CLÁSICOS DEL ROCK 2
LEONARD COHEN
2020
SONGS OF LEONARD COHEN
Año de publicación: 1967
Puntuación:
Puntuación:
Puntuación:
1) Suzanne; 2) Master Song; 3) Winter Lady; 4) The Stranger Song; 5) Sisters Of Mercy;
6) So Long, Marianne; 7) Hey, That's No Way To Say Goodbye; 8) Stories Of The Street;
9) Teachers; 10) One Of Us Cannot Be Wrong;
[BONUS TRACKS:] 11) Store Room; 12) Blessed Is The Memory.
2020
Treinta y tres años tenía Leonard Cohen cuando decidió grabar su primer LP. Que una persona con esa edad triunfara con un disco de folk en el año de la psicodelia y el hipismo es toda una proeza. Para conseguir situarse por encima de lo que hubiera sido la típica obra de folk, Leonard se juntó con un productor más joven que él pero que conocía muy bien la escena musical del momento. Este productor, John Simon, era por ejemplo el mismo que produjo el electrizante Cheap Thrills de Janis Joplin, aunque aquí apenas hay ningún electrón pululando por los instrumentos. Pero su trabajo es evidente y los arreglos aportan una vitalidad necesaria a las brillantes composiciones de Cohen.
La imperecedera ‘Suzanne’ nos presenta los ingredientes de este poeta-cantante, pues su evocadora poesía se transmite a través de una voz serena, cálida y muy expresiva, junto a unos arreglos orquestales que embellecen y complementan una guitarra acústica sencilla y algo rudimentaria, pero perfecta por su cadencia. Es una canción de amor pero alejada completamente de cualquier concepción previa de lo que debe ser una canción de esa clase. También consigue estribillos memorables como el de otra de las canciones conocidas de Leonard: ‘So Long, Marianne’, potenciada por los coros femeninos. En esta canción la producción es esencial para ayudar a crear una especie de crescendo que se refuerza con la introducción de una batería en las últimas repeticiones del estribillo, enfatizando el clímax que supone esa mirada nostálgica a una relación rota (“Oh, so long, Marianne / It's time that we began to laugh”). Por otra parte, ‘Sisters Of Mercy’ le dio nombre a un grupo de rock gótico de los ochenta, una muestra de que la grandeza de Cohen trascendía toda frontera musical preestablecida, pues esta canción es quizá la más dulce que encontraremos en el álbum.
Pero no todo van a ser canciones de temática romántica. De alguna manera en sus letras también refleja la ambigüedad del ser humano, incapaz de aplicar en sus actos lo que sus palabras transmiten cuando las circunstancias no son proclives a ello. No es más que la rememoración de aquel brillante aforismo de Ortega y Gasset que decía “Yo soy yo y mi circunstancia”. Eso es lo que encontramos en ‘One Of Us Cannot Be Wrong’ (con una extraña parte final, como si quisiera sonar étnico) o en las intenciones ocultas que subyacen en el maestro de ‘Master Song’, en la cual la brillantez se alcanza gracias a los arreglos instrumentales que embellecen el tema y ayudan a crear una especial ambientación intimista aunque también triste. A través del pesimismo envolvente de ‘Stories Of The Street’ nos deja lugar para la esperanza de salir adelante (“O come with me my little one / We will find that farm / And grow us grass and apples there and keep all the animals warm”) aunque el entorno sea hostil y el futuro oscuro. Su estructura es cíclica, pero es tan emocionante el cambio de entonación en los dos últimos versos de cada estrofa, que ni se nota la repetición, más si cabe cuando las letras son tan absorbentes. Es eso lo que le faltaría a ‘Stranger Song’ o a ‘Hey, That's No Way To Say Goodbye’ para conseguir situarse en el mismo nivel, pues acaban pareciendo sendas reescrituras algo menores de ‘Suzanne’.
Muy desesperado suena en ‘Teachers’, reflejando un dolor subyacente por las relaciones que no le fueron bien. Quizá ese fuera un motivo que forjó su carácter de mujeriego impenitente, aunque en la breve ‘Winter Lady’ nos diga que es al revés, colocándose como víctima de una femme fatale, todo a través de unas delicadas melodías vocales de las que llegan bien adentro cuando se está con la disposición adecuada. Los bonus tracks que encontramos en la reedición en CD son descartes que no aportan nada y tan solo nos sirve para verificar el intento de Cohen de sonar rítmico y comercial, tanto en ‘Store Room’ como en ‘Blessed Is The Memory’.
Estamos, pues, ante la mejor obra musical (la literaria ya es otro mundo) de Leonard Cohen, todo un tratado lírico-musical sobre las relaciones humanas bajo unas melodías hipnóticas y subyugantes que suponían de entrada un tope insuperable para la capacidad de Cohen como músico. Como escribía Francisco Umbral al referirse a Azaña: decirlo bien y a la primera es decirlo dos veces. Y eso es lo que consigue Cohen en su debut, inmortalizando este gran disco que ha adquirido mayor prestigio si cabe con el transcurso de los años.
SONGS FROM A ROOM
Año de publicación: 1969
Puntuación:
1) Bird On A Wire; 2) Story Of Isaac; 3) A Bunch Of Lonesome Heroes; 4) The Partisan;
5) Seems So Long Ago, Nancy; 6) The Old Revolution; 7) The Butcher;
8) You Know Who I Am; 9) Lady Midnight; 10) Tonight Will Be Fine.
Leonard Cohen tenía ganas de seguir triunfando y se dio cuenta de la importancia de contar con un productor que conociera bien los entresijos de la música popular que consumía la juventud del momento. Así, las sesiones de grabación de este segundo álbum se iniciaron en Hollywood y contaron al principio con David Crosby como productor, quien todavía tenía tiempo libre porque no había comenzado a grabar con Stills y Nash lo que sería el espectacular disco de debut de CSN. Pronto afloró la tensión entre ambos músicos y Leonard cambió de ciudad y de productor, yéndose a Nashville y contratando a Bob Johnston, en cuyo currículum tenía a otros grandes artistas provenientes originalmente del folk como Bob Dylan o Simon & Garfunkel. Sin embargo, aquí no vamos a encontrar folk-rock ni nada que se le parezca, sino una música todavía más minimalista que la del álbum de debut.
Uno de los temas más conocidos de Cohen es ‘Bird On A Wire’, más por su letra sobre la redención personal que por la parte musical en la que se sustenta. El estribillo denota su carácter country, por lo que sorprende que los arreglos sean orquestales cuando este álbum fue grabado en Nashville. Un tema que consigue enganchar por lo intrigante de la letra y la penetrante melodía que se esconde en su parte vocal es ‘Story Of Isaac’. Pero las mejores melodías vocales del disco las encontraremos en ‘You Know Who I Am’, en la cual lo más sorprendente es su letra vengativa hacia algún antiguo amor, doblemente vengativa si atendemos a que se ha reservado las mejores melodías para esta ocasión concreta.
La lástima es que no escribiera sus propias letras sobre la temática antifascista tratada en ese himno de la Segunda Guerra Mundial llamado ‘The Partisan’, para así haber profundizado un poco más en la angustia existencial del partisano errante con la muerte acechando en cada rincón. Es curioso que su segunda mitad esté cantada en francés, como la canción original, aunque Leonard se crió en Quebec y debía conocer bien esta lengua. De manera análoga, tendría también mayor interés ‘The Old Revolution’ si su letra no quedara tan críptica, pues la temática tratada parece ser la lucidez de esa persona desengañada cuando ha sido encarcelada, sintiéndose abandonada por aquellos que le imbuyeron los fanáticos ideales por los que fue apresada. Las limitaciones de Leonard quedan al descubierto cuando se embala en ‘A Bunch Of Lonesome Heroes’ en dirección al estribillo, pues nos recuerda inmediatamente el estilo de ‘So Long, Marianne’.
No vuelven a faltar aquí sentidos lamentos por el amor nostálgico como ‘Seems So Long Ago, Nancy’, pero donde suena al típico cantautor folk norteamericano es en la final ‘Tonight Will Be Fine’. Por otra parte, repitiendo continuadamente los mismos acordes de guitarra en ‘The Butcher’ puede resultar un poco pesado, siendo este tema lo más discreto del álbum junto a ‘Lady Midnight’, en la cual nos cuela alguna atonalidad como si fuera un precursor del estilo de cantautor que adoptará Syd Barrett en buena parte de su exigua producción en solitario tras la traumática salida de Pink Floyd.
Queda un poco raro nombrar a Syd Barrett cuando se hablar de Leonard Cohen, así que resumamos este álbum como una obra de cantautor intimista y algo deprimido, muy dependiente de la interpretación vocal, donde vuelve a salir triunfante aunque no logra mantener el mismo gran nivel durante todo el álbum. Es por tanto algo inferior al soberbio debut pero sí mejor que todo lo que vendrá después, hasta su renacimiento en los años ochenta.
SONGS OF LOVE AND HATE
Año de publicación: 1971
Puntuación:
1) Avalanche; 2) Last Year's Man; 3) Dress Rehearsal Rag; 4) Diamonds In The Mine;
5) Love Calls You By Your Name; 6) Famous Blue Raincoat; 7) Sing Another Song, Boys;
8) Joan Of Arc.
Nuevamente en Nashville y con el mismo productor (Bob Johnston), Leonard Cohen realizaba una continuación sin sorpresas respecto a lo que había efectuado en el álbum previo. Las diferencias son aparentemente líricas, no musicales, y por tanto eso requiere trascender la frontera musical y situarse más bien en el terreno de la poesía. Si echamos un vistazo al contenido, nos damos cuenta que hay menos canciones de lo habitual y duran más. Tan solo una canción baja de los cinco minutos de duración y es curiosamente la más floja de todas: ‘Diamonds In The Mine’, sobre todo porque Leonard parece que esté borracho mientras canta y deja muy mala impresión, además de que los coros femeninos parecen un recurso fácil y superfluo. Una curiosidad de este disco es que encontramos referencias de unas canciones en las letras de otras, pues por ejemplo en ‘Avalanche’ canta “Do not dress in those rags for me” y en ‘Last Year's Man’ se nombra a Juana de Arco.
El mayor problema que encontramos en este álbum es que la monotonía comienza a hacer demasiada mella en su música, de ahí que ‘Last Year's Man’ (donde recurre a los coros infantiles, quizá para dar un toque de inocencia) o ‘Famous Blue Raincoat’ casi parezcan una recitación de poesía con algunos instrumentos de fondo que pasaban por ahí. Esta última mejora un poco en su segunda mitad al comenzar a percibirse un sentido melódico al minimalista acompañamiento de su voz. En cualquier caso, todavía podemos encontrar aquí otro clásico del cancionero de Cohen: ‘Avalanche’. En este tema todo el peso lo lleva la parte vocal, donde se transmite toda la resignación de quien se ve abordado por gente falsa atraída por el dinero y la fama ajenos, pero la guitarra y los arreglos orquestales crean a la perfección la tensión musical necesaria para enfatizar los momentos de mayor fuerza narrativa.
Se ha de tener paciencia para percibir las sutilezas de ‘Love Calls You By Your Name’, pues la primera impresión es que se trata de otra recitación poética con algo de música de acompañamiento como excusa. Por otro lado, tan vengativo y con tanta mala leche como en ‘Dress Rehearsal Rag’ no le habíamos escuchado todavía. Se había acercado en alguna ocasión anterior, pero pobre la mujer a la que iba dirigido este inmisericorde ataque con frases tan hirientes como “Just take a look at your body now / There's nothing much to save”.
En cuanto a ‘Sing Another Song, Boys’, está grabada en directo y pertenece a su actuación en el Festival de la Isla de Wight de 1970, que acabaría siendo publicada ya en el siglo XXI con vídeo incluido. El único problema de esta canción es que acaba decepcionando, pues a lo largo del tema se va elevando paulatinamente el tono y cuando llega el deseado clímax final se acaba despachando con unos “la, la, la, la” que en Cohen quedan un tanto ridículos porque su voz no consigue atinar en la forma de cantarlos. Debería haberse fijado en la actuación de Massiel en Eurovision para saber cómo cantar esas sílabas con gracia, aunque vuelve a emplear ese recurso en ‘Joan Of Arc’ y ahí lo realiza con más gracejo y emoción. Su letra representa el poético diálogo entre Juana de Arco y el fuego que está presto a consumir su cuerpo, una manera más intelectual de aproximarnos a ese personaje histórico que el apaño que hizo Morrissey para ‘Bigmouth Strikes Again’.
Parece que el mismo Leonard se dio cuenta de que necesitaba un respiro para decidir la dirección musical que deseaba seguir, pues su carrera comenzaba a estancarse rápidamente al aplicar los mismos ingredientes con asiduidad. Empezaba así un vagar errante por la década de los setenta con muchos más errores que aciertos hasta su resurgir en los años ochenta. Aquí nos dejaba un álbum menos vistoso que los anteriores pero todavía con un par de joyas que no hay que perderse. En todo caso, le tocaba demostrar a partir de ahora que era de verdad un artista musical y no un poeta infiltrado.
LIVE SONGS
Año de publicación: 1973
Puntuación:
1) Minute Prologue; 2) Passing Through; 3) You Know Who I Am; 4) Bird On The Wire;
5) Nancy; 6) Improvisation; 7) Story Of Isaac; 8) Please Don't Pass Me By (A Disgrace);
9) Tonight Will Be Fine; 10) Queen Victoria.
A priori puede parecer innecesaria la publicación de un álbum en directo para un artista cuya música no es susceptible de variar mucho respecto a lo grabado en el estudio, aunque Leonard Cohen sabrá acompañarse, según el momento, por otros músicos que aporten una perspectiva diferente a un cancionero basado en unos ingredientes tan simples como guitarra y voz. No es aquí el caso en buena parte, pues los músicos complementarios son casi inaudibles la mayor parte del tiempo, siendo la calidad de las grabaciones bastante mediocre. Las grabaciones pertenecen a diferentes conciertos, la mayoría en Europa y de 1972. Tan solo ‘Please Don't Pass Me By (A Disgrace)’ y ‘Tonight Will Be Fine’ fueron grabadas en 1970. Eso sí, para ser casi todo de 1972, la mitad del repertorio pertenece a Songs From A Room, donde cabe aclarar que ‘Nancy’ es la originalmente titulada ‘Seems So Long Ago, Nancy’.
Los dos primeros temas son nuevos, aunque ‘Passing Through’ es una versión. ‘Minute Prologue’ es breve y no da tiempo a que demuestre nada, mientras que ‘Passing Through’ pudo ser seleccionada con la idea de animar al público a cantar con él. Aunque para este cometido ya tenemos aquí ‘Please Don't Pass Me By (A Disgrace)’, una composición humorística destinada a proporcionar un rato de jolgorio y participación a la audiencia, tanto que sobrepasa los diez minutos de duración, algo impensable en un cantautor de estas características. La denominada como ‘Improvisation’ no es más que la misma guitarra de siempre pero sin letra, así que es mejor que nadie se espere una demostración de técnica porque por ahí no van los tiros.
Cuando llegamos a las canciones que son de las conocidas de Leonard es cuando podemos apreciar lo innecesario que resulta este álbum. Sin embargo, ‘Tonight Will Be Fine’ está interpretada en modo country y con voces femeninas de acompañamiento, pues pertenece al concierto del Festival de la Isla de Wight de 1970, que sería publicado años después y en esta actuación iba Leonard acompañado de más músicos, quedando como un recomendable concierto, a diferencia del presente álbum. La canción que quedaría muy sosa en cualquier concierto y tan solo podría tolerarse ese intimismo en un lugar cerrado y con poco público es ‘Queen Victoria’, por lo que aquí resulta más bien aburrida.
La pregunta que cabe hacerse es quién necesita escuchar este disco o incluso si hubo alguna motivación aparte de la económica para publicar algo tan insignificante e innecesario como resultan ser estas grabaciones. Lo que nos dice la historia es que Leonard Cohen estaba por esa época en una especie de pequeña crisis existencial donde no veía claro su futuro como músico, algo que se agravaría en unos años, pero tampoco hacía falta enseñar estas actuaciones y que nos diéramos cuenta de ello de esta manera. Así pues, puede evitarse este álbum porque no aporta nada a la evolución musical de Cohen.
NEW SKIN FOR THE OLD CEREMONY
Año de publicación: 1974
Puntuación:
1) Is This What You Wanted; 2) Chelsea Hotel #2; 3) Lover Lover Lover;
4) Field Commander Cohen; 5) Why Don't You Try; 6) There Is A War; 7) A Singer Must Die; 8) I Tried To Leave You; 9) Who By Fire; 10) Take This Longing; 11) Leaving Green Sleeves.
Superada la pequeña crisis artística, comienzan a venirle inquietudes musicales a Leonard Cohen y para ello decide cambiar de productor y de músicos, con la intención de renovar el sonido que había estado realizando hasta ese momento. No es que vayamos a encontrar ninguna revolución sonora ni mucho menos, pero sí detalles en los arreglos y alguna que otra pequeña experimentación con los ritmos, siempre dentro de los límites esperables para un cantautor de los años setenta. En cualquier caso, sea más o menos acertada la producción, lo principal siempre es tener buenas composiciones a mano y eso no se consigue mejorar.
En su comienzo ‘Is This What You Wanted’ no parece nada interesante, sino más bien todo lo contrario, pues hasta da la impresión de que Leonard está cantando borracho (algo ya habitual) y eso casaría bien con su letra bastante vengativa. Sin embargo, la llegada del estribillo cambia el panorama porque emplea con originalidad la percusión y los coros. En el apartado melódico es lo mejor con diferencia de este álbum junto a ‘Who By Fire’, en la cual se consigue una ambientación intimista que resulta ideal para que nos sintamos como si nos estuvieran cantando a nosotros mismos una atractiva poesía anafórica. Sus arreglos orquestales son también mesurados pero idóneos.
Cuando la guitarra acústica toma un papel similar al del piano en los ciclos de lieder de Schubert, esto es, para transmitir los sentimientos del protagonista y tomar así un rol activo aunque sea secundario, canciones como ‘Take This Longing’ se vuelven más interesantes. Pero esto es casi la excepción. Por ejemplo, ‘Chelsea Hotel #2’ está indicada únicamente para quienes tengan interés por las historias amorosas de Cohen que mezclan erotismo y desilusión por la realidad. Muy combativo se muestra en ‘Lover Lover Lover’, caracterizada por un original ritmo de extraña percusión e instrumentos acústicos. La misma jugada busca en ‘There Is A War’, pero el efecto sorpresa ya se ha perdido.
El tono melancólico e intimista de ‘A Singer Must Die’ hasta puede aceptarse, pero no el penoso estribillo a base de unos sosos “la, la, la”. Lo que ya resulta complicado soportar es, en ‘Why Don't You Try’, a Leonard ubicado entre un crooner y la música francesa recitada, sin melodías. Canciones como ‘Field Commander Cohen’ o ‘Tried To Leave You’ pasan sin mayor pena ni gloria. Y no funciona el pretendido final apoteósico de ‘Leaving Green Sleeves’, donde primero se mantiene un tono menor, con un canto casi a cappella, para crear luego un contraste que suena forzado. Es una manera decepcionante de finalizar un álbum igualmente decepcionante que simplemente le sirvió a Cohen para mantenerse con vida en el mundo de la música.
DEATH OF A LADIES' MAN
Año de publicación: 1977
Puntuación:
1) True Love Leaves No Traces; 2) Iodine; 3) Paper Thin Hotel; 4) Memories;
5) I Left A Woman Waiting; 6) Don't Go Home With Your Hard-On; 7) Fingerprints;
8) Death Of A Ladies' Man.
Más sorprendente no podía ser la decisión de Leonard Cohen de elegir como productor a Phil Spector. Un cantautor introspectivo contratando al adalid del muro de sonido y la ostentación en los arreglos. No parece que tengan nada en común, pero eso mismo sirve para comprobar qué podía surgir de una nueva perspectiva musical para la poesía de Cohen. Pocos momentos hay en los que la impronta de Spector se imponga a la idiosincrasia del canadiense y por tanto la impresión que transmite esta conjunción artística es la de complementarse mutuamente, algo así como lo que conseguiría unos años después Spector con los Ramones, otro grupo con el que a priori nada tenía en común. Precisamente uno de los temas que evocan directamente el estilo del primer Spector es sin duda ‘Memories’, que tanto por la música como por la letra de reminiscencias bíblicas podría pasar por una balada de aires góspel de los primeros años sesenta.
Sin embargo, el comienzo del álbum mediante ‘True Love Leaves No Traces’ deja bastante que desear. Muy pronto comenzaremos a preguntarnos: ¿Pero esto que es? ¿Es un dueto de Frank Sinatra? ¿Estamos ante el mismo artista que extraía música de su poesía? Ciertamente abochorna escuchar una música tan vulgar y ñoña, aparte de ser la peor manera posible de iniciar el álbum. La voz femenina es de Ronee Blakley, quien había acompañado a Bob Dylan en su legendaria gira The Rolling Thunder Revue. Algo similar encontraremos en ‘I Left A Woman Waiting’, que en su principio recitado parece que esté imitando precisamente a Dylan y que se salva del desastre total únicamente por alguna interesante melodía instrumental que aparece por allí y que nadie esperaba. Buscando ese sonido comercial tan descaradamente dirigido al gran público estadounidense, no podía faltar un tema country como ‘Fingerprints’ para aportar también algo de jovialidad, aunque no deja de ser una canción algo vulgar.
Uno de los escasos motivos que justifican la colaboración con Spector es la pieza que da título al álbum, pues sus nueve minutos de épica continuada (tan solo interrumpida en algunos momentos de su último tercio) goza de unos enriquecidos arreglos, bien mesurados, al estilo de lo que hiciera en All Things Must Pass de George Harrison. En cambio, la trabajada producción de ‘Iodine’ o ‘Paper Thin Hotel’ no esconde que se trata de temas bastante convencionales. En cuanto a ‘Don't Go Home With Your Hard-On’, parece el título de alguna canción soez de Frank Zappa y aparte está interpretada en tono jocoso bajo un ritmo a lo Bo Diddley, con unos coros donde participan Bob Dylan y el poeta beatnick Allen Ginsberg. Cabe señalar que el listado de músicos participantes es extensísimo, acorde a las necesidades de Spector de conseguir un sonido denso pero de manera natural, duplicando los instrumentos a base de duplicar los intérpretes.
Como todos los músicos que han trabajado con Spector a partir de los años setenta, para Cohen fue la primera y última vez que aprovechó/sufrió esta colaboración. La locura de Phil Spector irá agravándose con los años y eso le llevará a la cárcel por asesinato en el siglo XXI, pero su agresividad y gusto por las armas ya eran habituales a partir de los setenta. Respecto a Leonard Cohen, no tardará mucho en volver con un nuevo álbum y buscará otro tipo de influencias, aunque ya hemos visto que no estaba en su mejor momento creativo en cuanto a la composición. De todas maneras, hay muchas alternativas que no incluyen a un productor paranoico apuntándote con un revólver.
2021
RECENT SONGS
Año de publicación: 1979
Puntuación:
1) The Guests; 2) Humbled In Love; 3) The Window; 4) Came So Far For Beauty;
5) The Lost Canadian (Un Canadien Errant); 6) The Traitor; 7) Our Lady Of Solitude;
8) The Gypsy's Wife; 9) The Smokey Life; 10) Ballad Of The Absent Mare.
2021
Con la lección bien aprendida, Leonard Cohen se olvidó de intentar convertirse en una estrella masiva de la música y volvió a una producción convencional, que en realidad era lo que mejor se adaptaba a las convencionales composiciones que le estaban saliendo de su mente. Aquí volvemos a escuchar más de lo mismo (en eso no habían cambiado las cosas) y así los seguidores del canadiense al menos podían salir satisfechos de volver a escuchar la cadencia particular de sus narraciones. Entre los músicos participantes cabe destacar la de Garth Hudson, de los entonces recientemente disueltos The Band, y la cantante de los coros Jennifer Warnes, quien en los ochenta tendrá mayor protagonismo en los álbumes de Cohen, así como un gran éxito con canciones de algunas películas taquilleras.
Pero queda bien claro en este disco que la visión artística original de Leonard había llegado a un punto muerto. Las ideas de producción para intentar dotar de algo de frescura a las canciones no son muy originales tampoco. La estructura de ‘The Guests’ es demasiado repetitiva y por ello la idea para solventar ese problema es ir añadiendo diferentes instrumentos a lo largo de sus casi siete minutos. ‘The Traitor’ rememora la solemnidad de sus inicios, pero una década después ya no produce el mismo impacto emocional y el violín lacrimógeno del final se lo podría haber ahorrado. Busca un sonido de vodevil serio en ‘Humbled In Love’, pero no parece un sonido que encaje mucho con su estilo vocal intimista, mientras que ‘The Window’ o ‘Ballad Of The Absent Mare’ son las típicas canciones de cantautor de Cohen.
Las raíces quebequesas (sociales, aunque no genéticas) de Cohen se nos muestran con su interpretación de ‘The Lost Canadian (Un Canadien Errant)’ en su idioma original, el francés. Pero es una canción olvidable y las trompetas que van apareciendo no ayudan mucho a dejar una buena imagen. ¿Y por qué Leonard canta con tan poco entusiasmo en el estribillo de ‘Our Lady Of Solitude’? precisamente hubiera podido llegar a grandes cotas de emoción si su voz expresara toda la pasión que se infiere de la letra, un canto efusivo de amor hacia una mujer que le dejó una huella profunda. Tampoco llama mucho la atención ‘The Gypsy's Wife’ hasta que entra el violín que emula el estilo zíngaro de Stéphane Grappelli, si bien luego parece que acaba edulcorándose un poco.
Como una balada de cabaret nocturno se desenvuelve ‘Came So Far For Beauty’, aunque eso ya lo venía haciendo Tom Waits con mayor convicción. Igual que en otras ocasiones previsas, sabe hacer un buen uso de los coros femeninos en ‘The Smokey Life’, aunque tampoco pasará a la historia, mucho menos dentro de un álbum tan olvidable e irrelevante como Recent Songs. Lo que podemos agradecerle a Leonard Cohen es que no llegara a grabar música disco, pues en 1979 muchos músicos ya habían sucumbido a esa tentación. Pero se nota que necesitaba un retiro y eso fue lo que hizo durante unos años hasta su reinvención en los ochenta.
VARIOUS POSITIONS
Año de publicación: 1984
Puntuación:
1) Dance Me To The End Of Love; 2) Coming Back To You; 3) The Law;
4) Night Comes On; 5) Hallelujah; 6) The Captain; 7) Hunter's Lullaby;
8) Heart With No Companion; 9) If It Be Your Will.
Si estuviéramos en los años setenta, el título de este álbum nos hubiera llevado a pensar: “¡Oh, no! Este hombre nos vuelve a hablar de sus hábitos sexuales…”. Pero no, era una nueva década y casi un nuevo músico. Estos años que estuvo Leonard Cohen apartado de la escena musical provocaron que el retorno fuera todavía más sorprendente por las marcadas diferencias que se aprecian inmediatamente en este álbum. Ya no es solo que su voz había cambiado para siempre, volviéndose más grave y susurrante, sino que los coros femeninos (con Jennifer Warnes destacada especialmente por Cohen) y los sintetizadores formarán parte casi indisoluble de esta nueva etapa. Estos ingredientes a priori no ofrecen muy buenas perspectivas, pero ya se sabe que lo relevante no son tanto los elementos empleados sino la manera de emplearlos, que sea con originalidad o con inteligencia.
Sorprende comenzar a escuchar esa especie de vals veneciano ejecutado con sintetizadores que es ‘Dance Me To The End Of Love’ y sus prominentes coros femeninos que resultan algo excesivos, pero el tema tiene consistencia (incluso el solo de sintetizador que llega por medio) y mejora conforme avanza, aunque cuando vuelven a entrar los coros femeninos se vuelve a dar un paso atrás. Pero no pensemos que se trata de un álbum basado en sintetizadores, porque también está el Leonard de siempre. Cuando llega a continuación ‘Coming Back To You’, entramos de nuevo en el convencionalismo de los años setenta, aunque se agradece la exquisitez de los arreglos para mejorar un poco esa impresión. En cambio, esa sobria seriedad de altos vuelos que nos llega como la voz cercana de la experiencia y que caracterizará la obra de Cohen a partir de los ochenta la encontramos por primera vez en ‘The Law’.
En cualquier caso, el nuevo estilo no es la panacea y canciones como ‘Night Comes On’ o ‘Heart With No Companion’ mantienen ese aire majestuoso pero sin provocar entusiasmo ni aportar detalles de interés que no sea descifrar el sentido último de la letra, que eso ya es algo inherente a la música del canadiense. El acompañamiento instrumental de ‘Hunter's Lullaby’, desarrollado casi como un crescendo, queda ideal con la parte vocal que también tarda en llegar a esa especie de clímax cuando Leonard canta con una entonación hechizadora “Your father's gone a-hunting / He asked me to say goodbye”. Sin embargo, ‘The Captain’ es la misma canción de colegueo que había hecho siempre, aquí bajo un ritmo marcado y un piano de salón del oeste.
Una de las canciones más conocidas de Cohen es ‘Hallelujah’, versionada en muchas ocasiones, hasta por el cantaor Enrique Morente, quién sabía cómo revolucionar el flamenco de una manera coherente y acertada. Una de las versiones más conocidas es la que hizo el malogrado Jeff Buckley en su corta vida. Pero la canción rezuma esa espiritualidad que Leonard sabe universalizar para que paradójicamente llegue al oyente de una manera personal e introspectiva, con referencias bíblicas dentro de una poesía muy directa. Todo un ejemplo de canción de autor. Jennifer Warnes se luce en la final ‘If It Be Your Will’ cantando con Cohen en un emocionante dueto que contiene además algunas bellas melodías y una hermosa progresión de acordes. No se queda muy lejos de la balada adulta, pero es sin duda uno de los temas destacados del disco y un buen broche final para un retorno aceptable y prometedor por las posibilidades que ofrecía a la evolución musical de este músico, a quien no se le veía de ninguna manera cayendo en los excesos del techno o de la música facilona para adultos.
I'M YOUR MAN
Año de publicación: 1988
Puntuación:
1) First We Take Manhattan; 2) Ain't No Cure For Love; 3) Everybody Knows;
4) I'm Your Man; 5) Take This Waltz; 6) Jazz Police; 7) I Can't Forget; 8) Tower Of Song.
Proseguía Leonard Cohen la década de los ochenta enfundado en su nuevo sonido basado sobre todo en sintetizadores y coros femeninos, pero sin olvidar tampoco a los músicos profesionales que podían aportar toques de exquisitez necesarias para la poesía mundana del canadiense. Por ejemplo, no podía desaprovechar del todo la presencia de uno de los bateristas que habían tocado con Frank Zappa (Vinnie Colaiuta) o uno de los guitarristas más reputados con el estilo slide desde su estreno a lo grande en el debut de los Flying Burrito Brothers, Sneaky Pete Kleinow. Pero tampoco debemos esperarnos una música muy técnica en este disco. En esta ocasión se rodeó de diferentes productores, ninguno de ellos el de Various Positions, quizá para conseguir una mayor versatilidad en el sonido dentro de la vertiente de canción pop adulta a la que se había dirigido. Y, aparte, aquí encontraremos algunas de las canciones más conocidas de su carrera.
Precisamente el comienzo repleto de sintetizadores de la conocida ‘First We Take Manhattan’ es el tipo de sonido que nunca relacionaríamos con Cohen, pero está todo implementado con suficiente gusto para que no desentone. La voz sobria (epíteto sin segundas intenciones, o quizá sí) y el preciso empleo de coros femeninos crean una ambientación propicia para el aspecto vengativo que subyace en la letra. Aparte, sorprende encontrar esa especie de segundo estribillo cantado por las voces femeninas, muy potente y vistoso. Pero no todo va a ser sintetizador, pues ese particular lounge-jazz crepuscular de ‘I'm Your Man’ parece el estilo idóneo para el Cohen cincuentón y de aquí en adelante, tal como se demuestra en esta canción tan señera de su autor. Su letra se ubica entre la ironía, la desesperación y el amor mal entendido, sin que la entonación de Leonard nos acabe de aclarar si tan solo se queda en lo primero. Otro de los temas conocidos del canadiense es el vals de ‘Take This Waltz’, que queda más bien como un guiño a la música clásica y popular vienesa, aunque el clímax que se alcanza llegando a los cuatro minutos está muy bien conseguido. Y la profusión final de instrumentos contiene también una alta cantidad de lirismo.
Pero no falta algún error grave propio de la década en que nos encontrábamos. Así, se pasa de moderno en ‘Jazz Police’, inmiscuyéndose en terreno de Depeche Mode y metiendo unos coros femeninos y un solo de teclado disonantes como colmo del atrevimiento. Aunque más bien es como si estuviera intentando sonar a Depeche Mode pero acabara sonando igual que si fueran ELP los que pretendieran sonar a Depeche Mode, que es ya alterar las reglas lógico-musicales y provocar un cataclismo artístico innecesario. Por si fuera poco, en ‘I Can't Forget’ parece que replique de forma ralentizada el ritmo de ‘Material Girl’ de Madonna, pero al menos sin consecuencias drásticas. En cualquier caso, es de lo más pop que habíamos escuchado a Leonard en su carrera, lo cual no es desmerecer tampoco la canción porque mantiene un nivel aceptable todo el tiempo. Cuando se muestra demasiado relajado, como en ‘Ain't No Cure For Love’, vemos que esa falta de tensión hace decaer el interés. Pero aquí lo medio arregla de nuevo mediante un segundo estribillo con algo de gancho, nuevamente liderado por las voces femeninas.
En la letra de ‘Everybody Knows’ emplea la anáfora como recurso estilístico, pues tiene un efecto muy poderoso cuando es empleada con inteligencia y eso es lo que consigue aquí Leonard, con esa voz experimentada de donde solo parece que salgan verdades simplemente porque suenan a verdad (lo cual que puede ser el juego de Cohen en este caso). Es curioso saber que esta canción será utilizada en 1994 como música de baile sensual por Atom Egoyan en su película Exótica, un film muy premiado en su momento pero poco o nada convincente en su acabado. Esto último lo decimos porque la manera en la que se acaban enlazando las vidas de los personajes es bastante creativa pero las situaciones que se muestran son poco creíbles, en parte debido a algunos de los actores elegidos. Y bueno, Egoyan era armenio de origen y canadiense de adopción, así que quizá la elección de un tema de Leonard Cohen como canción principal era su manera de ser agradecido con su país de acogida. Y se ha de reconocer que la canción queda muy bien en ese contexto. Volviendo al disco, como si para el final ya no le quedaran ideas para enfundar su letra con un acompañamiento más original, ‘Tower Of Song’ suena demasiado sencilla y raquítica en arreglos y queda entre lo más discreto del álbum. Es una pena que algunos errores o momentos demasiado relajados no permitan distinguir esta obra como el buen álbum que debería ser, pero contiene algunas canciones imprescindibles de Leonard Cohen y vale la pena echarle un vistazo, sobre todo por la calidad de las letras, siempre muy por encima de la música comercial con la que competía sin problemas.
THE FUTURE
Año de publicación: 1992
Puntuación:
1) The Future; 2) Waiting For The Miracle; 3) Be For Real; 4) Closing Time; 5) Anthem;
6) Democracy; 7) Light As The Breeze; 8) Always; 9) Tacoma Trailer.
En esta ocasión, los cuatro años de intervalo temporal desde el disco previo fueron debidos a circunstancias ajenas, pues el hijo de Leonard Cohen sufrió un accidente que le mantuvo en coma durante varios meses. Musicalmente este álbum mantiene el mismo tono y estilo de su predecesor, un Cohen maduro y sobrio que sabe apoyarse en suficientes ganchos melódicos para hacer su propuesta interesante. Eso sí, se excede cada vez más con la duración de las canciones y tan solo una de ellas no sobrepasa los cinco minutos. Si nos fijamos en la portada, es bien sencilla pero nunca antes había mandado un mensaje político en ellas, aunque sea algo tan sencillo como una imagen de libertad. Estamos en la época en que había caído recientemente el Muro de Berlín como símbolo de la caída de la URSS y, por extensión, de un comunismo que en la práctica había devenido una dictadura encubierta (o no tan encubierta si recordamos como se endiosaba esa abyecta palabra bajo el apelativo de “la dictadura del proletariado”) y un nepotismo descontrolado y fatal. El caso es que nunca habíamos escuchado a un Cohen tan politizado como el que nos encontramos aquí.
La canción que da título al álbum nos devuelve al mejor Cohen posterior a los setenta, el que sabe conjuntar un ritmo poderoso y atrayente con su poesía y un estribillo pegadizo e irresistible, bien contrapunteado por los coros femeninos. Los sintetizadores de entrada de ‘Waiting For The Miracle’ pueden sonar algo pasados de moda para 1992, pero el resto de arreglos lo hacen olvidar y la ambientación intimista hace el resto para dejarnos llevar por la una letra donde parece estar pidiendo perdón durante sus casi ocho minutos de duración. Sin embargo, parece caer en las redes del sonido más comercial en ‘Closing Time’ debido a su instrumentación, pero el componente vocal demuestra suficiente gusto, si bien su duración de casi seis minutos es excesiva. Pero también encontramos el sonido clásico del canadiense, pues ‘Anthem’ es la típica balada intimista de Cohen donde los coros femeninos acaban iluminando tímidamente lo que es un tema muy sombrío, que también mejora con la entrada de un ritmo más prominente.
Una percusión militar inicia ‘Democracy’, preparándonos así para su letra muy crítica con la supuesta democracia estadounidense, que en la práctica acaba siendo un ejercicio de votar y dejar que todo siga más o menos igual, si acaso cambiando la cara del presidente de turno. A Roger Waters le hubiera gustado cantar algo así. En cualquier caso, suena animada y eso ya es un plus en Cohen. Se apoya en un ritmo complejo para la sosegada ‘Light As The Breeze’, cuando lo que parecía demandar la canción es algo más sencillo, pero Leonard va acoplando su canto paulatinamente a ese ritmo hasta que acaba sonando todo con naturalidad. Eso sí, el tiempo vuelve a jugar en su contra y puede acabar resultando repetitiva en la recta final, donde incluso Leonard acaba abusando de su voz en modo murmullo. Lo que poca gente podría esperar es encontrar una pieza instrumental en quien había sido un poeta antes de dedicarse a la música. Pero ‘Tacoma Trailer’ es una pieza bien estructurada que comienza con un piano algo florido y unos solemnes sintetizadores, para luego engrandecerse por completo hacia la mitad con la bella melodía que comienzan a tocar los sintetizadores en un segundo plano.
No es habitual encontrar versiones en los álbumes de Cohen, pero aquí se incluyen dos. Una es la relajada balada ‘Be For Real’, que en manos de Leonard parece que sea una composición propia, pues se adapta muy bien a su voz rasposa. La otra versión es ‘Always’ de Irving Berlin, una canción de los años veinte del mismo siglo y que aquí queda como un relleno fácil. Nuevamente nos encontramos que diversos momentos más flojos no permiten que podamos catalogar este álbum como uno de los más destacados de la carrera de Leonard Cohen, pero para quien sepa valorar la voz de la experiencia, no saldrá decepcionado/a con The Future.
TEN NEW SONGS
Año de publicación: 2001
Puntuación:
1) In My Secret Life; 2) A Thousand Kisses Deep; 3) That Don't Make It Junk; 4) Here It Is;
5) Love Itself; 6) By The Rivers Dark; 7) Alexandra Leaving; 8) You Have Loved Enough;
9) Boogie Street; 10) The Land Of Plenty.
Diez nuevas canciones para el décimo álbum de estudio de Leonard Cohen en casi diez años de ausencia, esto último debido a su conversión en monje budista. Le faltaría a este disco calificarlo con un diez, aunque se queda bien cerca. A pesar de contener únicamente su nombre en la portada, este álbum es una colaboración conjunta con la artista que aparece en la imagen, Sharon Robinson, quien aparece como coautora de todas las canciones, productora y vocalista, aunque el vocalista principal es Leonard. Robinson ya había colaborado puntualmente con anterioridad escribiendo algunas canciones para Cohen como ‘Everybody Knows’, así que no era ninguna desconocida y el canadiense acertó con la decisión, pues este álbum supone un retorno por la puerta grande.
Emociona desde el principio cuando nos envuelven la ambientación y los coros femeninos de ‘In My Secret Life’, una canción que llega muy adentro cuando se escucha en el estado adecuado, pues su letra es toda una lección de vida. En ella se compara el mundo interior de cada uno con el que se debe mostrar de acuerdo a las convenciones socio-culturales, o también el mundo interior donde todavía se guarda la vitalidad de aquellas cosas que desaparecieron en la vida real, pero que tendrán siempre un significado esencial para uno mismo. Un efecto similar consigue en la otra canción para recordar de este álbum, donde los “Here it is” del título llegan muy adentro para dejar el terreno allanado a su letra pesimista. Recupera los paisajes musicales envolventes y emocionantes en ‘By The Rivers Dark’ y ‘You Have Loved Enough’. La falta de un estribillo apropiado evita que ambas puedan ser otras de las grandes canciones de este disco.
En ‘Alexandra Leaving’ nos canta con delicadeza y buen gusto la historia de una tal Alexandra que ya no está y que incluso puede que nunca existiera más allá de la mente que la imaginó (“Do not say the moment was imagined / Do not stoop to strategies like this”), como representación de unas sensaciones que en algún momento probablemente existieron de verdad. Está inspirada en un poema del griego Kavafis, el mismo que escribió otro gran poema sobre lo que es la vida, la existencia, titulado Ítaca. Muy reposado, quizá demasiado, se muestra en ‘A Thousand Kisses Deep’, de tal manera que puede acabar resultando algo monótona, pues se trata de la canción más extensa de todo el álbum con sus seis minutos y medio de duración. En cambio, de manera discreta transcurren ‘That Don't Make It Junk’ o la balada adulta ‘Love Itself’.
No falta la sorpresa de encontrar un ritmo de trip-hop en ‘Boogie Street’ y se acopla muy bien al tono intimista del canadiense. La entrada de la parte femenina en el estribillo es todo un acierto porque revigoriza la canción. Vuelven a encontrar al final el tono memorable de sus mejores temas en el entramado instrumental de ‘The Land Of Plenty’, donde las voces se acoplan a las memorables melodías de las estrofas y luego añaden otro toque de emoción en el estribillo. Supone un gran final para un buen disco que únicamente adolece de un tono algo monocorde y algunos momentos demasiado convencionales, pero que nos regala canciones emocionantes y con la veteranía de una voz que transmite todos los matices revelados por la experiencia.
2022
DEAR HEATHER
Año de publicación: 2004
Puntuación:
1) Go No More A-Roving; 2) Because Of; 3) The Letters; 4) Undertow; 5) Morning Glory;
6) On That Day; 7) Villanelle For Our Time; 8) There For You; 9) Dear Heather;
10) Nightingale; 11) To A Teacher; 12) The Faith; 13) Tennessee Waltz.
2022
Con la finalidad de encontrar un apacible retiro de la música, al menos por unos años, Leonard Cohen echó mano de temas descartados de su archivo y compuso algunos más para conformar este nuevo y extraño álbum. Como vendríamos a saber con posterioridad, el retiro no llegaría porque durante los años siguientes es cuando Cohen denunció a su manager, quien se había dedicado a dejar las cuentas bancarias bien limpias, tanto que apenas quedó dinero y Cohen quedó en bancarrota. Pero bueno, aquí de momento se limita a cumplimentar lo necesario para conformar un álbum completo y la calidad musical queda en un segundo plano. Lo más curioso es que la voz de Leonard suena más ronca y susurrante que nunca, que no es tampoco un punto a favor.
La falta de ideas y de compromiso resulta ser un lastre muy grande. De esta manera, se dedica directamente a leer poesía canadiense en ‘Villanelle For Our Time’ con música convencional de acompañamiento. Por medio añade algo de entonación y unos coros femeninos, pero son en total seis minutos de aburrimiento supino. Tampoco mejora nada cuando se dedica a recitar su propia escritura en ‘To A Teacher’ bajo una base rítmica repetitiva y sin alicientes. Al menos eso lo hace con un poco más de gracia en ‘Because Of’. En la lenta ‘Undertow’ cede el puesto de vocalista principal a Anjani y tan solo se le escucha en susurros, lo cual unido a la larga introducción instrumental no parece que sea una composición de Cohen, que es lo que ocurre de manera similar en ‘Nightingale’ al no escucharle a él apenas.
Todo lo dicho hasta ahora ya podría ahuyentar a cualquier oyente ocasional de este músico, pero es que el resto del álbum tampoco es para lanzar cohetes precisamente. Flojo queda el himno nostálgico de ‘On That Day’, que es la excusa para que Leonard toque el arpa judía. Todavía más a divertimento suena ‘Dear Heather’, mientras que ‘The Faith’ no es más que sosegado contenido de relleno. Las marimbas en ‘Morning Glory’ es lo único destacable que posee y en la parte final aparecen unas voces femeninas en tono religioso para que nos acordemos de ‘Hallelujah’ y eso nos deje una mejor impresión. Los muy eruditos en Pink Floyd (o en el cancionero estadounidense de los años cuarenta/cincuenta) recordarán que ‘Tennessee Waltz’ era una antigua balada country que formó parte de la banda sonora de Zabriskie Point, la anticuada película de Antonioni. Aquí está interpretada en directo y al menos suena decente, con la steel guitar sonando para darle sabor auténtico.
Tres de las canciones provienen de las grabaciones de Ten New Songs y por tanto la voz femenina y la producción son de Sharon Robinson. Suenan de verdad a descartes y se entiende perfectamente por qué no se utilizaron. En ‘There For You’ añaden instrumentos étnicos para ofrecer algo novedoso, mientras que ‘Go No More A-Roving’ representa sus ganas de cantar un poema de Lord Byron y en la aburrida ‘The Letters’ no vale la pena perder el tiempo. Así pues, nos encontramos ante el peor álbum de la carrera de Leonard Cohen, quien debió acordarse mucho de Sharon Robinson y del buen trabajo que le salió con ella. Aunque eso no será lo peor que se le presentará por delante, puesto que comenzaban sus graves problemas económicos y así llegará su retorno obligado a la escena musical.
OLD IDEAS
Año de publicación: 2012
Puntuación:
1) Going Home; 2) Amen; 3) Show Me The Place; 4) The Darkness; 5) Anyhow;
6) Crazy To Love You; 7) Come Healing; 8) Banjo; 9) Lullaby; 10) Different Sides.
El retorno forzado a los escenarios para poder subsistir con más de setenta años, debido a la estafa de su manager que se apropió de su dinero, revitalizó asombrosamente a Leonard Cohen, quien con casi ochenta años publicó su siguiente álbum de estudio. En 2011 había recibido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras e hizo un discurso muy emotivo en la entrega del premio donde reveló cómo se enseñó a tocar la guitarra y la gratitud eterna que tiene hacia nuestro país. Este premio probablemente le ayudó también a llegar por primera vez al número uno de ventas en España con Old Ideas, su inesperado retorno por la puerta grande y donde volvió a demostrar su grandeza artística. En el disco participan algunos de los nombres que le venían acompañando en las últimas décadas y se mantiene el mismo tono sobrio y añejo, que es la música que le podía salir con honestidad a un artista tan longevo.
Más emocionante no puede ser el comienzo que con la conmovedora ‘Going Home’, de cautivadoras melodías vocales, exquisitos arreglos y una letra existencial donde Cohen habla consigo mismo y de paso nos transmite esa visión de que llega un momento en la vida en que uno se ha de despojar de todo aquello que ha pretendido ser para ser aquello que realmente es. O entendido de otra manera, que el hogar no es necesariamente donde vivimos o hemos vivido alguna vez, sino donde queremos realmente estar. Se nos muestra relajado y contemplativo en buena parte del álbum, pero igualmente convincente como por ejemplo en ‘Show Me The Place’, llevada por el piano y luego la entrada del violín, el cual acaba tomando el liderazgo y nos deja una bella parte. Encontraremos un jazz nocturno poco interesante en ‘Anyhow’, porque lo más acercado que descubriremos aquí a Leonard al rock (o quizá blues-rock) es en los incisivos pero repetitivos acordes rítmicos de ‘The Darkness’, una manera de diversificar el sonido del álbum. En cambio, el título de ‘Lullaby’ es más que idóneo porque la canción es tan aburrida que induce a dormir, aparte de contener melodías triviales (cuando las hay).
Resulta curioso que ‘Amen’ pueda tomarse algebraicamente como la suma de ‘I'm Your Man’ y ‘Hallelujah’, pues parece una reescritura de la primera (cantando en el estribillo “Amen” en vez de “I'm your man”), pero empleando a su vez esa palabra religiosa como sustituta de la segunda. Aun así, el carisma de Leonard es más que suficiente para que no parezca más de lo mismo y por medio se incluye una memorable melodía de trompeta, instrumento que nos regala un precioso solo en el tramo final. Emotiva y hermosa se nos muestra ‘Come Healing’, pero en el caso de Crazy To Love You’ tan solo toma brío en el estribillo, porque el resto del tiempo deja indiferente escuchar a Cohen casi recitando. La grandeza de Cohen vuelve a aparecer cuando menos se la espera, pues un tema que suena tan moderno como ‘Different Sides’ no desentona con la voz anciana del canadiense y engancha desde las primeras notas de órgano y la pegadiza parte vocal. Es como una inesperada sorpresa final que demuestra a un músico de edad anciana pero mente joven, que es a lo que aspiramos todos a llegar en esta vida.
POPULAR PROBLEMS
Año de publicación: 2014
Puntuación:
1) Slow; 2) Almost Like Blues; 3) Samson In New Orleans; 4) A Street;
5) Did I Ever Love You; 6) My Oh My; 7) Nevermind; 8) Born In Chains;
9) You Got Me Singing.
Tan buena acogida obtuvo Leonard Cohen en el inesperado retorno hibernal que supuso Old Ideas, tanto como la consiguiente gira de conciertos, que muy pronto volvió con otro nuevo álbum bajo el brazo. Es evidente que ya no vamos a encontrar nada novedoso y aquí vuelve a aliarse con el productor Patrick Leonard pero con una mayor unión, de tal manera que la autoría de casi todo el álbum es conjunta para ambos. Y afortunadamente el resultado sigue siendo bien digno y destacable, aunque tampoco pueda catalogarse como gran disco su contenido en global.
No obstante, cualquiera que se acerque a este álbum sin conocer nada más podría esperar algo como ‘Samson In New Orleans’, ya que se trata de la balada liderada por el piano que esperamos escuchar de cualquier cantante octogenario, pues ochenta años cumplió Leonard Cohen cuando fue lanzado Popular Problems. También suena relajado y poco interesante en ‘Born In Chains’, aunque el acompañamiento instrumental es exquisito. En cambio, ‘Nevermind’ se sustenta en su intrigante ritmo para luego colarnos por sorpresa un canto étnico. Estas sorpresas en realidad parecen introducidas de manera demasiado deliberada, como la que encontramos en ‘Did I Ever Love You’ cuando se acaba deslizando en su estribillo hacia un animado ritmo country, si bien esta decisión permite dejar una sensación cálida tras escuchar a Leonard cantando las estrofas con una voz tan ronca que compite perfectamente con la de Tom Waits. Sin embargo, demasiado recitativo aparece en ‘A Street’, desaprovechando las potenciales melodías que dejan entrever los coros femeninos.
Así que, como observamos, nos encontramos con varios Leonard Cohen pero ninguno acaba de convencer del todo. Pero le siguen quedando recursos en la manga porque su voz es simplemente un recurso más, aparte de que su experiencia es ciertamente un grado. Mediante el blues de ‘Slow’ Leonard nos cuenta las bondades de tomarse las cosas con calma, pues de esa manera es como puede apreciarse cada momento importante de la vida. Los coros femeninos vuelven a ser un recurso necesario para dotar de brío la canción. Por el contrario, muy poco de blues tiene ‘Almost Like The Blues’ al adentrarse desde el principio en un ritmo más bien latino pero bastante original en su percusión, si bien el toque de genialidad viene en las entradas del piano.
No se ha de pasar por alto que suena igual que cualquier cantante joven de soul modernizado en ‘My Oh My’, manteniendo un tono sombrío sin perder por ello el gusto por la melodía, pues se trata de una de las canciones más pegadizas del álbum. Esto viene a confirmar la validez de un músico auténtico dentro del panorama musical tan artificial del siglo XXI. A pesar de que el violín introductorio de ‘You Got Me Singing’ nos hace pensar en una balada aburrida, lo cierto es que el estribillo con los coros femeninos es de una dulzura y una grandeza que nos muestra el mejor Cohen y a partir de ahí la canción es ya una delicia hasta el final. Ciertamente era una alegría comprobar que existen artistas que vuelven cuando tienen algo que decir de verdad, más allá de la motivación puramente económica. Todo un ejemplo.
YOU WANT IT DARKER
Año de publicación: 2016
Puntuación:
1) You Want It Darker; 2) Treaty; 3) On The Level; 4) Leaving The Table;
5) If I Didn't Have Your Love; 6) Traveling Light; 7) It Seemed The Better Way;
8) Steer Your Way; 9) String Reprise/Treaty.
Ochenta y dos años tenía Leonard Cohen cuando salió publicado You Want It Darker, el último álbum que será publicado en vida porque en noviembre de 2016 fallecerá. En la portada le vemos con su último look, que será el que perdure sobre él tras su muerte, con ese sombrero oscuro que también le acompañaba en los conciertos. Su gestación también resultará accidentada, puesto que los problemas de salud de Leonard le obligarán a grabar en su casa y queda así como un ejemplo de artista que prosigue su obra hasta el final de su vida. Por su casa pasarán a grabar multitud de amigos, muchos más de los que aquí aparecen aunque eso no lo comprobaremos hasta la publicación del álbum póstumo Thanks For The Dance. Haberlo grabado en casa también fue la oportunidad para que su hijo Adam participara tocando la guitarra. De esta manera, Leonard podía cumplir tanto la ilusión de grabar música como la de compartir una tarea tan enriquecedora con su hijo.
Casi como un oratorio comienza ‘You Want It Darker’ con esa solemne introducción coral, aunque luego entra un rápido ritmo de sencilla percusión para mostrarnos que estamos en el siglo XXI mientras Cohen fusiona esa tradición clásica con el canto étnico y la modernidad, todo un ejemplo de cómo seleccionar elementos de diferentes tendencias y fusionarlos con naturalidad. Echa mano de la experiencia y el carisma de su voz para llevar adelante una sencilla canción de piano y orquesta como ‘Treaty’ (de la cual se incluye al final una versión instrumental alternativa) u otra que transita entre la serenata y el tenebrismo como ‘Traveling Light’. Pero eso no puede funcionar eternamente porque es como acomodarse en una fórmula ya conocida. Por el contrario, en modo de cantante cabaretero nocturno parece desarrollarse ‘On The Level’, que en realidad es un rol al que se puede adaptar muy bien a pesar de volverse más mundano de esa manera.
El canto susurrado de ‘It Seemed The Better Way’ ya está muy visto y la parte de violín tampoco consigue elevar el nivel. Para encontrar un violín realmente interesante e incluso pegadizo nos debemos dirigir a ‘Steer Your Way’, que supone una bocanada de aire fresco porque es de los pocos momentos donde suena más contemporáneo. En esta canción participa Alison Krauss en los coros, aunque el violín no lo toca ella. En cualquier caso, en un artista tan longevo resulta inevitable encontrar algo de relleno como ‘Leaving The Table’ o ‘If I Didn't Have Your Love’, donde esta última parece que sea una adaptación de ‘Death Is Not The End’ de Bob Dylan, que no sería precisamente una elección adecuada de donde tomar influencias. Pero sirva este disco como final digno para la vida (no solo artística) de Leonard Cohen. Unas semanas después de su publicación morirá en su casa de Los Ángeles.
THANKS FOR THE DANCE
Año de publicación: 2019
Puntuación:
1) Happens To The Heart; 2) Moving On; 3) The Night Of Santiago;
4) Thanks For The Dance; 5) It's Torn; 6) The Goal; 7) Puppets; 8) The Hills;
9) Listen To The Hummingbird.
Tres años después de su fallecimiento y dejando un tiempo prudencial desde la publicación de You Want It Darker, se publicó este álbum póstumo que recoge grabaciones sobrantes de las sesiones que dieron lugar al citado trabajo. El impulsor de Thanks For The Dance fue el hijo de Leonard, Adam Cohen, quien se apresuró a decir que no se trataba de descartes sino de canciones conscientemente grabadas con el propósito de publicar un siguiente álbum. Pero si nos fijamos en que casi toda la música que acompaña la voz de Leonard está compuesta por su hijo, cuando en el álbum anterior esa opción había sido casi testimonial, ya nos damos cuenta de que lo más probable es que Adam Cohen haya aprovechado para hacer pasar por algo genuino lo que en realidad no lo es tanto y que la idea de publicar este álbum póstumo fue del hijo. Es decir, que no está nada claro que Leonard Cohen tuviera en mente publicar algo nuevo y que simplemente estamos escuchando los descartes de entonces, puesto la calidad y la cantidad (nueve temas) tampoco hacen pensar en aspiraciones altas. Lo que observamos aquí es que las colaboraciones se cuadriplican, tanto que incluso participan la cantante Sílvia Pérez Cruz y el gran guitarrista (y grande en muchos instrumentos de cuerda) Javier Mas, ese aragonés que acompañó durante muchos años a Maria del Mar Bonet.
La sobriedad de ‘Happens To The Heart’ nos muestra a un artista que no esconde su edad y que todavía busca el impacto musical con su poesía de sabiduría vital. Los arreglos musicales son más propios de un álbum de Sting y eso ya es un indicador claro del carácter póstumo de esta obra. Aparte, es la mejor canción del álbum, así que podemos dejar de lado cualquier expectativa de encontrar alguna última joya del maestro canadiense. Todo lo incluido aquí son directamente descartes que quedaron por ahí y que fueron aprovechados por su hijo. No podía faltar un nuevo vals como el que da título al álbum, pero ya suena a tostón, mientras que canciones como ‘The Hills’ suenan contemplativas sin más complicaciones.
En canciones recitadas como ‘Moving On’ hay que afinar mucho con el componente instrumental para conseguir algo notable, pero por mucho que los instrumentos tradicionales le den un sabor especial y añejo, no aportan nada que no podamos encontrar en otros artistas. Y es que temas como la breve ‘The Goal’, ‘Listen To The Hummingbird’ o ‘The Night Of Santiago’ parece que sean directamente poemas grabados, aunque en esta última acaba metiendo alguna melodía vocal para poder pasarlo como canción. La repetitiva ‘Puppets’ le sirve para acordarse de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, pero es una temática que queda ya muy lejana para el oyente del siglo XXI. En realidad, en este álbum no desentona porque recoge los restos artísticos que quedaron de este ilustre poeta canadiense.
VÍDEOS
LIVE AT THE ISLE OF WIGHT 1970
Año de publicación: 2009
La idea de un concierto de Leonard Cohen de sus primeros años no es precisamente lo más excitante que uno pueda imaginar en cuanto a espectáculo visual, pero el canadiense estaba en otra onda. Aquí tenemos su actuación en el Festival de la Isla de Wight, festival de infausto recuerdo para los organizadores porque hubo vandalismo y miles de personas accedieron tras tumbar las vallas que delimitaban la zona del festival, todo lo cual quedó filmado por Murray Lerner. Cohen actuó el último día y en penúltimo lugar, tras Jimi Hendrix, cuando estaba todo al rojo vivo, pero misteriosamente el público se apaciguó durante la actuación del canadiense. Acompañado por un dúo femenino de voces y otros cuatro músicos de instrumentos de cuerda (con el productor Bob Johnston tocando el teclado en algunos momentos), el carisma de Leonard es el motor que permite fluir la actuación captando el interés desde el primer momento. Por medio se añaden algunos comentarios actuales de quienes estuvieron allí, como Joan Baez o Kris Kristofferson. En cuanto al repertorio, se basa en los dos álbumes que Cohen llevaba publicados hasta ese momento, aunque también encontraremos algunas canciones que formarán parte de Songs Of Love And Hate. No encontraremos muchos de los grandes temas de esos álbumes, porque quizá la idea también era animar un poco al público y por ello ‘Tonight Will Be Fine’ está implementada en modo country (violines incluidos). En ‘One Of Us Cannot Be Wrong’ la flauta amateur que toca Leonard da un poco de vergüenza ajena. No hacía falta ser Ian Anderson (Jethro Tull), pero al menos tener un nivel aceptable como el de Ray Thomas (The Moody Blues). Como curiosidad, ‘The Partisan’ presenta una dedicatoria a Joan Baez. Por último, añadir que la edición de esta actuación se presenta en formato conjunto (mismo pack) de CD y DVD, y que en el CD podemos escuchar algunas canciones que no aparecen en imágenes.