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MARK KNOPFLER

2020

LOCAL HERO

Año de publicación: 1983

Puntuación:

1) The Rocks And The Water; 2) Wild Theme; 3) Freeway Flyer;

4) Boomtown (Variation Louis' Favourite); 5) The Way It Always Starts;

6) The Rocks And The Thunder; 7) The Ceilidh And The Northern Lights;

8) The Mist Covered Mountains; 9) The Ceilidh: Louis' Favourite, Billy's Tune;

10) Whistle Theme; 11) Smooching; 12) Stargazer; 13) The Rocks And The Thunder;

14) Going Home: Theme Of The Local Hero.

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2020

Cuatro álbumes de éxito llevaba Mark Knopfler con los Dire Straits cuando tuvo la oportunidad de poder grabar una banda sonora y satisfacer algunas de sus nuevas inquietudes artísticas. La película en cuestión fue Local Hero, titulada en España como Un tipo genial, una comedia costumbrista agradable pero que tampoco entusiasma. Knopfler parecía el candidato ideal para ser el compositor, dadas sus raíces escocesas y que la película se desarrolla en un pueblecito del litoral escocés. En cualquier caso, que nadie espere encontrar aquí una continuación de su trayectoria con Dire Straits, porque precisamente esta era la oportunidad de comenzar a hacer algo diferente. Y no la iba a desaprovechar.

 

Sin embargo, la pieza más famosa de este álbum y que ha superado el test del tiempo es ‘Going Home’, básicamente por su segunda parte que es la que más se asemeja a lo que hacían los Dire Straits. En su primera mitad, encontramos una interesante recreación ambiental donde se va conformando una especie de tensión instrumental que acaba estallando exactamente a la mitad con la entrada de su reconocible melodía en primer plano interpretada por el sensacional saxofón de Michael Brecker y potenciada, esta vez sí, por una sección rítmica de batería y bajo. Antes de llegar a este tema, que está estratégicamente ubicado al final, habremos escuchado su memorable melodía de diferentes maneras. ‘Wild Theme’ es una primera versión acústica que encontramos, tan fenomenal como la propia ‘Going Home’ porque refleja la gran expresividad de sus cuidadas melodías. Si buscamos una versión orquestal, nos debemos dirigir a ‘The Ceilidh And The Northern Lights’, mientras que la versión silbada y con algo de guitarra es ‘Whistle Theme’.

 

En ‘Going Home’ toca el bajo nada menos que el gran Tony Levin, por entonces con puesto ya estable en King Crimson. A John Illsley, el bajista de Dire Straits, era mejor no llamarlo si lo que buscaba Knopfler era sutileza. Levin repite en ‘Smooching’, una composición que comienza de manera brillante con una emotiva melodía interpretada con la guitarra. Desafortunadamente, pasados los dos minutos el tema comienza a divagar de forma alarmante y la entrada del saxofón solo sirve para ahondar en su vulgarización. No resulta difícil intuir la participación de los músicos de Dire Straits en ‘Freeway Flyer’, la cual es una breve demostración de música hillbilly pero actualizada con una afilada guitarra que aparece en su segunda mitad. Por otro lado, tan solo encontraremos una canción con parte vocal, ‘The Way It Always Starts’, pero en ella no canta Mark sino un ilustre invitado: Gerry Rafferty. Este no transmite con su voz ni la cuarta parte de emoción que en sus inolvidables ‘Right Down The Line’ y ‘Baker Street’, pero es que ‘The Way It Always Starts’ no pasa de ser el preludio de futuros bodrios para la tercera edad, tipo ‘Ticket To Heaven’, aunque aquí todavía se percibe algo de brío.

 

Más apropiado no puede ser el título del primer tema de este álbum, ‘The Rocks And The Water’, pues se trata de una pieza ambiental con sonidos que recuerdan a los barcos zarpando y la imaginería marítima. Aunque musicalmente sea aburrida, es una demostración más del talento de Knopfler para conseguir trascender el mundo del rock del que provenía. Más adelante encontraremos dos breves piezas de menos de un minuto tituladas ‘The Rocks And The Thunder’ que inciden en una ambientación similar. Pero la mejor recreación de lo que podemos imaginar como la vida marinera es la emotiva ‘The Mist Covered Mountains’, una bella tonada tradicional implementada bajo unos sensacionales arreglos y original estructura. Cuando comenzamos a escucharla, elevándose el volumen gradualmente, es como si nos estuviéramos acercando a una celebración en la playa junto a una hoguera, escuchando cómo improvisados músicos tocan el acordeón y otros instrumentos tradicionales. Luego se transforma en una impecable pieza ambiental donde las mismas melodías se desarrollan de manera más lenta y sutil, con sintetizadores varios que nos transportan más allá de esa playa imaginaria a la que se volverá de nuevo en la recta final, toda una experiencia sonora para todos los sentidos.

 

Por lo demás, a diferencia de las próximas bandas sonoras, encontraremos aquí diversos estilos para darle un toque de variedad al conjunto del disco. Curiosamente, para ser una película ambientada en un pueblecito escocés, música tradicional pura solo la escucharemos en ‘The Ceilidh: Louis' Favourite, Billy's Tune’. La agradable ‘Boomtown’ se desarrolla en clave de jazz con diferentes variaciones y quizá se acaba alargando más de la cuenta al final. Por último, lo más cerca que Knopfler ha estado de John Williams es mediante la solemnidad de ‘Stargazer’, que sería utilizada como introducción de los conciertos de Dire Straits, tal como quedará reflejado en el imprescindible Alchemy.

 

¿Tenía futuro Mark como compositor de bandas sonoras? Pues en su momento no debió parecer más que un divertimento o una manera de evadirse de la vida de artista de rock, aunque en muchos momentos tampoco se aleja de lo que hubiera hecho con Dire Straits en modo relajado. Por ello, hemos de fijarnos en composiciones como ‘The Mist Covered Mountains’ o ‘Stargazer’ para presentir que Knopfler era capaz de hacer música muy diferente pero con originalidad y creatividad, un presentimiento que se vería confirmado en las siguientes bandas sonoras.

CAL

Año de publicación: 1984

Puntuación:

1) Irish Boy; 2) The Road; 3) Waiting For Her; 4) Irish Love;

5) A Secret Place / Where Will You Go; 6) Father And Son;

7) Meeting Under The Trees; 8) Potato Picking; 9) In A Secret Place;

10) Fear And Hatred; 11) Love And Guilt; 12) The Long Road.

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Con los Dire Straits en período de hibernación (aunque en 1984 se publicó el directo Alchemy), Mark Kopfler continuó con su dedicación al mundo del celuloide. Que se notara que el título de Making Movies para un álbum de su grupo no fue casual. En su segunda banda sonora, tan solo un año después de la primera, decidió alejarse por completo de cualquier aspecto que pudiera recordar los más mínimo a los Dire Straits, aunque sin prescindir tampoco de sus compañeros del grupo. Para ello, se acercó a la música tradicional irlandesa, un movimiento perfecto al tratarse de una película ambientada en Irlanda del Norte. Así, en los mejores temas podemos escuchar a un par de músicos irlandeses como estrellas principales, acompañados en algunos casos de Knopfler y sus chicos de Dire Straits, siendo todo el álbum instrumental.

 

Pese a todo lo dicho, el único tema conocido de este álbum es ‘The Long Road’ y es precisamente lo que más se parece a un grupo de rock, o sea, de folk-rock o como se le pudiera llamar. Dura más de siete minutos porque está dividida en dos partes bien diferenciadas. La mejor es la primera porque en ella podemos escuchar desarrolladas sus bellas melodías de guitarra, acompañadas de una lírica flauta, en una estructura que se vuelve a repetir para mayor deleite del oyente. Pasados los tres minutos, se llega a una segunda sección más contemplativa (un recurso muy recurrente en esta banda sonora) donde la guitarra adopta un papel secundario y la flauta pasa a tener el liderazgo para realizar una parte algo más improvisada, pero sin la brillantez de la primera sección. Pero antes de llegar a ‘The Long Road’, el cual está ubicado estratégicamente al final, encontramos previamente su primera sección con una percusión más sencilla (‘The Road’), en tono trágico (‘In A Secret Place’) o en versión minimalista/New Age a través de ‘A Secret Place / Where Will You Go’.

 

El comienzo del álbum no puede estar más alejado del rock, pues la introducción de ‘Irish Boy’ es puro folk céltico con instrumentos tradicionales que están acompañados también por instrumentos eléctricos y batería, reforzando así la grandeza de las emocionantes melodías que aparecen a lo largo del tema, de gran expresividad. Se añade una relajada coda de casi dos minutos que rompe un poco con la magia musical conseguida hasta ese momento. Los temas donde la gaita se coloca en primer lugar son de los mejores del disco, pues no se dedican a acompañar sino que desgranan elegantes y reconocibles melodías que nos hacen adorar ese instrumento. Eso lo encontramos en ‘Father And Son’, de sensacional primera parte que tan solo dura unos dos minutos, agregando luego una segunda parte nuevamente contemplativa y que se vuelve demasiado monótona por durar más de cuatro minutos. Afortunadamente, a ‘Potato Picking’ no le cuelgan nada adicional y son dos minutos de pura emoción gaitera con una melodía más compleja de lo que aparenta y muy elaborada. Además, cuando pensamos que no nos va a presentar nada más, pasado el primer minuto nos deja otra bellísima melodía más de regalo.

 

No faltan algunas breves piezas de música incidental, como es el caso de ‘Meeting Under The Trees’, ‘Love And Guilt’ y ‘Fear And Hatred’, esta última con algunos vibrantes punteos de guitarra y bajo que tampoco dicen mucho sin las imágenes. En cuanto a ‘Waiting For Her’, queda como una introducción ambiental de ‘Irish Love’ donde ya podemos escuchar brevemente su bella melodía de comienzo, más desarrollada en esta última. Estamos, pues, ante una banda sonora para enamorarse, algo que no puede decirse de la película a la cual acompaña, pues pese a ser una de las primeras que trató el conflicto norirlandés, el protagonista no tiene carisma alguno y la violencia es tratada de una manera bastante tosca en comparación con otras grandes películas de temática similar que llegaron en años posteriores. Lo que siempre vale la pena es ver a la gran Helen Mirren, quien además ganó el premio a mejor actriz en el Festival de Cine de Cannes, aunque no sea uno de sus mejores papeles.

THE PRINCESS BRIDE

Año de publicación: 1987

Puntuación:

1) Once Upon A Time... Storybook Love; 2) I Will Never Love Again; 3) Florin Dance;

4) Morning Ride; 5) The Friends' Song; 6) The Cliffs Of Insanity; 7) The Swordfight;

8) Guide My Sword; 9) The Fireswamp And The Rodents Of Unusual Size; 10) Revenge;

11) A Happy Ending; 12) Storybook Love.

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El ritmo frenético de Mark Knopfler con las bandas sonoras le llevó a grabar en 1984 tres nuevas piezas para la película Comfort And Joy. De ellas, dos son olvidable música de acompañamiento con el saxofón en primer plano, mientras que la titulada como ‘A Fistful Of Ice Cream’ es una interpretación instrumental con guitarra acústica y mandolina de ‘Private Investigations’ de Dire Straits, que es interesante de escuchar pero para nada imprescindible. Por tanto, no fue hasta después del descomunal éxito de Brothers In Arms y la gira que le siguió, que Knopfler retomó el mundo cinematográfico para la composición. Esta vez la película afortunada sí que fue todo un clásico de la pantalla: La princesa prometida, dirigida por el cineasta comercial Rob Reiner, quien mostraba aquí un equilibrado balance entre la fantasía, el humor y la inteligencia. En esta ocasión, Mark contó solamente con la ayuda del entonces teclista de Dire Straits, Guy Fletcher, quien debió sonsacar de los teclados todo el sonido orquestal que se escucha en la banda sonora. Toda una proeza, porque resulta casi imposible discernir que no existen otros músicos de orquesta tocando.

 

La primera pieza, ‘Once Upon A Time...Storybook Love’, es el mejor ejemplo de la grandeza compositiva de Knopfler, pues nos engancha desde la lírica introducción de sonido orquestal y nos deja rendid@s cuando entran las bellísimas melodías de guitarra, tan expresivas como evocadoras. Sirve de obertura porque en ella escuchamos algunas melodías que se irán repitiendo a lo largo del álbum. La melodía principal de esta primera composición sirve de leitmotiv de la película y de la banda sonora, de tal manera que la escucharemos repetida en muchas más ocasiones, la primera justo a continuación en ‘I Will Never Love Again’. Resulta curioso que la canción final, ‘Storybook Love’, se presente como compuesta y cantada por Willy DeVille cuando la melodía principal es la misma que en ‘Once Upon A Time...Storybook Love’, que está compuesta por Knopfler. Alguien debió ser autor principal o cuando menos coautor en la composición del otro. Si ‘Storybook Love’ se escuchara por separado, probablemente dejaría mejor sensación la emotiva interpretación de Willy, pero después de haber escuchado todas esas melodías en diversas ocasiones, para la canción final ya se ha perdido parte de su efecto.

 

La inquietante melodía de guitarra acústica que inicia ‘The Friends' Song’, que sugiere una cierta cinemática, da paso luego a una majestuosa melodía de flauta. A través de diferentes pasajes se van alternando los sonidos y pasados los dos minutos llegamos a lo que podríamos denominar como un juguetón andante. Todo ello en tan solo tres minutos, otra proeza de composición. Hacia el final del disco volveremos a encontrar su comienzo repetido y unido después nuevamente a la melodía principal de ‘Once Upon A Time...Storybook Love’ bajo el título de ‘A Happy Ending’. Donde se retoma con mayor creatividad otra de las melodías escuchadas en la primera pieza del álbum es en ‘Guide My Sword’, esta vez con la majestuosidad propia de los grandes compositores de bandas sonoras.

 

La jovial ‘Morning Ride’ es una de esas piezas que parecen tocadas por una orquesta, de tan bien implementada que está y el sonido tan limpio que se aprecia en los supuestos instrumentos. Por lo demás, en el resto del álbum encontraremos una alegre tonada de danza céltica (‘Florin Dance’) y piezas devotas de la acción cinematográfica como son ‘The Swordfight’, ‘The Fireswamp And The Rodents Of Unusual Size’ y ‘Revenge’. Una cierta inspiración en Bernard Herrmann se puede apreciar en ‘The Cliffs Of Insanity’ por sus estridencias.

 

Que estas últimas piezas citadas sean más convencionales (en lo concerniente a música de bandas sonoras) y la repetición de muchas melodías no permiten considerar este álbum como el mejor logro de Knopfler en solitario, pero sí podemos considerar algunas de las piezas aquí incluidas como composiciones inolvidables de su autor, a la altura de sus mejores creaciones.  No es necesario ver la película para disfrutarlas, pero quien la conserve como una de las grandes películas de su niñez, tampoco podrá olvidar esta elegante música. La mejor música de orquesta que se puede conseguir sin que exista en realidad una orquesta. Iba a finalizar aquí esta reseña, pero no he podido evitar hacerlo con las siguientes palabras: “Hola. Me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir”. Acabar de otra manera hubiera sido inconcebible.

LAST EXIT TO BROOKLYN

Año de publicación: 1989

Puntuación:

1) Last Exit To Brooklyn; 2) Victims; 3) Think Fast; 4) A Love Idea; 5) Tralala; 6) Riot;

7) The Reckoning; 8) As Low As It Gets; 9) Finale – Last Exit To Brooklyn.

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Aparcada y en principio finiquitada la banda Dire Straits, Mark Knopfler seguía haciendo bandas sonoras y aquí vuelve a incidir en la música orquestal con el teclista Guy Fletcher como perfecto sustituto de los músicos de orquesta, aunque en las piezas principales con buen criterio sí cuenta con los servicios de violinistas profesionales. En esta ocasión, la oportunidad era muy buena porque el film es la adaptación literaria de una novela de culto de mismo título, de esas denominadas como malditas porque en su momento fue víctima de la censura y la persecución judicial. La película no puede compararse a la grandeza de la novela aunque la crudeza de las imágenes sea innegable, pero se acerca bastante porque consigue en cierta manera lo que Hubert Selby Jr. ha conseguido en sus novelas y que es su legado intelectual: que empaticemos y sintamos lástima por el destino trágico de personajes abyectos, cuya abyección suele proceder de carencias emocionales que no han elegido tener. Aparte, la simplificación que hace el mundo cinematográfico en las adaptaciones literarias provoca que se obvie por completo el último capítulo coral de la novela. Por último, recordemos que el título de uno de los capítulos de esta novela es el que le pusieron también The Smiths a su mejor álbum.

 

El enfoque musical de este álbum es de corte mucho más clásico que en The Princess Bride, acercándose a la solemnidad de las grandes bandas sonoras de Hollywood pero sin perder el toque personal que proporciona el instinto melódico de Mark, todavía en forma. El tema más recordado y reconocible de esta banda sonora es ‘A Love Idea’, pues coloca en primer plano a un violinista interpretando una emotiva melodía a la que se van aplicando variaciones dentro de una estructura perfecta, algo asombroso para un músico curtido en otros estilos y que demuestra la genialidad de Knopfler. La palabra “idea” en el título es idónea para sugerir que el mayor problema de este álbum es la excesiva repetición de ideas. De hecho, lo que escuchamos en ‘A Love Idea’ junto a la pieza que inicia el álbum (la de mismo título que la película) es la base para el 40% del contenido total de esta banda sonora. Precisamente ‘Finale – Last Exit To Brooklyn’ retoma la reconocible melodía de ‘A Love Idea’ pero interpretada a una tercera parte de la velocidad, para al mismo tiempo enlazarla con algunas secciones que hemos podido escuchar en la pieza que abre el disco: ‘Last Exit To Brooklyn’. Puede parecer aburrido escuchar la misma melodía de manera más lenta, pero debemos tomarlo como una visión desde otra perspectiva que no merma su calidad.

 

Por eso mismo hay que prevenirse ante ‘Victims’, pues es una de esas composiciones que huele a aburrimiento conforme comienza a sonar debido a su extrema lentitud. Pero quien caiga en el error de darle a la tecla de pasar canción se perderá unas memorables melodías que transmiten toda la desolación de la película, de esos personajes que son en el fondo víctimas del entorno en el que se han criado y que no han elegido. Cuando escuchamos las primeras notas, podemos incluso pensar en ‘Stargazer’ de Local Hero, pero son dos composiciones muy diferentes. La que resulta extremadamente lenta y aburrida es ‘The Reckoning’, cuyos siete minutos se hacen eternos porque únicamente está dedicada a repetir lo que ya hemos escuchado con anterioridad pero alargando los tempos hasta el aletargamiento total. También se vuelven a repetir fragmentos de piezas anteriores en ‘As Low As It Gets’, pero al menos es breve y no resulta ser ninguna molestia. El único problema que presenta ‘Tralala’ es que acaba repitiendo la misma estructura tres veces. Las personas más analíticas podrán discernir la aparición de la melodía del estribillo de la futura ‘Your Own Sweet Way’ que grabará con The Notting Hillbillies, su próximo proyecto musical antes de la resurrección agonizante de Dire Straits. Precisamente en ‘Tralala’ toca el saxofón Chris White, quien formó parte de la última etapa de Dire Straits. Por otro lado, ‘Think Fast’ y ‘Riot’ son similares en cuanto a ser devotas de la acción cinematográfica, de tal manera que quedan huérfanas sin las imágenes.

 

Acaba aquí la primera tanda de bandas sonoras creadas por Mark Knopfler, pues tardará casi una década en volver a grabar otra. De estas cuatro puede quedarse un@ con lo más destacado si consigue la recopilación Screenplaying, pero vale la pena ir descubriéndolas una a una. Last Exit To Brooklyn queda como la más formal de todas y también la más floja, pues si bien encontramos algunas notables ideas, estas aparecen de manera muy recurrente para dar una falsa sensación de originalidad que en realidad no existe. A partir de ahora comienza el redescubrimiento de la música norteamericana de raíces, un género más sencillo y del que muy poco se despegará este gran músico, muy a pesar nuestro.

MISSING... PRESUMED HAVING A GOOD TIME

Año de publicación: 1990

Puntuación:

1) Railroad Worksong; 2) Bewildered; 3) Your Own Sweet Way; 4) Run Me Down;

5) One Way Gal; 6) Blues Stay Away From Me; 7) Will You Miss Me; 8) Please Baby;

9) Weapon Of Prayer; 10) That's Where I Belong; 11) Feel Like Going Home.

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The Notting Hillbillies fue el proyecto paralelo que Mark Knopfler montó para tocar música estadounidense de raíces con varios músicos británicos desconocidos fuera de su país, una manera de evadirse de la vorágine formada alrededor de Dire Straits, sobre todo a partir del éxito abrumador de Brothers In Arms. En este grupo de exigua vida tampoco falta la presencia del todavía inseparable teclista Guy Fletcher. Del resto, poco cabe decir salvo que Paul Franklin (quien resulta ser el único estadounidense del grupo) se convertirá luego en un miembro importante de la última y decepcionante encarnación de Dire Straits en los noventa, gracias a su dominio de la pedal steel guitar.

 

Muy pronto podemos detector cuáles son los puntos fuertes de este álbum, pues son los punteos de guitarra de Knopfler y la pedal steel guitar de Franklin lo que engrandece la versión de la tradicional ‘Railroad Worksong’. Porque, como ya se ha dicho, el disco se enfoca a efectuar un repaso a la música de raíces de los Estados Unidos y por tanto no puede faltar un blues tradicional, bastante aburrido por cierto, como ‘Blues Stay Away From Me’, mientras que ‘Please Baby’ recuerda a los cantos vocales de los esclavos en los campos de algodón de los estados sureños. No cambia mucho la idea en la tradicional ‘Run Me Down’, donde mezclan aires rockabilly y country para lo que es un mero divertimento. Lo más curioso es escuchar los solos de Paul Franklin, pues luego los reciclará más adelante para el tema ‘The Bug’ de Dire Straits. Por otro lado, ‘Bewildered’ es una convencional versión de una pieza de jazz con voz y ‘One Way Gal’ solo puede tomarse como una broma sin gracia o como un atentado al buen gusto.

 

Aunque en la banda sonora de Last Exit To Brooklyn ya nos adelantaba la melodía de su estribillo, eso no le resta importancia al momento de mayor protagonismo de Knopfler en este álbum, que es ‘Your Own Sweet Way’, la única composición original de Mark que encontraremos aquí. Su parte vocal sobria y cargada de despecho muestra a un vocalista que sabe personalizar a sus protagonistas, aparte de la impecable instrumentación donde las guitarras y el órgano se van sucediendo en perfecta armonía. Aparte de este tema, el único que encontraremos para enmarcar es una composición original de uno de los Notting Hillbillies: ‘Will You Miss Me’ de Steve Phillips. Engancha desde que escuchamos su memorable melodía de guitarra y la presentación inicial del pegadizo estribillo, sencillo pero muy emotivo. Rítmicamente es el único tema que destaca de este álbum tan relajado y la pedal steel guitar es toda una delicia de escuchar en segundo plano.

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La recta final es bastante tediosa con las vulgares ‘Weapon Of Prayer’ y ‘That's Where I Belong’, pero la palma se la lleva la canción final, ‘Feel Like Going Home’, donde Brendan Croker se estampa con una voz floja y falsa que le hace sonar ridículo cuando intenta alargar las vocales. Este tipo de balada vulgar es para gente como Julio Iglesias y su público, pero no para manchar el buen nombre de Mark Knopfler, quien se limita aquí a repetir las melodías vocales con su guitarra de forma mecánica, sin transmitir ningún sentimiento. O quizá eso mismo es lo que trata de expresarnos su guitarra, la indiferencia de participar en una canción tan bochornosa.

 

Este álbum tuvo unas buenas ventas en España, pero es obvio que sin la presencia de Knopfler nadie lo hubiera comprado por ser muy mediocre, aunque posee su interés antropológico-musical. En lo que a la evolución respecta, la única relevancia de este proyecto es que marcará de alguna manera el camino a seguir por Mark en su carrera en solitario, es decir, sosteniéndose cómodamente en géneros musicales más puros pero menos emocionantes, sin intención de innovar ni de destacar en originalidad. De hecho, su próximo proyecto será muy similar pero con la garantía que supone la presencia del prestigioso guitarrista estadounidense Chet Atkins.

NECK AND NECK

Año de publicación: 1990

Puntuación:

1) Poor Boy Blues; 2) Sweet Dreams; 3) There'll Be Some Changes Made;

4) Just One Time; 5) So Soft, Your Goodbye; 6) Yakety Axe; 7) Tears; 8) Tahitian Skies;

9) I'll See You In My Dreams; 10) The Next Time I'm In Town.

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El renovado interés de Knopfler por la música popular estadounidense de base tradicional le lleva aquí a cumplir el sueño de grabar un disco junto a uno de sus ídolos de juventud, el reputado guitarrista del country Chet Atkins. No es más que un entretenimiento sin pretensiones, de ahí que todo sean versiones salvo una composición original de Knopfler, siendo también buena parte de los temas instrumentales. Tampoco puede decirse que se trate de un alarde de técnica, puesto que los dos guitarristas se complementan y alternan sin llegar a extremos ni competiciones, todo en camaradería y sin presión alguna, lo cual no significa que no vayamos a encontrar algunos detalles técnicos interesantes de vez en cuando, pues supone poco esfuerzo para dos grandes de la guitarra el echar mano de la propia técnica cuando resulta necesario, además de ser reconocibles los estilos de cada uno.

 

La colaboración futura entre Mark Knopfler y Emmylou Harris tiene aquí una curiosa conexión porque el disco se abre con una composición del que era entonces marido de Emmylou. La interpretación de la pegadiza ‘Poor Boy Blues’ es un portento y una muestra del buen gusto con el que se afrontaba la grabación de este álbum. Podemos escuchar hasta cuatro guitarras en ella: aparte de la acústica para el ritmo, escuchamos alternarse a Mark y Chet, así como la guitarra steel de Paul Franklin, músico inseparable de Knopfler por aquel entonces, pues incluso participará en el On Every Street de Dire Straits. Como esperamos escuchar guitarras sin parar, sorprende escuchar de entrada un piano lento en ‘Sweet Dreams’. Las guitarras suenan evocadoras aunque también discretas, como si tuvieran miedo de romper la cadencia suave que recorre esta interpretación de una composición original del músico country Don Gibson, de quien encontramos más adelante el country más canónico de ‘Just One Time’. En ese mismo estilo elige Knopfler la que es su única composición original propia en este álbum, ‘The Next Time I'm In Town’, una discreta aportación que nos avisa de que Mark puede llegar a ser muy vulgar, o incluso aburrido, cuando se relaja.

 

Aunque ‘So Soft, Your Goodbye’ suene a canción de cuna o ‘I'll See You In My Dreams’ tan solo suponga la apetencia de tocar relajadamente algo de jazz, las interpretaciones salen airosas por la profesionalidad y el carisma que hay detrás de estos dos grandes guitarristas. Se lo debieron pasar muy bien con la grabación de ‘There'll Be Some Changes Made’, donde ambos músicos dan rienda suelta a su humor echándose mutuamente algunas pullas con camaradería mientras demuestran su destreza con las guitarras acústicas. Pero no deja de ser un mero entretenimiento para ellos, quizá no tanto para el incauto oyente. Escuchar ‘Yakety Axe’ en España trae recuerdos del chabacano show de Benny Hill. En realidad es una versión que hizo Atkins en los sesenta del éxito titulado originalmente ‘Yakety Sax’, supliendo el saxofón original con su guitarra y cantando él mismo, esto último algo bastante excepcional. De la gran pareja de músicos Django Reinhardt y el violinista Stéphane Grappelli encontramos aquí el tema ‘Tears’, poseedor de una nostalgia especial que se transmite por medio de la interacción entre guitarra y violín. Igualmente evocadora resulta ‘Tahitian Skies’, pero en este caso de parajes paradisiacos a través de bellas melodías.

 

Tras este relajado inciso, la historia de Mark Knopfler proseguía con la resurrección de Dire Straits para, previsiblemente, poder financiar la futura carrera en solitario que pretendía emprender. De ahí que On Every Street sea una muestra de escasa creatividad como excusa para una extensa gira de la que todos los músicos saldrán escaldados aunque con las cuentas corrientes saneadas, sobre todo la de Mark. Este álbum con Chet Atkins no pasa de ser también el cumplimiento de un sueño de juventud, pues Atkins ha sido una influencia para varias generaciones de guitarristas que han aprendido mucho de su manera particular de tocar, entre ellos Knopfler.

GOLDEN HEART

Año de publicación: 1996

Puntuación:

1) Darling Pretty; 2) Imelda; 3) Golden Heart; 4) No Can Do; 5) Vic And Ray;

6) Don't You Get It?; 7) A Night In Summer Long Ago; 8) Cannibals; 9) I'm The Fool;

10) Je Suis Désolé; 11) Rüdiger; 12) Nobody's Got The Gun; 13) Done With Bonaparte;

14) Are We In Trouble Now.

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Finiquitado para siempre su pasado rockero con Dire Straits tras una larga y lucrativa gira que le permitía afrontar con comodidad su carrera en solitario, llegaba el primer álbum de la que podríamos denominar como última etapa de Mark Knopfler. Vista la incursión en música (demasiado) relajada y alejada del rock que contenía On Every Street, no era de extrañar que se previera una música similar en este Golden Heart, sobre todo teniendo en cuenta que en parte era la música que había estado tocando durante los dos años previos en la gira de Dire Straits. Por otro lado, si la intención de Mark era enterrar definitivamente el nombre de su notoria banda, nadie podría pensar que pudiera encontrar un nuevo ‘Money For Nothing’ como tampoco ningún nuevo ‘Telegraph Road’. Así pues, lo que encontramos aquí es básicamente una amalgama entre el estilo del último álbum de Dire Straits y lo que había desarrollado Knopfler en sus proyectos paralelos. La palabra experimentación estaba ya borrada de su vocabulario para siempre.

 

Los instrumentos célticos al estilo de la banda sonora de Cal introducen el álbum y la canción que fue publicada como single de presentación: ‘Darling Pretty’. Luego se desarrolla como balada soft de medio tempo con algún destello de guitarra, en un estilo que recuerda a los Dire Straits sin demasiado interés de On Every Street, aunque ejecutado todo con gusto. Eso sí, en Cal nunca se hubiera atrevido Mark a poner su voz en una canción como ‘A Night In Summer Long Ago’, pero ahora sí encaja con la etapa vital en la que se encontraba. De hecho, en la canción que le da título al álbum es donde nos damos cuenta que Mark ha envejecido, no podía seguir siendo una estrella del rock. Suena muy discreta, incluso tediosa, hasta que llega el estribillo (o quizá sea el puente hacia el estribillo) y se transforma en un agradable tema de expresiva calidez. Pero no ha envejecido lo suficiente para olvidar la guitarra eléctrica y nos la coloca en primer plano en temas como ‘No Can Do’, aportando luego algunos pequeños trallazos dentro del cuidado entramado instrumental.

 

Aparte de lo ya citado, podemos hacer un apartado especial de reciclajes musicales de la carrera de Knopfler, donde sobraría decir a qué canción recuerda ‘Cannibals’ conforme empieza a sonar su juguetona melodía de teclado, pero es obvio que la manera más fácil de obtener una pieza comercial y accesible era fijarse en ‘Walk Of Life’. El country movidito de ‘Don't You Get It?’ recuerda inmediatamente a ‘The Bug’, pero con un tono más serio. De todas maneras, con un entramado instrumental tan impecable es difícil fallar. Si recordamos que ‘Heavy Fuel’ era como si hubiéramos pasado ‘Money For Nothing’ por el espejo deformador de Valle-Inclán, ‘Imelda’ viene a solventar ese craso error y es como la adaptación adecuada de ‘Money For Nothing’ a la edad madura, sin estridencias y sin pretender repetir una jugada ya irrepetible. No abusa del riff algo mecánico de guitarra y presenta una parte vocal elaborada con una excelente alternancia entre la voz solista y la doblada. Por otro lado, ‘Nobody's Got The Gun’ y ‘Are We In Trouble Now’ pueden calificarse como las herederas de ‘Ticket To Heaven’, si bien un poco menos falsas y empalagosas, quizá porque aquí le salen de forma más natural.

 

Al principio, ‘Je Suis Désolé’ parece que va a ser una aburrida pieza de minimalista folk aguerrido al estilo de ‘The Man's Too Strong’, pero luego llega su cálido estribillo (cantado en francés) y el resto de instrumentos para conformar una entretenida pieza de sonido tradicional. Del francés parece que pasamos al alemán debido al título de ‘Rüdiger’, aunque tan políglota no es Knopfler. Comienza con una melodía que suena reciclada de Local Hero y no pasa de ser una vulgar balada adulta. Demuestra que sabe contener con maestría la tensión musical en ‘Vic And Ray’, dándole de paso algunas ideas a Bob Dylan para su inminente retorno mediante su obra maestra otoñal Time Out Of Mind. En cuanto a ‘Done With Bonaparte’, es folk-rock británico sin más, mientras que ‘I'm The Fool’ es una canción tranquila en el estilo confesional y mediocre del Springsteen de finales de los ochenta.

 

La impresión que deja este álbum es la de un músico que suena cansado y su guitarra también, como reflejo de su estado anímico. Precisamente era el cansancio lo que había motivado la disolución de Dire Straits y aquí todavía se nota su efecto. Mark Knopfler se limita a echar mano de su bagaje musical y pone las cartas sobre la mesa para transmitir la idea de que ha empezado una nueva etapa mucho más tranquila que, salvo el inciso de Sailing To Philadelphia, muy poco tendrá que ver con la música rock. Es muy respetable su decisión de alejarse del frenético mundo del estrellato musical, pero su alejamiento de la originalidad le convertirá en un artista del montón, a pesar de su deslumbrante técnica de guitarra.

WAG THE DOG

Año de publicación: 1998

Puntuación:

1) Wag The Dog; 2) Working On It; 3) In The Heartland; 4) An American Hero;

5) Just Instinct; 6) Stretching Out; 7) Drooling National; 8) We're Going To War.

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Casi una década había transcurrido desde la última incursión de Mark Knopfler en el mundo de las bandas sonoras. Hasta ahora, siempre habían supuesto para él una manera de hacer algo diferente respecto a su carrera como músico de rock, pero en esta ocasión comprobamos por primera vez que ya no existen muchas diferencias. Aunque hay una cierta variedad estilística, está todo enfocado a estilos más tradicionales, si bien con un sonido modernizado como Knopfler sabía conseguir en su música. Repasando los títulos de los temas, casi podría pasar por un álbum de Bruce Springsteen, pero es todo instrumental excepto el primero de ellos. La película ciertamente queda bien adornada con los eventuales punteos de Knopfler que se van escuchando. Se trata de una comedia política rayana en el humor absurdo con un excelente reparto (pues Robert De Niro todavía no se había convertido en una parodia de sí mismo) que incluye un amplio elenco de destacados secundarios. Entre ellos cabe destacar la participación de Willie Nelson, quien lo borda como ingenuo y alcoholizado compositor de canciones.

 

Como si fuera Richard Thompson, Mark Knopfler nos ofrece un muestrario de estilos variado, una versatilidad que ya había demostrado durante su carrera aunque de manera más difuminada. En la primera canción, ‘Wag The Dog’, podríamos cambiar la voz de Mark por la de George Harrison y estaríamos escuchando un blues-rock al estilo de este último, de los que grabó a partir de los ochenta. Como ya se ha dicho, es el único tema con apartado vocal y está cantado de la manera sobria en la que se ha acostumbrado Mark en solitario. En ‘An American Hero’ realiza una perfecta imitación de los Shadows donde parece que estemos escuchando la guitarra del mismísimo Hank Marvin y la animada ‘Working On It’ podría haber salido de los discos con Chet Atkins o The Notting Hillbillies. En cambio, ‘Stretching Out’ suena a canción de Dire Straits de la última etapa, pero ejecutada con gusto y hermosas melodías de guitarra.

 

El sonido más folk aparece en ‘In The Heartland’ con un punteo de guitarra acústica muy característico. También en clave de folk y acelerando gradualmente el ritmo se desarrolla ‘Just Instinct’, si bien su comienzo está inspirado en lo que podemos denominar como guitarra clásica. La que ya suena a la típica tonada tradicional es ‘Drooling National’. El último tema del álbum, ‘We're Going To War’, es en realidad una versión instrumental y en clave de rock de ‘Wag The Dog’, esta vez sin órgano. Le da así un carácter cíclico al álbum, que aislado del film queda como un curioso muestrario de estilos con algunas melodías interesantes y muy entretenido de escuchar, aunque sea demasiado corto y no llegue ni a media hora en total.

METROLAND

Año de publicación: 1999

Puntuación:

1) Metroland Theme; 2) Annick; …; 4) Brats; …; 6) Down Day; 7) A Walk In Paris;

8) She's Gone; …; 14) Metroland.

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Mientras discretamente seguía trabajando en lo que iba a ser la continuación apropiada de Golden Heart, Mark Knopfler volvía a componer una banda sonora. Esta vez es de mayor duración pero porque se añaden temas de otros artistas, incluido ‘Sultans Of Swing’ de Dire Straits. Si juntamos las composiciones originales y nuevas de Mark (las que se han escrito arriba), nos volvemos a quedar en unos veinte minutos de música, algo bastante escaso. Tampoco vuelve a haber ningún estilo definido pero sí un tono general relajado que le viene muy bien al Knopfler de la madurez. En la película aparece Emily Watson, por entonces en sus años de mayor éxito porque llevaba reciente el prestigio adquirido por su desgarradora interpretación en Rompiendo las olas (Breaking the waves, 1996) de Lars Von Trier.

 

Podría denostarse el tema de presentación, ‘Metroland Theme’, como morralla de estilo Kenny G, pero sería todo un craso error. La elaborada construcción instrumental de base acústica y los cuidados arreglos la elevan muy por encima de lo convencional y la alejan definitivamente de toda equiparación con la música de consulta de dentista. Al final podemos escuchar su versión soft-rock y cantada con el título de ‘Metroland’, con la guitarra eléctrica sonando de forma emocionante aunque la parte vocal queda un tanto sosa. Es curioso que a lo largo del álbum no escuchemos los punteos característicos de guitarra de Knopfler hasta que llegamos a la sencilla y relajada ‘She's Gone’, pero siempre es agradable escuchar al maestro. Como en el disco encontramos también un par de piezas tocadas por Django Reinhardt, en realidad tampoco podemos quejarnos de echar de menos la guitarra.

 

Por el contrario, temas como ‘Down Day’ y ‘A Walk In Paris’ no tienen interés alguno fuera de su contexto cinematográfico. En ‘Brats’ son las trompetas las que toman la iniciativa para un tema más movido pero igualmente olvidable. Sin embargo, la que sí parece música de sobremesa para pasar el rato es ‘Annick’, incluso de película de Alfredo Landa de los setenta. En definitiva, tomada la banda sonora en conjunto, con los temas ajenos añadidos, no deja de ser agradable, pero en lo correspondiente a Mark Knopfler vuelve a ser una discreta aportación salvo en los tres temas señalados más inspirados.

2021

SAILING TO PHILADELPHIA

Año de publicación: 2000

Puntuación:

1) What It Is; 2) Sailing To Philadelphia; 3) Who's Your Baby Now; 4) Baloney Again;

5) The Last Laugh; 6) Do America; 7) El Macho; 8) Prairie Wedding; 9) Wanderlust;

10) Speedway At Nazareth; 11) Junkie Doll; 12) Silvertown Blues; 13) Sands Of Nevada.

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2021

Lo que toda persona enamorada de la música de Dire Straits deseaba encontrar en la carrera en solitario de Mark Knopfler, aun teniendo en cuenta su alejamiento del sonido rock de su exbanda, es lo que encontramos al fin en Sailing To Philadelphia. Por fin volvemos a escuchar una guitarra imaginativa, por fin vuelve a transmitir emoción con su voz, por fin las composiciones (en su mayoría) no nos hacen recordar otras anteriores. Ya no se limita a sonar impecable, que eso ya estaba asumido, sino que la música está enriquecida con sutiles melodías y arreglos bien elaborados que no se ciñen únicamente a rellenar el sonido, sino a enriquecerlo de verdad. Que esto era un disco ambicioso de Mark lo deducimos también de la cantidad de músicos de todo tipo empleados, lo cual incluye violines, marimbas e instrumentos de viento.

 

Desde el comienzo de ‘What It Is’ intuimos que estamos ante una gran composición de Mark. La pegadiza melodía de guitarra es marca de la casa por esos punteos tan característicos que consigue al tocar sin púa, incluyendo una espectacular coda instrumental antecedida por uno de esos momentos de expectación que tan bien sabe crear Knopfler. Esta canción nos muestra por fin la grandeza de un músico en el apogeo de su madurez. Si hubiera elegido ‘Baloney Again’ como inicio de álbum, su ritmo de trip-hop habría ahuyentado a más de uno, aparte de que es uno de los temas más flojos. Sin embargo, ese sonido de madurez que no le ha comportado ninguna pérdida de grandeza lo encontramos quizá de manera más precisa en otras composiciones como la de título que puede llevar a confusión: ‘El Macho’. Envuelve con una ambientación seria y sobria, pero bien estructurada para introducir algunas variaciones melódicas por el camino.

 

A lo largo del disco encontraremos canciones de exquisita ejecución como ‘Prairie Wedding’, como también nos demuestra que sabe enganchar rápidamente con pegadizas melodías como la de ‘Who's Your Baby Now’. La primera parte entre country y rockabilly de ‘Speedway At Nazareth’ no revela su posterior transformación en un sensacional instrumental donde escuchamos cómo la guitarra va tomando forma para desgranar emotivas melodías mientras el teclado y el violín le van apoyando. Llega hasta los seis minutos pero podría haber durado más. De otra parte, el Knopfler de las melodías juguetonas llega en ‘Junkie Doll’, aunque en este caso el juego está en la parte vocal, incluso en el estribillo: “And a little bit of this'd get you up / And a little bit of that'd get you down”. Por supuesto, no faltan consistentes solos de guitarra y unos arreglos bien enriquecidos. ‘Do America’ es otra canción al estilo de country-rock bailable de ‘The Bug’, muy entretenida y con una letra amistosa hacia el país que le había nutrido musicalmente.

 

La canción que da título al álbum es una balada country de tono introspectivo y cantada a dúo junto a James Taylor, donde cada uno de ellos representa a un personaje histórico estadounidense (aunque siendo Knopfler escocés, le correspondería haber compuesto algo sobre William Wallace o Robert Bruce). El estribillo es quizá algo convencional, pero la ambientación intimista está muy bien lograda y en las estrofas se transmite emoción suficiente para dotar de autenticidad ese proceso histórico que llevó a delimitar la extensión de varios estados limítrofes. Volvemos a encontrar otro relajado dueto en la más convencional ‘The Last Laugh’, esta vez sin connotaciones históricas y junto a Van Morrison, quien tampoco realiza una de sus mejores interpretaciones.

 

Tras un comienzo acústico, ‘Wanderlust’ se desenvuelve luego de manera desapercibida bajo un ritmo sinuoso que acompaña una parte vocal que atrae desde el principio con unas melodías sutiles pero geniales. En cuanto a ‘Silvertown Blues’, hace pensar inmediatamente en ‘Planet Of New Orleans’ de Dire Straits, hasta que llega el estribillo que es puro Bruce Springsteen. El disco se acaba con dos baladas más discretas y relajadas, si bien ‘Sands Of Nevada’ mejora conforme avanza y entran sus variados instrumentos que tanto ayudan a particularizarla. Todo ello nos deja al final con una hora casi exacta de depurada música rock de sabor estadounidense, como si fuera el homenaje involuntario de Mark Knopfler hacia la música que le había convertido en un insigne artista. Esto es lo más grande que conseguirá en solitario, en realidad a un nivel cualitativo similar a lo que había hecho con Dire Straits, pero pasado por el tamiz de la madurez.

A SHOT AT GLORY

Año de publicación: 2002

Puntuación:

1) Sons Of Scotland; 2) Hard Cases; 3) He's The Man; 4) Training; 5) The New Laird;

6) Say Too Much; 7) Four In A Row; 8) All That I Have In The World;

9) Sons Of Scotland – Quiet Theme; 10) It's Over; 11) Wild Mountain Thyme.

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La composición de bandas sonoras proseguía pero cada vez la película elegida era más insignificante. ¿A quién le puede interesar una película de fútbol ambientada en Escocia? Aunque al menos Robert Duvall es el protagonista, lo cual es siempre una garantía. Pero probablemente será una película para todos los públicos. Seguro que no será el hilarante costumbrismo escocés y salvaje de las novelas de Irvine Welsh, de las cuales se han hecho diferentes adaptaciones cinematográficas bastante flojas, salvo aquel brillante primer Trainspotting de Danny Boyle que sí supo traspasar a la imagen el humor negro del escritor. En este álbum hay algunos temas cantados, que suenan al Knopfler maduro e irrelevante, pero la mayoría son instrumentales. Aunque participan varios músicos de sesión, vuelve a contar con Guy Fletcher en el teclado y en tareas de coproducción, como en los buenos tiempos. El problema es que los buenos tiempos ya habían quedado atrás.

 

Lo mejor que podría contener este álbum son tonadas placenteras con el timbre particular del punteo de guitarra de Mark, sea con la guitarra eléctrica (‘Sons Of Scotland’) o con la guitarra acústica (‘Sons Of Scotland – Quiet Theme’, que por momentos parece una reescritura menor de ‘Wild Theme’ de Local Hero). Pero de todas maneras no es nada que no hayamos escuchado antes. La música ejecutada recoge esos aires escoceses necesarios para el costumbrismo cinematográfico buscado. De esta manera, las gaitas se colocan en primer plano en ‘Hard Cases’ para que luego entren por sorpresa los instrumentos de rock. En cambio, cuando se desvía hacia un sonido más convencional lo único que consigue es rellenar espacio, sea con el rock adulto de guitarras sintéticas de ‘He's The Man’, que parece lo opuesto a lo que debería representar Knopfler, o con la inofensiva música lounge de ‘Say Too Much’, ideal para el té de las cinco.

 

No podía faltar alguna danza céltica como la de ‘Training’, donde el acordeón y la percusión tradicional tienen ese aroma de siglos pasados. En un tono similar prosigue ‘The New Laird’, dividida en dos partes totalmente opuestas, pues la primera parece un réquiem céltico mientras que la segunda es otra tonada bailable aunque suficientemente seria para no ser catalogada como música de fiesta. En cambio, la tonada céltica tradicional de ‘Wild Mountain Thyme’, aquí con gaitas y todo, ya la habían popularizado The Byrds con una excepcional versión y Mark no aporta nada nuevo. La mezcla de tradicionalismo con ritmos modernos y rápidos suele ser una mala combinación por la antítesis estilística que supone, siendo ‘Four In A Row’ un ejemplo de ello. Esto es lo que haría Alan Stivell en un mal día, o un Mike Oldfield sin ideas. Por otra parte, ‘All That I Have In The World’ es una agradable balada céltica cantada por Mark, de las que podemos encontrar a miles e incluso mejor interpretadas por otros artistas.

 

Es curioso cómo en un tema más alejado del estilo de Knopfler como ‘It's Over’ es donde mejor sensación deja. Bueno, en realidad en la primera mitad, pues sabe desenvolverse mediante capas de sonido en las cuales se capta la evolución de la composición. Luego vuelve a repetirse una parte de ‘Sons Of Scotland – Quiet Theme’ y ya no es tan interesante. En cualquier caso, esta banda sonora se olvida rápidamente y no representa ningún punto de interés dentro de la carrera de Mark Knopfler. Es un simple encargo o entretenimiento destinado a seguidores fieles del músico escocés.

THE RAGPICKER'S DREAM

Año de publicación: 2002

Puntuación:

1) Why Aye Man; 2) Devil Baby; 3) Hill Farmer's Blues; 4) A Place Where We Used To Live;

5) Quality Shoe; 6) Fare Thee Well Northumberland; 7) Marbletown;

8) You Don't Know You're Born; 9) Coyote; 10) The Ragpicker's Dream;

11) Daddy's Gone To Knoxville; 12) Old Pigweed.

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Si no contamos la banda sonora previa, podemos decir que comienza aquí la etapa de irrelevancia absoluta de Mark Knopfler, para quien el lenguaje del rock pasaba a ser algo del pasado, “ese estilo musical del que usted me habla”. Ya había sobrepasado el medio siglo de edad y tenía la vida suficientemente solucionada para hacer la música que la placiera y sin complicaciones, así que aquí dirige su mirada, podemos decirlo de esta manera, a su infancia. O más bien cabría concretar que se dirige a la música que sus padres escucharían cuando él era pequeño, que no estaba especialmente relacionada con el incipiente rock'n'roll de entonces, puesto que Mark debiera ser, por edad, de los que pudieron quedarse pasmados viendo a Elvis Presley por la tele. Así que ya podemos prever que se trata de un disco muy aburrido y con escasos alicientes aparte de poder disfrutar de los punteos característicos de este guitarrista. Pero esos punteos ya comenzaban también a sonar repetitivos.

 

Lo mejor del álbum está al comienzo, pues lo único que podría salvarse para la posteridad son sus tres primeros cortes. Para lo que va a ser el Knopfler verdaderamente tardío a partir de ahora, más energía que en algo tipo ‘Why Aye Man’ no vamos a encontrar. Y precisamente es esa fuerza que imprime el ritmo y sus punteos de guitarra (incluso algo distorsionados en algún momento) los que salvan la canción de ser algo vulgar, pues su apartado vocal es bastante convencional y el delicado puente parece reciclado de alguna composición anterior. Mención aparte merecen esos fragmentos donde la guitarra de Mark suena tan expresiva como siempre, que son los que salvan la canción del olvido absoluto. La típica balada de aires country la encontramos en ‘Devil Baby’, pero al menos con una exquisita interpretación instrumental. El estilo country-western de ‘Hill Farmer's Blues’ también está muy visto, pero cuando llegan esos sentidos “So bad, so bad” nos damos cuenta de que nos está ofreciendo algo original.

 

A partir de aquí ya caemos en la irrelevancia absoluta y a lo máximo que podemos llegar es a escuchar algo pasable, pero de lo que podemos encontrar miles de ejemplos en otros artistas similares. Todavía mantiene el tipo con la balada tipo bossa nova de ‘A Place Where We Used To Live’, el blues-rock de estribillo melódico de ‘You Don't Know You're Born’ (poseedor de una agradable coda instrumental) o incluso la balada costumbrista que da título al álbum, pero lo más normal a estas alturas será encontrar aburrido music-hall (‘Quality Shoe’), música de los años treinta (‘Daddy's Gone To Knoxville’) o canciones contemplativas de lo más vulgares (‘Old Pigweed’).

 

‘Fare Thee Well Northumberland’ se hace tan aburrida que cuando entra la parte rítmica ya estamos completamente hartos de la canción, pues hasta esa parte aparentemente más interesante suena en realidad a lo mismo de siempre. Esto es lo que había hecho con gracia diez años antes con ‘When It Comes To You’, en los últimos coletazos de Dire Straits. De manera análoga, para escuchar canciones como ‘Marbletown’ vale la pena dirigirse a los cantautores folk genuinos. El colmo de la mediocridad es hacer en ‘Coyote’ una canción sobre este animal y el correcaminos con el tipo de música más vulgar que se puede esperar, que es lo que cabría esperar de cualquier grupo sin talento pero con ganas de tocar. Esto último es quizá lo que le ocurría a Mark Knopfler, que ya no podía concebir su vida sin dedicarse a la música, pero extinguidos sus impulsos de juventud, tan solo le sale música mediocre que suena a imitación. Eric Clapton suele dirigirse a las versiones, que es una manera de ir a la fuente directa y alumbrarla con su técnica de guitarra, pero Knopfler se obcecará más con las composiciones propias.

SHANGRI-LA

Año de publicación: 2004

Puntuación:

1) 5.15 a.m.; 2) Boom, Like That; 3) Sucker Row; 4) The Trawlerman's Song;

5) Back To Tupelo; 6) Our Shangri-La; 7) Everybody Pays; 8) Song For Sonny Liston;

9) Whoop De Doo; 10) Postcards From Paraguay; 11) All That Matters; 12) Stand Up Guy; 13) Donegan's Gone; 14) Don't Crash The Ambulance.

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Muy pronto volvió a la carga Mark Knopfler si tenemos en cuenta que en 2003 sufrió un grave accidente de motocicleta que le tuvo más de medio año alejado de la música, viéndose forzado a cancelar la gira de presentación del álbum anterior. Este suceso quizá sirvió para que Mark volviera con ganas y con algo más de brío que el mostrado en el plúmbeo The Ragpicker's Dream. Los músicos que le acompañan son los habituales y el contenido del álbum lo debería situar más bien en el año 2001, pues parece la transición entre la vitalidad de Sailing To Philadelphia y la desidia del citado álbum posterior. Pero la creatividad a la hora de componer no es algo que se pueda recuperar así como así, si es que existe una posibilidad para ello.

 

Comenzar el nuevo álbum con una canción de relleno como ‘5.15 a.m.’ dice muy poco a favor de lo que significa dentro de la discografía del escocés, pues en un estilo tan sobrio y formal se podrían componer centenares de canciones similares. Pero a estas alturas podemos dar gracias de encontrar temas tan insignificantes pero que suenen agradables como ‘Everybody Pays’ o la balada para la tercera edad ‘All That Matters’. Todavía encontramos en el álbum un último coletazo de brillantez en ‘Boom, Like That’, donde el entramado de guitarras nos retrotrae por momentos a la primera época de Dire Straits y la sobria parte vocal es lo suficientemente emotiva como para olvidarnos por una vez de la edad de Knopfler, aparte de los dos sensacionales solos de guitarra que se marca, que es lo que siempre hace que valga la pena escucharle. A continuación llega ‘Sucker Row’, que parece una copia del anterior y por eso deja una sensación agridulce.

 

Cuando basa las canciones en un entramado de guitarra consistente y unos solos expresivos, como en ‘The Trawlerman's Song’ o ‘Back To Tupelo’, es que más no le podemos pedir a estas alturas. Sin embargo, aunque se note la profesionalidad y la experiencia del maestro, ‘Shangri-La’ no deja de ser una convencional balada de medio tempo sin aliciente alguno. Lo que ya podríamos denominar como momento ‘The Bug’ en los álbumes de Mark lo encontramos aquí en ‘Song For Sonny Liston’, aunque con un ritmo decelerado para que no se note tanto. Pero la parte vocal es casi un calco y para que no nos demos cuenta se dedica a contarnos la vida difícil de ese afamado boxeador afroamericano del título en los años sesenta. Aunque el título sugiera diversión, lo cierto es que ‘Whoop De Doo’ está enfocado a aburrir a las ovejas. Que al menos el aburrimiento sea moderado como en ‘Stand Up Guy’, o incluso podríamos pedirle que no suene tan simplón como en ‘Donegan's Gone’.

 

Para ‘Postcards From Paraguay’ lo más apropiado es emplear un ritmo latino y tocar con la guitarra alguna melodía guaraní, aunque ya podría haberse ahorrado ese último “Paraguay!” entonado como si fuera uno de los indígenas que, afortunadamente, todavía quedan en ese país ejemplar por su protección de la lengua propia. Donde ya se pasa tres pueblos (y alguno más) es en el ritmo de bolero que le endosa a ‘Don't Crash The Ambulance’. Esto se le puede perdonar al Carlos Santana viejuno porque le puede salir más natural (o “supernatural”), pero no a un escocés que parece dirigirse nuevamente al consumidor de música de la tercera edad. A quien Shangri-La le resulte una pérdida de tiempo, vale la pena que se detenga aquí en la discografía de Mark Knopfler porque en adelante este nivel será a lo máximo que llegue. Mirándolo en positivo, siempre será mejor esto que la opción de escuchar una nueva reescritura de ‘Money For Nothing’ o un disco en plan crooner.

ALL THE ROADRUNNING

Año de publicación: 2006

Puntuación:

1) Beachcoming; 2) I Dug Up A Diamond; 3) This Is Us; 4) Red Staggerwing;

5) Rollin' On; 6) Love And Happiness; 7) Right Now; 8) Donkey Town; 9) Belle Starr;

10) Beyond My Wildest Dreams; 11) All The Roadrunning; 12) If This Is Goodbye.

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Volvían las colaboraciones con figuras prestigiosas de la escena musical y en esta ocasión Mark Knopfler juntó su camino con el de Emmylou Harris, una cantante country casi coetánea suya que había logrado trascender barreras desde ese género puro tan restringido al público sureño de los Estados Unidos. Aquí se unieron para crear un álbum compuesto por Knopfler casi en su totalidad (todo menos dos temas), de tal manera que suena a una obra suya con la participación de Harris, más que a una obra conjunta. Lo más curioso es que fue grabado durante diferentes períodos a lo largo de varios años. Como cabe esperar, el contenido se ubica sobre todo en la música de raíces, con toques de country pero sin desarrollarse tampoco en ningún estilo concreto. Por supuesto, que nadie se espere ninguna revelación.

 

En una colaboración sin pretensiones como esta, lo que cabe esperar es algo como ‘This Is Us’, pues es la típica pieza más movida y también previsible en estos dos artistas para que mantengan una especie de conversación mientras cantan. Otra cosa es que a uno le interesen las conversaciones ajenas aunque sean cantadas. En general, para dos figuras de la música que ya no podían aportar nada nuevo a la escena musical, casi que nos podemos contentar con escuchar lo bien que se complementan las voces en ‘Beachcoming’. Se agradece también que en algún momento se desarrolle una melodía en la instrumentación de ‘I Dug Up A Diamond’, que a pesar de su lentitud deja una grata sensación de placidez. Sorprende descubrir la influencia del reggae que asoma en ‘Rollin' On’, aunque sea en un tono calmado para permitir el lucimiento de Harris.

 

Más discutible resulta la digestion de una balada para abuelos como ‘Love And Happiness’, escrita por Emmylou Harris, pues lo mínimo que se le puede exigir es que sea algo pasable como ‘If This Is Goodbye’ o ‘Donkey Town’, aunque se olvide inmediatamente conforme acaba. Aparte, el título de esta última daba juego para hacer una crítica costumbrista de algún pueblo ficticio, pero ni siquiera eso. Cuando Mark Knopfler sale ganador en ese tono más apacible es cuando se acuerda de que debe sustentar la composición en las melodías, que es lo que más o menos hace en ‘Beyond My Wildest Dreams’, aunque el estribillo queda bastante mejorable. Y bueno, la entonación de las estrofas hace recordar de alguna manera a ‘Brilliant Disguise’ de Bruce Springsteen.

 

Canciones de relleno encontramos a puñados, entre ellas ‘Belle Starr’ (que es la otra composición de Harris) o la canción que da título al álbum, como tampoco iba a faltar algo de convencional country bailable (‘Red Staggerwing’) en un disco de este tipo. En otro momento Mark se acuerda de la canción de los últimos y decaídos Dire Straits ‘When It Comes To You’ para recuperar ese tono de electricidad contenida que aquí sirve de respiro rockero mediante ‘Right Now’ dentro de un álbum tan ligero. Son esos temas que se salen ligeramente de lo más convencional los que consiguen que este álbum no sea una metedura de pata, pero no es nada que no podamos encontrar en cientos de obras similares.

REAL LIVE ROADRUNNING

Año de publicación: 2006

Puntuación:

1) Right Now; 2) Red Staggerwing; 3) Red Dirt Girl; 4) Done With Bonaparte;

5) Romeo And Juliet; 6) All That Matters; 7) This Is Us; 8) All The Roadrunning;

9) Boulder To Birmingham; 10) Speedway At Nazareth; 11) So Far Away;

12) Our Shangri-La; 13) If This Is Goodbye; 14) Why Worry.

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Muy pronto salió un álbum en directo que reflejaba encima del escenario la colaboración previa entre Mark Knopfler y Emmylou Harris. Real Live Roadrunning recoge un concierto en Los Ángeles de junio de ese año, que era unos dos meses después de la publicación de All The Roadrunning. Aunque encontraremos varios temas de su álbum más reciente, como es obvio por la compañía de Emmylou Harris, Mark realiza también un repaso a varios discos de su carrera. Nos encontraremos como agradable sorpresa hasta tres temas de Dire Straits, pero no son precisamente los que uno elegiría de su apreciable cancionero. Costaría imaginar ahora mismo a Knopfler tocando ‘Money For Nothing’ y a Harris cantando la parte de Sting. No quedaría bien.

 

El repaso de la carrera de Mark es bastante completo, pues se recuperan temas desde Golden Heart en adelante. De este álbum la seleccionada es ‘Done With Bonaparte’, que suena alegre y muy entretenida. De Shangri-La ya podría haber elegido algo diferente a ‘Our Shangri-La’ o la plomiza ‘All That Matters’, pero parecen unas candidatas ideales para cantar sin complicaciones con su amiga, como tampoco podía faltar ‘This Is Us’ del álbum anterior, donde al menos la guitarra toma algo más de protagonismo en esta ocasión. La grandeza ya apagada de Knopfler vuelve a resurgir en la emocionante segunda parte instrumental de ‘Speedway At Nazareth’, uno de los grandes temas que engrandecieron su mejor álbum, Sailing To Philadelphia. Por otra parte, la discreta balada country ‘Red Dirt Girl’ es una composición de Emmylou, que es la única que encontraremos junto a ‘Boulder To Birmingham’, la cual llegó a ser grabada por The Hollies. Pero carecen ambas de interés.

​

Donde se dirige rápidamente casi cualquiera es al repertorio de Dire Straits, aunque viendo los títulos tampoco es que hayamos de darnos prisa. Los deliciosos punteos de guitarra en ‘So Far Away’ ya son suficiente garantía de éxito, aunque no se puede replicar el particular sonido de cuello de botella y a cambio nos regala un tramo instrumental final algo más alargado. En cambio, lo único interesante de la interpretación de ‘Romeo And Juliet’ es su introducción de piano solo, pues el resto está interpretado exactamente igual a como lo hacía con Dire Straits. Eso sí, en la coda al menos añade una parte de guitarra novedosa porque no se limita a repetirse como hacía originalmente, aunque tampoco supone ninguna revelación. En ‘Why Worry’ tiene la delicadeza de obviar aquella simplona melodía de piano de la versión original (aunque aparece justo al final) y centrarse en la parte de guitarra acústica, lo cual al menos sirve para obtener una balada pasable.

 

Al final, lo que nos queda es un concierto dirigido a los fans de uno y de la otra. Estos dos amigos se contentan con pasar una apacible velada en compañía del público y tan solo los momentos de lucimiento de Knopfler con la guitarra salvan el concierto de ser un tedio insalvable. En realidad, esto es lo que cabía esperar de todo esto, así que probablemente no se le pueda pedir más.

KILL TO GET CRIMSON

Año de publicación: 2007

Puntuación:

1) True Love Will Never Fade; 2) The Scaffolder's Wife; 3) The Fizzy And The Still;

4) Heart Full Of Holes; 5) We Can Get Wild; 6) Secondary Waltz; 7) Punish The Monkey;

8) Let It All Go; 9) Behind With The Rent; 10) The Fish And The Bird;

11) Madame Geneva's; 12) In The Sky.

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Acabada la colaboración con Emmylou Harris, Mark Knopfler volvió a ese estilo devoto de la tradición sureña estadounidense (blues, country, folk, etc.) donde los géneros se amalgaman de una manera que se aleja de cualquier estilo puro pero sin dejar de incluir elementos precisos donde alojar sus historias enfundadas en melodías cada vez menos originales. Los músicos siguen siendo los habituales, así que no podemos esperar ninguna sorpresa.

 

De Knopfler lo que podemos pretender a estas alturas es encontrar piezas que supuran solemnidad y experiencia como ‘The Scaffolder's Wife’ o ‘Let It All Go’. Sin pretensiones pero sin olvidar la melodía y la importancia de la instrumentación como algo mucho más importante que un simple acompañamiento de la voz. Es el apartado vocal lo que más puede destacarse de ‘We Can Get Wild’, si bien Mark no se olvida de añadir sus característicos punteos de guitarra. También es recomendable echarle un ojo a ‘The Fizzy And The Still’. En cambio, si vamos mentalizados de antemano con la idea de que nos vamos a aburrir en ‘Heart Full Of Holes’, hasta nos puede ser de utilidad para esperar los breves fragmentos instrumentales, que son interesantes aunque suponen casi un oasis dentro de los más de seis minutos de tedio acústico.

 

Se nos pone en plan moderno con el intrigante ritmo de ‘Punish The Monkey’, pero todo queda en un sucedáneo de rock latino sin mayor interés. Por momentos, ‘True Love Will Never Fade’ parece una copia de ‘All That Heaven Will Allow’ de Bruce Springsteen, pero en versión abuela. Como si nos quisieran dar gato por liebre. Mucho más claro resulta el título de ‘Secondary Waltz’, que no engaña porque se trata de un superfluo vals ideal para bailes de salón de geriátrico.

 

La recta final del álbum es prácticamente imposible de recordar, si acaso podemos resaltar que la misma idea de ‘The Scaffolder's Wife’ parece repetirla en ‘Madame Geneva's’, pero la parte vocal de esta última es bastante discreta al mantenerse en el estilo de la canción tradicional. Lo peor llega en la canción final, una aburridísima pieza acústica titulada ‘In The Sky’ que recoge todos los peores clichés posibles de este tipo de canciones, saxofón incluido, y sin una sola melodía a la que agarrarse durante sus siete minutos y medio. Poco cabe añadir a lo que es un álbum superfluo, tedioso, del que solo se puede salvar lo señalado y que podría instalarse perfectamente en el olvido absoluto.

2022

GET LUCKY

Año de publicación: 2009

Puntuación:

1) Border Reiver; 2) Hard Shoulder; 3) You Can't Beat The House; 4) Before Gas And TV;

5) Monteleone; 6) Cleaning My Gun; 7) The Car Was The One; 8) Remembrance Day;

9) Get Lucky; 10) So Far From The Clyde; 11) Piper To The End.

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2022

Después del largo viaje musical por Estados Unidos, los intereses de Mark Knopfler volvían a su tierra natal, Escocia, para inspirarse principalmente en la música tradicional. Cualquier persona que conozca el folk-rock británico ya intuye de antemano que la originalidad brillará por su ausencia, pero el nombre de Knopfler tenía su tirón comercial y con eso ya es más que suficiente para que este deprimente álbum pase por ser una obra de autor. Para lograr un sonido convincente, no dudó en contar con músicos provenientes del mundo del folk, porque aquella gloriosa música de la banda sonora de Cal quedaba ya a años luz de lo que podía ofrecer el escocés.

 

Pronto vemos cuál va a ser el tono del disco, pues en modo de ameno folk-rock acústico se inicia el álbum mediante la elaborada ‘Border Reiver’, que sirve hasta de baile para las fiestas célticas de Escocia. La bella introducción de ‘The Car Was The One’ es lo mejor que encontraremos en este disco, aunque el desarrollo es demasiado convencional y queda desaprovechada, mientras que la canción que da título al álbum está ejecutada en clave de folk, sin interés alguno salvo en el empleo de algún que otro instrumento tradicional. Y es que cuando escuchamos canciones como ‘Remembrance Day’, lo único que podemos pensar es: ¿cuántas veces nos ha tocado Mark la misma canción? De poco sirve que al final meta coros y un solo de guitarra vacuo para que parezca otra cosa.

 

Cuando se pone en plan baladista épico en ‘Before Gas And TV’, no le sale nada convincente y queda como otra vulgar y plomiza canción destinada a fans, que en España los tiene a montones. Ni siquiera replicar la melodía principal con la guitarra eléctrica tiene interés alguno. En la coda repiten hasta la saciedad una misma línea melódica que recuerda a la vibrante coda de ‘Rudy’ de Supertramp, aunque es probable que Knopfler se limitara a emular alguna tonada tradicional, lo cual es precisamente la idea que subyace en el presente álbum. Algo mejor queda ‘So Far From The Clyde’, probablemente por la prominente sección rítmica, que eso viste mucho. En cambio, ‘Hard Shoulder’ es la típica canción relajada y aburrida que sería imposible de distinguir entre otras similares. Como si pretendiéramos distinguir la política macroeconómica de un partido conservador de la de un partido socialdemócrata.

 

Pero no todo es folk en este álbum, aunque las variaciones estilísticas dejan bastante que desear, como si las hubiera añadido de manera forzada. Una voz nos anuncia que de ‘You Can't Beat The House’ vamos a escuchar la primera toma, pero bien podrían haber practicado más este chabacano blues que queda mal hasta de relleno. Peor se pone el panorama cuando se emplean arreglos orquestales en ‘Monteleone’, pues el hastío se vuelve extremo. El título de ‘Cleaning My Gun’ es un aviso de que nos encontraremos ante un tema más animado y rockero. Bueno, rockero en el sentido en que puede serlo un Knopfler ya mayor (que nadie piense nunca más en Money For Nothing), porque no pasa de varios acordes potentes y algunos precisos punteos de su guitarra.

 

Se puede decir que la manera de finalizar el álbum mediante ‘Piper To The End’ es igual a como comenzó, con los instrumentos tradicionales en primer término. Aquí se lanza a una balada optimista de tono tradicional, que al menos suena agradable y no nos hace pensar de dónde pudo haberla copiado. Bueno, el término “copiar” es demasiado duro para aplicárselo a Knopfler, pero aquí no ofrece nada que otros no hayan hecho y con muchísimo mejor resultado. Nos queda el manido consuelo de que siempre podría haber sido peor. Imaginemos a Sting o Phil Collins haciendo un álbum similar. O mejor no imaginemos nada, que no es saludable malgastar energías pensando en negativo.

PRIVATEERING

Año de publicación: 2012

Puntuación:

CD I: 1) Redbud Tree; 2) Haul Away; 3) Don't Forget Your Hat; 4) Privateering;

5) Miss You Blues; 6) Corned Beef City; 7) Go, Love; 8) Hot Or What;

9) Yon Two Crows; 10) Seattle.

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CD II: 1) Kingdom Of Gold; 2) Got To Have Something; 3) Radio City Serenade;

4) I Used To Could; 5) Gator Blood; 6) Bluebird; 7) Dream Of The Drowned Submariner;

8) Blood And Water; 9) Today Is Okay; 10) After The Beanstalk.

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CD III: 1) Why Aye Man; 2) Cleaning My Gun; 3) Corned Beef City;

4) Sailing To Philadelphia; 5) Hill Farmer's Blues.

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Con más de treinta años de carrera musical a sus espaldas, llegó el momento para Mark Knopfler de grabar su primer doble álbum de estudio, pues en directo sí que llegó a publicar con Dire Straits el excepcional Alchemy, uno de los grandes álbumes en directo de la historia del rock. La diferencia es que el Knopfler tardío ya no graba piezas largas progresivas ni nos puede sorprender con nada nuevo. Privateering es una colección de canciones que engloba las diferentes vertientes ofrecidas por el británico en la música de raíces estadounidenses y el folk de su tierra natal, tal como se había podido escuchar en su carrera en solitario. Por desgracia el rock ya era residual, pero mejor así porque la experiencia nos dice que a Mark le salen chufas cuando fuerza una energía rockera que ya no le surge de manera natural.

 

La voz de la experiencia y la emoción sincera que transmite ‘Redbud Tree’ es lo que esperaríamos siempre de alguien como Knopfler, aparte de unos emotivos punteos de guitarra, aunque no se mostrara muy pródigo en crear pequeñas joyas de ese tipo. Hacía tiempo que no emocionaba de manera tan convincente y la buena noticia es que no se trata de un caso aislado, pues encontraremos otros temas de índole similar. Por ejemplo, en ‘Dream Of The Drowned Submariner’ emociona tanto por la interpretación vocal como por los detalles instrumentales que incluyen hermosas melodías, no solo provenientes de la guitarra. Aunque no pueden faltar baladas tranquilas que se olvidan rápidamente (‘Radio City Serenade’), también sabe mostrarse convincente tanto en lo que expresa con la voz como con la guitarra en ‘Go, Love’. Por otra parte, la inspiración céltica recorre con gusto canciones como ‘Haul Away’ o ‘Kingdom Of Gold’, como remanente del estilo del álbum anterior, pero obteniendo ahora un mejor resultado.

 

La reescritura de ‘The Man's Too Strong’ de Dire Straits llega aquí mediante el tema que le da título al álbum, pero mejorando los incisos instrumentales al desarrollarse en modo céltico. Y bueno, en un álbum tan extenso no podía faltar el tradicional momento ‘The Bug’, en este caso bajo el título de ‘I Use To Could’ y con el ritmo más lento y la armónica en primer lugar, que así se nota menos la falta de originalidad. Quien busque temas más movidos, pues seguro que quedará más satisfecho con el que llega a continuación, ‘Gator Blood’, o con piezas repletas de guitarrazos marcas de la casa como ‘Blood And Water’. No puede faltar algo de blues directo como ‘Don't Forget Your Hat’ o ‘Hot Or What’, aunque es un estilo donde Mark nunca destaca y menos cuando el liderazgo en estos casos lo tiene la armónica, así que deja una mejor sensación cuando muestra el blues más modernizado en ‘Today Is Okay’. También queda gracioso, aunque no sea nada original, la adopción de un sonido negro de los años cuarenta del siglo XX en ‘After The Beanstalk’. Esto es, gracioso si nos olvidamos de lo que significaba ser un afroamericano en Estados Unidos en esos años.

 

En un álbum tan largo, aun evidenciando el interés que demuestra Mark, es inevitable encontrar temas de relleno como ‘Miss You Blues’, pero a veces es suficiente con dejarse llevar por un ritmo arrastrado pero dinámico como el de ‘Got To Have Something’ para obtener una canción entretenida e interesante donde no falta una buena parte de armónica. Así mismo, siempre encontramos en sus discos alguna canción juguetona al estilo de ‘Corned Beef City’, con la peculiar distorsión de guitarra que ya conocemos. La balada ‘Seattle’ podría haber pertenecido a su disco con Emmylou Harris, pues incluso escuchamos una voz femenina acompañándole en el estribillo.

 

Como contenido adicional se añade un tercer disco en la edición Deluxe que incluye varios temas interpretados en directo, siendo tan solo uno de ellos perteneciente a Privateering. Pero nos muestran unas ejecuciones más rockeras de lo que cabría esperar, con una energía que en el estudio parecía haberse disipado, y son una buena adquisición para el seguidor de este músico. Por ejemplo, la coda instrumental de ‘Sailing To Philadelphia’ es toda una delicia para los oídos. Estos bonus son también una manera de finalizar con una buena sensación, pues más o menos nos ha convencido el material de estudio y en directo Mark Knopfler se muestra con determinación y buen gusto. Más no se puede pedir ya de este hombre.

TRACKER

Año de publicación: 2015

Puntuación:

1) Laughs And Jokes And Drinks And Smokes; 2) Basil; 3) River Towns; 4) Skydiver;

5) Mighty Man; 6) Broken Bones; 7) Long Cool Girl; 8) Lights Of Taormina;

9) Silver Eagle; 10) Beryl; 11) Wherever I Go;

[BONUS TRACKS:] 12) .38 Special; 13) My Heart Has Never Changed;

14) Terminal Of Tribute To; 15) Heart Of Oak.

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Siguiendo la estela marcada en Privateering de no ceñirse a ningún estilo en particular y simplemente echando mano de la experiencia y los gustos ya conocidos, Mark Knopfler grabó otra remesa de composiciones de diferente índole e inspiración. Llama la atención que las duraciones de las canciones sean en general larguísimas, lo cual quiere decir que cuando no acierta con la composición es un problema importante. En el libreto del CD podemos observar que en la página donde aparece la letra de ‘Lights Of Taormina’ hay una foto de Mark con Bob Dylan, diríase que de los ochenta (en el libreto dice que es de autor desconocido), pues recordemos que Knopfler hizo de productor en el disco Infidels del estadounidense, pero en la letra de la citada canción no se aprecia ninguna referencia concreta a este músico premio Nobel, así que la inclusión de la foto debe ser casual.

 

El presente álbum deja una grata impresión de entrada, pues Knopfler se nos muestra viejo pero animado, experimentado pero revitalizado, en ‘Laughs And Jokes And Drinks And Smokes’, una canción de más de seis minutos de estilo folk-rock que no decae en ningún momento que capta la atención desde su entrada de percusión junto a los adictivos punteos de Mark. Cuando se muestra solemne y tradicional al mismo tiempo, le sale algo tan convincente como ‘Mighty Man’, que al menos no suena tanto a lo típico como ‘Heart Of Oak’. Todavía más curioso resulta observar cómo se lanza a un costumbrismo británico al estilo de Ray Davies en ‘Skydiver’, pues lo normal es que se guíe por la música de raíces norteamericanas como en la inspiración de bluegrass de ‘38 Special’.

 

No faltarán en un álbum tan largo las típicas baladas de Knopfler como ‘Basil’, ‘Silver Eagle’ o ‘Lights Of Taormina’, esta última bordeando la peligrosa línea que delimita la música para abuelitos, siendo el trabajo de guitarra lo que la salva. Para que ‘Wherever I Go’ contenga algo novedoso invita a la vocalista de estudio que le acompañaba desde el anterior álbum a coliderar el apartado vocal, pero sus más de seis minutos no ofrecen más aliciente que degustar el mismo instrumento estrella de siempre, siendo aparte una manera muy sosa de finalizar lo que era la edición estándar del álbum, puesto que existen otras ediciones con canciones adicionales como la que estamos ahora comentando. Pero si quisiéramos sistematizar la típica canción aburrida del Knopfler tardío, escogeríamos ‘River Towns’.

 

‘Long Cool Girl’ es como si hubiera aprovechado la coda de ‘Romeo And Juliet’ y la hubiera reescrito, aunque la parte vocal suena suficientemente independiente y atractiva como para tener en cuenta lo anterior. Mucho mejor resulta cuando echa la mirada atrás pero no para copiarse, pues consigue emocionar con la guitarra como en los viejos tiempos en la desenvuelta ‘Beryl’ o en ‘Terminal Of Tribute To’, cuyo estribillo también demuestra una mayor inspiración de la que nos tiene acostumbrados Mark, aparte de contener una deliciosa coda que podría extenderse mucho más sin perder fuerza emotiva. Otra canción interesante la encontramos cuando se acerca mucho a su idolatrado J.J. Cale en la animada ‘Broken Bones’, la cual incluye una sorprendente distorsión tipo wah-wah en la guitarra. En alguna edición diferente puede encontrarse como canción adicional ‘Hot Dog’, que no es más que un convencional blues-rock. Y en cualquier caso volvemos a encontrarnos con otro álbum arquetípico de Mark Knopfler, que no se puede catalogar de malo precisamente pero que no aporta nada a su legado y no supone ninguna revelación ni nada que no podamos encontrar en otros artistas similares, salvo sus punteos característicos.

2023

ALTAMIRA

Año de publicación: 2016

Puntuación:

1) Altamira; 2) Maria; 3) Dream Of The Bison; 4) By The Grave; 5) Onward;

6) Marcelino's Despair; 7) Farewell To The Bison; 8) This Is Science;

9) Glory Of The Cave; 10) Farewell To Altamira.

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2023

El retorno a las bandas sonoras originales llevó a Mark Knopfler a participar en la película británica Altamira, que trata sobre el descubrimiento de la cueva de Altamira y cuyo único interés parece radicar en el papel protagonista de Antonio Banderas. Como vemos en la portada, Knopfler abordó este proyecto junto a la percusionista Evelyn Glennie, si bien el primero es el protagonista principal, no solo porque todas las composiciones son suyas excepto dos (de música incidental ambas), sino porque la guitarra es el instrumento principal y Evelyn muchas veces se queda en un segundo plano. Se ha de prestar atención en muchos casos para notar la presencia de esta gran música escocesa como Mark. Aparte, otros músicos participarán como apoyo, sin que falte el sempiterno Guy Fletcher.

 

¿Y qué cabría esperar de la banda sonora de una película ambientada en Cantabria? Pues al menos música tradicional céltica como la de ‘Maria’, si es que se tratara de un sonido que se pueda asociar a Cantabria, no solo a Galicia y Asturias. Pero que nadie se espere muchos más detalles célticos o tradicionales, puesto que en la música no se aprecia ninguna idea central, sino más bien dejar hacer a Knopfler y su instrumento. En un estilo que recuerda a Ry Cooder, ‘Altamira’ se muestra sobria con la guitarra acústica y un teclado de fondo que completa el sonido envolvente, aunque en su segunda mitad cambia el timbre de la guitarra para mostrar un sonido más cercano. Tiene una melodía principal reconocible y con cierta carga trágica, de tal manera que la volverá a retomar en ‘By The Grave’. Por el contrario, ‘Onward’ y ‘Farewell To Altamira’ vendrían a ser lo mismo pero sin ninguna melodía reconocible, sosteniéndose simplemente en la cadencia.

 

En una banda sonora no pueden faltar piezas atonales (las del bisonte: ‘Dream Of The Bison’ y ‘Farewell To The Bison’) para acompañar alguna escena concreta y que son las dos composiciones que aporta Glennie. Esto no nos priva de que encontremos algunas hermosas melodías más (‘This Is Science’, la recta final de ‘Glory Of The Cave’), como tampoco que Knopfler eche la mirada claramente a la banda sonora que hizo en The Princess Bride para crear aquí una pieza tan agradable como ‘Marcelino's Despair’. Repetir ideas a lo largo del álbum y reciclar algunas antiguas son un signo evidente de que este encargo no fue especialmente ilusionante para Mark Knopfler. Aun así, la profesionalidad de los músicos participantes permite un resultado digno aunque destinado a engrosar el desproporcionado catálogo de bandas sonoras originales irrelevantes.

DOWN THE ROAD WHEREVER

Año de publicación: 2018

Puntuación:

1) Trapper Man; 2) Back On The Dance Floor; 3) Nobody's Child;

4) Just A Boy Away From Home; 5) When You Leave; 6) Good On You Son;

7) My Bacon Roll; 8) Nobody Does That; 9) Drovers' Road; 10) One Song At A Time;

11) Floating Away; 12) Slow Learner; 13) Heavy Up; 14) Every Heart In The Room;

15) Rear View Mirror; 16) Matchstick Man.

Acabado su proyecto de banda sonora, volvió Mark Knopfler a la senda habitual de su carrera en solitario. En esta ocasión se centra más en el estilo sobrio de rock suave de raíces que tanto le caracteriza, aunque recogiendo elementos y detalles desplegados previamente durante su ya extensa carrera. Bueno, de todas maneras, ya sabemos que este músico no se dedica ya a experimentar sino simplemente a hacer lo que le gusta. Y como las ventas más o menos acompañan, pues tampoco tiene necesidad de cambiar. Eso sí, vuelve a aprovechar al máximo la capacidad del CD y casi completa los ochenta minutos que caben, así que cierta visión comercial tenía en mente. Pero como suele ocurrir en estos casos, alargar la extensión de las canciones para completar espacio es una decisión desafortunada.

 

Una percusión muy moderna abre el álbum mediante ‘Trapper Man’, pero pronto observamos que el apartado vocal parece una repetición de lo de siempre. O sea, que es lo ya conocido pero con un ritmo más apetecible para el gran público. Hasta la guitarra suena ya demasiado familiar. Parece continuar enfocado hacia los ritmos en ‘Back On The Dance Floor’ pero con mayor originalidad al principio y creando una ambientación intrigante, si bien transcurridos los primeros treinta segundos la impresión que nos da es que se ha dedicado a replicar con un tempo acelerado el ritmo de ‘Follow Me Home’ de Dire Straits. En el estribillo realiza un juego de voces interesante pero esa buena impresión se desvanece cuando descubrimos luego que está copiando el estribillo de ‘The Letter’ de The Box Tops, aquella mítica canción donde descubrimos como excelente vocalista a un jovencísimo Alex Chilton (Big Star). Es mucho mejor cuando Knopfler se expresa a través de su guitarra que a través de su voz ya demasiado trillada en cuanto a expresividad, sobre todo cuando los mejores momentos de ‘Nobody's Child’ nos hacen recordar más bien a ‘Redbud Tree’, una canción de Privateering.

 

Cuando se han escuchado los primeros temas del álbum y luego volvemos a escuchar más ritmos modernos como en ‘Nobody Does That’, ya empiezan a aparecer las suspicacias respecto a la necesidad de recurrir otra vez al mismo recurso, pero se ha de reconocer el buen trabajo del saxofón y de los vientos en general, pues son los que levantan la canción. Más lejos nos envían la percusión y las trompetas en ‘Rear View Mirror’, concretamente a finales de los cincuenta y principios de los sesenta, que es cuando sonaba música de ese estilo. Aparte, Mark aparece cantando igual que si fuera un animador de baile de esa época. En cambio, no convence la distendida ‘Heavy Up’, que es como si hubiera querido hacer algo ligero al estilo (de lo más ligero que cabe imaginar) de sus paisanos Belle & Sebastian. O más bien como si estos últimos hubieran querido hacer algo en clave de calipso. Parece que la novedad en este álbum es imitar canciones del pasado inesperadas para lo que es habitual en este músico. De esta manera, ‘Just A Boy Away From Home’ pasaría por replicar ‘When It Comes To You’ de Dire Straits pero con un tono más jovial y un solo de guitarra final autocomplaciente.

 

Para un artista de su edad y estilo, no faltan aburridas baladas otoñales (‘When You Leave’) o de tono jazzístico (‘Slow Learner’), pero deja mejor sensación con piezas de tono más dinámico pero igualmente reposadas como ‘One Song At A Time’. El interés de ‘Good On You Son’ no va más allá de su pegadizo riff de teclado, aunque queda bien la adición del saxofón. Pero entre tantas composiciones nuevas y previsibles podemos encontrar algún eventual momento más inspirado como en la emotiva ‘My Bacon Roll’, donde volvemos a escuchar algún toque de genialidad como en esos sencillos “Excuse me, excuse me”. Al final cae en la tentación de añadir una coda algo insulsa, pero es breve. Retoma con gusto su vertiente céltica en ‘Drovers' Road’ y el final del disco es esperable porque no se complica la vida para nada, limitándose a una agradable pero olvidable pieza acústica de folk titulada ‘Matchstick Man’. Resulta en conjunto un álbum variado para lo que cabe esperar en Mark Knopfler, pero igualmente insulso y prescindible, destinado a seguidores fieles de este músico.

RECOPILACIONES

SCREENPLAYING

Año de publicación: 1993

Esta recomendable recopilación recoge una selección de las cuatro primeras bandas sonoras que compuso Knopfler: Local Hero, Cal, The Princess Bride y Last Exit To Brooklyn. En España tuvo unas buenas ventas y sirvió para mostrarnos una nueva vertiente de este músico, pues las bandas sonoras por separado no tuvieron repercusión en su momento a pesar de que Dire Straits estuvieran triunfando, aunque Local Hero sí que llegó a tener un cierto volumen de ventas si nos atenemos a lo recogido en el libro Solo Éxitos 1959-2012 de Fernando Salaverri Aranegui. En cualquier caso, puede decirse que en esta recopilación está lo mejor de todas ellas.

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