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LLUÍS LLACH

2022

LES SEVES PRIMERES CANÇONS

Año de publicación: 1969

Puntuación:

Puntuación:

Puntuación:

1) Cal que neixin flors a cada instant; 2) La  meva terra; 3) Per un tros del teu cos;

4) Cançó de Nadal per a ningú; 5) En Quítero; 6) A cara o creu; 7) L'estaca;

8) Que feliç era mare; 9) Se'n va content; 10) El bandoler; 11) Cant miner;

12) Cop de destral.

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2022

Los humildes comienzos de Lluís Llach nos lo muestran muy pronto como destacado miembro de la etapa final de Els Setze Jutges, una agrupación cultural que promovía el empleo de la lengua catalana en la música, pues en los sesenta parecía estar relajado el ambiente represivo del franquismo tras la masacre realizada durante la guerra y en los primeros años de posguerra. Y por otro lado, si la burguesía católica protege su cultura propia, su historia, ¿quién se podría atrever a prohibirlo? En 1968, Llach grabará sus primeras canciones, pero no será hasta el año siguiente que conseguirá grabar su primer LPEls èxits de Lluís Llach​, reeditado posteriormente con el título de Les seves primeres cançons. Este primer álbum nos muestra a un músico que ha absorbido las influencias de la música catalana emergente en ese momento, en muchos aspectos influenciada por la chanson française, pues precisamente fueron versiones traducidas al catalán de Georges Brassens uno de los primeros ejemplos de música en catalán tras la Guerra Civil, casi veinte años después de esta.

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Nada nos llamará la atención al comenzar a escuchar este disco, pues temas como la inicial ‘Cal que neixin flors a cada instant’, como también ‘Per un tros del teu cos’, son las típicas canciones que asociamos con la figura de cualquier cantautor. Tampoco podrán recordarse piezas como ‘Cant miner’, una sencilla canción de relleno, mientras que ‘A cara o creu’ parece el intento de grabar algo con gancho para captar la atención del comprador medio de música folk de la época, algo que pudiera sonar en la radio si es que llegó a publicitarse de alguna manera. La citada chanson francesa es de manera directa la envoltura elegida para ‘En Quítero’, la cual resultará muy aburrida para quien no esté especialmente interesado en la letra donde acaba repitiendo demasiado ese nombre y con la misma entonación, a pesar de la adición de arreglos de música de cámara. Para perder el tiempo con el Quítero, nos podemos quedar mejor con el ‘Tío Alberto’ de Joan Manuel Serrat. Pero bueno, que tras este primer párrafo nadie se cree una mala imagen de este álbum de debut, porque en realidad hemos comentado lo más discreto y ahora nos queda lo realmente interesante.

 

La sensibilidad particular de Llach la vemos asomar en ‘La meva terra’, donde enseña su faceta teatral, una faceta que mostrará en suma plenitud en la cruenta ‘El bandoler’. En esta, asistimos a la narración sobre un bandolero que existió en el siglo XIX, donde las estrofas corresponden al narrador y el desgarrador estribillo se reparte principalmente entre la víctima del bandolero, que ruega por su vida, y un pequeño verso para el bandolero (“Reseu l'últim "Crec en Déu"”). Las melodías vocales alcanzan la épica especial de las leyendas tradicionales. El logrado tono entre épico y nostálgico de ‘Cançó de Nadal per a ningú’ lo refinará también más adelante en ‘Se'n va content’, en la cual resulta brillante el contraste en entre las estrofas apagadas y el apasionante estribillo donde se palpa toda la emoción de quien debe marchar de su tierra de manera forzada y es consciente de todo lo que deja atrás, pero que igualmente afronta su marcha con optimismo. Esta temática del abandono del hogar desde el punto de vista de quien lo realiza parece que era recurrente en la época, pues podemos encontrar otros ejemplos como ‘Me'n vaig a peu’ de Joan Manuel Serrat o, de una manera más sencilla pero igualmente efectiva, ‘Me n'aniré de casa’ de Maria del Mar Bonet.

 

Una de las composiciones más clásicas del cancionero antifranquista y todo un himno de la resistencia frente a los regímenes opresivos es ‘L'estaca’. Sus arreglos están muy bien medidos y en las estrofas escuchamos un emotivo piano que luego será complementado por instrumentos orquestales. Su letra metafórica (en España había que ser poeta para poder criticar el franquismo, porque eso ya no lo entendían los censores) llama a la unidad de la gente para acabar con la opresión, pues históricamente la unidad de acción de las masas ha permitido alcanzar derechos que hoy en día nos parecen triviales. Y si nos fijamos en los arreglos, una de las canciones más originales de este álbum es la vibrante ‘Que feliç era mare’, de emotivas y memorables melodías tanto vocales como instrumentales, que transmiten su sentimiento de nostalgia con fuerza y convicción.

 

Para finalizar este loable LP de debut, busca el impacto mediante la percusión súbita y violenta que aparece en el estribillo de ‘Cop de destral’, una manera de reivindicar su carácter de cantautor protesta dentro de una dictadura, un gesto valiente en esas circunstancias. En todo caso, este álbum apenas tiene que ver nada con el rock, aunque algunos de sus arreglos sí tengan una influencia de este género musical, tal como estaba ocurriendo en otros países con la música tradicional. Pero de momento Lluís Llach miraba únicamente hacia Francia y hacia L’Empordà, ya tendrá tiempo de expandir sus fronteras musicales hacia el mundo anglosajón.

ARA I AQUÍ

Año de publicación: 1970

Puntuación:

1) Temps i temps; 2) Despertar; 3) Per un tros del teu cos; 4) Cant miner;

5) Cal que neixin flors a cada instant; 6) Jo també he dormit a l'alba;

7) Damunt d'una terra; 8) Aquell vaixell; 9) Jo sé; 10) Somni.

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La génesis de este segundo álbum es bien curiosa, pues originalmente se trataba de un LP en directo pero en posteriores ediciones se sustituyó todo por grabaciones en el estudio. Encontramos hasta tres títulos de canciones que formaron parte del álbum de debut, pero no son las mismas grabaciones. Esta continuación nos muestra a un Lluís Llach todavía a merced de las modas de la época y que las casas discográficas promovían, esto es, la del cantante bien arreglado y con su micrófono, dirigido a cantar de una manera emocionante pero más estandarizada de lo deseable. Eso sí, las letras contienen versos reflexivos y críticos, que eso nunca podía faltar, y por ello muy pronto acabaría exiliado en París porque su situación como artista era insostenible por las prohibiciones de conciertos y la persecución a la que se veía sometido. En las situaciones complicadas es cuando de verdad se demuestran la valentía y el compromiso. Aunque la represión franquista no fuera tan feroz como veinte o veinticinco años antes, lo que estaba claro es que seguía atentando contra la dignidad humana.

 

Empezamos escuchando ‘Temps i temps’, que es la típica balada con arreglos orquestales que podría haberle supuesto su candidatura al Festival de Eurovisión, aunque cantando en catalán estaba claro que eso hubiera sido totalmente imposible porque la identificación “España = castellano” todavía seguirá vigente con la llegada de la democracia a pesar de la mayor tolerancia existente hacia las diferentes culturas que conforman nuestro afortunado país. Otra canción agradable para toda la familia y para cualquier festival sin aliciente artístico es ‘Aquell vaixell’. Sabe colocarse en primera línea de los cantantes patrios con temas ostentosos como ‘Jo també he dormit a l'alba’, mientras que unos arreglos más rítmicos y de corte pop es lo que aplica en ‘Jo sé’, aunque la adición de instrumentos orquestales no le aleja de la canción ligera. En cualquier caso es una canción con fuerza emocional y un elaborado estribillo.

 

Por su estilo minimalista de cantautor, ‘Damunt d'una terra’ bien podría haber formado parte de su primer LP, aquí jugando con la velocidad de ejecución en el estribillo al estilo de ‘L'estaca’ (de la cual originalmente se encontraba en el LP una versión instrumental), un recurso que empleará más veces en el futuro. Las cautivadoras melodías vocales de ‘Despertar’ ya nos las muestra Lluís desde el inicio, si bien el estribillo queda más convencional aun mostrando empeño en emocionar. Sobre las canciones que ya aparecieron en su LP de debut, por lo dicho al principio podríamos pensar que se trata de sus interpretaciones en directo, pero no se escucha sonido ambiente ni aplausos. En la web oficial de Llach aparece una reseña de la época en la que parece que se hace referencia a esto mismo, así que quién sabe de dónde habrán salido estas nuevas grabaciones, pero el caso es que la única diferencia para ‘Cal que neixin flors a cada instant’ y ‘Per un tros del teu cos’ es que aquí solo escuchamos guitarra y piano de acompañamiento, mientras que en ‘Cant miner’ tan solo la guitarra.

 

La mejor canción de todas es la última, ‘Somni’, pues en ella experimenta con la ambientación, la instrumentación más precisa y un estribillo donde se atreve a modular la voz con tonos muy diferentes. Luego experimenta con los chillidos de una manera que le acerca más al Tim Buckley contemporáneo que al primer Cat Stevens, siendo este último el rol donde quizá se acomoda demasiado en este segundo álbum. Si no se hubiera apoyado tanto en las trompetas, hubiera sido una verdadera gran canción de Lluís Llach. En cualquier caso, el contenido de este álbum queda algo pobre y por ello representa una entrada menor en los primeros años de su discografía.

COM UN ARBRE NU

Año de publicación: 1972

Puntuación:

1) Cançoneta (La gallineta); 2) Com un arbre nu; 3) “Comandante”;

4) Ma tristesa; 5) A cavall del vent; 6) Dona; 7) Ningú sabia el seu nom (Madame);

8) Debilitas formidinis; 9) Bon senyor.

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La valentía de Lluís Llach para criticar al régimen franquista en una época en que este régimen todavía mostraba fortaleza y crueldad, le llevó a padecer una serie de prohibiciones para actuar que le forzaron a exiliarse a París. Esa libertad parisina le permitió centrarse nuevamente en la música y proseguir con su esperanzadora carrera, demostrando que poseía una habilidad innata para las melodías y los arreglos. Su talento le permitirá abordar diferentes géneros musicales y aquí encontramos algunas trazas de lo que será su diversidad estilística en los siguientes años.

 

Lo primero que nos encontramos en este álbum es una de las canciones más populares del gerundense. El frenesí rítmico de la ‘Cançoneta (La gallineta)’ no esconde más que la desesperación transformada en reivindicación por parte de una gallina que orwellianamente simboliza al trabajador sometido al control tanto de su jefe en la empresa como de su jefe del estado. Todo ello envuelto en un acompañamiento orquestal que imita el sonido de las gallinas sin perder la cadencia y la fuerza reivindicativa que imprime a la letra. La apoteosis de Lluís con la música orquestal llega justo a continuación en el existencialismo sobrecogedor del tema ‘Com un arbre nu’, de delicadas estrofas donde la instrumentación viene guiada por la guitarra acústica hasta llegar al clímax del estribillo, que es donde la orquesta (y en segunda vuelta los coros) consiguen que la encomiable voz de Llach alcance un tono épico y solemne al mismo tiempo.

 

Hay canciones que no llaman la atención hasta que llega un emocionante estribillo, como es el caso de ‘Ma tristesa’. En cambio, el marcado ritmo de ‘A cavall del vent’ capta pronto la atención y el poético estribillo donde Lluís va elevando las notas vocales es toda una demostración de sus excelsas cualidades. La chanson francesa reaparece de manera fabulosa en ‘Ningú sabia el seu nom (Madame)’, donde emplea también el truco de jugar con el tempo para acelerar y decelerar con precisión la canción y así transitar al mismo tiempo por diferentes estados de ánimo. Por el contrario, ‘Debilitas formidinis’ o ‘Comandante’ no sirven más que de relleno, siendo ‘Comandante’ su aportación a la popularización de la música andina, quizá tomando como ejemplo lo que habían hecho Simon & Garfunkel un par de años antes en ‘El Condor Pasa (If I Could)’.

 

El tambor marcial estilo pelotón de fusilamiento que inicia ‘Dona’ ya nos avisa de la temática de esta canción, un alegato contra la pena de muerte desde la angustia existencial que sufre un ejecutor. El único problema viene del exceso de orquestación que imprime en el estribillo, aparte de lo poco inspirado. Aquí sí hubiera ganado con el empleo de instrumentos de rock y así podríamos haber tenido nuestra particular visión nacional de ‘The Unknown Soldier’ de The Doors. La canción final ‘Bon senyor’ no es más que una manera jovial de acabar el álbum sin muchas complicaciones, pero no es una composición demasiado inspirada. Aunque las dos últimas canciones sean de lo más flojo de este disco, lo cierto es que se trata de una obra recomendable que colocaba en Llach en un lugar importante dentro de la música de nuestro país, por mucho que se esforzaran en ningunearlo desde la dictadura y sus tentáculos de poder.

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A L'OLYMPIA

Año de publicación: 1973

Puntuación:

1) Ningú sabia el seu nom (Madame); 2) Damunt d'una terra; 3) Aquell vaixell;

4) Com un arbre nu; 5) L'estaca; 6) Novembre 72; 7) Jo també he dormit a l'alba;

8) El bandoler; 9) Somni; 10) Jo sé.

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El teatro Olympia de París ha quedado para la historia como un reducto cultural de libertad donde algunos de los mejores músicos de lengua catalana pudieron interpretar canciones en su idioma y sin ser vetados por las autoridades públicas. En los sesenta actuó allí y publicó el correspondiente álbum Raimon y antes de que volviera Maria del Mar Bonet por ese teatro a grabar el suyo, Lluís Llach publicó en 1973 este álbum de un concierto que tuvo lugar en enero de ese mismo año. Salió al escenario acompañado de otros músicos, lo cual era esencial para que no se perdieran los detalles y matices que pueblan las composiciones del ampurdanés. En cualquier caso, tampoco vamos a encontrar muchas variaciones respecto a lo que habíamos escuchado en el estudio y tan solo encontraremos una canción inédita en el repertorio seleccionado.

 

Resulta curioso que comience (no sabemos si el concierto fue realmente en ese orden) con dos canciones de implementación similar, pues ‘Ningú sabia el seu nom (Madame)’ i ‘Damunt d'una terra’ juegan ambas con la aceleración del tempo. Son una buena elección para una actuación en directo, pero ya podrían haberlas separado aquí. Pero bueno, es evidente que en un concierto se ha de contentar al público y por eso Lluís vuelve a retomar el estribillo de ‘L'estaca’ una vez ha acabado y ha aplaudido ese público a rabiar, como también le da por recrearse con la coda de ‘Somni’ y así entretener a la gente con algo inesperado. El comienzo de ‘Aquell vaixell’ le sirve para parecer la versión ibérica de Richie Haven. O quizá más bien de Donovan, por lo suave de la propuesta. También cabe destacar el mérito del esfuerzo vocal y los cambios de modulación que le toca realizar en ‘El bandoler’, acompañado de una original percusión.

 

Como ya se ha dicho, podemos escuchar una nueva canción que es la olvidable ‘Novembre 72’, una sencilla balada de piano con algo de violín acompañándole. No hay que molestarse mucho en buscar este álbum por esa canción y tan solo presenta el interés del momento histórico en que se grabó, si bien servía para corroborar la calidad musical de la propuesta de Llach. Tenía ya suficiente repertorio y técnica para realizar un concierto atrayente, aunque Lluís Llach en directo tendrá álbumes mejores y más sugestivos que este del Olympia.

I SI CANTO TRIST...

Año de publicación: 1972

Puntuación:

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1) El jorn dels miserables; 2) Cançó a Mahalta; 3) Vaixell de Grècia; 4) I si canto trist;

5) Si arribeu; 6) Que tinguem sort; 7) La casa que vull; 8) Onades; 9) Silenci.

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Continuaba el exilio francés de Lluís Llach pero eso no le privó de poder desplazarse a su Catalunya natal y grabar este nuevo álbum de estudio, en el cual se aprecia un mayor acercamiento al lenguaje del rock, aunque todavía se ubica principalmente en la faceta de cantautor evolucionado desde el folk y la canción ligera. Pero es precisamente esta diversidad lo que hace de Llach un músico interesante, porque aparte lo realiza todo con talento, sentimiento y profesionalidad. Cabe citar también la participación en este álbum como arreglista del gran Manel Camp, uno de esos grandes músicos (del mundo del jazz) que han pasado desapercibidos para el gran público pero han acompañado a algunos de los nombres ilustres y reputados de la música de nuestro país.

 

Pronto observamos que Llach se mantiene firme y convincente en sus ideas musicales y políticas. El crescendo de ‘El jorn dels miserables’ es la modalidad musical perfecta para mostrar cómo la apatía que siente el narrador se acaba transformando poco a poco en rabia por la impotencia que le obliga a esperar a que llegue el momento oportuno. Es un reflejo de su tiempo, una época en que (casi) todo el mundo deseaba el final de la dictadura y la llegada de unos nuevos tiempos en que poder desahogarse con libertad frente a la opresión y la miseria moral (la economía estaba salvada por el tío Sam a cambio de llenar España de bases militares estadounidenses) que caracterizaban la escasa vida intelectual de nuestro país. Se aprecia el gusto por la melodía a lo largo del álbum, por intentar aportar siempre algo de interés y no limitarse a los clichés, como por ejemplo en ‘Si arribeu’ o ‘Que tinguem sort’.

 

‘Cançó a Mahalta’ está estructurada en dos partes bien diferentes, la primera mitad es como una preparación donde parece que escuchemos únicamente unas sentidas estrofas hasta llegar a la segunda mitad, en la cual se centra en desarrollar un bello y emotivo estribillo. Todo con una solemnidad a la que solo pueden llegar los grandes artistas, aparte de que era la primera vez (junto a ‘La casa que vull’) que Lluís escribía la música para un poema de otro autor. Tal como avisa su título, ‘Vaixell de Grècia’ es la incursión de Lluís en la música popular griega, si bien cabría denominarlo genéricamente como música mediterránea porque, al fin y al cabo, esa esencia musical mediterránea es común a todos los países que dan a este mar. Pero no deja de ser algo más bien simbólico, para tener algo jovial y entretenido en el disco. Solo escucharemos trazas de música tradicional catalana en ‘La casa que vull’, también otra excusa para incluir alguna canción más alegre y de paso musicar un poema de Joan Salvat-Papasseit.

 

La canción que da título al álbum es una de las baladas más emotivas y desgarradoras del cancionero de Llach, que ya es decir. Es la revelación de un dolor profundo que se alarga con los años de vivir bajo el mismo sistema opresivo que se ha llevado por delante a gente valiente. De manera análoga, ‘Silenci’ o ‘Onades’ también nos muestran a un músico tocado por la inspiración para las baladas, pues no se limita únicamente a aportar melodías vocales, sino que los instrumentos también poseen una participación activa y aportan otras melodías diferentes e igualmente interesantes. En particular, el último minuto instrumental y con coros de ‘Onades’ es un preludio de su próxima incursión en el rock progresivo. Como vemos, la evolución musical de Lluís Llach es todo un ejemplo de progresión e inteligencia.

VIATGE A ÍTACA

Año de publicación: 1975

Puntuación:

1) Ítaca; 2) A força de nits; 3) Escriu-me aviat; 4) Fins el mai; 5) Abril 74.

Llegamos aquí a la gran obra de Lluís Llach, una de las mejores que hayan surgido del movimiento rock de Catalunya y, por ende, de la geografía española. El ampurdanés abraza ya sin contemplaciones el rock progresivo para complementar la emoción de sus melodías vocales con melodías instrumentales que se ubiquen al mismo nivel cualitativo. Para ello vuelve a contar con Manel Camp en las labores de músico y productor, así como de otros músicos competentes para conseguir un sonido denso y compacto que universalice el mensaje y el prestigio de Llach. 

 

La pieza central del álbum, que ocupaba originalmente toda una cara del LP, es la musicalización del gran poema del griego Kavafis que en Cataluña se popularizó por la traducción del escritor, poeta y erudito Carles Riba (también abuelo de Pau Riba). El apartado lírico es uno de esos poemas existenciales que nos hablan de la vida como un viaje, antecediendo esos otros viajes simbólicos machadianos que todos hemos podido leer o escuchar en alguna ocasión. Así, ‘Ítaca’ nos envuelve esplendorosamente con todo su potencial lírico, melódico e instrumental, desde su sorpresivo comienzo hasta la entrada del apartado vocal y las primeras melodías instrumentales. Sobre los cuatro minutos llega una pausa tormentosa con sonidos de gaviotas que nos avisa de que en algún momento se nos cruzan problemas en nuestro viaje por la vida. Pero luego llega la sección de esperanza y positivismo, diciéndonos que hemos de ir más lejos, seguir adelante, continuar a pesar de todo (“Més lluny, heu d'anar més lluny”) porque la travesía seguirá llevándonos por otros caminos que nos permitirán seguir disfrutando de la vida, aunque sea en otras condiciones diferentes a las previas. Unos coros al estilo de King Crimson (quién no piensa en ‘In The Court Of The Crimson King’) a los diez minutos inician una sección coral que aparece punteada por una etérea guitarra eléctrica, hasta que se retorna a la sección inicial en toda su gloria, creando así una sensación de viaje musical cíclico. 

 

Todavía más potente y épico suena Llach en ‘Escriu-me aviat’, apoyado en una consistente sección rítmica donde su piano suena celestial. Comprobamos aquí que el lenguaje del rock está bien estudiado y asimilado, obteniendo otro excelente tema de hondo calado. Por el contrario, ‘A força de nits’ es la típica balada amorosa de piano, con un bajo ayudando a marcar el ritmo, y queda como lo más discreto de este álbum. Más emotiva resulta ‘Fins el mai’, cuya arquitectura instrumental resulta más original todavía, iniciándose con una delicada línea de bajo que le acompaña mientras entra un teclado que parece emular a un clavicordio. 

 

La grandeza de Lluís como cantautor de guitarra y voz la podemos disfrutar de verdad en la final ‘Abril 74’, cuyo título y emoción subyacente en la composición están referidos a la llamada Revolución de los Claveles que hubo en Portugal en esa fecha y que supuso la caída del dictador Salazar. Unos sucesos que fueron vistos con estupor y preocupación por la élite franquista porque les avisaba de lo que iba a suceder en los próximos años en nuestro país. Pero bueno, al final les quitaron el poder y les dejaron el dinero y el aparato de funcionarios, así que no les fue tan mal. Volviendo a la canción, cabe destacar que el bajo y luego otros arreglos de flauta y coros consiguen un sonido final de enorme calado emocional, acorde a la importancia histórica que conlleva la composición. Como hemos visto, tenemos de todo en este grandísimo álbum: rock, poesía, conciencia social, sentido político y emoción, mucha emoción.

2023

BARCELONA, GENER DE 1976

Año de publicación: 1976

Puntuación:

1) Respon-me; 2) Cal que neixin flors a cada instant; 3) Silenci; 4) Damunt d'una terra;

5) Cançó sense nom; 6) L'estaca; 7) La gallineta; 8) Abril 74; 9) El jorn dels miserables;

10) Ítaca (fragment).

2023

La importancia histórica de este álbum en directo es más que evidente. Dos meses antes de los conciertos había fallecido el dictador Francisco Franco y se iniciaba una etapa de incertidumbre, porque el deseo del designado rey Juan Carlos I era establecer la democracia pero dentro de la estructura del estado había muchos franquistas de la vieja guardia. Luego vendría la magia de la Transición, donde se demostró que no hay problemas para pasar a otro sistema político cuando no se toca a nadie los privilegios y el dinero acumulado tras cuarenta años de represión. Pero pongámonos en situación, porque en enero de 1976 el Presidente del Gobierno era el franquista Arias Navarro, todo seguía más o menos igual y todavía había que ser valiente para tener una actitud política, pues la cárcel y las torturas seguían a la orden del día. Así pues, este concierto de Lluís Llach en Barcelona era mucho más que un concierto, como siempre se ha dicho que el F.C. Barcelona es més que un club. Como no podía ser de otra manera con un público valiente y comprometido, una vibrante aclamación con gritos de “Llibertat” (libertad) sirve de inicio al concierto.

 

Es evidente que, desde un punto de vista musical (que es lo que nos importa aquí), las expectativas mayores son las de escuchar ‘Ítaca’ en directo. Pero como si fuera una broma nada graciosa, tan solo escucharemos al final del disco dos minutos escasos de esta composición, perdiéndonos así lo que suscitaba mayor interés del concierto. Desde una perspectiva musical, claro, puesto que el contexto histórico es y era lo más relevante en esos momentos. También encontramos dos canciones inéditas, pero no suponen nada importante respecto a lo ya conocido. ‘Respon-me’ es una balada reivindicativa (el público se emociona y aplaude a raudales) de piano y algo de guitarra acústica, que cobra fuerza conforme avanza aunque deja con la sensación de que podría haber llegado a más. En cambio, el carisma y la rabia que emite Lluís en ‘Cançó sense nom’ es lo único que la salva de ser un tropezón, pues la ausencia de melodías es evidente.

 

Como cabe esperar, el público participa activamente, aplaudiendo o cantando junto a su héroe. A ver quién no se apuntaría a cantar ‘L'estaca’ en esos años de ilusión por el inicio de una nueva era, aunque todavía hubiera mucha tensión en el ambiente social porque tampoco había nada claro en esos momentos. Así, hasta canciones folk normalitas como ‘Cal que neixin flors a cada instant’ parecen himnos en el concierto. Sin los arreglos orquestales, ‘La gallineta’ suena igualmente poderosa y convincente, la percusión aquí le aporta mucha fuerza y la flauta y la guitarra complementan eficazmente los momentos vacíos. Es lo mejor de este álbum que decepciona por su parvedad de contenido, tanto en tiempo (poco más de media hora) como en selección de los temas. Fueron varios conciertos los que hizo Lluís Llach en esas fechas y podrían haber publicado un mayor contenido, aunque probablemente las dificultades técnicas y los impedimentos burocráticos tuvieran que ver en ello.

CAMPANADES A MORTS

Año de publicación: 1977

Puntuación:

1) Campanades a morts; 2) A la taverna del mar; 3) Laura; 4) Vinyes verdes vora el mar;

5) Cançó d'amor.

Uno de los diversos episodios de represión franquista tras la muerte de Franco dio lugar a la gestación de la mejor composición de la carrera de Lluís Llach, que es la extensa pieza que da título a este álbum. El tres de marzo de 1976 la Policía Armada asedió una iglesia donde había una reunión sindicalista, en una época donde estaban prohibidas y donde representantes importantes de la iglesia se alineaban con los humildes para permitirles organizarse. Por entonces, la crisis económica obligaba a la gente a exigir unas condiciones laborables mínimas para una vida digna, pero el Gobierno no iba a permitir que posibles manifestaciones crearan un precedente problemático para ellos, sobre todo porque en 1976 no existía todavía la democracia y había carta blanca para proceder como les conviniera. La actuación policial no pudo ser más miserable, pues primero lanzaron gases lacrimógenos en el interior de la iglesia y luego dispararon contra quienes iban saliendo. En las grabaciones de audio del momento, el mando policial que dirigió la actuación incluso se congratulaba de que había sido una masacre, pues cabe recordar que murieron cinco personas y más de cien resultaron heridas por las balas. Todo ello impactó tanto a Lluís Llach (no es para menos) que le llevó a dar lo mejor de sí y componer una obra musical que hiciera honor a quienes sufrieron ese crimen de estado. Volvió a unirse con Manel Camp y en esta ocasión se apartó del rock progresivo para acercarse más a la grandeza de la música clásica y dignificar a las víctimas.

 

De esta manera, podemos denominar a ‘Campanades a morts’ como el réquiem de Lluís Llach, pues está influenciado e implementado como música clásica y aparte es quizá la mejor composición de su carrera. Las campanadas mortuorias que inician esta suite ya crean la atmósfera ideal que acompaña toda la composición. Pronto entra la sobrecogedora melodía principal que expresa toda la indignación del suceso que promovió esta creación, acompañada de una percusión que recuerda a los pelotones de ejecución. La voz dulce de Lluís nos devuelve a la parte humana, a recordarnos que murieron personas reales, cercanas, mientras que los coros aportan una grandeza propia de los grandes compositores de la música clásica, de esos oratorios que antes se aplicaban a creencias religiosas y que ahora se aplican, afortunadamente, a sucesos trágicos que no deberían volver a repetirse. La rabia contenida de los coros se acaba desatando con las palabras de Llach maldiciendo a los asesinos, no solo a los que dispararon, sino principalmente a los que permitieron u ordenaron esa masacre por menospreciar a una gente que opinaba diferente a ellos: “Assassins, de raons, de vides, que mai no tingueu repòs en cap dels vostres dies i que en la mort us persegueixin les nostres memòries”. La grandeza de la música clásica no acaba en los coros, sino que a los ocho minutos podemos disfrutar de una memorable melodía orquestal y coral que engrandece la suite todavía más. A los nueve minutos y medio llega una sección más acorde al Llach conocido, el de los grandes temas de piano que aquí se ve reforzado con los vaivenes de la orquesta. En el último tercio escucharemos al Llach de voz barítona, desgranando con su voz otra adorable melodía de inspiración renacentista, después replicada magistralmente por los coros, y llegando un clímax musical finiquitado en la repetición de esa melodía inicial que nos hace recordar de nuevo la masacre. Todo ello convierte a ‘Campanades a morts’ en una pieza eterna que nunca debería olvidarse, tanto por su componente musical como por su trasfondo histórico.

 

Mucho más vehemente que el resto de canciones que no son la suite que domina este álbum es ‘Vinyes verdes vora el mar’, donde Lluís musicaliza con acierto un poema de Josep Maria de Segarra y engrandece la letra con una intensidad que crece conjuntamente entre la voz y los arreglos instrumentales. Un emotivo piano que bien podría pertenecer a una lied abre ‘A la taverna del mar’, cuya parte vocal, de haber sido cantada en una voz todavía más grave, podría haber pertenecido a un repertorio de música clásica también, sobre todo porque contiene ese componente de teatralización en el estribillo que permite visualizar esa idea rabiosa sobre la inevitable vejez que a todo el mundo le llega, apoyado en un piano que se vuelve estridente e intimidante. Precisamente su letra vuelve a estar inspirada en el poeta griego Kavafis, confirmando que las predilecciones de Llach no eran puntuales. El título de ‘Laura’ está dirigido a la guitarrista Laura Almerich que tanto había trabajado junto a él y queda como un alegato de amor artístico que supera a la titulada ‘Cançó d'amor’, pues esta última sería lo único discreto de un álbum importante pero marcado indefectiblemente por la soberbia composición que le da nombre y que ha dejado visibilizado para la posteridad uno de tantos sucesos negros y vergonzosos que definen la dictadura franquista.

EL MEU AMIC EL MAR

Año de publicación: 1978

Puntuación:

1) Bressol de tots els blaus; 2) Salpar; 3) Camí cap el nou cant;

4) Cançó de rem i de vela nº XII; 5) Venim del nord, venim del sud…;

6) Quan l'onada em durà a la platja dels morts; 7) La poesia dels teus ulls;

8) Companys, no és això.

El mar, un elemento tan esencial y propio de una cultura mediterránea como la que vio nacer y criarse a Lluís Llach, es la figura central que modela este álbum y aleja a este músico de la escena política tan convulsa en esos momentos. Este alejamiento es deliberado por parte de Lluís, probablemente desilusionado con la situación político-social tras las primeras elecciones democráticas que hubo en 1977. Una desilusión que aflorará en algunos momentos del álbum porque eso era inevitable. Pero bueno, musicalmente sigue mostrándose en forma y audaz para componer piezas extensas, aunque aquí se deja llevar por la música folklórica del Mediterráneo porque eso era lo lógico en este álbum, de tal manera que podríamos denominar su estilo como el de folk progresivo.

 

Las cuatro primeras canciones forman una suite que completa la mitad de la obra. En ‘Bressol de tots els blaus’ observamos que ha intentado conseguir un inicio emotivo y de tono algo épico al estilo de ‘Ítaca’, pero le queda como si fuera un hermano menor de ésta porque se basa más en efectos de sonido para conseguir destacar a pesar de que sus momentos de grandeza están en las secciones instrumentales que aparecen llegando a los dos minutos (de magistrales coros secundarios) y en su último minuto, ambos de ejecución orquestal. Luego enlazamos con los aires griegos de ‘Salpar’, de un menor interés que se compensa con su ritmo más rápido y la influencia del rock progresivo, aparte de volver a utilizar con menor gracia los efectos de viento de ‘Ítaca’. Esto nos lleva a la parte cantada de ‘Camí cap el nou cant’, también de influencia folklórica mediterránea pero sin melodías que lleguen adentro, pues para eso debemos esperar a ‘Cançó de rem i de vela nº XII’, que no es ninguna canción futura de Michael Stipe (en esta web hay sitio también para los chistes malos), sino que está basada en un poema de Josep Maria de Segarra y en ella al menos hay melodías reconocibles en el apartado vocal, apoyado en unas elaboradas armonías.

 

Una de las grandes e inolvidables canciones de Lluís Llach es ‘Venim del nord, venim del sud…’, de emotiva parte vocal sustentada en un piano dramático y diversas florituras orquestales, todo lo cual se engrandece cada vez más conforme avanza la canción, sobre todo por los magistrales coros que entran tras el primer estribillo. No llega a tres minutos pero conmueve su mensaje universal. Resulta irónica la letra cuando pensamos en la transformación de Llach en independentista radical en el siglo XXI, pues habrá sido siempre independentista pero nunca hubiéramos pensado que alguien como él apoyaría una estafa como la de 2017, cuando en Catalunya hicieron unas votaciones de consulta sobre la independencia sin control ni legalidad alguna y eso llevó a la bochornosa declaración institucional de Puigdemont en la cual, en cuestión de segundos, promulgaba la República Catalana y luego la dejaba en suspenso. Un esperpento absoluto que, de existir actualmente un Valle-Inclán, hubiera servido como base para una continuación de las Comedias bárbaras. Así pues, versos como “i no creiem en les fronteres” cuando Llach apoyó la creación de unas fronteras en Catalunya, quedan ahora como un autozasca histórico.

 

‘Companys, no és això’ (mal escrito en el CD como ‘Compays, no es aixó’, aunque las faltas de ortografía en los discos de lengua catalana eran habituales), es la excusa para mostrar el desencanto de Lluís con el retorno de una democracia que no era lo que él esperaba. Pero era evidente que no se podía hacer un cambio tan radical de régimen político si no se mantenían los privilegios y, sobre todo, el estatus económico de quienes habían estado cuarenta años mandando. La frase del título tiene también su eco orteguiano, pues para la historia ha quedado el “No es esto” de Ortega y Gasset cuando la Segunda República empezó a engendrar sus nuevas leyes. Pero claro, aquella era una época en la que el analfabetismo era muy alto en España (precisamente durante la Segunda República se impulsó la educación masiva) y por eso era muy tentadora la idea de que la República debía ser dirigida por una élite (cuánto se parecen el fascismo y el comunismo en eso), algo que pensaba Ortega y Gasset porque probablemente él se veía como director espiritual de esa élite, cuando en realidad sobraba esa idea porque ya estaba Azaña para poner la mente analítica, la inteligencia y, lo más importante, la buena voluntad, todo dentro de un gobierno democrático elegido por un pueblo que se debía educar y culturizar.

 

Más discretos musicalmente son el resto de temas del álbum, pues ya no encontramos nada más que llame la atención salvo las letras poéticas. Bien apoyada en una estructura acústica, ‘Quan l'onada em durà a la platja dels morts’ no posee melodías reconocibles, mientras que en ‘La poesia dels teus ulls’ repite los motivos griegos/mediterráneos que ya hemos escuchado varias veces a lo largo del disco. Por tanto, la génesis de El meu amic el mar parece clara: una mirada a las raíces, una llamada a la unidad, un aviso de desilusión política y luego completar el espacio sobrante con canciones no demasiado inspiradas.

SOMNIEM

Año de publicación: 1979

Puntuación:

1) Encara; 2) Cançó d'amor a la llibertat; 3) La mula sàvia; 4) Dibuix; 5) Vida;

6) Criatura dolcíssima; 7) Darrera les muntanyes; 8) Somniem.

Llegamos a 1979 y la desilusión y, sobre todo, el enfado de Lluís Llach con la evolución sociopolítica de la Transición le sobrepasa. El artista se ve envuelto por sus ideas políticas y eso, por desgracia, le afecta a su rendimiento como músico. Su posición visible y su fama le interesa más aprovecharlas para intentar sensibilizar a los ciudadanos, que estos tomen parte activa para no dejar en manos de los políticos el cambio que se estaba realizando. Pero claro, todos los ideales políticos debían ceder para conseguir un acuerdo y nadie podría esperar quedar enteramente satisfecho. De hecho, en su momento fue el espectro de la derecha el que quedó disconforme con la Constitución Española de 1978.

 

Así pues, Lluís busca el impacto directo e inmediato con la marcada percusión y los arreglos orquestales de ‘Encara’, cuya letra retoma las palabras de ‘Venim del nord, venim del sud’, las transforma en un himno y añade una letra más combativa porque el tiempo poder influir en el proceso de cambio se acaba. Todo de una manera que llama a la acción, a no quedarse en casa plácidamente en un momento donde se estaba reconstruyendo lo que quedó paralizado por cuarenta años de dictadura. Respecto a ese marcado ritmo citado, puede que Llach bebiera de la misma fuente que Neil Young cuando compuso ‘Broken Arrow’ en sus comienzos dentro de Buffalo Springfield. En ‘La  mula sàvia’ busca repetir la idea de ‘La gallineta’, esto es, una letra satírica sobre la política del momento, pero aquí suena ya sin originalidad ni gracia, a pesar de buscar precisamente sonidos graciosos con los instrumentos orquestales. Pero  más vale leer la letra y olvidarse de la música.

 

Sus grandes dotes como cantante salvan canciones como ‘Dibuix’, pero no era necesario que un título como ‘Cançó d'amor a la llibertat’ quedara enfangado como una balada lacrimógena, saxofón incluido. En ‘Darrera les muntanyes’ practica un estribillo coral que en próximos años le dará todavía mejores resultados, mientras que el Lluís existencial reaparece con un sonido folklórico similar a sus inicios en ‘Vida’, pero aunque suena a lo ya conocido, siempre será preferible a cuando parece que esté cantando una serenata como en ‘Criatura dolcíssima’.

 

Vuelve a reservarse para el final otra exigencia sociopolítica para que la gente despierte y participe del (supuesto) tiempo del cambio, esta vez bajo el tono experimental de ‘Somniem’. Esta canción se vuelve insoportable en su primera mitad, pero en su segunda mitad entra la orquesta y comienza a elevarse el tono paulatinamente hasta alcanzar un logrado clímax que de repente se corta y acaba en unos susurros que parecen representar la apatía de opinar mucho y actuar poco. Como si fuera un coitus interruptus musical que simboliza el desconcierto en que parecía haber quedado Lluís en esos años de cambio sociopolítico donde él esperaba que se consiguiera mucho más. Al final, lo que queda es este álbum musicalmente irrelevante que vale la pena olvidar porque no aporta nada a su carrera. En todo caso a su futura carrera política, pero eso ya no nos interesa por su radicalismo.

VERGES 50

Año de publicación: 1980

Puntuación:

1) Tema del vent; 2) Tema del mercat a la plaça; 3) Tema dels carros; 4) Tema de l'escola;

5) Tema de la processó; 6) Els meus ulls aquí; 7) País petit; 8) Arran de terra.

Quién sabe si por la necesidad de desconectar de todo lo relacionado con la política, Lluís Llach dirigió su mirada a su infancia, al pueblo donde se crió de pequeño. De esta manera, el título de este nuevo disco está referido a sus recuerdos de Verges, población ubicada en la provincia de Girona y comarca del Baix Empordà, durante los años cincuenta. El contenido está dividido en cinco primeros temas instrumentales y los tres últimos cantados, en un estilo extraño porque toma préstamos de la música popular, la música clásica, el folk e incluso el rock progresivo, aunque de esto último ya sólo quedan algunas trazas. De esta manera, los temas instrumentales nos transportan a ese lugar y esa época, mientras que las canciones con letra nos muestran la nostalgia por ese tiempo pasado.

 

El título de ‘Tema del vent’ (Tema del viento) no puede ser más apropiado al tratarse de una pieza ambiental donde emula el sonido del viento para ir creando paulatinamente una melodía que complementa luego con sonidos de campanas, como si fuera un Mike Oldfield nacido en l’Empordà. Música popular y sonidos joviales amenizan en ‘Tema del mercat a la plaça’ ese tiempo en el que la afluencia de compradores complementa la presencia de los puestos de los vendedores, una pieza que de alguna manera se complementa posteriormente con ‘Tema de l'escola’ al mantener ese tono popular y nostálgico que no está reñido con la diversión. La Pasión que los más fervientes religiosos sienten durante las procesiones es recogida aquí en una pieza de inspiración claramente religiosa, ‘Tema de la processó’, que al mismo tiempo recuerda a los momentos más memorables de ‘Campanades a morts’. En cambio, recrea la misma atmósfera vigorosa y apasionada de La danza de los caballeros del ballet Romeo y Julieta de Serguéi Prokofiev en ‘Tema dels carros’.

 

No escucharemos la voz de Lluís hasta los últimos temas, como si hubiera buscado en primer lugar crear la ambientación necesaria antes de centrarse en cantar. De esta manera, se anima a cantar en ‘Els meus ulls aquí’ para recordar el costumbrismo de su pueblo y la moral religiosa, animando sus siete minutos con entradas de trompetas floridas, aunque se hace un poco largo este tema. Se agradece también que como complemento del poderoso estribillo de ‘País petit’ añada unas vibrantes líneas de guitarra eléctrica que enfatizan la carga emocional. Se reserva un último canto de amor a su tierra en ‘Arran de terra’, una canción cuyo único aliciente es escuchar sintetizadores más propios del rock progresivo, aunque al final se desliza hacia el vodevil. En cualquier caso, este álbum deja una buena sensación, la de un músico que se ha evadido de la problemática del mundo actual, refugiándose en los recuerdos más puros, que son siempre los de la infancia.

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