menor originalidad otros temas como ‘Driving South’.

 

La manera de empezar el álbum no puede ser más desafortunada, puesto que nos colocan el mamut de once minutos de ‘Breaking Into Heaven’. En él, casi cinco minutos habremos de esperar hasta que comience verdaderamente, para que al final sea muy parecida a ‘Love Spreads’ pero con resultado mucho más discreto, sobre todo cuando ya se ha conocido esta última. No será precisamente la única vez en que ‘Love Spreads’ reaparezca con diferente forma, ya que ‘Daybreak’ es también otra reescritura menor de él a la que se añade una jam de unos tres minutos para que parezca otra cosa. Esta jam es bastante repetitiva y no cobra brío hasta que Squire se desahoga con su guitarra en la recta final. No acaban aquí las imitaciones, ya que la vulgar ‘How Do You Sleep’ copia, en las estrofas previas a su tedioso estribillo, la melodía vocal de ‘I Am The Resurrection’, demostración de que algo iba mal cuando tu segundo álbum en cinco años necesita tomar ese tipo de préstamos. Otras canciones parecen un reflejo pálido de lo que habían llegado a ser a finales de los ochenta (‘Straight To The Man’), incluso intentando resucitar los aires dance de entonces que en los noventa ya eran algo retro (‘Begging You’), aunque esto último ya es hasta aceptable considerando el nivel general del álbum.

 

Cuando se lanzan a tocar una balada les sale algo tan soso como ‘Ten Storey Love Song’, pero cuando se pasan a la guitarra acústica el resultado puede ser tan lamentable como en ‘Your Star Will Shine’. Y es que Squire brilla mucho más con la guitarra eléctrica, puesto que ‘Tighrope’ se salva por una buena parte vocal (incluidas algunas inesperadas armonías) y no por el acompañamiento instrumental bastante genérico. Con la guitarra acústica solo consigue llegar a las cotas mínimas de lo que debe ser un buen guitarrista en la primera parte de ‘Tears’, ya que pasados los dos minutos se electrifica para dejarnos con la segunda mejor canción del disco después de ‘Love Spreads’. De todas maneras, suena a lo mismo que estaban haciendo otros grupos británicos de la época como The Verve u Oasis, que no era otra cosa que el rock de siempre aderezado con las posibilidades de unos mejorados estudios de grabación. Precisamente en ‘Good Times’ es como si se hubieran fijado en Oasis, quienes curiosamente habían debutado ese mismo año pero unos meses antes con su mejor álbum, el Definitely Maybe.

 

El número 90 del tema final oculto no es un error, sino que originalmente colocaron casi ochenta cortes de cuatro segundos sin sonido para llegar a ese número. Una tontería para tener un detalle de humor que en el formato en CD ha desaparecido. Y de todas maneras este tema es una improvisación instrumental a la que le sobra la mitad de su duración. Una manera de dejar una mala impresión final que refuerza la idea de que habían sido flor de un día y que el talento que se les suponía se había desvanecido casi por completo. El disco vendió bastante bien debido a la expectación que había, pero la crítica lo masacró justificada e inmisericordemente. Las tensiones en el seno de la banda provocarían la salida del batería y luego de Squire, por lo que no quedó otra salida que la disolución definitiva para que cada miembro siguiera por su lado, con carreras relativamente exitosas en el Reino Unido. Quien mayor relevancia conseguiría fuera de las fronteras insulares sería el bajista Mani, ya que entraría en los Primal Scream, muy queridos en el circuito indie europeo.

THE COMPLETE STONE ROSES

Año de publicación: 1995

Puntuación:

1) So Young; 2) Tell Me; 3) Sally Cinnamon; 4) Here It Comes; 5) All Across The Sands;

6) Elephant Stone; 7) Full Fathom Five; 8) The Hardest Thing In The World;

9) Made Of Stone; 10) Going Down; 11) She Bangs The Drums; 12) Mersey Paradise;

13) Standing Here; 14) I Wanna Be Adored; 15) Waterfall; 16) I Am The Resurrection;

17) Where Angels Play; 18) Fools Gold; 19) What The World Is Waiting For;

20) Something Burning; 21) One Love;

[BONUS TRACKS:] 22) I Am Without Shoes; 23) Groove (Black Magic Devil Woman).

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Esta recopilación recoge todos los singles que la banda publicó a lo largo de su exigua carrera, que fueron un buen montón como podemos comprobar. Es también más completo que el recopilatorio previo que había salido en 1992 con el título de Turns Into Stone, el cual además incluía innecesarios remixes que alargaban demasiado algunos de los temas. ‘Made Of Stone’ y ‘She Bangs The Drums’ son directamente las mismas del álbum de debut, mientras que ‘Waterfall’, ‘I Wanna Be Adored’ y ‘I Am The Resurrection’ son las versiones editadas (reducidas) para su lanzamiento en single, las dos últimas por razones bien obvias. En el caso de ‘I Am The Resurrection’ es también una mezcla diferente que suena algo más electrónica y al mismo tiempo mucho más artificial, perdiendo buena parte del efecto catártico de la original, en parte porque la memorable parte de guitarra es sustituida aquí por otra de simple acompañamiento y sin visos de lo que Squire ya realizara en el disco de debut. En cualquier caso, es del año 1992 y seguramente que pasó inadvertido. Es importante señalar que todos los singles incluidos están ordenados cronológicamente y son de la segunda mitad de los ochenta, entre 1985 y 1989, ya que el grupo tenía una trayectoria previa antes de lograr grabar el álbum con el cual debutaron.

 

Las dos primeras canciones pertenecen a un single de 1985 y demuestran voluntariedad de impactar en el oyente mediante ritmos amenazantes, una guitarra poderosa que se desgarra en distorsiones varias y una voz arrogante de Ian Brown. No presentan melodías reconocibles, pero la atmósfera opresiva que consiguen es muy meritoria para tratarse de unos chavales que comenzaban. El problema viene a partir de aquí, que comienzan a vulgarizarse y los tres siguientes singles, de 1987, no están mal (bueno, la más acústica ‘All Across The Sands’ es más floja) pero no tienen nada que pueda recordarse, como si componer una melodía no estuviera en sus planes.

 

La necesidad de evolucionar era más que evidente y por ello el single ‘Elephant Stone’ marca un antes y un después en la trayectoria de los Stone Roses. Por primera vez se incorporan ritmos dance a la música de la banda y surge así una nueva vía para explotar, ya que pocos grupos de entonces podían alardear de un sonido de este calibre. Vuelve a fallar un poco el apartado de las melodías, pero lo novedoso de un sonido tan potente y pegadizo ya es de por sí un aliciente para conocerlo. De aquí en adelante ya llegamos a la historia conocida pero con un puñado de temas más para descubrir, que en cualquier caso no llegan a la grandeza de las mejores canciones que habíamos conocido con anterioridad. El experimento de reproducir en sentido inverso que habíamos visto en ‘Don't Stop’ tiene aquí su precedente en ‘Full Fathom Five’, que debe tomarse como una gracia propia de una cara B sin pretensiones, en este caso de ‘Elephant Stone’. Solo por el hecho de que pueda escucharse algo en ese estilo, como ya dijimos en su momento, es suficiente mérito. El bonus track ‘I Am Without Shoes’ es otro experimento del estilo.

 

Por lo demás, lo que abundan son temas de relleno (‘The Hardest Thing In The World’, ‘Mersey Paradise’, ‘Standing Here’) que en muchos casos beben de otros temas suyos mejores. En el caso de ‘Going Down’, se nota el intento de conseguir un tema pop de notables melodías, pero al final se queda en eso, en un intento que no logra superar la barrera de lo convencional. Solo hay unas pocas excepciones a tanta inutilidad como son ‘What The World Is Waiting For’ o la angelical ‘Where Angels Play’, donde por fin consiguen melodías reconocibles y que se acercan a sus mejores logros. También cabe destacar como sorpresa la interesante jam que se marcan en el bonus track ‘Groove (Black Magic Devil Woman)’, uno de esos temas que huele a archivo demasiado rápido cuando presenta un sonido y una estructura que podría haberse aprovechado para cotas más altas.

 

Por suerte, fuera de tanto contenido superfluo o repetido que configura esta recopilación, hay lugar para la esperanza. De lo que se vino a llamar Madchester no se puede decir que fuera susceptible de producir obras de arte, pero ‘Fool's Gold’ es una verdadera joya tanto en lo concerniente al ritmo y a la melodía, como por su estructura y desarrollo. La impresión que da al comienzo no es nada buena, puesto que el ritmo no demasiado rápido y repetitivo, así como la voz susurrante e inexpresiva, no inspiran mucha confianza. No es hasta que entra la guitarra de Squire que definitivamente arranca el tema, actuando como estímulo y liderando el desarrollo con un estilo variable que por momentos bordea el funk o la psicodelia, sirviendo de catalizador para que el resto de elementos acaben convergiendo en el mismo cénit de la composición. Es curioso que el siguiente single, con ‘One Love’ de cara A y ‘Something Burning’ de cara B, parezca en ambos casos el intento de hacer algo similar pero consiguiendo la mitad del efecto de ‘Fool's Gold’, ya que se ha perdido toda la frescura original.

 

Acaba aquí, por tanto, el análisis de la producción de un grupo engrandecido hasta los altares del rock pero que al final no era para tanto. La irrelevancia de sus carreras posteriores denota que la fortaleza de los Stone Roses estuvo en lograr un sonido muy original pero sin mucho recorrido, hasta que ya no se pudo exprimir más. Poco bagaje para que puedan estar incluidos entre los más grandes, pero suficiente para merecer una mención en esta humilde web.

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