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VAN DER GRAAF GENERATOR

2020

THE AEROSOL GREY MACHINE

Año de publicación: 1969

Puntuación:

Puntuación:

1) Afterwards; 2) Orthentian St. (Parts I & II); 3) Running Back; 4) Into A Game;

5) Ferret & Featherbird; 6) Aerosol Grey Machine; 7) Black Smoke Yen; 8) Aquarian;

9) Giant Squid; 10) Octopus; 11) Necromancer.

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2020

Otro de esos grupos de trayectoria convulsa y que orbitan alrededor de uno de sus miembros, Van der Graaf Generator fue variando su formación a lo largo de los años y décadas, con su líder y casi exclusivo compositor Peter Hammill como fuerza motora de este grupo de rock progresivo que comenzó en los mismos inicios del género. En este debut podemos comprobar que saben conjuntar influencias diversas, sobre todo restos de psicodelia, como también aflora muy pronto el personalismo de Hammill, que se trasluce en la particular parte vocal con esos giros melódicos y carácter de himno que Peter lograba alcanzar en los momentos de mayor inspiración. La formación en este debut es de cuarteto, con la adición en algunos casos de flauta o saxofón, alcanzando un sonido denso en algunos momentos aunque también se denota la falta de experiencia, algo lógico en estos comienzos.

 

Por todo ello, este disco puede necesitar de varias escuchas antes de conseguir superar la barrera de la inexperiencia. En un principio ‘Afterwards’ no llama mucho la atención porque su melodía vocal principal parece algo simplona. Sin embargo, el estribillo (o quizá sea un final de estrofa porque no existe estribillo) contiene uno de esos toques melódicos de genialidad eventual que adornan los mejores logros de Peter Hammill. También cabe destacar el genial intermedio instrumental, donde el teclado brilla con un sonido entre clavecín y sintetizador que reproduce y también mejora las melodías vocales que hemos escuchado previamente. Las carencias de Hammill en estos inicios se ven pronto cuando llega ‘Running Back’, pues el intento de pasar por cantante de folk progresivo con su guitarra no acaba de convencer y tan solo las aportaciones del resto de músicos consiguen salvar mínimamente este excesivo tema de más de seis minutos. En ese estilo está mejor conseguida ‘Ferret & Featherbird’, pues al menos resulta interesante la parte vocal. Que son un grupo novel lo atestigua también la tosquedad en las transiciones de ‘Into A Game’, puesto que les falta maestría para conseguir que sea todo más gradual y de esta manera que hubiera dejado una mejor sensación este tema. Es curioso que esté acreditado a los cuatro miembros estables del grupo en ese momento.

 

En una pieza larga como ‘Aquarian’ (la única que sobrepasa los ocho minutos) nos ofrecen un amplio muestrario de estados de ánimo, donde sobresale el épico estribillo de gloria progresiva. Cuando hacen el amago de interpretarlo por segunda vez y lo oímos solamente en forma instrumental, el efecto es mágico. Por el contrario, la desconcertante ‘Orthentian St.’ queda un tanto difusa y la única diferencia entre la primera y la segunda parte es que la primera nos deja con la idea de que algo no se ha acabado de desarrollar, mientras que en la segunda hay algo más de energía. La brevísima ‘Aerosol Grey Machine’ es una pequeña broma en forma de vodevil, incluida quizá por lo inesperado de escuchar algo así en una obra de rock progresivo.

 

En el breve instrumental ‘Black Smoke Yen’, la única composición donde Hammill no tiene nada que ver, se acercan a los aires orientales de Pink Floyd en su álbum A Saucerful Of Secrets. Algo más tendente al jazz resulta ‘Giant Squid’, poseedora de un amenazante ritmo donde el teclado deja un atrayente solo de estructura libre. El bajo pulsante de ‘Octopus’ (cuánto animal marino) y el esquizoide teclado parecen también un préstamo de Pink Floyd, pero en este caso de la primera etapa con Syd Barrett (esto es, si contamos que en el segundo álbum la participación de Syd es casi circunstancial), como también parecen reconocibles algunas de las disonancias empleadas. Y ya que estamos encadenando aquí referencias, ‘Necromancer’ bien podría haber salido de la pluma de Barrett por su estructura errática y sus imposibles melodías que dejan la impresión simultánea de ir contracorriente y a favor del acompañamiento instrumental. Es decir, puro Syd Barrett.

 

Así pues, todas estas influencias junto a la visión propia de Hammill es lo que convierte este debut de Van der Graaf Generator en una anomalía dentro de su discografía, pero al mismo tiempo lo vuelve interesante por la singularidad de la propuesta. Esta singularidad también se ve acompañada, en algunos casos, por deslumbrantes momentos musicales, que aun siendo escasos bien valen la pena. En definitiva, la irregularidad que recorre el álbum se ve ampliamente compensada por los momentos de gloria que engrandecen este debut. No es precisamente una obra maestra, ni de lejos, pero sí un valioso descubrimiento.

THE LEAST WE CAN DO IS WAVE TO EACH OTHER

Año de publicación: 1970

Puntuación:

1) Darkness (11/11); 2) Refugees; 3) White Hammer; 4) Whatever Would Robert Have Said?; 5) Out Of My Book; 6) After The Flood;

[BONUS TRACKS:] 7) The Boat Of Millions Of Years; 8) Refugees (single version).

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En el libreto de este disco puede encontrarse información sobre la gestación del debut de Van der Graaf Generator para conocer que en realidad iba a ser el debut de Peter Hammill en solitario, ya que la formación original de aquellos se había disuelto, pero la discográfica presionó para que se publicara bajo el nombre del grupo. Este hecho puede confirmarse empíricamente mediante la comprobación de las claras diferencias entre el debut y esta continuación, también escrita casi en exclusiva por Hammill pero ya pensada de entrada como un álbum del grupo. Las diferencias principales son: 1) Piezas mucho más largas en general; y 2) Las melodías definitivamente se quedaron olvidadas. Ciertamente, estas diferencias son desalentadoras. En cuanto al grupo, se cambió al bajista y entró como miembro permanente un saxofonista, ampliando así la formación a un quinteto, a quienes se añaden algunos músicos adicionales.

 

Las deficiencias de este álbum pronto se aprecian, pues es común a casi todo el contenido. El convincente tono épico de ‘Darkness (11/11)’ es suficiente para que la escuchemos con interés, pero no todo puede ser épica y la falta de melodías, así como esa sensación de eterno crescendo que tan solo desemboca en un solo de saxofón, no pueden colocar esta composición entre lo mejor del grupo. No obstante, hay que reconocer que la coda instrumental tiene fuerza gracias al gran trabajo del saxofonista. Para disfrutar piezas sin melodías como ‘Refugees’ hay que estar enamorad@ de la forma de cantar de Hammill, sobre todo en el último tercio pretendidamente épico; de otra manera, provoca una indiferencia total, cuando no aburrimiento. Resulta curiosa la introducción musicalmente pastoril que posee la composición. Lo más sorprendente es que la versión en single, que podemos encontrar como bonus track, suena todavía más caótica y pretenciosa, cuando debería ser todo lo contrario. La que sí resulta pastoril es ‘Out Of My Book’, otro ejemplo de esa especie de folk progresivo en el cual le gustaba desenvolverse a Hammill, aunque curiosamente es la única composición donde aparece como coautor, en este caso junto al saxofonista Jackson.

 

La música sacra medieval asoma en el inicio de ‘White Hammer’ para luego dejar paso a un desarrollo nuevamente difuso y sin nada que pueda sacarse en claro. No está mal la ágil sección jazzística que aparece hacia la mitad, pero tampoco aporta mucho más que su interesante ritmo. Nuevamente podríamos mencionar el carácter errático de Syd Barrett (aunque poco tenga que ver con Peter Hammill) para definir todos los giros vocales que presenta ‘Whatever Would Robert Have Said?’, donde resulta imposible sacar algo en claro. Lo mejor que tiene es su sensacional segunda mitad instrumental, iniciada por una guitarra que suena tan barroca como el teclado, para luego transformarse todo en un potente relampagueo de rock progresivo.

 

La pieza más larga del álbum sobrepasa los once minutos y se titula ‘After The Flood’, cuyo comienzo nos hace pensar en Gentle Giant, quienes debutaban en este mismo año de 1970. Unos fellinianos ocho minutos y medio hay que esperar para obtener una aceptable recompensa en una poderosa sección donde Hammill transmite una gran carga emocional a su letra demasiado presuntuosa, mientras los instrumentos incrementan el tono hasta llegar a un estupendo solo de guitarra. La pregunta es: ¿ha valido la pena haber de esperar tanto? Pues solo para l@s fans de la banda, porque todo lo anterior es una mera repetición de esquemas y sonido ya suficientemente explorados en otros lugares, incluso con mayor inspiración en esos casos.

 

El tema adicional ‘The Boat Of Millions Of Years’, cara B del single de ‘Refugees’, se mantiene en los mismos parámetros de ausencia de melodías y cantante en plan profético. Así pues, este álbum supone un grave retroceso respecto a la emoción que transmitía el debut dentro de su inexperiencia. Como The Aerosol Grey Machine estaba pensado como una obra en solitario de Hammill, a veces se suele tomar el presente álbum como el debut propiamente dicho del grupo, pero en ese caso sería una desafortunada manera de iniciar el descubrimiento de la música de una banda muy irregular pero con grandísimos momentos de inspiración que no hay que perderse.

H TO HE WHO AM THE ONLY ONE

Año de publicación: 1970

Puntuación:

1) Killer; 2) House With No Door; 3) The Emperor In His War Room; 4) Lost;

5) Pioneers Over C; [BONUS TRACKS:] 6) Squid 1/Squid 2/Octopus;

7) The Emperor In His War Room (first version).

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Los grandes contrastes cualitativos entre álbumes de Van der Graaf Generator nos llevan aquí al cénit de su producción discográfica. Esta obra de impronunciable título nos ofrece todo aquello por lo que este grupo ha pasado a la historia, aunque haya sido en un segundo plano. Aquí encontraremos una amalgama de rock progresivo, jazz, glam, folk, música clásica, teatralización… y quién sabe cuántos ingredientes más, pero todo con un estilo propio cuyo centro de gravedad es Peter Hammill. La formación seguía siendo la misma del álbum previo, pero en mitad de la grabación el bajista se marchó y su tarea fue realizada por el teclista Hugh Banton, quien en directo tocará las partes de bajo con su órgano, al estilo de Manzarek en The Doors.

 

Escuchar de entrada una pegadiza melodía en ‘Killer’ ya nos indica que el grupo ha vuelto al camino correcto, aunque en este disco ya no encontraremos restos de psicodelia como en el debut. La parte vocal es al mismo tiempo poderosa y épica, consiguiendo un espeluznante efecto cuando Peter alarga las vocales hasta ejecutar él mismo con su voz la melodía principal. Pasados los tres minutos y medio llegamos a un fenomenal intermedio instrumental, cuya magia tan solo se ve disipada cuando entra el maníaco solo de saxofón, llevado este hasta el extremo. De alguna manera, ‘Lost’ ejemplifica lo que les faltaba a los temas del álbum anterior para poder sobrepasar la barrera de “solo para fans”, pues entronca más o menos con lo que habían estado haciendo en aquel. Podemos encontrar alguna melodía desperdigada a través de sus once minutos, pero la ausencia de ellas es suplida a base de una diversa estructura instrumental y un Hammill que emociona con este canto de resignación por el amor perdido e imposible de ser recuperado. Cuando se escucha con detenimiento detalles de calidad como la sencilla pero estupenda melodía que interpreta el saxofón sobre los cinco minutos que le sirve como introducción del interesante solo que se marca Jackson.

 

Acompañado de una instrumentación sobria y liderada por el piano, en ‘House With No Door’ muestra Hammill sus habilidades interpretativas como cantante, transmitiendo la aflicción del personaje que asume su soledad ejemplificada en una casa irreal que no permite la comunicación. La siguiente pieza es todavía mejor porque los instrumentos adoptan un papel más activo y determinante en ‘The Emperor In His War Room’, donde se alternan secciones de balada progresiva con demostraciones de poderío rockero. Solo hay que fijarse en la percusión que acompaña los versos de las estrofas, pues la emoción no llegaría ni a la mitad tan solo si faltara algo tan sencillo. El cambio rítmico en el estribillo (o lo que debería ser el estribillo por defecto, aunque es difícil saberlo) permite alcanzar una nueva dimensión en el tema, mientras la teatralización de Peter es determinante para absorber nuestra atención. Cabe destacar también la participación de Robert Fripp en la guitarra, ejecutando un excelso solo que lleva su firma. En los bonus tracks encontramos la denominada como primera versión, que es casi idéntica a la definitiva y tan solo se echa en falta la guitarra de Fripp.

 

Para cualquier grupo que pretenda crear una pieza multiparte debería tomar como ejemplo ‘Pioneers Over C’. Durante unos trece minutos transita por una gran cantidad de secciones que fluctúan por diferentes ritmos y estados de ánimo sin perder por ello una unidad estructural y conceptual general, es decir, que nunca tenemos la sensación de estar escuchando diferentes canciones simplemente unidas para la ocasión. Toda una contradicción que ellos mismos se encargan de solventar a través de diferentes secciones que van de lo estupendo a lo brillante, incluso añadiendo valientemente alguna disonancia. En los bonus tracks, aparte de lo citado anteriormente, encontramos  la triada de ‘Squid 1/Squid 2/Octopus’, que fue grabada durante las sesiones para el aburridísimo Pawn Hearts y eso, desgraciadamente, se nota también aquí, pues no faltan fragmentos jazzísticos estériles, un solo de batería (aunque breve) o pasajes demasiado estáticos. Pero bueno, que esto no desdibuje esta grandísima obra del rock progresivo donde supieron conjugar la complejidad con la emoción, algo muy difícil de lograr y que ellos mismos serán incapaces de volver a conseguir.

PAWN HEARTS

Año de publicación: 1971

Puntuación:

1) Lemmings (Including Cog); 2) Man-Erg; 3) A Plague Of Lighthouse Keepers;

[BONUS TRACKS:] 4) Theme One (original mix); 5) W (first version);

6) Angle Of Incidents; 7) Ponker's Theme; 8) Diminutions.

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Alcanzada una buena reputación como grupo destacado del rock progresivo, los Van der Graaf Generator se sintieron confiados para extender todavía más sus composiciones y permitir así una mayor libertad a la hora de aunar todo tipo de ideas que sirvieran de vehículo para la poesía fantástica de Peter Hammill. Este ya había debutado en solitario unos meses antes mediante el estupendo Fool's Mate, un álbum que en realidad mostraba las composiciones de Van der Graaf Generator antes de grabar The Aerosol Grey Machine, que es ese mismo estilo pero con temas más breves. En Pawn Hearts uno ya se ha de acostumbrar a la entonación errática de Hammill al cantar, así como a las disonancias que se emplean probablemente porque no hay melodía que pueda adaptarse a algunas de las partes vocales de Peter. Es como la prueba de fuego para saber si se es fan acérrimo de este grupo. Una de las mayores sorpresas es descubrir que participa Robert Fripp tocando la guitarra, aunque en el fondo es una lástima que no pudiera ser mejor aprovechado con mejores composiciones.

 

Un astral inicio nos introduce con buenas expectativas en ‘Lemmings (Including Cog)’, a pesar de que luego entra una parte vocal que se encamina hacia la ostentación y las disonancias. A los dos minutos llega el mejor momento, pues tras un breve fragmento de órgano barroco llega un descomunal riff interpretado por el saxofón y la guitarra, acompañados de la desquiciada voz de Hammill: “We have looked upon the high Kings / Found them less than mortals”. Esto se volverá a repetir más adelante, pues no solo de atonalidades puede vivir un grupo. En la siguiente pieza podemos afirmar que la primera parte de ‘Man-Erg’ sí que está entre lo mejor que hayan hecho nunca los Van der Graaf Generator. Es de una gran emoción escuchar la interpretación de Peter en el papel del protagonista que se reconoce como un asesino y que acaba expresando todo su sufrimiento en un épico e inolvidable estribillo donde los instrumentos llegan al clímax al mismo tiempo que la voz. Luego llega un pasaje instrumental de fuerte carga rockera que acaba llegando a otra sección cantada más relajada pero con poco gancho también. Es curioso como en los álbumes previos encontrábamos temas con los títulos de ‘Killer’ y ‘Refugees’ y aquí se hace mención en la letra de ambos caracteres, como si fueran unas figuras recurrentes en la imaginería de Peter Hammill.

 

‘A Plague Of Lighthouse Keepers’ dura tanto como los dos temas previos juntos y presenta un interesante comienzo donde un adictivo órgano acompaña la teatralización vocal de Peter, si bien el primer instrumento que toma el mando es el saxofón. Cuando sobrepasamos los dos minutos ya entrevemos que la cosa empieza a torcerse. Hay varios parones falsos pero en ningún momento se consigue nada tan memorable como el principio, transitando por pasajes ostentosos, recargados y en muchos casos exagerados, que acaban dinamitando la paciencia del oyente. Sobre todo si llegamos a fragmentos insufribles como el estruendo que podemos escuchar sobre los diecisiete minutos, un verdadero suplicio. Por si a alguien le gusta ese tipo de abstracciones irritantes, en los bonus tracks tendrá el placer de disfrutar de algo similar en ‘Angle Of Incidents’, compuesta además por el baterista Evans. En el caso de ‘Diminutions’ está compuesta por el teclista Banton y tiene un propósito más atmosférico, aunque sea igualmente difícil de escuchar. El saxofonista Jackson no iba a ser menos y aporta la irrelevante ‘Ponker's Theme’, que al menos pretende agradar.

 

Y ya que estamos hablando de los bonus tracks, nos queda citar un single de la época cuyas dos caras podemos encontrar ahí. Lo que esperamos de un grupo como Van der Graaf Generator es que de vez en cuando se lancen a por melodías épicas como la de teclado en ‘Theme One’, decididamente más comercial pero sin perder las características del rock progresivo. En realidad es una composición de George Martin, el productor de los Beatles, y fue publicada como cara A del single, siendo la cara B la mucho más floja ‘W’. Por tanto, los bonus tracks son de calidad tan variable como el resto de este álbum tan loado como despreciado porque en cuestión de segundos pasa de lo sublime a lo insufrible, manteniéndose más tiempo en lo segundo que en lo primero. Una verdadera lástima, porque algunos momentos como esa primera parte de ‘Man-Erg’ son de obligada escuchar para tod@ amante del rock progresivo. El grupo acabaría disolviéndose y Hammill prosiguió su carrera en solitario, pero en unos años volverían a juntarse nuevamente, en teoría con la lección aprendida.

GODBLUFF

Año de publicación: 1975

Puntuación:

1) The Undercover Man; 2) Scorched Earth; 3) Arrow; 4) The Sleepwalkers;

[BONUS TRACKS:] 5) Forsaken Gardens; 6) A Louse Is Not A Home.

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No parecía posible un retorno de Van der Graaf Generator si nos fijamos en que hasta cuatro álbumes publicó Peter Hammill durante el parón de la banda, contando además con la participación eventual de sus excompañeros, lo cual también denota la buena relación que seguía habiendo entre ellos. Sin embargo, en el libreto que acompaña al CD se explica muy gráficamente la tensión existente entre los miembros del grupo que les llevó a la disolución unos años antes, pues en palabras del propio Hammill cada uno iba en un vehículo diferente a los conciertos. Y el ritmo de conciertos era frenético, sin apenas descanso. Aquí volvemos a escuchar el estilo típico de la banda, pero sin olvidar tanto el componente melódico, que es lo que había lastrado sus obras más flojas. Lo más novedoso viene de la guitarra eléctrica, pues aunque ya la había tocado en sus álbumes en solitario, es en Godbluff cuando Hammill toca por primera vez de manera recurrente este instrumento en un álbum de Van der Graaf Generator.

 

El álbum está conformado por cuatro piezas extensas que bordean o superan los diez minutos. ¡Incluso los bonus tracks son bien largos! Pero no esperemos encontrar nada que pueda siquiera tildarse de mínimamente comercial, por supuesto. De hecho, la única pieza que engancha desde el principio es justamente la última de lo que era el LP original: ‘The Sleepwalkers’. Su atrayente melodía juguetona de teclado es una maravilla y se acopla muy bien con la voz de Peter, quien alcanza por fin una épica muy bien lograda. Más adelante no consigue llegar tan alto, pero se mantiene con pasajes potentes que muestran a una banda con poderío y consistencia.

 

Nada más comenzar ‘The Undercover Man’ nos damos cuenta de que no solo hay que acostumbrarse a los giros bruscos de ritmos y melodías, sino también a los cambios abruptos de entonación en la manera de cantar de Peter, pasando de la calma a la histeria en cuestión de décimas de segundo. Una vez hecho ese esfuerzo, sea pequeño o grande, nos encontraremos con una composición variada y con diversos detalles técnicos de interés. En el último tercio de ‘Scorched Earth’ encontramos lo más destacado, que es cuando se desatan con un espectacular pasaje instrumental que comienza de manera sencilla para ir cobrando complejidad conforme avanza, evolucionando hasta alcanzar las disonancias, lo cual parecía el objetivo normalmente para este grupo. Por otra parte, el free-jazz asoma en ‘Arrow’ como introducción durante unos tres minutos. Afortunadamente, luego se desenvuelve todo en terrenos conocidos para esta banda, alternando melodías sueltas (donde algunas bien valen la pena y otras es mejor olvidarlas, como siempre) con extremismos musicales varios.

 

En los bonus tracks encontramos dos temas de la carrera de Hammill en solitario y además del mismo álbum: The Silent Corner And The Empty Stage. Si no fuera por la calidad de sonido algo floja y por la parte final totalmente pretenciosa en su búsqueda de la solemnidad forzosa, ‘Forsaken Gardens’ estaría sin duda entre lo mejor de este disco. Peor calidad sonora posee ‘A Louse Is Not A Home’, que también denota su grandeza pero no puede disfrutarse (una lástima que su apoteósico final se escuche tan mal), aparte de que sus casi trece minutos dejan demasiado espacio para las grandilocuencias de Peter. Estas dos piezas añadidas mantienen de alguna manera el nivel de este álbum que es bastante bueno aunque posea momentos difíciles de digerir, que es la tónica en este grupo.

2021

STILL LIFE

Año de publicación: 1976

Puntuación:

1) Pilgrims; 2) Still Life; 3) La Rossa; 4) My Room (Waiting For Wonderland);

5) Childlike Faith In Childhood's End;

[BONUS TRACK:] 6) Gog.

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2021

Que Peter Hammill debía ser una persona hiperactiva, al menos durante sus primeros quince años como músico, parece quedar documentado con la cantidad ingente de álbumes publicados, que nos muestran a un artista muy prolífico. En este retorno temporal de Van der Graaf Generator publicará cuatro obras de estudio en tres años, pero sin olvidar también algunas otras pertenecientes a la carrera en solitario de Hammill, donde a veces no se aprecia bien la diferencia entre una u otra. Lo que se aprecia claramente es la continuidad entre Godbluff y Still Life, algo lógico porque tampoco podía esperarse de estos tipos que fueran camaleones y se mimetizaran con las corrientes musicales del momento, aunque para 1976 todavía se entendía el rock progresivo como estilo proclive a su comercialización.

 

Pero el grupo va a lo suyo, a lo que se le da bien cuando están inspirados, que es crear entramados sonoros que complementen la guía vocal de Hammill, líder y protagonista de esta música. Pero cuando este grababa bajo el nombre del grupo, quería decir que el apartado instrumental tendría también su papel importante. Un ejemplo de lo mejor que podían ofrecer en esta época (y a partir de ahora) lo encontramos justo en el primer tema, ‘Pilgrims’, pues en conjunto es una composición equilibrada donde todos los músicos parecen apoyarse, ayudarse y complementarse en los momentos idóneos. En el apartado vocal Peter muestra garra, aunque por momentos se queda bordeando el límite de donde acaba la melodía y comienza el patinazo cacofónico. Cabe destacar el órgano barroco omnipresente y la potente coda instrumental donde podemos apreciar mejor las sutiles melodías que impregnan este tema. Eso sí, hay que tener mucha estima por Hammill para aguantar con estoicismo los primeros casi tres minutos de ‘Still Life’, pues se trata de su show vocal particular casi sin acompañamiento instrumental. Luego entra la sección rítmica y ya entramos en esos terrenos más complejos pero también más conocidos que pueden hacerse digeribles para el oyente medio. De manera análoga, hay que tenerle mucho aprecio a los cambios de ritmo y las atonalidades moderadas para disfrutar ‘La Rossa’.

 

Cuando llega ‘My Room (Waiting For Wonderland)’ intuimos que es el momento de relajación necesario y para contribuir a ello Peter nos canta una cálida y cercana parte vocal. Como es obvio, no todo va a ser un viaje musical placentero y hacia la mitad se acelera todo un poco, pero todo de forma mesurada, de tal manera que el propósito de agradar se mantiene hasta el final aunque haya lugar para algo de improvisación. Lo que era el LP original acaba también con otra pieza inicialmente más tranquila, ‘Childlike Faith In Childhood's End’, que es además la más extensa. Su ritmo es más animado y no se le puede calificar de balada en ningún momento, mucho menos cuando vamos comprobando cómo, a lo largo de sus doce minutos, los cambios de ritmo se suceden continuamente. Lo que no acaba de convencer es el pretendido final apoteósico, pues la voz suena demasiado forzada para lo que se pretende conseguir. Como pieza adicional encontramos en directo una titulada ‘Gog’, con una calidad de sonido bastante mala que se une a su carácter intimidante y alejado de melodías, de tal manera que resulta casi indigerible. Podrían haberla obviado para no dejar una mala sensación en un álbum que cuesta disfrutar las primeras veces y que va revelando sus sutilezas (que tampoco son tantas) en consiguientes escuchas.

WORLD RECORD

Año de publicación: 1976

Puntuación:

1) When She Comes; 2) A Place To Survive; 3) Masks;

4) Meurglys III (The Songwriters Guild); 5) Wondering;

[BONUS TRACKS:] 6) When She Comes (live); 7) Masks (live).

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Que Van der Graaf Generator era un grupo que iba contracorriente queda más que ejemplificado con este nuevo álbum, el tercero en dos años. Lo que todo el mundo hubiera esperado es que cada vez sonaran más complejos, pues las melodías no eran su fuerte y lo más sencillo era dedicarse a improvisar a ver lo que les salía. Pero no, en esta tercera entrega resulta que nos ofrecen unas piezas extensas pero sumamente accesibles, sobre todo si lo comparamos con lo que había sido la trayectoria de la banda e incluso de Peter Hammill en solitario, pues obviamente sigue siendo el compositor casi absoluto de todo el material del grupo. Así pues, llegamos aquí a la cima de la segunda etapa del grupo, justo antes de la segunda disolución que será casi definitiva.

 

Aunque hayamos informado previamente de lo accesibles que se han vuelto, el comienzo al mismo tiempo rítmico y disonante de ‘When She Comes’ nos hace pensar inmediatamente en Gentle Giant. Pero cada vez que Hammill canta el título se renueva con energía este tema, introduciéndonos en ese mundo imprevisible donde la estructura de una composición puede variar en cualquier momento y bifurcarse por cualquier vericueto viable. De hecho, el extenso y diverso intermedio instrumental donde se coloca el saxofón en primer plano es de lo más accesible que podemos escuchar en este grupo, sin que por ello se pierda un ápice de la fortaleza rítmica y de la solemnidad que imprimen a ese pasaje. El retorno de la parte vocal es ya el desenfreno que esperábamos con los instrumentos elevando el tono también, en especial el órgano de Banton. Esto es VdGG en estado puro. O le entra a uno, o le cierra la puerta indefinidamente.

 

Menos interesante resulta ‘A Place To Survive’ porque sus melodías no llaman la atención y tan solo la energía que transmite consigue que no decaiga durante sus diez minutos algo excesivos. En forma de plácida balada se inicia ‘Masks’, aunque eso ya sabemos que cambiará en cualquier momento, que es justamente cuando Peter empieza a forzar la voz como a él le gusta. A partir de ese momento el ritmo es más potente y los instrumentos se vuelven más incisivos, mientras que Hammill busca esa grandeza músico-lírica al estilo de la primera parte de ‘Man-Erg’, pero desafortunadamente no consigue llegar a tanta catarsis emocional. También se busca una gran solemnidad como final de lo que era el LP original, ‘Wondering’, que más o menos lo consiguen aunque Peter se viene demasiado arriba en su papel y luego recargan demasiado el sonido, volviéndose demasiado ostentosos. Este tema es el único cuya composición no recae exclusivamente en Hammill, pues Banton aparece como coautor.

 

Un tema de veinte minutos en este grupo puede provocar justificadas reticencias ante lo que podemos tragarnos, pero ‘Meurglys III (The Songwriters Guild)’ nos sorprende una vez más de manera grata, pues contiene pasajes verdaderamente emocionantes. Por ejemplo, el que aparece pasados los ocho minutos, que contiene una memorable melodía que tiene un regusto a música española tipo Manuel de Falla o Joaquín Turina. La composición es básicamente instrumental, pero los músicos buscan agradar al oyente (sin que sirva de precedente), de tal manera que el último tercio se sustenta en un ritmo inspirado en el reggae. No estamos acostumbrados a escuchar a Hammill con la guitarra eléctrica, pero en los últimos años había avanzado grandes pasos en ese sentido y aquí se muestra original aunque su técnica no sea la de un virtuoso.

 

Desgraciadamente, el sorprendente equilibrio alcanzado en muchos aspectos se acabará muy pronto por la salida del grupo del saxofonista Jackson y el organista Banton. Este último nos cuenta en el libreto que su salida fue debida a que se acababa de casar y la vida de hombre casado con la de músico en la carretera no eran compatibles, así que lo más honesto era marcharse. Lo de David Jackson ya es más confuso, pues seguirá participando en los álbumes en solitario de Peter Hammill. Todavía publicarán un álbum más antes de su disolución, pero World Record queda como la demostración de que tenían capacidad para llegar a amplias capas de público. Cuando menos, antes de la ya cercana irrupción de Johnny Rotten y los suyos en la escena musical.

2022

THE QUIET ZONE / THE PLEASURE DOME

Año de publicación: 1977

Puntuación:

1) Lizard Play; 2) The Habit Of The Broken Heart; 3) The Siren Song; 4) Last Frame;

5) The Wave; 6) Cat's Eye/Yellow Fever (Running); 7) The Sphinx In The Face;

8) Chemical World; 9) The Sphinx Returns;

[BONUS TRACKS:] 10) Door; 11) Ship Of Fools; 12) The Wave (demo).

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2022

La primera vez que uno escucha este álbum, lo más probable es que piense después “¿Qué es lo que acabo de escuchar? ¡No recuerdo nada!”. Bueno, esa situación le puede ocurrir con el 90% de álbumes publicados por Van der Graaf Generator. O bueno, ya sin el Generator, pues el nombre lo encontraremos a partir de ahora acortado a Van der Graaf. Esto quizá fue debido a la salida de un pilar en la formación como era el teclista Hugh Banton y la entrada de un violinista, dos hechos consumados que afectan directamente al sonido desarrollado por el grupo en este álbum. Por otra parte, a Peter Hammill es como si la inspiración le hubiera abandonado y toda la expectación que había logrado con sus álbumes anteriores, aquí se pierde. El doble título de la obra está referida a la separación entre los cuatro primeros temas (The Quiet Zone) y los cinco siguientes (The Pleasure Dome), aunque tampoco es que se pueda encontrar una relación de la música con el silencio o el placer.

 

La interesante introducción de ‘Lizard Play’ y el variado ritmo, a veces complejo, que le imprimen son suficientes para mantener el interés, pero esto no puede sostenerse a lo largo de un LP si no se aportan ideas interesantes. Así, el problema de ‘The Siren Song’ es que transmite monotonía cuando en realidad se van añadiendo instrumentos conforme avanza, al mismo tiempo que Peter va elevando el registro de su canto. Pero es que tampoco resulta muy atrayente el apartado vocal y tan solo cobra vitalidad el tema en su segunda mitad, con una jovialidad poco habitual en este grupo, conseguida esta con el violín. También podrían haber dejado como instrumental ‘Last Frame’ y hubiera ganado puntos, pues tan solo cuando Peter se amolda a las melodías instrumentales es cuando consigue convencer, pero eso a él no le gusta mucho. El problema de ‘The Sphinx In The Face’ es que se acaba repitiendo demasiado en su segunda mitad y eso le hace perder el fuerte impacto previo de su poderoso apartado vocal. Por si fuera poco, esa parte final nos la vuelven a repetir durante un minuto más en el tema que cerraba originalmente el LP, ‘The Sphinx Returns’.

 

Una ambientación inquietante nos envuelve en ‘The Habit Of The Broken Heart’ hasta que pasado el minuto y medio se transforma en una especie de pop arrastrado con un prominente bajo liderando la transición, hasta que llegamos por sorpresa al último medio minuto de solemnidad y relajación, que es el mejor broche posible. El poderoso comienzo liderado por el violín (cuyo intérprete aparece como coautor) de ‘Cat's Eye/Yellow Fever (Running)’ nos hace pensar en los Curved Air, aunque pronto se lanzan a una complejidad que estos últimos no podían alcanzar. En cambio, ‘The Wave’ es una balada liderada por el piano y donde Hammill acaba divagando en su manera particular de cantar, llegando a un clímax que no acaba de convencer. Resulta sorprendente encontrar en los bonus tracks una demo que es todo lo contrario, un desenfreno eléctrico con un ritmo potente.

 

Y hablando de los bonus tracks, son más interesantes de lo que cabría prever y un pegadizo riff que aparece en primer término ya nos permite distinguir con claridad una canción como ‘Door’, que fue un descarte del álbum. El delicado instrumental ‘Ship Of Fools’ fue publicado como cara B de single, aunque parece increíble que de este álbum pudiera extraerse algo con posibilidad de ser vendido. Pero se trata de una interesante pieza, sin atonalidades ni complejidad excesiva, que permite disfrutar con calma de la excelente técnica de estos músicos. Este contenido adicional deja una buena sensación final, pero eso no debe hacernos olvidar que se trata de un álbum flojo que hacía retroceder a la banda.

VITAL

Año de publicación: 1978

Puntuación:

CD I: 1) Ship Of Fools; 2) Still Life; 3) Last Frame; 4) Mirror Images;

5) Medley: Plague Of Lighthouse Keepers/The Sleepwalkers.

CD II: 1) Pioneers Over C; 2) Sci-Finance; 3) Door; 4) Urban/Killer/Urban;

5) Nadir's Big Chance.

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04 stars.png

Todos los grupos de rock progresivo precisan de un álbum en directo donde puedan demostrar que su capacidad técnica (elemento imprescindible para todo grupo de este género) no es fruto del estudio de grabación sino de la habilidad y verdadera calidad de los músicos. El álbum en directo de Van der Graaf (nombre ya acortado en el álbum previo) no podía llegar en el peor momento porque tan solo unos meses después de este concierto, que tuvo lugar en el mítico club Marquee de Londres en enero de 1978, el grupo se disolvería casi definitivamente y no volverían a tocar hasta más de un cuarto de siglo después. Como vemos en la imagen de la portada, seis músicos aparecen sobre el escenario. Esto es debido a la incorporación de un violoncelista (el primero por la derecha), si bien el saxofonista Jackson solo participa en cuatro de los temas interpretados. En cualquier caso, todo lo que pensemos que podía salir mal, sale efectivamente mal. En general, el grupo parece que esté tocando por tocar, sin ninguna compenetración especial, simplemente para cumplir. De esta manera, la emoción brilla por su ausencia y no aprovechan apenas ninguna de las preciadas melodías que hasta ese momento atesoraban en su carrera, ni siquiera de lo más reciente.

 

El medley de ‘Plague Of Lighthouse Keepers’ y ‘The Sleepwalkers’ suena convincente hasta que sobrepasados los cinco minutos comienzan a sumergirse en la sempiterna improvisación algo vacua. Pero visto el contenido de este álbum, pues nos podremos dar por satisfechos con lo obtenido. Por ejemplo, quien hubiera escuchado ‘Ship Of Fools’ en el contenido adicional del álbum previo, quedará horrorizado ante la irritante ejecución en directo, donde parece que buscan deliberadamente la provocación porque más lamentables no pueden sonar, llevándose Hammill la palma con unos berridos que harían pasar por barítono a Johnny Rotten. De esta manera, cuando llega a continuación ‘Still Life’ ya no nos pilla desprevenidos y hasta podemos tolerar algunos pasajes, aunque se quedan bordeando una delgada línea que separa lo digerible de lo que no lo es.

 

Encontraremos algunas novedades que en realidad no lo son tanto porque algunos temas pertenecen a la carrera en solitario de Hammill, como la irritante ‘Nadir's Big Chance’. Las imágenes que transmite la influencia renacentista de ‘Mirror Images’, una pieza que no saldría publicada en estudio por Hammill hasta el año siguiente, son las de épocas antiguas y bien podrían haber dejado el tema como un delicioso instrumental, pues luego a Peter le entran la megalomanía y el afán de protagonismo, lastrando la composición de una manera que ya no se recupera hasta que los músicos se dejan de estridencias y vuelven a la primera sección. ‘Sci-Finance’ es otra indigerible composición, mientras que ‘Urban’ no es más que otra pieza de fortaleza rítmica donde el grupo no ofrece nada novedoso. Que hayan insertado algo de ‘Killer’ no ayuda nada, pues tampoco recogen las memorables melodías que contenía dicho tema, que sería lo suyo.

 

No merece la pena detenerse en concretar más, pues este álbum no refleja la grandeza que tuvo la banda ni el material representativo por el que merecen ser recordados. Este es el show de Peter Hammill con unos acompañantes que ya no creen en él (aunque el violinista y el saxofonista seguirán en la carrera en solitario de Peter) o que simplemente se muestran cansados. Quizá si hubieran hecho una selección de grabaciones de la gira, hubiéramos obtenido un álbum más equilibrado, pero esto queda como una triste despedida que podrían haberse ahorrado.

TIME VAULTS

Año de publicación: 1982

Puntuación:

1) The Liquidator; 2) Rift Valley; 3) Tarzan; 4) Coil Night; 5) Time Vaults;

6) Drift (I Hope It Won't); 7) Roncevaux; 8) It All Went Red;

9) Faint And Forsaken; 10) Black Room.

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Recuperaban el nombre completo de Van der Graaf Generator pero no porque existiera una reunión, sino porque este álbum recoge grabaciones inéditas entre 1972 y 1975 (el intervalo de tiempo en que no publicaron nada) que quedaron archivadas en su momento. Así que buena parte de estos temas, grabados en 1972, pueden entenderse como la continuación de Pawn Hearts que nunca tuvo lugar. En el libreto del disco se define a la banda como lo contrario a lo que se llama “easy listening”, describiéndolos certeramente como “difficult listening” aunque bien podríamos añadirles el adverbio “very” delante. Y la época de Pawn Hearts fue justo eso mismo. Algunas de las ideas desplegadas en esta compilación ya habían aparecido en algunos de los álbumes en solitario de Peter Hammill, algo lógico porque la diferencia entre el grupo y su líder era en esencia bien escasa.

 

Nunca podríamos imaginarnos a unos Van der Graaf Generator sonando tan sensibles y melódicos como en ‘The Liquidator’, donde podrían haber conseguido una excepcional composición de haber podido elaborar más la parte vocal, pues el apartado instrumental ya suena perfecto. También buscan llamar la atención muy pronto con el juguetón ritmo de ‘Tarzan’ o nos alegran todavía más cuando realizan una variación mejorada del mismo tema y nos colocan nada más empezar ‘Coil Night’ una melodía reconocible y memorable, así que es una lástima que no trabajaran todavía un poco más este tema, pues la calidad de sonido no es tampoco la mejor. Es el más tardío de todos los temas junto a ‘Rift Valley’, pues ambos datan de 1975. El marcado ritmo y la insistencia de Peter en cantar siguiéndolo, en vez de buscar una melodía alternativa, convierten a ‘Rift Valley’ en un tema incómodo que, en consiguientes escuchas, se acaba tornando en molesto. Menos mal que no lo acabaron incluyendo en Godbluff, cosa que sí podrían haber hecho sin problema con ‘Coil Night’.

 

El título de ‘Time Vaults’ parece una broma porque se trata de la unión de fragmentos de temas independientes y ajenos, pero de temas populares. Por ejemplo, empezamos escuchándolos tocar instrumentalmente ‘Je t'aime... moi non plus’, la canción erótica de Serge Gainsbourg, y con eso ya queda dicho todo. Una sensación similar deja ‘Drift (I Hope It Won't)’, una improvisación con cierto interés pero lastrada por el mal sonido, las voces de fondo y algunas cacofonías. ‘Faint And Forsaken’ también suena como si hubieran extraído un fragmento de alguna improvisación instrumental, sin mayor aliciente, aunque al menos se puede escuchar con agrado. De hecho, una parte proviene de ‘Forsaken Gardens’, una destacada pieza del álbum The Silent Corner And The Empty Stage de Peter Hammill, publicado en 1974.

 

El épico estribillo de ‘Roncevaux’ queda desaprovechado porque la calidad de sonido es pésima y en las estrofas Peter se acaba desbocando demasiado, pero es otro ejemplo del talento particular de Hammill. Casi que queda enlazado con ‘It All Went Red’, donde las cacofonías se acaban volviendo insoportables, como si el título se estuviera refiriendo al color que acaba indicado en la mesa de grabación ante semejante engendro. Sobra decir que si en su momento desecharon una pieza extensa como ‘Black Room’, de nueve minutos, es porque se solazan en su predilección por las estridencias y el caos, alejados de cualquier melodía. Tiene momentos de calma para que cojamos fuerzas, pero es una tortura dirigida a melómanos masoquistas. Representa en cierta manera lo que es esta recopilación de grabaciones inéditas, esto es, una amalgama de aciertos y pésimas ideas dirigida a completistas. Si al menos la calidad de sonido hubiera sido buena, podría hasta haber sido algo mínimamente decente, pero no va más allá de satisfacer la curiosidad puntual del oyente.

NOW AND THEN

Año de publicación: 1988

Puntuación:

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1) Saigon Roulette; 2) The Liquidator; 3) Gentlemen Prefer Blues; 4) The Main Slide;

5) Tropic Of Conversation; 6) Spooks; 7) Tarzan; 8) The Epilogue.

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No existe ningún error en la portada de este álbum. Como podemos observar, el nombre de Peter Hammill no aparece, lo cual sería equivalente a encontrar un disco de Dire Straits sin Mark Knopfler. No se sabe qué se les pasó por la cabeza a los otros tres miembros de Van der Graaf Generator para grabar un álbum sin su compositor principal, guitarrista y vocalista, pero acabó publicándose. Eso sí, escucharemos a Hammill en dos de los temas, ‘The Liquidator’ y ‘Tarzan’, pero es que ya habían sido incluidos previamente en Time Vaults. Quizá fue la excusa para seguir empleando el nombre de la banda, esto es, incluir dos grabaciones antiguas y relativamente inéditas. Pero el resto del álbum, instrumental, debería llevar cualquier otro nombre porque esta música no se puede relacionar con Van der Graaf Generator y la complejidad inherente a su producción.

 

La verdad es que, si nos atenemos a lo que podríamos imaginar como Van der Graaf Generator adaptados a la década de los ochenta, nos podría venir a la mente algo tan accesible e insustancial como ‘Saigon Roulette’, la primera de las piezas nuevas que grabaron estos músicos. Al menos las melodías son agradables, pero esta música sirve para tomar el té con las amistades, justo lo contrario de lo que había representado el espíritu de esta banda experimental. Resulta interesante ‘Tropic Of Conversation’ porque presenta suficiente variedad melódica en su estructura y en algunos momentos se aprecia algo de la energía que debe imprimir un grupo de rock, aunque hacia la mitad comienza a divagar peligrosamente, si bien todavía nos ofrecerá algunas melodías interesantes antes de finalizar. El tema más compensado en todos los aspectos es ‘Spooks’, a pesar de que los teclados cobran demasiado protagonismo y puede resultar un tanto empachoso en la recta final. Por el contrario, ‘Gentlemen Prefer Blues’ es como si hubieran retomado ‘Tarzan’ pero sin melodías ni estructura, salvándose únicamente por la depurada técnica que muestran.

 

Si en un disco de Van der Graaf Generator no escuchamos atonalidades, es como que le falta algo y quizá por ello se incluye aquí la inaguantable ‘The Main Slide’, para ver si así hacen honor al nombre. Como pieza final, ‘The Epilogue’ no queda nada mal porque con la guitarra tocada en estilo slide transmite una sensación de final sosegado que el resto de músicos no rompe en ningún momento, solo hay que fijarse en la apacible percusión de panderetas y el saxofón para toda la familia. Quizá eso fue lo que decidió al grupo a publicar semejante engendro de álbum, puesto que contenía piezas que podían escucharse con agrado y podíamos escuchar un poco de la voz carismática de Hammill. Pero es sonrojante y vale la pena evitarlo por ser una pérdida de tiempo.

MAIDA VALE

Año de publicación: 1994

Puntuación:

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1) Darkness; 2) Man-Erg; 3) Scorched Earth; 4) Sleepwalkers; 5) Still Life; 6) La Rossa;

7) When She Comes; 8) Masks.

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Tras ese experimento bastardo y bochornoso de Now And Then, lo único que quedaba era seguir hurgando en el archivo sonoro del grupo. Aquí le tocó el turno a las grabaciones en la BBC, de tal manera que se eligieron cuatro actuaciones y dos temas por cada una de ellas. El orden de aparición es también cronológico, siendo las fechas: junio de 1971, julio de 1975 y abril y noviembre de 1976. De esta última fecha, que se corresponde con los dos últimos temas, cabe señalar que vienen incluidos como bonus tracks en la reedición de World Record y por ello esta recopilación queda algo escasa, si bien quedará bien compensada con la futura publicación del box set The Box en el año 2000.

 

Como podemos observar, se trata de dos fases diferentes del grupo porque por medio está el parón de cuatro años hasta el retorno mediante Godbluff, de cuyo álbum es la mejor pieza interpretada aquí (con permiso de ‘When She Comes’), que es ‘Sleepwalkers’. Los dos primeros temas, de 1971, no aportan nada especial y nos muestran básicamente a unos músicos sin miedo a resultar intimidantes. En todo caso, no encontraremos en ningún momento nada revelador ni nada que nos impida quedarnos con la impresión de que este grupo no tiene interés en directo porque en el estudio ya lo dice todo y en mejores condiciones. Precisamente lo peor de Van der Graaf Generator suelen ser sus improvisaciones indigestas y/o los devaneos egocéntricos de Peter Hammill, y de todo eso hay diversas muestras a lo largo de las interpretaciones, incluso más que en el estudio, como si en directo su ego se creciera más todavía.

 

Así pues, nada se ha perdido la gente que no conozca este disco, ni siquiera los fans de la banda. No está de más comprobar la capacidad que tienen de reproducir en directo la complejidad estructural de las composiciones, sobre todo Hammill porque sus letras son extensas y su voz va por libre, pero no aporta nada al legado de un grupo por entonces caído en el olvido.

THE BOX

Año de publicación: 2000

Puntuación:

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CD I: 1) People You Were Going To; 2) Afterwards; 3) Necromancer; 4) Refugees;

5) Darkness (11/11); 6) After The Flood; ...

CD II: 1) Theme 1; 2) W; … ; 4) (In The) Black Room/The Tower; 5) Lemmings; 6) Man-Erg.

CD III: … 8) Scorched Earth.

CD IV: … 6) Cat's Eye/Yellow Fever; … ; 10) The Sphinx In The Face.

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The Box es un box set recopilatorio de cuatro discos que abarca desde los inicios de Van der Graaf Generator hasta su disolución en 1978. Por medio aparecen grabaciones inéditas en directo (casi todas) y en orden cronológico, que son las que se han indicado arriba y que comentaremos. No hay muchas sorpresas y lo mejor se concentra al principio, que es cuando más frescos e ilusionados suenan los músicos, aunque hay otros factores que afectan directamente a un grupo de estas características, como son los aspectos técnicos del sonido.

 

El primero de los discos es el mejor con diferencia, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. Los seis primeros temas incluidos, que son los novedosos, pertenecen a grabaciones en programas de radio de la BBC de sus primeros años. Entre ellos, los más interesantes son los tres primeros porque datan de finales de 1968, cuando ni siquiera habían publicado su LP de debut. El estilo más pop de los inicios lo podemos disfrutar en la pegadiza ‘People You Were Going To’, el primer single de la banda que demostraba el potencial de Hammill como compositor. De 1971 es ‘Refugees’, que convence un poco más que en la versión de estudio, mientras que ‘Darkness (11/11)’ y ‘After The Flood’ son de 1970 y dejan buena sensación, sobre todo la segunda porque el equivalente de estudio era insufrible, pero en directo se percibe el entusiasmo del grupo por demostrar su fortaleza y la coda es toda una delicia. Así que podemos decir que la mejor versión de ‘After The Flood’ que podemos encontrar es la de esta recopilación.

 

‘Theme 1’ y ‘W’ ya las conocíamos porque vienen añadidas como bonus tracks de Pawn Hearts, aunque en grabaciones diferentes, pero no viene mal volver a recordar la primera de ellas. Los tres últimos temas del segundo disco y el indicado del tercero provienen de un concierto en Rimini (Italia) de 1975, es decir, de su primer retorno, pero no escuchamos al grupo en buena forma. De hecho, si nos fijamos en lo que debía ser un tema estrella como ‘Man-Erg’ (su primera parte), tan solo el órgano rememora la magia de la grabación original, pues la voz anárquica de Hammill suena desafinada en muchos momentos y su guitarra sobra en otros, mientras el resto de músicos al menos cumple con su cometido. Al menos hacia la mitad sí consiguen emocionar con una sección más melódica y cuidada. Del que era entonces su álbum reciente, Godbluff, tan solo encontraremos interpretado ‘Scorched Earth’

 

Aquí nos vuelve a quedar bien claro por qué ‘(In The) Black Room/The Tower’ quedó descartada para su publicación, puesto que en directo no consigue mejorar nada su estructura caótica, las estridencias y la desagradable parte vocal. Por último, los dos temas arriba señalados (‘Cat's Eye/Yellow Fever’ y ‘The Sphinx In The Face’) del cuarto disco provienen de una actuación radiofónica de 1977 en un programa de la BBC y pertenecen a The Pleasure Dome, la segunda mitad del álbum publicado en aquel año. Ambas interpretaciones dejan una buena impresión porque los músicos serían conscientes de la oportunidad que suponía la radio para llegar a más público. Como vemos, el contenido inédito de esta compilación es irregular, pero vale la pena escuchar al grupo en directo en sus momentos inspirados.

PRESENT

Año de publicación: 2005

Puntuación:

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CD I: 1) Every Bloody Emperor; 2) Boleas Panic; 3) Nutter Alert; 4) Abandon Ship!;

5) In Babelsberg; 6) On The Beach.

CD II: 1) Vulcan Meld; 2) Double Bass; 3) Slo Moves; 4) Architectural Hair; 5) Spanner;

6) Crux; 7) Manuelle; 8) Eavy Mate; 9) Homage To Teo; 10) The Price Of Admission.

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Quién podría haber pensado que casi treinta años después de su separación (lo de Now And Then ni cuenta) volvería a aparecer un nuevo álbum de Van der Graaf Generator. Y además en relativa buena forma. El caso es que nunca habían roto lazos por completo y la formación original (Hammill, Banton, Jackson y Evans) volvió a reunirse en el estudio de grabación para comprobar su compenetración y grabar nuevas composiciones para la ocasión. Les dio para un doble álbum, pero porque el segundo está conformado únicamente por improvisaciones en el estudio que no son muy afortunadas salvo la última de ellas. Estas improvisaciones tienen su utilidad y justificación en la tipología de música del grupo, pero será muy difícil que puedan enamorar a quien no sea un fan acérrimo de este cuarteto.

 

El inicio de este disco de retorno no puede ser mejor. A pesar de su comienzo algo atonal y aleatorio, cuando Hammill empieza a cantar en ‘Every Bloody Emperor’ su memorable melodía vocal nos adentramos inmediatamente en la magia especial de este grupo, que parecía ya perdida para siempre. Y conforme avanza la pieza y van uniéndose los músicos para enriquecer la música, más grandiosa se vuelve y más nos alegra haber encontrado esta joya tardía en la discografía de la banda. El instrumental ‘Boleas Panic’ es el único donde Hammill no tiene nada que ver en su composición y contiene un poco de todo, desde una estructura inicial más o menos in crescendo, hasta algún que otro juego ligero de disonancias y, en su tramo final, una delicada ambientación construida entre el teclado, la flauta y la percusión. Es por tanto una de las mejores piezas del álbum, escrita por David Jackson. La versión más potente del grupo la encontramos en la estupenda ‘Nutter Alert’, lastrada únicamente por el afán de protagonismo de un saxofón que no está a la altura en algunos momentos (en otros, pues sí), mientras que ‘In Babelsberg’ resulta más discreta porque no va más allá de su complejo ritmo durante la primera mitad, como tampoco llama la atención la posterior aceleración del ritmo. Parece que nos vamos a encontrar una balada para cerrar el primer disco mediante ‘On The Beach’, pero sus casi siete minutos dan para adentrarse en una especie de swing que no va más allá del mero entretenimiento.

 

El segundo disco, el de las improvisaciones, es enteramente instrumental y bastante aburrido, donde Hammill parece relegado a un papel secundario salvo que esté tocando el teclado, porque la guitarra cuesta escucharla, como no pertenezcan a ella algunas de las cacofonías que aparecen. Entre estas improvisaciones instrumentales encontraremos en su gran mayoría que no son muy inspiradas (‘Vulcan Meld’) o que, a lo sumo, son pasables para lo que uno puede esperar de una banda con gusto por las disonancias. Eso sí, peor que ‘Abandon Ship!’, de horripilantes voces, no encontraremos nada. Encontraremos algunos interesantes pasajes de guitarra de ‘Manuelle’ que también se acaban olvidando cuando acaban repitiéndose todo el tiempo mientras toman el liderazgo el resto de músicos. Y cuando se atisba algo de esperanza porque alcanzan cierta solemnidad en los primeros minutos de ‘Slo Moves’, luego dejan la sensación de que no avanzan y se pierde esa buena impresión inicial.

 

La pieza final ‘The Price Of Admission’ deja una buena sensación, aunque suena como si se hubieran inspirado en la música de los King Crimson contemporáneos, aunque la aparición del saxofón de Jackson nos recuerda que se trata de Van der Graaf Generator. En cualquier caso, es la mejor pieza del segundo disco pero tampoco puede redimir lo que supone más de una hora de improvisaciones. Si se hubieran decidido a publicar tan solo el primer disco, hubiera quedado como un presentable y honesto retorno, acorde a la reputación que el grupo había adquirido en los setenta.

2023

REAL TIME

Año de publicación: 2007

Puntuación:

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CD I: 1) The Undercover Man; 2) Scorched Earth; 3) Refugees; 4) Every Bloody Emperor;

5) Lemmings; 6) (In The) Black Room; 7) Nutter Alert; 8) Darkness (11/11).

CD II: 1) Masks; 2) Childlike Faith In Childhood's End; 3) The Sleepwalkers; 4) Man-Erg;

5) Killer; 6) Wondering.

CD III: 1) Pilgrims; 2) When She Comes; 3) Still Life; 4) Gibberish.

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2023

Tras la publicación de Present la banda volvió a actuar en directo y su primer concierto fue en mayo de 2005, recogido aquí en los dos primeros discos. El tercer disco reúne algunos temas de otros conciertos de la gira correspondiente. Debió ser muy importante para ellos porque Van der Graaf Generator era un grupo del pasado que debía, como mínimo, reivindicar su legado ante las nuevas generaciones. Esa parece la idea cuando observamos que recorren prácticamente toda su discografía en la selección del repertorio interpretado, sin que falten un par de temas de Present. La lástima, aunque era también previsible, es que obvien su emocionante LP de debut, The Aerosol Grey Machine, pero es un estilo muy diferente al que luego desarrollaron y ya no se sentirían cómodos con ello.

 

Para recordarnos lo que significa este grupo, nos colocan en primer lugar un tema de esos que sirve de show personal a Hammill: ‘The Undercover Man’. Él era el líder y él siempre ha determinado las diferencias de sus creaciones. Sin embargo, la voz de Peter no está en forma y eso se nota a las primeras de cambio conforme debe alargar vocales, de tal manera que temas como ‘Pilgrim’ se resienten mucho en ese aspecto. El resto de miembros tampoco es que estén muy en forma, pues por ejemplo no convence el solo de teclado de ‘Every Bloody Emperor’, que era precisamente lo más emocionante de Present.

 

Lo que no se entiende es por qué siguen incluyendo un engendro de composición como ‘(In The) Black Room’ en el repertorio. En las piezas más largas (‘Childlike Faith In Childhood's End’, ‘Man-Erg’) es donde se aprecia el bajo estado de forma del grupo. No se sabe si es que pretenden transmitir una fuerza juvenil que ya no poseen o que simplemente no era su noche. En ‘The Sleepwalkers’ o ‘Lemmings’, dos piezas que también sobrepasan los diez minutos, al menos dejan una sensación aceptable, pero aceptable es un nivel escaso para un grupo que debería demostrar su experiencia y pedigrí, por encima de lo que puede tocar cualquier banda similar.

 

La emocionante entrada de ‘Killer’ nos hace albergar esperanzas de recuperar la mejor cara del grupo, pero la voz demasiado ronca de Peter impide cualquier de acercarse a la gloria de antaño. Pero bueno, es de lo poco salvable para la posteridad en este álbum. Y si quisiéramos ser más concretos, para todo aquel que no sea un fan acérrimo de esta banda, es mejor no escuchar aquí nada más aparte de las interpretaciones de ‘Killer’, ‘Nutter Alert’ y ‘Every Bloody Emperor’. Dentro de un tercer disco absolutamente decepcionante, nos encontramos un título nuevo, ‘Gibberish’, que no es más que una improvisación sin mayor interés. El resto de ese tercer disco es una decepción, sobre todo porque una pieza tan fenomenal como era ‘When She Comes’ la vuelven insufrible en sus dos últimos minutos, como si no supieran qué hacer con ella. Y así es como podríamos definir este álbum en directo, como una decepción.

TRISECTOR

Año de publicación: 2008

Puntuación:

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1) The Hurlyburly; 2) Interference Patterns; 3) The Final Reel; 4) Lifetime; 5) Drop Dead;

6) Only In A Whisper; 7) All That Before; 8) Over The Hill; 9) (We Are) Not Here.

Para este álbum hubo una salida importante de la formación (recordemos que en Present se reunieron los cuatro miembros fundadores) y fue la del saxofonista David Jackson, tan fundamental en la definición del sonido de la banda. De esta manera, se quedaba conformado un trío de guitarra, teclado (con funciones adicionales de bajo) y batería, lo cual era suficiente para desarrollar el estilo de Van der Graaf Generator, a pesar de que el saxofón facilitaba un sonido más consistente. Es evidente que tres instrumentos no pueden conseguir lo mismo que cuatro, cuando todos colaboran al mismo nivel, pero siempre se puede conseguir un trabajo digno si hay esfuerzo e inspiración, independientemente de los elementos elegidos para ello.

 

Sonidos industriales y atonalidades varias sirven de inicio para el instrumental ‘The Hurlyburly’, hasta que pasado el primer minuto entra un animado ritmo donde el teclado toma el liderazgo dentro del entramado rítmico formado por la batería y la guitarra eléctrica. Es como si se hubieran influenciado por The Shadows y grupos similares de los sesenta, mostrando también sus ganas de agradar desde el principio con algo accesible, aunque esto no será la tónica general del disco. Porque claro, Peter no se iba a estar mucho tiempo callado y en ‘Interference Patterns’ ya vuelven los ritmos complejos e incisivos, con la voz de Hammill fluyendo sin mucha mesura. Se agradece la intención de incluir piezas más enérgicas como ‘Drop Dead’ o ‘(We Are) Not Here’, pero en ellas acaban sonando algo así como si fueran un grupo tributo de The Crazy World Of Arthur Brown intentando hacer algo similar a estos. Es lo que tiene quedarse en un formato de trío, esto es, que dificulta la intención de diferenciarse de otros grupos. Es cuando Hammill decide añadir más guitarra y mala leche que consiguen algo enérgico y destacable como ‘All That Before’, si bien a lo largo del álbum encontraremos momentos o incluso piezas enteras como ‘Only In A Whisper’ que dejan indiferente al oyente, a pesar de emplear elementos similares.

 

Se desenvuelven bien por la tranquilidad relativa de ‘The Final Reel’ hasta que Peter empieza a repetir la misma melodía vocal de una manera algo molesta, tanto que hasta los instrumentos seguirán replicando esa misma melodía hasta el final, desaprovechando así la buena impresión que estaban ofreciendo. Una sensación similar deja ‘Lifetime’, como un “quiero y no puedo”, pues posee un interesante inicio donde se crea una ambientación envolvente con el teclado y la percusión de platillos, pero luego no avanza mucho más y cuando parece que la guitarra de Hammill va a aportar lo que falta para convertir esta canción en un verdadero acierto, se queda todo en el mismo lugar hasta que añaden una coda más accesible y convencional donde el solo de guitarra suena sin ganas. Precisamente la pieza donde deben demostrar su estado de forma es ‘Over The Hill’ porque supera los doce minutos y ciertamente salen airosos porque transitan por varios estados de ánimo sin perder consistencia ni convicción, hasta el canto de Peter suena proporcionado y acorde a las secciones donde aparece. Nada más le hubiera faltado alguna melodía memorable para haber ascendido hasta la colección de mejores composiciones de la banda.

 

Por último, para las personas más interesadas en las matemáticas, señalar que la portada del disco no se corresponde con lo que debería significar su título. La trisección normalmente se refiere a un ángulo y significa en ese caso encontrar gráficamente el ángulo que es la tercera parte de otro. Es por ello que un trisector sería como un método o elemento que permitiera encontrar automáticamente esa trisección, lo cual supone uno de esos problemas matemáticos clásicos que entretenían a los griegos en sus ciudades-estado. En la portada vemos simplemente que los tres miembros que quedaban en la banda forman un triángulo, lo cual también podría entenderse como que los lados son vectores y de ahí la formación de la palabra trisector. Pero bueno, dejemos ya este apéndice matemático porque el texto se podría hacer extremadamente largo y concluyamos que Trisector es un álbum decente y acorde a lo que es una banda experimentada que ya no busca hacer nada nuevo, sino simplemente demostrar sus conocimientos.

A GROUNDING IN NUMBERS

Año de publicación: 2011

Puntuación:

1) Your Time Starts Now; 2) Mathematics; 3) Highly Strung; 4) Red Baron; 5) Bunshō;

6) Snake Oil; 7) Splink; 8) Embarrassing Kid; 9) Medusa; 10) Mr. Sands; 11) Smoke;

12) 5533; 13) All Over The Place.

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Como continuación lógica (y matemática) a lo que habían realizado en Trisector, la misma formación de trío continuó en la senda músico-científica que habían iniciado, dispuestos a cubrir una oportunidad de mercado abierta. El rock progresivo solía nutrirse de mundos fantásticos para sus letras, pero Hammill siempre había sido más mundano y últimamente se decantaba por la ciencia pura. El problema que presenta esta opción es que la música son en esencia matemáticas (esquemáticamente hablando, es la aplicación de combinatoria en las notas musicales), pero las matemáticas no se pueden transformar en música con un método. Y Van der Graaf Generator nunca se caracterizaron por su facilidad para conseguir melodías consistentes.

 

No obstante, el inicio del álbum es esperanzador. Aunque transcurre de manera discreta, ‘Your Time Starts Now’ posee un destacado estribillo con un sabor al estilo de los Pink Floyd de David Gilmour (cuando este acierta alguna vez) o incluso al propio Gilmour en solitario. Y esto aquí puede tomarse como un cumplido, pues Peter Hammill suele desvariar más al estilo de Roger Waters. Esta canción es lo único salvable del álbum junto a ‘Medusa’, esta última más audaz porque no puede decirse que existan melodías vocales y capta la atención por su estructura en forma de sutil crescendo. ‘Snake Oil’ y ‘Mr. Sands’ contienen ideas interesantes, pero su carácter errático, tan típico del egocentrismo de Hammill, arruina cualquier esperanza de encontrar alguna pequeña joya entre estas composiciones.Demasiado complejo y atonal en ‘Highly Strung’, de tal manera que su rápido ritmo puede llegar a resultar molesto en esas circunstancias. De manera análoga, se acaban atascando tanto en el ritmo nada trivial de ‘Embarrassing Kid’, que acaban irritando a quien no sea fan de este tipo de composiciones, lo cual es una lástima porque es un tema enérgico y bienintencionado.

 

Se centra tanto en explicar la aplicación de la fórmula de Euler cuando x = π en ‘Mathematics’ que se olvida de añadir alguna melodía interesante, así que tampoco tendrá una utilidad didáctica para poder aprenderse el resultado que nos canta Peter. Más caótico se convierte cuanto más se adentra en su obsesión matemática, así que ‘5533’ son atonalidades vocales e instrumentales para quien sea capaz de aguantarlo. Y bueno, cuando obtienen alguna melodía más clara, como en ‘Smoke’, tampoco es nada del otro mundo y la ahogan en un entramado instrumental desconcertante. Por otra parte, el instrumental ‘Red Baron’ es la excusa para que el baterista Guy Evans se dé un baño de percusión, mientras que ‘Splink’ es como si hubieran grabado una improvisación sin sentido mientras estaban en el estudio de grabación.

 

A pesar de poseer un título japonés, nada más de ese país se aprecia al escuchar ‘Bunshō’, un tema conformado para que el tono se vaya incrementando gradualmente aunque carece de melodías y eso sí es un problema irresoluble, como ocurre con algunos problemas matemáticos famosos. Ya que tanto apego parecen profesar por esta ciencia, se acaban sumergiendo en las mismas dificultades. Comienza de manera algo dubitativa ‘All Over The Place’ con un teclado que suena a clavicordio y la voz desestructurada de Hammill, pero llegando a los dos minutos entra lo interesante, que es la creación de un tono tétrico de manera muy similar a la coda de ‘I Want You’ de los Beatles. La misma estructura es repetida dos veces y simplemente sirve para finalizar el álbum con algo melódico. Como vemos, parece que se han reservado lo más accesible para empezar y finalizar el disco, pero en conjunto supone una música nada atractiva que únicamente puede servir para que el alumnado prefiera estudiar Matemáticas antes que escucharla.

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