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JEAN-MICHEL JARRE

2021

OXYGÈNE

Año de publicación: 1976

Puntuación:

1) Oxygène (Part I); 2) Oxygène (Part II); 3) Oxygène (Part III); 4) Oxygène (Part IV);

5) Oxygène (Part V); 6) Oxygène (Part VI).

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2021

Dentro del mundo de los músicos que han desarrollado su carrera alrededor de los sintetizadores, Jean-Michel Jarre (o Jean Michel, sin guion, como escribe en sus discos) es sin duda uno de los más populares porque su esfuerzo estuvo dirigido siempre, en su mejor época, a buscar melodías impactantes en vez de centrarse en experimentar como otros músicos tipo Klaus Schulze. Ser hijo del gran compositor de bandas sonoras Maurice Jarre le proporcionó también un bagaje de composición clásica que le ayudará a proporcionar majestuosidad a muchas de sus mejores composiciones. Oxygène representa su entrada por la puerta grande dentro del mundo de la música, creándose un prestigio inmediato que le acompañará a partir de entonces. En realidad no es el debut de Jarre propiamente dicho en LP, puesto que previamente, en 1973, había publicado música destinada a usos varios (Deserted Palace, descatalogado) y una banda sonora de película, Les Granges Brûlées, por lo cual parecía que iba a seguir los pasos de su padre, tan despreciado por él años después. Algunas de estas primeras composiciones aparecerán en el segundo disco de rarezas del recopilatorio Essentials & Rarities de 2011. Si nos fijamos en el listado de temas, vemos que está dividido en seis partes con el mismo título de la obra, aunque son independientes unos de otros, como ocurre en la música clásica con una obra de varios movimientos tan solo diferenciados por su descripción.

 

Conforme comenzamos a escuchar este álbum, nos damos cuenta de que está alejado de toda comercialidad. La titulada como primera parte es como si estuviéramos asistiendo a la génesis del álbum y de la música de Jean-Michel Jarre. Notas de sintetizador nos envuelven desde el principio para que vayamos acostumbrándonos a los matices sonoros que luego van asomando, repletos de florituras de todo tipo. Todo un muestrario de las posibilidades que ofrecía la tecnología de este músico, aunque todavía sin plasmarlo más que en alguna melodía suelta pero sin continuidad. El potencial melódico de Jarre lo encontramos con la llegada de la segunda parte, iniciada por unos sintetizadores cíclicos que sirven de anuncio para otra nueva gestación, esta vez de unas memorables melodías que comienzan a deleitar de verdad a partir del minuto y medio, aproximadamente. Aunque todavía se mantienen en un tono humilde en comparación con ‘Oxygène (Part IV)’, que es la primera pieza clásica de la carrera del francés, entendiendo clásica como imperecedera para las próximas generaciones. En esta pieza las melodías logran una grandeza y expresividad que solo están al alcance de los grandes músicos de sintetizador.

 

Tras esta explosión llegará la calma en forma de réquiem mediante la quinta parte, que en su primera mitad recuerda texturas similares desarrolladas por Pink Floyd en su etapa inmediatamente post-Barrett. El problema que presenta es que es demasiado extensa, sobrepasando los diez minutos, y la segunda mitad más animada no parece sino una concesión a la cadencia general al álbum, es decir, para que contenga algún tema más rítmico. Pero queda más convencional también. Por el contrario, la tercera parte es la más breve del álbum y no por ello algo menor, pues desarrolla una interesante melodía de aires orientales bajo un ritmo pausado y sencillo. Los sonidos como de acantilado de la octava y última parte quedan algo postizos, pero es original la manera de conseguirlos a partir de los sintetizadores. Luego introduce un ritmo como de bolero acelerado y algunas interesantes melodías más, en un tono bastante ominoso y con efectos variados (como imitaciones de gaviotas) que enfatizan el espíritu marítimo que envuelve esta pieza.

 

El éxito de este álbum fue absoluto, llegando al número uno en Francia (aunque el jacobinismo/chauvinismo francés sirve siempre como excusa para desvirtuarlo todo) y a los primeros puestos en más países. No en Estados Unidos, un mercado donde parece que la música basada exclusivamente en sintetizadores no tenía mucho hueco y nunca alcanzará unas ventas relevantes, a pesar de que allí celebró uno de sus famosos conciertos multitudinarios, concretamente en Houston (Texas). Pero nos queda este estupendo álbum que puede considerarse el verdadero debut de un artista que ya había perfilado bien su visión artística y le quedaba mucho por aportar.

ÉQUINOXE

Año de publicación: 1978

Puntuación:

1) Équinoxe (Part 1); 2) Équinoxe (Part 2); 3) Équinoxe (Part 3); 4) Équinoxe (Part 4);

5) Équinoxe (Part 5); 6) Équinoxe (Part 6); 7) Équinoxe (Part 7); 8) Équinoxe (Part 8).

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En la continuación de su exitoso Oxygène, Jean-Michel Jarre supo corregir los problemas que presentaba su debut a base de incrementar tanto el número de temas como el de melodías pegadizas. Igualmente, el éxito financiero le permitió emplear una mayor tecnología en forma de nuevos sintetizadores para continuar buscando nuevas texturas sonoras que facilitaran su evolución musical. En su segunda obra, se observa que el francés abre su abanico estilístico para absorber sobre todo la influencia de la música popular francesa y la proveniente de la tradición clásica, lo cual le permite también envolver de un aura de seriedad su música.

 

A Jarre le suele gustar que los álbumes parezcan que nacen por sí mismos, como si estuviéramos asistiendo a la génesis de Équinoxe en la primera parte, con unos sonidos revitalizadores que se asemejan a trompetas introductorias de una fanfarria. En cambio, demasiado contemplativo se muestra en la segunda parte y puede hacerse un poco larga por la falta de melodías definidas. La capacidad para conseguir memorables melodías la encontramos por fin en la tercera parte, en este caso de estilo pastoral, aunque en primer lugar hemos de asistir a una introducción de las que uno no sabe si llegarán a algún lugar o no, sobre todo con lo que hemos escuchado previamente. Pero pronto observamos que algo se está formando y llega esa preciosa melodía que bien podría haberse tocado con instrumentos tradicionales como parte del folk francés.

 

En la cuarta parte entran los ritmos más dinámicos y nos ofrece otra nueva remesa de sensacionales melodías, entre las cuales destacan la introductoria y luego la más robótica que llega sobre los cuarenta y cinco segundos. Pero la que quizá se lleve la palma como melodía más emocionante del álbum (entre las rápidas, claro está), es la de ‘Équinoxe (Part 5)’, que deleita con sus diversas variaciones y transiciones intermedias. Enlaza directamente con la sexta parte, que en pleno siglo XXI nos suena a música de videojuego de finales de los ochenta, como si Jarre fuera el precursor de la música de Súper Mario. Tiene su gracia, pero es de las pocas ocasiones en que el músico francés suena anticuado, con la paradoja de que, en su momento, era todo lo contrario y sonaba adelantado con algo así. Y a continuación se vuelve a enlazar con la séptima parte, donde sí podemos disfrutar de otra nueva melodía interesante aunque se centra más en jugar con las capas de sintetizadores buscando un sonido majestuoso y a la vez intrigante.

 

‘Équinoxe (Part 8)’ está estructurada en dos secciones, donde la primera será retitulada en el futuro como ‘Band In The Rain’ en su interpretación en los conciertos, una costumbre que se extenderá a otros temas durante su carrera. Este título alternativo queda bien por los efectos de sonido de tormenta que se añaden. Esta primera sección es lo que realmente vale la pena, pues en sus apenas dos minutos podemos disfrutar de una bella y nostálgica melodía que bien podría haber formado parte de la banda sonora de alguna de las primeras películas de Jacques Tati (pero sin la parte rítmica, ça va de soi). Luego, en la segunda sección, se repetirán las melodías de la quinta parte pero con un tempo más lento y sin tantas capas de sonido. Esto sirve para dotar a la obra de una sensación de continuidad, aunque en un día malo pensaríamos que era la necesidad de rellenar unos cuantos minutos más del disco de la manera más sencilla posible. Que esto no nos evite considerar Équinoxe como el punto más equilibrado entre vanguardismo, experimentación y gusto por la melodía que conseguirá Jean-Michel Jarre en toda su carrera.

LES CHANTS MAGNÉTIQUES

Año de publicación: 1981

Puntuación:

1) Les chants magnétiques Part 1; 2) Les chants magnétiques Part 2;

3) Les chants magnétiques Part 3; 4) Les chants magnétiques Part 4;

5) Les chants magnétiques Part 5.

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Proseguía su evolución Jean-Michel Jarre a través del empleo de nuevos sintetizadores o nuevas versiones de los que ya había empleado con anterioridad. Esto quiere decir que el músico francés era uno de los puntales del avance tecnológico en ese campo, pues qué más podría desear un fabricante de estos dispositivos musicales que su producto fuera utilizado por uno de los músicos que más popularidad estaba alcanzando dentro de la música electrónica. La visión comercial, que nunca le ha faltado tampoco, hace que en su distribución por el mercado anglosajón se tradujera el título al inglés, de tal manera que este álbum suele ser conocido también como Magnetic Fields.

 

Dieciocho minutos dura la primera parte y por ello se trata de la pieza central, pero no es precisamente de lo más emocionante que haya hecho Jean-Michel. Principalmente porque suena todo muy robótico, deshumanizado, acercándose más a la electrónica alemana de lo que debiera. El inicio in crescendo es ya algo típico dentro de los maestros de la música electrónica y Jarre no iba a quedarse atrás, pero acaba divagando demasiado con las transiciones y esa robotización exagerada. No es hasta sobrepasados los seis minutos que llegamos a una fase de relajación necesaria, que es como si se le estuviera acabando la batería a ese robot, de tal manera que podemos escuchar todavía algún sonido de máquina (que no “makinero”). Este fragmento trae ecos del intermedio atonal de ‘Echoes’ de Pink Floyd. Hacia la mitad del tema observamos que comenzamos a introducirnos en un sonido más orgánico, como si esa imitación del sonido de las gaviotas fuera un aviso de que nos dirigimos a la naturaleza. Sobre los 11:30 minutos llega por fin una melodía reconocible bajo un tempo bien acelerado, que luego va mutando hasta llegar a la mejor sección que es el emocionante tramo final, el cual se inicia sobre los quince minutos y que contiene algunas de las mejores melodías del álbum. Porque las mejores melodías son sin duda las contenidas a través del animado ritmo de ‘Les chants magnétiques Part 2’, con diferentes secciones que captan el interés y lo mantienen con facilidad. En el famoso recopilatorio Images de 1991 podemos escuchar una versión mejorada en el aspecto de producción.

 

Influencia de la música oriental es lo que nos presenta en la tercera parte bajo un exótico ritmo que en principio parece obtenido de objetos cotidianos, pero no deja de ser un efecto sonoro premeditado, como es obvio. Queda como lo más discreto de esta obra, aunque quizá le dio llave para poder entrar en China en su siguiente paso comercial. En la cuarta parte vuelve a aparecer una melodía reconocible, que si bien no llega al nivel de grandeza que podríamos desear, sí que queda en un lugar destacado. En su sección central parece retomar algunas ideas desarrolladas en la segunda parte. Mucho más extravagante resulta la melodía principal de la quinta parte, como si se hubiera inspirado en la música popular veneciana o incluso en el cancionero español de la tuna. Pero como si hubiera sido un añadido de última hora por no saber cómo completar el álbum, en la segunda mitad se retoman partes melódicas de ‘Équinoxe (Part 8)’. Esto supone siempre una buena excusa para el artista y poder decir que, de esa manera, pretende dotar a su obra de un hilo de continuidad. Pero bueno, que Jean-Michel no nos engaña, no tenía más ideas en ese momento o simplemente le apetecía dotar de un nuevo timbre al estilo más popular de la citada pieza de Équinoxe. En conjunto, nos queda así una obra suficientemente equilibrada aunque con más momentos de divagación de los que desearíamos.

LES CONCERTS EN CHINE

Año de publicación: 1982

Puntuación:

1) L'Ouverture; 2) Arpégiateur; 3) Équinoxe Part 4; 4) Jonques de pêcheurs au crépuscule; 5) L'Orchestre sous la pluie; 6) Équinoxe Part 7; 7) Orient Express;

8) Les Chants Magnétiques Part I; 9) Les Chants Magnétiques Part III;

10) Les Chants Magnétiques Part IV; 11) Harpe Laser; 12) Nuit à Shanghai;

13) La dernière rumba; 14) Les Chants Magnétiques Part II; 15) Souvenir de Chine.

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El componente histórico de este álbum en directo sobrepasa cualquier evaluación que se realice de su contenido musical. En octubre de 1981 hubo un total de cinco conciertos en Pekín y Shanghái, lo que entonces suponía la primera vez que un músico occidental actuaba allí desde aquel drama (o más bien terror) denominado como Revolución Cultural, que ya se sabe que la crueldad es mejor vestirla con eufemismos absurdos, pues qué tendría que ver el concepto de cultura con un país entonces tan autárquico y totalitario. Con ese instinto comercial que tenía Jean-Michel Jarre, la oportunidad de llegar a millones de posibles compradores no podía dejarla pasar, aparte de la publicidad que le suponía en el resto del mundo por el logro histórico mencionado. Dicho esto, en el aspecto musical no se puede decir mucho de un músico que basa su espectáculo en la imagen y los sintetizadores. Aquí las imágenes no podemos verlas y el tipo de música no permite que las interpretaciones difieran mucho de lo que conocemos del estudio, pues que en algunos casos emplee unos sintetizadores diferentes no afecta sustancialmente al resultado final.

 

Así pues, unas voces chinas entre canción y canción, junto a algo de sonido ambiente, es lo único que básicamente diferencia este álbum de haberlo grabado en el estudio. Es una música distante y que sigue marcando las distancias entre el músico y su público. Una experiencia absolutamente impersonal y, precisamente por ello, ideal para esos macroconciertos al aire libre mediante los cuales Jarre irá entrando en el libro Guinness de los Récords por la asistencia de público. En cuanto al repertorio, aunque veamos muchos títulos nuevos, algunos no lo son tanto. Para empezar, ‘L'Ouverture’ es una versión ralentizada de la primera parte de ‘Les Chants Magnétiques’, a la que añade en su segunda mitad una especie de imitación de la guitarra eléctrica con los sintetizadores, para marcarse un interesante solo de esa manera. Curiosamente, más adelante sí encontraremos el título de la citada primera parte, pero son veinte segundos de sonido ambiente y algunos ruidos raros. Como ya se dijo en su momento, ‘Band In The Rain’ (en el original en francés como ‘L'Orchestre sous la pluie’) es la primera sección de ‘Équinoxe (Part 8)’, con los efectos de lluvia incluidos. En cambio, lo que solo puede tomarse como una broma es ‘La dernière rumba’, pues suena a música cutre de organillo y luego nos cuela nuevamente la melodía de ‘Band In The Rain’, dejándonos claro que le tenía cariño.

 

Pero encontraremos bastantes novedades que pueden justificar el interés por escuchar este álbum, pues los temas conocidos tan solo pueden interesar a los fans acérrimos que busquen cualquier mínima variación de lo que ya conocen. Y no puede decirse que la cultura china haya sido una inspiración especial para Jarre a la hora de componer, pues en general los nuevos temas parecen una simple extensión de lo que escuchábamos en Les Chants Magnètiques. ‘Arpégiateur’ es un juego de melodías cíclicas difíciles de asimilar al principio, pero donde acaba aflorando su atractivo, mientras que ‘Harpe Laser’ no es más que relleno para que en directo Jean-Michel toque esa arpa artificial cuyas cuerdas son luces de láser. La música oriental la encontramos en la pieza tradicional ‘Jonques de pêcheurs au crépuscule’, donde directamente se lanza hacia la música popular china y para ello se apoya cómodamente en una orquesta sinfónica de Pekín y en instrumentos tradicionales interpretados por músicos chinos. Esto quiere decir que no parece que estemos escuchando una pieza de Jarre, sino una pieza tradicional para banda sonora de película sobre la dinastía Ming. No es hasta sobrepasados los seis minutos que de verdad podemos escuchar una melodía que parece original, es decir, que sea fruto de la inspiración en un tipo de música más que una imitación, aunque parece que este tema se trata por completo de una pieza tradicional. Se agradece también que a lo largo de sus casi diez minutos contenga pasajes variados, pero en conjunto la composición no presenta interés más allá del exotismo inherente a los sonidos orientales.

 

Si nos fijamos en ‘Nuit à Shanghai’, la verdad es que no toma forma hasta su segunda mitad, pues hasta ese momento solo escuchamos notas bien ordenadas pero que no transmiten nada. La mejor de las nuevas composiciones es sin duda ‘Orient Express’, si bien en el estudio conseguirá pulir mejor el sonido para engrandecer más sus memorables melodías. Aquí queda como un poco raquítica en comparación, para quien conozca la grabación de estudio que apareció en el recopilatorio Images de 1991. Como añadido al concierto, encontramos otra composición nueva pero grabada en el estudio, ‘Souvenir de Chine’, que no es más que una pieza de tono solemne que no presenta interés más allá de sus posibles novedades técnicas. Con todo lo anterior, la imagen que nos deja este álbum en directo es que está dirigido a los fans del músico francés o como un acercamiento tímido a su obra para quien no conozca nada. Se desconoce si el concierto le reportó muchas ventas posteriores en discos, pero el renminbi entonces estaría muy flojo y la economía de los chinos bastante justa para sacar mucho beneficio.

ZOOLOOK

Año de publicación: 1984

Puntuación:

1) Ethnicolor; 2) Diva; 3) Zoolook; 4) Wooloomooloo; 5) Zoolokologie; 6) Blah Blah Cafe;

7) Ethnicolor II.

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El siguiente álbum de Jean-Michel Jarre tras los conciertos de China fue otra de esas decisiones que buscan un impacto mediático, pues de Musique pour Supermarché solo se publicó una copia y el máster original fue destruido, esto último una idea que ya llevó a cabo anteriormente el mánager Kit Lambert con Tommy de The Who, otro tipo que sabía cómo lograr notoriedad para su banda protegida. Algunas de esas piezas serán recicladas posteriormente, incluso ya en su siguiente obra, la presente Zoolook. Dos aspectos sobresalen de manera importante como novedad de este álbum respecto a la trayectoria de Jarre. Por un lado, como si fueran un instrumento más, empleará voces grabadas reproducidas en forma de sample; por otro lado, participan músicos externos por primera vez en el estudio, pues en directo disponía de músicos de apoyo. Entre esos músicos cabe destacar a Adrian Belew y a la polifacética Laurie Anderson, aunque nadie diría que este álbum ha tenido otro participante que Jean-Michel.

 

Emula sonidos de elefantes en el inicio de ‘Ethnicolor’ para que nos sintamos verdaderamente en un zoológico, aunque lo de las voces sampleadas se entiende menos, como no sea que hubiera escuchado a Art Of Noise y hubiera tomado prestada sus ideas para hacer algo similar con las voces. Dura cerca de doce minutos y va transitando por diferentes secciones, pero uno se queda indiferente cuando la originalidad no se sustenta en melodías atractivas, salvo la que aparece con los solemnes sintetizadores una vez sobrepasados los siete minutos. Pero por lo demás, se olvida rápidamente. A continuación llega ‘Diva’ y es en esencia lo mismo, aunque esta vez con unas voces diferentes y más llamativas, junto a una simple separación entre una primera mitad contemplativa y una segunda de animado ritmo. Pero la indiferencia que transmite se mantiene, a pesar de que participe Laurie Anderson en ella. Mucho mejor queda la titulada como ‘Ethnicolor II’, no tanto por el ritmo desconcertante pero que acaba sonando original, como por durar solo cuatro minutos para no acabar aburriendo.

 

Mediante ‘Zoolook’ casi que podía codearse con la escena techno-dance de la época, pues nada tiene que envidiar a la música bailable del momento. Incluso mejor en ese sentido resulta la pieza más conocida de este álbum, ‘Zoolokologie’, pues de una manera original consigue desgranar varias melodías sencillas pero pegadizas a partir de los sonidos de voces. Todo un ejemplo de creatividad musical. En cambio, como pieza ambiental ‘Wooloomooloo’ no queda mal, pero no pasa de ahí. La extravagancia exótica de ‘Blah Blah Cafe’ y sus peculiares sonidos distorsionados la harían una candidata ideal como música para la famosa cantina alienígena de Star Wars, la que visitaban en La Guerra de las Galaxias, como complemento de aquella famosa pieza alocada de jazz que se podía escuchar interpretada por una banda de seres extraterrestres. En ‘Blah Blah Cafe’, Jarre no se limita a epatar con el sonido, sino que incluye pegadizas melodías que provocan que sus tres minutos se acaben sin que uno haya acabado de asimilar ese sonido estrambótico.

 

Nos queda así uno de los álbumes más innovadores de la carrera de Jean-Michel Jarre, más destacable en aspectos técnicos que en contenido melódico, pero con un par de vibrantes piezas a la altura de su leyenda. Aparte, está suficientemente calculado para agradar tanto al oyente que busca algo experimental, como a quien se entusiasma con melodías originales o a quienes simplemente buscan un sonido moderno que les amenice una tarde festiva. El único problema es que no se les puede agradar a todos al mismo tiempo y no acaba de dar el salto de equilibrio cualitativo necesario.

RENDEZ-VOUS

Año de publicación: 1986

Puntuación:

1) First Rendez-Vous; 2) Second Rendez-Vous (Part I); 3) Second Rendez-Vous (Part II);

4) Second Rendez-Vous (Part III); 5) Second Rendez-Vous (Part IV); 6) Third Rendez-Vous; 7) Fourth Rendez-Vous; 8) Fifth Rendez-Vous (Part I); 9) Fifth Rendez-Vous (Part II);

10) Fifth Rendez-Vous (Part III); 11) Last Rendez-Vous (Ron's Piece).

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Tras la experimentación de Zoolook, Jarre se dirigió en esta nueva obra a un sonido más serio e influenciado por la música clásica, empleando para ello otra profusión de sintetizadores que le permitieran encontrar ese toque casi orquestal que se percibe durante buena parte del disco. Se ayudará también de un coro en uno de los temas. El instinto mercadotécnico de Jean-Michel le llevó a proyectar una idea que al final fue desgraciadamente fallida. Esta idea era que un astronauta estadounidense tocara el saxofón en el espacio (dentro de su nave, claro), pero la nave en cuestión fue el infausto Challenger que acabó desintegrándose al poco de despegar, muriendo toda la tripulación. El famoso concierto de Jarre en Houston, celebrado un par de meses después del incidente y con una audiencia estimada de más de un millón de personas, todo un récord en esa época, servirá de homenaje a las personas fallecidas.

 

Como suele ocurrir a lo largo de su obra, la primera pieza (en este caso el ‘First Rendez-Vous’) se desarrolla como si asistiéramos al nacimiento musical de la obra, la génesis del sonido que iremos escuchando. La llegada del ‘Second Rendez-Vous (Part I)’ nos adentra en el Romanticismo más emocional o en el Wagner más apasionado, con una maestría propia de los grandes compositores clásicos, demostrando nuevamente que Jarre era un artista serio. Se sigue desarrollando con variaciones en su segunda y cuarta parte, mientras que en la tercera llegamos a un momento de menos apasionamiento pero siguiendo un ritmo inquietante y con unas melodías envolventes que no hacen decaer el interés en ningún momento. El reposo llega en el ‘Third Rendez-Vous’, pero como una especie de réquiem que transmite sobre todo inquietud. Como premio llegamos así a la pieza más conocida del álbum, que es el ‘Fourth Rendez-Vous’, presentada por la ostentosa y reconocible melodía a la cual se le van añadiendo elementos y variaciones en la mejor tradición de la música electrónica.

 

El quinto ‘Rendez-Vous’ vuelve a estructurarse en diferentes partes, ofreciéndonos en la primera una notable melodía que queda onírica por el tratamiento de los sintetizadores. Mediante ‘Fifth Rendez-Vous (Part II)’ nos hace un breve repaso de lo que hemos visto hasta ese momento, pero sin mucha gracia, mientras que en la tercera nos ofrece una melodía cíclica y juguetona para demostrarnos que sabía moverse también en el frenesí que permite alcanzar la electrónica. En cambio, ‘Last Rendez-Vous (Ron's Piece)’ no es más que la excusa para que un músico adicional se marque un solo de saxofón acompañado de las capas de sintetizador de Jean-Michel, un detalle poco original pero sí novedoso en la obra del francés hasta ese momento. El Ron del título es el nombre del astronauta que originalmente iba a tocar el saxofón. Puede tomarse como un detalle de emoción humana para una música, la electrónica, que se suele relacionar con la inexpresividad cuando músicos como Jean-Michel Jarre han conseguido mostrar lo contrario.

REVOLUTIONS

Año de publicación: 1988

Puntuación:

1) Industrial Revolution: Overture; 2) Industrial Revolution: Part 1; 3) Industrial Revolution: Part 2; 4) Industrial Revolution: Part 3; 5) London Kid; 6) Revolution, Revolutions;

7) Tokyo Kid; 8) Computer Weekend; 9) September; 10) The Emigrant.

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Dentro de la evolución que iba siguiendo Jean-Michel Jarre, absorbiendo todo tipo de influencias, vuelve a interesarse aquí por la música étnica (también llamada “músicas del mundo”). Para conseguir un sonido más convincente y que suene con propiedad, se rodea de variados músicos con diferentes procedencias geográficas, tantas como las que sobrevuelan Revolutions. La jugada comercial que se montó para esta ocasión fue organizar otro concierto multitudinario al aire libre, esta vez en Londres, que sirvió de presentación mundial de este nuevo álbum. Como podemos observar, una pieza larga conforma casi la mitad de la obra, mientras que el resto son temas que oscilan sobre los cinco minutos.

 

El título de ‘Industrial Revolution’ ya nos proporciona indicios de la inspiración en sonidos industriales que toma, aunque no se limita a quedarse en las disonancias habituales de este tipo de música, sino que pronto en su obertura se centra más en una parte de sintetizador que suena casi como un órgano y que interpreta una solemne melodía. Luego se acaba acelerando todo un poco en el mejor estilo de Jarre, si bien el último minuto y medio se lo podría haber ahorrado al quedarse divagando con el ritmo. Esta obertura da paso a las tres partes propiamente dichas que componen esta suite. La larga introducción de la primera puede resultar cansina, aunque lleva a la entrada de unos sintetizadores llamativos pero algo suaves, que convierten esta pieza en una especia de preludio de la futura ‘Chronologie part 2’. Como si siguiera las pautas de las sinfonías clásicas, el tercer movimiento (segunda parte aquí) es más alegre y dinámico, mientras que la tercera y última parte de ‘Industrial Revolution’ es más contemplativa pero emplea un sonido como de guitarra eléctrica (que en algún momento quizá sea una guitarra de verdad) muy destacado, de tal manera que su segunda mitad no hay que perdérsela porque acaba conjugando todos los elementos empleados en una potente exhibición de tensión emocional.

 

En 1988 debía ser muy exótico escuchar música de Oriente Medio mezclada con electrónica, que es lo que nos ofrece ‘Revolution, Revolutions’, pero esa propuesta ya queda totalmente anticuada con el transcurso del tiempo. Sobra decir que ‘Tokyo Kid’ es la misma idea pero con motivos japoneses, así que resulta igual de prescindible y mayormente evitable. En ‘London Kid’ (título idóneo para el citado concierto de Londres) se acomoda en unas melodías agradables pero poco originales, destacando más en el desarrollo y el empleo de recursos, donde cabe destacar la presencia del legendario Hank Marvin (The Shadows) con su guitarra. En el disco podemos leer que ‘September’ está dedicada a Dulcie September, una víctima del Apartheid asesinada en París. Un crimen que quedó sin resolver, pero que probablemente tuviera un componente político-económico. El canto de este tema también tiene sus motivos étnicos, por lo cual es probable que se haya inspirado en la música tradicional sudafricana. Pero en este caso tiene su encanto.

 

Encontramos otra de sus irresistibles melodías en ‘Computer Weekend’, que es como si se hubiera inspirado en la música hawaiana y la hubiera actualizado con sintetizadores, mientras que ‘The Emigrant’ es el intento de terminar en plan apoteósico el álbum, pero al final queda muy convencional y rimbombante con tanto bombo y platillo. Al final lo que nos queda es un álbum desequilibrado con momentos de brillantez junto a otros que transmiten una total indiferencia, que quizá cobren vida con el espectáculo de luces y pirotecnia de los conciertos mastodónticos de Jarre. Pero aquí solo tenemos la música y la sensación que deja es buena aunque mejorable.

EN ATTENDANT COUSTEAU

Año de publicación: 1990

Puntuación:

1) Calypso; 2) Calypso Part 2; 3) Calypso Part 3; 4) En attendant Cousteau.

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Quizá el científico y explorador marino más famoso de la historia, pues su trabajo era filmado y divulgado por todo el mundo, el francés Jacques Cousteau era en 1990 toda una institución y con ochenta años seguía todavía divulgando la importancia de conservar el ecosistema marino. Debían suponerle un disgusto enorme las pruebas nucleares que por entonces todavía realizaba su país en el atolón Mururoa, una salvajada que afortunadamente se pararía unos años después gracias a la presión internacional y a la valentía de las personas de Greenpeace que se jugaron la vida para denunciar ese crimen medioambiental. A Jean-Michel Jarre se le ocurrió realizar un homenaje a tan insigne figura e incluso publicó este álbum el día del ochenta cumpleaños de Cousteau. La música recoge algunos motivos marinos, pero tampoco se acaba de apreciar un conceptualismo en esta obra. Aparte, tan solo encontramos cuatro composiciones y la más extensa es totalmente superflua.

 

El primer ‘Calypso’ que nos encontramos es una de las piezas más célebres de Jarre, sobre todo porque sonaba como sintonía en programas de radio y televisión de la época en nuestro país. La rápida y jovial melodía engancha desde el inicio y resulta imposible no alegrarse al escuchar algo así. Lo que parece el estribillo es menos llamativo, pero en conjunto queda como un tema inolvidable. La segunda mitad de esta pieza es mucho menos interesante y le hace perder puntos. De hecho, fue publicada una versión editada como single donde solo se escucha la primera mitad y se acortó la introducción. No podían faltar sonidos de gaviotas en un álbum dedicado a un marino y eso es lo que escuchamos en primer término en ‘Calypso Part 2’. Esta pieza vuelve a dividirse en dos mitades bien diferentes, siendo la primera más interesante al adoptar un tono entre futurista y apocalíptico, lo que hubiéramos esperado escuchar en alguna película tipo Blade Runner. La segunda mitad suena a convencional techno ochentero y hubiera sido mejor opción el haber desarrollado más lo anterior. Bastante bochornosa resulta también la melodía ejecutada al inicio de ‘Calypso Part 3’, sobre todo por el innecesario efecto de eco. Tan solo algunas variaciones posteriores durante su desarrollo resultan interesantes (como por ejemplo, tras cumplirse el primer minuto), aunque es en su segunda mitad donde se alcanza el clímax y donde se nos muestra al verdadero compositor que hay en Jean-Michel.

 

La extensa pieza que da título al álbum supera los tres cuartos de hora, por lo que es casi como un disco en sí misma. En su momento, su duración fue reducida drásticamente a menos de la mitad en las ediciones en LP y casete. Se trata de una pieza de música ambiental al estilo de las obras contemplativas de Brian Eno, así que no es para todos los públicos. Para poder descubrir alguna melodía mínimamente discernible, hemos de esperar pacientemente a que pasen unos veinte minutos, pero es que tampoco mejora la situación después. En cualquier caso, como toda música ambiental de esta extensión, resulta imposible prestarle una atención continuada y el interés decae muy pronto, aparte de que solo los verdaderos aficionados a este tipo de música serán capaces de escuchar esta pieza más de una vez, si es que se es capaz de acabarla tan solo en una ocasión.

 

Afortunadamente, no será la música ambiental hacia donde se dirija Jean-Michel Jarre, sino que proseguirá con su particular simbiosis de música electrónica implementada, en ocasiones, con criterios clásicos. La última pieza es un lastre muy pesado que ahoga cualquier posibilidad de considerar este álbum como algo recomendable o que valga la pena descubrir. Eso sí, el primer ‘Calypso’ no hay que olvidarlo nunca.

2022

CHRONOLOGIE

Año de publicación: 1993

Puntuación:

1) Chronologie Part 1; 2) Chronologie Part 2; 3) Chronologie Part 3; 4) Chronologie Part 4; 5) Chronologie Part 5; 6) Chronologie Part 6; 7) Chronologie Part 7; 8) Chronologie Part 8.

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2022

Llegamos aquí a una de las grandes obras de Jean-Michel Jarre, cuando tras la publicación del recopilatorio Images en 1991 se podía pensar que ya había dicho todo lo que tenía que decir. Pero no, este músico seguía en buen estado de forma y con muchas ideas originales, aunando un vasto conocimiento tanto en música clásica como electrónica contemporánea. Al mismo tiempo, Chronologie es en cierta manera un compendio de ideas experimentadas con anterioridad pero sostenidas en variadas y emocionantes melodías, de tal manera que puede entenderse como la quintaesencia de este músico.

 

La primera parte (esto es, la primera pieza) de la obra está estructurada en esa manera particular de Jarre de conformar la primera composición como si estuviéramos asistiendo a su génesis. Los sintetizadores en modo épico y los solemnes coros crean un aura de majestuosidad que proporciona una inmejorable primera impresión. Hacia la mitad de sus once minutos de duración unos sintetizadores rayanos en la atonalidad nos avisan de la transición hacia una sección más introspectiva iniciada por unos sonidos graves que desarrollan una sutil e inteligente melodía que se acaba apoyando en largas notas de sintetizador, creando un efecto impactante. En el último minuto suena todo apagado, de tal manera que la entrada de la ‘Part 2’, con sus prominentes sintetizadores, es el aviso de la llega de otro de los grandes momentos musicales que nos ha regalado siempre este músico francés. Al medio minuto entra una memorable melodía que sirve de punto de partida para la entrada de un ritmo rápido y otra soberbia melodía que será ya la principal del tema. A partir de ahí, variaciones y adiciones (como los coros a lo Carmina Burana o lo que verdaderamente parece una guitarra en vez de un sintetizador, por el final) para enriquecer esta deslumbrante pieza.

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La tercera parte es el oasis de relajación necesario entre las dos piezas más brillantes del álbum y también de las mejores de su carrera. Esta tercera parte nos regala también nuevas melodías memorables, más sencillas pero igualmente efectivas y donde se añade también la guitarra eléctrica como elemento distintivo en esta etapa de Jarre. En formato de vinilo o casete, este tema cerraba la primera cara, siendo la cuarta parte la que abría la segunda cara. ‘Part 4’ fue la elegida como single de presentación y es otra pieza irresistible desde su intrigante inicio que en cuestión de segundos deja paso a lo que es en sí la composición y su memorable y solemne melodía principal, así como las variaciones que se van realizando. El estribillo es también de lo mejor que haya creado Jean-Michel en toda su carrera, combinando épica y emoción como pocas veces puede encontrarse en la música electrónica.

 

La quinta parte no arranca de verdad hasta que no llevamos casi la mitad de ella, que es cuando entra un ritmo rápido y una melodía muy sencilla pero cortante, donde lo mejor son las capas de sintetizador en segundo plano. Tampoco resulta ser un recurso muy atractivo esa imitación de scratch que introduce en repetidas ocasiones. Este tema enlaza sin descanso con la ‘Part 6’, de sombría pero atractiva melodía rítmica delicadamente adornada por coros, sintetizadores y otras melodías de hondo impacto emocional. Cuando ya estamos pensando que nos encontramos ante una gran obra de Jarre a la altura de Équinoxe o incluso superior, llega la recta final del álbum que es muy floja. En primer lugar, la séptima parte se desarrolla en modo ambiental/atonal, por lo que resulta una bendición que dure poco más de dos minutos. Y la octava y última parte comienza de manera majestuosa con los órganos y coros, creando unas altas expectativas en el oyente que se ven defraudadas con la entrada de un vulgar ritmo de hip-hop y luego unas melodías bastante pueriles (sonidos de trompeta incluidos, como si quisiera imitar a los Art of Noise en su peor versión), donde tan solo los coros logran dar algo de empaque.

 

Las voces robóticas que finalizan esta octava parte acaban dejando también un mal sabor de boca (o de oído, más bien), lastrando el resultado global de lo que podría haber sido una gran obra de la década de los noventa. En cualquier caso, contiene grandiosas melodías y demuestra la inspiración de un músico que seguía absorbiendo influencias de todo tipo de música para diversificar su discografía. Desgraciadamente, a partir de ahora ya solo iremos en dirección descendente.

HONG KONG

Año de publicación: 1994

Puntuación:

CD I: 1) Countdown; 2) Chronologie 2; 3) Chronologie 3; 4) How Old Are You?;

5) Équinoxe 4; 6) Souvenir Of China; 7) Qu'est-ce-que l'amour?; 8) Chronologie 6;

9) Chronologie 8; 10) Where Are You Going?; 11) Oxygène 4.

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CD II: 1) Hong Kong Hostess; 2) Fishing Junks At Sunset - Part 1; 3) Fishing Junks At Sunset - Part 2; 4) Sale Of The Century; 5) Digi Sequencer; 6) Magnetic Fields 2;

7) Band In The Rain (Unplugged Version); 8) Rendez-Vous 4; 9) Chronologie 4.

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Aunque en vídeo se habían publicado varios conciertos de Jean-Michel Jarre, lo cierto es que en disco era la segunda ocasión desde Les Concerts en Chine. La mayor diferencia que apreciamos respecto a aquel álbum aparte de, obviamente, el repertorio, es que aquí aparece un guitarrista, un bajista y un baterista acompañando a Jarre, lo cual supone conseguir que la música en algunos momentos suene más humana, más cercana. Esto aparte de diferentes teclistas de apoyo, lo cual viene a manifestar que lo de este francés no era programar sino dejarlo todo, en la medida de lo posible, en manos de la magia del directo. Ha de señalarse que el título del álbum es engañoso porque la mayoría de temas pertenecen a conciertos en Europa, así que no se entiende por qué fue elegido. En cualquier caso, es lo de menos porque lo importante es la música, aunque es previsible que las piezas se asemejen a sus equivalentes de estudio, si bien no son copias calcadas, afortunadamente.

 

Pero bueno, no está nada mal escuchar una guitarra eléctrica de verdad en un concierto de Jarre y ciertamente el francés Patrick Rondat hace genial su papel como guitarrista y es el elemento diferenciador de estos conciertos. Gracias a él podemos escuchar una interesante introducción ambiental a ‘Magnetic Fields’ u otra más rockera en ‘Rendez-Vous’. Encontramos varias piezas cortas cuya única función es hacer de nexos entre temas: ‘How Old Are You?’, ‘Qu'est-ce-que l'amour?’, ‘Where Are You Going?’ y ‘Sale Of The Century’. La única pieza nueva es la apropiadamente titulada como ‘Digi Sequencer’ porque parece el resultado de haber empezado nuestro amigo Jean-Michel a toquetear un secuenciador digital en su casa, aunque luego va progresando y acaba entrando en una especie de desenfreno acompañado de la guitarra que no está mal, aunque acaba dejando la sensación de que se basa más en la improvisación que en la estructura. Lo curioso es que la guitarra que se escucha por el principio podría pasar por los devaneos acústicos de Pete Townshend cuando tocaba algunas piezas de Tommy en directo.

 

Como en teoría repite concierto en una zona de ascendencia china (por entonces Hong Kong todavía era una colonia británica), recupera algunos temas que ya habíamos escuchado en Les Concerts en Chine. Lo que leemos como ‘Fishing Junks At Sunset’ es la traducción al inglés de la pieza tradicional ya conocida como ‘Jonques de pêcheurs au crépuscule’ en el citado álbum en directo de 1982. También aparecen motivos orientales en algunos momentos, como los que se aprecian en la introducción y final de ‘Chronologie 3’. Pero en general las interpretaciones no presentan sorpresas y tan solo detalles como la adición de guitarra eléctrica pueden generar un interés para el conocedor de la obra de Jarre. Lo que más diferente suena a lo ya conocido es ‘Band In The Rain’ por aparecer en versión electrónica y algo ralentizada, enfatizando así su carácter íntimo y francés. En cualquier caso, no es un álbum imprescindible ni relevante en su discografía.

OXYGÈNE 7-13

Año de publicación: 1997

Puntuación:

1) Oxygène 7; 2) Oxygène 8; 3) Oxygène 9; 4) Oxygène 10; 5) Oxygène 11;

6) Oxygène 12; 7) Oxygène 13.

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Antes del presente álbum apareció en el mercado otro de remixes titulado Jarremix que nos saltaremos por razones obvias. Aquí en principio tampoco se sugería que Jean-Michel hubiera tenido ninguna idea original porque retomaba su obra original al estilo de lo que había hecho Mike Oldfield con Tubular Bells unos años antes. Vemos que la numeración de los títulos sugiere una continuación imposible respecto al Oxygène original, dividido este en seis piezas separadas. Lo más descorazonador de este álbum es que, por primera vez, escuchamos a un Jarre involucionista que echa mano de ideas recogidas en sus álbumes previos. Pero bueno, esto realmente ya nos lo está avisando con el título del álbum, pues decir que es una continuación de otro es como justificar que se tomen ideas previas y, de alguna manera, autoatribuirse carta blanca para reciclar esas ideas. Podemos leer en el libreto la dedicatoria a Pierre Schaeffer, un músico e ingeniero francés que en los años cuarenta del siglo XX tuvo la idea de hacer collages con trozos de cinta de grabaciones, quedando como el pionero de lo que vendrá a llamarse musique concrète, tan importante en el devenir de la música futura.

 

La pieza importante del álbum aparece justo al principio, que son los más de diez minutos de la parte séptima (es decir, la primera pieza aquí). Se basa en unas notas minimalistas y pegadizas que se escuchan desde el principio, lo que podría haber compuesto para darle caché a algún aparato electrónico. A partir de los cuatro minutos se entra en una fase de mayor solemnidad donde las capas de sintetizadores rememoran el Oxygène original. La mejor composición y más llamativa del álbum es ‘Oxygène 8’ gracias a la memorable melodía que nos entrega, fabulosa heredera (pero sin ningún parecido a objetar) de aquella sensacional cuarta parte de 1976. Encontraremos otra melodía reconocible en ‘Oxygène 10’, que si bien no llega a la grandeza de la citada anteriormente, es otro de los detalles interesantes de este disco.

 

La novena parte parece que va a ser un ritual de new age, pero si le prestamos atención observaremos interesantes melodías o secuencias melódicas que elevan esta música más allá de evitar el silencio, pues esto último parece el único objetivo razonable de ese estilo musical para quien no se dedica a la meditación espiritual. De manera similar, el tercio final del álbum es lo menos interesante que encontraremos, pues deja totalmente indiferente al oyente y quizá por ello el corte trigésimo incluso introduce lo que parece un ritmo de bossa nova, buscando así que su aburrida melodía accesible sea apta para todos los públicos. Si nos fijamos en ‘Oxygène 11’, se inspira claramente en ‘Chronologie Part 6’, es casi una reescritura, pero de todas maneras acaba perdiendo la inspiración en su tramo final. En resumen, podemos decir que Jean-Michel aprueba por los pelos con esta secuela, ya que aporta las suficientes novedades e ideas para que pueda escucharse con cierto interés, pero no se queda entre sus obras más inspiradas.

MÉTAMORPHOSES

Año de publicación: 2000

Puntuación:

1) Je me souviens; 2) C'est la vie; 3) Rendez-Vous à Paris; 4) Hey Gagarin;

5) Millions of Stars; 6) Tout est bleu; 7) Love Love Love; 8) Bells; 9) Miss Moon;

10) Give Me A Sign; 11) Gloria, lonely boy; 12) Silhouette.

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Antes de Métamorphoses Jean-Michel Jarre publicó otro álbum de remixes titulado Odyssey Through O2, focalizado básicamente en el álbum previo, tal como sugiere su título en plan fórmula química. Lo que no podía faltar es un concierto megalómano y en una fecha tan señalada como la del 31 de diciembre de 1999, con el publicitado cambio de milenio (que en realidad no lo era todavía), tuvo la extravagante idea de hacer un concierto en las pirámides de Egipto, que es como querer subirse al carro de la historia a cualquier precio. En este concierto presentó una parte del nuevo sonido al que se adhiere en los nuevos tiempos, que es una música más moderna (con un sentido de dirección hacia la juventud), en muchos casos directamente de baile, y con muchas de las composiciones con letra, lo cual sí era una novedad bastante evidente. De esta manera aparecen en el disco muchas colaboraciones y no solo para la parte vocal. El caso era hacerse notar en el mercado musical dirigiéndose a los jóvenes.

 

Nos podemos imaginar la idea de Jean-Michel de que la muchachada se ponga a cantar al unísono ‘Tout est bleu’ mientras está en la pista de baile con su correspondiente copa en la mano. Lo que hace Jarre a lo largo del álbum no tiene nada que envidiar a la música de baile del momento, pero es que la música de baile tiene mucho que envidiar a otros tipos de música más elaborados, incluido lo que hizo el propio Jarre con anterioridad. El ostentoso inicio de ‘Hey Gagarin’, un homenaje al cosmonauta soviético, bien podría haber sido el de alguna pieza discotequera de la época, pero luego el ritmo se ralentiza demasiado antes de entrar de lleno en terreno dance. A pesar de su título esperanzador, ‘Rendez-Vous à Paris’ no retiene nada de la inspiración del pasado del músico francés y simplemente nos cuela el violín de una de las hermanas Corr, que en el año 2000 The Corrs todavía seguían cosechando éxitos en ventas.

 

Observamos que el apartado vocal no se destina a fútiles estructuras de estrofa-estribillo, sino que en varios momentos escucharemos cantos de índole étnica, como en ‘C'est la vie’ o ‘Silhouette’, un contraste de modernidad y tradición que otros músicos han explorado. En cualquier caso, demasiado contemplativa resulta ‘Miss Moon’, donde también vuelve a aparecer algún devaneo vocal étnico. Por el contrario, en ‘Love Love Love’ es como si hubiera aprendido del dúo francés Air, quienes por entonces disfrutaban de un gran prestigio tras emerger en la escena musical con su música que fusionaba pop, rock y electrónica. Así, este tema desarrolla unas bellas melodías vocales, algo inédito hasta la fecha en Jarre, que lo convierten en lo mejor de este mediocre álbum. Resulta peor cuando parece que echa el ojo a la abstracción de Autechre, pues no acaba de cogerle el punto y por ello en ‘Bells’ añade unas campanas, que así el título sale ya mascado. Muy poca inspiración se aprecia a lo largo del álbum pero sí muchas ganas de conseguir un producto vendible a base de profesionalidad, pero eso no es lo que deseamos de un artista musical.

INTERIOR MUSIC

Año de publicación: 2001

Puntuación: ???

1) Bonjour-Hello; 2) Whispers Of Life.

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Tal como podemos leer en la portada, este álbum no es más que un encargo de la empresa de productos tecnológicos Bang & Olufsen, parece ser que para la apertura de una nueva tienda en París. No se sabe qué acordarían entre ellos, pero el caso es que Jarre se olvidó de lo que era una melodía y se centró en crear un collage musical, ideal quizá para una tienda de tecnología puntera pero no para ser escuchada desde el sofá de casa. Consta de dos piezas de casi media  hora de duración que en realidad son la misma, siendo la única diferencia que ‘Whispers Of Life’ no contiene voces.

 

Y bueno, cuando hablamos de voces no quiere decir que ‘Bonjour-Hello’ tenga una parte cantada, sino que escucharemos voces en francés e inglés (incluso danés, porque la empresa contratante es de ese país). Y bueno, serán todo frases sueltas o expresiones como las del título “Hey, have you kissed somebody today?”, eso para quienes comprendan el inglés. En francés, pues ya los entendidos en el idioma podrán captar algo más que el consabido “Je t’aime”. Respecto a lo que suena mientras aparecen esas voces, no son más que sonidos ambientales variados (al inicio, sonidos como de playa, del agua llegando a la orilla), luego más atonalidades, capas de sintetizadores y los efectos típicos de este tipo de música. Hacia la mitad sorprende encontrar una breve melodía, que únicamente podremos apreciar en ‘Whispers Of Life’, pero es como si la hubieran llevado allí las olas del mar y luego se hubiera desvanecido al instante. Así pues, mejor dedicar el tiempo a otras cosas que a escuchar esto.

SESSIONS 2000

Año de publicación: 2002

Puntuación:

1) January 24; 2) March 23; 3) May 1; 4) June 21; 5) September 14; 6) December 17.

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El título de este álbum induce a pensar que se trata de otra obra irrelevante de Jean-Michel Jarre, puesto que pensar en unas sesiones de grabación sin título definido y temporalmente espaciadas para un artista que había basado sus mejores obras en una especie de conceptualismo (o al menos una mayor continuidad), no permite crear muchas expectativas. Aparte, la mejor época de este músico ya se estaba quedando atrás. Así pues, entendiendo que las fechas puedan ser las reales en las que estuvo grabando cada pieza, sin saber cuánto habría ensayado previamente ni cuántas tomas hubo hasta llegar a la versión definitiva, lo que observamos es que no hay  casi nada que pueda enlazar unas con otras. Como si hubiera sido un año de probar cosas cada cierto tiempo pero sin acabar de decidirse ni de obtener nada definitivo, pues la sensación de “work in progress” parece flotar en el aire casi todo el tiempo.

 

Resulta interesante la conjunción de sonidos y efectos en ‘January 24’, pero como no acaba de aparecer ninguna melodía reconocible, pues poco impacto produce. Esto parece solucionarse un poco en ‘March 23’, pero el ritmo de medio tempo empleado acaba resultando bastante insulso y vuelve a quedar como otro tema olvidable. De enero a junio vemos que no ha cambiado mucho, puesto que ‘June 21’ parece una secuela del primer tema del álbum. No encontraremos muchas más similitudes entre temas, pues ya se ha dicho que la sensación global que transmite este álbum es la de un músico que acude a grabar cuando le apetece y sin nada definido en su mente a nivel global, tan solo las ideas de cada momento. Así, ‘September 14’ se desarrolla como una especie de jazz postmoderno con disonancias, lo cual tiene su mérito en un músico alejado de este estilo pero acaba resultando monótono durante casi diez minutos.

 

Comienza de manera discreta ‘May 1’, pero si uno consigue adentrarse en el sonido ambiental acabará envuelto por el sonido de sintetizadores y las precisas notas de piano, que crean en conjunto una ambientación casi onírica muy bien lograda, siendo lo mejor de este álbum. Solo se ha de comparar con la pieza final también ambiental, ‘December 17’, para comprender la diferencia entre una música interesante de este tipo o una más difusa y, por ende, vulgar como esta última pieza que cierra el álbum. En cualquier caso, pocas ganas pueden quedar de escuchar repetidamente un álbum tan deslavazado aunque bastante digno si pensamos en lo que podría haber sido. Es profesional, algo diverso, pero falto de entusiasmo. Pero es que, para entonces, el entusiasmo de Jarre estaba más enfocado a los placeres mundanos y muy poco en la música.

2023

GEOMETRY OF LOVE

Año de publicación: 2003

Puntuación:

1) Pleasure Principle; 2) Geometry Of Love Part 1; 3) Soul Intrusion; 4) Electric Flesh;

5) Skin Paradox; 6) Velvet Road; 7) Near Djaina; 8) Geometry Of Love Part 2.

2023

Como si los dos últimos álbumes publicados por Jean-Michel Jarre hubieran sido un experimento para probar nuevos estilos y formas de expresión, mediante Geometry Of Love parece mostrarnos el fruto obtenido con todo ello. Es como si hubiera podido darle forma y sentido a algunas de las ideas difusas de sus últimas entregas, lo cual representaba un alivio porque Jarre parecía inmerso en una decadencia inevitable. Pero por fin pareció entender la música de las generaciones modernas y adaptarla a sus ideas propias, creando así composiciones que no parecieran tan despersonalizadas, a diferencia de lo que habían sido sus últimas entregas musicales.

 

Sin embargo, quien comience a escuchar a ciegas ‘Pleasure Principle’ podría pensar en algún tema nuevo de Air, grupo que por entonces ya estaba explotando exitosamente la fusión de la electrónica con los instrumentos de cuerda y percusión y a quienes Jarre parecía tener como referencia (una más de tantísimas, claro). Sin olvidar, por supuesto, que el Jean-Michel en forma sabe apoyarse en alguna melodía reconocible y placentera como la que nos acompaña a lo largo de este tema. ‘Geometry Of Love Part 1’ sí que suena a lo que sería el sonido de Jarre modernizado, esto es, a que se percibe su esencia en el empleo original de sintetizadores, pero con una percusión programada más vulgar. Su tramo final más movido es lo que más o menos se retoma en ‘Geometry Of Love Part 2’, que cierra el álbum en modo bailable.

 

En ‘Velvet Road’ también nos demuestra que había sabido entender bien el sonido New Age y por ello las capas de sonido no impiden la aparición de interesantes partes de teclado, aparte de que el ritmo implementado tiene gancho, llegando en su último tercio a una épica impensable en música de este estilo. Ahí está la mano del maestro. Busca sonar clásico y algo atonal en ‘Near Djaina’, una pieza más discreta, liderada por el piano y que podría pasar por un Debussy con efectos de sonido de sintetizadores en vez de creados por instrumentos orquestales. La que parece que va a ser aburrida es ‘Skin Paradox’, pero se va recuperando conforme avanza y simplemente se ubica en un terreno trillado de teclados atonales y efectos de sonido variados.

 

La transición rítmica de ‘Soul Intrusion’ no está mal, que es justo lo que le faltaría a ‘Electric Flesh’ porque esta tiene un buen inicio con interesantes melodías pero luego acaba divagando demasiado y al cambiar de ritmo se cae en la vulgaridad. Por tanto, el álbum contiene momentos con más gancho y otros que se desarrollan sin llamar demasiado la atención, al menos para quienes vean la música moderna de baile como algo más convencional por su similaridad en la implementación. Pero podemos darnos por satisfechos con Geometry Of Love. Y para quienes no se hayan fijado mucho en la portada, resulta que se trata del pubis pixelado, filtrado y girado de Isabelle Adjani, por entonces la novia de turno de un Jarre que pronto dedicará su mayor esfuerzo a su faceta de galán francés que a la música.

TÉO & TÉA

Año de publicación: 2007

Puntuación:

1) Fresh News; 2) Téo & Téa; 3) Beautiful Agony; 4) Touch To Remember; 5) Ok, Do It Fast; 6) Partners In Crime 1; 7) Partners In Crime 2; 8) Chatterbox; 9) In The Mood For You;

10) Gossip; 11) Vintage; 12) Melancholic Rodeo; 13) Téo & Téa 4:00 AM.

Jean-Michel Jarre se sentía joven y con ganas de fiesta, así que hizo lo mismo que hubiera hecho cualquier joven con ganas de fiesta y con acceso a tecnología para grabar música de baile. De hecho, es lo mismo que haría cualquier joven con pocas ganas de trabajar y sin muchas ideas. Lo que encontraremos en Téo & Téa no es más que música discotequera de la que cientos (miles) de personas pueden realizar fácilmente en el siglo XXI. Esto no tiene nada que ver con experimentar con nuevos sonidos y mucho menos hace honor a la trayectoria del francés.

 

Desde que empieza a sonar ‘Fresh News’ que no sabemos qué hace el nombre de Jarre asociado a esta música. Bueno, si nos acordamos de aquella música sencillita que hizo para un modelo de relojes Swatch a principios de los noventa, pues algo así (o peor) es lo que parece emplear aquí. Al menos se nota un interés en completar el espacio sonoro con detalles, aunque sean detalles irrelevantes, lo cual es la diferencia con el encefalograma plano que representaría la música del tema ‘Téo & Téa’ y su continuación en ‘Téo & Téa 4:00 AM’. Busca consistencia en ‘Touch To Remember’ y eso repercute en un mejor resultado, obteniendo así uno de los pocos temas que puede escucharse con verdadero agrado. En realidad solo algunos momentos concretos, muy concretos, nos recordarán a lo que fue y debería ser Jarre, como ocurre vagamente en ‘Ok, Do It Fast’ o en ‘Vintage’.

 

Los gemidos femeninos en ‘Beautiful Agony’ esta vez no pertenecen a Isabelle Adjani sino a la pareja de turno de Jean-Michel, muy pródigo este en noviazgos destinados a la prensa rosa. En este caso se trataba de otra actriz francesa pero de menor prestigio: Anne Parillaud. Quizá la única sorpresa de este álbum sea encontrar una guitarra eléctrica en ‘Melancholic Rodeo’, por tratarse de música de baile, pero suena a aprendiz de Robert Fripp. En cambio, este álbum en conjunto no suena ni a aprendiz de Jean-Michel Jarre, algo que al menos hubiera servido de consuelo.

ESSENTIALS & RARITIES

Año de publicación: 2011

Puntuación:

CD II: 1) Happiness Is A Sad Song; 2) Hypnose; 3) Erosmachine; 4) La Cage;

5) Chanson Des Granges Brûlées / Song Of The Burnt Barns; 6) Windswept Canyon;

7) The Abominable Snowman; 8) Deserted Palace; 9) Le Pays De Rose / Roseland;

10) Rain Forest Rap Session; 11) Black Bird; 12) Music Box Concerto; 13) Iraqi Hitch-Hiker; 14) Les Granges Brûlées / The Burnt Barns; 15) La Cage Vitalic RMX;

16) Erosmachine Vitalic RMX.

Tal como anuncia su título, esta recopilación de dos discos aúna los grandes éxitos de Jean-Michel Jarre con un segundo disco repleto de rarezas, básicamente de grabaciones previas a su debut a nivel internacional en 1976 mediante Oxygène. Por tanto, nos centraremos en el contenido de ese segundo disco, que es lo novedoso para quien no viviera en Francia antes de 1976. El tema titulado ‘Space Of Freedom’ del primer disco no es nuevo porque se trata en realidad de ‘March 23’, de Sessions 2000, al que quiso colocarle un nombre adecuado. Así pues, en estas rarezas encontraremos las composiciones del joven Jean-Michel de finales de los sesenta y principios de los setenta, lo cual suscita mucha curiosidad para cualquier aficionado a Jarre.

 

La grabación más antigua corresponde nada menos que a 1968 y es la primera que nos encontramos, ‘Happiness Is A Sad Song’, donde las atonalidades y sonidos raros nos hacen visualizar a un músico probando las máquinas del estudio de grabación sin un propósito concreto. Recordemos que, en cierta manera, Jean-Michel era un privilegiado porque su padre era el prestigioso compositor de bandas sonoras Maurice Jarre. Su relación fue prácticamente nula porque Maurice parece que fue un gran compositor pero un mal padre, pero tener ese apellido probablemente le facilitó a Jean-Michel el acceso a los estudios de grabación. En cualquier caso, esa primera grabación es para olvidarla, un experimento sin recorrido. De manera análoga, una pieza como ‘La Cage’ es evidentemente de aprendizaje, pues a partir de una marcada percusión se van añadiendo sonidos y estridencias sin brillantez alguna. De hecho, en algunos sonidos de la percusión de ‘Erosmachine’ vemos algún préstamo que tomaría mucho más adelante para ‘Chronologie, Part 2’. Los remixes finales de ‘La Cage’ y ‘Erosmachine’, grabados en 2010, ya son para escucharlos en una pista de baile (bueno, el de ‘Erosmachine’ es más contemplativo), pero al menos dotan de un sentido melódico y rítmico a las piezas originales.

 

Se agradece encontrar en el álbum alguna melodía reconocible como la de ‘Hypnose’, una composición que todavía se crece más hacia la mitad y que podría pasar perfectamente por una canción de los Air más discretos. Es apreciable la influencia directa de Johann Sebastian Bach en ‘Black Bird’ y ‘Deserted Palace’, lo cual significa que están entre lo mejor del disco. También viene de la música clásica ‘Music Box Concerto’, pero en este caso no suena a influencia sino a imitación, aparte de que suenan ridículas las melodías con los sintetizadores empleados. Por otra parte, la pieza más larga es ‘Windswept Canyon’, casi ocho minutos que preludian lo que iba a ser el LP de debut de Jarre, pero donde todavía falta una mejor implementación de lo que se nos muestra como buenas ideas aún sin madurar. Al menos encontraremos algún tema animado como ‘Rain Forest Rap Session’, aunque sea demasiado sencillo como para dejar huella, mientras que se muestra demasiado estridente en ‘The Abominable Snowman’, a pesar de que sea muy breve.

 

Por último, la diferencia entre ‘Chanson Des Granges Brûlées’ y ‘Les Granges Brûlées’ es que en la primera aparece una voz femenina entonando la melodía principal. Sin letra, claro, y también sin reproducir sonidos orgásmicos, puesto que en aquella época tal cosa era patrimonio de Jane Birkin y Serge Gainsbourg. Tampoco es necesario perder el tiempo con estas rarezas porque no aportan nada relevante a la carrera de Jean-Michel Jarre y tampoco suponen una escucha placentera para querer repetir. Quienes no sean fans del francés se quedarán con los éxitos del primer disco, pero tampoco se espera que los fans disfruten mucho de la fase de aprendizaje de sus primeros años.

2024

ELECTRONICA 1: THE TIME MACHINE

Año de publicación: 2015

Puntuación:

1) The Time Machine; 2) Glory; 3) Close Your Eyes; 4) Automatic (Part 1);

5) Automatic (Part 2); 6) If..!; 7) Immortals; 8) Suns Have Gone; 9) Conquistador;

10) Travelator (Part 2); 11) Zero Gravity; 12) Rely On Me; 13) Stardust; 14) Watching You;

15) A Question Of Blood; 16) The Train & The River.

2024

Después de casi una década sin publicar nada nuevo, Jean-Michel Jarre volvió con una idea bien rentable que ya había sido probada por otros anteriormente, pues es la misma que tanto éxito de ventas dio a Carlos Santana a partir de Supernatural (1999). Por tanto, realiza aquí un álbum de duetos con composiciones originales donde los invitados aportan su estilo, una manera ideal para trabajar menos y conseguir mucha diversidad con poco esfuerzo. La elección de invitados se dirige en general al mundo de la electrónica, pero también nos encontraremos al bueno de Pete Townshend por ahí. Y bueno, en este tipo de álbumes siempre está el peligro de que los músicos vayan a pasarlo bien en vez de intentar hacer algo relevante, aparte de que se da por supuesto que los nombres importantes no van a aportar lo mejor que puedan ofrecer, que eso se lo guardan para sus propias carreras.

 

El dúo Air participa con una pieza de original estructura y ejecución, ‘Close Your Eyes’ donde se juntan melodías instrumentales con cálidas voces robóticas al estilo de los comienzos del dúo. La única pega es la duración que sobrepasa los seis minutos, puesto que Air nunca elaboraba piezas tan largas y aquí la segunda mitad queda bastante floja en comparación con la primera y tan sólo el retorno de las voces robóticas recuerdan las buenas sensaciones iniciales. No es una sorpresa que la colaboración con Tangerine Dream sea una pieza ambiental y creciente como ‘Zero Gravity’, pero queda como una de las últimas grabaciones de Edgar Froese antes de su fallecimiento en 2015. Con Vince Clarke, primer líder de Depeche Mode y gran cerebro de la electrónica juvenil de los ochenta, graba el tema ‘Automatic’ dividido en dos partes sin que se entienda tampoco el porqué, ya que ambas partes están enlazadas y desde el principio se observa la aceleración paulatina del ritmo. Pero bueno, no está mal el trabajo conjunto.

 

Los floridos teclados de ‘Immortals’ suenan por fin a la música electrónica que había realizado Jarre en sus inicios, pues de alguna manera recibe la herencia de ‘Équinoxe (Part 5)’. O quizá es simplemente que al dúo participante les había gustado esa gran canción de 2009 de Depeche Mode titulada ‘Peace’. Moby también rinde homenaje de verdad al maestro en ‘Suns Have Gone’ al crear una estructura musical que va creciendo conforme avanza y aparte añade una parte vocal que juega con el tempo y queda muy original. Los Massive Attack ya habían dejado atrás su etapa de éxito y hacía en los últimos años tenían un perfil bajo publicando algún EP, por lo que aquí dejan un extraño tema, ‘Watching You’, con uno de sus ritmos típicos hasta que le dan paso a Jean-Michel hacia la mitad. Por otro lado, con el virtuoso pianista chino Lang Lang, quien ya había traspasado previamente la barrera de la música clásica con su participación en un álbum de Mike Oldfield, interpreta la futurista ‘The Train & The River’, donde se mezclan sintetizadores típicos del francés con retazos virtuosos del chino, pero sin acabar de conseguir un sonido homogéneo. Exactamente como si el tren (los sintetizadores) del título fuera Jarre y el río (el piano) Lang Lang, o sea, que un tren y un río forman una imagen incompatible.

 

Con Laurie Anderson hace lo mismo que hubiera hecho en los ochenta, que es a lo que suena ‘Rely On Me’. Con esto queremos decir que lo que entonces hubiera sido vanguardista, veinte años después se puede olvidar tranquilamente. A John Carpenter se le conoce por sus películas de terror y acción, pero no tanto por componer también algunas de sus bandas sonoras. Aquí, ‘A Question Of Blood’ parece destinada a formar parte de alguna película de serie B. Por desgracia, no nos libramos de alguna canción de esas destinadas al público teenager (o a mayores más pendientes en las discotecas de otras cosas que no son la música), que bajo el nombre de Jarre quedan aberrantes, como es el caso de ‘If..!’. En cambio, las estrofas de ‘Glory’ tienen cierto carácter intimista que se autodestruye por un estribillo propio de himno de mundial de fútbol. Por lo demás, no nos libramos de canciones pasables de discoteca (‘Stardust’) ni de electrónica convencional como la de ‘Conquistador’ o la extravagante colaboración con Pete Townshend titulada ‘Travelator’. Como vemos, en general no se trata de un álbum fallido, pero no ofrece nada relevante para un músico que ha escogido un camino fácil para seguir viviendo de la música.

ELECTRONICA 2: THE HEART OF NOISE

Año de publicación: 2016

Puntuación:

1) The Heart Of Noise, Pt. 1; 2) The Heart Of Noise, Pt. 2; 3) Brick England;

4) These Creatures; 5) As One; 6) Here For You; 7) Electrees; 8) Exit; 9) What You Want;

10) Gisele; 11) Switch On Leon; 12) Circus; 13) Why This, Why That And Why;

14) The Architect; 15) Swipe To The Right; 16) Walking The Mile; 17) Falling Down;

18) The Heart Of Noise (The Origin).

Le gustó tanto la experiencia del álbum colaborativo anterior que Jean-Michel Jarre volvió a repetir el procedimiento. Así que aquí encontraremos más de lo mismo, un  montonazo de canciones y de artistas colaboradores que difuminan casi por completo los rasgos diferenciadores de la propia música de Jarre. Los dos últimos temas son de Jarre a solas, pero nadie lo acertaría en comparación con el resto del álbum, donde el francés aparece como coautor pero permitiendo que cada tema suene principalmente al estilo del colaborador de turno, un listado que incluye nombres ilustres como Julia Holter, Pet Shop Boys, Primal Scream o Gary Numan. Esta es una manera sencilla de conseguir diversidad estilística, dentro de las limitaciones propias de la música electrónica.

 

Eso sí, el inicio de álbum mediante ‘The Heart Of Noise’ es puro Jarre, con esa progresión gradual donde transmite la idea de que la música se está formando ella misma, como si estuviéramos asistiendo a su nacimiento. Esta especie de génesis dura más de cuatro minutos pero no es un problema por la cadencia y el sonido envolvente que mantiene el interés, pero cuando llega la segunda parte de este tema, se vuelve más vulgar y el interés se pierde. Los Pet Shop Boys son generalmente sinónimo de gancho (aunque el gancho lo puedan tomar prestado) y por ello ‘Brick England’ no decepciona, aunque suenan a ellos mismos y no a colaboración. Respecto a los Primal Scream, se lanzan a su vertiente bailable y discotequera en ‘As One’, un tema que mejora en su segunda mitad. Por otra parte, ‘Gisele’ posee cierto gancho e incluso podría pasar por un tema de Kraftwerk, aunque se trata de una colaboración con un músico francés.

 

Julia Holter es una de las artistas más originales y con sentido melódico (no reñido con la experimentación) que ha surgido en el siglo XXI, así que es una elección interesante como colaboración. No pueden faltar etéreos juegos de voces, que es la aportación de Holter para que los sintetizadores de Jarre complementen el experimento. Al bueno de Gary Numan, uno de los nombres significativos de la Nueva Ola ochentera y que luego cayó en el olvido, le permite incluir una canción (‘Here For You’) que parece más propia de esos primeros años ochenta y puede acabar cansando un poco. Con el oscarizado compositor alemán de bandas sonoras Hans Zimmer graba una desconcertante pieza titulada ‘Electrees’ donde se funden la electrónica y los coros. También podría haber sido obra de Zimmer la pieza ‘Circus’ debido a la influencia clásica barroca que posee, pero no es nada destacable en conjunto a pesar de que sus juguetonas melodías la hacen entretenida.

 

Si uno no lee los créditos, puede pensar que quien canta de manera recitada y con voz ronca en ‘Why This, Why That And Why’ es Leonard Cohen, pero se trata de la banda suiza de los ochenta Yello. Sobra decir que no es una canción que apetecerá escuchar dos veces. No puede faltar música discotequera sin más utilidad que para bailar bajo los efectos de alguna sustancia no segregada por el cuerpo humano, como es el caso de ‘Exit’, como tampoco se sabe qué sentido tiene una pieza vulgar y de ínfima calidad como ‘What You Want’ en un disco de Jarre. La verdad es que la recta final del álbum contiene tanta música electrónica vulgar que no merece la pena ni detenerse en ella, a pesar de que los dos últimos temas son composiciones originales de Jean-Michel. No cabe decir mucho más de un álbum ideado para vender muchas unidades a base de atraer no sólo a los fans de Jarre, sino también a los fans de cada uno de los nombres participantes en el proyecto.

OXYGÈNE 3

Año de publicación: 2016

Puntuación:

1) Oxygène (Part 14); 2) Oxygène (Part 15); 3) Oxygène (Part 16); 4) Oxygène (Part 17);

5) Oxygène (Part 18); 6) Oxygène (Part 19); 7) Oxygène (Part 20).

Parece que cada veinte años Jean-Michel Jarre decide grabar una continuación de Oxygène, su LP de debut. La segunda parte, en 1997, le salió aceptable pero es difícil poder mantener el mismo nivel conforme avanzan los años y, tal como podemos comprobar, la inspiración a la hora de componer se va diluyendo en su discografía. El ejercicio de haber grabado álbumes de colaboración le sirvió para tomar ideas prestadas de esos colaboradores, lo cual le permite plasmar aquí una obra más moderna pero mucho más despersonalizada, sin tantas trazas de lo que asociamos con Jarre y todavía menos relación con el Oxygène original. De hecho, más que un Oxigène 3 podría denominarse este álbum como un Chronologie 2.

 

El comienzo de la parte 14 y del álbum nos ofrece una emotiva melodía que podría haber pertenecido perfectamente a un tema de Depeche Mode. La segunda mitad ya es más convencional a pesar de que llama la atención cómo se va elevando gradualmente el tono. También se vuelve a los ochenta en el comienzo de la parte 17 porque parece que se hubiera inspirado en ‘Take My Breath Away’ de Berlin, aunque muy pronto entra el ritmo y pasamos inmediatamente a la vulgaridad de la música discotequera de los noventa. Debemos esperar a que transcurra el primer minuto para que por fin entren unos emocionantes sintetizadores que, por unos momentos, nos devuelven al gran Jean-Michel que siempre estamos esperando. De manera análoga, cuando se observa cierta progresión en el desarrollo de una composición, como ocurre en la parte 16, el resultado es más interesante porque eso forma parte del dominio técnico de Jarre.

 

La parte 18 suena menos inspirada que cualquier introducción ambiental de un álbum de los Pink Floyd sin Roger Waters, que ya es decir algo, mientras que a las partes 15 y 19 básicamente se les puede categorizar como relleno. La última (o quién sabe si última) parte de la obra es la excusa para que en su segunda mitad se lance a un solemne sonido de sintetizadores emulando lo que podría ser una pieza clásica de órgano, pero esto ya es algo muy visto en la carrera de Jarre y con mejores resultados. Era quizá la mejor opción para acabar la obra de manera distinguida, pero en cualquier caso este álbum es superfluo y no aporta nada a su trayectoria.

RECOPILACIONES

IMAGES

Año de publicación: 1991

Esta recopilación se hizo famosa en España y en los noventa era la típica adquisición que uno hacía para conocer mejor la música de ese francés que sonaba en tantas sintonías y reportajes de radio y televisión, pero del que nadie había escuchado su voz. Los títulos de los temas están en inglés, pero deberían haber respetado en nuestro país la grafía francesa original porque tampoco es un idioma extraño para nosotros (aún menos para los catalanoparlantes). Pero bueno, ya sabemos que el mercado de la música es anglosajón y ese idioma es el que manda. La reedición de 1997 contiene tres temas más y es una excelente introducción a su obra. Encontramos tres temas inéditos, entre los cuales ‘Moon Machine’ y ‘Globe Trotter’ son electrónica pura sin melodías, aunque al menos en ‘Globe Trotter’ sí se aprecia una estructura y una progresión más definidas. Más evocadora y mejor resulta ‘Eldorado’ porque añade una hermosa melodía principal. También aparecen nuevas versiones de ‘Magnetic Fields 2’, ‘Équinoxe’, ‘Orient Express’ y ‘Rendez-vous 2’, aunque ya es trabajo para los/las fans de Jarre descubrir las diferencias.

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