CLÁSICOS DEL ROCK 2
BLACK SABBATH
BLACK SABBATH
Año de publicación: 1970
Puntuación:
1) Black Sabbath; 2) The Wizard; 3) Behind The Wall Of Sleep; 4) N.I.B.; 5) Evil Woman;
6) Sleeping Village; 7) Warning; [BONUS TRACK:] 8) Wicked World.
El debut de Black Sabbath, grupo de Birmingham, es un hito dentro de la historia del rock. No fueron los inventores del rock duro porque eso ya había sido creado por Led Zeppelin y luego perfeccionado por Deep Purple, pero Black Sabbath añadieron la imaginería satánica y aparte poseían uno de los maestros guitarristas del género: Tony Iommi. Creador de fenomenales riffs, sorprende su breve participación como miembro de Jethro Tull antes de lanzarse por nuevos caminos junto al bajista Geeze Butler, el batería Bill Ward y el delirante cantante Ozzy Osbourne, para conformar un sólido cuarteto de sonido potente y directo. De esta manera, en tan solo un día de grabación se forjó este debut para situarlos muy pronto entre la élite de la primera hornada de grupos de rock duro. Es curioso que un accidente laboral casi pudo truncar la legendaria carrera de Iommi y por ende de Black Sabbath, pues según nos cuenta el propio Iommi en un capítulo de la serie documental Seven Ages of Rock, perdió la punta de los dedos cuando todavía trabajaba en una factoría metalúrgica (el típico trabajo en Birmingham). La solución fue pegarse un trozo de plástico para completar la longitud perdida.
En cuanto a la música, que nadie se lleve a engaño por el dato aportado sobre el tiempo dedicado a grabar, porque podemos escuchar a unos músicos bien serios y profesionales. La seriedad que demuestra esta banda en su propuesta se evidencia en la cuidada elaboración de las composiciones, que en muchos casos presentan secciones muy diferenciadas y originales introducciones, nada de repetir esquemas clásicos. El comienzo satánico de ‘Black Sabbath’, con esos efectos sonoros de tormenta y campanas, ya crea una imagen tenebrosa a lo que ayuda el ritmo lento y el riff tétrico de entrada, definiendo por sí mismos todo un subgénero musical. Pero lo mejor llega cuando ya no parece que vaya a haber ninguna variación, puesto que sobre los 4:30 llega un súbito cambio de ritmo y la guitarra se coloca en primer plano para desgranar un psicótico riff cíclico que acaba por explotar un minuto después y hasta el final en toda una demostración de gloria del rock, digámosle ya, heavy, que incluye en los acordes finales un recuerdo al Bolero de Ravel. No menos tenebrosa resulta la introducción de ‘The Wizard’ con esa nerviosa armónica que luego acompaña el potente riff de guitarra inicial, que luego se mejora todavía más en los vigorosos acordes que acompañan la parte vocal. Y para introducción diversa está la de ‘Behind The Wall Of Sleep’, de marcado contraste en los cambios de ritmo.
Uno de los temas donde aparece el rock duro descomunal y también más atrayente es ‘N.I.B.’, de sorprendente comienzo mediante un solo de bajo que en poco más de medio minuto deja paso al reconocible y pegadizo riff de guitarra característico de esta canción. El riff está copiado de las primeras cuatro notas del de ‘Sunshine Of Your Love’ de Cream, pero el carácter más desenfadado y la fuerza que se gana con tanta sencillez hacen olvidar rápidamente la fuente original. La temática satánica es más que evidente cuando Ozzy se presenta como: “My name is Lucifer, please take my hand”. A Ozzy le gusta hacerse el tenebroso pero para captar su intención hay que ir un poco preparado, como cuando se va a ver una película de terror. En caso contrario, puede producir hilaridad más que miedo (como, por cierto, ocurre con la mayoría de películas de terror). Así, su pretendida tenebrosidad en la primera parte de ‘Sleeping Village’ raya lo paródico. Luego el resto de músicos se lanza a una jam más o menos entretenida, donde destaca justo el principio de ella, puesto que se emplea un riff que luego sería reciclado para la famosa ‘Paranoid’.
Un indicador de que todavía necesitaban tiempo para componer material original es la inclusión de dos versiones. Una de ellas es ‘Warning’, en la cual Iommi se reserva unos minutos para lanzarse a un solo de guitarra (sin ningún tipo de acompañamiento) con una gran diversidad de matices donde hay cabida para todo, incluso para mirarse el ombligo en algún momento, pero deja bien claro que es uno de los grandes guitarristas del rock duro, de eso no cabe ninguna duda. La versión de ‘Evil Woman’, cuya original corresponde al desconocido grupo Crow, fue publicada como single antes que el álbum y trae recuerdos del exitoso single ‘Black Night’ de Deep Purple, por lo que estos últimos seguramente eran conocedores también del single original. Como bonus track encontramos una canción titulada ‘Wicked World’, que no es más que la cansina repetición del riff de guitarra de ‘Wild Child’ de The Doors y solo se salva por esa sección instrumental central de aires psicodélicos iniciada por los apergios de guitarra de Tony.
En resumen, lo novedoso de la propuesta (introducirse en ese, para algunos, atrayente lado oscuro de la música) junto a una lúgubre portada donde parece que estemos viendo a “la muerta de la curva”, auparon este álbum a un relativo éxito para tratarse de un debut. Vista la sencillez de los ingredientes, hubo muchas más bandas que se fijarían más en Black Sabbath que en los otros dos pioneros del rock duro citados en el primer párrafo, principalmente porque su producción parecía más asequible de emular. El problema es que la mayoría de esas nuevas bandas influenciadas por Black Sabbath representarían el lado más estúpido y antiartístico de lo que en realidad estaban ofreciendo sus mentores. Pero bueno, quedémonos siempre con el original donde haya abundancia de imitadores.
PARANOID
Año de publicación: 1970
Puntuación:
1) War Pigs; 2) Paranoid; 3) Planet Caravan; 4) Iron Man; 5) Electric Funeral;
6) Hand Of Doom; 7) Rat Salad; 8) Fairies Wear Boots.
Tras el éxito del debut, las ideas fluían y el grupo estaba muy motivado y con muchas ganas de seguir creciendo, así que en cuestión de meses volvieron al estudio de grabación para forjar la continuación. Nuevamente encontramos pocas canciones, muchas de extensa duración, pero conteniendo una variedad de riffs de guitarra tan amplia que no puede dejar de asombrar. En las décadas siguientes, el concepto de la música se volverá tan anti-artístico que un solo riff original se empleará para una sola canción. Es decir, que de alguna de estas composiciones, en los noventa se hubieran creado cuatro canciones diferentes, completando cada riff con convencionalismos musicales del rock duro. Aquí estamos en un verdadero paraíso del aficionado a este género musical. Tony Iommi se consolida también como todo un maestro de los riffs de guitarra, desgranando un impresionante muestrario que le sitúa definitivamente como uno de los mejores guitarristas del género.
La sensación que deja inicialmente ‘War Pigs’ es de continuar el tono tétrico y pausado que les había caracterizado en su debut. Pero antes de llegar al primer minuto, todo cambia con una sección más dinámica y de afilada guitarra, introducida por la voz de Ozzy. Esta sección es la principal y la que se desarrolla durante la mayor parte de los ocho minutos, con Iommi realizando una demostración magistral de variedad de riffs con su guitarra. La mejor sección llega justo cuando pensamos que ya no habrá más cambios: aproximadamente a partir de los seis minutos llega otra brutal sección instrumental que se consolida mediante uno de los mejores riffs que hayan salido de la mano de Iommi, el que aparece sobre los 6:35 minutos. Muy grande. La canción que da título al álbum es la más conocida de Black Sabbath y no es para menos. ‘Paranoid’ engancha desde el inicio con ese ritmo pulsante y frenético donde la voz paranoica (nunca mejor dicho) de Ozzy sirve para que nos suene como la declamación de un demente insatisfecho. Toda una píldora de adrenalina para el cuerpo. No menos famosa es ‘Iron Man’, marcada por ese inicio donde la voz robótico-tenebrosa de Osbourne clama “I am the iron man!” para que inmediatamente entre otro fabuloso riff asesino de Iommi y vuelvan a desplegarnos todo un muestrario de originalidad.
La imagen de banda de música tétrica no se pierde y en el apropiadamente titulado ‘Electric Funeral’ vuelven a los tempos más pausados pero lúgubres. Como no podía ser de otra manera, hacia la mitad se añade una sección mucho más rápida, con una percusión de aires incluso jazzísticos, para luego retornar a la sección inicial. Todavía mejor resulta ‘Hand Of Doom’, sobre todo a partir de los dos minutos, cuando se inicia otra trepidante parte de las que animan a cualquiera, incluyendo los correspondientes riffs de guitarra pegadizos y emocionantes. Una de las canciones más atípicas que haya grabado el grupo es sin duda ‘Planet Caravan’, puesto que una balada psicodélica es lo último que podría esperarse de una banda pionera del heavy metal. Aislada del álbum, sería imposible adivinar que se trata de Black Sabbath, ya que escuchamos una voz etérea y delicada (procesada en el estudio), percusión de congas, flauta, piano y una guitarra que aparece ya avanzado el tema para marcarse un relajado solo ubicado entre Santana y el jazz. Como no podían faltar los solos de batería, aquí tenemos otro ejemplo al estilo de ‘Moby Dick’ de Led Zeppelin mediante ‘Rat Salad’, es decir, a partir de una sección inicial donde se despliega un riff de guitarra principal, se llega a un solo de batería que, en este caso, al menos es bastante breve y se puede tolerar porque no hace decaer el ritmo.
Para el final, ‘Fairies Wear Boots’ no es más que el broche de oro de lo que hemos visto hasta ahora: más ritmos dinámicos, diferentes secciones, asombrosos riffs de guitarra y la voz paranoica de Ozzy apareciendo de vez en cuando. Quizá esto último sea el elemento más prescindible (o únicamente prescindible) del conjunto, ya que en algunas ediciones en CD se incluye como bonus tracks las versiones instrumentales de algunos temas, así como una versión alternativa de ‘Paranoid’ con una letra diferente que no encaja tan bien porque Ozzy pretende decir más cosas en el mismo tiempo. En cualquier caso, Paranoid se destapa como uno de los grandes álbumes de la historia del rock duro, heavy o como quiera que se le etiquete. Discos así son los que llaman la atención de cualquier persona ajena a este estilo y la cantidad de variaciones que posee permiten disfrutarlo de manera continuada, descubriendo detalles nuevos con cada escucha.
MASTER OF REALITY
Año de publicación: 1971
Puntuación:
1) Sweet Leaf; 2) After Forever; 3) Embryo; 4) Children Of The Grave; 5) Orchid;
6) Lord Of This World; 7) Solitude; 8) Into The Void.
Después de haber demostrado mediante Paranoid que eran uno de los grupos relevantes dentro de la primigenia escena del hard-rock, incluso acuñando nuevas etiquetas dentro del exagerado entramado terminológico del género a partir de ellos, la continuación a tan sensacional obra fue realizada en unos parámetros similares. Es decir, al ritmo de publicación que iban y teniendo claro qué era lo que sabían hacer mejor, hay una suerte de continuidad que nos permite seguir disfrutando de algunas estupendas composiciones multiparte y otro muestrario de riffs variados. También vuelven a incluir temas alejados del rock duro para añadir un poco de variedad, para seguir sorprendiendo a l@s oyentes al estilo de lo que habían hecho con ‘Planet Caravan’.
El abrumador aunque pausado riff de ‘Sweet Leaf’, mediante el que se inicia este álbum, ya es marca de la casa, otra gran invención de Iommi a añadir a su colección. Transcurrido el ecuador de la composición, se transforma en una fiera pieza instrumental donde el ritmo se acelera hasta niveles de infarto. No parece lo más convincente escuchar a Ozzy cantar “I love you” en un tema de esta índole, pero la letra es lo de menos. La fiereza y la gloria de Black Sabbath aparecen nuevamente en ‘Children Of The Grave’, esta vez sin variaciones reseñables pero con una fortaleza que no decae ni un momento, aunque le sobran los últimos cuarenta segundos destinados a crear una atmósfera tenebrosa a partir de efectos de sonido, algo pasado de moda. Otro de los puntos fuertes del álbum es ‘Lord Of This World’, nueva demostración de gusto por los riffs memorables y añadiendo adictivos cambios de ritmo junto a descomunales solos de guitarra como el que lidera la recta final de este tema.
A partir de su impactante comienzo, ‘After Forever’ se delata en el apartado instrumental como una copia de ‘Flight Of The Rat’ de Deep Purple. Se diferencia en la parte vocal, aquí algo más convencional y sin estribillo. Como no podía faltar alguna variación de Iommi, esta llega sobre los 3:30 para marcarse un estupendo solo antes de retomar la parte principal. Ese comienzo de sonido tan optimista no es tampoco lo más habitual para esta banda y por ello está bien su ubicación por el principio del álbum. Pero finalizarlo ya sería una cuestión diferente y por ello nos dejan otro riff pesado y elaborado como introducción de ‘Into The Void’, aunque suena mucho mejor el que podemos escuchar justo antes de que comience Osbourne a cantar. Hacia la mitad vuelven a acelerar el ritmo, un truco ya bastante visto pero que no por ello pierde efectividad al hacer las transiciones correctamente y aportar esa dosis de emoción extra necesaria. Y acabar con un solo de guitarra de Iommi es el mejor broche posible a un disco de Black Sabbath.
Lo más curioso de este álbum es la introducción de dos piezas breves y alejadas de los parámetros del rock duro. Tanto en ‘Embryo’ como en ‘Orchid’ se escucha solamente a Tony tocando unas tonadas de aires medievales, que no están nada mal aunque no encajen con la imagen de un grupo de este estilo. Cuando empezamos a escuchar ‘Solitude’, parece que vamos a encontrarnos una tercera pieza en ese estilo, pero se trata de una agradable balada donde Ozzy canta con voz relajada y hasta parece un buen cantante (es decir, en cuanto a poseer variedad de registros). El único problema que presenta esta balada es que en el primer minuto ya ha mostrado todo lo interesante que posee, limitándose a repetir el mismo esquema durante cinco minutos.
En resumen, este disco agradará mucho a quienes hayan disfrutado de los anteriores, al seguir el mismo camino musical. Respecto a Paranoid, la cantidad de sensacionales riffs y momentos espectaculares es menor, de ahí que el presente álbum no pueda igualarse con su mejor obra. Pero qué amante del rock puede negarse a disfrutar de una colección tan emocionante de riffs de guitarra, un pequeño paraíso que nadie debe perderse.
VOL. 4
Año de publicación: 1972
Puntuación:
1) Wheels Of Confusion; 2) Tomorrow's Dream; 3) Changes; 4) FX; 5) Supernaut;
6) Snowblind; 7) Cornucopia; 8) Laguna Sunrise; 9) St. Vitus Dance; 10) Under The Sun.
Antes que limitarse a seguir haciendo más de lo mismo y exprimir al máximo el tirón comercial, siguieron demostrando espíritu artístico al intentar diversificar un poco el sonido. El problema es que no parecían un grupo apto para diversificarse de esa manera, vistos los resultados, por lo que parecían destinados a dedicarse casi con exclusividad a hacer aquello en lo que habían demostrado un cierto dominio. En cualquier caso, el grupo seguía en buena forma y las ventas acompañaban, así que era el momento de probar algunas cosas nuevas porque el público estaba receptivo.
De todas maneras, en primer lugar nos colocan ‘Wheels Of Confusion’, la cual mantiene la cuota de memorables composiciones multiparte que consolidaban a Black Sabbath como una banda puntera dentro del movimiento del rock duro. A los 2:30 minutos se acelera el ritmo para entrar en una fiera sección donde brilla más la guitarra de Iommi, aunque todavía mejor sea la sección que comienza a partir de los cinco minutos, una coda instrumental de una épica descomunal donde solo cabe caer rendido ante un maestro de la guitarra. Similar estructura general presenta ‘Under The Sun’, en cuya parte central vuelven a imitar el riff de ‘Flight Of The Rat’ de Deep Purple, como si tuvieran una fijación especial por esa composición. Hemos de esperar hasta los cuatro minutos para poder escuchar una memorable coda a la altura de lo que esperamos de Black Sabbath, con otro gran riff de Tony y un fenomenal solo. Otro tema que mantiene esos parámetros multiparte aunque en solo cuatro minutos es ‘Cornucopia’, si bien no llega a sublimar como sí consigue ‘Wheels Of Confusion’.
El sonido más heavy en cuanto a la acepción de pesado y también como arquetipo de canción de este tipo, tiene un perfecto ejemplo con ‘Supernaut’, de asesino riff y potente ritmo donde dejan espacio para que el batería Ward introduzca una variada percusión. Otro muestrario de riffs lo tenemos en ‘Tomorrow's Dream’, la cual suena más convencional en conjunto, o en la menos inspirada ‘St. Vitus Dance’.
Pero, como ya se ha dicho, la controversia de este disco llega cuando quieren expandir los géneros musicales interpretados. La pieza acústica ‘Laguna Sunrise’ suena agradable, pero lo último que podríamos esperar de esta banda es que introduzcan violines para embellecerla. Al final, tanto ir en la cuerda floja flirteando con las baladas les hizo caer en el lado incorrecto, puesto que ‘Changes’ es un verdadero despropósito. Ni la voz de Ozzy encaja para nada, ni la insultante simplicidad de la canción permite disfrutarla, con el teclado como instrumento principal. Eso sí, hace gracia que al empezar a cantar parece que estemos escuchando ‘I Still Haven't Found What I'm Looking For’ de U2. Como si les interesara más King Crimson que Led Zeppelin, en ‘FX’ se lanzan a las disonancias sin estructura ni propósito visible. Y cabe citar también ‘Snowblind’, en el cual suenan más como un grupo de rock progresivo que de heavy. Era una dirección interesante que tomarán más en cuenta en el futuro próximo. De momento, se mantenían como un grupo relevante aunque poco apreciado por los críticos musicales de la época.
SABBATH BLOODY SABBATH
Año de publicación: 1973
Puntuación:
1) Sabbath Bloody Sabbath; 2) A National Acrobat; 3) Fluff; 4) Sabbra Cadabra;
5) Killing Yourself To Live; 6) Who Are You?; 7) Looking For Today; 8) Spiral Architect.
Los chicos de Black Sabbath habían ganado ya tanta dinero que se volvieron a juntar en un estudio de grabación en Los Ángeles sin ninguna composición nueva, tirados todos ellos a la mala vida de vicios satisfechos con su nueva vida de millonarios. Hubieron de olvidarse de grabar nada por un tiempo y más adelante se juntaron en un castillo perdido por el bosque, ya en el Reino Unido, para ver si así la inspiración volvía de nuevo y ya con más ganas de trabajar. Al final, les quedó un nuevo álbum en el que se añade cierta diversidad estilística alejada de la música heavy, aunque la realidad quizá nos diga que esa diversidad fue el resultado de tocar cualquier cosa con tal de completar un tiempo razonable para un LP.
El tema que da título e inaugural el álbum recoge todos los elementos que habían convertido a Black Sabbath en un grupo puntero del género. Eso sí, entre sus diversas secciones hay una bastante lamentable, concretamente la que llega a los 3:20 y dura sobre minuto y medio, todo un padecimiento. Y lo es tanto, que no permite destacar ‘Sabbath Bloody Sabbath’ como uno de los temas imprescindibles de la banda. Sin embargo, su comienzo puede que le diera alguna idea a David Bowie para el inicio de ‘Station To Station’, pero solo es una conjetura. Todavía más espectacular es el comienzo de ‘Sabbra Cadabra’ con su diversidad de riffs, pero su variado desarrollo no se queda atrás, siguiendo la estela de los grandes himnos heavy de la banda. El teclado y el minimoog que pueden escucharse en algunos momentos son cortesía nada menos que del gran Rick Wakeman, quien estaba muy cerca grabando con Yes el infumable Tales From Topographic Oceans y probablemente necesitó un poco de evasión tocando rock duro. Osbourne parece que estuvo tomando nota del uso del sintetizador y se piensa que es tan fácil que aquí se lanza a tocarlo como instrumento principal en la totalmente fallida ‘Who Are You?’. Incluso Iommi se deja la guitarra y toca el piano, aunque no puede salvar nada del omnipresente y molesto sintetizador. Eso sí, hay un momento interesante sobre los dos minutos y medio, donde Ward añade una batería al estilo del Bolero de Ravel, pero es muy breve.
Otro clásico perdido de Black Sabbath es ‘Killing Yourself To Live’, puesto que aúna todo lo mejor que podía ofrecer esta banda en una nueva composición multiparte que transita entre diferentes estados de ánimo con otro muestrario de riffs de Iommi, quien demuestra que, aun estando en baja forma, era todo un maestro en la materia. Muy diferente es lo que sugiere ‘A National Acrobat’, cuyo riff inicial es lo único que puede destacarse de una canción demasiado embebida en lo más característico del género, por lo que sus seis minutos de duración se vuelven un poco largos.
El título de ‘Fluff’ no podía ser más acertado para una insustancial pieza acústica (con algún que otro punteo de la eléctrica) de relajación que a la segunda vez que se escucha ya se hace eterna por lo monótona. En cambio, aires de ganchos pop se escuchan en ‘Looking For Today’, como si quisieran agradar a todo tipo de público. No es lo que esperarían escuchar sus seguidores, pero vale la pena echarle un vistazo. Con ese precedente, hasta la siguiente ‘Spiral Architect’ nos puede sonar pop, pero tiene un cierto toque épico y un potente intermedio instrumental para dotarla de más seriedad y dejar una buena sensación final.
Al final, nos queda un álbum algo irregular como su predecesor, pues contiene parte de lo mejor y parte de lo peor que podían ofrecer estos chicos. Esos dos extremos se equilibran de alguna manera y por ello todavía se puede apreciar este disco con algunas reservas. Estaban en la cresta de la ola y solo por esa inercia podían salvar los muebles y seguir entusiasmando con nuevas remesas de emocionantes riffs, variable estructura y potente sección rítmica.
2020
SABOTAGE
Año de publicación: 1975
Puntuación:
Puntuación:
1) Hole In The Sky; 2) Don't Start (Too Late); 3) Symptom Of The Universe; 4) Megalomania; 5) Thrill Of It All; 6) Supertzar; 7) Am I Going Insane (Radio); 8) The Writ.
2020
Llegamos aquí a uno de los álbumes más conflictivos de la carrera de Black Sabbath, pero no lo es por la portada tipo “versión cutre de Hipgnosis”. El grupo echa su mirada al rock progresivo y lo entronca directamente con el heavy metal que venían desarrollando, de tal manera que consiguen, por un lado, algunas piezas largas con varias secciones (algo que no era una novedad en ellos), y por otro lado algunos experimentos sonoros de los que salen más o menos airosos, llegando a sonar casi orquestales en uno de los temas. Esta nueva dirección, que en el fondo no lo era tanto, resultaba conflictiva porque para una banda encasillada estilísticamente, significaba una decepción para quienes esperaban encontrar más de lo mismo sin demasiados desvíos. Para el resto de personas, nos supone una gran alegría por poder seguir sorprendiéndonos gracias a este grupo.
‘Hole In The Sky’ apabulla desde el principio al colocar en primer lugar su impresionante riff. No se entiende su súbito final, como si alguien le hubiera dado a la tecla de stop sin motivo para introducir el superfluo y breve (menos de un minuto) instrumental acústico ‘Don't Start (Too Late)’. El riff principal de ‘Symptom Of The Universe’ se antoja menos inspirado, pero para eso está la sección rítmica, que crea una atmósfera ominosa y envolvente que mantiene en vilo al oyente. Sobrepasados los tres minutos llega lo mejor de esta pieza: un impresionante solo de guitarra dividido en varias secciones y en cada una de ellas sonando completamente diferente. La última sección de este tema, ubicada en los dos últimos minutos, es relajada y, sorprendentemente, con guitarra acústica, por lo cual queda como una curiosidad. Aunque para curiosidad podemos dirigirnos a ‘Supertzar’, donde lo más sorprendente es el tratamiento de sus arreglos, pues a los músicos de Black Sabbath se les unen instrumentos orquestales y unos omnipresentes coros que convierten esta exótica pieza en una humilde prima lejana y metalizada del ‘Atom Heart Mother’ de Pink Floyd.
Cuando en ‘Thrill Of It All’ empezamos a cansarnos del abuso que hacen del riff principal, pasados los 2:30 minutos llega un fabuloso intermedio instrumental que da paso a una segunda parte más viva, incluso en la parte cantada por Ozzy, donde el sintetizador cobra protagonismo en algunos momentos, quizá demasiado. Lo gracioso es sobre los cuatro minutos, cuando escuchamos una melodía de teclado/guitarra que es una variación de ‘Satisfaction’ de los Rolling Stones. Aunque para sintetizadores colocados en primer plano tenemos la extraña ‘Am I Going Insane (Radio)’, una pieza que suena a pop psicodélico (sobre todo por la voz de Ozzy) y que bien podría servir de preludio de la New Wave que llegaría pocos años después. Las irritantes risas añadidas al final sirven de enlace con ‘The Writ’, una composición multiparte donde la mejor y más vibrante es la primera, de gran fuerza y mucha expresividad vocal de Osbourne. Luego llega una sección de cierta energía que acaba decayendo un poco en una sorpresiva parte final liderada por un sonido de clavecín que, superada la sorpresa, resulta más monótona de escuchar.
La pieza más larga del álbum, con casi diez minutos, tiene irónicamente el título de ‘Megalomania’. A lo largo de dos secciones bien diferentes, podemos disfrutar de diversos estados de ánimo expresados a través de la ambientación instrumental y la magistral guitarra de Iommi, como no podía ser de otra manera. En la primera sección, de poco más de tres minutos, entramos en esa tenebrosidad épica con la que iniciaban el álbum de debut para después entrar en una segunda sección completamente diferente, de ágil ritmo y la parte vocal más pegadiza de todo el disco, aparte de estar perfectamente caracterizada por otro espectacular riff de los que encumbrarían a cualquier guitarrista. Es una lástima que Black Sabbath no siguiera en esa dirección, sobre todo porque el rock progresivo comenzaba ya su declive y la fusión con el rock duro suponía una revitalización necesaria. Sin embargo, la dedicación y la complejidad que requería esta música exigía al mismo tiempo un compromiso de la banda que resultaba imposible de mantener porque las circunstancias personales de cada uno de los miembros iba en la dirección opuesta, sobre todo cuando las ventas de Sabotage fueron menores a lo habitual. Esto les llevaría a la conclusión de que menos esfuerzo suponía ganar más dinero, una idea penosamente generalizada en el mundo de la música comercial.
TECHNICAL ECSTASY
Año de publicación: 1976
Puntuación:
1) Back Street Kids; 2) You Won't Change Me; 3) It's Alright; 4) Gypsy;
5) All Moving Parts (Stand Still); 6) Rock'n'Roll Doctor; 7) She's Gone; 8) Dirty Women.
Desde la época de Sabbath Bloody Sabbath puede decirse que cada álbum parecía el último para un grupo en el que las tensiones personales eran máximas por la vida de estrellas del rock que acentuaban el ego de cada uno. Tras haberse fijado en el rock progresivo para Sabotage, en 1976 eso ya era un anacronismo y los nuevos tiempos les volvieron a pillar sin tener una dirección clara a seguir. Tampoco es que tuvieran capacidad para hacer lo que les placiera ni el esfuerzo en la composición iba a ser el mismo, así que echaron mano del estilo de siempre para una parte del álbum y para la otra parte tomaron prestada cualquier idea de cualquier estilo sin importarles cómo podría encajar con la imagen del grupo, ni tan siquiera si sabrían hacer algo original con ello. Por tanto, lo que ofrecen aquí es un batiburrillo de ideas donde las que mejor funcionan son las que ya habían probado con anterioridad, recalcando nuevamente que la experimentación y las novedades no eran el fuerte de esta banda.
Es buena idea comenzar el álbum con una vibrante pieza como ‘Back Street Kids’ que recoge todo el saber hacer de esta banda desde su comienzo, esto es, abruma con un potente ritmo y luego presenta ese giro melódico que en la parte vocal les sirve para dejar una especie de estribillo: “Nobody I know is gonna take my rock 'n roll away from me”. Para quienes echen en falta a Iommi, su momento de gloria llega a partir de los dos minutos y medio con un estupendo solo que se hace corto. Demasiado lenta y con un riff nada llamativo comienza ‘You Won't Change Me’ y en su primera mitad puede llegar a desesperar un poco, pero va creciendo en intensidad conforme avanza y a partir del impresionante solo de guitarra que llega hacia el ecuador del tema ya estamos lo suficientemente introducidos en su ambientación emocional, de tal manera que podemos olvidar su olvidable primera mitad. En cambio, ‘All Moving Parts (Stand Still)’ se compone de diferentes partes donde casi ninguna llega a asombrar pero donde todas mantienen un notable nivel y una cohesión musical que denota cómo la profesionalidad consigue a veces suplir a la inspiración para ofrecer un buen resultado. Cabe destacar el brillante momento a los tres minutos, cuando aceleran el ritmo y consiguen llegar a ese nirvana del rock al que llegan los privilegiados.
Por su comienzo, ‘Gypsy’ parece que vaya a ser una reescritura más simple y rockera de ‘Sympathy For The Devil’ de los Rolling Stones, pero luego va perdiendo fuelle y acaba aburriendo por su flagrante falta de melodías. Quien pueda aguantarla durante casi cuatro minutos se verá ligeramente recompensado con su impresionante coda, donde Ozzy canta “So you want to be a gypsy, come on now” y la guitarra de Iommi llega a cotas épicas ya casi olvidadas. Encontrar una pieza de pop acústico como ‘It's Alright’ parece una broma, sobre todo cuando suena tan mediocre que de ninguna manera podría asociarse con Black Sabbath, sobre todo porque ni siquiera la canta Ozzy sino su autor, el baterista Ward. Peor todavía es cuando se ponen en plan lacrimoso con la balada acústica ‘She's Gone’, todo un ejemplo de cómo sonar más falso que un mitin político y además durante cinco inacabables minutos. Aparte de ser una clara canción de relleno, lo que no se entiende de ‘Rock'n'Roll Doctor’ es la introducción de un piano de honky-tonk y mucho menos que Osbourne cante tan deliberadamente mal, tanto que llega a ser irritante escucharle.
Lo mejor del álbum se lo reservan para el final, incluido un tétrico y espectacular riff (el mejor de todo el álbum) que es el que caracteriza ‘Dirty Women’. En ella, Ozzy se muestra en plena forma vocal, como también lo hace la poderosa sección rítmica, pero aquí estamos ante un Iommi que nos recuerda su maestría con la guitarra y su capacidad para desgranar diversos riffs e inspirados solos de guitarra. Los últimos dos minutos son suyos y nos regala un espectacular solo, de antología. Eso sí, es mejor evadirse de la letra poco afortunada para que no pierda toda la magia que posee este tema. Nos queda así una mejor sensación final para un álbum extremadamente irregular que deslumbra y decepciona a partes iguales, como si se hubieran esforzado lo justo y luego hubieran querido completar con más canciones para no quedarse solamente con un brillante EP. Pero se iba acercando el final de Black Sabbath tal como lo conocíamos hasta ahora y Ozzy Osbourne aguantará un disco más antes de lanzarse en solitario.
NEVER SAY DIE!
Año de publicación: 1978
Puntuación:
1) Never Say Die; 2) Johnny Blade; 3) Junior's Eyes; 4) Hard Road; 5) Shock Wave;
6) Air Dance; 7) Over To You; 8) Breakout; 9) Swinging The Chain.
La primera etapa de Black Sabbath finaliza con este álbum, pero podría haber finalizado incluso antes. Ozzy Osbourne llegó a irse del grupo antes de la grabación y el sustituto durante un tiempo fue una de las peores elecciones posibles: Dave Walker, quien había pasado sin pena ni gloria por Fleetwood Mac durante la grabación del mediocre Penguin. Afortunadamente, Ozzy volvió al grupo y ello significó la regrabación de lo que habían hecho con Walker, pero el problema venía con la calidad de las composiciones. A estas alturas estaban todos desgastados por completo de la vida de estrellas del rock y eso tenía que acabar reflejándose en la música, cuyo nivel estaba en caída libre desde la última vez que deslumbraron con Sabotage.
Hay canciones muy definitorias en ese sentido, es decir, del nulo compromiso de los miembros del grupo para no empañar el buen nombre de Black Sabbath. Cuando escuchamos el empacho de sintetizadores de ‘Johnny Blade’, sabemos que algo no anda bien en el seno de la banda. Aparte, el apartado vocal es indecente, llegando a irritar cuando Ozzy comienza a repetir el nombre del título de la canción. Y luego, la impresentable estructura caótica hace el resto, otorgando la razón a quienes definen en general la música heavy como ruido. ‘Hard Road’ es tan vulgar y tan falta de originalidad que la decisión de extenderla hasta los seis minutos resulta incomprensible. Lo único que puede decirse en su favor es que al menos no resulta ofensiva. Sin embargo, de ridiculez total puede tildarse ‘Shock Wave’, otra demostración de ceguera musical y de pésimo gusto. ‘Over To You’ denota una alarmante falta de melodías, mientras que al menos una podemos encontrar en el instrumental ‘Breakout’, pero luego se limita a repetir esa misma pobre melodía una y otra vez con instrumentos de viento en primer plano, así que tampoco se entiende lo que pinta un tema así en un disco de rock duro.
Casi el único tema con riffs reconocibles y decentes es ‘Air Wave’, aunque en realidad suena pop-rock y es eso lo que la salva, pero mejor del disco es sin duda la composición multiparte ‘Air Dance’, sobre todo por su diversidad estilística. El riff inicial no es de lo más excitante que hayan hecho, pero luego entra una sección más calmada y bien adornada por un piano en la cual se recrea una ambientación lúgubre muy bien conseguida. Como curiosidad, los teclados en este álbum son cortesía de Don Airey, futuro sustituto de Jon Lord en Deep Purple ya en el siglo XXI. Llegando a los tres minutos podemos encontrar también un delicado solo de guitarra de Iommi donde muestra una sensibilidad pocas veces vista en Black Sabbath. Luego retornará el riff inicial para dar paso a una ágil parte casi bailable que en realidad suena a como si los Renaissance hubieran contratado a un guitarrista rockero para el grupo.
Son listos al colocar en primer lugar ‘Never Say Die’, pues recoge la fuerza de la banda desplegada bajo un rápido ritmo, lo cual oculta a primera vista sus riffs poco inspirados y su repetitiva estructura instrumental, además de una parte vocal que adolece de falta de gancho. De todas maneras, el único estribillo que encontraremos aceptable es el de ‘Junior's Eyes’, pero el tema acaba divagando tanto en sus casi siete minutos que se acaba perdiendo el interés. En cambio, más horrorosa no puede sonar la guitarra de como lo hace en ‘Swinging The Chain’, pues suena como si se le hubieran desafinado las cuerdas a Iommi y no se hubiera molestado en cambiarlas. La armónica no se queda atrás y resulta muy molesta. Quizá por todo ello Ozzy rehusó cantarla y ese bochorno de actuar como cantante le toca al baterista Ward, que debía ser el pringado del grupo.
En resumen, la despedida de Ozzy Osbourne del grupo no pudo ser más lamentable. Es como si hubiera querido participar del entierro de lo que había sido Black Sabbath para autojustificarse su nueva y (prácticamente) definitiva salida. En el futuro habrá esporádicas reuniones de los miembros originales, pero no se volverán a juntar en el estudio hasta la segunda década del siglo XXI, un gran lapso de tiempo. Ozzy era carismático pero no imprescindible, por tanto la mayor dificultad para la continuación de Black Sabbath era la preocupante falta de originalidad, un verdadero obstáculo que lastrará su devenir musical en las próximas décadas. En cualquier caso, llegamos aquí al final de la primera etapa de la banda.
HEAVEN AND HELL
Año de publicación: 1980
Puntuación:
1) Neon Knights; 2) Children Of The Sea; 3) Lady Evil; 4) Heaven And Hell; 5) Wishing Well; 6) Die Young; 7) Walk Away; 8) Lonely Is The Word.
Para suplir la salida de Ozzy Osbourne no se arriesgaron con ningún desconocido y reclutaron a Ronnie James Dio, quien justo acababa de salir de Rainbow por sus desavenencias con Ritchie Blackmore. Dio tenía experiencia también en la composición, así que tampoco venía mal un poco de savia fresca en ese apartado, visto el estancamiento creativo que llevaba experimentando Black Sabbath en los últimos años. Pero lo que no tenía el miembro era una varita mágica, de tal manera que lo único que consiguen aquí es despersonalizar casi por completo la música, de tal forma que apenas reconocemos nada que nos haga pensar en este grupo si no supiéramos nada del disco.
Porque, ¿qué se puede decir de temas tan vulgares como ‘Lady Evil’, ‘Wishing Well’ o ‘Neon Knights’? es lo que esperamos de cualquier grupo heavy del montón que tenga un guitarrista habilidoso (esto último es en realidad una redundancia). A la segunda vez que se escuchan, resultan aburridas, pues suenan profesionales pero sin una pizca de emoción, que es lo que uno siempre espera de los grupos y artistas importantes. El nuevo vocalista apenas consigue hacer olvidar la década anterior aunque tampoco suena acaparador ni con afán de protagonismo. La voz de Ronnie es más adecuada que la de Ozzy para baladas épicas como ‘Children Of The Sea’, la cual suena en realidad como si fuera un descarte de Rainbow, pero aquí se encuentra entre lo mejor. Su momento más notable es en la fuerza que imprime el primer verso del estribillo: “Oh they say that it's over”.
Debemos tener mucha paciencia y esperar a que llegue la canción que da título al álbum para encontrar un riff interesante y además colocado de entrada, aunque luego se diluye todo a través de una caótica estructura, diversa también, que se inicia mediante un convencional pop-rock. Más adelante, hacia la mitad llega una extensa parte instrumental bajo un genérico solo de guitarra que pasados los cuatro minutos toma algo de brío al acelerarse el ritmo, convirtiéndose en el fragmento más interesante de este tema aparte del riff inicial. Dio podría haberse quedado callado porque no consigue arreglar nada, sino cargarse la ambientación seria que habían conseguido sus compañeros. Ya no volveremos a encontrar un riff destacado e interesante hasta que lleguemos al último tema, ‘Lonely Is The Word’, casi el único en el que percibimos un mínimo de idiosincrasia propia respecto a lo que había sido Black Sabbath en su época dorada, sobre todo porque por fin podemos escuchar un solo inspirado de guitarra de Iommi y más de la mitad del tema se lo lleva él. La verdadera lástima es el convencional apartado vocal, que probablemente hubiera sido mejorado por Ozzy en una canción de este tipo, perdiéndonos así lo que podría haber sido otra composición a añadir a los grandes temas históricos del grupo.
Al principio ‘Die Young’ parece que va a ser una emocionante balada-rock, pero cuando entra su frenético ritmo ya nos olvidamos de ello porque se acaba vulgarizando para variar. Al menos su último tercio está dedicado a un solo de guitarra algo vistoso, que ya es una bendición en comparación con la mayoría del contenido de este álbum. Muy mal comenzaban las cosas para esta nueva era de Black Sabbath. Daba la sensación de que tocaban por obligación, como única manera de poder ganarse la vida, aunque probablemente era esa la cruda realidad en ese momento. El baterista fundador Ward no pudo soportar la vida de músico heavy y se marchó a mitad de la gira, dejando a sus compañeros momentáneamente tirados. Su reemplazo, tanto en la gira como en el siguiente álbum de estudio, será Vinny Appice.
MOB RULES
Año de publicación: 1981
Puntuación:
1) Turn Up The Night; 2) Voodoo; 3) The Sign Of The Southern Cross; 4) E5150;
5) The Mob Rules; 6) Country Girl; 7) Slipping Away; 8) Falling Off The Edge Of The World; 9) Over And Over.
El último disco de estudio de Ronnie James Dio con Black Sabbath hasta la siguiente década nos muestra una ligera mejora en la producción y un nuevo baterista: Vinny Appice. Es el hermano pequeño de Carmine, el cual es más conocido al haber grabado con Vanilla Fudge, Jeff Beck o Rod Stewart. El cambio en la batería no se nota y, como siempre, la clave en los álbumes de Black Sabbath está en la composición. Definitivamente la estructura de las canciones es muy lineal o alternan una introducción calmada con un desarrollo más potente. Una lástima que, cuando parece que van a volver a desarrollar una composición multiparte en ‘Falling Off The Edge Of The World’, al final todo queda en una introducción más diversa.
La sensación de vulgaridad que habían dejado en el álbum anterior aquí se acrecienta con tan solo escuchar el comienzo de ‘Turn Up The Night’, pues es lo más socorrido que se puede emplear en el género. Tampoco representaría ningún problema si el resto de la canción fuera especial, pero es de una mediocridad absoluta. La verdad es que cuando se escuchan los primeros temas, el álbum es bastante decepcionante. Lo único que se salva de ‘The Sign Of The Southern Cross’ es lo bien que recrea la ambientación tenebrosa, pero por lo demás es el show de Dio y eso significa que, salvo para incondicionales, se vuelve repetitivo y cansino antes de llegar siquiera a la mitad de sus casi ocho minutos de duración. Habiéndose vuelto tan convencionales, parece una temeridad que incluyan el inciso experimental e instrumental ‘E5150’, que resulta una losa cuando ya se ha escuchado una vez. Aunque se le podría calificar de relleno, ‘Voodoo’ suena a Rainbow, lo cual al menos significa que intentan sonar accesibles y agradables y eso se agradece. La canción que da título al álbum es también un respiro necesario porque, sin pretensión alguna, nos deja un ritmo rápido con un potente riff, y con eso ya es suficiente para que nos podamos quedar satisfechos.
Para crear ‘Slipping Away’ parece que hayan copiado de dos fuentes diferentes: para hacer el riff de guitarra, de ‘Can't You Hear Me Knocking’ de los Rolling Stones; mientras que los finales de estribillo (“No reason to stay / Oh, when I'm slipping away”) tienen la misma entonación que cuando en ‘Stormbringer’ de Deep Purple escuchamos cantar a Coverdale: “He's got nothing you need / He's gonna make you bleed”. Pero bueno, en conjunto la canción suena decente aunque sea prescindible. Uno de los mejores riffs de guitarra lo encontraremos en ‘Country Girl’, otra canción que bebe de la influencia de Rainbow pero, como ya se ha dicho, tal como estaban Black Sabbath en esta época es para darnos por satisfechos. Y además, se trata quizá del mejor tema del álbum por sus cuidados arreglos. Si hubiera que elegir una composición como la mejor, en primera instancia puede que eligiéramos ‘Falling Off The Edge Of The World’, cuyo riff principal (el que llega sobre los dos minutos) es también para enmarcar. Antes de llegar a ese dinámico riff asistimos a una introducción ambiental tétrica que da paso a un primer riff brutal, solemne y pausado al estilo de grandes temas ya antiguos como ‘War Pigs’. Una lástima que no se vuelva a repetir de alguna manera esta primera parte y se desarrolle luego de forma más convencional.
A continuación llega ‘Over And Over’, que engancha desde el principio con su tono épico y nos deja así para el final unos espléndidos solos de guitarra de Iommi, puede que los mejores solos que aporta en todo el álbum, si bien no nos recuerdan a él. Ya no es el guitarrista tétrico y gótico con su tono característico, sino que se nos muestra como un guitarrista de rock más heterodoxo, lo cual tampoco supone ningún problema pues lo hace tan bien como siempre. En resumen, este álbum es ligeramente mejor que Heaven And Hell, sobre todo porque muestran mayor convicción en lo que ejecutan, pero también porque el sonido se nos muestra más ordenado y con mayor sentido. En cualquier caso, seguían sonando como una banda heavy del montón.
LIVE EVIL
Año de publicación: 1982
Puntuación:
CD I: 1) E5150; 2) Neon Knights; 3) N.I.B.; 4) Children Of The Sea; 5) Voodoo;
6) Black Sabbath; 7) War Pigs; 8) Iron Man.
CD II: 1) The Mob Rules; 2) Heaven And Hell; 3) The Sign Of The Southern Cross;
4) Paranoid; 5) Children Of The Grave; 6) Fluff.
Para un grupo de las características de Black Sabbath, resultaba extraño que no se hubieran decidido a grabar un álbum en directo años antes, sobre todo cuando a finales de los setenta comenzaba a decaer significativamente la inspiración. Que en 1980 se publicara sin su permiso un concierto de 1973 bajo el título de Live At Last les debió doler en lo más hondo, pero seguro que nada en comparación con lo que hizo Ozzy Osbourne, quien había publicado en ese mismo año de 1982 un doble álbum en directo íntegramente conformado por temas de Black Sabbath. Así que aquí llegó el momento de reflejar en directo este período de los “verdaderos” Black Sabbath con Ronnie James Dio. También sigue Appice como batería, quien luego igualmente saldría del grupo debido al retorno de Ward y aquí ni se nota el cambio.
Como cabe esperar, la mitad o más del repertorio recoge una selección de los dos álbumes más recientes, donde en general suena todo mejor que en el estudio, pues la inspiración y la aproximación más orgánica que supone el directo permiten normalmente alcanzar un mejor resultado. Pero igual que ‘Children Of The Sea’ suena espléndida, nos encontramos con una interpretación de ‘Voodoo’ más floja. La mirada atrás en la discografía del grupo se centra sobre todo en los dos primeros y legendarios álbumes, aunque se incluyen también un tema perteneciente al tercero (el acierto seguro de ‘Children Of The Grave’) y otro del Sabbath Bloody Sabbath, que es el inaudible ‘Fluff’, inaudible quizá porque se tratara de la música grabada y por ello escuchamos al público y un leve murmullo instrumental de fondo.
Sin embargo, da la impresión de que quieren crear una atmósfera de misterio e inquietud al seleccionar como comienzo del concierto las cacofonías de ‘E5150’. En las piezas más dependientes de la inspiración de los músicos (sobre todo Iommi) para llegar a su grandeza primigenia, como por ejemplo ‘Black Sabbath’, es donde comprobamos que están en forma pero no logran transmitir el mismo grado de emoción, sin que ello signifique desmerecer unas interpretaciones de gran nivel. Es inevitable hacer una comparación entre Ronnie y Ozzy cuando se escuchan los temas clásicos del grupo. El primero que llega es ‘N.I.B.’ y en él escuchamos una voz más aguerrida, que en realidad es como si Ozzy estuviera cantando más enfadado o con la voz más grave. Esto en realidad no es ningún problema y la comparación ni hace falta, más si cabe cuando suena en toda su gloria original. Lo que sí resulta penoso es en ‘Paranoid’, pues en este caso la voz parece la de un Ozzy afónico y eso ya no es tolerable. Menos mal que están los músicos para que uno de las canciones estrella del grupo no naufrague estrepitosamente.
La necesidad de que Dio dejara Black Sabbath se hace evidente cuando el afán de protagonismo de este vocalista le lleva a desgraciar uno de los mejores momentos de ‘War Pigs’ (aquí sobre los seis minutos), pues comienza a imitar con sus graznidos la memorable melodía de guitarra que toca Iommi. Que por cierto, cuando comenzamos a escuchar el riff inicial de ‘Heaven And Hell’, parece una variación del que acabamos de citar de ‘War Pigs’. Aparte, Ronnie quiere hacer de Freddie Mercury en ‘Heaven And Hell’ e insta al público a recitar con él. Podemos disfrutar en este tema de un extenso solo de guitarra, o medio disfrutarlo, pues mientras Tony está acompañado de sus compañeros es todo un ejemplo de alternar partes más técnicas con otras más melódicas. Otro cantar es cuando Tony se queda a solas y se lanza a un mero alarde de virtuosismo sin propósito aparente, aparte del de epatar a la audiencia. A continuación llega ‘The Sign Of The Southern Cross’ y al final vuelve a enlazar de nuevo con ‘Heaven And Hell’, conformando en conjunto un mastodonte de veinte minutos. Y ya que hemos citado a Mercury, el comienzo de ‘Mob Rules’ recuerda aquí a ‘Tie Your Mother Down’ de Queen.
Así pues, acababa aquí la etapa de Dio en Black Sabbath, una etapa con más nombre que valor musical. Al menos tuvo un final digno mediante este concierto donde, en todo caso, cabría repartir las culpas a partes iguales entre Iommi y Dio. Dista de ser perfecto, pero como documento del material del grupo en vivo no está mal. Comenzaba de nuevo la búsqueda de un cantante que diera lustre al nombre del grupo y en este caso será una verdadera sorpresa la solución.
2021
BORN AGAIN
Año de publicación: 1983
Puntuación:
1) Trashed; 2) Stonehenge; 3) Disturbing The Priest; 4) The Dark; 5) Zero The Hero; 6) Digital Bitch; 7) Born Again; 8) Hot Line; 9) Keep It Warm.
2021
Nuevamente se habían quedado sin cantante en el grupo y también de nuevo eligieron un nombre consagrado para cubrir el puesto. El elegido fue Ian Gillan, quien llevaba una carrera irrelevante desde su salida de Deep Purple una década antes y quizá vio aquí la oportunidad de lograr algo de notoriedad. Pero ni sus nuevos compañeros estaban en su mejor momento ni él tampoco tenía capacidad de liderazgo. También había vuelto Bill Ward en la batería, aunque eso no suponía mucho cambio en ese apartado. La idea inicial era publicar este álbum bajo un nombre diferente al de Black Sabbath, pero en la casa discográfica se darían cuenta de que este engendro no lo iba a comprar nadie y obligaron a que fuera publicado como Black Sabbath, la única manera de poder recuperar algo del dinero invertido. Y al final obtuvo unas ventas razonables, superando cualquier expectativa que uno puede crearse con semejante bodrio y, lo peor de todo, dando la razón a quienes anteponen criterios comerciales a artísticos.
Los chillidos de Gillan al comienzo de ‘Trashed’ no anticipan nada bueno, pero están ahí para quienes no se hayan percatado antes de quién es aquí el cantante. Del apartado vocal puede decirse que es pasable, aunque luego todo empeora cuando comprobamos que Iommi como guitarrista ha descendido al nivel más bajo posible, salvo en la velocidad, que es el único atributo destacable pero en ningún caso suficiente. Y esta canción es la presentación del álbum… así que prepárese el/la oyente para un verdadero descenso a los infiernos de la música, pero no en el sentido que se suele atribuir a los grupos de rock duro o heavy. Aunque antes de proseguir encontrará un descanso espiritual de dos minutos mediante ‘Stonehenge’, que en realidad tendría el mismo efecto que desconectar el aparato de música durante dos minutos. Parece una broma que se pongan a experimentar con la música ambiental y además por partida doble en ‘Stonehenge’ y ‘The Dark’, que aun siendo breves tan solo sirven para rellenar un poco de espacio.
Si alguien quiere tomar nota de cómo desgraciar un potente riff de guitarra, puede dirigirse a ‘Zero The Hero’, ya que añaden unos molestos sonidos agudos que ponen a prueba la paciencia del oyente. Después la situación, lejos de mejorar, empeora al sonar completamente caótica mientras Gillan intenta cantar como los nuevos jovenzuelos de las camadas heavies que asomaban a principios de los ochenta, quedando completamente ridícula esa manera de entonar el título de manera falsamente épica en el estribillo. Para acabar de rematar al oyente convaleciente de semejante temeridad, llega uno de los solos de guitarra más irritantes que haya grabado nunca un grupo de rock duro con prestigio. Es en general todo el disco tan malo que apenas se nota la influencia de Gillan porque tampoco puede inferirse una influencia de los miembros fundadores; esto no suena ni a Black Sabbath. Sí podríamos decir que ‘Digital Bitch’ suena igual que si un grupo novel intentara tocar algo al estilo de Machine Head de Deep Purple.
El tema que da título al álbum es una balada épica que quizá es lo más idóneo que podían encontrar para acomodarse al estilo de Gillan, aunque este acaba sonando como una parodia de sí mismo. También acaban sonando muy repetitivos los acordes de guitarra que marcan el pausado ritmo, mientras que Tony sigue sin transmitir emoción alguna, por mucho que disponga de casi dos minutos para su solo. Peor todavía es encontrar piezas tan absolutamente erráticas como ‘Disturbing The Priest’, que deberían servir como ejemplo de lo que no se debe hacer, mientras que de ‘Hot Line’ lo único que se puede decir es que no resulta demasiado ofensiva, que ya es bastante tratándose de este disco. Lo único presentable con un mínimo de decencia lo encontramos al final del disco, con el cuasi himno de ‘Keep It Warm’, a cuyo estribillo le imprime Gillan algo de gancho vocal y la guitarra de Iommi intenta transmitir algo más que técnica, incluso tras el súbito aceleramiento que se imprime hacia la mitad.
Al final, no se entiende para nada que llegaran a grabar un engendro como este, de ahí que hubiera una desbandada general. En el próximo álbum tan solo continuará Tony Iommi, quien aquí se contenta con mostrar a las nuevas generaciones que él también sabe tocar muy rápido e igual de insulso que los peores guitarristas del momento. Deep Purple se volverán a reunir muy pronto para grabar nuevo material de estudio y Gillan no podía perderse esa oportunidad. Lo más gracioso es que la justificación que aportarán estos señores en el futuro para explicar la calamidad de música de este álbum es que Gillan era incompatible con el sonido de Black Sabbath. Ninguno reconoce la horrible composición, ejecución y producción de estos temas, que es el verdadero problema que subyace bajo esta abominable obra.
SEVENTH STAR
Año de publicación: 1986
Puntuación:
Puntuación:
1) In For The Kill; 2) No Stranger To Love; 3) Turn To Stone; 4) Sphinx (The Guardian); 5) Seventh Star; 6) Danger Zone; 7) Heart Like A Wheel; 8) Angry Heart; 9) In Memory...
Imagínate que mañana decides hacerte compositor/a de música heavy y cuentas con unos músicos y un cantante a tu disposición para que interpreten tus creaciones. Imagina también que este grupo a tu disposición te pide para mañana que le tengas preparadas suficientes canciones para poder grabar un disco. Te pones a ello y ves que en un par de horas te han salido una docena de composiciones. Si descartas tres de ellas, el nivel del resto de canciones es con seguridad equivalente a este Seventh Star, donde no parece que dedicaran mucho más tiempo para ello. Como leemos en la portada, ese “featuring Tony Iommi” nos previene directamente de que esto ya no es Black Sabbath tal como lo conocíamos (hacía años que no lo era, de todas maneras). Tony es el único miembro fundador que queda y no se sabe bien qué le llevó a conservar el nombre del grupo, salvo el motivo económico que es evidente, aunque él afirmó que fue una imposición de la discográfica porque no veía tirón comercial en publicar algo bajo el nombre del guitarrista. En la nueva formación que seleccionó para continuar entra por primera vez y para los próximos veinte años el teclista Geoff Nicholls. También destaca la entrada del que fuera bajista de Deep Purple en los setenta tras la salida de Glover, Glenn Hughes, quien sorprendentemente se olvida de su instrumento y aquí se dedica en cuerpo y alma a la tarea de vocalista. Tampoco hubiera conseguido salvar nada de haber tocado el bajo, pues el contenido de este álbum es lo más vulgar y chabacano que puede hacer cualquier grupúsculo de heavy metal.
Algunos detalles pueden engañar momentáneamente, pero muy pronto se entiende la naturaleza de estos temas. El solemne comienzo de sintetizador de ‘No Stranger To Love’ suena al típico que se empleaba para sorprender en algunos temas de baile de la época (y también de los noventa, que el truco era muy socorrido). La guitarra de Iommi en esa introducción también consigue el tono melancólico necesario para una balada que suena tan vulgar como cualquier otra similar, pero que al menos no resulta tan ofensiva como el resto del álbum. La última canción de todas, ‘In Memory…’, parece que va a ser también floja pero menos ofensiva gracias a su afinado entramado instrumental acústico, pero la interpretación de Hughes termina sonando tan falsa y fuera de lugar cuando tiene que elevar el registro vocal, que al final este álbum acaba igual de mal que como comenzó. O casi, porque en realidad ‘In For The Kill’ comienza bien mediante su potente riff de guitarra que marca un frenético ritmo, aunque luego el tema acaba sumergido en la mediocridad. Y el problema no es solo el cantante (ojalá fuera solo así), porque el resto de músicos son un desastre. Para la definición de “solo de guitarra horrendo” disponemos de un perfecto ejemplo en ‘Heart Like A Wheel’, una prueba más de que Iommi podía caer todavía más bajo.
El inciso en forma de crescendo orquestal de la breve ‘Sphinx (The Guardian)’ parece un copia-pega de cualquier banda sonora. Sirve de entrada para la canción que da título al álbum, otra vulgar pieza que esta vez se desliza por una impostada épica sin melodías, o cuando menos melodías recicladas de todo el cancionero de rock duro que se conocía previamente. Con esto simplemente queremos recalcar la ausencia absoluta de originalidad que supone este álbum. ¿Qué tiene ‘Turn To Stone’ que no tenga cualquier vulgar canción de thrash? La respuesta es nada. Lo único que hace es ahondar en esa vulgaridad para que no exista solución para tal desaguisado. Se recomienda evitar este álbum al 100%, uno de los puntos más bajos en los que ha caído el rock duro en cuanto a nombres ilustres se refiere. Lo peor no es que existan obras así, sino que puedan formarse otros grupos que tomen este álbum como referencia y piensen: “¡Podemos ser como Black Sabbath!”
THE ETERNAL IDOL
Año de publicación: 1987
Puntuación:
1) The Shining; 2) Ancient Warrior; 3) Hard Life To Love; 4) Glory Ride; 5) Born To Lose;
6) Nightmare; 7) Scarlet Pimpernel; 8) Lost Forever; 9) Eternal Idol;
[BONUS TRACK:] 10) Some Kind Of Woman.
Resultaba más fácil mejorar que caer más bajo respecto a lo realizado en Seventh Star, aunque nunca se sabe. Tony Iommi tuvo claro que era necesario realizar cambios y por ello llegó un nuevo bajista (quien también aparece como coautor de todos los temas de lo que era el LP original) y, cómo no, un nuevo vocalista llamado Tony Martin. Esto último resulta lo más chocante porque el cantante anterior, Ray Gillen, fue despedido cuando ya había colaborado en las letras de todo el álbum. Como última curiosidad, en un par de canciones colabora en la percusión el baterista Bev Bevan de la entonces recién desaparecida Electric Light Orchestra, aunque ya sabemos que luego Bevan tuvo la osadía de crear la ELO Part II para hundir por completo la reputación que tenía ese nombre, ya de por sí tocada en los años ochenta.
Pero sigamos con el presente álbum que representaba un intento de conseguir algo a la altura de lo que debería ser Black Sabbath, o cuando menos una versión actualizada del grupo a los años ochenta, de tal manera que Iommi se esfuerza mucho más (o simplemente se esfuerza) con la guitarra para darle congruencia a las composiciones. La gloriosa introducción de ‘The Shining’ (nada que ver con Kubrick) nos predispone a escuchar con gozo su tono solemne y su consistencia instrumental, todo un placer si lo comparamos con lo que nos habíamos encontrado en los años previos, aunque no deja de sonar más bien comercial. Una sensación similar es lo que dejan otras canciones consistentes y profesionales como ‘Glory Ride’, que es como sonar convencional pero denotando al mismo tiempo una superioridad manifiesta respecto a cualquier banda heavy del montón. ‘Hard Life To Love’ posee un interesante riff pero basa todo su desarrollo en él y por tanto pierde fuelle cuando ya se ha repetido mucho, aunque al menos el solo de Iommi es más acertado de lo que nos tiene acostumbrados en los últimos años.
Aunque ya hemos dicho que el comienzo del álbum es bastante bueno, pronto se desvanece cualquier atisbo de esperanza conforme comienza a sonar la horrorosa ‘Ancient Warrior’, poseedora de todos los peores clichés posibles de la música heavy y con unos penosos solos de guitarra. En ‘Nightmare’ cabe destacar el decente estribillo donde deceleran un momento el ritmo, pues por lo demás se mantiene de nuevo en los convencionalismos de la música heavy, que es lo más habitual en este álbum con otros claros ejemplos como ‘Lost Forever’. Pero resulta desalentador seguir encontrando canciones tan vulgares como ‘Glory Ride’.
En ‘Eternal Idol’ retoman la vertiente tétrica que caracterizó el estilo de los inicios de Black Sabbath, pero con solidez, y para aportar un poco de diversidad aparece el instrumental ‘Scarlet Pimpernel’ en forma de agradable pieza acústica. Están entre lo más notable de este irregular álbum donde, como añadido final, aparece la cara B de la publicación en single de ‘The Shining’, un tema titulado ‘Some Kind Of Woman’ que fue además la bochornosa primera composición acreditada al nuevo vocalista Tony Martin. Se lo podrían haber ahorrado para no socavar más el nivel general de este disco, que es mucho mejor de lo que cabría esperar pero que no deja de ser por ello un álbum heavy del montón. ¿Significaba el inicio de una evolución positiva? Por desgracia, la respuesta será que no.
HEADLESS CROSS
Año de publicación: 1989
Puntuación:
1) The Gates Of Hell; 2) Headless Cross; 3) Devil & Daughter; 4) When Death Calls;
5) Kill In The Spirit World; 6) Call Of The Wild; 7) Black Moon; 8) Nightwing;
[BONUS TRACK:] 9) Cloak And Dagger.
Muy pronto se truncó la mejora experimentada en The Eternal Idol y la esperanza de que llegara una nueva era de calidad musical se desvaneció por completo en este horrendo álbum. Llegaba Cozy Powell como nuevo baterista y con un cierto prestigio acumulado como miembro de Rainbow o de Emerson, Lake & Powell, si bien en la práctica ese prestigio había sido adquirido por la reputación de esos nombres, pero no por la música creada. Por el camino se han perdido las virtudes que convirtieron el álbum previo en una obra aceptable dentro de su mediocridad, aquí todo se dirige a mimetizarse con el rock genérico que asolaba la entonces casi finiquitada década de los ochenta.
Tras una introducción ambiental de sonidos de ultratumba (‘The Gates Of Hell’) que parecen extraídos de alguna película de terror, llega la canción que da título al álbum y que nos muestra de qué van estos tipos, pues se trata de rock duro orientado a las emisoras comerciales. Todo bien mascado y sin estridencias que vayan más allá de elevar los decibelios de forma gratuita. El potente riff de guitarra que se escucha en la introducción no está mal, como tampoco uno de los solos que llega por la recta final, pero todo lo demás es vulgaridad absoluta. A lo largo del álbum, la voz de Tony Martin suena igual que la de cualquier vocalista heavy sin personalidad y tan solo en ‘Nightwing’ puede decirse que deja una sensación pasable, pues este tema requiere una cierta habilidad como cantante y es quizá el único tema que no parece una caricatura del género heavy.
En el polo opuesto, ‘Devil & Daughter’ o ‘Call Of The Wild’ nos enseñan que el nivel de vulgaridad del álbum puede llegar a ser insultante. Otro ejemplo es ‘Kill In The Spirit World’, el cual nos muestra a un grupo heavy haciendo pop, una mala fusión que desbarra irremisiblemente y donde solo puede salvarse el solo de guitarra de Iommi. En ‘When Death Calls’, que comienza como balada-rock, participa como distinguido (y desaprovechado) invitado nada menos que Brian May para soltar un genérico solo de guitarra en una canción que podría haber encajado con los Queen más vulgares de la segunda mitad de los ochenta debido a su ostentoso estribillo. Podemos escuchar también un interesante ritmo de guitarra acompañando a las estrofas, aunque parece un reciclaje de alguna composición de los setenta.
El bonus track ‘Cloak And Dagger’ podría pasar por un descarte perdido de los Deep Purple post-Gillan de los setenta y presenta una interesante introducción y algún notable solo de guitarra, pero en global se trata de otra floja canción que no aporta nada. Muy mal se presentaba el futuro (nuevamente) para esta banda vulgarizada, sin visos de mejorar en nada que pudiera alejarla de la comercialización vergonzante a la que se habían abocado.
TYR
Año de publicación: 1990
Puntuación:
1) Anno Mundi; 2) The Law Maker; 3) Jerusalem; 4) The Sabbath Stones;
5) The Battle Of Tyr; 6) Odin's Court; 7) Valhalla; 8) Feels Good To Me; 9) Heaven In Black.
La larga agonía continuaba, esta vez con la excusa de enfundar la música bajo un manto de mitología renacentista y vikinga. Pero no da la impresión de que Iommi y los suyos hayan leído nada sobre el Renacimiento, sino que más bien parecen dirigirse sobre todo a la mitología escandinava, que siempre es más proclive a aceptar excesos e interpretaciones imaginarias. Respecto al álbum anterior tan solo ha cambiado el bajista y por ello hay una continuidad en la mediocridad insultante que ya conocemos. Y, además, con menos ideas todavía (si es que había alguna).
Comenzar ‘Anno Mundi’ con un verso cantado en latín ya deja una sensación inicial bastante mala, como si pensaran que ese detalle suponía de por sí un recurso de ambientación específica. Luego, cuando entramos en lo que es la canción en sí misma, no es que sea mucho mejor, pero al menos la ambientación épica no está mal conseguida, que ya es algo aunque no acabe de convencer del todo por ese tono de falsa emoción que se percibe en el apartado vocal. Incluso podrían aprobar con un cinco raspado en el tema ‘Jerusalem’, pero quizá sea porque en comparación con el resto del contenido del disco parece que sea algo decente. Para quien no sea un fanático del heavy metal, que se vaya mentalizando ante la vulgaridad que vuelve a asolar a Black Sabbath. Igual que cualquier grupo heavy del montón, no pueden faltar piezas de ritmo salvaje, pero con melodías tan pueriles que resulta sonrojante escuchar barbaridades de ese tipo como ‘The Law Maker’.
Queda muy apropiado el título de ‘The Sabbath Stones’ porque podría pasar por una parodia del estilo de los primeros Black Sabbath. De hecho, parece una reescritura triturada de ‘Black Sabbath’, aquel mítico tema que abría su LP de debut, que es lo que hubiera hecho un grupo imitador de Black Sabbath, pero nunca se le puede perdonar al original. Al final aceleran el ritmo de manera chabacana y no consiguen arreglar nada, mucho menos cuando Martin pretende sonar épico sin venir a cuento. Y bueno, lo que ya parece un insulto en toda la cara es escuchar ese engendro que pretende pasar por balada-rock titulado ‘Feels Good To Me’, donde todo suena más falso que Judas Iscariote o que las columnas de opinión de Vargas Llosa.
El solo de guitarra de ‘Valhalla’ es lo que esperamos escuchar de cualquier guitarrista heavy que sepa tocar muy rápido pero no sepa, siquiera intuya, lo que es una melodía. Este solo acaba sonando interesante pasados los tres minutos, pero unos segundos no pueden arreglar todo la vulgaridad anterior, mucho menos el mediocre apartado vocal que simplemente descansa en los clichés del género. Este tema es en realidad la tercera parte de una pretenciosa suite que comienza de forma ambiental mediante ‘The Battle Of Tyr’ y prosigue como apreciable balada acústica en ‘Odin's Court’ (aunque se pierde el encanto cuando entran esos acordes de guitarra acústica que recuerdan a ‘Starway To Heaven’ de Led Zeppelin), sin corte alguno, hasta enlazar ya con la vulgaridad de ‘Valhalla’ y romper cualquier esperanza de recuperación del grupo. Sigamos con la agonía… o bueno, lo de esta banda quizá habría que llamarlo “coma inducido”, es decir, inducido por la incapacidad de Iommi de crear algo a la altura de su leyenda.
DEHUMANIZER
Año de publicación: 1992
Puntuación:
1) Computer God; 2) After All (The Dead); 3) T.V. Crimes; 4) Letters From Earth;
5) Master Of Insanity; 6) Time Machine; 7) Sins Of The Father; 8) Too Late; 9) I;
10) Buried Alive.
Comenzaban los reencuentros en Black Sabbath, pero no el deseado de la formación original sino exactamente el personal que hubo en Mob Rules. Esto significa que volvía el bajista fundador Butler, más el baterista Vinny Appice y –ay Dios– el cantante Ronnie James Dio. Bueno, también está el teclista Nicholls, que ya era un fijo desde 1980. No es que Dio no hiciera un papel aceptable en aquella encarnación de Black Sabbath (pues sus aportaciones sirvieron para que aquellos álbumes donde participó no fueran todavía peores), sino que el Dio de los noventa ya distaba mucho de aquel que impactaba a finales de los setenta en Rainbow y que mantuvo el tipo en los primeros ochenta. La vulgaridad insultante en que se habían instalado desde hacía años, tan solo interrumpida por el mediocre (pero al menos no insultante) The Eternal Idol, no ha desaparecido pero al menos ha mejorado levemente. Qué mal debía estar el asunto para que midamos un disco de Black Sabbath en función de si es más o menos ofensivo al oyente. Esto es, al oyente que no sea un enamorado del mundo metalero, pues igualmente nada podríamos objetar sobre aspectos nutricionales al enamorado de las chucherías. A cada loco con su tema.
Podemos escribir de entrada, para acabar bien rápido, que lo único aceptable de este álbum son los temas ‘Too Late’ y ‘I’, lo cual ya nos puede dar una idea de que la travesía penosa del grupo continuaba sin visos de terminar algún día. La impresión inicial disco tampoco buena, si bien hasta se puede permitir que suene una guitarra tan sintética como la de ‘Computer God’ si lo que se pretendía era hacer honor a su título tecnológico. Viene bien el fragmento intermedio calmado que contiene para poder coger fuerzas, pues en total supone todo más de seis minutos de vulgaridad constante. Y cuando uno ha caído en la mediocridad, el acto de copiar se convierte en un hábito difícil de evitar, de ahí que, tras una introducción que deja indiferente, ‘Master Of Insanity’ copie descaradamente el riff de ‘The Wanton Song’ de Led Zeppelin como único aspecto que pueda destacarse, más algún pasaje suelto de Iommi.
Con una introducción que parece no acabar nunca, ‘After All (The Dead)’ inaugura la bolsa de piezas épicas que todo grupo heavy mete en sus álbumes, pero esa épica falsa, monótona y sin melodías que en otro grupo cualquier podría perdonarse, pero no en Black Sabbath. Otros ejemplos de esta vertiente más épica, pero no tan horrendos, son ‘Too Late’ (cuyo primer tramo de base acústica sirve de respiro dentro de este álbum) y ‘Letters From Earth’, la cual parece en su inicio parece que va a alcanzar una gran dosis de emoción al estilo de ‘I Want You’ de The Beatles, pero luego entra la parte vocal de Dio, se acelera el ritmo y volvemos a adentrarnos en una mediocridad ya resignada. Por otra parte, al principio de ‘Sins Of The Father’ parece que estemos escuchando la voz de Ozzy por ese efecto como de eco. Puede entenderse como una pequeña broma que quizá nos tranquilice en el sentido de que estos mismos músicos no debían tomarse en serio una música de tan bajo nivel. Pero luego pensamos que tampoco hubieran mejorado nada aunque se lo tomaran en serio, así que este álbum era otra excusa más para seguir en el mundo de la música y tocando las canciones de siempre en directo.
CROSS PURPOSES
Año de publicación: 1994
Puntuación:
Puntuación:
1) I Witness; 2) Cross Of Thorns; 3) Psychophobia; 4) Virtual Death; 5) Immaculate Deception; 6) Dying For Love; 7) Back To Eden; 8) The Hand That Rocks The Cradle;
9) Cardinal Sin; 10) Evil Eye; [BONUS TRACK:] 11) What's The Use?.
Nuevo disco y nuevos cambios en la formación. Ronnie James Dio se fue definitivamente para no volver nunca más, motivo por el cual volvió Tony Martin, quien parecía ser el comodín para poder contar con alguien en el micrófono. El baterista también fue cambiado, aunque esto apenas se notaba en una música tan vulgar como la que seguía ofreciendo Black Sabbath.
Y pronto nos sacan de dudas ante lo que vamos a escuchar. ‘I Witness’ se basa en la repetición de un feo riff que acaba cansando muy pronto, mostrando así la misma vulgaridad a la que habían acostumbrado al público. Consiguen algo decente con ‘Psychophobia’, pero Black Sabbath debería aspirar a conseguir algo más allá de mantener la decencia, sobre todo cuando este hecho se ha convertido en la excepción entre el contenido habitual de un álbum del grupo. Y en cualquier caso, no se puede sustentar un tema únicamente en un riff enérgico y un una sección rítmica penetrante, como demuestra ‘Back To Eden’, donde se acaban tornando cansinos. Las ayudas externas tampoco solventan nada, pues como coautor de ‘Evil Eye’ encontramos el nombre de Eddie Van Halen y eso no la salva de ser otra vulgar canción donde las melodías brillan por su ausencia.
La introducción acústica de ‘Cross Of Thorns’ crea una ambientación intimista interesante que luego se ve truncada con la entrada de la sección rítmica y la inmersión en la misma mediocridad que sobrevuela el álbum. Porque canciones como ‘Immaculate Deception’ las podemos encontrar a patadas, hasta el solo de guitarra parece una imitación del de Brian May en ‘Innuendo’ o de alguna otra pieza del vulgar hard-rock que llegaron a grabar Queen en algunos momentos. Por otro lado, que una balada-rock tan convencional como ‘Dying For Love’ se encuentre entre lo más presentable del álbum ya es representativo de lo que vamos a encontrar aquí. Y lo único destacado de ‘Cardinal Sin’ es que copian el riff de aires orientales de ‘Kashmir’ de Led Zeppelin, porque por lo demás no aporta nada nuevo aparte de algunos cambios de ritmo para salir de la monotonía.
Aunque podamos temblar ante la inclusión de una canción adicional, ‘What's The Use?’, lo cierto es que al menos aporta un riff que suena original sin que tampoco vaya a ocupar ningún puesto destacado por ello. Pero al menos sirve para mejorar el contenido original del disco, lo cual tampoco resultaba muy difícil de conseguir. Y como advertencia final, es mejor evitar y olvidar este álbum como si nunca hubiera existido, es una pérdida de tiempo salvo para quienes escuchar los ingredientes típicos de la música heavy les suponga un placer irracional.
CROSS PURPOSES LIVE
Año de publicación: 1995
Puntuación:
1) Time Machine; 2) Children Of The Grave; 3) I Witness; 4) Into The Void;
5) Black Sabbath; 6) Neon Knights; 7) Psychophobia; 8) The Wizard; 9) Cross Of Thorns;
10) Heaven In Black; 11) Symptom Of The Universe; 12) Headless Cross; 13) Paranoid;
14) Iron Man; 15) Sabbath Bloody Sabbath.
Si alguien se ha preguntado cómo es posible que grupos otrora de gran nivel sigan publicando álbumes de ínfima calidad, aquí encontramos la respuesta general para todos: es la excusa para salir de gira y tocar las canciones de siempre. Solo hay que echar un vistazo al listado de temas aquí incluidos y vemos que tan solo aparecen tres de Cross Purposes, por lo que el título no puede ser menos apropiado y la intención final más evidente. Pero mejor así, pues no puede haber un concierto de Black Sabbath más plomizo que aquel en el que interpretarán tan solo material contemporáneo y se olvidaran de sus temas clásicos. Eso sí que sería satánico de verdad.
Aun así, en primer lugar encontramos ‘Time Machine’ de Dehumanizer, que deja una sensación aceptable y no queda mal como inicio para romper el hielo antes de comenzar con el primero de los grandes clásicos incluidos aquí, ‘Children Of The Grave’, donde tan solo se salvan los inconfundibles riffs de Iommi, pues suena sin chispa o como si estuvieran ya cansados de tocarla. ‘Paranoid’ está irreconocible al principio porque escuchamos un frenético solo de guitarra de Iommi que dura más de un minuto. En cualquier caso, la voz demasiado estandarizada de Martin, sin personalidad alguna, vulgariza el resultado final sin que los músicos aporten nada especial. Que al menos se lanzara Iommi a dejarse notar como en ‘Iron Man’, donde los músicos sí que denotan motivación y derrochan energía, igual que en otro de los clásicos que suenan aquí convincentes, ‘Sabbath Bloody Sabbath’.
Volver a escuchar los sensacionales riffs de la gran época del grupo, lo cual incluye la recuperación de ‘The Wizzard’ de su debut, así como algunos brutales solos de guitarra (como el de ‘Black Sabbath’) es lo que salva el concierto, pero no son interpretaciones para recordar precisamente y para escuchar un álbum en directo sin Ozzy es mejor dirigirse a Live Evil como pequeño consuelo. El presente álbum es solo para fans o para quienes piensen que un buen riff y algunos solos de guitarra excelentes salvan un concierto, que en cierta manera es una excusa razonable.
FORBIDDEN
Año de publicación: 1995
Puntuación:
1) The Illusion Of Power; 2) Get A Grip; 3) Can't Get Close Enough;
4) Shaking Off The Chains; 5) I Won't Cry For You; 6) Guilty As Hell; 7) Sick And Tired;
8) Rusty Angels; 9) Forbidden; 10) Kiss Of Death; [BONUS TRACK:] 11) Loser Gets It All.
Algún día debía acabarse esta larga serie de álbumes horribles que a lo sumo podían llegar a mediocres. Y al estudio de grabación no volverán a entrar hasta casi veinte años después, que ya parecía un tiempo más razonable para poder reunir algo decente que ofrecer, no esta sucesión de vulgaridad sin límites que, afortunadamente, tiene su final aquí. El bajista fundador, Geezer Butler, se volvió a marchar y a cambio regresó el baterista Cozy Powell, lo cual no supone nada relevante viendo el cariz que había tomado la trayectoria de la banda. Lo único que podemos resaltar como novedad, si es que algo así puede aseverarse de este trasunto de Black Sabbath, es que el sonido es más accesible y afable de lo habitual en algunas de las canciones, como si hubieran buscado un último intento de vender un poco más.
En 1995 el título de ‘Get A Grip’ hacía pensar inmediatamente en Aerosmith y ojalá aquí se hubieran dedicado cuando menos a copiarles un poco más, para como mínimo conseguir algo digerible y no el cúmulo de zafia vulgaridad que asola este álbum. Porque si Aerosmith acabaron comercializándose en los ochenta mezclando rock y rap, aquí Black Sabbath no se quedan a la zaga. Sin embargo, si la idea del grupo para sonar modernos era replicar en ‘The Illusion Of Power’ los riffs sombríos de temas clásicos como ‘Black Sabbath’ y añadirle una parte de rap de Ice-T, pues el resultado es más bien descorazonador. Siempre podemos consolarnos con que podría haber sido peor. Pero cuando se embarcan en un sonido más pop-rock y comercial, como en ‘Sick And Tired’ (donde se percibe una esencia de blues también), al menos suenan aceptables aunque sigan pareciendo un grupo más del montón. A Aerosmith les funcionó porque al menos se centraron en dotar de melodías a sus composiciones, aunque algunas no fueran muy originales. Pero Black Sabbath ni eso.
Si hiciéramos el juego de “busca dónde está la balada”, nadie fallaría al dirigirse al título de ‘I Won't Cry For You’, tan vulgar como su letra (lo cual no es ningún problema grave) y su música (que sí lo es). La que también posee una introducción relajada es ‘Can't Get Close Enough’, aunque luego se desarrolla en el mismo tono heavy que cabe esperar en estos chicos, si acaso influenciado también por el grunge si nos atenemos a ese cambio de ritmo en el estribillo. En ‘Rusty Angels’ también suavizan ligeramente su sonido para mejorar la sensación que transmiten estas vulgares canciones. En este caso, incluso la sensación es buena cuando hacen ese breve inciso de relax musical hacia la mitad del tema.
Porque tocar cualquier riff de forma repetida no es la panacea y solo puede convencer a los amantes del género, pues para el resto de mortales el hecho de escuchar temas como ‘Shaking Off The Chains’ supone más bien una tortura. La percusión martilladora de introducción del tema que da título al álbum deja paso a una parte vocal de tintes épicos que luego se pierde en la nebulosa de mediocridad con la que acaban finiquitando el estribillo y el posterior desarrollo. Y es que casi que puede tomarse como una satisfacción que en ‘Kiss Of Death’ suenen aburridos. Al menos el aburrimiento no resulta ofensivo y simplemente nos impele a detener esta música para pasar a algo mejor, lo cual no resulta muy difícil de conseguir. Black Sabbath se disolverá después de esta nueva hecatombe sonora.
REUNION
Año de publicación: 1998
Puntuación:
CD I: 1) War Pigs; 2) Behind The Wall Of Sleep; 3) N.I.B.; 4) Fairies Wear Boots;
5) Electric Funeral; 6) Sweet Leaf; 7) Spiral Architect; 8) Into The Void; 9) Snowblind.
CD II: 1) Sabbath Bloody Sabbath; 2) Orchid/Lord Of This World; 3) Dirty Women;
4) Black Sabbath; 5) Iron Man; 6) Children Of The Grave; 7) Paranoid; 8) Psycho Man;
9) Selling My Soul.
Sin capacidad creativa ni energía para grabar un nuevo álbum, lo mejor que podía ocurrir fue lo que efectivamente ocurrió, que se juntaron los miembros fundadores de Black Sabbath para salir al escenario y tocar su repertorio de los setenta. Así pues, volvían a estar juntos Tony Iommi, Ozzy Osbourne, Geezer Butler y Bill Ward, aparte de seguir acompañados por el mismo teclista que llevaba en el grupo desde los ochenta, Geoff Nicholls. Este álbum proviene de dos conciertos en días consecutivos que tuvieron lugar en diciembre de 1997. Para despertar el optimismo de sus seguidores, se incluyeron dos nuevas composiciones grabadas en un estudio de Hollywood, que son las que encontramos al final. Pero esto no significará la llegada de ningún álbum nuevo, sino que volverán a separar sus caminos para publicar álbumes en solitario (casos de Iommi y Ozzy) o proseguir con bandas paralelas.
El repertorio interpretado recoge una selección de temas de todos sus álbumes de los setenta excepto del penoso Never Say Die! y, sorpresa, del estupendo Sabotage, que quizá requería de demasiada disciplina. Pero quién sabe por qué no eligieron nada de este último, aunque en cualquier caso no se puede objetar nada ante la colección de éxitos que nos ofrecen. En mejor estado de forma no pueden comenzar porque la interpretación de ‘War Pigs’ es brutal, a la altura de su leyenda, pues aunque replican la versión del estudio, lo hacen con una energía inusitada como si estuviéramos escuchando a los mismos músicos de hace casi treinta años. Eso sí, Ozzy podría haberse ahorrado el querer tararear la memorable melodía de guitarra que aparece llegando a los siete minutos. Por cierto, que a este cantante se le escucha menos paranoico que nunca en ‘Paranoid’, como si la edad le hubiera suavizado, aunque lo dejan como final del concierto.
Sí que observamos que esa vulgarización que había experimentado el sonido del grupo en las últimas décadas se ceba sobre todo en ‘Lord Of This World’, cuyos solos de guitarra son de lo más genérico que uno puede tirarse a la cara, aunque el de ‘Iron Man’ también decepciona. Afortunadamente, no es esa la impresión general que uno obtiene de estos conciertos. Las dos composiciones nuevas de estudio son las que encontramos al final, aunque en el caso de ‘Selling My Soul’ parece un pastiche de temas antiguos, como si hubieran hecho una selección de ideas y melodías y las hubieran juntado para que se note menos. Con eso consiguen algo pasable y punto. Por el contrario, muchos años habían transcurrido desde que pudimos escuchar algún estribillo tan elaborado y potente como el de ‘Psycho Man’. En todo caso, parecía un buen punto de partida para que volvieran a juntarse a grabar nuevo material, pero al final no hubo nada más. Aparte, Ozzy acabaría grabando un nuevo álbum en solitario en 2001 y un año después comenzaría el reality show sobre su familia que tanta fama (mal entendida, claro) le proporcionará durante unos años.
2022
PAST LIVES
Año de publicación: 2002
Puntuación:
Puntuación:
CD I: 1) Tomorrow's Dream; 2) Sweet Leaf; 3) Killing Yourself To Live; 4) Cornucopia;
5) Snowblind; 6) Children Of The Grave; 7) War Pigs; 8) Wicked World; 9) Paranoid.
CD II: 1) Hand Of Doom; 2) Hole In The Sky; 3) Symptom Of The Universe;
4) Megalomania; 5) Iron Man; 6) Black Sabbath; 7) N.I.B.; 8) Behind The Wall Of Sleep;
9) Fairies Wear Boots.
2022
Si Reunion nos devolvía en directo los clásicos de siempre con los miembros fundadores pero casi treinta años después de sus inicios, Past Lives completa la pintura al tratarse de una selección de temas escogidos de cuatro actuaciones en directo de los años setenta, la primera vez que aparecía material de esa época. No obstante, el primero de los discos había sido publicado sin permiso de la banda en 1980 bajo el nombre de Live At Last e incluye material procedente de dos conciertos diferentes de 1973 pero con menos de una semana de diferencia entre ellos. Del segundo disco, los tres temas pertenecientes a Sabotage proceden de un concierto de 1975, mientras que el resto del contenido es de un concierto en París de 1970, con el grupo sonando bien fresco y con ganas de demostrar su poderío. Cabe señalar que existe una mejor calidad de sonido en el segundo disco, aunque la emoción de escucharlos en directo en los setenta suple cualquier carencia.
No es que existe una gran diferencia entre lo que hicieron en el estudio y lo que intentaron implementar en el escenario, pero sigue siendo una delicia escuchar los cambios de sección en temas como ‘Killing Yourself To Live’, ‘Snowblind’ y similares, puesto que los riffs asesinos de Iommi son abrumadores en directo. Resulta decepcionante ‘Paranoid’ porque suena como si los músicos no tuvieran ganas de tocarla, ni en el apartado instrumental (muy insulso) ni en el apartado vocal donde Ozzy parece que esté intentando cantar con acento cockney mientras masca un chicle, porque otra cosa no se puede intuir del motivo de cantar tan mal lo que debía ser una de las canciones estrella del concierto. Porque precisamente las mejores interpretaciones corresponden a temas pertenecientes al álbum Paranoid y eso no es casualidad, aunque también es cierto que están todas ellas en el segundo disco y en 1970 Black Sabbath eran unos dioses del rock duro.
Lo único que sobre en este álbum es ‘Wicked World’, tanto por la composición en sí porque era una mera imitación del riff de ‘Wild Child’ de The Doors, como en este caso concreto por servir de excusa para que Iommi se mire el ombligo mientras muestra en diferentes instantes su técnica de guitarra al público, aparte de incluir secciones y fragmentos de otras canciones, nada interesantes, hasta alcanzar casi veinte minutos de interpretación con pocos momentos a destacar (como por ejemplo, cuando parece animarse todo a partir de los once minutos, aunque luego vuelven al redil). En el segundo disco la única interpretación que deja la sensación de ser mejorable es la de ‘Symptom Of The Universe’, si bien este tema era complicado de replicar en directo por los trucos de estudio que poseía y, aparte, a partir de 1975 estamos ya en el declive de la banda. Sorprende que ‘N.I.B.’ posea una calidad de sonido peor y es una lástima, pues se trata de una de las canciones más fieras del grupo. Por lo demás, pueden encontrarse pequeños detalles novedosos como la introducción de guitarra acústica que aparece en ‘Black Sabbath’, pero no son detalles relevantes. Al final queda como un documento sonoro histórico porque no encontraremos mucho más de sus directos en los setenta.
2023
LIVE AT HAMMERSMITH ODEON
Año de publicación: 2007
Puntuación:
1) E5150; 2) Neon Knights; 3) N.I.B.; 4) Children Of The Sea; 5) Country Girl;
6) Black Sabbath; 7) War Pigs; 8) Slipping Away; 9) Iron Man; 10) The Mob Rules;
11) Heaven And Hell; 12) Paranoid; 13) Voodoo; 14) Children Of The Grave.
2023
Tras un álbum en directo de la formación original de Black Sabbath en la época gloriosa y otro en la actual, le tocaba el turno a la formación de principios de los años ochenta, la comandada por Ronnie James Dio. En realidad, Live Evil ya nos había mostrado esta etapa de la banda, que es nuevamente una selección de la gira de presentación de Mob Rules, en este caso de unas fechas ligeramente más tempranas, en concreto de unos conciertos consecutivos acaecidos entre el 31 de diciembre de 1981 y el 2 de enero de 1982. Como cabe esperar, el repertorio interpretado es muy similar al que se incluía en el citado doble álbum en directo de 1982, así que está dirigido a fans, sobre todo los de Dio.
Así que no es necesario detenerse demasiado en desgranar nada de este álbum porque todo ya ha sido desgranado previamente. Ronnie vuelve a fastidiar el excelente riff de la segunda mitad de ‘War Pigs’ intentando cantar al mismo tiempo las mismas notas con su voz, un pecado mortal que ya vimos que también cometía Ozzy. Una novedosa introducción de guitarra eléctrica entre barroca y gótica para engrandecer el tema ‘Black Sabbath’, aunque en los últimos minutos dejan la sensación de estar tocando por obligación. Tampoco convence mucho el tramo final de ‘Iron Man’, cuando aceleran el ritmo y Tony hace un solo de guitarra un tanto genérico. Aparecerán varios momentos para que Iommi se mire el ombligo mientras toca la guitarra, como por ejemplo en la extensa ‘Heaven And Hell’.
Por lo demás, pues siempre vale la pena echarle un vistazo a las interpretaciones de temas clásicos de la banda como ‘Children Of The Grave’ o ‘N.I.B.’, como también de la contemporánea y épica ‘Children Of The Sea’. No podemos decir lo mismo de ‘Paranoid’, toda una decepción porque se trata de una de sus canciones estrella. Así pues, se puede pasar olímpicamente de este álbum en directo porque con los dos anteriores ya obtenemos el sabor genuino de Black Sabbath, que es lo que uno necesita recibir de cualquier grupo. Con esto nos referimos a la autenticidad.
13
Año de publicación: 2013
Puntuación:
1) End Of The Beginning; 2) God Is Dead?; 3) Loner; 4) Zeitgeist; 5) Age Of Reason;
6) Live Forever; 7) Damaged Soul; 8) Dear Father; [BONUS TRACKS:] 9) Methademic;
10) Peace Of Mind; 11) Pariah; 12) Naïveté In Black.
Las buenas sensaciones experimentadas en el retorno del cuarteto original que les llevó a publicar el álbum en directo Reunion a finales del siglo XX no sirvieron para que decidieran grabar un nuevo álbum de estudio (se quedó todo en las dos composiciones nuevas de entonces). Pero quince años después, una vez Ozzy ya había disfrutado de su vida de estrella televisiva, sí que hubo un nuevo acuerdo para juntarse y volver a grabar nuevas composiciones. Quien falló esta vez fue el baterista Ward, pues sus exigencias no fueron aceptadas por el resto de miembros y acabó fuera, siendo en realidad el miembro más prescindible de los cuatro. ¿Y qué cabe esperar de un grupo que hacía muchos años que estaba acabado y que solo servía para recordar sus viejos tiempos en el escenario? Pues como a estas alturas no nos iban a enseñar nada nuevo, lo único que podían lograr era hacer algo digno a la altura de su leyenda. Para ello no escatiman en tiempo y nos encontraremos temas de larga duración, lo cual no es un problema cuando hay músicos competentes. Faltaba demostrar que se conservaba esa competencia.
Así pues, basarse en lo que habían hecho en su época gloriosa como punto de partida era quizá la mejor opción. Más evidencia de la mirada hacia atrás de la banda no puede haber que en el comienzo del álbum mediante ‘End Of The Beginning’, que es volver a sus inicios porque rememora aquella ‘Black Sabbath’ que servía de salida para su álbum homónimo de debut. Pero no se queda en mera copia, sino que también ofrece alguna sección emocionante como la que aparece a partir de los cinco minutos y ya hasta el final. ‘Damaged Soul’ sería la heredera (un término más apropiado) de ‘War Pigs’, pero las reescrituras de ‘N.I.B.’ (‘Loner’ y ‘Pariah’) ya son más discutibles porque resultan demasiado evidentes y, por tanto, nada originales. Pero bueno, al menos no suenan a meros imitadores y eso ya es algo. También se fijan en la atmósfera acústica de ‘Planet Caravan’ para ‘Zeitgeist’, pero Ozzy se obstina en cantar con su voz más chillona y eso no encaja nada bien. También parece que va a ser acústica ‘Methademic’, pero pronto se convierte en un convencional heavy-metal donde al menos guardan el tipo.
Encontramos impactantes introducciones como la de ‘God Is Dead?’ que nos hacen pensar qué ocurrió con Iommi en las últimas décadas. Esta extensa pieza de casi nueve minutos encuentra con acierto la vertiente épica de la banda aunque el apartado vocal es más convencional y el estribillo poco inspirado, pero la guitarra es tan excepcional como había sido en sus buenos años. Otro ejemplo de épica bien entendida la tenemos en ‘Age Of Reason’, donde Iommi se explaya en la recta final con un sensacional y extenso solo como hacía años que no habíamos disfrutado de él. Un riff mastodóntico como el de ‘Live Forever’ demostraba a la generación del siglo XXI quiénes eran los músicos heavies genuinos y que dejan a la altura del betún a grupúsculos similares (imitadores, más bien) sin talento.
No se olvida Ozzy de despotricar contra la religión cristiana en ‘Dear Father’, pero para curarse en salud añade “Dear Father, forgive me” y así siempre puede justificarse de alguna manera, que la experiencia es un grado. Después de convertirse en estrella de la televisión, debía cuidar al milímetro su imagen de outsider. Para que nadie se creara expectativas sobre el futuro del grupo, quizá pensaron dejar un mal regusto final mediante la vulgar y nada inspirada ‘Naïveté In Black’, aunque este tema sea un bonus track añadido en ediciones especiales de 13. En cualquier caso, en este retorno dejaron una imagen digna, mucho mejor de lo que habían estado realizando desde finales de los setenta. Ya era hora de que demostraran que algo habían aprendido después de toda una vida dedicada a la música.
THE END
Año de publicación: 2016
Puntuación:
1) Season Of The Dead; 2) Cry All Night; 3) Take Me Home; 4) Isolated Man;
5) God Is Dead?; 6) Under The Sun; 7) End Of The Beginning; 8) Age Of Reason.
El título del último álbum de estudio es bien clarificador, puesto que no se incluye ninguna versión de la canción de The Doors y puede referirse perfectamente a que eran conscientes de que este EP significaba el final de la banda, sin contar las lucrativas actuaciones en directo que siempre son un aliciente para las reuniones. Bueno, llamarlo EP es por la cantidad numérica de contenido (ocho temas pero tan solo cuatro composiciones “nuevas”), porque la duración total sobrepasa los cincuenta minutos. Y hemos puesto entre comillas lo de nuevas porque esas cuatro composiciones vuelven a ser devotas de su cancionero de los setenta y, más aún, podrían pasar por descartes de 13, como si finalmente hubieran querido aprovechar lo que hubiera quedado grabado y así poder retirarse plácidamente. Esto último justificaría la penosa segunda mitad del álbum en directo.
Pero empecemos primero por las composiciones nuevas porque son las que nos enseñan el estado de forma de los Black Sabbath ancianos. El comienzo de apabullante calma tipo ‘War Pigs’ que emplean para iniciar el EP mediante ‘Season Of The Dead’ se ve pronto sucedido por un desarrollo mucho más vulgar liderado por un riff que suena típico y tópico del metal del siglo XXI. En el tramo final Iommi se atreve con algún riff más inspirado, pero suena a repetición de viejas glorias. Un mal comienzo, pero lo que viene a continuación es peor porque caen en una vulgaridad insoportable (excepto para quienes no sean fans) en ‘Cry All Night’, donde las esperanzas de encontrar al menos un solo inspirado en su intermedio instrumental caen en saco roto, pues el solo suena a falsa emoción. No resulta tan ofensiva ‘Isolated Man’, pero queda sumergida en un caos intragable. La solemnidad que debería demostrar una banda experimentada es lo que encontramos por fin en ‘Take Me Home’, donde se echa en falta alguna melodía vocal con gancho y le sobra el simplón solo de guitarra española.
La segunda mitad de las canciones son interpretaciones en directo, tres de ellas pertenecientes a 13 y la otra es ‘Under The Sun’, recuperada de Vol. 4, pero todas ellas con una calidad de sonido muy mejorable, algo que ya parecía impensable en pleno siglo XXI. Lo único destacable de estos temas es la participación del hijo de Rick Wakeman como teclista. Las tres piezas elegidas de su álbum previo están entre lo mejor que este contenía, pero en directo parecen todo lo contrario porque suenan peor y eso de alguna manera nos explica por qué debían separarse. Ya no había sinergia en el escenario y tan solo en ‘Under The Sun’ se percibe algo del poderío de antaño. Estaba claro que las ideas se habían difuminado y ya no había interés en continuar trabajando duro para conseguir un álbum decente, así que era mejor dejarlo ahí y despedirse como grupo. Podrían habernos ahorrado este último disgusto, pero la intención inicial probablemente fue buena y simplemente perdieron muy pronto la motivación.