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BRIAN WILSON

BRIAN WILSON

Año de publicación: 1988

Puntuación:

Puntuación:

Puntuación:

1) Love And Mercy; 2) Walkin' The Line; 3) Melt Away; 4) Baby Let Your Hair Grow Long;

5) Little Children; 6) One For The Boys; 7) There's So Many; 8) Night Time; 9) Let It Shine; 10) Meet Me In My Dreams Tonight; 11) Rio Grande.

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La historia de Brian Wilson desde la segunda mitad de los setenta fue todo un calvario debido a sus problemas mentales y a que se puso bajo el tratamiento del maligno doctor Landy, quien acabó sometiendo a Brian a su voluntad sin que nadie de su entorno fuera consciente. Viendo una mina de oro en sus manos, Landy provocó que Brian se apartara en los ochenta de los Beach Boys, no solo en lo artístico sino también respecto a cualquier tipo de relación personal, e iniciara así su propia carrera en solitario, cuyo control llevaría el malvado doctor. Reflejo del esclavismo psicológico al que estaba sometido Wilson es que originalmente, hasta que un juez dictaminó lo contrario, aparecían acreditados como coautores de algunas canciones el propio Landy o su mujer, un execrable delito. Sabiendo que las letras no eran el fuerte del mayor de los Wilson, la probable aportación de estos parásitos sería cambiar cuatro palabras y decirle con voz paternalista: “Lo hemos hecho entre todos, ¿verdad, Brian?”.

 

Como cabe esperar, buena parte del contenido de este disco representa una extensión de lo que había estado haciendo en los Beach Boys, pero afortunadamente en su mejor acepción. Es decir, los Beach Boys en los ochenta habían caído a mínimos históricos de calidad y credibilidad, pero aquí es como si Brian permaneciera en una burbuja impermeable que le aísla de toda la vulgaridad que asolaba la discografía del citado grupo. Puede decirse que su mentalidad algo infantil le permite mantener una parte de su cerebro en mitad de los años sesenta. Entroncar la música con aquella época dorada para él es garantía de buen resultado si la inspiración acompaña. Solo dos objeciones se le pueden encasquetar a este álbum: una coyuntural y otra fisiológica. La coyuntural es que nos encontramos en la década de los ochenta y eso quiere decir que los sintetizadores y percusión programada saturan el sonido para obtener el equivalente sonoro de la producción tipo Phil Spector que tanto agradaba a Brian, pero es inevitable que todo suene más artificial. El problema fisiológico es que su voz ha perdido muchas cualidades, aunque sigue sonando convincente. Estos aspectos son quizá lo único que se le puede objetar a grandes rasgos a este estupendo disco de debut que deja por los suelos a lo que eran los Beach Boys por esa época.

 

Las memorables melodías y armonías vocales de ‘Love And Mercy’ nos devuelven una vez más la genialidad de Brian Wilson para llegar a lugares emocionales muy difíciles de alcanzar para la mayoría. Su título serviría de símbolo para darle nombre a su vez a un recomendable biopic sobre Brian Wilson que ya comentamos en su momento. Igualmente, baladas como ‘Melt Away’ denotan una sensibilidad especial propia de un genio como es el mayor de los Wilson. Algo de experimentación de la época de Smiley Smile la encontramos en esa peculiar introducción de ‘Baby Let Your Hair Grow Long’, aunque su cuidada y elaborada estructura la enlaza mejor con Pet Sounds, recogiendo parte de esa gloria. La vena infantiloide que nunca perdería Brian aparece aquí justo en los momentos más olvidables, como es el caso de los estribillos demasiado cándidos de ‘Walkin' The Line’ y ‘Night Time’, repetidos además en exceso.

 

Las referencias al pasado son continuas, pero no porque esté repitiendo ideas o imitándose a sí mismo, sino por la esencia musical que impregna su producción desde casi el principio. Así, encontramos pegadizos temas de pop herederos de la etapa álgida de los Beach Boys (‘Little Children’, ‘Meet Me In My Dreams Tonight’), como también piezas poseedoras de complejos alardes vocales, tal cual es el caso de ‘There's So Many’ y ‘One For The Boys’, esta última con un título como si fuera un guiño a sus excompañeros o incluso una reivindicación de que no los necesitaba para conseguir delicadas partes vocales. Por otro lado, de ‘Let It Shine’ podemos leer que está escrita junto a Jeff Lynne (ELO), un dato algo desconcertante cuando se trata de un tema pop con aires de calypso, pero la producción suena 100% a Lynne, quien por entonces estaba relanzando las carreras de George Harrison y Tom Petty en solitario, además de aquella pequeña pero muy entretenida diversión llamada Traveling Wilburys.

 

Incluso se permite el lujo de incluir una composición multiparte (‘Rio Grande’) para cerrar el álbum. Resulta muy entretenida de escuchar por su sorprendente diversidad y su original estructura, pero tampoco encontraremos nada lo suficientemente memorable como para convertirla en uno de los platos fuertes del disco. Pero evidenciaba que bajo la capa superficial de inestabilidad mental que mostraba Brian, subyacía una creatividad artística todavía proclive a alcanzar cotas inaccesibles para muchos. Cierto es que la tranquilidad de haber estado unos años sin la presión de los Beach Boys le había beneficiado notablemente para tomarse con calma la composición y extraer lo mejor de sí. Pero no es menos cierto que un Brian Wilson acercándose a la cincuentena no podría aguantar mucho tiempo un nivel tan alto como el mostrado en su debut en solitario. En cualquier caso, que nada nos impida disfrutar de esta obra digna del genio de su autor.

I JUST WASN'T MADE FOR THESE TIMES

Año de publicación: 1995

Puntuación:

1) Meant For You; 2) This Whole World; 3) Caroline No; 4) Let The Wind Blow;

5) Love And Mercy; 6) Do It Again; 7) The Warmth Of The Sun; 8) Wonderful;

9) Still I Dream Of It; 10) Melt Away; 11) 'Til I Die.

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La gestación de este álbum se antoja bastante rara, pero es que la vida de Brian había sido muy convulsa. Afortunadamente, unos años antes se había librado por fin de las malignas garras del doctor Landy, con juicios por medio. El caso es que un documental sobre Brian Wilson titulado igual que este disco (es decir, como una canción de los Beach Boys), sirvió para que repasara su repertorio creado a lo largo de los años y volviera a grabar algunas canciones antiguas, incluidas dos del disco anterior: ‘Love And Mercy’ y ‘Melt Away’. Podría haber añadido algunas composiciones nuevas de las sesiones de grabación que hubieran conformado el hipotético álbum Sweet Insanity, esto es, lo que hubiera sido la continuación de su debut, pero su autor no lo sentiría así y por ello nos quedamos con esta innecesaria recopilación de material regrabado, quizá para irnos acostumbrando a la nueva voz de Brian.

 

Las canciones escogidas de la discografía de los Beach Boys son de las más serias, por llamarlas de alguna manera, ya que se evita a toda costa cualquier canción que recuerde la etapa surfera del grupo. No vale mucho la pena extenderse en repasar diferencias de cada regrabación con la original, ya que destacar por ejemplo un solo de flauta en ‘Caroline No’ o destripar la versión más tranquila y acústica de ‘Love And Mercy’, 7tampoco aportan nada relevante a la trayectoria de Brian. En ‘Do It Again’ encontramos la sorpresa de escuchar a sus hijas Carnie y Wendy acompañándole en los coros. Estas hijas tuvieron su momento de gloria durante los años anteriores con el trío Wilson Phillips, formado junto a una hija de los Phillips de The Mamas And The Papas, y algunas baladas corales de gran éxito como ‘Hold On’ y ‘Release Me’. Lo más curioso aunque también lo peor es que se incluye una demo inédita de 1976 (‘Still I Dream Of It’) donde ya se evidencia el resquebrajamiento de la voz de Brian, que acompañado de un martilleante piano deja una penosa sensación aunque la canción tiene una visible melodía, si bien más propia de una canción de cuna que de algo serio.

 

En ningún caso las regrabaciones superan a los originales, siendo lo más encomiable la habilidad como productor de Wilson, capaz de recrear y variar arreglos con una profesionalidad y un sonido exquisitos. Quien descubra a los Beach Boys a partir de este álbum, ciertamente quedará reconfortado con las elaboradas melodías y la cuidada instrumentación, pero para el resto queda como una obra superflua solo justificada por servir de acompañamiento a un documental.

ORANGE CRATE ART

Año de publicación: 1995

Puntuación:

1) Orange Crate Art; 2) Sail Away; 3) My Hobo Heart; 4) Wings Of A Dove;

5) Palm Tree And Moon; 6) Summer In Monterey; 7) San Francisco; 8) Hold Back Time;

9) My Jeanine; 10) Movies Is Magic; 11) This Town Goes Down At Sunset; 12) Lullaby.

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El álbum Smile, aquel proyecto fallido de los Beach Boys, había sido una colaboración a nivel compositivo entre Brian Wilson y Van Dyke Parks. Casi treinta años después, Parks llamó a su antiguo amigo para que cantara en este álbum, compuesto y producido por el primero. Por tanto, casi debería considerarse como una obra de Van Dyke Parks, con la participación de Brian únicamente como cantante. Si nos fijamos en los créditos, no hay absolutamente ninguna composición de Brian, ni siquiera como coautor. En cualquier caso, la habilidad de Parks le permite reproducir un sonido muy devoto de los Beach Boys más orquestales, incluyendo los juegos de voces, pero obviamente sin poder acercarse a aquella época gloriosa de los sesenta. Leer en los títulos de las canciones que aparecen las ciudades de San Francisco y Monterey es un indicador claro del espíritu nostálgico con el que envuelven este disco, intentando retomar en la música el estilo de los Beach Boys de su obra magna de 1966.

 

Lo que parece enseñarnos el primer tema, ‘Orange Crate Art’, es que la exquisitez instrumental sigue ahí como buen productor que es Parks, pero por desgracia la parte vocal suena a convencional música góspel, ya no asombran los alardes vocales. Y ese es el principal problema que presenta este álbum, es decir, que intenta recrear esa atmósfera íntima e instrumentalmente seguidora de los grandes arreglistas estadounidenses que en Pet Sounds había alcanzado su cénit. Pero para lograr algo así hay que ser un genio, cualidad a la que no puede llegar Parks. Tan solo en un par de canciones puede decirse que acierta un poco Van Dyke. Una de ellas es ‘Wings Of A Dove’, básicamente porque su estribillo está algo más elaborado de lo que encontramos en el resto del álbum; la otra canción es ‘San Francisco’, que llama la atención por su animado ritmo y por una pegadiza parte vocal que es sin duda lo mejor del disco y quizá son las únicas melodías que pueden mantenerse en el cerebro por sonar originales.

 

El resto del álbum es de una vulgaridad abusiva, como si a una música que debía transmitir emoción se le hubiera despojado de toda humanidad y se tratara de un simple trámite, apoyándose en la profesionalidad vacua. Por ejemplo, ‘Sail Away’ se vuelve empalagosa porque cinco minutos son demasiado para la ligereza musical que propone. Se vuelve eterna. Podemos alegrarnos al menos de que canciones de relleno como ‘My Hobo Heart’ suenen agradables, pero no resulta nada atractivo escuchar a Brian haciendo de crooner de gasolinera en ‘Summer In Monterey’ o ‘Movies Is Magic’, aunque todavía puede caer más hondo y sonar completamente ridículo como en las lamentables ‘Hold Back Time’ y ‘This Town Goes Down At Sunset’. Respecto a ‘Palm Tree And Moon’, resulta imposible recordar algo que no sean los motivos orientales que se escuchan, puesto que causan escalofríos al hacernos igualmente recordar aquellas penosas canciones de los Beach Boys con similares aires orientales.

 

Para dejar una mejor sensación al final, el responsable (Brian no pinta nada) se decanta por una composición orquestal e instrumental del gran George Gershwin titulada ‘Lullaby’, lo cual parece una tomadura de pelo porque no se sabe bien a qué se debe. ¿Es porque Brian actúa de director de la orquesta? Porque en realidad podrían haber tocado una pieza orquestal de Beethoven y el resultado también hubiera sido esplendoroso, pero eso tampoco tendría nada que ver con Wilson ni con Parks. De todas maneras este álbum merece ser completamente obviado y olvidado, puesto que ni siquiera consigue captar la atención mientras está sonando.

IMAGINATION

Año de publicación: 1998

Puntuación:

1) Your Imagination; 2) She Says She Needs Me; 3) South American;

4) Where Has Love Been?; 5) Keep An Eye On Summer; 6) Dream Angel; 7) Cry;

8) Lay Down Burden; 9) Let Him Run Wild; 10) Sunshine; 11) Happy Days.

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Diez años le costó a Brian Wilson volver a grabar un álbum de composiciones nuevas, aunque vuelva a rescatar un par de las antiguas. Para ello reclutó al productor responsable de aquel lamentable álbum de los Beach Boys donde se habían dedicado a regrabar su cancionero con músicos de country, esto es, el Stars And Stripes, Vol. 1 de 1996, del cual no hubo afortunadamente ningún segundo volumen. Aquí vuelve a desarrollar en general su estilo coral más característico, ayudándose para ello de cantantes como su compañero de los Beach Boys Bruce Johnston o aquel cantautor tan conocido de principios de los ochenta llamado Christopher Cross (¿quién no ha escuchado alguna vez la rítmica ‘Ride Like The Wind’?).

 

No vamos a encontrar apenas nada novedoso en este álbum, pero es que la carrera de Brian en solitario está fuera de cualquier parámetro relacionado con la evolución musical. De hecho, ‘Your Imagination’ es como una variación de ‘Love And Mercy’, motivo por el cual no puede llegar a entusiasmar, pero aun así es uno de los mejores temas de este álbum y nos permite disfrutar de otro memorable estribillo coral de su autor, aunque en realidad aquí Wilson es coautor. En cualquier caso, la siguiente ‘She Says She Needs Me’ deja claro que el fuerte de Brian está en las perfectas construcciones vocales que conforman las armonías y los estribillos. Eso no quita que se vuelva a nutrir de rentas pasadas recuperando dos canciones de los Beach Boys, ambas de la etapa surfera pre-Pet Sounds, pero de los álbumes buenos. Tanto ‘Let Him Run Wild’ como la balada ‘Keep An Eye On Summer’ únicamente sirven para recordar la valía de Wilson como arreglista vocal, pero poca justificación tienen para ser incluidas en un nuevo álbum.

 

Lo que cuesta tragar más es cuando se vuelve tan empalagoso como en ‘Lay Down Burden’ (dedicada a su recientemente fallecido hermano Carl) o ‘Where Has Love Been?’, esta última salvada de caer en lo más hondo posible del cutrerío por ese puente donde canta “I know that even if I tried / I couldn't hide my love inside”, único momento donde demuestra un mínimo de gusto. El infantilismo del Brian Wilson en solitario tiene aquí un buen ejemplo en la mediocre ‘South American’, donde se le va también un poco la mano con rimas como “I've been around too long to care what anyone says / I'm hungry and I'm doing lunch with Cameron Diaz”. Por otro lado, canciones como ‘Dream Angel’ no desagradan precisamente, pero transcurren de forma apacible sin aportar nada reseñable, y en ‘Sunshine’ al menos suena más entretenido al adoptar un ritmo reggae.

 

Aunque podamos pensar que Brian lo tenía complicado, dada su situación psicológica, para poder transmitir otras emociones aparte de la alegría o la tristeza, las dos caras más universales del sentimiento, lo cierto es que mediante ‘Cry’ consigue sorprendernos gratamente, puesto que además es una de las dos únicas canciones compuestas por él a solas. La guitarra inicial, en un tono menor, crea una atmósfera inquietante de entrada, si bien la parte vocal luego es más convencional al estar cantada en forma de balada. Pero son precisamente esos punteos de guitarra al estilo de Mark Knopfler los que le aportan una distinción única en este álbum y en casi toda la producción de Wilson, por lo que vale la pena echarle un vistazo. De igual manera, no ha perdido tampoco su gusto por la experimentación y para el final nos deja un extraño tema titulado ‘Happy Days’, que dista mucho de cualquier ligereza que pueda sugerir su título. Comienza casi como una nana, pero pronto cambia de registro por completo, como si nos introdujéramos en una pesadilla, aunque cuando entran los coros ya se vuelve todo algo más apacible. Pero el contraste entre las partes vocales algo disonantes y las más melódicas que prosiguen, crean un efecto interesante. Destaca también la parte de saxofón, muy suave pero en un tono más bien tétrico para acabar de confundir al personal.

 

En resumen, podemos considerar este álbum como el típico y tópico que podemos esperar de la mente de Brian Wilson. Quienes adoren ese estilo coral tan propio, no se sentirán defraudados, pero para el resto no deja de ser un prescindible disco con alguna que otra curiosidad.

GETTIN' IN OVER MY HEAD

Año de publicación: 2004

Puntuación:

1) How Could We Still Be Dancin'; 2) Soul Searchin'; 3) You've Touched Me;

4) Gettin' In Over My Head; 5) City Blues; 6) Desert Drive; 7) A Friend Like You;

8) Make A Wish; 9) Rainbow Eyes; 10) Saturday Morning In The City; 11) Fairy Tale;

12) Don't Let Her Know She's An Angel; 13) The Waltz.

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Como todo músico reverenciado por sus colegas de profesión, llegó un momento en la vida de Brian Wilson en el que quiso invitar a otros músicos a grabar con él y seguro que muy pocos (o ninguno) rechazarían una invitación de este tipo. Siendo toda una leyenda recuperada para la música, nos referimos a Brian, por este nuevo álbum desfilan junto a él grandes nombres como los de Paul McCartney, Eric Clapton y Elton John, aunque estos dos últimos ya se apuntaban a cualquier cosa, sea por tema económico o simplemente por pasarlo bien. Volvió Brian a echar mano de material creado para ese proyecto abortado que había quedado archivado bajo el título de Sweet Insanity, junto a otras composiciones también antiguas y algunas nuevas, conformando así una extraña amalgama que en realidad suena tan atemporal como suele ocurrir con este Wilson, si bien lo que transmite a veces es que su mente se ha quedado estancada en los sesenta, que no es mala década precisamente.

 

El inicio mediante el dueto con Elton John en ‘How Could We Still Be Dancin'’ parece en primer lugar la reunión intrascendente de dos dinosaurios con ganas de pasarlo bien en el estudio a costa de sus incautos oyentes. Pero detalles talentosos como la aparición de Brian al primer minuto con los falsetes, al más puro estilo de los Beach Boys, convierten lo que era una mera canción de trámite en algo interesante. De hecho, la sección coral que se encuentra en la parte central es de lo mejor de este álbum. Luego permite que Elton toque un poco de honky con el piano, como buen anfitrión que es Brian. En el mismo prejuicio podemos caer cuando sabemos que Paul McCartney participa en la relajada ‘A Friend Like You’, pero sus preciosas melodías y cuidada instrumentación son toda una delicia para un tema que bien podría haber aparecido en un álbum de McCartney por su impecable ejecución y pegadiza parte vocal.

 

La grabación con su hermano Carl, fallecido en 1998, denota su antigüedad, aunque ‘Soul Searchin'’ bien podría pertenecer a principios de los años sesenta porque emula con buen gusto las baladas spectorianas de la época. Ese mismo estilo de producción lo encontramos en ‘City Blues’ y su pegadiza melodía de instrumentos de viento, lo cual es mejorado mucho más gracias a una afilada parte de guitarra, cortesía de Eric Clapton, y un memorable estribillo (“City Blues / All alone and comin' 'round your windowpane / Oohh, gets me to leave then I'll catch the train and get out, yes I will”) de los que solo pueden surgir de una mente privilegiada para la composición. ‘Make A Wish’ engancha desde el principio y aparte tiene un estribillo épico y otra ejemplar muestra de juego de voces coral. En algún momento suena demasiado distendida, poco seria, y eso juega en su contra aunque habrá personas a quienes eso mismo les apasione. Para ellas parece destinada ‘Saturday Morning In The City’, aunque posee suficientes melodías reconocibles para poder destacarla en este disco. En ‘Rainbow Eyes’ hemos de esperar al estribillo para salir bien recompensados con otro elaborado estribillo marca de la casa. Su solemne coda no produce el mismo efecto por seguir parámetros canónicos del canto coral.

 

Canciones como ‘You've Touched Me’, ‘Desert Drive’ o la que da título al álbum contienen los ingredientes típicos de Wilson (hacen pensar incluso en los Beach Boys) pero son composiciones más convencionales. La recta final del álbum rebaja también la euforia que desatan las canciones destacadas, ya que volvemos a las baladas corales agradables pero olvidables: ‘Don't Let Her Know She's An Angel’ y ‘Fairy Tale’; esta última además se excede demasiado con sus más de cinco minutos. Al vals final (‘The Waltz’) le sobra el violín vulgar y las estrofas demasiado infantiles, pero siempre podría haber sido peor. Está compuesta junto a Van Dyke Parks, por lo que quizá se trate de un descarte de Orange Crate Art.

 

En resumen, nos encontramos ante una obra un tanto engañosa porque, si bien se trata de un recomendable disco, lo es sobre todo porque recoge composiciones de cuando Brian estaba en mejor estado de forma creativo. Muy pronto saldría publicada su recomposición de Smile y eso acabaría eclipsando a este álbum, que ha acabado olvidado cuando se trata de una de las últimas muestras de genialidad de este dulce demente. Muy poco se prodigará a partir de ahora con la composición y escasa originalidad mostrará, pero aquí todavía podemos disfrutar de su genio musical.

2020

SMILE

Año de publicación: 2004

Puntuación:

1) Our Prayer/Gee; 2) Heroes And Villains; 3) Roll Plymouth Rock; 4) Barnyard;

5) Old Master Painter/You Are My Sunshine; 6) Cabin Essence; 7) Wonderful;

8) Song For Children; 9) Child Is Father Of The Man; 10) Surf's Up;

11) I'm In Great Shape/I Wanna Be Around/Workshop; 12) Vega-Tables; 13) On A Holiday; 14) Wind Chimes; 15) Mrs. O'Leary's Cow; 16) In Blue Hawaii; 17) Good Vibrations.

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2020

En 2004 fue toda una revelación que Brian Wilson publicara este álbum con la idea que tuvo en su momento de lo que debió ser el proyecto abortado de Smile. Sin embargo, con la publicación en 2011 de The Smile Sessions, donde se realizaba la misma composición estructural pero con las grabaciones originales de los Beach Boys, esta versión de Brian quedaba superflua. No por ello deja de ser interesante la presente recomposición y regrabación de la idea original, pues los músicos que acompañaban ahora a Brian habían demostrado su impecable calidad técnica, en ese sentido a la altura de los propios Beach Boys, aunque lo que se ganaba en profesionalidad se perdía en carisma. Recordemos que en los años previos Brian Wilson ya había salido de gira para interpretar muchos de sus éxitos antiguos, así como había realizado conciertos para interpretar de manera íntegra Pet Sounds, todo con una calidad de sonido exquisita. Bueno, exquisita si descontamos la voz del propio Brian, muy estropeada con la edad aunque él mismo es consciente y se aleja de cualquier alarde vocal al que no pueda llegar.

 

La mayor novedad respecto a la confección que se publicará más adelante bajo el nombre de los Beach Boys es que aquí las canciones se agrupan en tres movimientos, de tal manera que no existen paradas entre los temas incluidos dentro de cada movimiento, como si se tratara de una sinfonía pop. De esta forma los seis primeros temas conforman el primero de ellos, denominado Americana; el segundo movimiento va de ‘Wonderful’ a ‘Surf's Up’ y viene titulado como Cycle of Life; mientras que el tercer y último movimiento se titula ‘The Elements’, de ahí que contenga los temas relacionados con el viento (‘Wind Chimes’) o el fuego (la famosa locura de ‘Mrs. O'Leary's Cow’). Aunque algunos títulos parecen indicar lo contrario, lo cierto es que no encontraremos nada inédito respecto a lo publicado por los Beach Boys. Los nombres más cambiados son ‘Roll Plymouth Rock’, que se corresponde con ‘Do You Like Worms?’, así como ‘In Blue Hawaii’, que en realidad se trata de ‘Love to Say Dada’. El resto de modificaciones son menores y se advierten muy pronto.

 

Resulta redundante volver a escribir sobre un contenido que ya repasamos cuando vimos The Smile Sessions en el apartado de los Beach Boys, pues las únicas diferencias están en detalles superfluos que no desvirtúan ni mejoran lo realizado en uno y otro lado. L@s más puristas probablemente no estén de acuerdo en el añadido coral previo a la coda de ‘Good Vibrations’, al sonar un poco infantil en comparación con la grandeza de sus diferentes secciones. En cualquier caso, realizar una comparación exhaustiva queda en manos de los enamorados y enamoradas de la música de Wilson. Para el resto solo queda elegir entre las grabaciones genuinas de los Beach Boys y la grabación profesional y en condiciones saludables de Brian y sus acólitos, pero tanto una como la otra son de obligada escucha para quien valore la música como expresión artística.

 

Para evaluar el mérito que tiene regrabar una obra con el gran nivel cualitativo aquí desplegado, solo cabe recordar a otros grupos o artistas que han hecho lo mismo (esto es, regrabar composiciones antiguas con una perspectiva más moderna) con resultados muy flojos, como por ejemplo los Caravan, u obteniendo un resultado tan similar que lo vuelve totalmente prescindible, como podría ser el caso de la regrabación de Tubular Bells por parte de Mike Oldfield en 2003. Si pensamos en el mundo cinematográfico, tenemos directores que en su segunda versión de una película la mejoraron (Hitchcock con El hombre que sabía demasiado, más de veinte años después de la original) y otros que no justifican demasiado el remake al no aportar nada realmente relevante (como Haneke en sus Funny Games), aunque sigan siendo impecables desde un punto de vista técnico e igualmente se vean con agrado. El caso de Smile en realidad sería algo diferente porque se trata de una obra en su momento fallida y desechada, como el Lifehouse de Pete Townshend, donde su autor ha intentado recomponerla de la manera más parecida a lo que hubiera deseado originalmente. Un servidor prefiere quedarse con las grabaciones de los Beach Boys, pero esto ya es cuestión de gustos.

2021

WHAT I REALLY WANT FOR CHRISTMAS

Año de publicación: 2005

Puntuación:

1) The Man With All The Toys; 2) What I Really Want For Christmas;

3) God Rest Ye Merry Gentlemen; 4) O Holy Night; 5) We Wish You A Merry Christmas;

6) Hark The Herald Angels Sing; 7) It Came Upon A Midnight Clear; 8) Christmasey;

9) The First Noel; 10) Little Saint Nick; 11) Deck The Halls; 12) Auld Lang Syne;

13) On Christmas Day; 14) Joy To The World; 15) Silent Night.

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2021

Para un artista tan imbuido de infantilismo como Brian Wilson era incluso previsible que acabara grabando más pronto o más tarde un álbum navideño, recurso además muy socorrido por músicos de renombre necesitados de algún ingreso extra. Esto último no sería necesariamente la motivación de Brian (si acaso secundaria), puesto que podemos imaginarlo disfrutando como un niño mientras canta una música tan entrañable. Recordemos que con los Beach Boys ya publicó en su momento un álbum de este tipo e incluso algunos de aquellos temas aparecen aquí regrabados por el nuevo equipo de Brian. Que este nuevo álbum se hizo con ilusión y no por avaricia de ganar dinero es lo que se aprecia cuando se escucha la originalidad y seriedad con la que está implementado.

 

La mayoría del contenido son las canciones tradicionales que pueden encontrarse en cualquier disco similar, pero hay lugar también para un puñado de temas originales, aunque en algunos casos no sean nuevos tampoco. ‘The Man With All The Toys’ y ‘Little Saint Nick’ son composiciones originales de Wilson y Mike Love, es decir, que ya fueron grabadas por los Beach Boys en su momento y aquí las rescata Brian para volverlas a grabar con sus músicos habituales. Ojalá hubiera hecho lo mismo con ‘Winter Symphony’, una canción que ha quedado olvidada en el catálogo de los Beach Boys y que podría engrandecerse todavía más con una mejor producción. El gusto por la melodía con el que están enfocadas las otras composiciones originales (‘Christmasey’ u ‘Oh Christmas Day’) denotan esa convicción de estar haciendo una obra con personalidad propia y no un trámite comercial. Sorprende encontrar una colaboración con Bernie Taupin como letrista en ‘What I Really Want For Christmas’, logrando así trascender un poco el estilo meramente tradicionalista que se espera en este tipo de música.

 

El tratamiento rock de piezas tradicionales como ‘God Rest Ye Merry Gentlemen’ demuestran que este disco no está hecho para hacer caja sino para crear algo diferente y alejado de la mera interpretación de villancicos. Porque resulta muy difícil interpretar algo como ‘Deck The Halls’ y no dejarse llevar por los clichés. Por supuesto que encontraremos alguna canción con poca originalidad, pero esa denominación casi que se lo podríamos asignar únicamente a ‘It Came Upon A Midnight Clear’, pues el resto de contenido se mantiene en unos niveles de calidad mínimos y elevados por encima de la mera calificación de villancicos. En definitiva, es muy difícil que un álbum navideño repleto de canciones tradicionales pueda tener alguna trascendencia y aquí tampoco es el caso, pero al menos este álbum puede escucharse con agrado y es una buena opción para ponerlo de fondo durante las celebraciones navideñas. Al menos en comparación con lo que suele ser lo habitual.

THAT LUCKY OLD SUN

Año de publicación: 2008

Puntuación:

1) That Lucky Old Sun; 2) Morning Beat; 3) Room With A View; 4) Good Kind Of Love;

5) Forever She'll Be My Surfer Girl; 6) Venice Beach; 7) Live Let Live; 8) Mexican Girl;

9) Cinco de mayo; 10) California Role; 11) Between Pictures; 12) Oxygen To The Brain;

13) Can't Wait Too Long; 14) Midnight's Another Day; 15) That Lucky Old Sun;

16) Going Home; 17) Southern California.

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¿Un álbum conceptual de Brian Wilson en 2008? La sorpresa inicial se disipa de forma rápida cuando comenzamos a escucharlo, pues el conceptualismo en el mundo del pop-rock siempre está asociado a ideas grandiosas plasmadas con mayor o menor fortuna en una obra musical. Pero para un señor que ya estaba más cerca de los setenta años que de los sesenta, este conceptualismo está asociado nada más que a una mirada nostálgica a su pasado, a ese mundo californiano que conoció en sus años mozos cuando solo era un chico con ilusiones de triunfar en el mundo de la música junto a sus hermanos y allegados. De esta manera, los años cuarenta y cincuenta (y también los primeros sesenta) sobrevuelan temáticamente la música del disco, de tal manera que se ha de estar mentalizado hacia lo que se va a escuchar. La canción que da título al álbum es la versión de una antigua composición de 1949 que probablemente le haría ilusión cantar al haberla conocido cuando era un niño. Sirve de leitmotiv que al mismo tiempo transmite la idea de ubicar este disco en un contexto de tiempos pasados.

 

Los músicos participantes son los habituales que acompañan a Wilson y por ello el sonido sigue siendo profesional e impecable. Intercaladas entre las canciones encontramos algunas breves piezas narradas (‘Room With A View’, ‘Venice Beach’, ‘Cinco de mayo’, ‘Between Pictures’) que son cortesía de Van Dyke Parks y sirven para meternos en situación. La única canción compuesta junto a Parks (es decir, que no es una mera excusa narrativa) es ‘Live Let Live’, una balada al estilo de los primeros sesenta. Muy breve es también ‘Can't Wait Too Long’, pero se trata de un canto coral que data en realidad de 1967, de la época entre Smiley Smile y Wild Honey de los Beach Boys. Es de lo mejor del álbum junto a ‘Midnight's Another Day’, una de las pocas canciones en las que las melodías vocales suenan más convincentes, pues la mayoría del contenido no pasa de ser un mero ejercicio de nostalgia. También da paso a continuación al mejor de todos los reprise del tema que da título al álbum.

Sin embargo, el grueso de esta obra está conformado por canciones como ‘Morning Beat’, ‘Oxygen To The Brain’ o ‘Going Home’, que son el típico pop repleto de voces corales que Wilson compone con facilidad, aparte de no tener problema alguno para reciclar cualquier idea suya previa. No pueden faltar los momentos de rememorar a los Beach Boys de la primera mitad de los sesenta, como por ejemplo ‘Forever She'll Be My Surfer Girl’, mientras que ‘Mexican Girl’ bordea por momentos y de forma peligrosa la línea que separa el mal gusto del bueno. Otras canciones como ‘California Role’ emulan el estilo big-band de los años cuarenta, donde Brian parece que esté imitando a Frank Sinatra en la manera de cantar. Para el final nos deja una destacada balada (‘Southern California’) que nos demuestra que la sencillez muchas veces comporta también autenticidad. Sin necesidad de epatarnos con unos arreglos ostentosos, el piano y los coros son suficientes elementos para dejarnos unas pequeñas dosis de emoción sincera que se perciben y disfrutan de forma natural. Este final deja una buena sensación pero no puede arreglar por sí mismo la monotonía que se sufre a lo largo del álbum, una obra personal que encapsula una época y un lugar poco atrayentes (esto es, la California pre-sesentas) para quien no tenga más referencias sobre ello.

REIMAGINES GERSHWIN

Año de publicación: 2010

Puntuación:

1) Rhapsody In Blue/Intro; 2) The Like In I Love You; 3) Summertime;

4) I Loves You, Porgy; 5) I Got Plenty O' Nuttin'; 6) It Ain't Necessarily So;

7) 'S Wonderful; 8) They Can't Take That Away From Me; 9) Love Is Here To Stay;

10) I've Got A Crush On You; 11) I Got Rhythm; 12) Someone To Watch Over Me;

13) Nothing But Love; 14) Rhapsody In Blue/Reprise.

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Siempre se ha tenido la legendaria ‘Rhapsody In Blue’ de George Gershwin como una de las composiciones que marcó la infancia y, por ende, la vida de Brian Wilson. Así que llegó el momento en que este quiso rendir homenaje a quien había representado una figura tan importante en su decisión de dedicarse a la música. De alguna manera, mantiene esa perspectiva retro que Wilson llevaba desplegando desde la regrabación de Smile y también emplea sus músicos habituales. Por tanto, la única curiosidad de este álbum es comprobar qué pasa cuando juntamos a un compositor de pop, casi septuagenario e infantilizado, con un compositor popular de hace un siglo y todo bajo el tamiz de Disney, que es la empresa que se hizo cargo de este proyecto como compensación artística para un Wilson que posteriormente grabaría sus versiones de canciones de Disney y devolverá así el favor.

 

Precisamente unas breves transcripciones de ‘Rhapsody In Blue’ al idioma coral sirven de introducción y despedida del álbum, sin que se diferencie significativamente de las piezas corales que Brian había compuesto hasta ese momento. Dos de las canciones (‘The Like In I Love You’ y ‘Nothing But Love’) las vemos acreditadas también a Wilson y Scott Bennett. Esto es debido a que son composiciones inéditas de Gershwin que esta pareja elaboró más, motivo por el cual parecen dos temas descartados de los Beach Boys de la primera mitad de los sesenta, más que unas canciones de los años veinte o treinta del siglo XX. Aunque a esto último suena ‘Love Is Here To Stay’ y no es una buena noticia, pues parece la típica canción aburrida que asociamos con una música de las primeras décadas del siglo XX.

 

Visto el estado en que se encontraba la voz de Brian en los últimos años, parecía un suicidio acercarse a canciones como ‘Summertime’, de la cual ya existen un buen puñado de excelentes versiones. Pero sale airoso del envite y eso transmite confianza hacia lo que queda por delante del disco. Muchas de estas canciones, igual que ‘Summertime’, ya habían sido versionadas en el amplio mundo del rock. Por ejemplo, de ‘I Got Rhythm’ incluyó una irrelevante versión Mike Oldfield –toda una sorpresa– en su álbum Platinum de 1979. Aquí está interpretada en el tono festivo típico de los Beach Boys pachangueros y tampoco sirve para nada más que rellenar espacio. Igualmente, ‘It Ain't Necessarily So’ era una de las mejores piezas que podíamos encontrar en el debut inseguro de los Moody Blues y aquí está adaptada para toda la familia, lo cual hace desaparecer el aura de inquietud y el desarrollo proto-progresivo que aplicaron los ingleses, aunque las sensacionales melodías vocales siguen ahí.

 

Algo de diversidad escuchamos cuando encontramos la bossa nova de ‘'S Wonderful’ o el entretenido instrumental titulado ‘I Got Plenty O' Nuttin'’. El tratamiento de ‘They Can't Take That Away From Me’ vuelve a ser el mismo que si hubiera sido una composición de los Beach Boys, añadiéndole unos coros similares a los que metió en su nueva versión de ‘Good Vibrations’. Al final, tampoco podemos esperar más de este álbum que la adaptación de la música de Gershwin al estilo coral y florido que tanto le gustaba a Brian. Es en realidad de lo que trataba todo esto, el homenaje de un músico que ya ha dicho todo lo que tenía que decir hacia otro músico que le abrió todo un mundo musical en su juventud. Llamarle a esto “reimaginar” como dice el título del disco es algo exagerado, pero tampoco es necesario darle más vueltas.

IN THE KEY OF DISNEY

Año de publicación: 2011

Puntuación:

1) You've Got A Friend; 2) The Bare Necessities; 3) Baby Mine; 4) Kiss The Girl;

5) Colors Of The Wind; 6) Can You Feel The Love Tonight; 7) We Belong Together;

8) I Just Can't Wait To Be King; 9) Stay Awake; 10) Heigh-Ho/Whistle While You Work/Yo Ho (A Pirate's Life For Me); 11) When You Wish Upon A Star.

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Tal como ya se indicó en la reseña del álbum anterior, Disney contrató a Brian Wilson para que publicara sus propias versiones de canciones aparecidas en películas de esta compañía. Seguro que vieron ideal que un músico tan infantilizado pudiera hacer algo interesante de tal manera que el público nostálgico tuviera una doble excusa para volver a escuchar esas canciones. Lo curioso es que la selección recoge sobre todo temas de películas contemporáneas, a partir de la recuperación que tuvo la empresa desde La Sirenita, pero a priori Wilson debería haberse dirigido principalmente a las películas más antiguas de su infancia. Aunque visto el carácter del Brian maduro, es más probable que haya visto más películas infantiles de adulto que de niño, lo cual nos debe parecer bien igualmente. Al estar destinadas tanto a un público infantil como a un público adulto, las canciones principales de las películas de Disney suenan agradables y poseen algún gancho melódico que llame la atención. Esto facilita enormemente la labor de Brian, pues su instinto de maestro del pop le permite localizar fácilmente esos fragmentos importantes y resaltarlos con su visión musical, que es lo mismo que pasar la música por el tamiz coral y recargado instrumentalmente del sonido Beach Boys.

 

Por tanto, visto todo en conjunto, el resultado de esta música es previsible si ya conocemos lo realizado en los álbumes previos. Para tratarse de cine infantil, la única ocasión en que Brian saca de verdad el niño que lleva dentro es en esa triada de canciones que comienza con los siete enanitos, pues la tentación ya era bien grande en ese caso. Pero el resto del tiempo se lo toma de forma seria en comparación con las versiones originales que respondían siempre a la interpretación de alguno de los personajes de cada película. Es loable el trabajo realizado con los nuevos arreglos, pero esa profesionalidad no produce apenas nada que pueda destacarse o que represente algo original respecto a la obra de Brian o de los Beach Boys. Podrían destacarse momentos como los coros en el final de ‘Baby Mine’, de gran belleza, pero son siempre momentos muy puntuales. Puede que lo único salvable en este álbum, en cuanto a que se sostenga independientemente de su versión original, sea ‘Colors Of The Wind’, del film Pocahontas.

 

En las dos piezas de Elton John vemos que la única mejora está en el tratamiento de los coros de ‘Can You Feel The Love Tonight’, aunque esto es lo obvio en Wilson, mientras que en ‘I Just Can't Wait To Be King’ no se le ocurre otra cosa que cambiar el ritmo de rockabilly original a uno estilo Bo Diddley. Por otra parte, ‘We Belong Together’, escrita originalmente por Randy Newman, no está a la suficiente altura cualitativa y desentona en comparación con otras propuestas más series. Brian Wilson es difícil que pueda hacer un disco malo, pero igualmente difícil resulta que pueda hacer algo relevante y menos con una idea como la de este álbum, que es otra demostración más de que Brian era una reliquia del pasado. Es difícil decir si esta obra podrá agradar a quienes sean fans únicamente de Brian o únicamente de Disney, ni siquiera a quienes sean fans de ambos. Lo que sí sabemos es que se trata de una entrada irrelevante (otra más) en la trayectoria de Brian Wilson.

NO PIER PRESSURE

Año de publicación: 2015

Puntuación:

1) This Beautiful Day; 2) Runaway Dancer; 3) Whatever Happened; 4) On The Island;

5) Half Moon Bay; 6) Our Special Love; 7) The Right Time; 8) Guess You Had To Be There; 9) Don't Worry; 10) Tell Me Why; 11) Sail Away; 12) Somewhere Quiet; 13) I'm Feeling Sad; 14) One Kind Of Love; 15) Saturday Night; 16) The Last Song;

[BONUS TRACKS:] 17) In The Back Of My Mind; 18) Love And Mercy.

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Volvía Brian Wilson con un álbum de composiciones originales propias pero con un propósito comercial bien descarado. En principio parecía que acabaría como un nuevo álbum de los Beach Boys, pero finalmente no prosperó esa idea y queda como el último y penoso álbum de estudio de Brian Wilson. La finalidad mercantil está más que subrayada por la participación de cantantes jóvenes que nada tienen que ver con lo que representa la figura de Wilson en la música, de tal manera que este álbum pudiera representar un tirón comercial tanto para los viejos fans de Brian como para las nuevas generaciones adoradoras de la imagen por encima de la música. Y en estos casos, los únicos que podrían salir satisfechos, que tampoco está nada claro, son los segundos.

 

En algunas de las canciones incluso puede apreciarse la conjunción de las dos tendencias comentadas. Tras una introducción relajada y repleta de coros (titulada ‘This Beautiful Day’) llega la sorpresa mediante ‘Runaway Dancer’, que suena de verdad como una actualización de los Beach Boys a la música de baile del siglo XXI. Porque, eso sí, los ingredientes típicos de las composiciones aparecen por todas partes. Está todo repleto de arreglos orquestales y coros, como si eso fuera la panacea de cualquier composición. Como ocurre con las recetas culinarias, los ingredientes no son un estándar ni un fin, sino un recurso que se ha de emplear con mesura y en los momentos que de verdad se requieran. Y ese es el mayor problema aquí, aparte de la escasa inspiración a la hora de componer.

 

Precisamente cuando Wilson se muestra humilde y tranquilo, como en ‘I'm Feeling Sad’, es cuando sale ganando porque es también cuando se nos muestra en conformidad con su edad y su estado vital, alejado también de infantilismos. Pero eso no quita que nos encontremos con baladas de relleno como ‘Somewhere Quiet’. El saxofón que escuchábamos en el primer tema del álbum parece colocarse peligrosamente en primer plano en el instrumental ‘Half Moon Bay’, pero pronto toma ese protagonismo la trompeta y deja una mejor sensación. Tan solo la introducción coral y en general la adición de coros pueden hacernos pensar que ‘Our Special Love’ es una composición de Brian Wilson, pues es una vulgar balada pop cuya primera voz principal ni siquiera es la de Brian. Aparte, tanto coro acaba resultando empalagoso por lo gratuito de su empleo. Vuelve a echar mano de cantantes de moda en otras canciones para hacer duetos, como una joven estrella del country en ‘Guess You Had To Be There’ (convirtiendo el tema en un relleno pop irrelevante) y el típico cantante pop con su gallito particular que pasa por sensibilidad lacrimógena en ‘Saturday Night’. El convencional calipso de ‘On The Island’ cuenta con la voz de la actriz y también cantante Zooey Deschanel.

 

En un par de temas podemos escuchar la guitarra (que no la voz) de David Marks, aquel que sustituyó temporalmente a Al Jardine en los primeros años del grupo, y que aquí precisamente acompaña a Jardine en dos canciones que nos retrotraen a esa primera época de los Beach Boys, aunque no a los primeros años amateur y mediocres, sino a cuando Brian comenzaba a destaparse como sesudo compositor. Se trata de la balada ‘Whatever Happened’, que es de lo mejor de este álbum, y la pieza más pop ‘The Right Time’, donde hay mayor lugar para que se escuche la guitarra de Marks. Con Jardine a solas vuelve a repetir en otro ejercicio de nostalgia: ‘Tell Me Why’, apoyándose de nuevo en todos los recursos y clichés que vulgarizan el resultado, elevándolo a cotas edulcoradas que harían reventar los límites de azúcar a cualquier persona con la edad de estos amigos. En ese sentido, todavía resulta más insultante la final ‘The Last Song’, que remata al noqueado oyente cuando entran los coros cantando “La, la, la, la”. Otro antiguo miembro de los Beach Boys, aunque no tan antiguo, reaparece en el pop convencional y algo infantil de ‘Sail Away’. Se trata de Blondie Chaplin, guitarrista y cantante que estuvo a principios de los setenta en el grupo y que aquí al menos deja una participación digna.

 

De nada sirve completar el disco con unos bonus tracks donde vuelve a grabar dos canciones de su catálogo en formato de piano solo y voz (y coros en ‘Love And Mercy’), sin interés alguno y mostrándonos que la voz no le da para más. Señoras y señores, si después de siete años desde el último álbum con composiciones originales es esto lo que nos puede ofrecer Brian Wilson, queda certificada su defunción artística sin remedio aparente. Solo nos queda agradecerle los grandes momentos que nos ha regalado y desearle un resto de vida muy feliz disfrutando con su familia, que eso se lo merece de verdad.

VÍDEOS

PET SOUNDS LIVE

Año de publicación: 2004

Tras haber demostrado ante sus compatriotas en Live At The Roxy Theatre que era capaz de reproducir la música de los Beach Boys de forma impecable con sus propios músicos, incluso mejor de lo que podían hacer aquellos, Brian Wilson desembarcó en Londres para realizar varios conciertos, pero todos ellos centrados exclusivamente en su obra maestra Pet Sounds (con la propina de ‘Good Vibrations’). Entre esos conciertos encontramos aquí una selección manteniendo el orden de la obra original. Los músicos que le acompañan son prácticamente los mismos, así que los solapamientos respecto al citado concierto previo son más que evidentes. No hay por tanto ninguna sorpresa, la voz de Brian ya vemos que flojea en algunos momentos pero en general se mantiene consistente y convincente, esto último lo más importante porque se trata de un artista interpretando su propia creación. En cuanto a las composiciones tampoco hay sorpresas, es tal cual esperamos escuchar una obra maestra de forma impecable y fiel a la original, si bien hay algún que otro detalle novedoso, sobre todo en las dos piezas instrumentales que brillan mucho más de lo que lo hacían en el álbum original, donde eran lo más discreto del conjunto. Destacar también que Brian no está callado y dirige algunas palabras al público, denotando ese infantilismo que caracteriza su estado mental pero sabiendo entretener a la audiencia. Como curiosidad, del instrumental ‘Pet Sounds’ nos dice que fue ideado para su uso en alguna película de James Bond. Quién sabe si se trata de una broma o no. En los extras del DVD encontramos, bajo el título de Pet Stories, una serie de entrevistas a Brian y los músicos que participaron en la grabación original.Es bastante clarificador escuchar a esos músicos, los del llamado Wrecking Crew, decir que ellos solían aportar detalles a las canciones donde tocaban, pero en el caso de Brian Wilson no era así, puesto que él tenía bien claro lo que quería y actuaba como el verdadero compositor y líder que era. También hay lugar para comentar la génesis de algunas de las canciones, aportando muchas curiosidades.

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